Texto 14: White Butterfly. Capítulo 26 "Yui" año 2016

Advertencia: AlisCia

-No Stacia... no me toques así... -se sintió avergonzado de su propio estado, después de todo no era su costumbre exhibirse frente a las mujeres de manera tan desagradable. –Mírame estoy hecho un asco.

-No señor, eso sí que no, usted no puede prohibirme tocar a mi marido cuando yo quiera y como yo quiera. –Le sonrió divertida.

-¿Cómo tú quieras?... –abrió grandes los ojos ante sus palabras, para luego ser volteado por ella y empujado despacio desde la espalda por sus delicadas manos, entrar finalmente al cuarto de baño.

-¿Tú entrarás conmigo?... preguntó al verla junto a él, pregunta que hizo sin pensar y que lo sonrojó al instante.

-Por el momento me retiraré pero vendré a ayudarte a enjabonar la espalda, así que tómate tu tiempo en lo que yo termino la cena. –Respondió sin tomar ninguna clase de nerviosismo por la pregunta que le hizo, para luego salir y cerrar la puerta tras de sí.

Tras un suspiro, se terminó de desvestir y entró a la tina despacio, para luego sentarse a lo largo de la misma hasta recostar su espalda contra el respaldo. Tuvo que doblas sus rodillas entonces, así notó lo pequeña que en verdad estaba, pero pensó que sería mejor así, ya que Stacia quedaría perfecta dentro y no correría peligro de lastimarse.

-...Stacia... -repitió para sí mismo y cerró los ojos. Estaba tan cansado que la inminente relajación del agua caliente rodeando su cuerpo lo arrullo en un segundo.

-Es peligroso dormirse dentro del agua caliente... -escuchó entonces muy cerca de él, al abrir los ojos, el rostro de su amada estaba justo frente al suyo, por lo que chapoteó un poco del susto.

-¡Ahh!

-¡Perdón! ¿Te asusté?... –lo mira preocupada.

-Más bien... me sorprendiste -recupera la compostura, apoyándose a los lados de la tina.

-Bueno. –Ladeó la cabeza en una sonrisa. –Discúlpame.

-No tienes por qué pedir disculpas... -le sonrió divertido por el momento.

-Tú siempre eres así conmigo... nunca me dejas admitir mis errores... me estás malcriando mucho.

-Es que hasta el momento... no he visto que cometas ningún error Stacia... -tras sus propias palabras piensa en la situación por la que están pasando, pero se niega a decirse a sí mismo que haberla llevado de su hogar haya sido una falta.

-¿Ali?...

-Shampoo. –le dice sin más que una sonrisa en el rostro.

-¿Qué? ¿Ahora el señor príncipe necesita que le laven el cabello? –le sonríe, tomando entre sus manos la jarrita y dejando caer sobre su mano un poco del pegajoso líquido verde. –A ver... voltéate.

Con la petición, el príncipe se puso de espaldas a ella, dejando al descubierto frente a su mirada la mitad superior de su espalda desnuda y perfecta y su largo cuello firme, por lo que atraída por tal vista, se acercó un poco más a él, colocando las manos sobre los cabellos oscuros y abundantes, sintiendo como de inmediato se formó la espuma entre sus dedos, con los que se dedicó a masajear la cabeza de su amado en repetidas ocasiones.

-¿Está bien así?... –preguntó en su oído al notar que había cerrado los ojos al sentirse entre sus manos.

-Es perfecto...

De un momento a otro había pasado hacia su cuello y espalda, notando tras enjuagarlo algunas marcas de sus propias uñas, estampadas como garras en hileras sobre su piel. Lo que la hizo sonreír... no comprendía por qué aquellas heridas no la hacían sentir en lo absoluto culpable, más despertaban en ella el deseo de provocarle otras de la misma índole y saber que ella es la única capaz de hacerlo.

Tomó el recipiente de agua y le dejó ir un poco sobre el cabello para borrar el rastro de la espuma, dejándolo con el cabello empapado y goteando, mientras él mismo se limpiaba el rostro del exceso.

-Separa los brazos... -prácticamente le ordenó al oído con una voz tenue y delicada, lo que lo hizo despertar de su somnolencia y obedeciéndola, observó como su pecho era masajeado por la barra de jabón, mientras su espalda se había convertido en soporte del peso de su amada cuyos pechos se compactaron contra él al juntarse de tal manera.

-Stacia... si haces eso vas a mojarte... -Lo único que se me ocurrió decir... estúpido, estúpido, estúpido... mis propias palabras se volvieron en mi contra dentro de mi mente, inmediatamente lo único que pensaba y quería era adentrarme dentro de su mar, mi miembro se puso como roca de solo pensarlo, y ahora que hacía... quería que ella lo viera... que lo supiera... pero al mismo tiempo... ¿Sólo por estarme enjabonando me pongo así? Bueno... pensándolo bien... qué hombre no reaccionaría así si la mujer que ama está... así...

-¿Mm?... ¿Qué es eso que está flotando ahí?... –miró desde donde se encontraba como una pequeña boya perdida en el mar se asomaba entre las piernas de su amado.

Alistair al notar de lo que la diosa hablaba, se alarmó al instante y se curvó hacia el frente.

-Na... nada... no es nada... -cerró los ojos frustrado.

-A él también iba a lavarlo... no pensé que tuviera tantas ganas de jugar ya... -le dijo suave y despacio al oído, tratando de tranquilizarlo, que supiera que de antemano había pensado que algo como eso pasaría... que no tenía que sentirse extraño al respecto.

-Perdóname... -le respondió aún con su explicación tierna.

Sin embargo, lo único que ella quería en ese instante era que él se sintiera bien y reconfortado... y que mejor manera de demostrarle sus sentimientos que con los actos. Metió el brazo en la bañera en dirección declive sobre el abdomen de su amado y casi al instante un parpadeo largo seguido de un pequeño y hasta dulce gemido del pelinegro se escuchó.

-Déjame ayudarte con esto... -se colocó por completo tras de él, prácticamente abrazándolo.

-Sta...cia... -no sabía qué posición me ayudaría más a soportar aquella exquisita tortura, la sentía detrás de mí... delante de mí... dentro de mi... en todas partes. ¿En qué momento Stacia se había convertido en un ser omnipresente? Los tirones que me daba revolvían el tiempo y el espacio a mí alrededor, en aquel momento sólo tenía espacio en la mente para aquella sensación creciente proveniente de la mano de mi amada sobre mí. La calidez de su contacto me acrecentaba en todos los sentidos. Si me doblaba hacia adelante, sentía que iba a explotar, si trataba de relajarme y me recostaba hacia atrás, ahí estaba ella y su olor que me hacía querer saltar. Quería más... mucho más... más... Pude sentir como los cuernos emergieron enloquecidos en mi cabeza, no otra vez... había perdido el control...

-Ali... -me llamó en su propio jadeo y ya no puede soportarlo más.

Se levantó de un impulso y volteó hacia ella, mostrándole su cuerpo húmedo, desnudo y activo. Para acto seguido atraerla hacia él con una mano, mientras con la otra la tomaba entre el cuello y la mejía y acercándola a él la beso con desespero. Sacando una pierna de la tina y escurriendo toda el agua que acarreó con él hacia el piso, seguida de la otra, sin soltarla la cargó sobre su cintura, haciéndola sentir la presión que ejercía su miembro que ella misma había estimulado contra su propia intimidad recubierta de miles de telas, sonrojándola en su propio deseo.

Una vez despojada de sus ropas, se encontraba aprisionada entre él y la pared, que la sostenía de la cadera, mientras su unión la mantenía por encima de él. Podía sentir como la llenaba por completo y con gran ímpetu, el calor dentro de aquel lugar que de por sí destilaba humedad y vapor era abrumador, sentía como había comenzado a sudar en medio de toda su locura desatada para ese momento sin freno.

-El pensamiento cruzaba por mi mente de manera interminable "Hermosa" simplemente eso era lo que pensaba al verla... Jamás había conocido a una mujer con aquellos atributos, su aroma... cada esencia que se desprendía de su cuerpo me cautivaba en un laberinto de averiguación por saber de donde provenían todos y cada uno de ellos... Sus cabellos, su cuello... entre sus pechos, cada una de las partes que besaba tenía un olor diferente y a la vez el mismo... tan natural... tan acogedor... tan cálido... tan Stacia... era como si pudiera verla frente a mí al mantener los ojos cerrados.

Me detuve... quería tenerla así... esperando por mí... viéndome sobre ella, con aquella plácida sonrojes que me invitaba a seguir mimándola, era como si el toque de mis dedos, despertara cada pequeño bello que cubría su blanca tersura que a pesar de anhelar tanto... luchaba contra mi propio ímpetu para dejarla progresar a su propio ritmo... me encantaba ver su despertar apasionado entre mis brazos.

Podría jurar que sus labios habían adquirido el color de las moras que tanto ama, entre mis labios. No me bastó con verla... tenía que probarla...

-¿Qué sucede?... –me miró con aquellos hermosos ojos de oro encendidos por la lujuría. Lo sabía... aquel podría llegar a ser el pecado más grande que jamás realicé... yo había transformado a la sublime y delicada diosa Stacia en esto... ¿Pero cómo podría arrepentirme?...

-Te amo... -le susurró a los labios, mientras ella se derritió sobre los suyos, para nuevamente besarse con emoción, le encantaba jugar a saborear su lengua, al hacerlo sentía más que una sensación divina, sentía como el amor fluía entre los dos.

Y Así empezó a moverse, lento y despacio para readaptar el ritmo, pero en un segundo se perdió dentro de aquel canal que lo aprisionaba con fuerza, querer salir y entrar ya no era lo primordial, sino escucharla enloquecer cada vez que lo hacía y sentir como su propio miembro batallaba por mantenerse erecto y firme, buscando adentrarse cada vez más y más en ella, buscando su propio estiramiento y engrosamiento para cumplir su cometido.

Si fuera posible que el tiempo se detuviera para congelar aquel momento con todas sus sensaciones revueltas por la eternidad sin duda pagaría el precio.

No se habían separado de aquel beso, hasta que Stacia no pudo más y se alejó tratando de controlarse a sí misma y su vergüenza, estaba consciente de la posición en la que estaba, sujetada en el aire por la cadera de su amado, enganchada a él. Lo veía venir y le daba miedo caerse. –Ali... Ali...

-Stacia... sopórtalo... aún falta... -le logró responder entre jadeos, sin embargo ella no pudo más que apretar los párpados y abrir la boca. Estaba siendo envestida de manera tan ferviente que de ninguna manera podría soportarlo por mucho.

-Si tú... sientes que falta... es porque no... yo no... -baja la mirada al sentir que él se ha detenido.

-Al contrario... te deseo tanto que quiero que esto nunca acabe... -volvió a besarla, pero esta vez más despacio y delicado, haciéndola retorcerse de sólo sentirlo moverse levemente dentro de ella mientras la besaba.

La presión que lo rodeaba lo hizo sentir del mismo modo que ella en un instante, cual su interior quisiera exprimirlo.

-...Stacia...ahh...

Recibió su continuación un poco más tranquila, adaptándose nuevamente a sus movimientos que habían pasado de la sutileza a la brusquedad desde hace varios minutos, mismos que la hacían sentir que estaba a punto de terminar.

Alistair que había metido su nariz entre sus pechos, empezó a lamer uno lo que la terminó de descolocar.

-¡Ali! ¡Ali no! ¡Ali! ¡A! ¡AHH!

El príncipe la abrazó fuerte contra él, al sentir que él mismo había perdido sus sentidos en medio del gemido de desahogo de su amada. Para terminar bajándola y tras besarla, abrazarse con fuerza.

-¿Vamos a la habitación? –preguntó ella sobre su pecho.

-Sí... estoy exhausto... -le sonrió.

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Waaaa en esta primera versión Ali no le decía "Mi diosa" a Cia y no tenía las cicatrices de los latigazos en la espalda.

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