Texto 11: White Butterfly. Capítulo 19 "Arondight" año 2016

ADVERTENCIA: VIOLENCIA SEXUAL

El pelinegro movía las manos sin renunciar a su afán por la libertad, mientras su respiración se aceleraba de momento evidenciando en las exhalaciones por su boca y el movimiento agitado de su pecho y abdomen que se contraía con los estímulos que le proporcionaba.

-¡Bastaaaa! –le gritó con la garganta casi entrecerrada por las sensaciones dentro de su pantalón.

-¿Por qué lo pides?... ¿Acaso crees que no mereces pasar por algo como esto? –Preguntó desde su lugar Asuna. Sus palabras abrieron grandes sus ojos grises. Era verdad... ¿Quién era él para liberarse... si él mismo había propiciado una situación así en el pasado? –Yo no lo merecía... -Sus palabras lo descompusieron, el inmenso dolor que sentía hacia ese recuerdo lo mataba día tras día... pero pensar que se encontraba en una situación similar... y la molestia enorme que sentía... sin duda no se comparaban a lo que ella sintió en su momento. ¿Merecía entonces lo que le estaba pasando?...

Bajó la mirada y las energías que aún conservaba se hicieron nulas ante sus palabras, las lágrimas se resumieron poco a poco en sus ojos entrecerrados, mientras los gemidos de impotencia lo hicieron presa de la desesperación. Con un leve movimiento de su rostro en negación, las gotas se deslizaron sobre sus mejillas. Abrió la boca dejando escapar un quejido de miseria.

-¿Así que te diste por vencido?... –lo miró seria la Yuuki.

-Puedes hacer lo que quieras... -le respondió de la misma manera. –Si esto es lo que quieres... entonces hazlo... -las cejas temblaban al mirarla.

De un momento a otro la conversación se tornó solamente entre ellos dos, la presencia de Asagi había desaparecido sin que lo notara siquiera.

Se limitó a cerrar los ojos y liberar un par de gemidos al sentir como la mano de Asuna se posaba sobre su intimidad.

-¿Ya no piensas resistirte?... –acompañando sus palabras su mano se movió contra él proporcionándole presión.

Movió las cadenas por la falta de control que empezaba a invadirlo y apretó los dedos de las manos en puños. –Es que no puedo... -apretó los dientes y cerró fuerte los párpados cual deseara con eso brindarse una distracción al estímulo principal. -¿Me lo merezco no es así?... Y aunque lo odie... ¡Aunque me repudie! –echó la cabeza hacia atrás víctima de la angustia mezclada con el placer que había empezado a recorrer sus piernas, quitándole estabilidad a sus pies apoyados sobre el piso.

-Dices eso... sin embargo... -se agachó despacio hasta quedar a la altura de la cadera del joven, quien al ver los cambios en sus movimientos la siguió con la mirada, observándola expectante, para segundo siguiente apretar fuertemente los párpados al sentir sus labios sobre la tela que la separaba de su piel. Había empezado a besarlo, situación que lo enloqueció, movía la cadera hacia los lados tratando de que lo soltara, pero ella lo afianzó, tomándolo bajo la cintura con ambas manos.

-No te muevas... te puedes lastimar. –Metió la mano bajo los retazos de tela sobre su pecho, descubriendo su abdomen, para humedecerlo con sus besos también. Repartiéndolos entre su ombligo y su vientre.

La situación era inclasificable... ¿Cómo podría llamarse al hecho de ser atacado por su esposa? ¿Atacado? ¿Era así como se sentía?... Las sensaciones placenteras que amaba, los toques de sus labios que durante tanto tiempo había anhelado, esa manera tan suya de enloquecerlo... se había traslapado de una manera horrenda con su castigo...

-Por favor... déjame... -se debatía entre sus mismas emociones, movía la cabeza de un lado a otro sintiéndose ahogar y enmudecer a la vez. Lo había provocado tanto que se sentía listo para un acto que no concebiría nada más que alimentar la venganza.

-¿Eso quieres?... –se levantó despacio y se acercó tanto como pudo a su rostro, al mismo tiempo que metía la mano dentro del pantalón del espadachín, afianzando su miembro en su mano.

-...Asuna –profirió con una leve voz, mientras la veía tan cerca que estaba seguro si se movía sólo un poco sería capaz de besarla. Al ver las intenciones en sus ojos, la chica se aproximó un poco más, con aparentes mismas intenciones, cuando él se dejó llevar al verla dispuesta, reclinó un poco su cabeza para alcanzar sus labios, hasta estar a un centímetro de su cometido, cuando ella se desvió y alejó, al mismo tiempo que incrementaba la velocidad y fuerza en la caricia sobre su entrepierna, haciéndolo cerrar los ojos.

Caricias despiadadas provocadas por un sentimiento falso... a pesar de tratarse de ella...de su esposa... a pesar de sentirse humillado y usado... traicionado... derrotado... aún así... dentro de su pecho, el amor que una vez la unión entre ambos despertó en él la fuerza para soportarlo.

¿Qué estaba ocurriendo?... podía sentirse libre y abandonado al mismo tiempo. Perdido dentro de la agonía a la que había despertado en medio de aquella marea de placer desbordante que empezó a recorrerlo, detenerse o no hacerlo, se había convertido en una opción que ya no dependía de él, había caído presa de sus manos, manipuladora de su cuerpo y de su alma en un momento vital, encontrándose al límite del decaimiento y desolación.

Sólo quería que continuara... la pregunta que ella le hizo en un principio finalmente tenía respuesta... ¿Se había rendido?... lo había hecho.

Las lágrimas se deslizaban de sus orbes en gotas... una por una al compas de su respiración acelerada, sintiendo como cada vez, la necesidad y el deseo de expandirse para poseerla crecía en su interior, pero en ese momento... no era más que un simple juguete en sus manos... incapaz de tomar las riendas del asunto... manipulado y utilizado como símbolo de su propia fragilidad.

Él que era el dueño de su propio universo había sido desplazado hasta el más bajo de los puestos... sin la autorización para asentir o aceptar. Todo aquello pasaría con su voluntad o contra ella.

Cuando lo notó, ya había sido liberado... toda su virilidad se exponía frente a sus ojos como un trofeo ganado con artimañas. Completamente erguido y palpitante, en busca del mismo placer que lo había llevado hasta ese punto... entonces lo comprendió. Era verdad... no era más que una bestia... con los atributos de tal, tan insaciable, despreocupada y atádica, liderada solamente por sus instintos.

Había empezado a retorcerse en medio de las cadenas...

Las halaba una y otra vez tratando de encontrar aunque fuera un poco de estabilidad y control pero era en vano, su cuerpo lo traicionaba y no podía permanecer quieto. Los labios de su esposa, la lengua de su esposa, la saliva de su esposa... todo combinado en un manjar exquisito que lo consumía al adentrarlo en el calor húmedo de su boca pequeña. Se sentía estimulado desde la primera célula... ¿La posición?, ¿El lugar?... ¿Qué estaba pasando con él que aún en una situación así podía sentir el éxtasis recorriéndolo de pies a cabeza... ¿Acaso no tenía orgullo? No podía permitir que continuara... ¡No!

Luchando contra su propia sed de continuar, se concentró en colocar toda su fuerza y empeño para liberar por lo menos uno de sus brazos, recayendo a cada instante entre sus propios gemidos. Los movimientos involuntarios de su cadera lo llevaban hacia adelante buscando el encuentro con aquello que le propiciaba succión. No podría mantenerse cuerdo por mucho tiempo de seguir así.

Lo había conseguido, aún y cuando se laceró bastante la piel de la muñeca y el dorso de la mano derecha, pero inmediatamente trató de apartar a su esposa de su lado empujándola por el rostro, pero no obtuvo más que ser agarrado por la mano de ella.

-¿Quieres que estrechemos nuestras manos?...

La miró insólito. No era cierto... ¿Hasta cuándo iba a detenerse? Sus ojos incrédulos se posaron en el rostro de la chica que se llevó la mano masculina a los labios para luego empezar a lamer sus dedos y llevarse uno por uno a la boca.

-No... -negó al verla, ya estaba demasiado fuera de control la situación. ¿Qué rayos?...

-No intervengas... tengo que terminar... -volvió a meterse el pene del espadachín a la boca, haciéndolo temblar al instante.

-..No... -Por fa...por favor... -trataba de articular pero cada palabra que pronunciaba le costaba bocanadas de aire.

-¿Por qué quieres que me detenga?, estás tan duro ya... ya casi...

-Por qué... porque esto no es verdad... -dijo finalmente. –Asuna... jamás haría una cosa como esta... y menos a mí... aún y cuando yo la lastimé... yo no quería... ¡No pude evitarlo!

.

uff...

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