OO7 || Perdón
Ámbar resopló molesta al ver a Emma y Simón cantar de nuevo, todos los días era lo mismo y eso no la dejaba trabajar
—¿Problemas en el paraíso?— Emilia se sentó a su lado con una sonrisa maliciosa
—Cállate, Emilia— gruñó mirándola de reojo para volver a ver a la parejita
—No te reconozco, Ámbar, solías luchar por lo que querías sin importar a cuantos lastimabas, ahora... sólo te quedas ahí sentada viendo como cantan y todas ésas cursilerías
Ámbar decidió no responder ante las impertinencias de Emilia, suficiente tenía con lo que dijo hace rato, era mucho por un día. Se concentró en Emma y Simón que al terminar de cantar se sentaron en el escenario.
—Simón, te noto algo... raro— Emma lo miró fijo pero Simón sólo se dignó a mirar el suelo
—Es que yo... perdí a mi mejor amiga, el equipo de Ámbar— quien justo llegó donde estaban ambas rubias escuchando la conversación atentamente y se les unió —cambió el número de teléfono de Felipe Mendevilla, un patinador muy importante que nos iba a dar una gran oportunidad, entonces yo lo descubrí y le dije a Ámbar que le dijera a Luna, ella me dijo que sí que le diría, pero nunca le dijo, después alguien más le dijo a Luna y se molestó conmigo porque yo sabía y no le dije
—Ey, no te sientas mal— puso su mano en el hombro de Simón tratando de reconfortarlo —No tienes la culpa, la culpa la tiene Ámbar— Emilia estaba apunto de escupir el licuado de naranja en su boca por la risa ante la cara atónita de Ámbar —Deberías hablar con Luna
—Ya lo he intentando y no me quiere oír
—Inténtalo otra vez, no debes rendirte tan fácil— Simón la miró a los ojos y le sonrió levemente
—Creo que Simón ahora sí que te olvidó— le susurró Benicio al ver como el mexicano le tomaba la mano a la inglesa
Ámbar se levantó molesta y salió del lugar. Benicio encogió los hombros ante su acción la cual se estaba haciendo muy frecuente y se sentó donde estaba Ámbar hace un momento
—Es bonita— Emilia miró raro a Benicio
—¿Quién?— Benicio le sonrió
—La nueva novia de Simón— señaló con un poco de sorna a Emma
—¿Qué? ¿Es enserio, Benicio? ¿Recién olvidas a Ámbar y ya te gusta Emma? Estoy empezando a creer que tu estereotipo es “chicas de Simón”— el italiano negó riendo volviendo a mirar a la pareja del escenario
No era verdad, no era verdad lo que dijo Benicio, Simón no podía estar olvidandola y menos con una chiquita como Emma, seguramente era una broma de su parte y se estaba preocupando por nada. Ámbar paró en seco y frunció el ceño cuando vió a una mujer pelirroja que se le hacía muy conocida se levantaba del lado de Michel y se iba, decidió acercarse a él.
—Michel, ¿quién era ésa mujer?— el castaño se levantó al instante y la miró un poco asustado, Ámbar lo pudo notar
—Ni idea, me senté aquí a pensar un rato y se sentó para pedirme la hora, se la dí y se fue— se encogió de hombros
—¿Seguro?— lo miró de pies a cabeza no muy convencida
—Segurísimo, Ámbar— ella asintió —¿Vamos a la mansión? No sé mucho de finanzas ni leyes pero en algo te ayudo
—Va— ambos tomaron camino hacia la mansión
∽※∽
—Vamos mejorando, eso me gusta— comentó Luna después de cesar sus aplausos
—Claro que no, igual me trabé— suspiró recostadose en el espaldar de la silla
—Sí, pero no en la parte de siempre— Matteo arqueó una ceja —Mira, estuve pensando y ¿qué tal si hacemos un video, eh? Así tendrías una meta para aprenderte la letra
—No estoy muy seguro de eso— acarició levemente las cuerdas de su guitarra un poco nervioso
—Anda, chico fresa, no pierdes nada con intentar, ¿si?— el italiano pensó un poco las ventajas y las desventajas, una de la última era que al olvidarse la letra
—Déjame pensarlo— pidió y Luna asintió con una sonrisa
—Pero piénsalo bien, es una gran oportunidad— se levantó de la silla y fue por su mochila —Nos vemos, Matteo
—Espera, me enteré que tenés una reunión con Felipe Mendevilla— la mexicana asintió
—Esto es algo muy importante, si aceptamos su oferta no necesitaremos del raro equipo de Ámbar— hizo una mueca
—¿Y por qué te uniste al equipo entonces?
—Es que Michel me dijo que me uniera para que...— no pudo terminar porque Matteo ya tenía una sonrisa pícara estampada en los labios —¿Por qué todos me sonríen así siempre que lo menciono?
—Porque se nota a kilómetros que te encanta, chica delivery— Luna rodó los ojos
—¿Sabes qué, chico fresa? Me voy, porque llegaré tarde a casa— colgó su mochila en sus hombros y se dirigió rápidamente a la puerta
—Sí, sí, escapa mientras puedas— Matteo pudo escuchar una carcajada de parte de Luna
La castaña de ojos verdes iba apresurada hacia la salida pero una mano la detuvo firmemente del brazo y la hizo voltear
—¿Qué quieres, Benicio?— preguntó con fastidio soltándose de su agarre
—Perdón— Luna frunció el ceño —Perdón por haber cambiado el número de Felipe, admito que sentí mucha envidia que tú tuvieras una oportunidad como ésa y a mis amigos y a mí no hayan echado de nuestro equipo, espero que te vaya bien con él— forzó una sonrisa y fue hacia los lockers, la mexicana lo observó hasta cuando llegó a los lockers y sonrió levemente
Benicio no era tan malo como pensó
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