Mascotas

Estaba bastante emocionado, por fin su padre los llevaría a visitar un nuevo Au. Aunque no podía evitar sentir cierta pena también, hacía varias semanas que Cross no volvía a casa. Por algo de trabajo, según la vaga explicación que les dio Hate. Esperaba que al menos llegara para el cumpleaños de su hermanita. La pequeña estaba aprendiendo a hablar y él como buen hermano mayor le ayudo. Estuvieron practicando varios días ya que ¡le tenían una gran sorpresa a sus padres! Que haría que estos vuelvan a sonreír otra vez.
—¡Vámonos ya! —pobre papá, su voz se escuchaba cansada. Seguro que pasó otra noche en vela esperando a que vuela mamá. Agarró de la mano a Sora y comenzaron a ir con él, un poco lentos. Ya que a esta le costaba, no tenía tanta experiencia como él. Llegaron con su querido padre y esperaron paciente a que la magia comenzará, nunca mejor dicho. Era tan increíble, como la realidad parecía desgarrarse, dejando ver un agujero negro que poco a poco se tornaba en la imagen de un paisaje.
—¡Eres increíble papá! ¿Podemos entrar? —pregunto con inocencia y entusiasmo. Recibió una respuesta positiva, un simple movimiento de cabeza que le emociono más que nuca. Con cuidado paso aquel portal, llegando a un pequeño pueblo nevado. Pronto fue requerida su atención, pues su padre estaba ayudando a la menor para y necesitaba que se haga cargo.
—Tengo que preparar una cosas, no tardo mucho. ¿Puedes cuidar de en ese tiempo a tu herma? —

—¡Claro! ¡La protegeré con mi vida! —que despistado podía ser a veces. ¿Como se olvidó de alistar las cosas para el cumpleaños? Bueno, se lo podía dejar pasar, era un día muy especial. Y en cuanto su padre vuelva estarían juntos disfrutando y divirtiéndose. Se despido con la mano mientras veía que aquel portal se cerraba. Estarían quietos en ese lugar, esperando. Pero mientras podían divertirse de alguna forma ¡quizá hacer un muñeco de nieve! Así que manos a la obra.

—¡Papi, voy a salir a jugar! —el pequeño avisaba con una sonrisa deslumbrante, antes de ser atrapado por su padre en un pequeño abrazo, el mayor traía consigo si abrigo y una botas para la nieve, sabiendo ya que su pequeño saldría descalzo a la nieve y eso no podía pasar, podía pescar un fuerte resfriado lo que podría ser letal en ese lugares tan poco pacífico.
— Papá, no quiero usar eso, ¡No me gusta! —se quejaba el infante al ser abrigado por esa caperuza rojiza y algo grande, tenía polar suave en su interior lo que le motivo a dejársela puerta aún pese a no gustarle.

—Lo sé, pero ¿Te pondrías las botas por mi? No quiero que te enfermes por estar sin ellos pequeño. —aun le era extraño llamarle como su hijo, pese a los años la costumbre era difícil de agarra. El pequeño se sentó en la suelo, se debió de agachar para ponerle sus botitas, eran tan pequeñas y adorables, como el pequeño, tan lleno de energía y feliz, aún pese el lugar donde viven, veía lo hermoso en todo y todos, esa inocencia debía de ser protegida, no todos los días en Horrortale se ve tal hermosa energía brillar.
—ya estás listo. —con ambas manos tomo el cuerpo del pequeño y le puso se pie, viéndole dar pequeños saltitos emocionados, expectanteba recibir una respuesta.
—Bien, ahora sí puedes salir, pero con cuidado, eh Nuit, sin ir lejos, tío Papyrus te va a proteger. —

—¡siii! —ni bien se le fue dado el permiso, el pequeño salió por la puerta principal rumbo al bosque cercano, siendo seguís por su tío, quien con una sonrisa le acompañaba, aún es demasiado pequeño para salir solo por si cuenta, pero es lo suficientemente grande como para correr rápido pese a sus cortas piernas y salir del rango se visión del esqueleto mayor. Corria de un lugar a otro, entre los árboles, sintiendo el frío chicas contra su rostro, era tan relajante, una sensación hermosa en verdad. Quizás pueda hacer un muñeco de nieve o tal vez un ángel. Tantas ideas pasaban por su infantil cabeza, haría de todo ese día aprovechando que no almorzarian, tenía hambre pero desayuno bastante bien ese día, para ser uno cotidiano sin tanta suerte en la caza de su padre, comía bastante bien, su tío siempre cocinaba fantásticos platillos, y él podía aprender de ello viéndole y preguntando, cocinar se veía como una divertido actividad de grandes, que tiene quería hacer, por ello siempre pedía juguetes de cocina, o quizás un hacha pequeña, como la que tenía si padre y la que siempre traía consigo, quería ser como él y ya poder ayudar en algo a su familia. Ya es grande, quiere hacer cosas de grandes.

—¡Vamos a hacer un muñeco de nieve! —le decía a su hermana bastante animado. Comenzó a reunir nieve de los alrededores, no era tan blanca como esperaría. Y había algo extraño en ella, era como polvo ¿alguien habrá pasado por ahí? Quien sabe, quizá fue manchada al ser pisada por alguien, aún así ¡no dejaría que esa nieve se un impedimento! Haría el muñeco de nieve más hermoso y grande de la historia. Así cuando vuelvan sus padres podrían admirarlo juntos, porque si. Ya empezaba a dar por hecho de que en poco tiempo los dos llegarían, que la excusa de no alistar las cosas para dejarlos eso escondía algo más en su interior. Esperaba que en cualquier momento ambos vuelvan para pasar un día fantástico, mientras cuidaría de su hermanita. Quien estaba sentada en la nieve intentando comerse esta, al darse cuenta se lo quito de la mano regañandola en el proceso.
—Muy mal Sora, no debes comer cosas de suelo. —diría que le recordaba a su padre, pero en realidad era él quien estaba más pendiente de la menor. Evitando que se metiera cualquier cosa a la boca y preocupándose de darle su leche y papilla. Por lo general era fácil, pese a ser tan pequeña colaboraba bien y causaba muchos problemas. Un suave lloriqueo fue lo que obtuvo como respuesta, ¡oh no! ¿Le había regañado muy fuerte? ¡Que desastre! Se supone que debe protegerla y que date feliz ¡era su cumpleaños! Abrazo con cuidado a la menor, disculpándose en el proceso ¡que mal hermano era! ¿Como podía hacerla llorar en su día especial? Merecía un castigo por eso, ya asumirá su culpa cuando vuelvan sus padres, por el momento intentaría calmarla.

Oh estaba tan feliz, la nieve caia desde los árboles, caminaba estaré estos estando algo de nieve cayera sobre su cabeza, mirando el "cielo" atento a ello, llegó a alzar sus manitas para alcanzar la nieve.
A su vista todo era precioso y una fantasía, pese a tener algo de hambre estaba feliz de poder salir a jugar junto a su tío, aunque sería más divertido si hubieran niños de su edad cerca de donde viven, quizás sus tendría aquello que eran "mascotas". Aunque siendo racionales aquello era una confusión bastante grande de palabras.
Sigo dando vuelta por el nevado bosque. El olor a poco ya era su cotidiano, junto a la ocasional sangre que tella el blanco casi pulcro. Tan hermoso espectáculo, tan brillante como las estrellas que conocía en el cielo de piedra. Un suave sonido llamo su atención. No es por alardear de su buen oído pero lo tiene, es bastante hábil al escuchar sonidos lejanos, si padre dice que es un hermoso don que deje aprovechar con su debido cuidado, aquel sonrió parecía un llanto, ¡Owww, no! Alguien estaba triste, debía de ir a ayudar, seguro su tío le alcanzaba después, pero apresuró su paso curioso con tal de ir tras ese sonido. Alguien debería de estar muy triste como para llorar así, quizás había caído en una de las trampas de su padre por accidente, sea quien sea iría a ayudar.
—Tu du du duru, ¡Woah nieve! —Pero las hermosas distracciones le alejaban un poco de su recorrido inicial, tardó, pero iba escuchando aquel sonrió las cerva, sonaba como un pequeño bebé, ¿Por qué un bebé estaría en el bosque? Su padre siempre decía que ese no era lugar para niños descuidados, que era muy peligroso. Pero ahí veía a un par de infantes, abrazados, se veían apetitosos... Como la comida que en ocasiones su padre traía a casa luego de revisar las trampas. Tenía tanta hambre. Se escondió detrás de un árbol, su pequeño cuerpo caía bien detrás de estos y podía fácilmente ver a ese par de extraños seres, eran algo parecidos a él pero como hechos de humo. Dió un paso en falso para acercarse pero por accidente puso una ramita que estaba en el suelo, se escuchó como crujía bajo su bota y de rompían.
—¡No estoy! —chillo cubriéndose el rostro, fingiendo ser invisible frente a los desconocidos y su posible almuerzo.

El llanto de la menor no parecía cesar, más bien todo lo contrario, este aumentaba su intensidad. ¡Era tan mal hermano! Ni si quiera podía hacer que su hermana se tranquilizase.
—Perdón, no te volveré a regañar. Por favor calmate. —le dolía ver llorar al menor por su culpa, la seguía abrazando con fuerza, en un intento de que esta se tranquilice. Pero no surgía efecto en vez de eso, solo se llevaba suaves golpes y leves pataletas. Quiso intentar otra cosa, por lo que dejó de abrazar a la menor avomodandola bien en la nieve, evitando así que esta se caiga por descuido. Se puso en frente de allá cubriendo su rostro con su manitas. Era lo que se pensaba, estaba haciendo el juego del "aquí no estoy". Quizá eso surja más efecto que lo anterior. Y así parecía ser el caso, pues pido escuchar una suave risa de la menor, aunque era extraño todavía seguí con la cara tapada y no había dicho nada. Se quito las manos de la cara y miró a su hermana, parecía mirar otro lado. ¡Quizá ya habían llegado sus padres! Se dio la vuelta emocionado, encontrándose con ¿un niño? Estaba con la cara tapada. No sabía que había más nos por la zona, ¡era genial! Así podrían divertirse juntos hasta que sus padres lleguen.
—¿Quién eres tú? —le miraba con curiosidad, casi parecía caperucita roja, por lo que llevaba puesto. Era bastante llamativo a diferencia de sus ropas. Las que eran bastante monocromáticas y simples.

Bajo las manos de su rostro, viendo hacia el par de desconocido con curiosidad, ladeaba su cabeza de un costado al otro, así que era ese pequeño bebé el que lloraba, hasta el hambre se le quitaba al ver al par de infantes, se veían igual de indefensos que él, aún así tenía hambre... Hambre. Quería comer, lo necesitaba, su cuerpo exigía la ingesta de comida inmediata.
—Soy Sorath Nuit, ¿Y tú? —devolvio la pregunta, siendo tan inocente y como para responder con la verdad y no ocultar más su identidad secreta, que desastre, seguro su padre sabía exactamente qué hacer en esos casos, hasta su tío sabría que hacer, pero este no estaba por los alrededores como podía ver. Dió unos cortos pasos acercándose a su almuerzo, dudaba que esos chicos fueran comestible pero se valía intentar, parecían hechos de humo, dudaba que siquiera pudiera tocarlos, o quizás sean como ese monstruo se fuego del cual hablaba su padre en algunas ocasiones y quizás pueda tocarle pero teniendo algunas consecuencia quizás, se animó a abrir la boca y decir lo que pensaba pero se detuvo al trabarse con sus propias palabras, torpe y algo frustrado, intento decir la primera frase de su comentarios.
—T-tu... Tu eres extraño, ¿Puedo tocarte? —Al fin logrando decir su tan ansiado mensaje, quería saber si podría al menor comerle un brazo a ese ser tan extrañó, comer era su gran motivación para acercarse sin miedo, mientras jugueteaba con sus manos bajo su hermosa caperuza roja, le encantaba, aunque no le gustará usarla muchas veces, era un regalo de su padre y lo apreciaba. Quizá pueda volver de ese par de extraños sus mascotas, ¡No era un mal plan!

—¡Qué lindo nombre! Yo soy Issei y ella es mi hermana pequeña Sora. —dijo con cierta educación mientras agarraba a la mencionada. Para que quedara más cerca de él y no haya peligro de que se escape por algún despiste, así podría hablar más cómodamente con el otro niño. Sentía curiosidad por este, pero más que eso, era por como había podido tranquilizar con tanta facilidad a la menor.
—¡Nuit! —señaló al otro esqueleto, para luego dar una torpes palmadas. Apenas comenzaba a caminar y hablar, era normal que no supiera aplaudir bien. Con suerte y dijo bien el nombre de aquel extraño, lo que significaba que se ganaba un premio.
—¡Muy bien Sora! Ya puedes vocalizar mejor, te mereces un premio. —como buen hermano mayor, se sentía orgulloso del progreso de la menor. Podría dejarle ese peluche que tanto le gustaba como recompensa, pero lo malo es que lo tenía su padre. Se lo pediría en cuanto volviera, como sustituto de aquello podría darle algunos mimos. Un abrazo y caricias estaba bien.
—¿Ahh? No soy extraño. —inflo con molestia sus mejillas, ni siquiera se conocían del todo y ya le estaba acusando de eso. En todo caso el sería el extraño, y como tal no debería dejar que le toque. Pero para suerte del otro esqueleto, él era más educado así que haría un excepción.
—Si puedes. —dijo mientras seguía ocupado con su hermana, entregándole su merecido premio. Mientras esta sólo reía feliz, que rápido se había calmado. Era tan adorable, sobre todo con ese trajecito que llevaba, él mismo se encargo de vestirla ese día y estaba muy orgulloso de ello. Tenía una mini chaqueta corta, con unas mallas negras y una simple falda. Además de llevar las bailarinas que tanto le gustaban, simplemente se veía hermosa, con esas dos coletitas bajas. ¡Era su mayor orgullo!

La pequeña era dorable, de veía como un pequeño cachorro que apenas iba creciendo y aprendiendo sobre la vida, al igual que él, que solo conocía su mundo y nada más, su familia era perfecta a sus ojos, y el comer a otros los monstruos era lo natural y la ley del más fuerte frente a las adversidades.
—¡Que adorable! ¿Puede decir más cosas? ¿Puede decir nieve? —se veía entusiasmados, nunca conoció a un bebé tan pequeño, o siquiera a niños de su edad, eran pocos los seres que conocía, estaba seguro que esos chicos no eran de por ahi, al menos no del pueblo nevados, quizás vivían en otras zonas del subsuelo. Sería interesante conocer de dónde venían, no tenía permitidos ir más lejos que el bosque nevado, por motivos de seguridad según decía su padre y tío. Miraba curioso el como se veían, parecían hechos de humo o algo asi, se preguntaba si podría atravesar su cuerpo o algo, aunque en el fondo parecían hechos de hueso, lograba distinguir la figura de un cráneo debajo de ese humo extraño.
—¡Si lo eres! Pareces hecho con hu...humo, es increíble. —estaba tan facsinado con esos seres que podría llevarnos a casa, parecían tener algo de frío, no llevaban las ropas más abrigadoras que podrían existir. En especial la pequeña, lo que le llegaba a preocupar un poco, su padre siempre le decía que los niños pequeños no pueden estar solos sin supervisión, no veia a nadie cerca que podría estar con ellos, ¿De habían perdido o algo así?
Al recibir ese permiso paso su mano por la cabeza del chico, pudiendo atravesar el humo y llegando a tocar el hueso, era un esqueleto al parecer, como él, que fantasía, su estructura parecía ser tan distinta a la suya, pero a la vez similar. Que curiosa forma tenía.
—Woah... Eres genial. —Halago con admiración, por lo que veía no podía comerse a ese chico, con lo curioso que era, no podría acabar así con alguien tan increíble, seguro sabía hacer cosas más sorprendentes, podrían ser... ¿Cómo era esa palabra, amigos quizá? Tal vez era eso, o tal vez que convierta a esos chicos en sus mascotas, creía que eran lo mismo, en su inocencia amigos y mascotas eran parecidos, las mascotas son amigos pero más fieles, y viven contigo.
—¡Te quiero como mi mascota! —Chillo entusiasta y en ese momento llego su tío Papyrus, parecía haberle buscado por bastantes lugares en poco tiempo, se le veía algo agitado.

Lo sabía perfectamente, su hermanita era el esqueleto más adorable y tierno que pudiera existir en el mundo. Sólo hacía falta verla, tan pequeña y linda, como recién comenzaba sus primeras acciones. La quería demasiado y hará todo lo posible con tal de protegerla. ¡Ese era su trabajo como mayor!
—Todavía esta aprendiendo a hablar, pero puede intentarlo. —dijo esto hacia al contrario, para luego dirigirse nuevamente hacia la menor.
—Sora di, nieve. Nie-ve. —fue cuidadoso, no quería forzarla demasiado. Suficiente tuvo con aprender a decir la sorpresa que tenían preparada.
—Niii ¡ve! —casi, pero no fue un mal intento. Más tarde seguirían practicando con el habla. Quizá después de cantar feliz cumpleaños, o a lo mejor un poco antes. Todo depende de las ganas que tenga la menor.
—Buen intento. —acarició cariñosamente la cabeza de la fémina, no estaba tan mal después de todo. Solo le había bailado un letra, iba mejorando en aquello. Hizo con sus manos un pequeño montón de nieve, una bola casi perfecta. Así podría mantener distraída a la menor mientras intentaba entablar una amistad con el contrario. Se dejó tocar sin mayor problema, recibiendo con gusto aquel alago. Si que parecía sorprenderle su cuerpo, puede que le guste saber más cosas sobre este, estaría encantado de enseñarle.
—En parte sí y gracias. ¿Quieres saber más? —se levanto del frío suelo, quedando enfrente del desconocido. Podía ver que este era un poco más alto, pero no se notaba tanto, el humo de su cabeza lo disimulaba bastante bien. Le mostró sus muñecas, las cuales parecían tener una mini nube alrededor. Pero en realidad, esa extraña nube era humo acumulado en aquella parte. Se quito con cuidado el guante que traía puesto, dejando ver como su mano y brazo no estaban del todo unidos.
—Esto me ayuda que estén juntos. —le dejo unos momento más al contrario para que mirara, antes de volver a ponerse su pequeño guante. Se dio un momento la vuelta, para vigilar que la menor no intente meterse nieve en la boca otra vez. Por suerte, solo jugaba con esta, destrozando la bola y moviendo sus restos de lado a lado. Cosas típicas de un niño pequeño, volvió a girarse al escuchar lo dicho por Nuit. ¿Mascota? ¿Era un juego? Podría ser divertido, pero debería ser por esa zona. Si padre les dijo que se quedarán quietos hasta que el vuelva. Ni tiempo de dio a responder, cuando vio a otro esqueleto llegar, bastante alto y hasta parecía intimidante si podría decir. Asustado fue con su hermana, agarrandola rápido e intentando levantarla para huir de ahí, ese esqueleto de daba miedo y no parecía seguro quedarse en ese lugar.


—Increible. —Tuvo la oportunidad de decir antes de que llegase su tío, ese extraño esqueleto era facsinante, quería conocerle mejor, si curiosidad llamaba a investigar más, ver que sus huesos no estaban del todo unidos era un curioso detalle, casi aparecían flotar de no ser por esa bruma oscura que los envolvía, le daba curiosidad, si tocarlos se sentiría de alguna forma e particular.
Noto como su nueva mascota se alejaba dando pasos temerosos alejándose, ¡Oww no! Aún no era momento de irse, tenían que seguir jugando, eso estaba siendo divertido, y podría presentarle a su tío Papyrus, él es realmente dulce con los desconocidos y conocidos, siempre le mimaba con cariños y premios como una segunda porción de comida en el almuerzo o hasta un desayuno balanceado para si crecimiento.
—¡Papy, Papy! Él es mi nueva mascota, ven, Issei, mi tío no daña, es muy amable. —Antes de que su nuevo conocido huyera, le abrazo por los hombros regalandole una sonrisa tranquila y amigable, como solo un infante con la ilusión de tener un nuevo amigo podía dar, le planeaba llevar a su casa y que conozca a si padre, seguramente sus nuevas mascotas podrían quedarse en el cuarto vacío que había en casa, ese que solo tenía una cama algo espaciosa y estaba algo empolvado. Sería genial, tener mascotas y poder cuidarlas, desde ya se prometia ser un buen dueño, ¡Les daría de comer y ayudaría a abrigarse! Para que no se llegaran a resfriar, eso sería desastrozo, si padre siempre decía que era mejor evitar los resfríos inecesarios. Dandole un pequeño empujón le arrastró hasta el mayor presente, que con su mejor gesto de felicidad pudo entender ese pequeño mensaje tras las palabras del menor, más que mascota, parecía que Nuit confundía aquella palabra con la de amigo. Lo que le extrañaba un poco era ver niños tan pequeños dejado a su suerte por esa zona tan peligrosa.
Pobres criaturas, seguramente debían de tener hambre y frío.

—¡Oh! ¿Así que es tu amigo? —El infante de rojo asintio con emoción— debes estar muy feliz, es el primero que tienes, nyehehe, que pequeños más curiosos, ¿Que hacen por aquí en el bosque? —no era apropiado, menos siendo aquello un lugar donde el matar para sobrevivir era una ley increblantable, dió un par de pasos y se agachó hasta la altura de los pequeños, eran demasiado pequeños, diría que alguien los dejo ahí a morir, con lo indefensos que se veían y lo peligrosos que llevaba a ser ese lugar.
Que triste realidad, quizá podrían llevarlos a casa hasta que sus padres aparezcan, no sería difícil ver qué alguien se pasea por ahí, estaba algo cerca de su casa, y así Nuit podria aprovechar a hacer un nuevo amigo, o más bien, mascota, como había dicho el pequeño.









Al parecer el contrario conocía a aquel extraño. Todavía no estaba seguro si irse o quedarse, pero no hacía falta que eligiera ya que su decisión fue tomada por su nuevo amigo. Siendo agarrado de repente por sus pequeñas manitas, evitando así que se fuera del lugar. Su aspecto podía dar miedo, pero parecía ser amable. El tono de su voz no era tan agresivo y demandante como podría haber pensado, quizá era un familiar de Nuit pues parecían bastante cercanos ¿su padre quizá? No lo sabía, puede que luego pregunte sobre aquello.
—N-no soy una mascota. —intento reclamar inútilmente al contrario. Antes de acabar enfrente del esqueletos más alto, sus dientes estaban manchados de algo. Era como un líquido espeso de color rojizo, puede que solo sea por gusto o quizá sean marcas de su cara. Como las que tenía Nuit o él y su hermana, ya que estas podía ser de varios colores y tamaños. Como la que tenía su padre, la que parecía ser una especie de rayo horizontal. Era muy bonita en verdad, le gustaba que heredará una marca parecida.
—Estamos esperando a nuestro padre. Se le ha olvidado coger unas cosas. —dejó a su hermana en el suelo para acercarse más al mayor. Era una sorpresa y no debía dejar que la menor lo descubra.
—Hoy es el cumpleaños de Sora pero shhh, es un secreto. Su regalo no tardará en llegar. —le dijo aquello sin bajar mucho la voz, era pequeño y todavía se le escapaban varias cosas a su corta compresión. Un vez dicho esto, se alejo de lo que parecía ser el oído del esqueleto mayor para mirarle a la cara.
—¿Lo guardaras? —preguntó con inocencia y esperando que su respuesta sea afirmativa. Mientras él estaba con ello, la menor iba dando torpes pasos donde se encontraba el otro esqueleto. Siendo cuidadosa e intentando no perder el equilibrio, pero a la vez sin mucho control sobre ello. Todavía le quedaban muchas cosas que aprender.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: #ajio2