Mafia 4

Su cuerpo de sentía tan débil y su cabeza daba vueltas, como si en cualquier momento volviera a caer por los efectos del dolor en el que se encontraba. Era todo un misterio para él, como consiguió si quiera incorporarse. Pudo levantarse del suelo, quedando sentado en ese, ni de broma intentaría ponerse de pie. Si ya sentía que en cualquier momento volvería a encontrarse tumbado en el frío pavimento. No podía ver lo que pasaba, su vista todavía faltaba por centrarse, pero aún así podía escuchar lo que sucedía. Las últimas palabras del segundo al mando y fuerte portazo que hizo el primero para salir del cuarto. Entonces era verdad ¿si que era un juguete? Ya ni siquiera un perro que menos precisar, solo un objeto sin más valor que el de entretener. Esperaba quedarse solo en el lugar, de alguna forma se levantaría y se iría de allí. Aunque sea arrastrándose, pero no necesitaba más abusos de parte de otros. Algo que no fue el caso, el menor seguía todavía en la sala, podía escuchar como venía preocupado hacia él, disculpándose por algo que desconocía. ¿La paliza que recibió quizá? Era la opción más probable después de todo, pero motivos no tendría para eso. Él mismo le dijo que lo hiciera, no servía de nada lamentarse por palabras pasadas. Eso no haría que el inmenso dolor que sentía desapareciera, y menos que las costillas que se le fueron arrebatadas volvieran a su sitio de alguna forma. Su visión comenzaba a aclararse, pudiendo ver como su superior hablaba por teléfono. ¿Por qué en un momento así? ¿Es que quería rematarlo? Podría ser una opción, después de todo si se encontraba muerto Caos no tendría la oportunidad de incriminar a Toth por el beso que recibió. Oh, así que era eso de lo que se trataba, sentirse superior antes alguien de tan bajo rango. Hacerle creer que las caricias que recibía eran con amor y no con otras oscuras intenciones. Llegando a creer por un pequeño momento que aquel superior le podía dar el amor que tanto anhelaba. Tan ingenuo y estúpido, si que necesitaba ayuda urgentemente. Sacar esas conclusiones de un simple gesto de afecto, era por lo menos lo más bajo que había caído. Hasta esas caricias que recibía ahora le parecían que aliviaban su alma, tan curioso que use ese método, el mismo que provocó tal situación. Pese a que su cara apuntaba a que viera al menor, sus ojos seguían otra dirección opuesta. Negándose por completo a mirar a los de su jefes, no quería toparse otra vez con una mirada fría y llena de ambición. Su tembloroso cuerpo no podría soportar un susto más. Lo que vivió hace tan poco tiempo le dejó bien servido, no necesitaría más por un largo tiempo. Un momento, dijo ¿médico?
- ¿M-medico? ¿D-desde cuando los.. doctores atienden a s-sucios j-juguetes..? -fue lo que alcanzó a decir antes toser con fuerza. Ese golpe en el estómago lo dejó realmente mal, hasta pudo observar un par de gotas de sangre en su mano. Decir tao insolencia le costaría caro, pero ¿que más podría romperle el menor? ¿Los brazos? ¿Las piernas? ¿Le arrancaría un ojo quizá? No lo sabía y centrarse en averiguarlo no era su prioridad. La única que tenía en ese momento era alejarse lo más que podría de allí. Llegar a su casa y pasar tiempo con Dorado, esperando los dos a que llegue Zuri a sanarle sus heridas. Ese esqueleto lo era todo para él y en momentos así podía comprobarlo más que nunca, sintiéndose tan vulnerable e indefenso, tranquilidadzandose solo al pensar en ese esqueleto.

Tiernas y pequeñas, como una muestra de afecto que disculpaba si anterior actuar pidiendo ser entendido, es un líder, no puede dejarse desafiar y tiene que mostrarse orgulloso siempre aunque eso no fuera más que una mentira piadosa que proteguabls gran debilidad en su alma, si ajeno ignoraba sus caricias y el afecto que quería regalarle por medio de una simple miradas tan solo esperariam en solitario hasta que su más confiable cazador llegase a ayudar. Oh ansiaba que ese chico le mirase y hablase, que perdonará por su gran error, quizás sea para evitar la culpa, pero necesitaba oír su perdón, podrían humillarse un poco para encontrar esas palabras entre tanto enfado y debilidad que su mayor podría tener, pero solo siendo ellos dos en ese espacio, necesitaba eso para sentirse seguro, que nadie más le vea humillarse. No podía cuidar ni e alguien a quien apreciaba, ¿Que le aseguraba que podría cuidar de quién ama? Siempre aleja a aquellos que puede amar, lastimando los, era su mecanismo de defensa contra el miedo de ser amado quizás, sus psicólogos anteriores no escucharon parte de sus temores y mucho menos pudieron darle verdaderas soluciones a lo que le atormentaba. No está bien, lo sabe, tan solo puede dañar a otros con la burds excusa de cuidar de su mismo y sanar heridas de puñal que el mismo ocasiona el su alma, su otra mano sostuvo con ternura el rostro de su mayor, su expresión daba mucho a entender, quería que le dejase solo, pero eso no ocurriría, planeaba hacer todo lo contrario con tal de cuidar de su cachorro, ya lo marco, con algo que caos jamás podría quitar, un afecto que podría escalar a si se daba la bella oportunidad, porque creía haber encontrado el amor en ese debil monstruo.
-No eres un jueguete Tier, perdón por lo que dije, no pensé, y te lastimaron por mi culpa. -No podía decir las que eso, o sería alargarse demasiado en una disculpa que podría ser inecesario, despreciaba su propio carácter, no pudo ser suficientemente fuerte como para enfrentarse a su líder, pero ya llegaría el día en que lo logre, y será lo suficiente hábil como para cuidar de quienes aprecia y confía, porque no le han abandonado pese a todo, y esperaba Tier fuera uno de ellos, uno de los seres que se llevaron parte de su alma para cuidarla. Todo en un futuro próximo esperaba. Le hizo levantar el rostro, posando sus manos delicadamente sobre su mentón, sería una escena realmente hermosa si se ignoraba la tempestad del contexto en el que estaban, acariciando sus mejillas fue intentando que le viera, ya no importaba ser débil, Tier le vio en un momento de humillacion demasiado grande.
Se había llevado un gran susto cuando le vio escupir sangre, ese delicioso saber era desperdiciado se esa forma, al igual que su propia sangre que secaba en el suelo, pero de una forma menos trágica. Besaría sus "labios" si se lo permitirá, como un consuelo, pero si ayudarle le había permitido, ¿,Como pedir algo tan inapropiado?
-Permiteme ayudarte y enmendar lo que hice, ahora mismo puedo dejar de ser tu líder... -Ofrecia, quería que le viera como alguien más que comete errores, que muchas veces su cabeza no estaba en su correspondiente lugar como para pensar en las consecuencias que podría ocasionar sus palabras, es torpe, muy torpe, deja detrás de su a tantas personas y lo monstruos heridos, no tiene justifacion para lo que hace más haya de que posiblemente sean mañas heredadas de sus padres quizás, aunque lo dudaba su igual en sangre y linaje no heredó todas esas atroces costumbres.

Las caricias recibidas no cesaban, quería estar solo y vaya que el menor no lo entendía. Ni siquiera podía hablar del todo bien, ya lo intentó y se asustó al ver sangre salir de su boca. No estaba como para tener una conversación, su cuerpo dolía demasiado para ese momento. Haciendo que cualquier modo de quitarse las manos del menor de su cara fracasaran. ¿Qué pasaba si entraba otra vez Caos? Ya le había roto cuatro costillas, además de patearlo y dejar cuello y hombro marcados. Con solo eso consiguió desarmarlo por completo, seguramente eso no sería nada a comparación de otros castigos que daba. Que débil le hacía sentir aquello, era un conejo en la madriguera de un par de lobos, cada uno más despiadado que el otro. No podía hacer nada, así era la jerarquía en ese curioso lugar. Y si aún siendo uno de los puesto más altos quedabas indefenso frente al primer líder. Lo pudo observar con Toth, como alguien como él era rebajado de tal forma. Viendo por primera vez a un depredador convertirse en presa. Algo bastante curioso y aterrador, no era muy esperanzador ver a quien te tiene en su mano, tratar así a un casi igual. Si es capaz de eso ¿que sería de ti? Sin poder llegarle siquiera a los talones, ya sabía la respuesta. Se enteró de la peor forma posible, pero ¿que más daba? Eso le pasaba por ser un rango tan bajo. Cuanto resignación por eso, tener que soportar los abusos de sus superiores, ya sea por dinero o por conservar la vida. Desde el día en que entró al culto sabía que sería tratado de esa forma, sin piedad por cualquier error que cometiera. Ya odiaba demasiado eso en sus trabajos, y aún así se metió. Resistiendo la tentación de dejar de ingerir esa carne prohibida por la sociedad. Si tan solo se lo hubiera pensado mejor, pero no. Sus instintos primarios son los que tienen la última palabra. A veces realmente odiaba eso, el parecer un perro lo podía soportar, pero llegar a comportarse como este. Con razón todos le veían inferior. Las caricias del menor seguían presentes, las había ignorado todo este tiempo, pero se habían vuelto más insistentes. Con una gran ansia de que mirase a quien se las estaba dando, tarde o temprano debía rendirse. Su cuello sufría por no obedecer, por lo que para evitarse más sufrimiento acabó cediendo. Encontrándose con cara de preocupación de su superior. Con eso hermosos orbes que temia ver, por si recibía un castigo más. Pero no, esas palabras le dejaron confundido. ¿Dejar de ser su líder? ¿Qué sentido tenía eso? Aunque se negará a recibir ayuda, el menor podría simplemente dársela. Al fin de al cabo le pertenecía, como el resto de caníbales de culto. No sabía si confiar en esas palabras, algo le decía que no lo haga. Que podría fácilmente aprovechar eso para volver a golpearlo, solo como un mero entretenimiento. Tal y como le habían catalogado, un juguete de usar y tirar. Y aunque pensara así, en realidad era un perro necesitado amor. Que confiaría en el resto una y otra vez con tal de poder recibir ese dulce cariño que ansiaba. Por más que lo golpeara o maltrataran, siempre volvería donde su amo. Buscando el perdón de este con tal de recibir su amor. Solo que este debería tener paciencia, le hacían de menos en cada lugar al que iba. Desarrollando una gran dependencia emocional, si hacía algo malo, agacharia la cabeza y aceptaría su culpa. Si le dañaban, se asustaria como un indefenso cachorro, intentado aislarse para luego salir de su escondite e ir otra vez donde su agresor. Quería ser un buen perro y no una molestia, sin llegar a ver el límite en eso. Poco a poco fue cediendo más, sin intentar zafarse de las manos del menor para recibir ese consuelo en forma de caricias. Emitiendo en el proceso un suave sonido, tan propio de un perro dañado. Podía sentirse en más confianza, esperando que aquella situación no terminará en una parecida a la que vivieron hace nada. Su cola por fin se desenrollaba de su pierna, dejando una marca notable de su estancia en ese lugar.

El afecto que daba parecía no ser el suficiente para ceder a su cachorro, lo lamentaba, estaba cediendo lentamente a los sentimientos, solo podía esperar a que le perdonará, a qué hiciera un pequeño gesto que le permitiera saber que no le odiaba. Oh, como lamentaba esa mala costumbre suya, herir tanto a otros solo por el capricho de estar sobre caos y no dejarse herir, ¿Que tanto temía no ser respetado, no ser visto como un igual por ese despiadado ser? Algún día quería ser su igual y poder vengarse, tener a alguien a su lado y recibir su apoyo para su venganza, sería tan idílico. Le regaló una pequeña sonrisa lastimera mientras observaban sus hermosos orbes, llenos de lágrimas y miedo que se pasaba a una sumisión absoluta ante su posición, por ello le pedía que le viera por esa ocasión como un igual, como una pequeña compensación por el dolor que le hizo pasar, por la tortura que podría vivir si Caos veía que se volvía su más preciado cachorro, quien sabe lo que ese verdadero monstruo podía hacer con tal de hacerle pasar un mal rato, quizá no vuelva a retarle por el momento y empiece a hacer más disimulados sus actos, le partía el alma ver a su cachorro así. Susurró pequeñas disculpas, dejándose culpar por esos pequeños chillidos bajos, como los que un perro herido y arrepentido hacia, queriendo que si amo le reciba una vez más con los brazos abiertos, y eso haría. Empezó a mecer suavemente el rostro de su mayor, la diferencia de estaturas le impedía un poco ligar su cometido de admirar mejor los daños, un pequeño chequeó antes de dar un diagnóstico adecuado, era de rutina, pero por primera vez en bastante tiempo, el dolor parecía llevar a calar en sus huesos pese a nos era quien lo sufría. No dejaría que Caos volviera a hacer de las suyas, quizá... Tenga un plan para evitar eso. ¿Y si...? Quizá podría funcionar, sería una forma disimulada de lograr su objetivo de cuidar de ese cachorro, y además dentro del culto las cosas seguírian igual, necesitaría mucha ayuda de su confiable cazador.
-Shhh... Ya estarás bien, eres un buen chico Tier, no te merecías ese castigo de parte de Caos... Si te portas bien cuando te lleve a la enfermería, te daré un bonito premio, ¿Te gustaría? Podrías comer un poco de carne. -Su plan resultaba sencillo al pensar en el, pero complicado al realizar, tendría que romper la regla de mantener privacidad, y conocer más haya de lo que el culto le permitía, conocer a Tier, quizás su vida, quizás dónde vivía, un buen perro como el merecía ser consentido. Si Tier se lo permitirá, sería un buen dueño, y si le permitia ir más lejos, podría ser alguien complaciente cómo se debe, y le daría el amor que tanto parecía necesitar.
Pasaron unos pocos minutos en silencio, la puerta fue abierta de un burdo golpe, se había asustado. Pero relajo al ver de quién se trataba.

Iba apresurado su paso, pidiendo perdón una que otra vez cuando tocaba con los demás miembros del culto, que notablemente estaban algo molestos, había recibiendo una importante llamada que le dejo alerta, ahora corría a la sala de reuniones esperando el mejor de los escenarios y que Caos haya Sido piadoso con su querido amigo. Toth, el segundo al mando, y él, un simple cazador, ¿Amigos? Tenían una historia detrás de esa amistad secreta pero no era la mejor ocasión para relatarla, sus nervios no le dejaban pensar, pese a haber escuchado que el chico estaba bien, no podía evitar tensarse ante él peor se los escenarios, normalmente el segundo al poder jamás le llamaba a esas horas, a no ser que necesite su ayuda para algo importante. Por su cabeza pasaban muchas ideas, posibles trágicas situaciones pero una de ellas resaltaba al ser la más común esos días; que el segundo al mando haya coqueteado otra vez con alguien unos pocos pocos rangos bajo él, no estaba muy a favor de arriesgarse de esa forma con tal de calmar su líbido, y acabar con su soltería pero era decisión del menor tomar ese gran riesgo y que sus posibles parejas acaben heridas como ya ocurrió antes, o que el propio menor recibiera algún castigo, esos últimos meses era pan de cada día los rumores de que el líder Toth estaba como perra en celo buscando al mejor pretendiente, quien diría que al fin algunos rumores si eran ciertos totalmente.
-¡Perdón Nuit! -se disculpo, había chocado con le pequeño cocinero, iba cruzando el gran salón que utilizaban para cenar, lamentablemente estaba tardado demasiado en llegar a su objetivo, maldecia su necesidad de fumar luego de trabajar y cenar. Iba cruzando ya por el gran pasillo, resonaban sus pasos de forma rápida, se esperaba lo peor en ese punto, su imaginación volaba demasiados rápido cuando eran los que estaban al manos se trataban.
Abrió la puerta, y la escena que se encontró le dejo descolocado, confundió. Era lo que se imaginaba. Toth con alguien de bajo rango, quien sufro la ira de Caos, más de la cuenta diría, seguramente porque el más pequeño abrió la boca de más, le conocía demasiado bien, no por nada ahora tenía un más de un hueso que en el pasado de fracturó, entendía que su amigo no esté de lo más equilibrado mentalmente pero debía tener límites con sus malditas palabras, estaba apunto de buscarle algún novio que sea fuera del culto para que esos dramas se evitarán, de hecho, ya presento su idea al lider, tenía un conocido bastante agradable que podría empatizar con su amigo de dulce, sería una pareja sana, pero no, el líder insistía en buscarse un perro como novio, y lo decía literal esta vez, ese extraño esqueleto que recibía caricias era tan parecido a un canino, tenía una larga cola y emitía chillidos bajos como cachorro malherido, por la sangre que se hayaba en el suelo, podía hacerse una idea de en que le necesitaban.
-Ugh, maldición Toth, ¿Ahora que pasó? -con pasos tranquilos se acercó a el par.

Su cola se movía levemente de lado a lado, provocándole dolor por esos actos que el mismo hacía. Puede que no fuera la mejor situación, pero ese debía pasar por ese dolor si su alma de relajaba. Todavía seguía alerta, por si pasaba cualquier cosa, pero el menor consiguió calmarle. Dejando un sentimiento de paz en su corazón, le era curioso como lo consiguió. Pues cuando resultaba dañado de alguna forma le costaba más tiempo salir y enfrentarse al mundo, como si nada le hubiera pasado. Queriendo ser mejor para esa persona que no lo veía más que una sucia bestia la cual no debería seguir con él. No lo decía esta vez por el menor, si no por el superior de este, y los otros muchos jefes que tenía fuera de la vida en el culto. Unas malas personas que le jodian cada que podían, por suerte suya, trabajaba lejos de ellos al ser estos los encargados, o similares. Que curioso aquello, ni en su vida normal se conseguía librar de esa jerarquía tan inferior. Cumpliendo esta siendo unos de los más bajos, en ambas vidas siempre era un mandado. El suave movimiento le hizo reaccionar, dejando de lado sus frustraciones para centrarse en ese momento. Esas palabras, ¿.. De verdad era un buen chico? Bajaron de sus cuencas más lágrimas, algo que no sería propio si se estuviera calmando ¿verdad? Pues no, esas simples palabras hicieron más que cualquier acción o calmante. No tenía trabajo que ser reconocido como para premiarle, más bien todo lo contrario. Y aún así lo estaban premiando. Algo que no podría parecer mucho, pero simplemente era más podero que él, solo quería amor y reconocimiento de que hacía las cosas bien. Que no era solo un perro inútil que faltaba amaestrar, se apego más al menor, se sentía tan bien, estar por fin con alguien que lo trataba con cariño pese a ser un inferior. Puede que la posición no fuera lo más cómodo del mundo, por la evidente diferencia de altura, pero al menos alivia su alma, las heridas sanarian con el paso del tiempo por lo que no le importaban que sangraran. No era lo primordial, solo el afecto que rechazo antes, ese dulce gesto que conseguía tanto con tan poco. Toth estaba siendo más cuidadoso con eso, con una ternura que antes no había podido percibir. Quizá se sentía culpable por lo que le hizo pasar, o simplemente no le gustaba mucho los castigos físicos. No estaba seguro, pero sabía que podía ser cualquiera de esas dos opciones. A diferencia de Caos, el más pequeño disfrutaba con la tortura psicológica, la intimidación y manipulación. No por nada era de temer aún cuando te hablaba de una forma tan dulce. Muchos dirían que llegarían a ser un gran dúo si cooperaran al menos un poco, pero las cosas no eran tan fáciles. Ambos anhelaban llegar a tener el control máximo del culto, siendo uno el que lo obtuvo y el otro vivía con resignación sobre la sombra del primero. Habían varios motivos para saber que esos dos no podrían formar equipo, muchos rumores y teorías que los descartaba de cualquier forma. El ruido de la puerta abriéndose le hizo tener lo peor, alertandose y separándose del menor, tenía miedo de que Caos hubiera vuelto. Quien sabe porque, pero no se encontraba lo suficientemente bien como para recibir otro castigo por parte del mayor. Los sonidos de pena que emitían se fueron mezclando con otros más amenazantes. Pudo ver que el extraño de la puerta no era su temido líder, si no otro esqueleto. Seguramente de un rango superior que el suyo, pues no parecía ser un simple limpiador, quizá sea un cazador u otra cosa. Lo que sí sabía era que se veía demasiado imponente, y el que se acercará a ellos no lo hacía mejor. Por las palabras que dijo no parecía que venía con ganas de enfrentarse, pero igual no se fiaba. Ese tipo podría hacer lo que quisiera, sin tan solo mirarle ya le estaba llenando de miedo, no quería imaginarse que clase de bestia sería. Curioso que lo diga alguien cuyo aspecto era parecido al de un perro.

Se permito disfrutar de los último momentos que tuvo junto a su inferior, viendo como este se apartaba asustado, seguro tenía que fuera Caos, para la suerte de ambos no era asi, era alguien más pacífico que este líder cruel, un rey con corona hecha de huesos, el recién llegado en comparación solo era alguien más del culto que venía ayudar a su líder. Sonrió al verle, intentando que Tier sintiera la misma confianza que el tenía al ver a su amigo.
-Slyth. -saludo con una leve gracia, era siempre bueno verle, con cuidado se levantó del suelo para recibir con un pequeño apretón de manos a su camarada, compartían una bella historia abusiva de amistad que no se había roto por los años porque a parecer era divertido para su ajeno recibir dolor de todo tipo, masoquista, es como le apodo, aunque quizás sería un poco exagerado para alguien que se divierte con el dolor como única forma de sentiré vivo. Fueron compañeros cuando empezaron desde el punto más bajó del culto. Empezaron como rivales y lentamente pasaron a ser un poco más amistosos al ser los más aptos decidieron hacer una tregua para destacar, lamentablemente hizo demasiado merito y acabo como segundo al mando y su acompalante como un cazador más, le habría encantado que hubieran gobernados juntos, fue una fantasía algo infantil pero, disfrutaba de soñar en grande, era más divertido que la triste realidad que muchas veces se vivía. Una vez cerca extendió su mano siendo correpondido en un pequeño apretón, un gesto de iguales que hablaban como amistades, era un respeto mutuo pese a sus posiciones.

La esperada pregunta no se hizo esperar junto al cuestionamiento del contexto de la situación.
Se sentía demasiado expuesto al demostrar así su parte más débil pero siendo ese esqueleto alguien de fiar, no había tanto temor, era de las pocas personas en las que aún confiaba de forma pela y sabía que nunca le iba a traicionar, esperaba de todos demasiado y se desilucionada, su amigo sobrepasó sus exigencias al ser tan curioso y extraño a su modo, un caníbal con tenencias homicidas que trabajaba como contador en un banco, aún no podía descubrír en qué banco trabajaba y ese secreto Slyth se lo llevaría a al tumba.

El más alto soltó un pequeño suspiro antes de abrir la boca y hablar, en verdad aveces las situaciones que se vivían en ese culto le superaban por mucho, el desastre que veía era propio de un animal que tan solo jugaba con su camida, a sus ojos Caos no era más que una bestia que jugaba con otros por el simple hecho de estar aburrido, tan repugnantemente, abusando de esa forma de su poder, de cierta forma también odiaba que su amigo tuviera ese carácter pero estaba al tanto de qué fuera de ese oscuro lugar no era así, al menos la gran parte del tiempo.
-¿que hiciste ahora? ¿Dijiste algo malo a Caos? -cuestiono, esperando alguna excusa por parte de su menor. Algo del tipo, "no es mi culpa que los inferiores sean tan atractivos" porque eso no le serviría para esa ocasión, veía que está vez Toth tenía una fractura en su rostro, y atrás de él había un herido esqueleto, lo que veía en el suelo, ¿Serían acaso sus costillas? ¿En qué situación se había metido el segundo a mando esta vez? ¿Acaso Caos le vio besando a ese sujeto para ocasionar ese desastre? Viniendo de sus líderes, podría esperarse muchas situaciones bizarras que podrían sobrepasar la línea de lo racional. Deberían ir urgentemente a salvar las posibles heridas de ambas víctimas, no es experto en el ámbito de la medicina pero sabe que se podrían infectar, podrían perder extremidades completas si ese caso llegaba a ocurrir y si, ha estado viendo demasiadas series de dramas médicos que ya hasta se siente médico, quizás se cambie de empleo con tal de experimentar el drama de en esas series se vive, quiere algo de emoción en su aburrida vida, pero emoción de la que es grata y no hiere a los demás que luego le culpan de ser poco empático.

-Veras... Luego te cuento, Caos hizo de las suyas y si... Creo que si hablé de más en esta ocasión... En fin, ¿Podría ayudarme a llevarlo a la enfermería? -pidio, con esa mirada suplicante de cachorro, podía permitirse ser infantil, ser débil frente a ese esqueleto, era en quien más confiaba y se había ganado parte de su alma. Tenía ya un pequeño plan en mente que esperaba su ajeno pudiera cooperar, la magia de este era más apta para sanar heridas que la suya, al menos si la pudiera en práctica podría usarla con bastante facilidad y sin gastar tanta energía como actualmente lo hace. Su amigo asintio y sin decir más, conociendole, no hace falta que se diga más, en su mirada cansada y gesto amigable en si rostro podía saber que ayudaría, le vio acercarse a Tier.

Vio como Toth se acerco al extraño, no parecía tenerle miedo como él. Hasta podría decir que eran buenos conocidos, o quizá amigos. Por como se saludaron parecía que tenían una buena relación y por lo que dijeron, podía deducir que no era la primera vez que pasaba algo así. Al parecer lo que había dicho su líder era verdad, cuestionaba esas palabras, ¿pero que hacer cuando se veía que en verdad pasaron? Quizá los rumores sobre el menor sean ciertos, los de bajos rangos inventaban bastantes respecto a los líderes. Cada uno con la finalidad de realzar su grandeza o de bajarlos del pedestal en el que todos parecían tenerlos. Pero muchos eran falsos, por lo fantaseoso que parecían, quien diría que los más ficticios podrían llegar a ser los que de verdad tenían una base sólida. Puede que algo de esperar si se pensaba bien, pero ese no era caso. Cuando sus superiores terminaron de hablar, puedo ver como el más alto se acercaba a él. Rápido fue el cambio de sonidos que hizo, su llanto lastimero cambió a otro más amenazante. Puede que Toth confiara en él, pero todavía seguía teniendo dudas sobre el mayor. Seguramente por su altura, no sabía que carácter tenía y como fuera parecido al de su jefe, muy delicado no sería. Aquel extraño seguía acercandose a él, no parecía detenerse. Lo que no le dejó más remedio que mostrar los dientes, cuanto más cerca estaba menos claro veía la posibilidad de hacer algo al respecto. Estaba muy débil como para defenderse, lo que lo dejaría en una posición fácil, estaba acostumbrado a ser un presa. Pero desde luego no tan literal, pese a que su altura no fuera una normal, la del esqueleto que tenía delante suya no lo era, demasiado amenazante se veía pese a tener un rostro amable. No se iba a fiar, así eran todos los del culto, engañando con sus apariencias, alejando su verdadero ser con estas. El miedo le dominaba y las ganas de ya no salir más herido las tenía, obligandole a hacer un acto que normalmente no haría. Se movió con cuidado, la mano del mayor se estaba acercando más de lo que le gustaría. Y morder esta para que le dejara en paz parecía ser la opción más adecuada en su cabeza. Lamentablemente apenas podía moverse y pese a que todo apuntaba a que la sangre de alguien más manchar el piso de la sala, no fue así. Haciendole caer al herido perro al suelo, otra vez. Vaya si no le sirvió de nada, mostró los dientes sin poder atacar. Que mal lo dejaba eso.

A cada lado que daba su alta figura dejaba sobre el pobre perro caer su gran sombra, estaba contra luz, fácilmente podría parecer un villano de película, nadie podían culparle, teniendo esos colmillos inferiores tan desarrollados como los de un monstruo de cuentos de terror, junto a sus extraordinarios ojos que combinaban el color de la perseverancia con el de la determinación pura y sanguinaria. Paso tras paso su ajeno se iba alejando, y parecía posicionarse para atacar, tal cual como una bestia mostrando los colmillos, no pudo evitar sus siguientes acciones, le encantaba bromear con el miedo de otros, no de una forma cruel y despiadada, diría que es simpática de no ser por el pequeño susto que su menor podría llevarse, emitió un pequeño gruñido mientras mostraba sus dientes, afilados cuál depredador, como un verdadero monstruo de pesadilla pero menos distorcionado, debían de ver a su padre, de él podría venir el dicho que las apariencias engañan.
Vio de reojo a Toth que parecía regañarle con la mirada por sus actos, pf~ divertido. Siguendo avanzando con lentitud intentado alcanzar al esqueleto menor, estando una de sus manos para tocarle si quiera, le daba cierta curiosidad si era de los perros que mordian o solo ladraban. No entendía algo de todo eso, pero quizás solo sea él que ve lo extraño en que su segundo a mando le llamé para curar a alguien tan inferior, normalmente Toth dejaría a su suerte a los de ese rango bajo una vez Caos les castigó, ahora era distinto, ¿Genuina preocupación? Podría ser pero lo dudaba, el chico de azúcar no parecía ser del tipo que se enamoren a primera vista y peor aun, de alguien que dañará tanto su imagen, era todo un misterio para él saber que es lo que pasaba por su cabeza para siquiera pensar en coquetear a alguien de tan bajo rango. Algún día, podría saberlo y decifrar los pensamientos de alguien tan retorcido. El herido cachorro callo al suelo, una lastima, pensó que podría imitar alguna escena de película al acariciar su cabeza y que ese se dejará ayudar. Estando cerca de él, se posicionó en cunclillas teniendo cuidado de no caer por algún estudio error.
-Hey, amigo, no se que haya pasado aquí pero debo decir que tienes mucha suerte, nuestro líder no es de ayudar a bajos rangos. Espero no te moleste pero te llevaré a la enfermería. ¿Te parece bien? -era como hablarle a un niño asustado, a todos que eran más bajos que él y que de cierta forma le daban ternura les hablaba de esa curiosa forma maternal, tenía ese instinto de protección, lo que era curioso viniendo de un homicida. Intento tomarle en sus brazos con cuidado, al estilo nupcial, como se cargaba a las novias ese día tan especial. Costó un poco al estar de cunclillas pero logro ponerse de pie y sujetar con firmeza y cuidado el débil cuerpo. Por lo que veía, si querido amigo doctor ya se les había adelantado un poco aprovechando su pequeño drama, Toth estaba al otro lado del cuarto ya, con un par de costillas en mano y abriendo la puerta que les llevaría más rápidamente a la enfermería. Si que era rápido pese a ser tan pequeño. Ni siquiera vio cuando tomo esos trozos de hueso roto.

Quizá no fue tan buena idea hacer eso, el gruñido del mayor era mucho más amenazante que el suyo propio. Vaya día había tenido, sintiéndose tan inferior hasta en sus trabajos normales, fuera de ese curioso culto. Definitivamente ese día no era el suyo, quizá pueda remediarlo con una buena noche de películas, solo ellos dos. Su pez más querido, el único que tenía y él. Sería bonito hacer una maratón de películas Disney, le gustaba como todo acababa saliendo bien al final, pese a que en la vida real no fuera del todo cierto. Pero siempre era bonito fantasear con esa hermosa realidad, donde las acciones por las que pasas te hacen más fuerte en lugar de hundirte. Aún siendo una joven chica en una antigua China, donde tu único papel es llevar honrar a tu familia a través de un matrimonio. ¿Quien se imaginaria que esa chica tan menos preciada de convertiría en la guerra más fuerte del país? Exacto, estaba hablando de Mulan, no podía evitarlo, era su película favorita. Quizá la vea esa noche, hasta podría invitar a alguien si este aceptaba. Esperaba que lo entrará a primera hora por la mañana, así de paso revisaría sus heridas. Que por como iban, mejor tener una segunda opinión, el golpe quizá le hizo algo más que no puedo distinguir. Pero lo que si, fue la mano del mayor sobre su cabeza, acariciandola con cuidado mientras decía algo. La suerte que decía tener no la veía como tal, pero no podía negar que así fuera. Los líderes no tenían ni mucho menos la obligación de ayudar rangos inferiores como él.
-E-esta bien.. -fue tomado como si nada por el mayor. Wow, su apariencia decía que era fuerte, pero no se imaginaba que lo fuera tanto. Lo tomaba al estilo "princesa", así le gustaba llamarlo. Pues al final de las cintas de los clásicos de Disney así aparecían las protagonistas. Felices con su ya marido, mientras la gente se la graba por ellos y les tiraba arroz y confeti. Eso le recordaba a algo, una situación similar a a la que estaba viviendo. Pues ya imitó esa pose con quien era actualmente su mejor amigo. Fue bastante divertido, en especial por que casi acabaron en el suelo por culpa de unos cordones desatados, un buen recuerdo sin duda. Como el que podría haber sido este si quitasemos todo lo malo que había, el esqueleto mayor de dirigió a la puerta con él en brazos. Toth ya había abierto esta y se adelantaba hacia la enfermería. Mientras ellos sólo lo seguían, dolía un poco tener que ser cargado. Que decir, las heridas las tenía al final de las costillas y de cualquier otra forma dolería igual. Por lo menos se permitía no tener que caminar, lo que supondría un esfuerzo extra teniendo en cuenta su estado.




El silencio era acogedor a su parecer, simplemente los pequeños y apresurados pasos de su líder eran audibles además de pequeños quejidos por parte del esqueleto que cargaba, en verdad su apariencia jugaba en gran favor a su carácter, parecía un pequeño e indefenso cachorro, quizás aquello enternecio a Toth, no todas las veces que le vio coquetear con alguien lo noto en serio, ahora, se le veía en verdad preocupado por ese inferior, le encantaría entenderlo, saber cuáles eran sus motivaciones para arriesgar tanto solo por su orgullo y ese chico, ¿Acaso habia algo más que estaba en juego y no sabía? Si es que sus líderes podían llegar a ser unos macabros seres en verdad, relatando a Caos, aveces creía que ese sujeto tenía un culto solo para sentirse adorando y dominar a otros, pisandolos cuales insectos en el suelo, como si no fueran nada, como si sus vidas no fueran nada más que meros juguetes para satisfacer su capricho, y la verdad, su segundo al mando tampoco estaba en la mejor posición, manipulador, un poco egocéntrico y con un ego delicado que cuidar, ambos líderes eran un desatre, si estuvieran al menos en la misma sintonía quizás no sería tomado tan a burla y juego el puesto de segundo al mando. Cómo cazador, escuchaba muchas cosas, como el puesto de Toth era una burla para la mayoría de alto rango, que aunque respetará al joven, se burlaban a sus espaldas, bromeando con fomlarselo algún día, con extrangularlo y humillarlo hasta el punto de las lágrimas, aunque de sentía impotente al oír eso, no podía hacer más que seguir con el chiste y luego comunicar todo cuál chivo espiratorio, se estaba convirtiendo en los ojos y oídos del segundo al mando, para castigar a quienes le desafian, para reprimir todo eso, con una violencia psicológica bastante fuerte en su opinión. Solo podía ver cómo sus compañeros por sus errores pagaban con torturas algo crueles.
-Asi que, le agradas al jefe... -El silencio ya empezaba a cansarle, y le daba curiosidad que tenía de especial ese esqueleto como pata causar tal desastre, no todos los días veía a Toth arriesgandose a curar las heridas de alguien, ni con la suyas fue así en su debido momento.
-¿Puedo saber tu nombre pequeño? -"Firulais", que alguien le dé un buen perdón por lo que acaba de pensar pero no pudo evitarlo, sería algo cómico que el inferior tuviera ese nombre tan típico de un perro, sería darle un pequeño "más" a su aspecto, hasta con ese collar de púas parecía un canino peligroso, pese a no serlo, ya supo de antemano que los perros peligrosos no están dentro de ese culto, todos ahí ladran pero no muerden, al menos así es hasta que se llega a los líderes. espero paciente de pie al recibir una señal por parte de Toth, para que se detenga y espere por unos momentos, quizás había alguien por los pasillos cercanos, tampoco deseaba arriesgar su reputación siendo visto cargando a alguien tan inferior, pero tampoco podía negarle la ayuda a ese herido esqueleto, de hayaba en todo un dilema, pero claro, tendría que decidir cuando llegue el momento de que alguien les descubra por accidentes. Aunque ese sería un caso hipotético, en todo caso, su deber ya no estaba con el orgullo cuando se volvió el fiel siervo de su líder segundo, obediencia es lo que ofrecía, así que no importaba las posibles burlas que pudiera escuchar por parte de otros al ser la "perra" de él segundo al mando, el líder más despreciado hasta por su superior.

¿Agradar? No entendía del todo bien, seguía un tanto inquieto por lo que paso antes, no era fácil de olvidar o pasar por alto. El dolor no se lo permitía para ser sinceros. Pero retomando lo dicho por el mayor, volvió a usar el mismo pensamiento que antes. Y a pesar de que acabó con cuatro costillas rotas por culpa de que Toth desafiara a Caos, podía decir que si le gradaba, o fuera que sintió lastima de él. De cualquier forma, tenía suerte de que le llevarán a la enfermería para curar su heridas. Fácilmente podrían haberlo dejado ahí, como él quería en un principio. No lo culpen, estaba aterrado luego de lo sucedido, normal que quisiera su espacio para pensar las cosas y calmarse.
-T-Tier. -fue simplemente y directo, ya que gran misterio no tenía. Sólo un nombre más del montón, pero con la particularidad de ser en otro idioma. A veces pensaba que su nombre era forma de burla más, una que le puso su padre al ver su curiosa apariencia. Todavía no lo descartaba, pero tampoco podía comprobarlo al estar Horror en un paradero que desconocía por completo. Quizá le pueda preguntar a cualquiera de sus padres biológicos, pero dudaba que uno siquiera supiera de su existencia, y que el otro supiera lo que significaba al español. Por lo que se quedaba en las mismas. Se detuvieron por un momento, lo que le alertó bastante, sería terrible que algo así pasara justo en ese momento. Un limpiador siendo cargado por un rango, seguramente, más alto que él, y no sólo eso. También con el segundo al mando como guía de su extraña expedición. Se buscarían un problema si los llegaban a pasar, o como mínimo más rumores absurdos sobre lo que podría pasar. Oh, eso sí que era un horror, los rumores que no paraban de salir. Si te pillaban en una situación "vergonzosa" o "jugosa" con alguien de diferente rango, ya podías dar por hecho de que hablarían de ti. Ni siquiera sus temido líderes se libraban de ello, pero claro, estos siempre se llegaban a enterar, haciendo pagar a los causantes de ello. Cada uno a su despiadada forma. Al parecer tuvieron suerte esa vez, pues el menor no tardo demasiado en dar una señal para que siguieran avanzando. Se preguntaba que nombre tendría aquel curioso esqueleto, si era tan imponente como él o más inesperado y tranquilo. Pero le parecía de mala educación preguntar, ¿por que? Por la diferencia de rangos, lo tenía demasiado presente como para ignorarlo sin más.






-Un gusto conocerte Tier, soy Slyth, cazador. -se presento con una sonrisilla orgullosa, siempre mencionar su rango era de gran admiración, solo los más aptos podían pasar a ser cazadoras luego de un par de difíciles pruebas que los líderes imponían de forma especial para cada miembro aspirante. Fue algo curioso como llego a ese puesto, pidiendo siempre los retos más difíciles para destacar, al igual que Toth, pero al parecer no pudieron estar en la misma sintonía por mucho tiempo, al los pocos meses de empezar como cazadores, el esqueleto de caramelo empezó a destacar demasiado entre el grupo de iniciados, no solo es su dulce sangre la que destacaba, tenia un gran talento para intimidarlos a todos, menos a él, con su carácter pesado y poco controlado, diría que en esos días Toth era un verdadero animal hambriento de ambición y poder, queriendo el control completo del culto solo para él, estuvo tan cerca pero solo llego a ser un segundo al mando, tampoco estaba tan mal, pese a los abusos de poder que había del primero.
Una vez la señal fue recibida empezó a caminar nuevamente con tranquilidad y cuidado de no lastimar el pobre cuerpo de ese cachorro, no quería imaginarse lo que tuvo que pasar y seguramente solo era el gran inicio de algo peor, al parecer así eran las cosas dentro de ese culto, todo iba de peor en peor, de mal a terrible, no solo era por los rumores, era por lo que había de verdad en ellos, todos eran una especie de villanos de película en ese culto, con sus trágicos pasados y esas mierdas, se sentía casi como el príncipe encantador al ser de los pocos que no tenía una vida tan turbia detrás de sus actos, solo es un contador, en un banco, canabalizaba cuerpos que cazaba en el pasado y ahora está en un culto, su niñez fue normal hasta donde se pudo, hacia lo que se consideraría propio de un posible asesino en serie pero sin tanta maldad, fue más por la curiosidad de ver qué pasaba si... Hacia algo malo, o si probaba carne prohibida, todo empezó por un "¿Y si...?" llegando hasta el punto en que tomar riesgos en su mayor pasatiempo, siendo un cazador hábil se le podía permitir cometer ciertas atrocidades a la hora de conseguir la comida que todos disfrutaban gracias a los cocineros. Según podía indentificar no estaban tan lejos de llegar a su destino, unas cuentas puerta más y un corto pasillo bastarían para llegar, podrían curar los huesos de ese pequeño Firulais y podria irse a fumar nuevamente, como era su plan inicial de descanso para después de la cena.

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