Mafia

-Johnny, don't leave me
You said you'd love me forever
Honey, believe me... -su voz resonaba por todo el edificio vacío, mientras arrastraba su hermosa hacha ensangrentada, bajo una tenue luz rojiza, como si fuera un hermoso escenario, dónde se lucía al cantar esa hermosa canción. Al llegar al final del pasillo, abrió la puerta, ahí se podía ver un cuerpo cosido del abdomen, con marcas de en brazos y piernas, específicamente en sobre la rodilla y los codos, ese hermoso espécimen están quieto.
-I'll have your heart on a platter
Might you recall
We've got a small family business
And the family won't like this- su caminar se volvió elegante y fingia una pequeña danza mientras balanceaba su brillante arma, si deber quizás no sea el mejor, preparar la cena para los demás miembros de ese curiosos club, al menos no se encargaba de los restos de órganos, aquellos órganos que ya estaban lo suficiente dañados como para no ser comestibles. Al ritmo de su tarareo dió un par de vueltas, alzo su hacha y al estar frente a la mesa metálica, golpeó con fuerza, el filo se enterró en la rodilla, había fallado, por tontear, no dió en la marca, bufo frustrado.
-Might you recall
We've got a small family business
And the Family won't like this... -presiono sobre la carne, escuchando el crujir del hueso al ser roto por el reluciente filo de su arma.
-They'll bust your knee caps -literalmente estaba rompiendo rodillas, ah tan poética era esa canción. Bailar y cantar bajo la luz de la luna es una de sus mayores pasiones dentro de ese cansador trabajo, no se quejaba, gustaba de cocinar y obtener la fuerza vital de esos monstruos que comían, obteniendo su magia, de esa forma, de volvían más fuerte, en ello se basaba gran parte de su gran reunión de caníbales. Poco aceitados por la sociedad.

Vaya si podría haberse controlado, dejó todo aquello hecho un desastre. Estaba bien que él se encargará de hacer la cena, después de todo era el que mejor cocinaba y tenia más práctica con ese tipo de cosas. Pero claro, tener que limpiar el desastre que este ocasionaba no era tan grato como se podía esperar. Órganos destruidos por doquier y la sangre manchando hasta las paredes más remotas. Se podía respirar ese característico olor metálico, tan suave y dulce que le estaba dando hambre. Pero bueno, ese no era el caso. Caos le había mandado ahí para que acompañara al contrario, y que limpiará cualquier posible pista de que ellos hicieron tal destrozo. Del resto no hacía falta, últimamente, ese lugar se había vuelto bastante inseguro. Por lo que no era atípico encontrarse de la nada un cuerpo, o dos. A nadie le extrañaría, aquello perfectamente lo podía haber ocasionado las mafias de la zona, tampoco sería la primera vez. Esa zona era como su "campo de batalla" luchando por el control de algo, no estaba tan entrado de esos temas. Se pudo manos a la obra y comenzó a revisar el resto del edificio. Le faltaban las últimas plantas en las que estuvieron presentes, ya se había encargado de las primeras. Haciendo un trabajo excelente si se puede decir. Terminaría con las restantes y esperaría a su compañero para volver a eso que llamaba "hogar".

La música es su gran distracción de esa labor que tanto disfruta como no al mismo tiempo, le encantaría hacer algo más, es tan abominable socialmente que no podía atraer podía les nuevos miembros, o más ganado para sus cocinas ocasionales. No es bueno con ello.
-Ooh wop de do wop de do
They'll bust your knee caps
Ooh wop de do wop de do -de fondo era audible el suave sonido de la música la cual cantaba tan motivado, había traído consigo si teléfono listo con un par de canciones que de memoria de sabía ya.
Levantó su hacha, y prosigo con la siguiente pierna, ahora dando sobre la línea indicada en el cuerpo.
Era algo halagados saber que es considerado un de los que mejor cocina, le da un pequeño empujón a su débil autoestima y destrozada alma. Empujó con fuerza sobre el hueso rompiéndolo en el proceso, el hermoso sonido de ese crujir era tan encantador, oh~ tan hermoso, era como música al compás de su voz, quizás no sea el mejor cantante pero diría que su timbre de voz es armoniosos. Ya había separado las piernas de el cuerpo, ¿Que seguía? Continuar con brazos y cabeza, está última era la parte que totalmente todos desechan al comer carne, ya que puede ocasionar grandes problemas, una enfermedad incurable que podría delatar lo que son realmente. Junto a las manos y pies que eran desechados por sentido común, aún lavando esas zonas es importante ser precavidos con dónde han estando sus víctimas.
-Jonny you told me
You were no fool, you were no chump
Then you got cold feet
Now all you'll be is a speed bump... ¿No crees que la luna se ve hermosa hoy? -pregunto viendo hacia el cuerpo, no recibiría respuesta pero era lindo imaginar que si tenía compañía en esos momentos de soledad tan extrema.

Al parecer se equivoco, solo le quedaba esa planta. Que alivio, limpiar era agotador y no le gustaba, que suerte que la gente tenga esa costumbre de salir corriendo a la salido más próxima si ven algún peligro. Las plantas superiores estaban desiertas, sin sangre ni cuerpos, sólo un lugar vacío de trabajo. Como si en cualquier momento volvieran los empleados a seguir con su labor, que pena que estos sean su cena. Seguro que tenían familia, quizá hijos y una mascota, como las de las revistas. Esos infantes no verán a sus padres volver a casa, que..gratificante. ¿Eso era lo que tenía que sentir no? Según sus jefes no debía sentir pena si mataba con tal de alimentarse, era la ley del más fuerte. Matar para sobrevivir, por fin podía llegar a entenderlo. Que bien que hacía avances con eso, además, que seguro más de alguno se lo merecía. Estaba claro, con la maldad de ese mundo todos acaban corrompidos de cierta forma. Término de revisar el lugar, deshaciendose de las pruebas incriminatorias, como le gustaría quemarlas. Era más llamativo y elegante, pero lamentablemente se lo tenían prohibido. No llamaba tanto la atención que las modificará, empujado a mirar a otro lado que no fuera el suyo. Se guió por el sonido de la música, Nuit si que no se cortaba. Cantando aquella canción tan "curiosa". Podría ser de amor, pero también era de algo más. Se acerco despacio a él, sin intentar hacer mucho ruido. Quería sorprenderle hablando solo, sería gracioso.
-Esta más hermosa otros días. -

Hubo silencio gran parte del tiempo. Que tranquilidad, la sangre del lugar era bañada con la hermosa luz de luna, en verdad que amaba verla durante las noches, era fuente de inspiración para tantas cosas, para él, era un reflejo de que hasta en los lugares más oscuros como la noches podría saber algo de bien, aunque solo sería en casos aislados en los que eso aplicaba, muchas veces las personas solo era crueles y malas por motivos egoístas y se merecía la muerte lo más temprano posible, sentía que ese podría ser su labor, su no fuera cocinero dentro de esa asociación, dónde no es más que el subordinado de un par de agradables y comprensióbos jefes, en verdad los admiraba, eran tan fuertes y inteligentes, eran simplemente maravillosos.... Mierda. Ahogó un chillido sonoro de pánico juntos las posibles maldiciones que escaparan de su boca.
-¿Q-que haces aquí? ¿Acaso ya terminaste de limpiar? -bufo con cierta molestia, haciendo un pequeño puchero mientras su rostro de coloreaba de un suave carmín, como la sangre que salpicaba a su ropa y parte del suelo. Se volteo para ver a su compañero, que penoso, le había escuchado hablando solo, y ¡Eso no tenía nada de malo! Es solo que en verdad aveces necesita algo de compañía. Hablarle a los cuerpos era más sencillo que intentar tener amistades dentro de lo que muchos llaman "culto". Lentamente se fue relajando, dando un pequeño suspiro. Curiosamente, aquella frase de la luna podía tomarse como una declaración de amor, aunque esté no sea el caso, le daba cierta gracia, su contrario respondió exactamente con la frase que se utiliza para aceptar su mal no recuerda.

Ya había valido la pena limpiar tal desastre ocasionado. Con tal ver el rostro del contrario lo volvería hacer otra vez y las que sean necesarias. No pudo evitar reírse ante el chillido que este soltó, creía estar solo y ese no era el caso. Que ingenuidad más graciosa la suya.
-Sip, que ya podrías relajarte un poquito. Esto es un desastre y ya me está dando hambre. -pudo notar la pequeña molestia en el tono de voz del contrario. Seguro que por arruinar su momento con la luna, pero le tocaba aguantarse. Las primeras plantas eran todo un festival de pruebas, si tiro ahí más tiempo del que imaginó.
-No veas cuantos órganos despreciados. Ahh~. - hizo un pose dramática, a veces le gustaba actuar así. Era bastante divertido, le recordaba a las escenas sobreactuadas de las telenovelas. Tipo "¿¡que haces besando a la lisiada!?" qué gran escena, no las novelas turcas se arriesgan a tanto.
-Sentía tantas veces que caería en la tentación. -¿una forma de entretenerse mientras esperaba? Si, aunque también un pequeño sutil de que el otro de diera prisa. La perfección necesita su tiempo, lo sabía, pero el hambre le estaba matando. Debería haber comido algo antes de salir, que imprudencia de su parte. O al menos haber caído en la tentación, habría soportado mejor esa situación.

Que gran susto que se había llevado. Al menos ese sentimiento fue pasajero, relajo su gesto, siendo el amable de siempre que a todos les demostraba con una leve sonrisilla, siempre era buenos charlar con un amistoso conocido y hablar con ese esqueleto era realmente divertido, con sus extrañas manías al hablar y exageraciones, le añadía un toque especial a su habla. Lamentablemente, perdió el hilo de la canción que tan felizmente cantaba, para otra ocasión será que pueda llegar al final de esta sin ser interrumpidos por Tier o alguno de sus jefes, ser uno de los mejores en su ámbito tenía sus pequeñas ventanas, le dejaban ciertas libertades, como divertirse escuchando música y preparar platillos a su antojó.
-Pff~ sabes que no todos esos órganos están en buenas condiciones, ¿No? Podrías haberte matado comiendolos. -Una pequeña risilla se el escapo, mientras se reincorporaban en lo suyo, con el teniendo sonido de la música como compas de sus acciones. Prosiguió en cortar los brazos y cabeza, fueron cortes limpios u golpes fuertes, al menso fue las sencillo que acabar con las piernas. Los huesos de esa zona eran algo duros pero no tanto como los del cuello, al menos esa zona estaba algo blanda ya, ¿El motivo? El como murió ese trabajador a manos de otros caníbales amas experimentados en ese ámbito.
-Ya estaré listo, no te preocupes por tener que esperar mucho para comer. -Suponia ya que a eso venían los comentarios de su acompañante, seguro le ganaba la tentación al ver esa fresca carne cortada sobre la mesa metálica, de veía tan apetitoso que hasta para él era complicado controlar esas ansias de querer devorarlo solo por su cuenta, pero, ¿Que mejor que cocinar todo eso y acompañarlo con un buen vino? O quizás algun jugo, hasta sangre podría ser agradable de beber. La sangre de uno de sus líderes era bien popular entre los caníbales, tuvo la suerte de probar un poco en una ocasión, fue tan dulce, y el suave sabor metálico era encantador, junto a su empalagoso gusto, fue lo más delicioso que pudo haber probado jamás. Se preguntaba si su acompañante probo alguna vez aquel exquisito y espeso liquido.

Su expresión se había calmado, fue divertido mientras duro. Dejando ese gesto molesto de lado para pasar a una sonrisa más alegre. Que curioso que se pueda sonreír delante un cuerpo en pleno desmembramiento, ¿que se le iba hacer? Así era su carne de cada día, tanto, que los cuerpos comenzaban a carecer de valor, siendo meros trozos de carne que cumplían con una única función. La de alimentarlos, junto como hacían el resto de personas "normales" con los animales. Ellos comían conejitos y gallinas y ellos se comían a los granjeros. Era simple de entender, todo en ese mundo puede ser comestible. Si se sabe cocinar bien, llegaría a ser una gran delicia.
-Puede ser, pero igual se veían demasiado apetitosos. Tuvo que pisarlos cuando creía perder el control, eso le quitaría las ganas a cualquiera. -movía su cola de lado a lado. Su impaciencia le estaba matando, tuvo que hacer eso con los que podrían ser un delicioso aperitivo. No podía comer lo que debía de limpiar, era otra norma. Ya que varias personas podrían haberse suicidado con patillas de cianuro dejando así la carne envenenada, eso sería fatal. Pero por suerte el cocinero era Nuit, que sabía escoger bien las mejores piezas de carne, cortandolas con cuidado al ritmo de lo que parecía ser la música de antes. Al menos él sí controlaba sobre el tema, era un alivio bastante grande, si tuviera que encargarse en su lugar. Seguro que terminaría envenenadose así mismo y al resto del "culto". No tiene paciencia para cocinar, era mejor en la limpieza. Podía distinguir fácilmente olores, separar los de sus compañeros de las víctimas, por no hablar de su vista, que tampoco se quedaba atrás. Era como un perro o lobo, lo que se prefiera.
-Vaale. -esperaba que realmente fuera poco, ver esos trozos de carne encima de la mesa le hacía perder el poco control que tenía. Se veían tan bien y sin peligro de muerte por intoxicación alimentaria, pero no. Debía tener un poco más de autocontrol, ya luego podría disfrutar de la exquisita cocina de su compañero.

Dulce. Cómo le encantaría volver a probar ese sabor, era adictivo como ningún otro y tenía su encanto al ser de una temperatura tibia y cálida, al salir directamente de una herida en su líder, diría que es uno de los mayores honores, ser reconocido por los líderes, y recibir como recompensa ese gusto dulce tan apetitoso. Que le hacía agua la boca de solo recordar. Mejor empezaban a olvidar esos pensamientos que igual y cedía al instituto de saciar su hambre. Una vez arranco los brazos y la cabeza, continuo con desechar está última, era la peor parte de cada cuerpo que le tocaba cocinar, no solo por su potencial peligrosos pro al enfermedad del prion, si no también por la poca carne que poseis y el sabor poco gustoso que podría según antiguos cocineros, como él, que probaron la carne del rostro por curiosidad. Dejo las extremidades en una mesita que estaba al lado, solo faltaban un par de cortes más y podría llevar ese cuerpo a la cocina para preparar una cena espectacular. Teniendo cuidado con cada corte, limpiando hasta el hueso y aprovechando cada gramo de carne que había. Quizás comiendo uno que otro trozo en la proceso, para probar que tal estaba quedando su comida, claro estaba
-ah, hasta para mi parece un desperdicio pero es por norma que no debemos comer lo que limpias. ¿Te apetece un trozo? -Romperia un poco con las reglas por un conocido, no era de extrañar viniendo se él, le daba algo de lastima que su ajeno pasará con hambre en ese momento, uno de los peores diría, viendo conocían, debía ser casi una tortura ver algo que no puedes probar y oler su apetitoso aroma, abriendote el apetito. Usando uno de los cuchillos carniceros que podría sobre la mesa, corto un considerable trozo del muslo exterior de la víctima, ya hasta decirle así perdía el valor que en sus inicios tuvo, recordar ese pasado era divertido como extraño, como todo empezó por unas extrañas búsquedas en internet y la curiosidad de probar lo más condenado por la ley; la carne de otros seres concientes, carne humana, carne de monstruos, empezó desde lo más bajo hasta escalar dónde está gracias así talento y contactos, quien diría que era tradición familiar estar dentro de ese culto. Tomo el trozo de carne y lo extendió hacia su contrario, quizás no sea lo más apropiado pero le daría ese trozo crudo, podria cocinarlo después al gusto de su ajeno si el gustaba de guardarlo hasta ese momento.

¿Podía? ¿Pero no era esa la cena? No negaría que se encontraba emocionado al ver el trozo de carne que se le ofrecía. Tan jugoso y apetitoso, que era muy difícil negarse. Sabía lo que eso significaba, una porción menos de cena para ese día. Pero el hambre le podía más que la razón.
-¡Si, si, si! -agarró ansioso el trozo, ya se podía ver un fino hilo de saliva que corría hacia su menton. No había desayunado y no comió bien a la hora del almuerzo, ese trozo era su salvación. Podría haberse llegado a comer cualquier otra cosa arriesgando así su salud, algo que poco le importaría en ese momento. Pues su prioridad era comer, nada más tuvo el trozo en sus manos le dio un buen mordisco. Se le podía ver batallando con la carne, por intentar quitarle un trozo a esta. Cosa que al final lo consiguió, gracias a los afilados dientes que tenía. Esas cosas hacían que su trabajo se le resultara más fácil, estaba seguro que sin ellos no podría disfrutar como hace del delicioso manjar que aguardaba en sus manos. El sabor metálico de la sangre y esa textura un tanto chiclosa por no ser cocinada, debería ser ilegal poder disfrutar de tan deliciosa pieza. Oh, sí es ilegal ¿que cosa no? ¿Porque lo más adictivo siempre debía estar prohibido? No lo entendía bien, a veces uno debería dejarse llevar por sus impulsos.
-¿Quieres un poco? -le ofreció al contrario, estaba seguro de que este tampoco podría resistir la tentación por mucho más, así que ¿que mejor que compartir? Podrían pasar un buen rato, al menos hasta que Nuit termine de preparar todo para la cena. Quizá se lleve la cabeza, le gustaría quedarse eso ojos tan bellos. Tenían un lindo color.



Sonrió con cierta gracia, su contrario parecía un verdadero animal al comer, no negaría que había cierta ternura en ello, una curiosa sensación la verdad, le tenía un aprecio especial, después de todo se habían conocido desde el comienzo de su iniciación, dónde se le fueron dados cargos similares hasta que lentamente fueron categorizados según sus habilidades, quizás Tier sería hábil en la cocina si llegaba a controlar sus instintos, o eso le gustaría creer, sería grato tener compañía en la cocina, los demás encargados de ello no eran tan agradables con el, eran amargos y parecían querer comerle con solo verle, en el mal sentido de lo das palabras, como caníbales devorar a otro compañero del culto estaba estrictamente prohibido pero hasta los cocineros cedían a ese deseo de comerse a otro al ver que eran las competitivos que ellos, aveces tenía miedo de su deber pero a la vez lo disfrutaba por poder ser reconocido por su gran habilidad de la cocina, no como en si trabajo fuera de el culto. Es solo un asistente en un restaurante, un lavaplatos, aburrido estaba de ello. No podía dar a relucir su talento al ser humillado constantemente por ser torpe aveces.
-Oh, gracias pero no, yo esperaré a la cena. -Dijo, se volteo para volver a su labor, ir sacando grandes porciones de carne, en cortes perfectos sacando todo aquello que se podría considerar un desechó, se sentía halago de ser el encargado de la cena, era tan joven pero logro tanto en ese lugar que al fin lo sentía como un hogar al cual pertenecerá pese a los peligros que podía correr por tales actos, no era bien visto el canibalismo, ¿Por qué? Quizás por ser una práctica riesgosa por las enfermedades que se podían contraer, o quizás porque las "personas" aún no son consideradas como ganado, debería, tal manjar se volvía adictivo una vez lo probabas, hasta el beber sangre algo que solo se lo podían permitir miembros de alto rango, ya que ese carmín líquido es seleccionado entre tantos cuerpo escogiendo el más agradable de sabor y el que resaltará con cierto sason especial, lamentablemente no está al tanto del como preparan la bebida roja.

-Esta bien. ¡Más para mi! -su compañero negó su petición, era entendible que quisiera esperar hasta la cena. Así evitaría llenarse antes de tiempo, una buena táctica para no acabar con dolor de tripa al haberse empachado. Curioso como podían tener esos típicos dolores, sin siquiera tener órganos o una piel sensible al tacto. Eran sólo un armadura vacía, a la que le hacia falta algo más. Pero la verdad, lo prefería así, seguro que si tuviera piel u órganos ya estaría muerta por intentar comerse a sí mismo. A veces no controlaba bien su impulsividad, y podía escaparsele de las manos, más de una vez llegó a morderse la cola provocando que está sangrará. Pues ese era su objetivo, beber aquel líquido carmesí que recorría curiosamente sus huesos. Estaba en verdad deseoso de aquello como para llegar a tal extremo. Pero no podía evitarlo, sus emociones mandaban más que él, y si le pedían sangre, sangre es lo que obtendrían. Término de comerse aquel trozo de carne dado por el contrario, toda una delicia a su parecer. Pero mejor hubiera sido cocinado, Nuit tenía una gran habilidad en ese ámbito. ¡Ese chico podía hace cualquier cosa! Solo necesitaba tiempo e imaginación, hasta podría decir que muchas veces prefería su comida que a la de los otros cocineros. Pero no muy alto, no vaya a ser que termine como el próximo platillo. Buscó por el lugar la cabeza, había sido lanzada sin cuidado hace unos pocos momentos antes. Oh, ¡ahí estaba! La agarró con cuidado del suelo y sacó un pequeño artefacto, puede que de apariencia extraña, pero en realidad le era muy útil. Siempre conseguía sacar los globos oculares en el mejor estado posible, ¿no era fantástico? Procedió con lo que estaba haciendo, metiendo con cuidado ese aparato dentro de una de las cuencas de la cabeza desconocida. Lo movió lentamente, haciendo un tanto de presión cuando la necesitaba. Necesitaba hacer eso en el resto del ojo y ya estaría listo, un poco más y se pudo escuchar un sonido hueco. ¡El ojo había salido con facilidad! Lo agarró del suelo, en poco ensangrentado, pero al final de al cabo estaba bien. En breve seguirá con el otro.







Con su arma blanca fue haciendo cortes por las extremidades mutiladas, para separar el hueso de la carne de forma más sencilla, oh, y claro, haciendo de lado los cortes menos sabroso se esa jugosa y algo grasosa carne, tenía experiencia y conocimiento como para saber dónde cortar, y un buen ojo para ver qué detalles debían de ser de sospechas al revisar el cuerpo de su cena.
Era divertido, cocinar algo que gustaba y agregar de su imaginación en ello, aprendía una que otra cosa en el restaurante donde trabajaba como lavaplatos, aprendió la manera correcta de sasonar la carne y preparar un delicioso trozo de carne a medio punto, si especialidad era la cocina de carnes y combinar.
Pasaba el cuchillos al ras del hueso, provocando el sonido de una especie de chirrido suave, al que ya estaba más que acostumbrado. Volvió a su tarareo suave, solo que la canción que ahora sonaba era un tanto menos romántica, era la de un corto se gorro de hace un par de años, "possibly in michigan", era la melodía más característica de aquel corto, de nombre Animal Canibal, simplemente le gustaba la idea de escuchar música que ambientará el crimen que cometía sin culpa. El apetito se le iba abriendo de solo ver los cortes de carne, con un tono de rojo tan único como precioso, manchados con algunas gotitas de sangre y con ciertas venas y arterias sobresalientes, iba a arrancarlas luego en el proceso de cocción, la carne se volvía más blanda durante esos ratos aunque tardaba su buen tiempo en estar lista si los trozos eran demasiado grandes.
-No entiendo cómo te puede encantar tanto coleccionar esas cosas. -Un comentario que invitaba al inicio de una nueva charla, una que podria ser interesante, siempre se pregunto se dónde venía el gusto ajeno por coleccionar esos globos oculares, mientras los colores más raros y únicos sean, más preciosos eran para su compañero, más de una vez le vio con una pequeña bolsa llena de esos ojos ensangrentados, ciertamente veía aquello como una actividad entretenida pero sin propósito más que el coleccionar un objeto que fácilmente te llevaría a la cárcel si la policía se entera que lo posees, aunque seguro eso no pasaría proximamente con Tier, la policía estaba más ocupada resolviendo el tema de las mafias y los tiroteos ocasionales. Una asociación de canibales era lo de menos, no hacían tanto daño como los asesinos a sueldo o los traficantes de drogas. Ellos solo buscan que comer y lo cazan legítimamente, siendo carne de la mejor calidad y limpiando un poco la ciudad de tantas personas horribles.








Podía escuchar como su compañero comenzó a tararear, al parecer esta canción era diferente. Pues sí bien la otra la podía reconocer, este no era el caso de la nueva melodía. Un tanto extraña y no tan pegadiza como la otra, pero bueno, seguro que tenían sus cosas parecidas. Ya que así era Nuit, las veces que le tocó de compañero siempre escuchaba música parecida a las acciones que realizaba. Si la anterior hablaba de romper rodillas, esta hablará de algo parecido. Quizá no tan romántico, pero si con sus similitudes.
—Bueno, en mi defensa, diré que son hermosos. Este monstruo sí debería tener una linda mirada. —examinó con más cuidado su valiosa pieza de colección. Dudaba si arrancarle el nervio óptico o simplemente dejárselo, más de una vez le paso una desgracia al hacerlo. Esas preciadas joyas corrían el peligro de cortarse y desprenderse de sí. Dejando una perfecto globo ocular en el peor estado posible. Aunque eso le servía también para quedarse con las pupilas, ya que por lo general no sufrían más daño que el de desprenderse de la retina.
—Tus orbes también son hermosos. ¿Cuando te mueras podría quedarmelos? —no tuvo discreción en decir aquello, pues la verdad le gustaría tenerlos en su colección. Los guardaría en uno de sus mejores frascos, al lado de los más extraños y raros que tenía. Esperaba que la respuesta de su compareño fuera positiva, y no se asustara demasiado. Ya que de la única forma que pudiera obteniendolos eran dos. Que alguien matará a Nuit o esperar a que este muriera de viejo. Pero hasta era más probable la primera, los monstruo jefe solo envejecen si tienen descendencia, y no sabía si el contrario era muy receptivo al amor.











Un pequeño error, y su mano recibió un corte en tres de sus falanges, manchando con su sangre el cuchillo en el proceso, emitió una pequeña queja, dolió aunque no tanto, llevo su lastimada mano cerca de su boca y lamio la sangre, su sabor pese a ser el típico metálico, tenía ese algo que resultaba grato para sus papilas gustativas, quizás sea por la notable costumbre que tenía a ese sabor pero consideraba que si sangre tenía un sabor agradable aunque no comparable con el de uno de sus jefes, el de aquel sujeto era dulce como ningún otro.
Rio levemente, ah, esos comentarios tan curiosos como agraciados, su contrario es extraño pero el tipo de rareza que es agradable, quizá no para cualquiera pero si para los más adaptables y parecidos.
—Gracias, pero no, creo que me llevaré a la tumba estás preciosuras. —en si tono se podía distinguir cierto orgullo, estaba al tanto de lo preciosos que son sus ojos, con ese color cereza dulce y oscuro, que brillaban bajo la luz colada de la luna, simplemente bellos, lo sabía, y llegaría a alardear sobre ello, si no fuera tan tímido y su confianza no fuera una mera mentira que usaba para proteger su débil alma. Oh, parecía que alguien venía a saludar, podía oír pasos lentos pasar por el pasillo, resonaban hasta la puerta medio abierta del cuarto, dudaba que fuera uno de los sobrevivientes de ese edificio, quizás algún otro encargado de la limpieza que se le fue asignado ese piso, o tal vez alguien del culto que buscaba saber cuándo estaba lista la cena, todas esas respuestas podrían ser ciertas hasta el momento en el que la puerta sea abierta del todo y se deje ver quién paseaba por ahí como el dueño de todo.
—¿Y tú me darías tus ojos si mueres? Me encantaría comerlos, creo que tendrían un sabor increíble. —No perdió la oportunidad se hacer una propuesta igual de indecente que la dicha por su compañero, solo que la suya si podría ser considerada lo normal sentir de un grupo de caníbales, los ojos son la ventana al alma, y probar un poco de ella podría ser toda una experiencia, una vez llegó a probar esos globos oculares, dulces, eran como una golosinas después de cenar la carne, fue su merecido premio por el esfuerzo que puso en la preparación de la cena hace ya un par de meses. No pudieron seguir con su charla. La puerta fue abierta, por ella cruzó una figura baja e imponente, que mantenía la cabeza en alto y una media sonrisa.

—Estas haciendo unos buenos cortes Nuit, es lo menos que podría esperar de ti. —Comento el segundo al mando, Toth, miraba con cierta hambre los trozos grandes y jugosos de carne, que chorreaban algo de carne, daban ganas de morderlos, pero... Faltaba un trozo de esa pieza de carne, ¿Dónde estaría? ¿Hacia falta castigar a alguien por ese robo injustificado?










No esperaba esa respuesta, pero estaba bien. Que decir, si al final acabas muriendo lo menos que quieras tener es tus ojos contigo ¿no? Lástima que esos pobres desgraciados no tuvieran la oportunidad de elegir. Eso pasaba por tener unos bellos y curiosos ojos, no se sentiría en el necesidad de hacerlo si no fuera por aquella mirada tan atrayente e hipnotizante. Era irresistible para él, unos ojos así no siempre son fáciles de encontrar, un azul oscuro tan intenso que podía llegar a sobre pasar la línea. Viendo en ellos pequeños detalles de un color más, un morado quizá. Se combinaban bien, teniendo la mezcla justa y necesaria de ambos colores. Lo suficiente como para llegar a ser armoniosa y resaltar esos destellos apagados en su mirada.
—Jo. —una pequeña palabra que demostraba su pena, por no poder unir los ojos de su compañero a su preciada colección. Sacó de su bolsa un pequeño frasco de plástico, había cogido aquello por si encontraba algunas valiosas piezas. Pero en ese edificio solo pudo encontrar otro par que le gustarán, unos ojos de colores verdes diferentes, demasiado claros como para que sean comunes. La abrió y guardo ahí el primero, para seguir en su labor de terminar de sacar el otro.
—Puede ser~.—fue lo último que alcanzó a decir antes de que la puerta se abriera. Dejando paso para ver al segundo al mando, puede que un tanto pequeño, pero no se podían hacer bromas con ello. Daba igual su apariencia si desarrollaba bien su labor y cumplía eficazmente con esta, no por algo era un alto cargo. No conocía bien el historial que aquel esqueleto tenía, pues no se le era permitido algo así. Puede que Nuit supiera aunque sea algo, de todas formas, él se encontraba en un rango superior al suyo. Siendo cocinero se tienen un par de ventajas y respeto por los miembros, casi el mismo que los cazadores. Aquellos que se encargaban del trabajo más sucio de todos, dejar todo listo para la comida. ¿Y él que era? Un simple limpiador, unos de los rangos más bajos, pues su trabajo se trataba de eliminar o modificar las posibles pruebas  que den indicio a que exista un culto así. Termino de sacar el otro par de la cabeza sin vida, guardandolo feliz en su pequeño frasco. Sin esperarse lo que le venía por delante, al no haber resistido la tentación de comer sin autorización. Seguro le tendrían un buen castigo por aquello, pues no se podía comer en horario de trabajo. Esa podría ser una de las reglas más normales que tendría aquel misterioso culto, puede que sean caníbales, pero también tenían propio orden.











Se tenso. Podía sentir esa mirada como de depredador sobre sus acciones, seguramente ya se dió cuenta, aproximadamente llegaba a sacar más de cinco hermosos trozos de carne de los muslos, pero ese día no era el caso, faltaba uno, uno que dió a su compañero. Pudo escuchar ese suspiro de frustración y mientras continuaban con su labor con cierto temblor vio que aquel superior miraba a su compañero, murmurando un par de cosas inaudibles para su oído. Aquel tipo era de temer, quizás sea el segundo al mando pero sus razones habían, quien estaba primero había hecho cosas más atroces con los mismos miembro del culto que le traicionaban en un pasado, o al menos es lo que logro saber gracias a pequeños rumores que corrían entre los de más baja categoría, y aquellos que se atrevían a desafiar su autoridad, no les iba mejor con los castigos que recibían. Desde amputación hasta la expulsión y próxima aniquilación, solo podía suponer lo que el pequeño esqueleto pudo haber hecho para estar en su actual puesto.
—T-tuve que desechar una pieza, por accidente se me había caído y no podía permitir que nuestros compañeros comieran de esa sucia carne. —de había apresurado a buscar una excusa válida para su superior, no importaba si era una mentiría o no, en verdad quería proteger a su compañero del posible castigo que podría llevarse por comerse aquel trozo de carne. Pero no sé espero ver las acciones del superó, simplemente ignoro sus palabras y se acercó con paso altanero hacia Tier, viéndole con una media sonrisa, como si ya supiera que hacer con él. Ay no...

—Y este sucio perro, ¿Se la comió? —Cuestiono, su tono de voz era dulce y agradable pese al insulto, parecía el de un joven adulto, lamentablemente aparentaba menos de lo que realmente tenía. Y su ternura externa no era más que una fachada buen armada. Sus dulces ojos miraron desde el simple limpiador hasta el cocinero, uno de los mejores que tenían en su culto debía de decir, y le vio asentir, nadie tenía permitiría ocultarle la verdad por más justificado que estuviera. Se pudo de rodillas frente a ese inferior, mirándole a detalle, parecía ser bastante fuerte y tenía cierto talento desperdiciado, tenía buen ojo para ese tipo de cosas, analizar a otro, aprendió con el pasar de los años lo que se necesita para conocer más a fondo a otros sin necesidad de las palabras.
Con una mano le tomo desde el mentón, haciendo que le mire, fue un tanto brusco en el acto.
—Sabes que no está permitido comer en hora de trabajo, ¿Cierto? —Espero unos vagos momentos por una respuesta de ese esqueleto, antes de continuar hablando con neutral tranquilidad, ya tenía en mente como castigarle— lo que hiciste no estuvo bien, ah, lamentablemente tendré que castigarte, Tier, no me gusta la idea pero debo para que aprendas la lección. —Entre tantos caníbales, podía reconocer el nombre de unos cuantos, por sus peculiaridades, la de ese esqueleto era la de literalmente parecer un perro, con su cola larga y por cómo la mayor parte del tiempo tener comportamientos fuera de su entendimiento. Era curioso, un espécimen que seguro tenía buen sabor, pero no podía comer a otros miembro, sin justificación, claro.

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