━ capítulo nueve: aclaración.
CAPÍTULO UNO
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«• ACLARACIÓN •»
Una sensación horrible y un sentimiento de culpabilidad gobernaron en el cuerpo del joven Malfoy durante lo que quedó de día. Por la noche ni siquiera fue capaz de dormir. Su mente no quería darle un respiro, al contrario, lo machacaba cada vez más con lo que había sucedido con Hera. El golpe que le había dado en la mejilla, la ira y el dolor en sus ojos, sus palabras, sus lágrimas... ¿Habría comenzado a odiarlo ya?
Cuando por fin se levantó de la cama, su cara era un poema. Era fácil ver para cualquiera que no estaba de muy buen humor, pero ninguna de las personas que había en la sala común se atrevía a preguntar por qué estaba así. El rubio se limitó a ignorarlos y a recostarse en uno de los sofás. Era hora de desayunar, pero no iría al Gran Comedor. No quería correr el riesgo de encontrarse a Hera y Gray nuevamente juntos y coqueteando, como los días anteriores. Pero sobre todo lo que no quería era ver la cara de Hera, por el temor a ver odio hacia él reflejado en sus ojos.
Se arrepentía. Sabía que debía haber medido mejor sus palabras. Sabía que debía haber pensado antes de hablar. Sabía que no debía haberla tratado así, tan fríamente. Sabía que en un rato había estropeado todo el proceso que habían hecho. Por eso, se arrepentía. Incluso si las palabras que había soltado con respecto a Gray eran lo que él creía verdad, debía haberse contenido sabiendo que era una persona importante y especial para la pelirroja. Pero justo porque sabía esto último era que quizás no había sido capaz de contenerse. Porque había visto al maldito de Gray besándose con otra chica cuando supuestamente había algo entre Hera y él. Así que, ¿cómo podría permitir qué esa clase de hombre estuviese al lado de Hera? No podía permitirlo, incluso si él no tenía derecho a decir nada sobre ello.
Si tan sólo le hubiese dicho a la Ravenclaw lo que había visto, quizás las cosas habrían terminado de otra manera. Pero se había quedado mudo ante la reacción de ella. Además, nada le garantizaba que aunque se lo hubiese dicho las cosas hubiesen terminado bien. Quizás, podría haber sido hasta peor, porque a Hera se le podría haber roto el corazón.
Divagó y volvió a divagar mil veces sobre ello hasta que su amigo Theodore apareció en la Sala Común y llamó su atención. Draco se incorporó en el asiento, pero ni siquiera se dignó a mirar el rostro del moreno. Si para los demás su cara estaba siendo un poema, para alguien como Theo sería un libro abierto. Vería de lejos que le sucedía y quería evitar a cualquier coste que le preguntase sobre ello. Para su desgracia, justo cuando ese pensamiento cruzó por su mente, Nott ya había comenzado a formular una pregunta.
—No tienes muy buena cara, Draco. ¿No has dormido bien o... ha sucedido algo diferente?
—No ha sucedido nada —respondió secamente, más que dispuesto a irse de allí si seguía indagando en el tema.
—¿Seguro? A mí no me lo parece.
Draco no comentó nada, sólo lo miró por unos segundos antes de volver a desviar la mirada. Mientras tanto Theo empezó a formular cientos de hipótesis en su cabeza sobre porque estaría así su amigo. Quizás tenía algo que ver con el Señor Tenebroso, pese a que todavía no sabía a ciencia cierta si el rubio se había unido a los mortífagos, todavía cabía esa posibilidad. Sin embargo, no tardó en darse cuenta que la respuesta era mucho más sencilla que aquello.
—¿Tiene algo que ver con Hera? —dejó caer.
Finalmente, el rubio centró su mirada en los ojos ajenos. No se lo había dicho, pero era seguro que el moreno ya conocía perfectamente los sentimientos que tenía hacia la pelirroja. Estaba claro también que se había dado cuenta de ellos mucho antes que él mismo.
Sus labios se entreabrieron, estando a punto de soltar un «sí», pero no lo hizo. Sin embargo, ese amago había sido suficiente respuesta para su amigo.
—¿Qué hiciste?
Theo sospechaba que había sido el rubio y no la pelirroja la que había metido la pata. Sobre todo por el estado en el que estaba su amigo.
—A saber —fue lo único que recibió como respuesta, antes de que Draco se levantase y se marchase a su habitación para coger el material para las clases.
Mientras tanto el moreno se quedó dándole vueltas a lo que podría haber pasado entre Draco y Hera. Su intuición —casi siempre acertada— le decía que Gray estaba metido de por medio; Gray y los innegables celos que había despertado en Draco. Era probable que su amigo hubiese malinterpretado algo, solo por su necedad de no preguntarle cual era la relación entre los dos Ravenclaw. Nott se había pasado el día anterior esperando a que Malfoy le realizase la pregunta, pero esto no había sucedido y ahora ya no había vuelta atrás, el rubio ya había metido la pata por alguna conclusión equivocada. ¿Debía ayudarle a aclararlo?
Sin mediar palabra, cuando Draco hubo regresado, ambos partieron a las clases y mientras caminaban, ambos estaban demasiado absortos en sus propios pensamientos como para mantener una conversación. Lo irónico era que ambos pensaban en que se podía hacer para arreglar la situación que se había dado con Hera.
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La mañana pasó lentamente, pero sin incidentes. Para su suerte, no compartían ninguna clase con los Ravenclaw hasta la tarde, así que no se cruzó con la pelirroja en ningún momento. Fue en la hora de la comida cuando por fin lo hizo. Él se habría saltado la comida sólo para evitarlo, pero ya se había saltado el desayuno y estaba hambriento.
Nada más sentarse en su respectiva mesa, sus ojos lo traicionaron al ver aquella rojiza melena ondeándose y la siguieron hasta que finalmente sus miradas se toparon. Mientras que la Ravenclaw pudo ver las grandes ojeras que rodeaban aquellos ojos grisáceos, el Slytherin pudo ver como los ojos ajenos estaban rojos y ligeramente hinchados. ¿Habría llorado tanto y tan fuerte, después de la pelea que habían tenido, para que sus ojos estuvieran así todavía? ¿O habría sucedido algo más? Obviamente no podía ir a preguntárselo.
¿Y la incomodidad y rabia que sintió cuando vio aparecer a Gray y luego sentarse al lado de Hera? ¡Por Salazar! Cuanto deseaba levantarse y darle el puñetazo que debería haberle dado el día anterior cuando lo vio besuqueándose con aquella chica. Pero, como no podía hacerlo, se limitó a fulminarlo con la mirada durante toda la comida. Definitivamente, detestaba a aquel Ravenclaw, ya que por su culpa estaban mal las cosas entre Hera y él. Bueno, no todo era culpa del moreno, quisiera reconocerlo o no, él también tenía parte de la culpa.
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Un insulto tras otro surgía en la mente del Slytherin, a veces hacia su propia persona y otras hacia el Prefecto de Ravenclaw. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? No sabía cómo arreglar la situación con la pelirroja, pero quería hacerlo más que nada. No quería que ella lo mirase con odio, que no le hablase o que directamente no quisiese estar con él más. Desde que se había dado cuenta de sus sentimientos, lo único que quería hacer era estar más tiempo con ella, aunque fuese peligroso. Pero, por su suelta lengua y sus celos, lo había estropeado todo. ¿Debía tragarse sus verdaderos pensamientos hacia Gray y disculparse con Hera para solucionar las cosas? Sinceramente, no se veía capaz de hacer eso, incluso si era la única solución para que ella lo perdonase.
Cruzó la esquina del pasillo, dirigiéndose al punto de encuentro con el siguiente Prefecto que haría la ronda. Lo que parecía desconocer es que el siguiente Prefecto no era nada más ni nada menos que Gray Parker. Su sorpresa fue tal que se quedó clavado en el suelo en cuanto lo reconoció, pero no pareció ser el único sorprendido, pues los ojos del moreno también se habían abierto ligeramente, extrañado ante la llegada del rubio.
—Mira por donde, justo la persona que más quería ver —comentó el mayor con una sonrisa ladina.
—Siento que el sentimiento no sea mutuo —respondió Draco con un toque de sarcasmo. A decir verdad, no podía entender porque el Ravenclaw tenía tantas ganas de verlo.
Una sonora risa se escapó de los labios ajenos. Parecía divertido, pero la diversión se trasformó en seriedad en cuestión de segundos. Con tres grandes zancadas se posicionó delante del menor y antes de que éste pudiese preguntarle qué quería, se vio con la varita del contrario clavándose en su cuello mientras le obligaba a retroceder hacia la pared. Como era normal, Draco se sorprendió mucho más que momentos antes. ¿Qué cojones estaba pasando? El amable y alegre Gray tenía una mirada tan llena de ira que podría llegar a asustar hasta al hombre más valiente. El Prefecto perfecto resultaba ser más violento de lo que la gente creía o de lo que él dejaba ver.
—¿Qué...? —Ni siquiera pudo terminar la frase.
—Te lo preguntaré solo una vez, ¿quién coño te crees que eres para hacer sufrir a Hera? —siseó y ante la confusión que el rubio reflejó en sus ojos, continuó—: Llegó llorando ayer a la sala común después de haber tenido una discusión contigo. ¿Tienes idea de cuantas lágrimas derramó por tu culpa? ¡Ni siquiera te mereces que derrame una!
«Espera... ¿está aquí para reclamarme sobre Hera?», fue lo primero que surcó en la cabeza del Slytherin. Casi soltó una amarga carcajada. Puede que él hubiese cometido un error, pero, ¿qué derecho tenía el Ravenclaw a reclamarle sobre ello?
—¿No vas a decir nada? —bufó Gray—. Ella confiaba en ti, ¿sabes? Creía que habíais comenzado a ser amigos y ella estaba feliz por eso. —Escuchar eso le dolió. En cualquier otro momento le habría alegrado, pero ahora no—. Mira que le dije que no eras trigo limpio, eres un Malfoy después de todo, pero ella quería estar contigo aun así y ya que la salvaste de aquel tipejo —dijo refiriéndose al bastardo que había acosado a Hera en Hogsmeade hacia un tiempo—, pensé que quizás no eras tan malo, ¡qué a lo mejor eras hasta buena persona! —dejó escapar una pequeña carcajada irónica y amarga—. Supongo que tanto Hera como yo fuimos unos ingenuos al pensar que eso era posible. ¿Tienes idea de cuantas ganas tengo de darte una paliza o hechizarte?
—Pues hazlo —siseó Draco. Estaba tratando de aparentar calma o más bien de controlar su propia ira, pues cada palabra que salía de la boca ajena hacía que tuviese ganas de ser él quien le diese una paliza.
—Lo haría, pero no quiero ser expulsado por culpa de un tipo como tú. —Pese a decir eso, su varita no se alejó en ningún momento del cuello ajeno.
—¿Es eso o es que eres un cobarde? —Ah, sí, definitivamente tenía que aprender a cerrar la boca o algún día acabaría muy mal.
—Creo que soy más valiente que tú, pero ese no es el tema que estamos tratando. Hera me contó lo que dijiste... —dejó caer antes de continuar—. Sinceramente, no me importa lo que digas de mí, pero otra cosa muy diferente es lastimar a Hera con ello. Es una buena chica, demasiado fiel y protectora con las pocas personas que le importan... —suspiró. Él sabía mejor que nadie eso, igual que sabía todo por lo que había tenido que pasar la pelirroja para poder empezar a ser feliz, y era por eso que no podía tolerar a nadie que intentase arruinar su felicidad—. Supongo que por lo destrozada que está, tú eras una de ellas, pero... quizás dejes de serlo.
«Espera, espera. ¿Para Hera soy una persona importante?», la pregunta se quedó flotando en la mente del rubio. No podía ser verdad, apenas habían comenzado a tener algún tipo de relación y además, él creía que lo había hecho para agradecerle por salvarla aquella vez. Entonces, ¿no era eso? ¿Realmente era importante para ella? ¿Lo apreciaba? ¿A él? Realmente era difícil de creer, pero no parecía como que el moreno le estuviese mintiendo o burlándose de él. Parecía que estaba siendo totalmente sincero.
Ni siquiera se percató de que Gray había apartado de una vez la varita de su cuello y la había vuelto a guardar en su túnica, debido a lo absorto que estaba en sus pensamientos. Sin embargo, perdió la concentración cuando volvió a escuchar la voz del moreno.
—Tienes dos opciones, Malfoy.
—¿Por qué tendría que escuchar lo qué dices? —le interrumpió Draco.
—La primera —siguió diciendo, ignorando su pregunta—, es que dejes las cosas como están y que así Hera acabe perdiendo por completo el aprecio que te tiene. —Dio un paso hacia atrás, alejándose un poco del rubio—. La segunda, es que vayas a buscarla y le supliques perdón, pero esto último sólo deberías hacerlo si de verdad ella te importa en lo más mínimo. Aunque... —Mostró una sonrisa ladina llena de escepticismo antes de continuar—: me pregunto si de verdad alguien tan orgulloso como tú sería capaz de disculparse.
Gray giró sobre sus talones, dándole la espalda, dispuesto a emprender la marcha y empezar con su labor como Prefecto.
—He oído muchas cosas sobre ti, Malfoy, la mayoría desagradables, es por eso que no me agradas y le dije a Hera que no eras de fiar. Pero... no te conozco realmente. —Hizo una pequeña pausa en la que giró el rostro para encontrarse con la mirada de Draco—. Demuéstrame que me equivoco, demuéstrame que los rumores se equivocan, demuéstrame que en realidad no eres tan mal tipo, demuéstrame... que Hera tenía razón.
Y con esas últimas palabras, finalmente se alejó.
Draco se quedó allí un par de minutos más, aún con la espalda apoyada sobre la pared, dándole vueltas a las palabras de Gray. Quería detestarlo con todas sus fuerzas, pero, ¿por qué él parecía tan buen tipo? Incluso si se besaba con otra, ¿por qué parecía que le importaba Hera más que nadie? ¿Por qué al final, aunque parecía que iba a darle una paliza, le había pedido que le demostrase que la gente estaba equivocada con respecto a él? No lo entendía. No entendía lo que pasaba por la mente del Ravenclaw.
Pero nada de eso era importante. Lo importante era que tenía dos opciones: alejarse de Hera para siempre o hacer todo lo posible para poder permanecer a su lado.
«•❀•»
Un par de horas habían pasado cuando se encontró de nuevo con Nott, al que rápidamente le explicó lo que había sucedido con el Prefecto de Ravenclaw. Además, de contarle finalmente lo que había sucedido con Simmons el día anterior. Durante un rato, su amigo no hizo ningún comentario, pues estaba asimilando la información. Una parte de él no podía dejar de pensar que era divertido, pero otra estaba seriamente preocupado por la situación.
—Así que eso sucedió, hm...
—¡Así es! Sé que hice mal, pero, ¿te puedes creer que él viniese a reclamarme después de lo que va a haciendo por ahí con otra? ¡Está engañando a Simmons! —replicó el rubio.
—Bueno, creo que tiene muy buenos motivos para reclamarte cuando se trata de Hera —repuso su amigo, lo cual desconcertó a Draco.
—¿Pero me estás escuchando? Se estaba besando con otra. ¡La está engañando! —alzó la voz al repetirlo por enésima vez. Por suerte, no había nadie a su alrededor para escucharlo más que el moreno.
—No creo que a Hera le moleste eso —contestó Nott, encogiéndose de hombros.
—¿Cómo no va a molestarle? Ellos son... son... —Le costaba la vida tratar de decir la relación que Hera y Gray mantenían; le dolía, lo mataba de celos.
—Son primos.
Dos palabras. Sólo esas dos palabras fueron suficientes para que a Draco se le desencajase la mandíbula y sus ojos se abriesen como platos, además de que su mente se saturase en el intento de procesarlas y entenderlas. ¿Qué era lo que acababa de decir Nott? ¿Qué Simmons y Parker eran primos? No, imposible. Debía haber escuchado mal. Es decir, ellos eran pareja, ¿no? O al menos estaban enamorados.
—Son primos. Hera y Gray son primos —repitió Theo, por si acaso su amigo no lo había escuchado. Segundos después, rompió a reír a carcajadas ante su expresión.
—Es... mentira —fue lo único que se le ocurrió decir a Draco.
—Es la verdad. ¿No es mejor así para ti? —inquirió con una ceja alzada. «Por los sentimientos que tienes hacia ella», añadió en su cabeza— .He tratado de decírtelo durante todo el día porque ya me estaba empezando a preocupar que hubieses malinterpretado todo y por eso hubieses hecho daño a Hera, pero como aquí el señorito Malfoy no escucha cuando está ofuscado...
Draco estaba paralizado, lo único que hacía era mirar a su amigo con cara de quien no entendía nada. ¿Se había equivocado desde el comienzo? ¿Lo había malinterpretado todo? ¿Hera no estaba siendo engañada? ¿Hera y Gray solo actuaban tan cercanos y cariñosos porque eran familia? ¿Era por eso que Hera estaba tan enfadada cuando habló mal del moreno y éste, a su vez, se había enfadado porque la había hecho llorar?
«Oh, mierda». Había metido la pata hasta el fondo.
—Entonces, la chica con la que se estaba besando...
—¿Era castaña, verdad? —inquirió Theo para asegurarse. Draco asintió—. Es la novia de Gray, llevan casi un año saliendo, según lo que me contó Hera.
Maldición, realmente ahora todo tenía sentido. Él había sido un estúpido al malinterpretar la situación y no dignarse a preguntar para confirmar si tenía razón o no.
—¿Qué piensas hacer ahora? ¿Se lo explicarás a Hera? —quiso saber Theo.
No respondió, pero la respuesta quedó clara cuando salió corriendo de allí. ¡Por las barbas de Merlín, había sido un completo idiota! Se golpearía una y mil veces por haber sido tan estúpido. Si tan sólo le hubiese preguntado a Nott desde el comienzo, nada malo habría pasado. Pero había preferido sacar sus propias conclusiones, encima equivocadas, antes de preguntar. ¡Qué insensato y estúpido había sido!
Tenía que encontrar a Hera y arreglar las cosas. Tenía que pedirle perdón y esperar que ella no lo odiase ya. No podía —ni quería— perderla de esa manera por un estúpido error suyo y menos ahora que sabía que el corazón de la pelirroja no pertenecía al moreno.
Prácticamente, se recorrió todo el castillo en su busca, pero no la encontró por ningún lado, hasta que cayó en la cuenta de que a esas horas ella sólo estaría en un sitio: la biblioteca. Con paso apresurado se dirigió hacia allí y no dudó en ir hasta la mesa que ella siempre solía ocupar y que él mismo había ocupado para hacerle compañía. En efecto, se encontraba allí, de espaldas a él, enterrada en una montaña de libros y pergaminos. Por suerte, estaba sola y podría hablar con ella tranquilamente. Pero, ¿qué le iba a decir?
Dio un par de pasos más y cuando la pelirroja hubo girado la cabeza hacia su derecha para encontrarlo, inclinó él la suya.
—Lo siento. —Una rápida y suave disculpa escapó de sus labios, antes de permitir que ella hablase; casi lo dijo a regañadientes—. Lo siento, Simmons.
Ser capaz de decir aquellas palabras era casi un milagro para él. En realidad, le estaba costando bastante. Disculpase no era lo suyo, pero por ella haría eso y mucho más.
—¿Malfoy?
Estaba confusa. Ni siquiera sabía si aquello era un sueño o si el Slytherin realmente se estaba disculpando con ella. Pero al darse cuenta de que era real, parte de la molestia que sentía hacia él en esos momentos, desapareció.
—He sido un idiota —reconoció muy a su pesar, sin siquiera elevar aun la cabeza—. Malinterpreté la relación entre Parker y tú y acabe haciéndote daño, lo siento.
—¿Lo... malinterpretaste? ¿Qué quieres decir?
—Creí... —carraspeó. En esta ocasión, tenía que elegir bien sus palabras para no volver a hacerle daño y además, para que ella no descubriese que había estado celoso de Gray—. Creí que había algo entre vosotros. —Ambas dejas de la muchacha se enarcaron ante aquello, indicando sorpresa, aunque no era la primera vez que confundían su relación con Gray—. Así que cuando lo vi besándose con otra chica, pensé que te estaba engañando y por eso, dije todo eso de él. Nunca quise hacerte daño ni nada —se excusó.
—Eso no explica porque no estabas viniendo a la biblioteca —replicó ella.
—Ah, sobre eso... —Se llevó una mano a la nuca, frotándose aquella zona—. Supongo que fue porque me molestaba que Parker estuviera siempre a tu alrededor.
—Hm... ¿Podría ser que estabas celoso? —cuestionó, extrañada.
«Imposible», pensó segundos después.
—Claro que no —mintió. Sin embargo, un leve color rojizo sobre su pálida piel lo delató.
Una melodiosa risa empezó a escaparse de los labios de Hera. Draco alzó la cabeza en ese momento, observando un tanto confundido a la contraria.
—Me siento tan aliviada ahora. —Esas palabras y la sonrisa que ahora ella mostraba, sólo confundieron al rubio aún más—. Llegué a pensar que no me veías como una amiga y que encima odiabas a Gray sin motivo, pero resulta que dijiste aquello porque estabas preocupado por mí —le aclaró—. Es un alivio que todo haya resultado ser un error.
«¿Ella... se siente aliviada? Maldita sea, es tan perfecta», pensó Draco.
—Sí, es un alivio —murmuró también—. ¿Entonces, estoy perdonado?
El silencio reinó hasta que Hera se levantó de su asiento y le propinó un pequeño golpe en la cabeza con el puño a Draco.
—Sólo no vuelvas a cometer un error como ese —dijo e hizo un pequeño puchero que al Slytherin le resultó la cosa más adorable del mundo—. Pero sí, estás perdonado.
Fue ahora a él al que le invadió el alivio y lentamente una pequeña sonrisa se fue asomando en sus labios. Estaba perdonado. Todo estaba arreglado, aclarado. No la había perdido. Podía volver a estar con ella. Podía volver a estar su lado. Podía volver a mirarla a los ojos sin temor a encontrar odio en ellos. Podía volver a ver su brillante sonrisa y escuchar su bella voz. Era un alivio.
—Por cierto, no pensé que fueses capaz de disculparte tan honestamente —se le escapó sin querer, pero es que ciertamente la había sorprendido—. Ah, quiero decir...
━Sé lo que quieres decir, está bien —la interrumpió. Había recordado lo que había dicho Gray sobre los rumores que había sobre él, imaginaba que ella también debía haberlos escuchado y desgraciadamente, muchos de ellos no eran falsos—. Pero yo tampoco pensaba que serías capaz de golpear a alguien.
El rubor no tardó en surcar las mejillas de la pelirroja. Se había olvidado por completo del bofetón que le había dado el día anterior y ahora se arrepentía de habérselo dado, pero había sido culpa del calor del momento.
—Lo... Lo siento por eso. —Alzó una de sus manos y titubeante, la posó sobre la mejilla ajena que había golpeado—. ¿Todavía te duele?
El rubio se limitó a negar, mientras disfrutaba de aquel contacto físico. Lo disfrutó aún más cuando ella empezó a darle suaves caricias, con tanto cuidado que sintió que tocaba el cielos. Hacía tiempo desde la última vez que había sentido su calor. Desde que la había tenido tan cerca. Desde que había podido perderse en sus ojos y en su aroma. Lo había extrañado. Su presencia, su calor, su todo. Simplemente, la había extrañado a ella. Y lo mismo sucedía a la inversa, ella también lo había extrañado, más de lo que él imaginaba.
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¿Os esperabais que Gray fuera el primo de Hera? Bajo mi opinión, es gracioso que Draco metiese la pata de esa manera. xD
Marie Weasley.
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