━ capítulo catorce: es mi novia.

CAPÍTULO CATORCE

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«• ES MI NOVIA •»


Aquella tarde, después de disfrutar de su compañía durante horas en los jardines del castillo y después de haber descubierto que sus sentimientos eran correspondidos, había sido Hera, y no Draco, quien había acompañado al otro a la entrada de su sala común —pese a las quejas de él sobre que era de mala educación que el hombre no fuese al que acompañase a la mujer para que estuviese sana y salva—, preocupada por su salud, porque aunque el rubio no lo dijese ni se quejase de ello, sabía que todavía lo achacaban fuertes dolores por lo acontecido en el baño horas atrás.

Draco había decidido que al día siguiente actuaría como si nada hubiera pasado para que nadie se pusiese a preguntar. Además, estaba seguro de que Potter también lo preferiría así. Sin embargo, Hera sabía que no iba a poder actuar con normalidad de nuevo con el azabache, porque nunca podría olvidar que casi había matado al rubio. Incluso si sabía que él no era una mala persona y que probablemente lo que había sucedido, no había sido su intención.

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Hera despertó temprano a la mañana siguiente por culpa de los maullidos de Deo cerca de su oído. El pequeño animal rodó por la cama cuando ella se incorporó para sentarse sobre ésta y luego comenzar a frotarse con parsimonia sus aun adormilados ojos. Observó después a Deo mientras trataba de caminar por las sabanas y cuando estuvo en su regazo, comenzó a acariciarlo con suavidad.

—Hacía mucho tiempo que no me despertabas, ya que siempre estás rondando por el castillo —murmuró la pelirroja a lo que la criatura maulló—. ¿Sabes? Hoy he tenido un sueño muy raro... —bostezó—. He soñado que Draco casi se moría y que luego nos besábamos. Aunque se sintió bastante real...

Iba a decir algo más, pero sus palabras se quedaron atascadas en su garganta cuando sus ojos detectaron su uniforme pulcramente doblado sobre el baúl. Diversas manchas de sangre resaltaban sobre la tela y fue entonces cuando se dio cuenta de que no había sido un sueño. De que Draco casi moría en los baños por culpa de un hechizo lanzado por Potter. De que, después de que él recibiese tratamiento, la había besado, se habían besado. De que le había pedido que se quedase con él. Y de que habían permanecido abrazados durante horas.

Sus mejillas se colorearon rápidamente de un tono carmesí. ¡Por Rowena, se había besado con Draco! ¡Con el chico del que estaba enamorada! Y aquel «quédate conmigo», ¿no había sido una declaración? ¿Significaba eso que el rubio tenía los mismos sentimientos que ella tenía? ¿Significaba eso que él también la quería y estaba enamorado de ella? No cabía en su gozo de la dicha que sentía en ese momento. Normal que le hubiera parecido un sueño, sonaba demasiado irreal, demasiado maravilloso, demasiado similar a uno de sus sueños de verdad.

Pero, ¿qué iba a hacer ahora? ¿Cómo debía actuar delante de Draco después de lo sucedido? ¿Iban a comenzar a salir, a ser pareja, a partir de ese momento? ¿Querría él mantenerlo en secreto o no le importaría que todo el mundo lo supiese? Muchas preguntas rondaban por la mente de la Ravenclaw y a pesar de su inteligencia, no fue capaz de hallar una respuesta clara.

Se vistió lo más rápido posible con ropa casual, pues era día libre y no tenía que llevar el uniforme, y cepilló su cabello con las manos, desenredándolo un poco, antes de colocarse una fina diadema azul claro, a juego con la blusa que había escogido.

Una vez hubo terminado, salió de la habitación, dejando que Deo también saliese, y marchó rumbo al Gran Comedor. Los nervios se la comían a medida que se iba acercando al lugar, aun preguntándose cómo debía actuar cuando viese a Draco, aunque quizás él no estaba allí todavía porque era temprano para un día libre y él debía estar cansado por todo lo sucedido. Debido a esa suposición, la sorpresa fue tal que sus ojos casi parecieron salirse de sus órbitas cuando vio al Slytherin, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo, apoyado en la fría y enorme puerta que conducía al comedor.

—D-Draco... —tartamudeó por los nervios y el mencionado elevó inmediatamente la cabeza—, es muy temprano, ¿no deberías estar durmiendo?

—Podría decir lo mismo, pero la verdad es que sé que sueles levantarte temprano y yo —Sus grisáceos ojos se fijaron en los almendrados ajenos— quería verte cuanto antes.

Hera no pudo decir nada ante eso y menos después de que una sonrisa apareciese en los labios de Draco, consiguiendo que el rubor comenzase a aparecer en sus mejillas. El rubio se separó por fin de la pared y caminó hasta ella, sin que aquella sonrisa desapareciese. Notó inmediatamente los nervios de la contraria cuando estuvo lo suficientemente cerca y no pudo evitar que una parte de él se muriese de ternura. Ella era tan adorable. Era tan inocente y tierna. Le encantaba que fuera así. Le encantaba ver el gran efecto que tenía sobre ella. Y le encantaba molestarla de esa manera para ver sus diferentes reacciones. Por eso, bajó la cabeza hasta que consiguió unir sus frentes y ambos no tardaron en embriagarse con el aroma del otro; él con el aroma jazmín y ella con el aroma a menta verde.

—Buenos días, por cierto —susurró Draco con voz ronca.

—B-Buenos días. —Su voz tembló y el contrario sonrió aún más.

—Vamos — le indicó después, cogiendo su mano y separándose para comenzar a andar hacia la puerta del Gran Comedor.

—¡Espera! —Trató de frenarlo, pero él no la escuchó.

Y los nervios sólo le aumentaron en cuanto vio como el rubio abría la puerta y la arrastraba dentro, tirando de su mano. Las miradas de aquellos que estaban sentados más cerca de la puerta se centraron inmediatamente en ellos y las exclamaciones de asombro comenzaron a escaparse de sus labios.

—Draco, espera, todo el mundo va a ver que estamos agarrados de las manos —murmuró ella, sintiéndose inquieta ante esas miradas. ¡Con lo poco que le gustaba destacar!

—¿Y quién ha dicho que no sea eso lo que quiero? —cuestionó él, dejándola sin palabras.

Sin decir nada más, Draco la llevo hasta la mesa de Slytherin, donde los compañeros de su casa los miraron con los ojos bien abiertos mientras pasaban. Al llegar a donde estaba el grupo de amigos del rubio, Theo los miró con una ceja enarcada al ver sus manos unidas mientras se obligaba a no sonreír, imaginando lo que podría haber pasado. Blaise los miró anonadado, llevando la mirada de un lado a otro entre la pareja y el moreno a su lado, esperando que Theo supiese lo que estaba pasando al ser el mejor amigo del rubio. Goyle y Grabbe los miraron sin creerse lo que veían y extrañamente, hasta dejaron de comer de la sorpresa. Por último, Pansy los miró contrariada y se levantó del banco, apoyando con un movimiento brusco sus manos en la mesa. «¡Es imposible! Esto no puede estar pasando», pensaba.

—¿¡Qué está pasando aquí!? ¿¡Qué haces con Simmons!? —exigió saber consternada.

—¿Es que tienes algún problema con que esté con ella? —siseó Draco con frialdad y luego miró a Blaise—. Échate a un lado —le indicó, aunque casi parecía que se lo ordenaba.

El moreno no tardó en hacer lo que le decía, deslizándose por el banco y alejándose de Theo lo suficiente como para que Hera y Draco cupiesen. El rubio fue el primero en sentarse y tras tirar de la mano de la pelirroja por última vez antes de soltarla, le indicó que tomase también asiento. Theo la recibió con una sonrisa; sonrisa que no había sido capaz de contener por más tiempo.

—¡Claro que lo tengo! —bramó Pansy—. ¿¡Y qué hace sentándose en nuestra mesa!? ¡Ella es una sucia Ravenclaw, no debería estar aquí!

Pese a lo increíblemente paciente que era la pelirroja, estuvo a punto de contestarle a la morena, ya que su sola presencia la irritaba desde hacía años y más desde que se había atrevido a golpearla hacia unos meses. Sin embargo, antes de que pudiese pronunciar palabra, el rubio se le adelantó.

—Esa sucia Ravenclaw, como te has atrevido a llamarla, es mi novia —anunció con calma, pero con un tono lo suficientemente alto para que todos lo escuchasen—. Así que será mejor que aprendas a controlar lo que dices o tú y yo, vamos a tener serios problemas, Parkinson —la amenazó.

Hera pudo notar como los latidos de su corazón se aceleraron y como sus mejillas ardían. Draco había dicho que era su novia. ¡Su novia, por el amor de Merlín! No podía creérselo. ¿Por qué sonaba tan irreal? ¿Por qué parecía que realmente estaba soñando? Pero más importante, entonces, aquel «quédate conmigo», ¿significaba eso? ¿Había sido la forma que el Slytherin había tenido de pedirle salir, de pedirle ser su novia? Parecía que sí. 

—¿H-Has dicho que...? —De nuevo, Hera se vio interrumpida, tratando de comprobar si sus pensamientos eran certeros.

—¿¡Tu novia!? —gritó Pansy incapaz de contenerse por la ira y el desconcierto. Y si alguien en la sala no había escuchado antes la declaración de Draco, ahora, gracias a ella, todos se enteraron de la noticia—. ¡Tienes que estar bromeando! ¡Esa estúpida no puede...! —Ahora fue Pansy a quien interrumpieron.

—Te he advertido que controles tus palabras —le recordó el rubio y bufó—. Para empezar, Hera es preciosa, adorable, inteligente, talentosa, amable... y puedo seguir, la lista es muy larga, pero prefiero no hacerlo porque estaríamos aquí todo el día y no quiero desperdiciar mucho más tiempo con alguien como tú. —Sonrió socarrón—. En resumen, ella es tres mil veces mejor de lo que tú jamás serás —sentenció y el rostro de Pansy se contrarió aún más.

—¡P-Pero no puede ser verdad!

—¿Aun no te crees que esté saliendo con ella? Bien...

Draco se giró y tomó el rostro de Hera por la barbilla, obligándola a mirarlo, pues ella de los nervios no despegaba la vista de la mesa, y antes de que pudiera reaccionar, la besó. La besó lenta y tiernamente, disfrutándolo tanto como si fuese el primer beso que se daban, y mientras lo hacía, acabó deslizando su mano de la barbilla hasta la mejilla ajena. Y ella, pese a su vergüenza, correspondió cada uno de los movimientos que aquellos labios ejercían sobre los suyos, dejándose llevar por el momento y resultándole imposible no sonreír mientra lo hacía.

Una sonora carcajada se escapó de los labios de Theo mientras contemplaba la escena, a la misma vez que varios «oh» se le escapaban a los demás miembros de Slytherin o de otras casas que observaban.

Cuando el rubio cortó el beso, vio como la pelirroja rápidamente cubría su rostro con ambas manos muerta de vergüenza y se mordió el labio inferior. Verla reaccionar así sólo provocaba que tuviera muchas más ganas de volver a besarla. Pero no era el momento ni el lugar, la verdad.

—¿Ahora te lo crees? —inquirió mirando a una atónita Pansy que terminó enrojeciendo de rabia y se fue corriendo de allí.

Su risa se unió a la de Theo, quien no había sido capaz de parar y menos después de ver la reacción de Pansy mientras la pareja se besaba. Draco esperaba que eso fuera suficiente para que la morena se mantuviese calladita y no se atreviese a hacer nada. Aunque si acababa siendo tan estúpida como para hacerle algo a Hera o a él, se lo iba a hacer pagar muy caro. Bastante enfadado lo tenía ya desde que se había enterado de que había golpeado a la pelirroja, cosa que todavía no le había hecho pagar, aunque lo estaba deseando, así que más le valía ser cuidadosa si no quería ser ella quien acabase mal.

—¿Y tú por qué estás tan avergonzada, tonta? —le preguntó a la Ravenclaw, quien aún seguía con el rostro tapado.

—El tonto eres tú —farfulló, retirando las manos para hablar—. ¿Cómo se te ocurre hacer algo así delante de todo el mundo? —repuso, aunque lo había disfrutado bastante.

—¿Es que es malo que lo haya hecho? ¿Acaso te ha disgustado? —La cabeza de Hera negó de forma automática—. Mejor, porque pienso hacerlo siempre que me apetezca.

—Sinceramente, estoy de acuerdo con Hera con que lo hagáis mejor en privado —corroboró Theo, metiéndose en la conversación y la pareja lo miró de inmediato—. ¡Y enhorabuena, chicos! Ya me estaba empezando a preguntar cuanto más tardaríais.

—Solo quieres que lo hagamos en privado porque te da envidia —mencionó Draco en broma—. Y gracias —añadió de forma casi inaudible.

—Ah, sí, enhorabuena a los dos, Draco, Simmons —escucharon que decía alguien al otro lado del rubio. Blaise había hablado mientras se rascaba la nuca, aun un poco confundido.

Hera se sorprendió un poco al recibir la enhorabuena del moreno, ya que no tenía relación alguna con él, aunque supuso que lo hizo por ser amigo de Draco. En cambio, Crabbe y Goyle permanecieron sin decir nada y solo volvieron a centrarse en desayunar.

—Debes estar contenta, Hera, por fin has salido de ese amor no correspondido —comentó Theo entonces y ella no pudo evitar sonreír.

«¿Amor no correspondido? Espera... ¿Cuánto tiempo lleva Hera sintiendo algo por mí?», se preguntó Draco, sorprendido. «Bueno, ya se lo preguntaré».

—Sí, muy contenta —confirmó la Ravenclaw soltando una risilla—. Aunque no estaba segura de que hubiéramos comenzado a salir.

—¿Es que acaso no te quedó suficientemente claro ayer? —inquirió el Slytherin, enarcando una ceja—. Pensaba que como eres tan inteligente, no tendría que decirlo tan directamente. —Además, era lo que le había salido en el momento.

Ella infló los mofletes, un poco ofendida. No se podía evitar que no lo hubiese entendido del todo, nunca antes le habían pedido salir, nunca antes había estado en una relación, y además, en ese momento, tampoco estaba como para pensar demasiado porque estaba desbordada por las emociones que la habían asaltado una tras otra.

Sin poder evitarlo, Draco besó uno de esos enrojecidos y pecosos mofletes, y sin separarse demasiado, volvió a hablar.

—Espero que te quede claro ahora —empezó a decir—. Desde ayer, eres mi novia y yo soy tu novio. Y... —Se acercó hasta su oído y le susurró, con aquella voz ronca que encandilaría a cualquiera, la continuación para que solo ella lo oyese—: Soy tuyo ahora, ¿entiendes?

Hera asintió y Draco juraría que sus labios dijeron sin sonido alguno «yo también soy tuya», lo que le hizo sonreír de oreja a oreja antes de separase. Aunque no tardó ni medio minuto en deslizar uno de sus brazos por detrás de la chica para sujetarla de la cintura y luego comenzar a servirse en un plato con la mano libre lo que iba a desayunar, sin decir palabra. Hera decidió imitarlo mientras hablaba con Theo, para tratar de que el moreno la ayudase a tranquilizarse porque no podía dejar de sentirse nerviosa por la situación.

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Mientras tanto en la mesa de Ravenclaw, una risueña Luna no podía dejar de mirar a la recién formada pareja con una gran sonrisa. Los había observado desde que los había visto entrar en el comedor cogidos de la mano y en cuanto había escuchado la conversación entre Draco y Pansy, no había cabido en su gozo de la alegría. ¡Su amiga estaba saliendo con Draco! ¡Era genial!

—Estoy tan contenta por Hera —dijo en un susurro—. Debe de estar tan feliz.

A su lado, se escuchó a alguien chasquear la lengua y luego seguir con las murmuraciones —llenas de quejas— que ya llevaba diciendo por un buen rato. Gray no parecía demasiado feliz con la noticia de que su preciosa prima estaba saliendo con el príncipe de Slytherin.

—Nuestra Hera está creciendo tan rápido —dijo Allen, quien palmeaba al moreno en el hombro. De alguna forma, se sentía orgulloso de la pelirroja y también muy feliz.

—Cierto, ya se nos ha echado hasta novio —corroboró Liam con una sonrisilla—. Aunque a cierta persona no parece hacerle muy feliz. —Los dos amigos rieron por lo bajo mientras miraban a Gray.

—Pues debería alegrarse, es maravilloso —susurró Bianca, quien estaba desayunando con las águilas aquel día en vez de con los tejones, y le dio un codazo a su pareja.

«•❀•»

En la mesa de Gryffindor, la gran mayoría de los leones que estaban allí en ese momento, no dejaban de cuchichear sobre lo que habían oído. Igual que muchos, estaban bastante sorprendidos de que ese Slytherin y esa Ravenclaw precisamente estuvieran saliendo.

—¡No puedo creerlo! —bramó Ron—. ¿Cómo puede Simmons estar saliendo con Malfoy? ¡Con Malfoy, por Godric! ¡Debe de haber perdido un tornillo!

—Sinceramente, no lo sé —respondió Hermione a su lado, sin dejar de mirar a la mesa de Slytherin.

Fue en ese momento que los ojos de la castaña se cruzaron con los de la pelirroja y Hermione la miró con una profunda decepción de la que Hera se percató en seguida. Y por supuesto, le dolió. Le dolió que una de sus preciadas amigas la mirara de esa forma y le hubiera gustado acercarse y preguntarle porque lo hacía, aunque ya lo supiese; porque Draco no era fruto de la devoción de la Gryffindor y él no la había tratado precisamente bien los años anteriores solamente por ser hija de muggles. Pero lo único que hizo al final fue centrar de nuevo la vista en el rubio, pues quería disfrutar de aquel maravilloso momento.

—Creí que tenía mejor gusto —continuó Hermione—. Habría sido hasta mejor que saliese con Nott en vez de con Malfoy.

—A mí no me sorprende —murmuró Harry, dándole vueltas con una cucharilla al café que se estaba bebiendo.

Y no, no le sorprendía. Al contrario, había comprendido al fin porque se había encontrado al Slytherin y a la Ravenclaw tantas veces juntos en los últimos meses en el Mapa del Merodeador. Y también porque se habían comportado de aquella manera el día anterior después de su pelea con el rubio. Había visto como la pelirroja no dejaba de llorar al creer que Draco se iría al otro lado, había visto la desesperación en su mirada y el dolor en su resquebrajada voz; también por qué ella lo había mirado con tanto odio cuando Snape había salvado a Draco. E igualmente había visto la forma que tenía Draco de mirar a la pelirroja... Era la misma forma en la que él miraba a su propia pelirroja, a Ginny.

«Están enamorados», pensó y en cierta medida, se preocupó. Se preocupó y se preguntó sobre qué pasaría con Hera el día que descubriese que su novio era un mortífago, cuando ella era de las personas menos puristas que había conocido en Hogwarts. ¿Seguiría al lado del rubio pese a todo? ¿O se alejaría de él? Una pequeñísima parte de él, esperaba que siguiera a su lado y lo ayudase a caminar por el camino correcto en vez de por el que estaba caminando ahora.

«•❀•»

—¡Hera! —exclamó Luna, acercándose a la mesa de Slytherin.

—¡Luna! —respondió la pelirroja.

—Debes estar muy feliz —mencionó la rubia sonriente y su amiga asintió, confirmándole aquello—. ¡Enhorabuena a los dos! —dijo alternando su mirada entre Hera y Draco.

—Gracias, Luna —le dijo Hera.

—Luego me tendrás que contar lo que ha pasado —le indicó ella.

—Oh, cierto, yo también quiero saberlo —comentó Theo, mirando a Hera, y luego llevó la vista hasta Draco—. Tú versión también.

—Bueno, ya veremos si te la cuento —dijo Draco, como haciéndose de rogar, pese a saber que iba a contárselo sin dudar; aunque lo haría más porque quería hacerle saber lo que había pasado con Potter que por lo sucedido con Hera.

La tensión invadió el cuerpo del rubio justo después y su brillante sonrisa ladina se desvaneció. Escuchó un chasqueó de lengua y un bufido después, y solo mirando de reojo supo de quien venían. Gray se había acercado también a la mesa de Slytherin, después de terminar de desayunar, y les estaba dedicando una mirada demasiado seria.

—Ah, Gray, buenos días. —La pelirroja trató de sonreírle y actuar con calma. Imaginaba que su primo no estaba muy contento con la noticia, sobretodo porque no había sido ella quien se le había contado y se había enterado a la misma vez que todos.

—Tú y yo ya hablaremos más tarde —masculló entre dientes antes de mirar al rubio—. Hera ya es mayorcita para tomar sus propias decisiones, así que no me puedo poner en contra, pero... ¿Sabes lo que te pasará si le haces daño, no? —Básicamente, lo amenazó—. Más vale que la cuides bien, Draco.

—No te preocupes, no tengo intención de hacerle daño —aseguró el mencionado de inmediato y con firmeza, manteniendo la mirada que Gray le lanzaba.

De alguna manera, se sentía intimidado por el moreno. Quizás por ser el primo de la pelirroja y también una de sus personas más importantes. Quizás por como lo había asaltado aquella vez que había hecho llorar a Hera. Quizás porque era consciente de que tenía un fuerte complejo con su prima y parecía más que dispuesto a matar por ella si alguien le hacía daño. Quizás porque sabía que no era del todo aceptado por él y su aceptación era algo que necesitaba para tener una buena relación con Hera. Quizás era por eso y mucho más. Pero, pese a eso, todavía le agradaba y creía que al moreno también le había comenzado a agradar, aunque fuese un poco, a partir de ese momento, porque, por primera vez, lo había llamado Draco y no Malfoy.

—¿No podrías haberles dado la enhorabuena simplemente? Tenías que amenazar a Malfoy, ¿no? —escucharon que alguien le reclamaba a Gray.

Bianca estaba a unos cuantos metros de distancia, con los brazos cruzados y un gesto de disgusto en su rostro, mientras miraba a su novio.

—Pero él... —comenzó a replicar el moreno.

—¡Pero él, nada! ¡Deja tus celos de primo a un lado y alégrate por ellos!

—¡No puedo! ¡Es demasiado pronto para que Hera tenga novio!

—¿Qué dices? ¿Estás tonto o qué? —inquirió la castaña—. A su edad, tú y yo comenzamos a salir el año pasado.

La discusión entre la pareja del águila y la tejona continuó durante un rato, provocando vergüenza ajena en Hera, pero risas en todos los demás presentes. 

—Tu primo y su novia son una pareja particular —comentó Draco.

—En realidad, son una pareja muy bonita normalmente, no sé qué les pasa hoy.

—Lo que pasa es que la novia de Gray quiere que él se alegre por nuestra relación, pero tu primo tiene demasiado complejo contigo —explicó él, riendo un poco—. Pero, creo que yo, como tú novio, soy el único que debería celarte.

—Tonto. —Le dio un golpecito con el codo.

—Aunque no creo que tenga que hacerlo realmente, ¿no? —continuó y la miró expectante.

—Claro que no, como si yo fuese a fijarme en cualquier otro chico —respondió por lo bajo, ruborizándose después y él sonrió satisfecho.


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