CAPÍTULO FINAL
MEL
La puerta es tocada insistentemente, seguido del timbre.
Dejo a medias de cargar la lavadora con ropa que utilicé para ir al club para abrir la puerta.
Y Rodo entra sin darme tiempo a saludar.
Lo miro.
Porque está raro.
Es un manojo de nervios, mientras lo sigo con la mirada en como va hasta el centro de mi comedor.
Camina dando círculos muy pensativo y con las manos en la cadera, para luego detenerse y mirarme.
- ¿Pasa algo? – Le pregunto sin entender.
Y niega con la cabeza y respiro aliviada.
Pero dura un segundo, porque afirma, seguido de frotarse la cara con las manos.
- Si... - Larga luego con un bufido. - ...sí, sucede algo... - No me deja de mirar. - ...contigo... -Finaliza.
¿Eh?
Me cruzo de brazos.
- ¿Qué hice? - No tengo idea que ocurre y cientos de posibilidades rondan y flotan en mi mente.
- ¿Algo del trabajo? - Pregunto y niega.
Y estrecho mis ojos, ante la siguiente opción.
- ¿El neardental de Herónimo, le hizo algo a Van por mis consejos? - Digo entredientes y buscando mi móvil, para llamar a mi mejor amiga. - Juro que si descubro, que si le hizo una de sus pendej... - Vuelve a negar, deteniendo que la llame con una seña de su mano.
Dejo mi celular en la mesa con cara de pocos amigos.
No soy buena para juegos de adivinanzas y como diría el jefe.
La paciencia no me sobra.
- Es por ti y por mí... - Termina diciendo.
Y ahora sí, que comprendo menos.
- Necesito un trago. – Murmura como si eso le diera coraje a lo que sea que tiene que decir.
Inclino mi cabeza.
- Rodo, tu no bebes casi nada de alcohol... - Soy obvia y porque, conozco a mi mejor amigo más que nadie.
Y por eso, camino a mi cocina.
Abro el refri y vierto leche en un vaso que saco de una gaveta, continuo al frasco de cacao en una cuchara, para hacerle su bebida favorita.
- Tu trago... - Le extiendo el vaso de chocolatada, como si fuera un crío.
La acepta sin chistar y bebe casi la mitad del contenido, mientras vuelve a esos pasos entre sí y sobre su distancia como lugar, focalizando en mi persona otra vez.
Pero ahora, mirándome más decidido.
Y yo, intento ocultar y suprimir mi risita por la vista de pequeño bigotitos de leche chocolatada en las comisuras de sus labios, ante tanta seriedad de su parte ahora.
Es bonito el idiota.
- Te quiero, Mel... - Suelta de golpe.
Y yo, muero de amor.
Porque es una ternurita.
- Yo también, te quiero mucho... - Intento abrazarlo, pero me rechaza sacudiendo su cabeza.
Retrocede algo y me quedo con mis brazos a mitad de viaje del abrazo.
Me lo cruzo sobre mí y lo miro feo otra vez.
- No, no te quiero... - Se corrige.
Resopla terminando de beber su trago, para dejarlo en la mesa.
Y suspirando un aire que retenía, me enfrenta.
¿Pero qué, mierda le pasa?
- Yo, no te quiero... - Busca explicarme sin dejar de mirar el vaso ya vacío de su chocolatada, que dejó y como si fuera la cosa más fascinante e interesante del mundo.
Para luego a mí, nuevamente.
Como, buscando algo en mi rostro.
No estoy segura de lo que es, pero sé que lo encuentra, porque algo cambia en sus ojos chocolates.
Ya que se vuelven más suaves y relaja sus hombros, acompañado de una pequeña sonrisa.
- ...porque, es más que eso... - Se acerca algo. - ...Mel, yo te amo...
RODO
Ay, carajo...
Bob palidece y juro, que es la estatua más linda del mundo.
Una que, me mira sin pestañear, estática como sin movimiento y que me dice que aún respira, porque su brazos cruzados sobre sus pechitos al escuchar mi confesión, caen sobre sus lados.
Y pese a su rostro sin gesticular ningún tipo de reacción.
Una nula.
Y yo, sonrío tímidamente.
Porque, se siente jodidamente bien decir que la amo en voz alta.
Por más que me siento fuera de juego, pese a tener conocimiento y haber estado con mujeres.
Muchas.
Pero todo mi cuerpo late de nervios como si nunca hubiera hecho esto antes.
Porque nunca amé de verdad y como lo hago a Bob y por fin puedo decirlo.
Decirle.
- El Rodo normalito no le dice estas cosas a la Mel normalita... – Prosigo tierno.
Ya no me importa nada.
Pero por las dudas me escudo del otro lado de la mesa, porque podía existir la grave posibilidad que tras mi declaración de amor y por más que Mel es pequeñita y mi mejor amiga.
Que pateara mis pelotas.
MEL
Tengo la necesidad de apoyarme en la mesa de mi comedor que nos separa.
Porque estoy tan atrapada en el momento, que mis piernas tiemblan.
Como mi corazón.
Que golpetea fuertemente por lo que jamás pensé y aunque, en mis horas de previas de sueño y junto a mi almohada, soñé o imaginé muchas veces.
Tantas y sobre minúsculas posibilidades de que ocurriera, que solo sería concedido por un milagro.
Un dulce milagro.
Que albergaba y era motivo de mi siempre, fracasos de mis citas con otros hombres por más que Rodrigo nunca supiera de eso y como pasar a verlo, únicamente bonito a nuestro jefe de área y piso.
Áaron.
- ...porque el Rodo normal... - Se señala y continúa ante mi silencio. - ...desde que te conoció, solo te cuidó y te vio crecer como la niña y mujer que merecías ser, Mel... - Titubea. - ...pero tú, no eras la perdida y que yo, te socorrí. - Niega y se toca. - ...el perdido era yo, Bob y no lo sabía hasta que te conocí...
Oh Dios.
Me habla sincero y ahora no duda.
- ...pero, luchando contra lo inaudito y que escondí a medida que el tiempo pasaba...
Se acerca otro poquito, pero siempre contra la mesa.
- ...uno, donde nos convertíamos en mejores amigos, tomándonos el pelo e insultándonos en broma como lo hacen los hombres y hago con Hero... - Sonríe. - ...pero, tú eres mi nena... - Diferencia. - ...y me enamoré.
Se pone frente a mí.
Nada de distancia.
- Yo te amo, Bob. - Murmura y descansa su frente en mi hombro entregado.
Me falta el aliento y respiro entrecortadamente por la emoción de sus palabras y mi cuerpo se estremece, ante el sonido de su voz diciendo que me ama.
Porque, es profunda y a la vez tierna como siempre.
Pero, llena de un temor al confesar y por más seguridad sincera de ello.
Intento lo mismo, suspirando de la felicidad.
- Y yo... - Me atraganto por las lágrimas de emoción. - ...he estado ocho años de mi vida preparándome, para escucharte decirme esto...
RODO
Ella, jodidamente suspira.
Cuando.
Jodido cielo.
Dice, que solo esperaba eso de mí.
Mi amor por ella.
¿Entienden?
Porque Mel.
Me quiere.
ME AMA.
Y siempre lo hizo.
Sacudo mi cabeza, porque me cuesta creer y me separo algo de ella, pero sosteniéndola de sus hombros y mirándola fijo.
Necesito confirmación.
- ¿Me amas? - Felicidad.
Asiente y se ríe.
Y se me aprieta el estómago, porque me encanta su risa.
- Desde que te conocí, Rodo. - Me confiesa feliz.
- ¿En serio? - Me cuesta creer.
Pura mierda.
Y yo sufriendo como un desgraciado todos estos años.
Vuelve a asentir.
Se acerca más y tras limpiar que no sabía, de chocolatada un lado de mi rostro con cariño y seguido de rodear mi cuello, se pone de puntillas para sin preámbulos y tomándome de sorpresa.
Y tras, un.
- Te amo, Rodo... - Besar mis labios.
De forma dulce.
Única.
Y yo respondo a ese beso, trayéndola más contra mí.
Y estalla con una risa de alegría, sobre nuestros labios y yo río también, comiéndole la boca.
Porque me doy cuenta.
Que después de conocer a Mel.
Hay vida, después de mi vida.
Y estaba perdido como dije antes.
Pero, perdido de amor...
Y sonrío feliz.
Ya que el verbo vivir para siempre con Bob y conjugado con nuestros labios y beso dándonos.
Era condenadamente felicidad pura, para mí...
MEL
Dice una frase, que algunos nacen con estrellas y otros nacemos estrellados.
Apreciación a lo predestinado, que señala que hay personas que poco y nada, pueden hacer por cambiar el curso de sus vidas.
Donde nacer con estrella, significa tener allanado el camino hacia el éxito.
Mientras que el que nació estrellado, está condenado a ir de fracaso a lo largo de sus vidas.
Como fue la mía desde que nací.
Sonrío, ante ese recuerdo.
Porque, puede ser cierto como no, también.
Ya que, siempre buscamos ellas desde su espacio como signo de buena señal y por ello, un deseo ante una fugaz o simplemente, brillando desde su alto y una noche despejada al cielo.
Pero olvidando que tal vez, bajando la vista puedes cruzarte una y brillar sin necesidad de luz, en el trayecto de tu vida.
Porque esa luz es propia y resplandece internamente.
Y de color rojo.
Ya que, viene del corazón.
Y no, en un cuerpo celeste desde su firmamento.
Sino.
En una sonrisa de mil voltios a ti.
Una que es a toda potencia, porque es de puro amor.
Sonrío más.
Como mi propia estrella.
Mi salvador.
Mi príncipe que le tiene miedo a la sangre.
Rodrigo.
Rodo, para ustedes.
Que me salvó de mi vida estrellada, para convertirse en mi protector.
Tutor.
Mejor amigo.
Y cual y con el tiempo pasando.
En el amor de mi vida...
Porque, me dio vida.
Y felicidad plena.
Más vida, de nuestras vidas.
Cuando tras nueve meses después y una madrugada con Rodo en un ataque de pánico en el Hospital.
Yo odiándolo y recordando todos sus antepasados por dolor.
Pero muy feliz.
Acompañados de mi querida amiga Vangelis dándome fuerzas y un Herónimo, casi desmayado por los nervios y susto también.
Nació y al cargarlo entre sus brazos, lloró tanto como yo de alegría y mucho amor.
Por nuestro hijo y amado bebito Caleb.
Nací estrellada.
Eso se diría, siguiendo esa frase popular.
Pero, me esperaba mi propia estrella.
Porque, todos tenemos una.
En algún lugar y momento indicado, esperando.
Puede demorar mucho o poco y no nos damos cuenta por mirar tanto al cielo.
Ya que, puede ser que esté frente nuestro.
Del otro lado del mundo o a la vuelta de la esquina.
Pero.
Solo.
No olvidar.
Esperando para brillar para ti.
Porque, es tu estrella...
FIN.
EPÍLOGO ESPECIAL
RODO
El día es radiante y se presta, sobre el aroma a carne asada de la mano de Marcello en el jardín de la gran casona de Hero a disfrutar del fin de semana.
No puedo creer tanta felicidad.
Y por eso mi pecho esa infla de tanta contenida, paseando por todo este vergel, mientras observo sosteniendo entre mis brazos a Tatúm de pocos añitos de edad.
Una de las hijas de mis amigos.
En como Van con Mel, tumbadas en el césped y junto nuestros pequeños hijos con juguetes en mano, juegan con ellos.
Y río al notar como Hope y con solo un año más que mi hijo y tan pequeñita, intenta limpiar con amor la boca de restos de chocolate a Caleb, que se rehúsa interponiendo sus autitos en su rostro, haciendo que todos riamos.
Tuerzo la boca con un gesto divertido, cuando mi Bob y yo, hacemos un contacto visual ligero.
Ella, me sonríe llena de amor.
Y yo, tan enamorado como el primer día que la vi.
- Para de follarla mentalmente, que está con una de mis bebitas entre tus brazos. - Exclama Hero, acercándose a mi lado al ver como miro a mi Mel.
Tiene razón y juro que mi carcajada se siente en toda la cuadra, mientras observamos a las mujeres de nuestras vidas.
Palmea mi hombro con cariño y ríe también, mientras acomoda mejor sus lentes y vemos las chicas venir hasta nosotros con nuestros pequeños de la mano.
- ¿Preparado para la semana que viene? - Me pregunta mi amigo.
Y siento mi pecho apretarse por la respiración contenida y de la emoción, pensando en que ese día llegue de una vez por toda y tanto planificarlo todo este tiempo.
Dejo a Tate que juegue con los niños, mientras recibo en mis brazos y beso en la unión de sus cejas a Bob.
Porque en breve y días, será mía legalmente.
Nuestro casamiento.
Luego, observo a mis amigos queridos.
Nuestros hijos amados.
Y a todo este enorme y florido jardín de su casona.
Donde y bajo una ceremonia con nuestra gente querida, lo celebraremos.
Nuestro Clan.
Nuestra familia.
- Oye Hero, necesitaremos ampliar más el jardín. - Mel dice afirmando Vangelis, cual ambas miran la extensión del parque y hablan de agregar un centenar más de sillas y mesas.
- Cierto. - Solo dice, analizando las posibilidades y frotando sus labios pensativo.
¿Por qué, preguntan?
Ya que, no somos los de siempre.
El clan Mon, Montero, Nápole y Grands.
Pues, no.
Y mi pecho, ahora se sacude por la risa.
Pero de felicidad y de agradecimiento.
Sip.
Y por eso.
Hero, Vangelis, mi Mel y yo.
Los miramos y sonrientes le decimos a ustedes.
Sí, a ustedes del otro lado de la pantalla del monitor o desde su celular.
Gracias por leernos...
Gracias por ser parte de nuestras vidas con cada lectura, desde la primer novela de mi hermano y mejor amigo Hero con su rayo de sol.
Y realmente agradecidos, porque por ustedes después, pudimos seguir nuestras historias.
Para contar también, nuestras vidas y vivir en sus corazones.
Por eso, más sillas.
Por eso, más mesas en el jardín de la casona.
Porque y sobre ese clan mencionado tantas veces en la saga.
Está la familia.
Nuestra familia literaria, también.
Ustedes.
Porque, lo son.
Somos una gran y hermosa familia.
Y por eso.
Están todas invitadas a nuestra boda en el próximo extra que viene en esta novela, descubriendo también otra fecha especial aparte de nuestro casamiento con una dulce navidad llegando.
El cumpleaños de Herónimo.
Un cumpleaños y una boda, muy especial...
CAPITULO EXTRA, LO QUE SUCEDIÓ EN EL PISO 26, EL DE ARCHIVOS
RODO
Tras ir al pen y tener esa charla de chicas con Hero, donde llorando como marica y me desahogué en su gimnasio con mi medio comer, la triste manzana anémica y baja en grasas, porque Mel me dijo que tenía pancita.
Seguido a su poca elegancia.
No sería nuestro amigo Herónimo, si no.
De llamarme idiota.
Sonrío.
Para despejarme de mis putas dudas de mi amor por siempre a Bob.
Me fui hasta su departamento y con el coraje del trago que le pedí.
La super leche chocolatada que me sirvió.
Declararme.
Sip.
Y mi corazón golpea fuerte.
Mejor dicho.
Por declararnos.
Y así...
Nuestro gran ohana de amor con Mel, comenzó.
Siendo nuestra condenada dicha.
Y cómo, diría mi Mel.
Felicidad plena.
Y como dije yo.
¿Lo recuerdan?
Que hay más vida, después de la vida.
Por un lado.
Por la nuestra con Bob.
Cual en un principio, fue un secreto nuestra relación, pero no duramos mucho tiempo.
Por una tarde los dos y momentos antes de esperar el ascensor, estando en el piso 26.
El de archivos.
Poco más de una semana que estábamos saliendo.
Pero, nunca llegando a tercera base.
¿Por qué?
Les explico.
Años pasaron que Mel se había mudado sola y mismo tiempo, que yo también lo estuve.
Cual, me costó en un principio adaptarme sin la presencia de ella viviendo conmigo.
Sin ser muy grande mi departamento y más bien con lo justo y necesario en comodidad.
Y en realidad, muy lindo.
Mierda.
Resoplo.
La cosa, es que lo consideraba un jodido basurero sin ella.
No tenía mis sentimientos claros.
Recuerden que Bob creció a mi lado, siendo una niña.
Y por ese vacío con su ausencia y sumemos esa inestabilidad emocional, que yo no terminaba de comprender en ese tiempo, por más desayunos de cereales con leche que tomaba.
Decidí volver a mis inicios y a lo que creí, que tenía claro.
Sip.
Retomar mi vida parrandera de joda y descontrol en ese punto con mis siete letras favoritas.
Mujeres.
Muchas.
Y sucumbir otra vez al buen sexo con ellas, por ser un total fans de las chicas calientes.
Como lo fue en su momento antes de conocer a Mel y ahora, tras un después de Bob.
Y siendo por eso.
Carajo.
Mel testigo de muchas de mis fechorías y pirateadas sexis en pleno día laboral.
Como las de los fin de semanas.
Y conservando el duplicado de mi departamento por cualquier eventualidad.
Encontrarse al abrir la puerta cargando algunas bolsas de compras para mantener mis alacenas con comida saludable y de no tantas porquerías dulces.
Restos de prendas femeninas y mías, esparcidas por el piso y tipo caminito, conduciendo a una siempre dirección.
Adivinaron.
Mi cuarto.
Para encontrarme al abrir la puerta.
También adivinaron.
Con una mujer.
¿O dos?
Durmiendo a ambos lado mío, tras una noche de descontrol.
Para luego cerrar esta con su mano, rodándome sus ojos y tapando su nariz con la otra por el gélido olor a sexo y alcohol en la habitación.
Mención aparte, otras ocasiones.
Las que Mel vino a altas horas de la noche o salida del Holding y cual, Herónimo mismo me lo apuntó.
Con algo de medicamentos por estar enfermo, sea por un atracón descomunal de basura dulce o un resfriado de temporada y cuidarme hasta que sane.
Mi vida apestaba y siendo la mujer que amo con locura, testigo de todo eso.
Imposible pese a morir de ganas, intentar algún tipo de movimiento muy carnal y pornográficamente lindo, aunque seamos exclusivos.
Novios ahora y de ir más allá de caricias extra curriculares.
Donde su ropa vintage que tanto ama como la mía y con su braguita a un lado por mi pene explotando de ganas, entran en juego.
No es miedo.
Porque, sé.
Y me mastico mis celos.
Que Bob tuvo salidas con un par de hombres y por ende.
¿Dije, qué me mastico mis celos?
Tiene algún tipo de conocimiento sexual.
Pero, lo mío es respeto.
Sus tiempos.
Por los míos propios, que vivió en vivo y directo en mis andanzas.
Y por eso.
Solo hasta segunda base en nuestros encuentros ardientes en su departamento o el mío.
Hasta ese día.
Y mi sonrisa a toda potencia, vuelve.
Cual los dos una tarde coincidimos.
En el jodido piso 26 de archivos.
Yo, dejando a la recepción de entrada viejas carpetas de programas, ante un software nuevo que implementamos semanas antes.
Y mi Bob, entrando por la búsqueda de unos para poner fecha exacta en unos informes de revisión.
No me vio.
Pero, yo a ella, sí.
Llevando entre sus manos una hoja de ayuda memoria, mientras caminaba por los extensos corredores que las mismas filas de archivos y con casi su altura hasta el techo, leyendo cada caja de archivo como revisando el interior de algunas con sus deditos.
Y yo a su par y del otro lado.
Cual, como un potente acosador y sin saber de mi presencia en el pasillo paralelo.
¿Lindo, no?
Me deleitaba de su presencia y me llenaba de ella, con cada pasito que daba y de mi parte, la misma cantidad imitaba sin dejar de mirarla sigiloso y entre archivos y archivos.
- Rodo, no seas pendejo... - Hasta que siento que me nombra como si nada y manteniendo su vista en las cajas que tipo fichero archivan todo.
Mierda, me descubrió.
Corre algunas para formar un espacio y que nuestros rostros, se encuentren en ambos lados.
- ...puedo sentirte a kilómetros por tu jodido perfume de toda la vida... - Me mira y se sonríe divertida. - ...y si quieres convertirte en un asesino o acosador serial... - Su dedito, ahora me señala a través del espacio que hizo entre los archivos. - ...toma clases, porque apestas en ese rubro... - Ríe con ganas.
Que bonita es.
Me apoyo relajado en el estante como mi barbilla en mis brazos, cruzándolos para mirarla bien.
Y hago una mueca por ser descubierto.
- ¿La informática es lo mío, entonces? - Otra mueca. - ¿Nada, de ser sexualmente serial?
Y veo pese a la poca luz por culpa de los altos estantes archivadores, como sus labios se convertían en una sonrisa otra vez y también, se acomoda como yo a placer contra su estante.
- Serial no, pero sexual sí... - Murmura tan suave que me cuesta escuchar.
Porque lo dice, retomando la caminata y con su mano libre de ese papel ayuda memoria, acariciando cada caja a su paso mientras camina por el sin fin de ese pasillo.
Y yo, como si fuera su imagen en el espejo, también la sigo del otro lado.
Sonriéndonos ambos y sin separar nuestras miradas.
A veces, interponiéndose las condenadas cajas de archivos por el poco filo de espacio.
Pero, volviendo a encontrarnos con Bob en alguna siguiente.
Escaneo el lugar.
Nada de gente hoy.
Más que el muchacho de entrada y lejos de nuestro perímetro, para luego el final del pasillo de ambos que se nos acerca y a ella otra vez.
Le señalo, el final de este.
- ¿Sabes lo que ocurrirá, cuando nos encontremos? - Pregunto en voz baja también, sin perdernos pisada recorriendo cada uno por su lado su corredor.
- ¿Nos va unir? - Mel dice con matiz divertida y más allá, su significado de esa cierta lógica.
Y mi pecho se tensa ante esa idea y al encontrarnos frente a frente y a un respiro de distancia de rozarnos al llegar.
Tan bonita ella con su trajecito de trabajo.
Y tan nervioso yo, pero palpitando todo esto como si fuera mi primera vez en este campo.
Que lo era.
Porque, no solo iba a ser sexo.
Era tenerlo con la mujer que siempre amé y sin entenderlo años atrás, cuando era una niña y lo seguía haciendo ahora con locura.
Y decir que nuestros cuerpos al encontrarse al final del fichero, fue como el choque de dos trenes de carga, es poco.
Fue más que eso.
Lo juro.
Cual, tipo bomba nuclear nuestra colisión, por el desespero de nuestras manos con caricias buscándose.
Porque, podíamos sentir.
Yo la de Bob, casi rasgando mi camisa italiana sin preocuparse siquiera en sus botones, para llegar a mi torso desnudo y adueñarse con lengua de cada jodido centímetro de mi piel besando.
Y agradezco que al ser de diseñador, la fortaleza de estos y no salirse.
Y yo, arrebatándole su estabilidad.
Para llevarla conmigo, obligando a que suelte ese dichoso papel como que enrosque sus piernas en mi cintura, contra otro pasillo más alejado y lejos de que escuchen, no solo mi ronca respiración por estar sumamente excitado.
Sino.
La de Mel ahogando su gemido de satisfacción con mi boca, al sentir mi duro pene retenido en mis pantalones pidiendo pista y sin poder evitar, frotarme contra ella con necesidad y hasta el punto de dolor por la fricción.
Un dulce y agónico dolor.
Y haciendo a un lado, pero sin perder ese contacto muy voluntario entre ambos de restregarnos por más ropa puesta con nuestras caderas, yendo y viniendo cogiéndonos sobre ellas.
Para tirar cajas con papeleos de una tarima sobresaliente.
Que se joda Heronimo con su orden estricto y puntilloso en cada área.
Y depositar a Mel ahí, mientras hacemos estragos queriendo y buscándonos más.
Adrenalina por ser un lugar público, pero poco visitado.
Pero, cotidiano y nos puedan ver en fin.
Y más de esta.
Por ser nosotros mismos.
Mel y yo.
Después de tanto tiempo.
Años.
Y por eso, conteniendo mis ganas locas de sacar mi pene y enterrarme en ella.
Segundos me tomo para absorberla, casi recostada abajo de mí y acariciarla antes de comerla a besos.
Mi Bob.
- ¿Podemos ir a algún lugar mejor? - Suelto jadeante.
Porque se lo merece y es nuestra primera vez.
Y sus piernas cruzadas y rodeando aún mi cintura, se afirman empujándome más contra ella recostada.
- ...todos los lugares contigo Rodo, serán siempre mis mejores... - Me jura suciamente y abriendo más mi camisa de par en par.
Y siguiendo con sus dedos mis pectorales como la ondulación de mi bajo vientre que marca con mi respiración agitada, esos abdominales que Mel decía que no se veían.
Hasta llegar a mi V y desprender con gracia el cinturón como botón de mi pantalón.
Siendo eso, un interruptor y el desencadenante.
De nuestra pasión por tanto tiempo retenida.
Y ahora.
Sin caducación.
MEL
Más de siete años, creciendo con Rodrigo.
Porque, así fue.
Siendo tan solo una niña, lo hice a su lado y aprendí de mi príncipe salvador pero que le teme a la sangre, lo que es la palabra, no solo hogar.
Si no también, lo que se siente sumado a todo los derechos que un niño siendo de la calle o no, debemos tener y disfrutar.
Porque, Rodo fue un hermano mayor para mí.
Seguido a convertirse con el tiempo, en mi mejor amigo junto a Herónimo.
Y para luego secreta y tan vigente, pese a ser en tan solo una niñita.
En el gran amor de mi vida.
Intentando con el tiempo corregir ese sentimiento, focalizándome en el lindo Áaron, nuestro supervisor en jefe con Van del piso 17.
Y hasta con ciertos muchachos que me gustaron y me obligué a salir con ellos, para darme una oportunidad frente al torrente de emociones que me producía Rodrigo y por ser testigo fiel de sus andanzas mujeriegas.
En una palabra.
Un jodido cabrón accesible a cual bragas y zorra se le cruzara.
Un maldito mujerzuelo.
Sip.
Esa palabra en mi diccionario, existe.
Pero nuestras ganas como ese amor siempre en mí y en Rodrigo aclarándose, gracias al agrio pero políticamente correcto y sin un gramo de filtro al decirlo del otro idiota, bajo esa lucha interna también él, de sus emociones por mi super mejor amiga.
Sip.
Hablo de Herónimo.
Ganaron nuestros sentimientos, formalizando ellos.
Uno fuerte.
Mucho.
Tanto.
Que esa tarde en el piso de archivos buscando unos folios importantes para una tarea que me encomendó Áaron y sin saber que estaba, pero percibiéndolo a mi chico.
Inevitable, por su perfume.
Santo Dios.
Si fue lo primero que me llegó y colmó de él, esa noche que nos conocimos y me salvó del maleante en ese callejón de mala muerte.
Y me lo sabía de memoria y por llevarlo contra mí, tantos años viviendo juntos.
He inclusive, ahora de adulta y en cada jodido rincón de mi ser.
Mezclándose ahora con ese sudor de ambos, naciendo por nuestra excitación y al sentir su mano al fin deslizándose a lo largo de mi muslo interior.
Sus dedos subieron mi falda a la altura de mi cintura y sumergiéndose por abajo de mi braguita para empujarse dentro de mí, mientras su otra mano cubre mis labios para apagar mi grito, bajo su maldición ronca al encontrarme totalmente húmeda, mojando su mano ya lista para él.
Y entonces, todo fue desesperación.
Una linda y orgásmica desesperación.
Su peso cayó contra mí, demandante y recostándonos más contra esa base sobresaliente.
Lluvia de papeles archivados y de besos explícitos, nos envolvió en nuestra lucha de quién amaba más a quién.
Y creo, que Rodrigo ganaba haciéndome gemir en voz alta, al deslizar su lengua dentro de mis labios apenas entreabiertos y yo correspondí de igual manera, para recibir todo de él, acunando con mis brazos su cuello y su pelo revuelto.
Ya no había ninguna esperanza de parar esto por más lugar y pleno Holding que sea y detener, esta avalancha y oleada de deseo contenido que nos envolvía.
Sonreí en un momento de respiro de su boca y la mía a sus ojos chocolate.
Y desprendí, mi camisa...
RODO
Mi cremallera a medio bajar retenía mi maldito pene, al abandonar mis dedos el interior de Mel para sumergir mi erección hondamente en ella.
Pero, pude antes.
Las ganas me podían.
Y robándole otro grito, cual tuve que asfixiar con mi otra mano.
De descender y probar su intimidad.
Saborear esa humedad que la empapaba, tanto dentro como fuera mojando sus muslos internos y me decía que estaba, no solo lista.
También, que era mía.
Lamí con hambre.
Succioné.
Y hasta la penetré con mi lengua, saliendo y entrando de su interior cepillando su esencia.
Su fluido.
Picante y rico.
Para luego, morder su clítoris hinchado y soplarlo suave, ante el dulce escozor que la hizo gemir tanto a ella como a mí, por hacerlo y bombeando más sangre a erección.
Y bajando mi pantalón con ayuda de sus pies y mi duro pene que al sentirse libre, erecto y firme contra mi vientre se elevó pulsando mi ombligo.
Y con ayuda de mi mano lo apoyé en su cremosa entrada, donde su humedad y mis gotas preseminales se mezclaron de placer.
Unión de nuestros fluidos que al ver ambos, nos movilizó y aumentó la excitación, mientras mi otra mano abriéndose en su baja espalda, la atrajo más contra mí, deshaciéndome de su braguita.
Y con ello y nuestras bocas estrellándose.
Me enterré en su interior, haciendo que abra más sus piernas.
Fuerte.
Duro.
Porque necesitaba amarla a Mel y que ella, sepa cuanto.
Nuestros ojos como besos, bajo gemidos escapándose en respiraciones entrecortadas y aumentando, vagaban por nuestros cuerpos semis desnudos.
Mi Bob, adueñándose con cada caricia de mi pecho y espalda.
Y yo, arrebatando el eje de poder, haciendo a un lado su sujetador, para adueñarme de sus tetas y de sus pezones.
Y mierda, con ellos.
Hermosos.
Rosas.
Son suaves a mi lengua y duritos, mientras me amamanto de ellos.
Que por mis fuertes empujes y sus caderas siguiendo mi ritmo acosador penetrándola.
Se balancean yendo y viniendo, mientras los chupo como si se me fuera la vida en ello.
- Rodo... - Jadea mi nombre, al sentir su orgasmo aproximándose.
Porque jodidamente, Mi Mel es tan estrecha contra mi tamaño, que sus paredes laten en mi pene inflado más por eso, ordeñándome.
- Lo sé, Bob... - Gruñí de placer, saliendo y entrando de ella. - ...necesito amarte y sentirte... - Suelto su pezón con un pop y sin dejar de cogerla. - ...tal vez, necesite amarte todas mis noches y para siempre... - Me corrijo y empujó más, causando que gima otra vez mi nombre fuerte. - ...te amo, Mel... - Me declaro, sintiendo en ese momento como sus piernas se entumecen por la llegada de su orgasmo mojando y apretando más mi pene.
Siendo suficiente para mí, al verla temblar de placer por su clímax colmándola.
Sudada y tan bonitamente temblorosa.
Que, con otros bombeos míos y empujándome hasta que sienta que no hay fin entre ella y yo, dentro suyo.
Mi eyaculación, explote en su interior.
La llene.
Nos llene con su calor líquido.
Y termino mis dejos de orgasmo, siguiendo con suaves y lentos movimientos, aún saliendo y entrando de ella, mientras seguimos atrapados en nuestro éxtasis.
La atraigo contra mí, al sentir que se relaja y por ello, que su cuerpo fuera de toda fuerza.
Si desfallece, que lo haga sobre mi pecho para descansar.
Mi espalda se recuesta por busca de apoyo y a duras penas por la energía gastada, contra el estante de ficheros mientras intento recuperar mis pulmones.
Su cálido pero también agitado aliento, juega en la base de mi cuello y hombro.
Sus piernas siguen alrededor de mi cintura como yo, dentro de ella.
Y puedo sentir su corazón golpeando contra el mío y su piel húmeda como caliente por nuestro sexo exigido.
Y su espalda, debajo de mis manos sosteniéndola.
Absolutamente todo, podía sentir de mi Bob.
Porque jodidamente, tomé todo de ella.
Beso su hombro y la atraigo más contra mí, de forma muy necesitada y cariñosa, provocando que ría bajito para que sigan sin descubrirnos.
Pero, tan feliz como yo.
Y porque, sabía que ya nunca más.
Nos alejaríamos el uno del otro...
Y con ese abrazo y esa unión, después de muchas maratónicas que siguieron después.
Oigan.
Nos los debíamos por tantos años reteniendo nuestros impulsos.
Y siendo nuestro camuflaje perfecto, esas filas como estantes de prolongados registros como ficheros, que con ayuda de su tamaño como alto y por más iluminación del sector.
Entre uno y otro, impidiendo la abundante luz y dando rienda suelta a nuestra primera vez.
Y tras risas y acomodada de ropa, mientras retomamos la vuelta en dirección al ascensor y con nuestros rostros colorados por el sofoco, propio del semejante polvo que nos echamos.
Yo, acomodando mejor mi camisa y siguiendo los pasos de Bob.
Y ella, intentando lo imposible por mi post ataque de caricias alisando su pelo esponjoso, un paso delante mío, caminando.
Al ingresar al ascensor y para sorpresa de ambos.
Re carajo.
No podía ser con la puta casualidad.
Encontrarnos a Hero con Van dentro y en el tumulto lleno por su capacidad, pero al final de este.
Y donde, el muy puto.
Niego.
Si será, come mierda.
Haciendo la segunda cosa impensada.
Porque la primera, fue verlo como un mortal más subido en el elevador y compartiendo con su propios activos como lejos del suyo personal con su tarjeta magnética antisocial.
Que al escanearnos tanto a Mel como a mí y bajo la ingenuidad de Van sin notarlo.
Reír.
Tomando a todos en el interior mientras suben, con asombro y desconcierto el muy cabrón.
Y lo reconozco.
Hasta a mí.
Porque, fue un poco espeluznante.
Dio miedito, lo juro.
Ya que mi mejor amigo y jefe no es de reír mucho.
Casi nada, diría yo.
Y esa risa espontánea.
Alegre.
Y pese a ser muy feliz por sospechar algo de lo nuestro y ocurrió, piso más arriba.
Provocó cierto terror entre sus empleados rodeándolo, junto a una rayo fascinada por escucharla y bajo una Mel sin entender.
Yo le entrecerré los ojos odioso y silencioso, haciéndolo carcajearse más, mientras leve negaba con su cabeza, retomando su postura y volvía a su papel de jefe de los jefes gélido y autócrata.
Siendo eso.
El comienzo de nuestro felices para siempre.
Y digo bien.
Porque como en todo cuento y aunque, esas palabras señalan el final de la historia concluyendo.
Y mi sonrisa, me puede.
Sí, esa misma.
La que están pensando y nuestra amiga Vangelis, dice que es a toda potencia.
En realidad fue el inicio de la historia y mi vida con Bon esponja.
Donde los días pasaron.
Como la del departamento de rayo, que al enterarse de nuestra relación y abrazarnos tan feliz como nosotros mismos y sobre la primera.
De muchas que después siguieron.
De la peor propuesta de matrimonio por mi hermano, jefe y amigo a mi compañera de trabajo negándose a casarse.
Como nuestra historia como amor, siguió.
Una de nosotros, bajo el tsunami de vivencias que Hero y Van, vivieron en las semanas siguientes.
Pero y siempre, todos unidos.
Como el secuestro de nuestra amiga y por ese compañero de trabajo del área del buffet de la cantina.
Su valiente escape a eso, pese a su estado y rescatada por Grands en las vides que separan.
¿O unen?
La casona y Terra Nostra de Marlene.
Pero, sobre ese lapso triste de emociones.
Un hermoso desenlace.
El nacimiento de las trillizas.
Mis ahijadas.
Ya que lo son y aunque el terco de mi mejor amigo me lo niega.
Porque, yo tengo mucho amor para dar como padrino.
Y sobre semanas de hospitalización de las bebés como rayo y un Hero, sin separarse de ellas siendo un puto zombie.
Pero un puto zombie, feliz y enamorado de sus cuatro amores.
La esperada alta de todas llegó y fue festejado un mediodía por el clan Mon y con un gran árbol con su sombra, almorzando por todos en el jardín de la casona.
Y siendo el postre a la par de las tartas dulces de Siniestra, servidos por ella y Lorna.
Mi anuncio sorpresa y super feliz a todos.
Que con Bob, íbamos a ser padres...
FIN.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top