CAPÍTULO 3

Estaba oscuro y hacía frío, podía escuchar la respiración ajena dentro de la misma habitación, era lenta y profunda. Jugó con sus manos, pensando que palabras utilizar para expresar su inmenso temor. No fue hasta que la ronca voz del padre llamó su total atención.

—Hace 20 minutos que vino para confesarse, joven Stevens —habló el padre Jones, quien seguramente esperaba atentamente a que Jaime hablara.

Tragó sonoramente, sintiendo como sus oídos se tapaban y como el calor comenzaba a crecer en la habitación.

—Padre, hace unas semanas, y-yo —no salían las palabras, quería poder decir, hablar, gritar y quitarse ese peso de encima. Quitarse el peso de haber presenciado una muerte a sangre fría, de haber sido un testigo clave de aquello.

Su labio comenzó a temblar y simples balbuceos salieron de su boca, haciendo que el padre hiciera un sonido con su garganta para que continuara. 

—Por mi curiosidad, fui tentado y seguí a unos compañeros de clase por el bosque —susurró a duras penas, pensando que tal vez el padre Jones, no le había escuchado.

Trató de mentalizarse y pensar que estaba solo en aquel lugar, cuando claramente tenía a una figura muy potente, con solo una ventanilla entre ellos.

—Yo, los vi, ellos estaban haciendo algo extraño, tenían capuchas y vestimentas extrañas, había muchos de ellos —Jaime estaba en otro mundo, recordando a la perfección, cada detalle de aquel día.

Escuchó una pequeña risa salir de los labios de Ian Jones, haciéndolo dudar de si lo que estaba diciendo era un chiste o una tragedia.

—Me integraron al grupo y no recuerdo como ni cuando, pero solo recuerdo la cabeza de Liam Jung rodar por el suelo —un nuevo silencio se hizo presente, poniendo más nervioso al temor.

—Fui testigo de aquel delito, mi propia curiosidad me terminó llevando a ese lugar, yo necesitaba confesarlo, padre... —un calor explosivo invadió su cuerpo, haciéndolo jadear bajo, pero aquello no había pasado desapercibido para el mayor.

—¿Te uniste a una secta satánica? —preguntó con aquella voz ronca, que hacía temblar todos los sentidos de Jaime —. ¿Tengo que recordarte que le perteneces a Yzier, a nuestro Yzier?

Ese tono enojado, puso en alerta los sentidos del menor.

—Por favor, tenga piedad de mis pecados, fui una víctima de la tentación —susurró torpemente.

—Últimamente, eres tan desobedientes, Jaime —susurró el padre, haciendo a Jaime voltear la cabeza, observando atentamente la ventanilla —. Te gusta causarle problemas a nuestra comunidad, a mí, tener que cargar con un chiquillo escurridizo pecador.

Jones hizo una mueca, pasando su lengua por sus labios, mordiendo estos en el proceso.

—Yzier me va a castigar, ¿no? —el temor estaba presente en su voz, en cada palabra y letra que salían de sus labios.

—Yzier no castiga, nosotros los humanos si, por eso vas a pagar por tu curiosidad —susurró el mayor —. Voy a purificar tu alma y volverte más puro de lo que ya eres.

Nuevamente una risita, logrando que las piernas de Jaime temblaran.

—Padre Jones... —Jaime no pudo terminar, cuando Ian había hablado con una fuerte voz.

—Diez Ave María, mañana después de la misa diaria, vienes a mi oficina —y sin decir nada más, hizo la señal de la cruz y salió del lugar.

Ahora no solo estaría de rodillas ante un altar, rogando a Yzier por su perdón, también estaría de rodillas ante la dominante figura del padre Jones, siendo castigado por sus actos.

Nadie conocía la mente de Jones.

Solo una persona y a penas lo estaba conociendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top