CAPÍTULO 16: EPÍLOGO

Antes de leer.

Me gustaría que pudieran leer este capítulo final con esta canción de fondo:

https://youtu.be/l_G-c4iDuok

Si necesitan repetir la canción, háganlo, vale la pena leer con esa canción de fondo.

Sin más muchas gracias por quedarse hasta el final de esta historia ♡

Al día siguiente el cielo se encontraba oscuro y eso solo anunciaba una cosa.


El final de una etapa.


Al abrir los ojos, se dispuso a observar el blanco techo de su habitación, no recordaba completamente todo lo que había pasado ayer y había cosas, pequeños detalles que no quería recordar. Se levantó de su cama y con pereza en su cuerpo, se encaminó hacia su armario. Abrió la puerta y se dedicó a escoger la ropa que llevaría a día de hoy a la escuela, Jaime siempre fue una persona muy lenta a la hora de hacer las cosas y siempre se le hacía tarde; por ese día en particular se levantó más temprano de lo normal, porque casualmente no quería llegar tarde a la escuela. Busco entre sus cosas algún pantalón beige que le sirviera, últimamente había bajado mucho de peso y eso le hacía sentir un desperdicio de persona, en algún punto sentía que nada le salía bien y tal vez así era.

Mientras buscaba en el tumulto de prendas de vestir, se topó nuevamente con aquel extraño libro de aspecto antiguo que le carcomía por dentro la curiosidad; lo tomó entre sus manos, sintiendo un dolor en sus manos, como si estas estuvieran siendo quemadas. Rápidamente soltó el libro, dejándolo caer al suelo de madera, haciendo que se sobresaltara más; el libro cayó y se abrió en una página cualquiera de este mismo.

Jaime frunció el ceño y no pudo evitar agacharse para ver más de cerca la página, sin tocar el libro comenzó a leer cada una de las palabras que aparecían.


"Ahora mismo, con esta copa, clavo mi alma en el altar del diablo"


Su boca ardió, sus manos temblaron y un inexplicable frío recorrió su cuerpo, su vista se nubló; en un abrir y cerrar de ojos pudo ver como varios gusanos subían por sus piernas desnudas, como las hormigas hacían un círculo a su alrededor y como su cuarto se estaba llenando de moscas de manera inexplicable.

Trató de gritar, pero sintió como su boca fue cerrada de la nada, el dolor que sintió es algo que no se puede explicar tan fácilmente, sintió como si miles de agujas atravesaban sus labios, sellando por completo su boca. Con temor observó hacia todos los rincones de su habitación topándose con la imponente imagen de aquella persona que conocía muy bien.


Jones William, William Jones.


Abrió sus ojos de par en par, sin comprender que pasaba exactamente y como era que William estaba en su habitación.

—¿Al plebeyo le comieron la lengua los demonios?

Fueron sus primeras palabras, haciéndolo fruncir el ceño, la única persona que lo llamaba "plebeyo" era Ian Jones y ser llamado así por otra persona era extraño.

—Ya que no puedes hablar, tendré que hacerlo yo —sonrió con malicia —. Es más que obvio que ya sabes quién soy, pero esta no es mi verdadera cara —en un movimiento rápido William comenzó a quitarse la piel de su rostro, dejando la capa de los músculos expuestos. Jaime sintió asco, las ganas de vomitar se hacían presentes, pero el temor podía más con su cuerpo.

—Me presento, soy la otra cara de Lucifer.

...


Del otro lado del pueblo, se encontraba Ian Jones, pensando en su oficina. El tiempo había pasado demasiado rápido y ahora su único objetivo era mantener con vida a Jaime, alejarlo de todo mal, porque aquella sensación en su pecho cada vez que piensa que puede perderlo, le incomoda a cada segundo.

Se sentía como estar cerca del sol, incapaz de moverse, solo sintiendo su piel siendo quemada por los rayos solares; así o peor se sentía perder a Jaime. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el golpeteo de la puerta, se acercó lentamente y al abrir la puerta la imagen que se encontró a continuación, lo dejó helado.

—Tiempo sin verte, querido rey —el rostro de Jaime, en el aura de Shiriam Morte.

Era ese mismo ángel caído que se había entregado a su persona, que le había hecho llegar hasta las nubes, era su plebeyo, con sus alas oscuras.

—Shiriam... —susurró como pudo, aquellos ojos que alguna vez estuvieron llenos de furia, ahora eran un completo mar de lágrimas. Después de siglos, por fin se encontró con la verdadera figura de Shiriam Morte. —¿Cómo es que...?

Shiriam se abrazó a su cuerpo, soltando varias lágrimas.

—No llores más, arcángel —esas palabras habían destruido gran parte de la poca estabilidad que le quedaba a Ian Jones —. Estoy aquí, soy real —sonrió como pudo.

—N-no, esto debe ser una pesadilla o algo por estilo —se apartó como pudo, tratando de negarse ante la figura de su amor fallecido, no era posible que Jaime recuperara la memoria de su vida pasada, no era algo lógico.

—Tienes que creerme, cielo —suspiró, Shiriam era el perfecto ángel y demonio que puede existir en la faz de la tierra. Su aura era algo inexplicable, sus ojos a pesar de transmitir lujuria, transmitían paz y serenidad y eso era algo que Ian siempre le señaló, porque para Jones, Shiriam era su paz.

Ian suspiró, cerrando sus ojos con fuerza, mientras sus manos apretaban fuertemente las de Shiriam, sintiendo su fría piel, ese tacto frío, lo extrañaba como el maldito infierno. De un momento a otro el tacto de Shiriam comenzó a sentirse menos, como si su presencia se estuviera desvaneciendo.

—¿Qué te está pasando? ¿Shiriam? —su voz tembló, era como vivir nuevamente la pesadilla.

—Ángel, toca mi alma, no dejes que me lleve... — fue un susurro que vino acompañado de lágrimas.

Su amor era algo puro, una historia que vale la pena contar y escuchar, pero justo en ese momento la historia estaba siendo jodidamente injusta con ellos. Ambos ángeles caídos, quienes fueron sentenciados por el paraíso, despojados de sus alas, de su lugar, solo por pensar diferente. Ian pudo sentir cada uno de los momentos vividos con Shiriam pasar frente a sus ojos.

—N-no comprendo, J-Jaime, por favor —su miedo creció cuando vio como las manos de Shiriam desaparecían lentamente —. ¡¿Qué está pasando?!

—¡Él me quiere a mí! —un grito incontrolable salió de su boca, sintiendo el pecho quemarle, sin ser capaz de más, cayó al piso, dejando que sus lágrimas brotaran de sus ojos —. El Dragón rojo quiere destruirte.

Se agachó para abrazar a Shiriam contra su pecho, sintiéndolo temblar. Las dagas y espinas clavadas en su cuerpo dolían menos, las heridas de sus alas, dolían menos. Sólo deseaba volver a ser feliz con su demonio.

—Estamos juntos en esto ¿sí? —susurró como pudo, pero cada vez la imagen de Shiriam desaparecía más rápido.

—Desearía tener vida eterna, Luzbel —fueron sus últimas palabras antes de que la habitación quedara en completa oscuridad.

Ian solo podía sentir el peso ya muerto de Shiriam, con lágrimas en sus ojos, con el suspiro saliendo de su boca y el intenso dolor en su pecho; caminó lentamente hacia la puerta abierta.

—Vaya, el cordero se dedicó a salir —una risita amarga se escuchó y Ian no dudó en prender fuego a la alfombra del piso.

Su corazón estaba roto, su alma volvía a tener ese color negro que tanto le caracterizaba. La verdadera imagen de Satanás estaba de regreso.

—No voy a permitir que te lo lleves —su voz salió con un sonido lastimero, que hizo reír al Dragón rojo.

—¿Por qué tendría que regresarte algo cuando tú me encerraste en este maldito cuerpo? —entre las llamas apareció William o mejor conocido como El Dragón Rojo, la otra parte de Lucifer, su tercera imagen.

—Lo hice porque eres peligroso —habló con molestia —. No podía exponer a mis demonios —se fue acercando lentamente, hasta quedar frente al rostro lleno de sangre de William.

—Más que nada a Shiriam ¿no? —sonrió, mientras más hablaba, más sangre salía de su rostro cortado —. Nunca voy a entender por qué me dejaron de lado, cuando claramente puedo más que un diablo que solo se derrumbó ante el primer sentimiento.

Ian apretó la mandíbula, sin ser capaz de dar una respuesta.

—Me sorprende que a pesar de que me tenías encerrado, podía actuar tras tu espalda —sonrió con malicia —. ¿Quién crees que ayudó a Jaime a llegar a esa Secta? O mejor aún, ¿Te has preguntado quienes son realmente los padres de Jaime?

Ian frunció el ceño.

—¿Qué fue lo que hiciste, maldito? —sus manos estaban hirviendo por el fuego, Sus ojos estaban rojos y sus colmillos habían salido sin previo aviso, Ian sólo quería quitarle la sonrisa de la cara.

—Solo digo, que los ángeles son muy cumplidores cuando uno hace tratos con su todo poderoso Yzier.

Entre palabras pudo comprender todo lo que había pasado.

—Todo esto lo planeaste con Yzier... —susurró. William se alzó de hombros.

—Puede, pero la mayor parte la hice yo, hasta los Yzieres pueden ser todo lo opuesto a lo que se cree ¿no te parece?

Y por amor a los demonios, William tenía razón, todos, fueran ángeles, demonios, vampiros, lobos, humanos; velaban por sus propios intereses.

—Mi objetivo es destruir y después destruir a ese Yzier —sus ojos mostraban molestia y ardor —. Quería dar en tu punto débil y lo conseguí la primera vez y esta vez también lo haré, nuevamente.

Ian golpeó el cuerpo de William contra la pared, dispuesto a no dejar nada de él. Sus manos dolían, pero no importaba, porque su corazón estaba a nada de salir de su cuerpo.

Un impacto tras otro, era como una daga tras otra.

—Desde hace años debí haber hecho esto —sonrió, William trató de defenderse, pero por alguna razón la fuerza de Ian era extrema, sonrió con tristeza, porque sabía que los demonios recibían fuerza adicional al perder la vida de su destinado y por más que se negara, eso hizo que las garras de sus manos salieran.

—Espero que te duela, porque así... —enterró sus garras en el pecho del Dragón rojo. Un grito escalofriante se escuchó por toda la iglesia —. Así es como se sintió mi pecho al perderlo a él.

—Eres un maldito ángel caído ¿Crees que vas a poder contra Yzier cuando él e-está de mi l-lado? —comenzó a botar chorros de sangre por su boca, pero sin lograr quitar su sonrisa de superioridad.

—Al menos soy el original y tú eres la copia del ángel caído.

Con esa última palabra sacó con sus manos el corazón de William, no había nada mejor que matar al problema desde su corazón. Las puertas de la iglesia se abrieron, dando paso a una manada de lobos de pelaje negro como la noche, quienes hicieron un círculo alrededor de Ian, bajando su pecho en forma de reverencia. Ian entre sonrisas les dio la orden para que acabaran con el cuerpo de William.

—¡Ian! —la voz de Hans llegó a sus oídos —. ¡¿Qué fue lo que pasó?!

Hans no paraba de llorar, su rostro estaba rojo, en sus brazos cargaba a Jaime, con las alas rotas y su cabello había dejado de ser rubio para convertirse en un color grisáceo, su piel estaba pálida y con toques morados en sus labios.

—Hans.... —habló Seth detrás de él, ayudándolo a cargar a Jaime —. Tienes que soltarlo.

—¡No, necesito una explicación ahora mismo! —Ian tenía la vista nublada, tomó el rostro de Jaime entre sus manos —. S-Su corazón no está.

Dejaron a Jaime en el piso de la iglesia, Ian por más que buscara respuestas a sus preguntas, no encontraba nada que le dijera por qué su demonio se encontraba en ese estado.

—Mi rey, esto es algo difícil de explicar... —comenzó a hablar Seth, Hans se mantuvo lejano a la conversación, estaba ido mientras apretaban una de las manos de Jaime.

—Será mejor que lo digas de una vez, sin rodeos —habló Jones.

Seth suspiró, tratando de poder controlar el temblor de boca.

—Yzier le arrebató la vida eterna a Shiriam, no podrá reencarnar esta vez. Su alma se encuentra encerrada en los cofres del templo sagrado y ningún demonio, ni ángel puede entrar.

Nuevamente sintió como si lo estuvieran quemando vivo.


"No dejes que lleve mi alma"


Esa frase se repetía una y otra vez.

—¿Q-quieres d-decir qué...? —no pudo terminar de hablar.

—Shiriam y Jaime se han ido para siempre.

Y como si la historia pudiera repetirse, la tierra tembló, las ventanas estallaron y los animales rodearon la iglesia. La gente salió de sus casas gritando y corriendo, evitando ser aplastados por los árboles caídos y sus casas.

Ian se acostó a su lado, dejando ir sus lágrimas, tocando la suave piel de su tierno plebeyo. Perder a alguien es un sentimiento que no tiene explicación, amar a alguien es más que complicado, pero la historia siempre vuelve a su punto de inicio y tal vez, solo tal vez, son capaces de hacer que todo inicie desde cero.

Susurró contra su oído —Nos volveremos a encontrar, Shiriam.

Porque el amor entre estos dos demonios iba más allá de una simple unión de labios, era un pacto de sangre y alma, que por muy retorcido que parezca, era la muestra más pura de amor. Porque ayer fueron separados abruptamente, hoy también, pero puede que mañana no.

El tiempo y el amor a veces pueden ir agarrados de la mano y nuevamente aquel cielo se tornó rojo sangre, dispuesto a demostrar una sola cosa.

La luna roja es solo el inicio de la nueva vida.

FIN.







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Nota de la autora

Se que no es la mejor historia de todas, pero es una en la cual me he dedicado todo este tiempo, me ha salvado de la depresión, de los tiempos difíciles, de absolutamente todo.

Tal vez tengan muchas preguntas con respecto a este final tan repentino, pero no, no es el final, así que no todo termina así.

Espero que esta historia les haya ayudado a olvidar un rato la realidad.

Los amo demasiado y muchas gracias a ustedes por motivarme a seguir. 

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