Capitulo Unico
El viento sopla con fuerza impactando con mi rostro y aunque no sea una pacífica brisa de verano agradezco que al menos este aquí para acompañarme mientras veo como el sol comienza a salir anunciando un día más. El sol siempre sale del mismo punto rozando las copas de los frondosos árboles que simbolizan nuestra libertad haciendo que todos los amaneceres den la apariencia de poder iniciar de nuevo, pero eso es algo que esta fuera de mi alcance, al menos aun lo está.
Hace años que el mundo pareció resetearse como si fuera un vídeo juego, todo cambio de una manera inesperada y totalmente arrasadora sin ninguna clase de censura para los inocentes ojos que apreciaron el inicio del fin.
Esta no es la historia de una gran nación que se une para derrocar a un gobierno imparcial y antipático, está es la realidad donde un pequeño grupo de personas luchan por sobrevivir. En ciertos aspectos tal vez parezcan similares pero no lo son, ya quisiera que lo que paso hubiera sido un gobierno dictador, probablemente eso hubiera sido más fácil y más teniendo una nación que se une por la liberación de los civiles, pero las cosas no son así, nunca lo fueron. La nación también se olvidó de nosotros.
Todos resultaron ser unos egoístas, no les importo a quien dejaran atrás, simplemente se traicionaron los unos a los otros activando una muy extensa cadena de sucesos sin fin que dejo como resultado solo un puñado de civiles cuando mucho.
Yo tenía ocho años cuando todo paso, era edad suficiente para saber lo que tenía que hacer, para saber lo que estaba pasando y que probablemente todos moriríamos de una forma u otra.
Un grupo terrorista mato a todo representante del gobierno. Alcaldes, ministros, diputados, embajadores, jueces, el presidente. Todos muertos a través de un sádico plan bien calculado y ejecutado, bien podría decirse que fue el mejor crimen organizado de la historia y la mejor forma de tener un país entero entre sus manos sin que tengan más opción que unírseles y seguir sus órdenes.
Al principio todos estábamos unidos en esto, como tuvo que haberlo sido siempre, pero ante las represiones del grupo terrorista ahora dueño de todo a su alcance, las personas comenzaron a unirse a ellos, enormes masas de gente se unieron convirtiéndose en nada más que peones en un estratégico juego. Incluso mi familia me dejo solo para unírseles ante la necesidad de sobrevivir. Nos dieron la espalda a todos y cada uno de los que tenían suficientes neuronas en funcionamiento como para distinguir lo bueno de lo malo, para saber que nos mantendría con vida y que nos mataría.
A los diez años yo me uní, también para sobrevivir pero de una manera diferente. A pesar de todo aún tenía todas mis neuronas bien activadas y ordenadas. Sobrevivir para morir era básicamente mi plan, con la esperanza de que mi muerte se transformarse en una fuente de vida para otros
Me pusieron en un pequeño grupo de niños de mi edad, desde que dieron inicio las fases de exterminio contra fuerzas emergentes (que es como llaman a las personas que se reúsan a ser piezas del tablero.) No quedaron muchos niños que digamos solo unos pocos que de milagro se salvaron, como yo, gracias a que descubrí una larga serie de bunkeres subterráneos militares, mi tío ocultaba los planos bajo el colchón de su cama. Él era un hombre bueno y luchador por la deseada justicia, pero como todo lo bueno en el nuevo mundo al que nos enfrentamos, muere o se destruye. La ubicación de los planos fue lo último que me dijo antes de morir desangrado por un cuchillo clavado en su pecho.
Luego de eso pase a escuchar gente morir todos los días de una forma tan dolorosa para mí como para ellos.
Durante mi estadía en las fuerzas enemigas entrene día a día, tampoco es como si hubiera opción, el grupo de desalmados nos obligaban a ello, querían que fuéramos soldados de elite cuando tuviéramos la edad suficiente. Fue bueno para mis propósitos, mi verdadero propósito.
No me uní a esos despiadados terroristas porque realmente quería sino que yo también estaba iniciando mi plan bien calculado, estaba ahí para sacar información de próximos ataques y puntos débiles, algo así como un robo de planes.
Por suerte no estaba totalmente solo o al menos ya no.
Me había vuelto realmente bueno en combate y manejando armas, parecía un prodigio en ello pero la determinación se me iba acabando, la realidad comenzaba a estallarme cual granada frente a la cara ¿cómo demonios yo solo iba lograr el hackemate contra un ejército más grande? Ese día, cuando estaba por darme por vencido algo paso...Ella paso.
Era un caluroso día de Abril en esta encarcelada parte del planeta, todo dentro de los muros había quedado sin vida, los árboles se secaron por esos bestiales champiñones bautizados como los demonios caídos una vez que alguna de esas destructivas armas toca tierra deja sin vida cualquier cosa en un radio de varios kilómetros, ya sea por la radiación o el impacto lo cual provoca que en este sector del planeta Abril sea más caluroso de lo que ya era.
El jefe (viejo apestoso entrenador militar) se comenzó a aburrir de mí, todos me usaban como rival pero yo no tenía a nadie arriba de mi a quien ver como objetivo. No quiero sonar presumido, no era el niño erudito que toda madre podía desear, no era perfecto y dudo que llegue a serlo, ademas tampoco era bonito que todos me miraran como su objetivo, algunos niños habían amenazado con matarme. En otros tiempos eso hubiera sido un mal chiste ¿qué podía hacer un niño de once años para matar? ¿Usar su espadita de Star Wars con relleno de goma espuma? Estos eran y son otros tiempos diferentes, un niño de once años ya tendría que ser una maquina implacable de matar y sabía eso tan bien, porque yo lo era. Por suerte en aquel entonces aun no me habían pedido matar a nadie, pero sin duda alguna pronto lo harían.
Ese día como todos los demás, con la misma rutina insípida a la que estábamos sometidos, entre a la sala de entrenamiento designada al grupo de niños o más bien asesinos de mi misma edad pre-pubertad. No hace falta mencionar que como siempre, solo al pisar la sala cualquier par de ojos que chocaran con los míos inmediatamente expresaban un claro odio y disgusto directamente dirigido hacia mi ser. El entrenamiento transcurrió normal, con los mismos caníbales que se esmeraban en vencerme en vano lo cual al final de cuentas hacia que me odiaran más de lo que ya lo hacían. Estaba rodeado de personas pero estaba realmente solo.
El jefe me llamo con su cara de disgusto y aburrimiento, ya sabía de qué se trataría la charla en la que prácticamente solo hablaba él y tal como lo esperaba dijo lo que yo creí.
—Zeev, Zeev, Zeev. —Menciono mi nombre con su sonrisa cínica de una forma tan desagradable que tan común era en el—No hay duda que eres un soldado excepcional, si pudiera te enviaría en este mismo momento con una tropa elite pero aun eres un niño y no hacen uniformes tan pequeños. El punto es que no puedo dejar que desperdicies todos estos años hasta que seas mayor, necesito a alguien que te haga esforzarte niño. Así que no importa a quien te ponga enfrente, no importa si es una chica, un abuelo o tu mami. Tú debes derrotarlo a toda costa ¿quedo claro?
—Sí señor. —En silencio me preguntaba ¿Qué demonios haría este viejo ahora?
— ¡Mas alto!
— ¡Si señor!— respondí a todo pulmón y desgarrando mi garganta—Cero piedad ante todo y todos.
—Así me gusta, ¡dejen que entre!.
Mire hacia la enorme puerta metálica que nos separa del resto del mundo abrirse automáticamente dejando a la vista un par de guardias con ese distintivo traje militar negro acompañando a una niña con el uniforme amarillo moco que usábamos todos los del grupo 11-12. No hacía falta decirlo, en realidad era linda con las ondas de su cabello atados en una coleta meneándose de lado a lado mientras se acercaba más, sus ojos marrones daban la impresión de ser tan profundos que no tenían fin y unas cuantas pecas le daban un aspecto adorable. Yo era un sapo mocoso y ella una linda mariposa, pero sabía que no tenía que dejarme engañar por las apariencias, detrás se esa dulce mirada seguro que había una inigualable maquina asesina capaz de rebanar una gota de lluvia en tres antes de que toque el suelo . Y no me equivoque.
Ese día todos recibieron una paliza por parte de la pequeña y eso me incluía, ese día recibí la peor y más eterna paliza de toda mi vida pero ahora agradezco cada día y noche que esa chica me pateara el trasero de forma tan épica.
No tarde mucho en darme cuenta, ella estaba ahí por la misma razón que yo, robo de planes y formación de estrategias. Después de que se disculpase casi en lágrimas por semejante paliza que me dio nos hicimos amigos cercanos, mejores amigos de hecho. Trabajábamos para la misma causa y nos cuidábamos las espaldas el uno al otro. Ya no estaba solo, la tenía a ella, lo único que necesitaba.
La implacable maquina asesina dejo verme su verdadero ser, la cosa viviente más dulce que alguna vez piso la tierra, el sinónimo más cercano de lo que antes llamaban un pan de Dios, llena de esperanzas y una insaciable sed justicia. Si había alguien con el poder de liberarnos a todos seria ella, si alguien podía iniciar una rebelión si quisiese seria ella, si yo quería a una compañera no preferiría a nadie más que ella.
Ya no estaba solo, éramos una familia, pequeña pero éramos todo lo que necesitábamos puesto que al menos teníamos la certeza de que no nos traicionaríamos por que no éramos familia de sangre o con la que nacimos, éramos la que escogimos.
En un par de años ya teníamos todo lo que necesitábamos, el resultado no era muy bonito. Habían planes y esquemas muy confusos por suerte mi fiel compañera tenía un cerebro codiciado pero ella misma me confeso que no era tan bueno como parecía poseer esa inteligencia. Pronto entendí por qué. La dulce niña de coleta arremolinada había descubierto lo que llevaría al mundo entero al colapso.
El verídico nombre del grupo que nos arrebató todo de nuestras manos era Nachwuchs von Fürer. Una combinación alemana que básicamente significa "descendencia del líder". ¿Y quién fue el líder más emblemático de la Alemania Nazi con el que se hizo conocer la palabra fürer? Si señores, me refiero al "amistoso" Hitler con su legendario bigote esponjoso. El grupo de terroristas al que nos enfrentamos no son nada más ni nada menos que un grupo de Nazis de la era moderna, más inteligentes, mejores planes, mejor guerra.
Entre los planes que habíamos "tomados prestados" encontramos un gran plan de ataque masivo y con un extenso armamento de tanques, bombas y misiles estaba claro que podrían lograr incluso más de lo que planeaban.
La torre Eiffel caerá como pluma.
El Cristo Redentor quedara reducido a escombros
Los últimos balones que vera el Santiago Bernabeu estarán hechos de fuego.
Estados Unidos arderá junto con las cenizas de lo que antes era la Casa Blanca.
La muralla China se derrumbara.
En Moscú no quedara nada.
Sera la peor masacre de los últimos siglos.
La noticia me destruyo por completo, me desmorone al instante, la verdad nos tocó a la puerta con sus colmillos bien afilados y con apetito de atragantarse con nuestras esperanzas. Solo éramos dos treceañeros contra un ejército de proporciones exorbitantes armado hasta los dientes.
Laia, mi compañera ocultaba todo su dolor tras una falsa sonrisa que ya no expresaba felicidad, la realidad también había tocado a su puerta de forma tan feroz tal y como lo había hecho conmigo, hubiera querido ser yo el inteligente para evitar que ella descubriese los planes y mantener sus justicieras esperanzas tan radiantes como lo eran antes, pero no hay forma existente de volver el tiempo atrás.
Ese año pasamos al grupo trece-catorce, nuestro nuevo jefe parecía no ser más que otro viejo amargado, pero de nuevo las apariencias vuelven a engañarme como el interminable rompecabezas que son.
Un día como cualquiera nos llamó a Laia y a mí a su oficina, entonces lo supimos, nos habían descubierto y a todos los planos que teníamos en nuestro poder.
— ¡Buenos días, jefe!— dijimos firmes al unísono llevando nuestra mano firme y levantada en forma del saludo militar que nos habían enseñado.
El solo le hizo señas a los guardias para que se fueran y así lo hicieron. Por mi mente paso la inminente idea de la tortura que nos brindaría antes de matarnos.
—Denme los cinco muchachos—Levanto las dos palmas de sus manos enfrente de nuestra para que le respondiéramos, pero es una vieja trampa que hacen los entrenadores para los niñatos, hacen que dejen de estar en una actitud seria y firme para tener un motivo para castigarlos.
—Sin desafiar su autoridad jefe pero no se nos está permitido romper nuestra actitud firme y mucho menos frente a un dirigente.— dijo Laia dirigiéndose hacia el jefe con una mirada que podría hacer que el Polo Norte vuelva a lo que era antes.
—Es increíble que los transformen en robots—El jefe no se equivocaba, cada alma pura llena de imaginación terminaba convirtiéndose en un robot sin sentimientos que acatan cualquier orden que se les dé sin protestar. —Solo quiero felicitarlos y también ayudarlos.
— ¿Ayudarnos en qué?—Pregunte dudoso, estábamos jugando con fuego.
—A Salvar las vidas que siguen libres fuera de los muros que nos separan del mundo y también a salvarlos a ustedes, sé de la información que tienen y también sé que es como guardar fuegos artificiales en una chimenea. Ustedes hicieron mucho más de lo que yo hice en estos años y sé que harán aún más de lo que yo podría hacer.
—Señor, dimos por cancelado el robo de planes.—Laia Desvió la mirada derrotada hacia el suelo cuando pronuncie esas palabras, decir eso era como si cada vez estuviéramos sentenciando que el fin se acerca y que no haremos nada para impedirlo.
—Como su jefe les digo que no pueden darse el lujo de darse por vencidos y como un amigo solo les pido que jamás apaguen la llama de su determinación. Hagan que se cumpla la justicia y que su sacrificio no sea en vano.
Y así fue.
Al cumplir catorce escape con Laia. De camino a los Búnkeres subterráneos encontramos una que otra persona que aún se resistía a unirse a los nazis de la nueva era y decidimos llevarlos a ellos también.
Solíamos ser cuarenta, pero en cuestión de meses los mayores fueron decayendo, algunos decidieron acabar con su sufrimiento interno y se suicidaron, poco a poco nos fuimos reduciendo y con cada muerte nuestras oportunidades también.
Ahora solo quedamos doce y tenemos que hacer que nuestra pequeña cantidad sea más que suficiente.
Ante la necesidad de un dirigente, me eligieron capitán a los quince a pesar de que hubiera uno que otro mayor que yo, no me gustó la idea de tener esas vidas literalmente en mis manos, un movimiento en falso y puedo hacer que todos caigan, esa idea aun me abruma pero entendí que tenía que hacerlo.
Y ahora, después de tantas cosas, me encuentro en la azotea de un viejo edificio abandonado y en ruinas al igual que todo aquí, viendo toda la vida que albergan los arboles fuera de los muros y la poca que hay dentro de él.
Los muros fueron otra idea para matar a grandes masas en poco tiempo, los construyeron alrededor de las fronteras de este pequeño país, así nadie entra ni nadie sale, o eso es lo que creen. Sus planos tienen un pequeño problema. Son altos, pero no profundos.
— ¿Qué haces aquí Zeev? Sabes que es peligroso. —Al principio me sobresalte por la interrupción del silencio pero me alivie al darme cuenta que la dueña de esa voz es Laia.
—Haber sobrevivido es ya de por si peligroso, escapar fue un acto suicida, creo que esto es lo menos arriesgado que he hecho en estos años .—Laia deja escapar una pequeña risa y se sienta a mi lado en la orilla de la cornisa con nuestros pies flotando, normalmente si hubiéramos tenido una vida como el resto fuera de los muros ,nos daría miedo estar sentados aquí, pero como ese no fue el caso, ahora la altura es una de las cosas a las que ni siquiera le damos importancia.
—A mí también me gusta ver como todo haya afuera sigue tan vivo como antes a pesar de que aquí adentro todo este muerto. —El brillo en sus ojos aparece como estrellas cuando ve una bandada de pájaros alejarse, aquí los únicos animales que quedaron son efectivamente las cucarachas y los gusanos que se comen los cadáveres en descomposición.
—Es increíble como el resto del mundo pudo seguir como si nada hubiera pasado, solo nos eliminaron de la lista de países y ya está.
—Sabes que no es cierto, si alguna potencia mundial lanzaba un ataque nuestros "queridos" nazis hubieran respondido con el doble de fuerza y simplemente el mundo no puede permitirse perder otro país,que es lo que pasara si mañana fracasamos.
Había querido evitar ese tema, pero cuando el día esta tan cerca creo que no puedo permitirme hacerlo. Prácticamente mañana a primera hora guiare a mi equipo hacia la muerte.
— ¿Alguna vez te has puesto a pensar en que será del mundo si no lo logramos?—Le pregunto a Laia. Me he planteado tantas veces esa pregunta que ya lo veo como una realidad.
—No, porque no pasara. —Me parece increíble que después de que todas sus esperanzas hayan vuelto a ser las mismas de antes aunque ella no, yo tampoco soy el de antes, todos cambiamos pero fue un cambio necesario.
—Aunque solo sean doce personas tienes tus objetivos claros ¿no es así?
—No son solo doce Zeev, son siete millones de personas. —Mi expresión cambio por completo y mi corazón pareció parar de latir en cuanto Laia menciono a esa cantidad de vidas.
¿Cómo es que fui tan idiota como para no darme cuenta? Al salir de los muros nuestro trabajo no acabaría ahí, llevaríamos los planos a una cede de la ONU, si es que aún existe. Si no hacemos ese último pasó, lo que sufrimos aquí lo sufrirá todo el mundo.
—Pero tranquilo Zeev, nos entrenaron en las fuerzas enemigas, nos enseñaron como acabar con ellos mismos, crearon su propia destrucción. — Tras que dijo eso ambos nos quedamos serios y callados por un momento, para luego explotar en carcajadas.
—¿Recuerdas cuando veías películas donde pasaban cosas así y pensabas «No, pero que exagerados»?— Dije mientras mis pulmones amenazan con estallar.
—Y decían que algo así jamás podía pasar en la vida real.—Añadió.
Ambos nos quedamos así un buena rato intercambiando bromas, son de esos momentos que tengo que apreciar ahora o nunca, porque si las cosas no salen bien a pesar de toda nuestra determinación, es posible que esta sea la última vez que pasamos un momento así.
— ¿Qué onda hermanos?— Laia y yo nos espantamos por lo cual en cuestión de segundos ya le estábamos apuntando el filo de nuestras catanas contra el cuello del emboscado sin percatarnos de quien es. — ¿Mal momento?
La persona a la que apuntámos es Goliat, tiene dieciocho años, es dos años mayor que nosotros por lo que suele ser bastante protector pero aun así es un gran amigo y parte importante del equipo.
Goliat fue el primer sobreviviente que encontramos de camino a los búnkeres aunque de hecho él nos encontró a nosotros. Nos salvó cuando un grupo de exterminio nos perseguía, con un par de flechas derribo a cinco, si él no nos hubiera acompañado no estaríamos en donde estamos ahora.
— ¿Por qué traen un armamento tan ligero?, pareciera que por momentos se les olvidara que estamos en medio de una guerra— Goliat tiene razón, una catanas no le hacen frente a un bala al menos que tuviéramos reflejos extraordinarios.
— Estamos guardando todas las armas necesarias para mañana. Necesitaremos todo lo que esté a nuestro alcance y un milagro.
—Además una guerra es una disputa entre dos o más naciones, hace tiempo ya que a nuestra lucha dejo de llamársele guerra, Goliat. — Dice Laia mientras la leve brisa matutina mueve su cabello marrón de un lado a otro, como el vaivén de las olas cuando todavía podíamos darnos el lujo de sentir el agua salada limpia y compartíamos nuestro preciado albedrío.
—Si como sea, ¿ven ese apestoso y mugriento muro de allá? —Nos pregunta Goliat mientras se sienta alborotadamente dejando sus pies en caída libre al igual que nosotros. Laia rio por su pregunta aunque era básicamente capciosa.
—La verdadera pregunta sería ¿Cómo no verlo?, es el mismo muro que permanece en las pesadillas de todos en un rango de al menos trecientos kilómetros a la redonda. —Para que negárselo si tiene razón, ese muro ha sido un problema tanto físico como abstractamente infiltrándose en lo profundo de nuestras mentes quitándonos nuestra libertad de huir y nuestra libertad de soñar.
—Exacto, estructura aterradoramente alta y ancha con francotiradores vigilando las veinticuatro horas del día, la pesadilla de cualquier ser que alguna vez ha pisado el planeta tierra. Pero mañana señores, eso pasara a formar parte de la historia. —Hablo con tanta emoción en los ojos.
Seguimos hablando durante un rato, mientras el resto del mundo continuaba en calma, entre mis planes esta que eso siga así.
Vimos el primer camión de patrullaje pasar lo que nos indica automáticamente que ya es hora de largarnos, pronto empezarán a esparcirse como hormigas.
Salimos del edificio, con armas en mano para evitar cualquier cosa que luego lamentaríamos. La regla número uno de un sobreviviente es seguir sobreviviendo. Llegamos a los búnkeres sin problemas y sobre todo sin ser vistos, en cuanto alguien nos vea enviarían un centenar de peones y como no, si encabezamos la lista de los más buscados, porque en este juego de ladrones y policías la justicia no busca acabar con la maldad, los roles han sido modificados y cambiados, la maldad disfrazada de la justicia esta ansioso de ver sangrar a su contrincante. El bien no le gana al mal. Él súper héroe no sale victorioso por el simple hecho de que en esta historia los héroes murieron antes de ser proclamados como tales.
Ellos saben quiénes somos y nos conocen bien pero nosotros a ellos también.
— ¡Zeev!—Voltee a ver y Bruno venia corriendo hacia mí con una sonrisa en su rostro. Bruno Es el menor de todos, tiene once años, no me importa cuánto me cueste pero hare que el cruce el muro aunque sea lo último que haga, él se merece vivir más que todos nosotros juntos.
—Hola Bruno, No abras echo ningún desastre mientras no estábamos ¿o sí? —Le pregunte de forma divertida, algo que le sobra a ese niño es energía.
—Tan temprano y ya sospechas de mí, que indignación— Hizo una pose dramática, como las que hacían los personajes de las telenovelas que daban en la televisión ya hace bastantes años.
—Sí, porque soy muy malo ¿no?—Agradezco que aun puedo cargarlo y lo subo a mis hombros mientras damos vueltas.
—A ambos les encanta matarse el uno al otro ¿no es así?—Hablo Laia, me detuve en seco y pude sentir como Bruno y yo nos tensábamos en conjunto. — Y lo peor es que me dejan fuera.
Corrió hacia nosotros y jugamos un rato, algunos se unían a nosotros y otros simplemente reían por nuestras payasadas.
Se siente tan bien sonreír, seguir riendo después de todos los que nos hicieron, es como una clase de venganza. Ellos planeaban que sufriéramos las veinticuatro horas del día por eso nuestra felicidad les ha de caer como alcohol en las heridas abiertas.
Sin duda alguna ellos nos quitaron todo, pero aun nos tenemos los unos a los otros, somos solo doce, y eso basta.
No nos dimos cuenta cuando el tiempo paso, aquí en los búnkeres bajo la fría tierra no se diferencia entre el día y la noche. Los relojes se quedaron sin baterías, aquí abajo es como un eterno vació blanco donde no existe el tiempo y no se encuentra ninguna clase de vida además de nosotros.
Cenamos garbanzos enlatados que conseguimos de una vieja gasolinera deteriorada, a casi nadie le gustan los garbanzos pero nos acostumbramos ya que tenemos suerte de poder comer. Aun con el sabor agrio del agua que mantiene frescos los garbanzos dentro de la lata disfrutamos la cena sentándonos en círculo y brindando con nuestras huecas latas. Se sentía como nuestra última cena, porque talvez lo sea.
A medida que pasaron las horas uno tras otro fueron cayendo dormidos hasta quedar yo solo, me senté en frente de donde duermen tranquilamente y me quedo observándolos.
En mis manos esta salvarlos o llevarlos a una muerte segura.
¿Cómo paso todo esto? ¿Cómo pase de ser un flacucho de diez años a convertirme en el líder de estas personas? ¿A qué horas le cogí tanto aprecio a este país como para querer vengarlo? ¿Cundo me vi involucrado en todo esto?
—Abrumado por mañana ¿No es así?—Me pregunto Laia, bajo sus ojos asoma un par de ojeras por no dormir.
—Más que abrumado yo diría aterrado. —Voltee a verla y dejo una tela en mis manos. La extendí y era una bandera azul y blanca con el viejo escudo de este país con algunas modificaciones, ahora en vez de unas pocas estrellas hay doce rodeando al escudo y dos aves paradas sobre un arma que está apuntando a un símbolo Nazi.
—En los viejos libros dicen que el primer hombre en llegar a la luna dejo una bandera ondeando en ella, que el primer hombre en escalar el Everest hizo lo mismo. Nosotros seremos los primeros en cruzar esos muros desde que todo empezó, creo que es un momento merecedor para que nuestra bandera quede ahí.
—Ojala así sea, me encantaría ver la cara de esos Nazis al ver nuestra bandera ondeando fuera de sus muros.
Nos quedamos callados unos minutos dejando que el silencio nos haga compañía en la oscuridad y la frialdad del lugar. Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos en ese mismo sitio apoyados en la pared y aun dormido puedo sentir los segundos desapareciendo ante mi provocando que cada vez falte menos y menos hasta que la pequeña alarma improvisada que construimos nos despierta a todos anunciando el primer día del resto de nuestras vidas o el fin de esta.
Todos comienzan a prepararse y se ponen unos uniformes militares que sobraron y Cuando todos están listos con sus armas en mano se forman en línea recta frente a mí en espera de que les del ultimo animo que les hace falta. Aunque no estoy seguro ni de poder dárselo a mi propio ser.
Suspiro pesadamente como si de alguna manera eso provocaría que todos mis pesimistas pensares salieran expulsados de mi mente.
—Nos enfrentamos a todo juntos, trataron de destruirnos y de aplastarnos, pero nunca lo lograron. Somos un equipo y aún más que eso somos una familia y por ello atravesaremos esos asquerosos muros, lo haremos los unos por los otros, unidos, porque así debió ser siempre. ¡Hoy, pasaremos esos muros que nos arrebataron todo y mañana arderán hasta que no sean más que cenizas! ¿Qué dicen? ¿Quieren ver como un grupo de pubertos llenos de hormonas lograron vencer a un grupo de Nazis pedorros?
Una pocas risas sonaron en el frio lugar, las sonrisas comenzaron a formarse en el rostro de cada uno demostrando su determinación y valor. Por ultimo aun una sonrisa logra formarse en mi boca.
Moví un par de muebles dejando a la vista una vieja puerta de acero cerrada que conecta con otro bunker dando paso a una larga serie de pasillos subterráneos que incluso llegan a dar con sistemas de alcantarillado.
Entonces doy el primer paso, firme y decidido. El resto me sigue y emprendemos nuestra andanza bajo tierra.
Pasamos por estrechos pasillos dignos de cualquier claustrofobia con viejos focos que nos brindan una tenue luz con la cual avanzar sin acabar con la batería de nuestras linternas. En menos de hora y media ya estábamos a punto de abrir la última compuerta que da paso con la alcantarilla.
— ¡Yo quiero hacerlo!— Dice Bruno con un brillo en los ojos, nadie se opuso a esa petición, todavía no llegamos a la parte peligrosa así que con esa emoción de niño "inocente" que aún conserva oprime el botón provocando un estruendoso sonido de la compuerta abriéndose.
Un aroma fétido no tarda ni dos segundo en inundarnos las narices, las alcantarillas de por si son apestosas pero esto es otro nivel, no quiero ni saber qué clase de desgracia causa ese olor.
—Enciendan las linternas— Con la orden dada todos encienden las linternas permitiéndonos tener un mejor campo visual.
Uno que hubiera preferido se mantuviera en las sombras. Para siempre.
Laia inmediatamente tapa los ojos Bruno para mantener aunque sea un poco de la inocencia que ya hace tiempo se le fue arrebatada. Yo quisiera hacer lo mismo con ella.
Unas lágrimas asoman por mis ojos mientras abandono mi firmeza por completo. De un salto aterrizo en las aguas verdosas que me cubren hasta las rodillas y me acerco cada vez más al cuerpo sin una gota de vida de Gael, el único entrenador que nos quiso, el jefe que nos ayudó a escapar de esa fábrica de máquinas y el más cercano prospecto de padre que tuve en estos años.
—Gracias Gael...Gracias— Tras mi agradecimiento me hundo en mi propio llanto y dejo escapar un grito tan lleno de furia que creo haber dejado sordo a alguna rata. El llanto de Laia no tarda en llegar a mis oídos, el hecho la ha afectado tanto a ella como a mí.
A pesar de todo no nos podemos detener, hay que seguir y eso lo tengo claro ,todos de hecho así que todos nos permiten hacer una pequeña despedida a Gael y luego seguimos nuestro camino mientras le doy la última mirada a lo que alguna vez fue una fuente paz en nuestros días turbios.
Avanzamos y avanzamos con la reciente perdida fijada en mi mente. La venganza es mala, pero mi mente solo puede pensar en esa palabra de momento. Matan sin saber lo que se siente ser privados de la vida.
Algún día la justicia llegara, y si no lo hace yo mismo me encargare en traerla o sino después de todo ese ¿no fue ese el punto por el cual robamos los planes en un primer lugar?
Llegamos al punto en el que la alcantarilla tuvo final y empezaba un estrecho túnel de tierra, la pesadilla de cualquier temeroso de los espacios reducidos. Medio kilómetro de arrastrase por ese túnel. Sin pensarlo mucho nos adentramos en él, es eso o darse por muerto en este infierno.
A pesar de todo el aire nos alcanza para todos, tal y como había dicho el ingeniero que nos ayudó con la excavación, él fue un gran ayuda y compañía pero se suicidó antes de que hubiéramos podido despedirnos. Su partida a propósito nos cayó cual bomba a todos, era el mayor y posiblemente el más inteligente por lo cual nos brindaba siempre el consejo que necesitáramos.
Mientras me despejo poco a poco de mis pensamientos puedo apreciar un pequeño agujero de luz, no más grande de un centímetro de diámetro, pero la más pequeña luz hace la diferencia entre las penumbras que nos rodean. Nunca terminamos la excavación porque un agujero sería demasiado evidente así hoy será completamente inaugurada nuestra invención.
Con dificultad por la estreches del hoyo en el que nos encontramos me pasan una pequeña pala, pareciera ser de jardinería pero con nuestras armas en la espalda no tenemos espacio para mucho más.
Comienzo a empujar la tierra lo que provoca que un poco caiga en mi cara pero el agujero cada vez se hace más grande y la luz más inmensa hasta que me sega por completo y lo primero que visualizo son dos sombras con apariencia de demonios hasta que mi vista se normaliza y puedo percatarme de que tengo a dos jefes en frente mío ademas de caigo en cuentas de que estoy en un lugar completamente diferente.
—Fuiste el mejor de mi clase Zeev, debí saber tus propósitos, pero por suerte aquí estamos para detenerlos— Inicia aquel viejo al que tanto desprecio le tengo.
—Pero la muerte sería más un regalo para ti ¿no es así? y a los traicioneros no hay que premiarlos así que he pensado en un castigo muy bonito para ti. — Habla alguien con mayor autoridad, y me temo que estoy ante el jefe de jefes.
Un par de esos guardias sin emociones acercan a nosotros a una persona con la cabeza tapada con una bolsa, pero por los mechones juguetones que asoman abajo de ella mi peor sospecha se vuelve realidad.
El jefe de jefes retira la bolsa de la cabeza y me permite ver a Laia con varios cortes en su rostro y lágrimas que se llevan con sigo sangre y sin duda una parte de mi ahora destrozada alma.
—Todos murieron Zeev...Todos. —Murmura casi como un ratón, no recuerdo ninguna de esas muertes pero la idea hace que mi cordura se estrelle y se desmorone en el suelo. Todos murieron a mi cargo, esas muertes fueron dirigidas por mí, esta vez yo fui el desalmado que los privo de sus vidas.
—Perdiste a diez de tus guerreros sistemáticamente, uno cada hora como un reloj y en este momento son las once ¿Sabes lo que eso significa?— Mi antiguo jefe deja ver una deslumbrante sonrisa diabólica y sin nada más que decir saca su pistola y dejo ir una bala dentro de la cabeza de Laia causándole una muerte instantánea.
Me quede reducido a escombros nada más, una mota de polvo en el inmenso universo. Mi corazón se detuvo casi por completo pero en el caso de las lágrimas eso no fue así.
— ¿Sabes Zeev? En algún otro país que pronto no existirá ya son las doce. Adiós traidor — sin ningún resentimiento me disparos cinco veces, morí enseguida pero mi cerebro de alguna forma siguió funcionando por lo cual le agradezco, es lo menos que esos desgraciados pueden hacer después de alejar tan cruelmente a la pequeña luz que creaba la diferencia entre mis penumbras.
Y así le dije adiós al mundo que pronto no existiría, porque yo no le permití seguir existiendo.
Al igual a cuando trataba de abrir el agujero la blancura me rodea por completo y unas voces murmuran cosas a mí al rededor pero no me muevo aunque quisiera por el simple hecho que me siento tan débil que ni creo que este respirando yo solo, o al menos que yo lo esté haciendo.
—Estoy muerto— digo mientras dejo escapar un poco de aire con dificultad.
—No estás muerto, solo en un mejor lugar.
En estos momentos son en los que no se si reír o llorar. Que yo sepa en cualquier lugar eso de un "mejor lugar" significa literalmente muerte.
—Señor, creo que esas dos cosas son lo mismo. — hablo otra voz diferente.
—Bueno el punto es que no estás muerto... ¿Zeevedeo?
Abrí mis ojos y la blancura del lugar son dos brillantes lámparas de hospital, y los poseedores de las voces son dos sujetos con uniforme militar, uno más veterano y uno más bajo.
—Zeev—digo casi en susurro dando a entender mi nombre. Inmediatamente los recuerdos invaden mi mente sin previo aviso y me desespero por la chica justiciera. —Laia...Laia. — Trato de gritar pero mis gritos no son más que simples susurros.
— ¿La chica de coleta? recibió dos impacto de bala en el brazo derecho, pero está bien. — Habla el más joven.
— ¿Quiénes son ustedes?
—Soy el General de defensa, los encontramos en el bosque cerca de nuestra frontera casi muertos y sin documentación, no sabemos quiénes son ustedes pero no son de cerca ¿no?—Busco con la mirada mi mochila mientras escucho al veterano hablar pero mi posibilidad de movimiento es limitada.
—No somos de ningún lugar, nuestro país dejo de existir hace mucho tiempo —Ambos soldados se sorprendieron, se dieron cuenta de donde éramos.— Antes éramos miles, ahora solo doce, el resto están muertos o del lado equivocado.
— ¿Cuántos años tienes muchacho?—Pregunto el mayor aun sin dar crédito a lo que sus oídos habían escuchado.
—Tengo dieciséis, el mayor tiene dieciocho y el menor diez.
Una alarma suena y los soldados se dirigen hacia la puerta.
—Volveremos en unas horas muchacho—Me informa el mayor. Sin embargo sé que los que les mostrare los atrasara para su reunión.
— ¿Me pueden alcanzar mi mochila?—El más joven da con ella y la deja a un lado con cuidado. Meto mi mano que tiene uno que otro tubo de plástico clavada en mis venas hasta dar con los planos y estrategias impresos en grandes pliegos de papel y meticulosamente doblados para que entraran todos en mi mochila.
Saco uno tras otro hasta de los bolsillos más pequeños y como puedo los ordeno un poco para luego mirar a los ojos de ambos sujetos igual o más impactados que antes.
—Aquí está todo lo que pudimos conseguir, estrategias de ataques completos y planos de armas, prácticamente la forma para que el resto de continentes sigan a flote.
Los días pasaron en esa aburrida habitación de hospital, igual de blanca y fría como los búnkeres. Pero me permitieron ver a los demás e incluso a Laia. Cuando todos nos recuperamos por completo comenzamos a asistir a reuniones de seguridad nacional y mundial hasta que se creó CUPM, Continentes Unidos por la Paz Mundial.
En algún lugar cerca de ese muro que nos atormento por tanto tiempo aun hondea nuestra bandera que cuenta nuestra historia y la de todos. Símbolo de la esperanza, valentía y determinación que se necesita para vencer...
Puesto a que esta guerra apenas está empezando .
_________________________________________________________________
ROBO DE PLANES
___________________________________________________________________
Espero que hayan disfrutado del One-Shot y a cualquiera que lea esto recuerda que no importa la guerra que estés peleando, tienes que ser valiente,determinado y no perder las esperanzas por que solo de esa manera se ganan las batallas. Demasiado Tumblr.
¡Que tengan una linda vida!
Paginas en Word: 22
Palabras: 6377 aproximadamente
Imagen numero dos
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top