✨😚❤️Young Robert Downey Jr❤️😚✨

"¿Te puedo invitar un helado?"

Luego de las vacaciones de verano, mis padres y yo nos habíamos mudado de Seattle a New York, debido a un ascenso en el trabajo de papá, lo cual le requería su estancia en La Gran Manzana para poder desempeñar su nuevo trabajo. Había sido difícil despedirme de mis compañeros y amigos de mi antigua escuela y de mi vecindario aunque, siempre había pensado que todo cambio era para mejor, pero, ¿quién me iba a decir que sería tan bueno?

Mi familia y yo ya llevábamos unos seis meses viviendo en New York, en un lindo barrio del distrito de Bronx. Ya había hecho algunas nuevas amistades por el vecindario e incluso, tenía amigas en la preparatoria. No fue tan difícil hacer amistad con ellas, ya que al igual que yo, también venían de otra escuela y tampoco conocían a nadie. Ellas eran Ann y Luisa.

Pero, no solo las había conocido a ellas, también a él. Un muchacho de ojos de avellana y sonrisa encantadora. Era solo un año mayor que yo, 17 años y desde que lo conocí, sentí algo en mí que jamás había sentido por alguien. Desde el primer momento se portó muy amable conmigo, era muy dulce y atento; todo era perfecto en él, su manera de hablar, de caminar, de moverse, hasta su nombre lo era: Robert Downey Jr.

Sin embargo, Robert tenía novia. O al menos, eso creía.

***

Era un lunes por la mañana, nos tocaba clase de biología a primera hora y tanto Ann como Luisa y yo, estábamos en los casilleros buscando nuestros libros y cuadernos que necesitaríamos para el resto del día mientras conversábamos. De pronto, hubo un ruido de murmullos y pasos que veían acercándose por el pasillo.

-Oigan, -nos llamó Ann a Luisa y a mí y ambas le prestamos atención de inmediato- ¿creen que de verdad Robert y Diana sean novios? –nos preguntó y yo solté un suspiro pesado.

-Pues, parece que lo fueran, pero no podemos asegurar nada. –comentó Luisa cerrando el cierre de su mochila.

-Como sea, en todo caso, no es algo que nos importe ¿o sí? –bufé algo molesta y cerré la puerta de mi casillero con un fuerte golpe. Mis dos amigas me miraron sorprendidas y algo extrañadas. Al instante me disculpé- Lo siento, chicas. Es solo que me resulta algo incómodo indagar si es que Robert sale con una chica o no. –suspiré- Sinceramente, creo que es algo que debemos dejar de lado y olvidarnos de eso. –noté que ambas tenían sus ojos abiertos de par en par y en sus rostros se notaba un gran asombro lleno de incredulidad. –Oigan, ¿qué les pasa? –pregunté confundida y las dos me hicieron una seña para que girara a ver lo que había a mis espaldas.

Cuando lo hice, lo que me encontré me dejo pasmada, me dejo mucho peor que a ellas. Mis mejillas comenzaron a arder y pase mi saliva con algo de dificultad además de que comencé a sentir mis manos temblar. Los murmullos y pasos que se habían escuchado antes eran de Robert y dos de sus amigos.

Lo que tenía frente a mí en ese momento era a él, al mismísimo chico que me gustaba y que no me había atrevido a decirle nada y que ahora, tal vez haya escuchado algo que no debí decir.

-Puedo preguntar, ¿por qué te resulta incómodo hablar sobre si tengo novia o no? –me preguntó Robert recargando su mano en el casillero y la otra en el bolsillo de sus jeans. En su boca se había formado una ligera sonrisa de lado.

Seguro mi cara parece un jitomate, ¡Maldita sea! Pero vean esa sonrisa... Es preciosa. ¡________! Concéntrate, no lo arruines más de lo que ya está. –pensé mientras me aclaraba la garganta y volví mi vista a mi casillero intentando, torpemente, abrirlo de nuevo. Me estaba resultando complicado ya que en consecuencia al fuerte golpe que le había dado hace unos instantes cuando lo cerré, la puerta se había atorado.

-No...no, Robert. –exclamé algo nerviosa fracasando vilmente con mi intento de abrir la puerta del casillero. Me di por vencida y recargué mi frente en la puerta. Robert veía atento la escena- No dije nada de eso, escuchaste mal de seguro. –comencé a jugar con mis manos nerviosa con mi cabeza aún recargada en la puerta.

Él soltó una dulce carcajada. –Tranquila, ________. Déjame ayudarte. Vi cuando azotaste a tu pobre casillero. ¿Me permites? –me preguntó para saber si podía hacerme a un lado.

-Ammmmm... Claro. –me alejé un poco permitiéndole acercarse al casillero- ¡Espera! ¿Qué? ¿Escuchaste también lo que dije antes de azotar la puerta? –mi nerviosismo aumentó y llevé mis manos a mi rostro.

-Sip. –dijo de lo más tranquilo haciendo algo en la puerta que al instante, se abrió. Yo pestañeé repetidas veces observando la escena, incapaz de decir una sola palabra. Me sentía total y completamente apenada. Ann y Luisa observaban todo unos pasos más atrás de mí- Y solo para que todo quede claro, no, no tengo novia y mucho menos sería Diana. –comentó observándome con una sonrisa que cada vez se iba haciendo más grande.

Hola Dios, soy yo de nuevo. ¿Ya viste esa sonrisa? Y esos ojos. Perdón, es que no puedo evitar quedar encantada con ellos. –pensé observando sus labios, luego sus ojos y viceversa. Estaba pérdida, ni siquiera escuchaba el ruido del timbre que indicaba que ya debíamos entrar a nuestras aulas, tampoco escuchaba los pasos de los otros estudiantes y demás personas caminando por el pasillo dirigiéndose a donde debían de ir. En ese momento, no había nada más que Robert frente a mí.

No quiero ni pensar o imaginar qué cara tonta pude haber tenido, porque no reaccioné hasta que Robert pasó sus manos frente a mis ojos y comenzó a repetir mi nombre varias veces.

-¿________, __________? ¿Estás bien? –preguntó colocando su mano en mi hombro. Yo sacudí mi cabeza un poco, tratando de volver a la realidad.

Espera... ¿Había dicho que no tenía novia? –de nuevo mi mente volvía a hacer preguntas.

-Sí, estoy bien. Disculpa. –contesté tallándome un poco los ojos, cerrando mi casillero de una forma decente- Gracias por eso.

-No hay de qué. –dijo levantando mi mochila del piso y me ayudó a colocarla en mi hombro- Bueno, pues tenemos que ir a clases ya, te veo allá. –sonrió de nuevo y se acercó a mi rostro, depositando un beso en mi mejilla.

-Sí...sí. Te veo allá. –contesté algo atónita ante su acción. Mientras lo veía alejarse, llevé mi mano a mi mejilla, colocándola donde antes había sentido sus labios, sintiéndome increíblemente dichosa- Me dio un beso. –dije por lo bajo, más para mí misma que para los presentes, y con presentes, me refería a Ann y Luisa. Ellas sonrieron cómplices y luego de dedicarse unas miradas, me llevaron casi a rastras hasta nuestra aula.

***

-La mitosis es un proceso continuo, que convencionalmente se divide en cuatro etapas: profase, metafase, anafase y telofase. Los cromosomas se visualizan como largos filamentos dobles, que se van acortando y engrosando. ¿Queda claro? Porque esto es importante para pasar al siguiente tema. –nos preguntó nuestra profesora, a lo cual todos los presentes en el aula asentimos y ella nos miró por encima de sus gafas- Bien, entonces, pasen a la página 145 de su libro... –nos dijo y todos comenzamos a buscar la página indicada.

Teníamos que leer unas páginas del libro con respecto al tema de la mitosis para elaborar un ensayo. Me encontraba sumida en la lectura, cuando una pequeña bolita de papel llegó hasta mí, volando y golpeando mi mano.

Fruncí el ceño al verlo y me pareció extraño ya que ni Ann ni Luisa tenían la costumbre de enviar mensajes de esa forma. Giré un poco para ver en la dirección de donde había venido la bolita de papel para intentar localizar quién la había lanzado. Para mi sorpresa, me encontré que había sido Robert, ya que me saludaba efusivamente moviendo su mano. Yo correspondí su saludo de igual forma, solo que un poco más leve, ya que no quería llamar la atención de nuestra profesora y meternos en un problema.

Moviendo sus labios, Robert me dijo que abriera la bolita de papel y así lo hice. Levante ambas cejas con asombro al ver lo que decía.

"¿Te puedo invitar un helado saliendo de clases? Si dices que sí, vuelve a saludarme, si dices que no, solo sigue trabajando en tu ensayo."

Un sentimiento de emoción me invadió al instante. ¿Qué iba a hacer? Tenía la oportunidad de salir con el chico que me gusta un par de horas luego de la escuela y, aunque fuera solo en plan de amigos, no me podía negar a pasar un momento con él.

Volví a formar una bolita con el papel y la guardé en mi mochila, girándome un poco para poder ver a Robert que al instante, me miró expectante formando una línea con sus labios. Sin llamar demasiado la atención, lo saludé de nuevo moviendo mi mano y al verme, esa bella sonrisa volvió a aparecer en sus labios. Luego, ambos nos concentramos en nuestro trabajo.

Iremos por un helado. –pensé negando con una sonrisa mientras me dedicaba a escribir en mi cuaderno.

***

Al salir de la escuela, me despedí de Ann y Luisa diciéndoles que tenía algo urgente que atender. Ellas me miraron de forma inquisidora y yo levanté ambas manos frente a mí en señal de defensa.

-¿Es acaso por lo que vimos a primera hora en clase de biología entre Robert y tú y esa misteriosa bolita de papel? –preguntó Luisa cruzándose de brazos y Ann la imitó.

-No voy a mentirles, son mis amigas. –suspiré- Sí, es por eso. –ambas chicas soltaron un gritito de alegría. –yo fruncí el ceño al verlas.

-¿Qué estás esperando, mujer? Tu galán te espera. –dijeron al unísono señalando la puerta principal de la escuela, en donde ya estaba Robert y con sus manos hacía señas indicándome que ahí estaba.

-Bueno, chicas. Debo irme, nos vemos mañana. –sonreí nerviosa.

-Debes contarnos todo. –me dijeron sonriendo mientras se despedían. Yo asentí y comencé a caminar hasta llegar con Robert.

-Hola. –dije acomodando mi mochila en mi hombro con una media sonrisa cargada de nerviosismo.

-Hola. –contestó él con su misma dulce sonrisa de siempre- ¿Nos vamos? –me preguntó guardando una pluma en su mochila y yo asentí sin más.

***

Llegamos a la heladería que quedaba a un par de cuadras de la escuela y Robert pidió dos conos de helado para ambos.

-¿Qué sabor prefieres? –me preguntó observando la vitrina que mantenía resguardada detrás de ella toda la variedad de sabores que había. Luego me miró a mí.

-De limón estaría bien. –dije casi susurrando y mordí mi labio sin querer. Robert asintió y volvió su vista al hombre que nos atendía.

-Dos conos, por favor. Uno de limón y otro de vainilla. –comentó y al instante, el hombre le cedió el par de helados. Robert me dio el mío y mientras sostenía el suyo con una mano, con la otra buscaba el dinero para pagar.

Luego de eso, fuimos a una fuente que estaba cruzando la calle y ahí nos sentamos.

-Gracias por el helado. –dije saboreando la bola de sabor cítrico que estaba disfrutando.

-No hay de qué. –comentó ladeando su cabeza, mirándome fijamente.

Los pocos nervios que había perdido, volvieron a aparecer pero esta vez al doble acompañados de un color carmesí que comenzó a inundar mi rostro. Luego de darle otra lamida a mi helado, lo alejé un poco de mi boca y después de aclararme la garganta para calmar mi creciente nerviosismo, hablé.

-Entonces... ¿Pasa algo, Robert? –le pregunté encogiéndome de hombros.

-Nop, nada pasa. –dijo acomodándose mejor en donde estábamos sentados para verme frente a frente.

-¿Y entonces por qué fue el helado?

-Pues, solo quería pasar un momento contigo, lejos de la escuela y todo lo que eso implica. Y platicar un rato.

-Ya veo. –asentí agachando la mirada.

Sí, era ir por un helado en plan de amigos. –pensé y luego de suspirar profundamente, solté aire por la boca.

-Aunque... –volvió a tomar la palabra y mi vista volvió a él- También quería decirte algo importante.

-¿Qué cosa? –pregunté intrigada.

-Ay, ________. –suspiró mirando su helado y luego cerró un poco sus ojos. Cuando los abrió de nuevo, mi miró sin dejar su sonrisa desaparecer- Es que tú me gustas.

Casi me caigo a la fuente.

Sentí mi corazón comenzar a latir fuertemente, el calor invadiendo mi rostro y de nuevo mis manos comenzaron a temblar al igual que mi labio inferior. Robert hizo una mueca de sonrisa y con su dedo índice, detuvo el temblor de mi boca al colocarlo sobre mis labios. Tragué saliva con fuerza.

-¿De... de verdad? –pregunté con la voz algo quebrada.

-Sí. Desde hace mucho. –volvió a lamer su helado.

No vi venir esa respuesta.

-Pues... A mí... a mí también me gustas. –exclamé mirando mi helado.

Robert agachó su cabeza, tratando de hacer coincidir su mirada con la mía. Cuando lo logró, tomó un mechón de mi cabello y lo colocó detrás de mí oreja.

-¿De verdad? –preguntó suavemente.

-Sí, desde hace mucho. –contesté sosteniendo mi rostro con mi mano.

-Bueno, entonces, ¿qué te parece si seguimos saliendo y vemos qué pasa? –me preguntó entusiasmado.

-Sería maravilloso. –contesté mirándolo a los ojos.

-_________... –me llamó.

-¿Sí?

-¿Te puedo dar un beso? Pero, no en la mejilla. –pude notar que sus mejillas estaba tomando algo de color, lo que me causó mucha ternura.

-Claro que puedes. –contesté y luego de verlo esbozar una sonrisa, sentí sus labios en los míos.

Su boca sabía a vainilla y durazno y sus labios eran tan suaves y tersos como este. Nunca había sentido algo como esto, una corriente eléctrica me recorrió entera y mi piel en respuesta a las emociones que estaba experimentando, se erizaba. Sentía un cosquilleo en mi estómago, ¿eran las famosas mariposas? Pues si eso era, era un sentimiento encantador.

Las copas de los árboles se movían al mismo vaivén del viento y mientras seguía saboreando su beso, podía escuchar ese tranquilizante sonido. Con mi mano libre, tomé el rostro de Robert haciendo que su beso fuera más profundo. Era perfecto.

La brisa hizo que unas pequeñas gotas de agua de la fuente detrás de nosotros volaran salpicando un poco nuestros rostros, lo cual provocó que por el cosquilleo y las risas, nos separáramos y al verlo detenidamente, pude notar que el color de su rostro había aumentado un poco, pero seguramente no tanto como el mío.

-Eso fue encantador, igual que tú, mi manzanita. –dijo tocando sus labios y yo me exalte al escuchar cómo me había llamado.

-¿Cómo me dijiste? –pregunté anonadada.

-Ammm... Pues, manzanita, mi manzanita. ¿Te molesta? –preguntó algo preocupado.

-No, no. –negué rápidamente- Pero, ¿por qué manzanita?

Él sonrió de nuevo. –Porque siempre te sonrojas y tu rostro toma el color de una bonita manzana roja- Además, eres muy dulce, igual que una manzana roja.

-Ya veo. –dije tomando mi rostro- Pero me gusta.

-Te seguiré diciendo así entonces.

Ambos sonreímos y seguimos conversando mientras disfrutábamos de nuestro helado. Cuando terminamos, seguimos hablando mientras caminábamos hasta mi casa.

-¿Te parece si vamos al cine el viernes? –me preguntó una vez que ya estábamos frente a la puerta de mi casa.

-Me encantaría que fuéramos. –dije soltando un poco mi mochila.

-Bien, -sonrió- pues entonces, nos vemos mañana en la escuela.

-Nos vemos, Robert. –le dije despidiéndome y él ya estaba a punto de irse. Lo vi bajar el escalón del pórtico y antes de que lo bajara por completo, lo tomé de la mano haciendo que quedara de nuevo frente a mí y le di un pequeño y suave beso en los labios, mi rostro estaba hirviendo- Cuídate.

Robert hizo más amplia su sonrisa y luego de un par de miradas, emprendió su camino a su hogar. Yo me metí a mi casa y luego de saludar a mi familia, subí corriendo las escaleras hasta mi habitación y una vez que estuve ahí, me deja caer en mi cama y tapé mi rostro con la almohada para no tratar de tapar el gritó de emoción que solté. Comencé a mover mis pies de arriba abajo, entusiasmada.

No lo puedo creer, ¡no lo puedo creer! Yo también le gustaba. –pensé y abracé aún más mi almohada.

En ese instante, mi celular recibió una notificación. Era un mensaje de Robert.

Espero pases una linda tarde-noche, mi manzanita. Nos vemos mañana en la escuela, te quiero.

Le sonreí como tonta a la pantalla del aparato.

Yo también espero pases un bonito resto del día. Nos vemos mañana, mi Rob, también te quiero.

Di click en enviar y no podía estar más feliz.

***

Buenas tardes, lectores hermosos. Acá les dejo otro OS así súper tierno y dulce con el chico más tierno y dulce que existe, young Robert.

Espero hayan disfrutado de leerlo como yo de escribirlo y bueno, muchas gracias por todo el apoyo que le han brindado a este nuevo proyecto que empecé. X3

Si desean un OS de una trama en específico, pueden pedírmelo y yo con mucho gusto lo escribiré para ustedes. El único requisito es que Robert o uno de sus personajes este en él, porque si no, no sirvo jajaja, es que es mi musa.

En fin, nos estamos leyendo pronto y recuerden que los amo 3000. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top