❤️👻🎶🍁✨Tony Stark✨🍁🎶👻❤️
Primer one shot especial del último trimestre del año, inspirado en el mes de octubre con temática de fantasma.
"Sacrificio"
Terminé de cargar la última de mis maletas dentro de mi camioneta que se encontraba estacionada afuera de la casa que había heredado de mis padres y ahora, ya había sido comprada por otras personas.
La voz de Ross, mi mejor amiga, resonaba en toda la calle buscando una respuesta ante mi decisión. Respuesta que ya le había dado.
-Pero, ¿de verdad estás segura de esto, ___________? Sabes que puedes mudarte conmigo, hay una habitación disponible en la casa y bueno, las niñas y Jackson te adoran... –me comentó por lo bajo y a punto de quebrarse su voz, encogiéndose de hombros.
Cerré la puerta trasera de la camioneta y me giré a verla, las lágrimas comenzaban a escaparse por sus ojos y unas inmensas ganas de abrazarla me inundaron. –Ross, ya habíamos hablando de esto, –la tomé por los hombros. –Necesito irme de aquí. Liverpool ha sido mi hogar desde que tengo memoria pero, ya nada me ata aquí. Casi cumplo treinta años, mis padres ya no están, no tengo hermanos o más familia que conozca. Tampoco tengo pareja y es probable que jamás la tenga y mi gato que era mi única compañía, murió la semana pasada. –suspiré, cerrando los ojos. –Si me quedo en la casa que me dejaron mis padres no voy a terminar bien; si mi destino es estar sola quiero por lo menos, tener la oportunidad de comenzar de nuevo y no Ross, no quiero ser una carga para ti y tu familia. Ustedes ya tienen su vida y yo solo estaría de más y lo sabes.
Ella negó con la cabeza y un par de sus lágrimas cayeron sobre mis manos. –¿Y qué hay de tu trabajo aquí?
-Soy editora de publicidad, siempre he trabajo desde casa. Puedo hacerlo también desde Londres. –sonreí. –Te prometo que cuando tenga que venir a la oficina a revisar algunos asuntos, pasaré a visitarte a ti, a tu esposo y a tus bellas hijas. –le comenté, abrazándola más fuerte.
-Bien. Sabes que estaeré siempre para ti. –dijo, aún en medio de nuestro cálido abrazo.
Una ventisca fría llegó directo a nosotras, enredando nuestro cabello entre sí y chocando contra nuestros rostros. Era octubre y el otoño ya estaba haciendo de las suyas desprendiendo las hojas de los árboles y echándolas a volar por todas partes.
-Muchas gracias. –me separé un poco de ella y me dirigí a la camioneta para abrir la puerta y subir a ésta, sentándome justo delante del volante.
Ya no había marcha atrás, así que mientras observaba como mi mejor y única amiga se despedía de mí moviendo su mano de un lado a otro y con algo de tristeza en su mirada, le dedique una sonrisa sincera y me dispuse a conducir directo a Londres, Inglaterra, donde tendría mi nuevo comienzo.
***
Luego de algunas horas de viaje y un par de paradas para cargar gasolina, llegué a la que sería mi nuevo hogar y el comienzo de una nueva etapa en mi vida.
Con el dinero que había obtenido de la venta de la casa de mis padres, pude comprar una propia a las afueras de la ciudad de Londres y muy cerca de un bosque. Ese fue uno de los motivos por los cuales, no dude en comprar el inmueble. Sería paz y tranquilidad aseguradas, lejos de la vida acelerada y complicada de la ciudad y una gran oportunidad para estar cerca de un ambiente más natural y libre.
Cuando la mujer de la agencia de bienes raíces estaba por concluir el trato para darme las escrituras, me advirtió que esta era una casa muy antigua que perteneció por varias generaciones a una familia de alta sociedad y alcurnia y que se corría el rumor de que dentro de ésta, deambulaba el espíritu de uno de sus miembros que hasta la fecha permanecía en el lugar. Sin embargo, no dejaba de ser lo que era, un rumor y por ese motivo, había logrado obtener un descuento. Después de todo, yo era indiferente e incrédula a sucesos paranormales y a ese tipo de cuestiones.
O eso creí.
***
Había pasado un año desde que me había mudado y sobra decir que me había acoplado de maravilla. Todo iba perfecto en el trabajo, de vez en cuando iba a visitar a Ross y a su familia, había tomado una rutina de salir a pasear todas las mañanas al bosque e incluso, había creado cierta afinidad con algunos animales. A pesar de estar sola, eso me hacía sentir que no lo estaba del todo.
La casa era por demás acogedora. Tenía un aire rústico que me fascinaba y de cierta forma, me hacían sentir algo de calidez. Había algo dentro de la casa que siempre me encantó: un piano fino, hecho de madera y detalles en mármol que, según me explicó aquella mujer que me vendió la casa, siempre había estado aquí y por más intentos que realizaban para poder moverlo, nunca lo habían logrado. Me pareció algo curioso y por demás extraño pero ciertamente, poca o nula importancia le tomé. En realidad el piano me ayudaba mucho, desde niña sabía tocarlo y por las noches, el interpretar algunas melodías, me ayudaba a poder dormir.
Con respecto a aquel espíritu, no había hecho acto de presencia desde entonces y eso solo confirmo mis pensamientos de que efectivamente, no era más que solo un rumor; mas, aquella noche de octubre, me hizo cambiar toda mi perspectiva del asunto.
***
Era un viernes por la noche y de nuevo el otoño se había hecho ya presente. El ambiente se sentía más gélido que lo usual pero, era normal. Después de todo, en Inglaterra el clima siempre era muy frío. Siempre había padecido de insomnio y esa noche no era la excepción, por lo que me había dispuesto a ver televisión hasta que por un milagro, lograra quedarme dormida pero, no fue así. Vi el reloj que estaba sobre mi mesa de noche y solté un suspiro, rodando los ojos.
-¿2:20 de la madrugada? ¿En serio? Y yo sigo sin poder dormir. Esto es absurdo. Creo que tendré que comprar algo de té para mañana. –dije para mí misma, acomodándome mejor en la cama pero fue inútil. No iba a lograr cerrar los ojos. –Si ya sé la solución, ¿por qué me estoy complicando tanto? –me repliqué a mí misma. Sabía que tocar algunas notas en el piano sería lo que me ayudaría a que en algún momento, mi cuerpo pidiera dormir un poco.
Iba bajando las escaleras para poder llegar hasta la planta baja de la casa en dirección a la sala, donde el instrumento de encontraba descansado en medio de dicha habitación. Una vela era la que alumbraba mi camino y estuve a punto de hacer que cayera al piso cuando me asusté al escuchar las notas de una suave tonada que veían de las teclas del piano. Pero, ¿cómo era eso posible? La única persona en esta casa, era yo.
Fui caminando más despacio y sin hacer mucho ruido. Lo primero que pensé fue que tal vez algún ladrón había entrado y solo estaba tanteando el terreno. Aunque debía admitir que si era un ladrón, tenía un gran talento. Mi respiración era lenta y suave, quería hacer el menor ruido posible y así, tener una ventaja.
Con cuidado, tomé un jarrón que descansaba al lado de la puerta principal, con la intención de usarlo como una especie de arma improvisada. Acercándome despacio y sin hacer ruido, llegué hasta el lugar donde un hombre vestido de forma elegante se encontraba sentado frente al piano, solo dejándome ver su espalda mientras seguía tocando esa suave melodía. Sin dudarlo, le lancé el jarrón en la cabeza pero, me lleve una gran sorpresa cuando vi que este solo lo atravesó y terminó por romperse en el piso, sin hacerle ningún daño. Abrí los ojos sorprendida y pasé saliva duramente y al instante, el sonido del piano cesó.
-¿Se puede saber por qué hizo eso? –me pregunto él, con una voz ronca y grave, aún sin mirarme.
-¿Qué eres? –pregunté aturdida, dando unos pasos hacia atrás.
-Yo pregunte primero, así que responda usted. –contestó simple, poniéndose de pie.
-Bueno, pues porque... porque, pensé que eras un ladrón y obviamente mi intención era golpearte en la cabeza con el jarrón.
Él hombre frente a mí suspiró y acomodó sus manos detrás de su espalda. –Ya veo. En ese caso, ahora responderé su pregunta. –dijo firme, dándose la vuelta y fue cuando pude verlo de frente. –Mi nombre es Anthony Edward Stark Carbonell, tercer príncipe de la familia Stark Carbonell. –exclamó con simpleza, haciendo una leve reverencia.
-¿Príncipe, dices? –pregunté alzando una ceja.
-Así es, madame. –comentó incorporándose. –Y déjeme decirle que no soy un ladrón, yo vivo... O bueno, en realidad vivía aquí. Y no he podido irme desde que morí.
-No entiendo... –dije confundida.
-Sí, es lo que veo. –exclamó él, arqueando una ceja. –Antes de seguir con esta charla, ¿por qué no me dice ahora usted su nombre?
-Claro, amm, pues me llamo __________ Jones Lewis. Y bueno, vivo aquí. –me encogí de hombros.
-¿Me está diciendo que usted vive en esta casa? –preguntó él, igual de confundido. –¿Por qué?
-Porque la compré.
-¿Por qué?
-Porque necesitaba donde vivir.
-¿Y por qué aquí?
-Oye, ¿no sabes decir otra cosa además de preguntar incesantemente por qué? –le pregunté negando con la cabeza y llevando una de mis manos a mi frente. –Yo tengo una pregunta también, ¿qué hacías tocando ese piano?
-El piano es mío. –sentenció.
-¿Tuyo?
-Así es. –sonrió con algo de nostalgia, acariciando el instrumento con las yemas de sus dedos. –Me lo obsequió mi madre cuando cumplí siete años. Este piano me acompañó toda mi vida, incluso hasta el día de mi muerte. –cerró sus ojos y suspiró.
-¿Día de tu muerte? –pregunté con interés.
-Así es, madame Jones Lewis... –lo interrumpí.
-Por favor, háblame de tú, no me llames por mis apellidos o por madame. Solo dime __________. –sonreí y Anthony me miró, entrecerrando sus ojos.
-Bien, ______________. Sí, estoy muerto, desde hace como unos setenta años de hecho pero, no puedo irme de aquí, por más que lo desee, es imposible.
Abrí los ojos sorprendida. –¿Entonces, es verdad?
-¿Qué cosa?
-Sobre ti, tú eres el fantasma que se rumorea que vive en esta casa. Cuando la compré me advirtieron de ti, ¿eres de verdad? –le pregunté curiosa.
-Bueno, eso depende de qué veamos cómo verdad. –se cruzó de brazos. –No puedo ser un hombre de verdad porque ya llevo siete décadas muerto pero, sí soy un fantasma de verdad.
-No te creo. Pruébalo. –dije firme.
Anthony bufó. –¿No te basta con verme la ropa vieja que ya no se usa en la actualidad? –Y vaya que su vestimenta era antigua. Llevaba puesto un pantalón con tirantes color negro, camisa blanca de botones, chaleco y un saco que parecían ser de muy alta costura y tela de la más fina. Además de un pañuelo en su cuello color vino. Sin olvidar sus zapatos que se veían lustrosos y bastante caros.
A decir verdad, Anthony era muy bien parecido. Tenía barba a medio crecer, cabello castaño, sonrisa encantadora y los ojos color chocolate más brillantes y hermosos que había visto en toda mi vida. ¿Cómo era eso posible? Jamás había visto mirada más hermosa y la poseía un fantasma.
-No, eso no es excusa.
-Bien. –rodó los ojos y en un instante ya se encontraba levitando. Luego, atravesó varias paredes, se volvió traslucido y al posar una de sus manos sobre mi mejilla, no puede sentir nada más que frío lo que me causó una sensación extraña, haciendo que mi piel reaccionara ante la baja temperatura de su tacto.
-¡Está bien, te creo, te creo! –exclamé, abrazándome a mí misma por la extraña sensación que me había recorrido.
-Me da gusto que lo hagas. –sonrió, volviéndose a sentar frente al piano.
Yo me acerqué, para sentarme junto a él. ¿Podrías contarme la historia de cómo fue que moriste y el por qué no puedes irte de aquí? –Anthony me miró alzando ambas cejas.
-¡Vaya! Es la primera vez en setenta años que alguien me pregunta qué fue lo que me pasó. –exclamó, ladeando su cabeza.
-¿Nadie nunca lo había hecho?
-No, las personas que han vivido aquí siempre se van cuando se enteran que estoy aquí y siempre termino quedándome solo otra vez. –dijo con algo de tristeza.
-Bueno, en eso somos algo parecidos entonces. –sonreí del lado. –Yo también estoy sola. No tengo familia, mis padres ya no existen y mi gato murió. Solo me tengo a mí y a mi mejor amiga pero ella tiene su vida aparte y bueno, esa es otra historia. El punto es que te entiendo. Vamos, cuéntame, soy toda oídos. –amplié mi sonrisa.
-Bien, pues ponte cómoda. –dijo en un tono divertido. –Es una historia algo complicada y un poco larga.
-Pues, ya me senté. –reí.
¿De verdad estaba hablando con un fantasma? ¿No me había vuelto loca? O tal vez... ¿Estaba soñando? Bueno, fuera lo que fuera, parecía muy real; así que con toda la disposición del mundo, me dediqué a escuchar la voz del hombre que estaba sentado a mi lado. ¿Sí podía llamarle hombre, no?
Él sonrió ladino, observándome directo a los ojos. –Primero que nada, si quieres puedes decirme Tony. En todo caso, ¿para qué tanta formalidad? –se encogió de hombros con una mueca divertida y yo asentí. –De acuerdo, la historia es la siguiente: cómo te comenté antes soy, o más bien era el tercer príncipe de la familia real Stark Carbonell. Hace unos ciento cincuenta años, mis padres, Howard y María gobernaban el Reino Unido en su totalidad y esta era nuestra casa de verano. Lejos de las complicaciones del reino. Sin embargo, mucho antes de que mis hermanos y yo naciéramos y de que mi padre conociera a mi madre, él tuvo una breve relación con otra mujer que desafortunadamente, era una bruja que practicaba magia negra. Ya sabes cómo son las relaciones de pareja, llega un punto en que ya no se puede mantener... –me dijo suspirando y observándome, como si buscara que le diera la razón.
-Pues, supongo que sí sucede así, no tengo la menor idea. –reí un tanto apenada y Tony me observó con duda en su mirada, buscando que le aclarara mi comentario. –Es que nunca he tenido una relación de pareja, así que no sabría decirte. –formé una línea con mis labios y Tony resopló.
-Pues, yo tampoco. –rió. –Solo lo comento porque en algún momento, mis padres me lo comentaron. –asentí y él continuó con la historia. –La cosa es que, cuando mi padre y esa mujer dejaron de estar juntos y mi padre conoció a mi madre, ella resultó bastante despechada y por ese motivo y en forma de venganza, lanzó una maldición a nuestra familia. Esta consistió en que el último de los hijos de los Stark Carbonell estaría condenado a ver morir a su familia y vivir su vida en eterna soledad hasta el día de su muerte y que incluso después de ésta, permanecería atado al mundo terrenal mediante un recuerdo de su familia y más solo que nunca. El recuerdo de mi familia es esta casa. –dijo señalando el lugar con un movimiento de sus brazos. –Ya que el castillo fue destruido y renovado hace un tiempo. Además, aquí está mi piano. Supongo que no hace falta explicar quién es el último de los hijos de los Stark Carbonell. –musitó Tony en voz bajo y agachando la mirada.
-Eres tú. –contesté de la misma forma, colocando mi mano sobre la suya y en respuesta obtuve un movimiento de su cabeza, dándome la razón. Al tocarlo, de nuevo volví a sentir un frío intenso, pero esta vez, solo eso. Sin escalofríos.
-Me falta contarte cómo fue que morí. –suspiró. –Sucedió cuando tenía 30 años, caí por un acantilado que está cerca de aquí en un intento de escapar de unos hombres que querían robarme cuando venía de camino a esta casa, a pasar la noche. Recuerdo perfectamente que era una noche de otoño como esta, pero no hacía tanto frío. Lo único que sentí fue un fuerte golpe en la cabeza y cuando me di cuenta, vi como el agua del río a donde había caído se llevaba mi cuerpo por la corriente. En ese momento, ya me había vuelto fantasma, el más solo que haya existido.
-Ya veo, es una... una pena. –suspiramos al mismo tiempo y él tomó con más fuerza mi mano sin decir nada. –Y dime, ¿no hay una forma en que logres liberarte de esa maldición? –le pregunté con creciente curiosidad, tal vez podría hacer algo por él.
-Solo hay una manera y créeme que es imposible. Esa bruja si que era astuta. –comentó Tony, rodando los ojos.
-¿Y cuál es? –volví a preguntar.
-Que una persona viva ofrezca su vida por mí de forma desinteresada. ¿Notas lo absurdo que es eso? ¿Quién en su sano juicio se sacrificaría por un fantasma? –quitó su mano que seguía descansando en la mía y la llevó hasta su frente para soltar un leve sollozo.
¿Quién lo hubiera pensado? Los fantasmas pueden llorar. Pasé algo de saliva y tomé su hombro, buscando brindarle consuelo. –Calma, Tony. Quizá sí sea una condición muy absurda pero mira, al igual que tú, yo también estoy sola. Bueno, no tanto como tú pero creo que, podríamos hacernos compañía. No planeo irme de esta casa nunca. –ladeé mi cabeza y lo mire sonriendo.
-¿De verdad no te irás nunca? –me preguntó ilusionado y sus brillaron de una forma única, que ni siquiera los ojos de una persona viva lo hubiesen hecho de esa forma.
-Nunca, a menos que muera. –reí. –En ese caso, ya seríamos dos fantasmas en esta casa pero de cualquier manera, seguiría aquí, contigo.
-¡Muchas gracias, ___________! No sabes lo mucho que esto significa para mí. –me miró emocionado. –¿Crees que pueda abrazarte?
-Claro que sí. –sonreí y extendí mis brazos que fueron recibidos por Tony. No sentía más que un tacto frío cuando sus brazos me envolvieron, pero en medio de todo eso y por un motivo extrañamente desconocido, un reconfortante calor se sintió entre ambos.
Ese abrazo fue uno de los pocos y más sinceros que había recibido en toda mi vida.
Al separarme un poco de él, hablé de nuevo llamando su atención. –¿Sabes? Tenemos la misma edad. –reí. –Supongo que sigues teniendo 30 años.
-Así es. –respondió Tony divertido. –¿Tú también?
-Sí.
-Creo que, podríamos llevarnos muy bien. Ya no tendré que ocultarme en el día de ti como lo he hecho en este último año. –comentó riendo, provocando que yo reaccionara igual.
Esa noche, luego de despedirme de Tony, me fui a acostar con un sentimiento de emoción en el pecho. Nadie me aseguraba que no hubiese sido un sueño, pero no cabía duda que había sido una experiencia única. Mas, al despertarme a la mañana siguiente y ver a Tony recostado en el sofá de la habitación completamente dormido, supe que él, aún siendo un fantasma, era una de las pocas cosas reales en mi vida y, mi única compañía.
Los dos estábamos solos, ¿por qué no terminar con eso siendo una mutua compañía?
***
Sin darme cuenta, el tiempo pasó y pasó muy rápido. Tanto, que cuando me percaté, ya llevaba cinco años viviendo en la casa y conviviendo con Tony. Podría sonar loco, quizá descabellado pero, había comenzado a sentir algo por él. Nuestras charlas eran más amenas, disfrutábamos mucho tiempo juntos; cuando tenía que salir a resolver algunas cosas de mi trabajo, Tony siempre me esperaba en la casa, sentado sobre nuestro sofá favorito que nos había servido para muchos maratones y noches de películas. Sabía que al volver, había alguien esperándome, aunque no fuera del todo una persona.
Cada noche y sin falta, ambos tocábamos juntos el piano, se nos había vuelto una costumbre. Tony me enseñaba melodías de su época, así como yo le mostraba las actuales y entre ambos, componíamos una sonata inigualable, que no se había escuchado jamás en ninguna parte. Cada detalle, cada segundo a su lado, cada momento e instante compartido con él me hacían sentir cada vez más encantada de haberlo conocido y llegó un punto en que mi corazón se aceleraba con solo pensarlo o chocar nuestras miradas. ¿Estaba perdiendo la cordura? No estaba segura pero, lo que sí era una verdad absoluta era que me había enamorado de un fantasma.
***
El otoño había llegado de nuevo y esa noche me sentía particularmente fascinada con Tony al verlo sentado frente al piano, totalmente concentrado, tocando una de las melodías que habíamos compuesto entre los dos. La habitación era iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba por los cristales de la ventana. Me quedé recargada sobre el marco de la puerta, cruzándome de brazos, con una sonrisa de oreja a oreja, soltando un profundo suspiro que hizo que Tony se detuviera de tocar la melodía.
-¿Qué haces ahí parada, __________? –preguntó divertido. –Mejor ven a sentarte conmigo.
-Ya voy entonces. –respondí de la misma forma y me dirigí a sentarme justo a su lado y recargué mi cabeza en su hombro, mientras él volvía a tocar. Y fue en ese momento, que me armé de valor para hablar de mis sentimientos. –¿Sabes, Tony? Tú me recuerdas un poema del que ya no me acuerdo, una canción que nunca existió y a un lugar al que no creo que haya ido nunca. –cerré mis ojos y comencé a disfrutar de la melodía que él estaba interpretando. –en ese instante, sentía mi corazón latir con mucha fuerza, como jamás lo había sentido, en toda mi vida.
-¿Sabes, _________? Eso es lo más hermoso que alguien me ha dicho jamás. –fue cuando se detuvo, alejó sus manos de las teclas del piano y se acercó su rostro al mío, buscando mi mirada.
Tragué saliva nerviosa. –¿Pasa algo? –pestañee un par de veces antes de sentir los labios de Tony sobre los míos.
Era una sensación inexplicable. Sus labios eran fríos como el hielo pero, al mismo tiempo eran cálidos, suaves y tiernos. En toda mi vida había besado a alguien y creo que jamás lo llegué a hacer en verdad, dado que Tony no era realmente una persona. Sin embargo, estaba segura que no necesitaba nada más que besar su boca para sentirme la mujer más dichosa del mundo.
Nuestro beso continuó y yo rodeé su cuello con mis brazos, para mi sorpresa, en ese momento ya no sentí otra cosa que no fuera solo un reconfortante calor entre los dos. Tony pasó sus manos detrás de mi espalda y me pegó más a él, profundizando más le beso. Llevé mis manos hasta su cabello, sintiendo entre mis dedos sedosas y delgadas hebras que acaricié con delicadeza para después, deslizar ambas manos hasta su rostro y acunarlo en ellas mientras juntaba su frente con la mía.
-___________, sé que esto es algo inusual pero yo... yo no he podido evitar en este tiempo sentir amor por ti. Yo, jamás había sentido algo así, ni siquiera cuando estuve vivo, por lo que esto es demasiado extraño pero, no puedo evitarlo. Después de todo, mi corazón sigue dentro de mi pecho. –sonrió con calidez.
-Oh, Tony. Yo... yo siento lo mismo que tú. –comencé a acariciar su mejilla con el dorso de mi mano. –Nunca en mi vida sentí amor por una persona ajena mi propia sangre, hasta que llegaste tú. Tal vez no eres completamente una persona pero poco me importa, nunca nadie me ha hecho sentir lo que tú. –le dije, volviendo a besarlo y él me correspondió.
-Quizá aún tenga una maldición sobre mí, pero no me importa si estoy contigo. –habló sobre mis labios y fue cuando una idea cruzó mi mente.
-Tony... –le llamé, alejándolo un poco y el me observó atento. –¿Cómo dices que puedes librarte de tu maldición?
-Pues, sí una persona viva sacrifica su vida por mí de forma desinteresada, pero ¿por qué lo preguntas? –me preguntó confundido.
-Porque quiero hacerlo, yo quiero sacrificarme por ti. –sonreí, tomando sus manos y entrelazándolas con las mías.
-¿Qué? ¡No! No puedes hacer eso, no es necesario, ___________. Podemos estar juntos aquí, no me importa nada si estoy contigo. –comentó con algo de inquietud, tratando de hacerme pensar.
Yo negué con la cabeza. –Tony, escúchame por favor. Te amo, jamás lo había sentido y es maravilloso. Me conoces, sabes mi historia, nada me ata a esta vida y lo que podría hacerlo no está aquí. –comenté con media sonrisa, refiriéndome a él.
-Pero, __________, no quiero que hagas algo de lo que no estés segura. –me dedicó una mirada afligida.
Yo apreté más sus manos con las mías. –Jamás he estado más segura de algo en mi vida.
Tony suspiró. –Bien, pero no quiero que te lastimes.
-No lo haré, será rápido. Te lo prometo. –le dije y él volvió a besarme.
***
Caminé a toda prisa hasta el mismo acantilado donde Tony había muerto hace años, estaba cerca de la casa, a unos metros antes de llegar al bosque. Tony me había dicho cómo llegar.
Debido a que él no podía salir de casa por la maldición, decidió subir hasta el techo de esta para lograr verme. Al dar un giro hacia atrás en medio de mi caminata, logré ver a Tony sostenido de la chimenea, dedicándome una sonrisa melancólica. Sentí una presión en mi pecho y cómo mi corazón palpitaba emocionado, ¿qué tanto puedes amar a alguien para dar tu vida en sacrificio en busca de su libertad? La respuesta era lo suficiente y yo amaba a Tony lo suficiente y más que eso. No tenía nada que perder, él me había dado todo en estos últimos cinco años desde que lo conocí, el amor que nunca tuve, la compañía, comprensión y afecto que nunca recibí. Iba a hacer cualquier cosa por él, hasta dar mi vida por deshacer su maldición.
El viento chocaba contra mi rostro, moviendo mi cabello a su compás junto con las copas de los árboles que desprendían hojas que caían al piso y con cada paso que daba, se escuchaba el crujir de éstas. La luz de la luna alumbraba mi camino y al divisar al acantilado, una sensación de adrenalina me invadió completa. Sin pensarlo, corrí hasta al borde el acantilado y me deje caer, cerrando los ojos mientras mis pensamientos solo se centraban en Tony. No necesitaba nada más.
***
Abrí los ojos y logré ver mi cuerpo sin vida sobre una roca. Al parecer me había provocado una ruptura en el cráneo por el gran charco de sangre sobre la superficie. Sentí unas inmensas ganas de vomitar, mas mi atención se centró en la voz que me llamaba desde arriba.
-¡_____________! –escuché a Tony gritar. –¿Dónde estás?
-¡Aquí abajo! –le respondí de la misma forma. –Si ya soy un fantasma, ¿cómo hago para flotar? –me pregunté a mi misma cuando de pronto y sin darme cuenta, mis pies ya estaban despegados del suelo. -¡Puedo flotar! –grité emocionada y de nuevo escuché la voz de Tony, pero esta vez más cerca.
-Puedes hacer más que eso, mi amor. –me dijo a mis espaldas, tomando mi mano. Al instante, me giré y lo encontré mirándome con ilusión y una preciosa sonrisa en sus labios.
-¡Tony, pudiste salir de la casa! –dije entusiasmada y me lancé a abrazarlo, siendo recibida por sus brazos.
-Pude salir, gracias a ti. Lo que hiciste fue el acto más noble y desinteresado que vi jamás. Yo... yo no tengo palabras. –exclamó y noté como de esos bellos ojos color chocolate comenzaban a salir un par de lágrimas que limpié con las yemas de mis dedos.
-Lo hice solo por dos motivos, te amo y quiero que seas libre.
-Y yo quiero ser libre a tu lado. –dijo, rozando sus labios con los míos. –También te amo.
-Eso es mejor. –contesté sonriendo para luego besarlo.
En ese momento sus labios ya no se sintieron fríos, al contrario, se sintieron ardientes y exquisitos, con un ligero sabor a durazno en ellos. Ese beso... ese beso había sido perfecto, uno que jamás creí sentir, uno que jamás creí vivir.
Ahora, Tony al fin era libre, yo tenía un gran motivo para ser feliz y desde ese momento, ninguno de los dos volvería a estar solo. Nunca más.
***
Buenas noches, lectores hermosos. Disculpen si no había podido actualizar los OS, la vida de adulta de repente me consume más tiempo del que quisiera jajajaja.
En fin, quiero comentarles que este es el primer de los no sé cuántos one shots especiales que estaré escribiendo para este último trimestre del año. La temporada otoño-invierno es mi favorita desde siempre y bueno, eso me hizo sentir inspirada para esta idea.
Claro que, empecé con octubre y todo el abanico de posibilidades que este mes nos puede dar. Este primer OS tuvo como tema principal un fantasma, sin embargo, tengo muchas ideas más. Y luego imagínense que se viene noviembre y luego diciembre con navidad jajajaja, los voy a llenar de OS todos bonitos y llenos de amor.
En fin, espero que hayan disfrutado de este one shot que en realidad, me llevó mucho tiempo escribirlo, más del que hubiera querido e incluso lloré mientras lo hacía jajaja pero ojalá de todo corazón les haya gustado porque lo hice con mucho amor. :3 x3 Espero sus comentarios y sus votos y nos estamos leyendo pronto, abrazoooo. :3
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