❤️🔥✨👀🏍️Robert Downey Jr 🏍️👀✨🔥❤️(+18)
"Pasión sobre ruedas"
Jamás creí volver a verlo, no después de aquel verano en que terminamos la universidad y lanzamos nuestra relación por la borda con la excusa de que no tenía futuro.
¿Y es que cómo no iba a caer en los encantos de aquel joven con aires de chico malo, de ojos del color del café que causó mis mayores desvelos y poseedor de la sonrisa más fascinante que hubiese visto en toda mi vida? ¿Pero quién es su sano juicio no lo haría? En aquellos años escolares, todas nos moríamos por ese guapo castaño y yo en ese tiempo fui muy feliz al ser su novia por esos cuatro años que duró nuestra carrera de comunicación.
Detrás de ese muchacho rudo, se escondía un dulce joven al cual me había entregado completamente en cuerpo y alma, dándole mi corazón entero en su solo beso de su maravillosa boca. En ese momento, estaba perdidamente enamorada de Robert Downey Jr, ese chico que siempre llegaba en su moto Harley Davison color negro; por el cual hice cosas que ni en mis más locos sueños me había yo imaginado iba a poder hacer. Y es que en definitiva cuando uno se enamora, es capaz de hacer cualquier cosa. Mas, en el amor siempre se tiene que mantener la ilusión de que va a ser para toda la vida y desgraciadamente, me di cuenta que no sería para siempre cuando los dos tomamos caminos diferentes al tener ideas distintas. Él quería irse de nuestra ciudad a empezar una vida en un lugar nuevo y vivir experiencias nuevas y yo, quería quedarme ahí y establecerme para en algún momento, poder hacer eso juntos. No funcionó y esa tarde al verlo colocarse su chaqueta y partir en su moto después de una complicada discusión y un beso amargo, entendí que no lo iba a volver a ver jamás.
O, eso pensé.
***
Los años pasaron y yo conocí a un hombre increíble. James Ramsey, un reconocido escritor al que conocí en una conferencia cuando acudí a ver si lograba hacer que me firmara uno de sus libros que era de mis favoritos, además de que también tenía que hacerle una entrevista para la televisora donde trabajaba. La historia que vino después fue la clásica: algunas citas, comenzamos a salir y un par de años después me pidió ser su esposa. Acepté porque en verdad le tenía mucho cariño y me había hecho muy feliz, aunque, no estaba enamorada. Por más que lo negara, mi corazón ya tenía un dueño que se había marchado por la carretera tiempo atrás montado en dos ruedas. Y jamás iba a ser igual con alguien más.
Tenía que aceptarlo, pero eso no iba a impedirme seguir con mi vida, y por eso me comprometí con James y estábamos a solo un mes de ser oficialmente esposos, incluso ya estábamos pensando en mudarme con él. Lo quería mucho aunque no creía que alguna vez iba a llegar a amarlo pero, pensé que íbamos a ser felices. Y digo pensé porque justo un par de semanas antes de mi boda, esa moto que había conocido bien en el pasado y su dueño llegaron a buscarme al trabajo. Desde ese momento, toda mi realidad dio un giro radical.
***
Era un viernes cerca del medio día e iba a salir a almorzar para después ir a mi casa, ya que ese día salí temprano y lo único que deseaba era disfrutar mi fin de semana. Caminé hasta la entrada principal del edificio donde trabaja y al bajar las escaleras para llegar a la acera y lograr cruzar la calle, lo vi. Ahí estaba el hombre que sin lugar a dudas era el amor de mi vida; cruzado de brazos, con gafas de sol, completamente vestido de negro, con una camisa blanca y con una chaqueta también negra que hacía juego.
Su mirada estaba desviada hacia la derecha, observando el tráfico y noté que vio el reloj de su muñeca para luego soltar un suspiro pesado. El verlo de perfil fue todo lo que necesité para quedarme completamente petrificada casi frente suyo. Lo único que podía hacer era intentar respirar de forma calmada, tratando de no sentir el corazón latiendo como un desenfrenado y al pestañear varias veces y llevar mis manos a mi boca para cubrirla por el asombro, él giró su vista de nuevo, encontrándose con la mía mientras se quitaba sus lentes y ahí estaban de nuevo; esos ojos café que habían sido mi mayor delirio y esa sonrisa que podría opacar hasta al más bello atardecer en la playa. Era la misma calma y la misma belleza pero mejor, porque estaba en su boca.
Caminó despacio hasta mí, llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón sin desvanecer su sonrisa. Con cada paso que daba, mi corazón se aceleraba más y más y seguía sin poder moverme. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo y tantos años sin verlo seguía teniendo ese efecto en mí? La respuesta estaba ahí y era bastante clara: mis sentimientos por él eran los mismos y no iban a cambiar nunca. Me tensé un poco cuando se paró frente a mí y depositó y suave beso en la comisura de mis labios y al tenerlo tan cerca, pude sentir el aroma de su colonia rodeándome completa.
Dios mío, ¡pero si se veía mejor que antes! Sobra decir que Robert era mayor que yo por 7 años. Mi mente comenzó a trabajar rápidamente. Al hacer las cuentas exactas, cuando nos vimos por última vez él tenía 29 y yo 22. Ahora y después de 11 años de no verlo, él debía tener 40 años y yo tenía 33. Pero era evidente resaltar que los años le habían sentado de maravilla. Tenía algunos rastros de canas en las sienes, por lo que pude distinguir también algunas marcas en su rostro se hacían presentes, las cuales pude distinguir mejor cuando me sonrió y también algunas cerca de sus ojos. Cualquier persona me habría dado la razón en ese momento. El hombre se veía descaradamente sexy y esos detalles que había notado solo resaltaban algo: experiencia. Casi me quedé sin aliento.
-Hola, ___________. –dijo finalmente y de forma muy dulce justo en mi oído, para luego alejarse un poco y verme directo a los ojos.
-Hola, Rob. –todavía me sentía algo hipnotizada por su perfume. –¿Qué... qué haces aquí? –pregunté confundida y sonreí sin poder evitar ocultar mi alegría.
-Yo, pues... Bueno, sé que es complicado decir esto después de 11 años pero yo... yo... –comenzó a balbucear, entrecortando sus palabras.
Yo sonreí de lado y agaché un poco mi mirada al piso para al instante volver mi vista a sus ojos. –¿El gran casanova y chico malo Robert Downey Jr está nervioso?
Él me miró, haciendo una mueca de sonrisa y luego suspiro. –Tú siempre fuiste mi debilidad. Yo, bueno, quería verte otra vez, desde hace mucho... –se encogió de hombros y yo acomodé mi bolso en mi hombro.
-¿Eso quiere decir que ya habías pensado venir desde antes? –le pregunté curiosa y al ver que agachó su mirada, me acerqué a él buscando que volviera a ver.
-Sí, pero tenía dudas. –inquirió cabizbajo de nuevo.
-Siempre tuviste dudas. –comenté simple y él me observó de nuevo.
-Pero ___________, yo quería que tú y yo...
-Pero nada, Rob. Te fuiste sin más. Sin querer intentarlo.
-Y tú te quedaste, sin querer intentarlo. –me replicó.
Levanté mi dedo índice frente a su rostro, en señal de querer argumentar algo, abrí mi boca, mas al instante la cerré, quedando un poco perpleja. Quería contestar algo pero la verdad es que tenía un buen punto. Ninguno de los dos quiso intentar lo que el otro proponía. Al quedarme pensando en esa idea, Robert me observó atento ladeando su cabeza y soltó aire por la boca para luego tomar mi mano y llevarla hasta su boca, dejando un tierno beso en ella. Yo lo observé mientras lo hacía y sentí un escalofrío recorrerme entera.
-¿Te parece si te invito a almorzar y charlamos? –sonrió.
-Bien, pero ya tenía un lugar planeado. –le contesté en un tono divertido.
-Vamos a donde usted quiera, señorita. –me dijo de la misma forma, tomándome de la mano y encaminándome hacia su moto.
-¿No me digas que es la misma Harley Davison de nuestros años de universidad? –le pregunté tocando el asiento del vehículo.
Él me guiñó un ojo, en señal de afirmación. –Es la misma en donde vivimos tantas aventuras. Y sabes a cuáles me refiero. –exclamó levantando ambas cejas y sonrisa juguetona. Yo negué con la cabeza con media sonrisa.
-Cómo olvidar esas aventuras. ¿Nos vamos ya? –le pregunté y me tendió su mano para ayudarme a subir y después, lo hizo él.
-Sosténgase fuerte de mí, señorita. –dijo, cediéndome un casco el cual me puse al instante y él se colocó otro. –Porque sigo manejando igual que antes. –me guiñó de nuevo un ojo y no pude evitar reír.
Robert empezó a conducir luego de que le dijera donde estaba el restaurante al que deseaba ir a comer y lo primero que hice, fue aferrarme a él abrazándolo por la espalda y entrelazando mis manos frente a su abdomen. Sentí que suspiró y empezó a trasladarse por los bulevares y a moverse entre los autos con una gran destreza. El viento nos golpeaba de frente haciendo que mi cabello y su chaqueta que iba abierta volaran moviéndose al compás de la brisa que al mismo tiempo, me hacía sentir de nuevo su aroma embriagándome entera. Me afiancé más a su espalda y recargué mi cabeza en ella, sintiendo una reconfortante calidez; después de todo, tenía 11 años que no sentía esta sensación y a mi mente empezaron a llegar recuerdos de cuando salíamos a todos lados montados en su moto como ahora y empecé a sentir una pizca de libertad que desde hace mucho, no experimentaba.
***
Nuestro almuerzo fue ameno y tranquilo. Entre risas y bromas lo habíamos disfrutado pero había llegado el momento de hablar con más seriedad.
-¿Cómo supiste dónde trabajo? –le pregunté.
-Te he visto en las noticias. –contestó simple.
-Mmmmmm. ¿y a qué te dedicas tú ahora?
-Soy editor en jefe de la editorial Blue en Malibú.
-Perfecto. Entonces ya dime, ¿cuáles dudas tenías? –le pregunté directa, para luego darle un sorbo a mi café y él se atragantó un poco con el suyo.
-Lo siento. –se disculpó algo apenado y yo le hice una seña para que comprendiera que no tenía importancia, sin embargo me causó gracia y de nuevo, volvimos a reír para después tomar la palabra. –____________, cuando terminamos yo me sentí algo perdido. Esa tarde cuando me fui y justo al llegar a los límites de San Diego, sentí unas inmensas ganas de volver, besarte y llevarte conmigo...
-¿Y por qué no lo hiciste? –recargué mi mentón en mi mano, observándole mejor.
-Porque sentí que iba a ser egoísta. –suspiró. –Y pensé que lo mejor era que cada uno se diera una oportunidad y tiempo lejos del otro para intentar lo que cada uno deseaba y quería y quizá en algún momento, volver. –se encogió de hombros y torció la boca.
-Robert... –llevé ambas manos sobre la mesa y me acerqué más a él. –Yo también pensé lo mismo. –comenté y sus ojos brillaron con mucha luz pero luego terminaron por verse opacados. –Pero con el pasar de los años y ver que ese momento de "volver" no llegaba, lo que pensé fue que lo mejor era avanzar. –hice comillas con los dedos con la palabra volver. –Rob, estoy a punto de casarme. –exclamé mostrándole al anillo de compromiso en mi mano izquierda. –Tenía que avanzar, no podía esperarte por siempre y ni tú podías hacerlo. ¿O es que acaso tú lo hiciste? –le pregunté frunciendo el ceño y echando mi cabeza a un lado.
-No. –contestó cabizbajo. –También me casé pero las cosas no funcionaron y luego de 6 años nos divorciamos.
Ya veo. –también agaché la cabeza. –Y es que tienes razón, quizá en ese momento el haber permanecido juntos en algún lado, habría sido egoísta para uno de los dos.
-Sí. Pero ¿sabes? Tengo una teoría de por qué mi matrimonio no funcionó... –comentó un poco más animado.
-¿Y cuál es? –inquirí con algo de emoción a su respuesta.
-Porque mi corazón solo le pertenece a una mujer, y esa eres tú. –contestó, recargando su brazo en la mesa y su mentón en la palma de su mano.
De pronto sentí unas inmensas ganas de llorar, pero no de tristeza, más bien de alegría. Después de todo, no solo yo sentía eso mismo.
-¿Sabes Rob? Sí, estoy a punto de casarme pero, nunca he logrado sentir más que cariño por James. Quiero decir, lo quiero pero no lo amo. –le dije con los ojos cristalizados y a punto de estallar en lágrimas.
Al verme en mi condición, Robert acercó más su silla hasta mí y me abrazo. –Dime por qué no lo amas... –me pidió en medio de nuestro abrazo.
-Porque mi corazón solo le pertenece a un hombre, y ese eres tú. –le dije, empezando a soltar un par de lágrimas.
En ese instante, se alejó un poco de mí y después de limpiar algunas de mis lágrimas con sus dedos, se acercó lentamente a mis labios para besarme.
Su boca era un manjar exquisito y, era mejor de lo que recordaba. Tantos años después volvía a besar esos labios que tantas veces me habían hecho soñar despierta y sentirme la mujer más dichosa del mundo. Tenían ese mismo sabor a menta pero ahora, disfrutaba más de la fusión de sus labios con los míos. Eran besos más profundos, más intensos, más placenteros y expertos. Después de todo, los años no pasan en balde. Al pasar unos segundos, yo fui la que rompió el contacto no sin antes sentir sus dientes en mi labio inferior dejando una suave mordida en éste y empecé a negar con la cabeza, recargándome en su pecho y él me abrazó de nuevo y empezó a acariciar mi cabello.
-¿Podrías llevarme a mi casa? Creo que necesito mi cama. –reí bajo, aún recargada en su pecho.
-Seguro, yo te llevo. –me dio un beso en la frente para luego ambos salir del lugar.
Robert me llevó hasta mi casa y luego de hablar un poco más y aceptar que podríamos ser amigos, se marchó diciéndome que estaría en contacto.
***
Las horas pasaron y llegó la noche. James llegó a mi casa de su oficina pero casi no hablamos ya que me dijo que venía bastante cansado y solo quería ir a dormir. No lo molesté más y después de un "buenas noches" ambos fuimos a mi cama a dormir pero, yo no podía. Por más que intentara cerrar los ojos y quedarme dormida, no lo lograba. No podía sacar a Robert de mis pensamientos y tampoco sus palabras.
Flashback
-Sí. Pero ¿sabes? Tengo una teoría de por qué mi matrimonio no funcionó... –comentó un poco más animado.
-¿Y cuál es? –inquirí con algo de emoción a su respuesta.
-Porque mi corazón solo le pertenece a una mujer, y esa eres tú. –contestó, recargando su brazo en la mesa y su mentón en la palma de su mano.
Fin del flashback
-Maldita sea, Robert. Solo viniste a desequilibrar todo mi mundo pero, ¿a quién quiero engañar? Siempre te he amado y siempre lo voy a hacer. –pensé y me di vuelta en la cama para encontrarme con el reloj que descansaba en mi mesa de noche. ¿4:30 a.m? Bueno, es obvio que ya es muy tarde. –dije por lo bajo e intenté volver a intentar dormir y de pronto, escuché el sonido de una moto estacionarse cerca de la casa.
Lo ignoré por completo, ya que uno de nuestros vecinos poseía una y casi siempre llegaba a esa hora a su casa. Hice caso omiso e intenté volver a cerrar los ojos cuando el sonido de una piedra chocando en la ventana, llamó mi atención. Me levanté y luego de colocarme unas pantuflas, salí al balcón a ver qué era. Para mi sorpresa, al abrir la puerta, era Robert que había llegado y él había lanzado la piedra a la ventana.
-¿Qué haces aquí? –le pregunté en voz baja. –Ya es muy tarde.
-Necesitaba verte. –me dijo de igual forma. –¿Crees que puedas venir a dar un paseo conmigo? Sé que es tarde, pero quisiera solo charlar un poco más y dejar en claro todo esto. –me dijo con una sonrisa.
-¿Y no puedes esperar hasta mañana? –no entendía el porqué de su sonrisa.
-Vamos, __________. Solo será un momento. –juntó sus manos en forma de súplica y una cara muy tierna que me hizo sentir derretir.
Rodé los ojos. –Bien, pero solo un momento y debemos ir a un lugar que esté cerca. –le dije moviendo mi mano.
-Lo que digas, preciosa. –contestó con una sonrisa más grande que correspondí.
Me metí de nuevo a la habitación, me cambié rápidamente y sin hacer mucho ruido para no despertar a James. Me coloqué unos jeans, los primeros zapatos deportivos que encontré y me quedé con la misma blusa de la pijama que tenía un logotipo de una luna y muchas estrellas. Salí, no sin antes colocarme una chaqueta también y sin hacer mucho ruido, bajé las escaleras hasta llegar a la puerta que, al abrirla, ya estaba Robert esperándome.
-Bien, ¿a dónde vamos? –le pregunté con intriga.
-A un lugar que conoces bien. –contestó con cierta emoción en su voz, para luego pasarme el casco, colocarse el suyo y empezar a conducir.
***
Llegamos a una casa que Robert tenía en la playa, una que varios años atrás habíamos usado para pasar unos días en la costa y de la cual yo no sabía que seguía siendo poseedor. Al bajar de la moto, ambos nos descalzamos y nos recargamos en ella, observando el cielo estrellado, la luna llena y sintiendo la arena en los pies.
-Entonces... ¿Cuándo te casas? –me preguntó, pasando una de sus manos por su cabello y dejando de ver el cielo, para observarme a mí.
-En dos semanas. –contesté sin ganas.
-No pareces muy animada. –se encogió de hombros.
-Pues, la verdad es que ya no lo estoy.
-¿Qué te hizo cambiar de parecer? –inquirió curioso, buscando mi mirada que se encontraba fija observando mis pies hundidos en la arena.
-Volverte a ver. –le dije levantando mi mirada, que chocó al instante con la suya. De nuevo, nuestros rostros estaban demasiado cerca y nuestras bocas casi rozándose.
-Volverte a ver es todo lo que necesitaba para entender que siempre serás el amor de mi vida. –me dijo sobre mis labios.
Yo no resistí más y me lancé directo a su boca para besarlo, tomando su rostro entre mis manos. Era como volver tiempo atrás; solo con besar sus labios yo me sentía en la gloria misma y era incluso mucho mejor que antes. Nuestras bocas siempre parecieron encajar a la perfección, pero ahora era como si hubieran sido creadas para estar juntas. Con cada roce de sus labios a los míos era el paraíso mismo, mucho mejor que como lo recordaba hace años. En ese momento, mi mente se desconectó y solo podía pensar en Robert y su mágica boca.
Su lengua se abrió paso completamente en mi boca y la mía solo se dedicaba a disfrutar del sabor de la suya. Entre besos y suspiros, mordía mis labios de forma deseosa, dándome a entender lo que en todos estos años se moría por hacer y mientras me besaba, mis manos recorrían su sedoso cabello castaño con ligeros matices plateados. Enredé mis dedos en algunos de sus rizos y en medio de ese frenesí avivado en nuestros labios, lo atraje más hacia mí, lo que provocó que yo terminara recargada en la moto y él frente a mí con su boca ahora en mi cuello.
Robert iba dejando un camino de suaves besos en mi cuello, mientras que con agilidad, sus manos se fueron escabullendo debajo de mi blusa. Al sentir el tacto de sus grandes manos sobre mis pechos, más sus besos y su lengua pasando por mi cuello, por inercia apreté mis piernas, empezando a sentir como si una descarga eléctrica me recorriera de pies a cabeza y algo palpitar entre mis piernas. Al soltar un jadeo cuando Robert me mordió el lóbulo de la oreja, eché mi cabeza hacia atrás arqueando mi espalda, haciendo que mi cadera chocara contra la de él, sintiendo un lo que parecía ser una ligera erección en él. Fue ahí, donde mi cerebro se conectó de nuevo.
-Espera... espera, por favor. –exclamé jadeante, colocando mis manos en su pecho para alejarlo de mí.
-¿Qué pasa? –me respondió de la misma forma, acercando su rostro al mío y juntando nuestras frentes.
-Es que, no puedo Rob. Esto... esto está mal, muy mal. Yo estoy comprometida, no le puedo hacer esto a James. –cerré los ojos y me llevé las manos a la cara, cubriendo mi rostro.
-___________. –me llamó, llevando sus manos a mi cadera, pegándome más a él.
-¿Sí? –pregunté, aún cubriendo mi rostro.
-¿Amas a James? Si me dices que lo amas, prometo irme de aquí y jamás volver a molestarte. ¿Lo amas?
No, no lo amo y nunca lo haré. –mis hombros comenzaron a moverse de arriba abajo en respuesta a mi llanto y Robert con sus manos y de forma delicada, alejó las mías de mi rostro para luego acercarse y con sus labios, secar cada una de las lágrimas que iban recorriendo mis mejillas. Yo lo observaba detenidamente.
-¿Entonces a quién amas, _________? Dime, por favor... –pidió con suavidad y cerré los ojos, soltando un suspiro.
-Te amo a ti, Rob, solo a ti. Siempre lo haré. –le dije por lo bajo y él tomó mis manos entre las suyas.
-Solo eso nos basta. –me dijo con voz grave y sonrió ampliamente, volviendo a juntar sus labios con los míos.
Noté como se paró firmemente en la arena y como sus manos seguían en mi cadera. De pronto sentí que me apretó con más fuerza y me levantó para lograr que quedara sentada sobre el asiento de cuero de la moto. Enredé mis piernas en su cadera y de nuevo mis manos en su cabello, volviendo a olvidar todo. ¿A quién quería engañar? No era capaz de resistirme a él. Ni a su encanto, ni a su voz que era una como una perfecta melodía para mis oídos, ni a sus ojos tan hermosos, ni a su sonrisa deslumbrante que no había cambiado en todo este tiempo; tampoco a su aroma tan irresistible, ni a su forma de hacerme sentir tan viva con solo mirarme, con solo tocarme, con solo besarme.
Robert volvió a meter sus manos debajo de mi blusa y en un movimiento rápido, sentí mi sostén desabrocharse y los tirantes deslizarse por mis hombros. Mientras tanto, yo me deshice de su chaqueta junto con su camisa blanca lanzándolas a la arena y él hizo lo mismo con mi blusa y después con mi sostén para luego colocar sus manos en mis muslos y abrir un poco mis piernas para abrirse paso y colocarse entre ellas, quedando mucho más cerca. Lenta y placenteramente, Robert fue recorriendo todo mi abdomen con sus manos hasta detenerse en mis pechos que masajeó con delicadeza sin dejar de besarme. Yo pasé mis manos por su amplia y tonificada espalda desnuda, pasando por sus anchos hombros y llegando hasta su abdomen, el cual delineé con pequeñas caricias, haciendo que su piel reaccionara a mi tacto.
Sin poder evitarlo, volví a echar mi cabeza hacia atrás, soltando un gemido cuando su boca succionó uno de mis pechos y lo mordió levemente. Yo llevé mis manos hasta su trasero y lo acerqué más a mí, haciendo que su erección que empezaba a inmiscuirse por sus jeans negros se sintiera cada vez más cerca de mi feminidad. Casi de forma automática, comencé a mover mi cadera, sosteniéndome de sus hombros mientras él seguía jugando con su boca en mi pecho y cuello. Al notar mis movimientos cerca de su entrepierna, Robert gruñó e hizo lo mismo pero simulando embestidas que me estaban haciendo estremecer y la ropa estaba siendo un completo estorbo. Así que sin más y de un solo tiro, lanzó mis jeans también al piso junto con los suyos y su ropa interior, quedando yo solamente con las finas pantaletas de algodón que llevaba puestas y sentí el frío del asiento de piel en mis muslos. Me quedé sin habla al verlo así, después de tanto tiempo yo no podía creer que ese hombre fuera ahora más que un adonis. Volvió a acercarse y pasé saliva cuando vi su miembro erecto justo delante de mí.
Vi como Robert tomó su miembro con su mano y empezó a rozarlo contra mi entrada, moviéndolo lentamente, haciéndome sentir escalofrío. Gemí al mismo tiempo que llevaba mi mano a su longitud para empezar a moverla de arriba abajo mientras él seguía con esos movimientos suaves. Sus manos de nuevo se posaron sobre mis pechos, volviendo a presionarlos un poco, logrando que se endurecieran y en medio de algunos jadeos, dejó algunos besos en mis labios y empecé a sentir húmeda mi feminidad.
-¿Siempre has sido muy juguetona, no cielo? –me preguntó sobre los labios con la voz entre cortada.
-Sí, pero a ti te gusta que lo sea ¿no? –inquirí, mordiendo su labio inferior, logrando que gimiera cerca de mi oído.
-Me encanta que lo sigas siendo. –me dijo con un tono sensual, empezando a devorar mi boca.
El ambiente estaba siendo inundado por una mezcla de lujuria y pasión, combinada con la sensación de estar haciendo algo que estaba prohibido, que era incorrecto. Pero era imposible no entregarme a mis más bajas pasiones con un hombre como este. Si bien era cierto que lo prohibido es lo más placentero. Luego con un movimiento rápido, Robert se sentó junto conmigo sobre el asiento de su moto no sin antes quitar mi ropa interior haciendo que llegara hasta donde estaban las demás prendas. Me encontraba sentada sobre su regazo, ambos completamente desnudos a punto de consumar un acto prohibido, que no era correcto pero era tentador, muy tentador. Robert se acomodó mejor en el asiento, colocando sus manos en mi cadera y yo comencé a mover la mía en círculos mientras centraba mis ojos en su mirada. Me di cuenta que sus ojos iban de arriba abajo en mi cuerpo mientras mordía su labio; pasando por mi boca, luego a mis pechos, a mis piernas y por último a la poca separación que nuestros sexos tenían. Yo ya no iba a resistir más, mi cuerpo necesitaba sentirlo.
-Robert, ya... ya no puedo. Te necesito, como antes... Yo, quiero sentirte otra vez. –le dije en medio de un jadeo y él sonrió con picardía.
-Y yo voy a hacer lo que tú me pidas. –contestó con voz grave y al instante, lo sentí en mi interior, haciendo que de nuestros labios se escaparan un par de gemidos que estaba segura, se escuchaban alrededor de la playa.
Las estrellas y la luna sobre nosotros iluminaban la playa, el sonido de las olas rompiéndose en la orilla en conjunto con la brisa marina que chocaba contra nuestros cuerpos, era el escenario perfecto para consumar ese momento. De inmediato el placer me invadió por completo al sentir a Robert en mi interior. Sus manos apretaban mi cadera y comenzó a moverse lenta y suavemente con algunas embestidas. Después, noté que me estaba dejando tomar el control de la situación cuando sus movimientos fueron cesando; sin lugar a dudas lo iba a aprovechar.
Empecé a dar algunos brincos en su regazo, haciendo que cada vez me penetrara con más fuerza. Los gemidos de Robert no tardaron en hacerse presentes y sus ojos no se apartaban de mis pechos que se movían de arriba abajo a mi ritmo y noté que llevó sus manos hasta ellos empezando a acariciarlos. Eché mi cabello hacia atrás y me afiancé de sus piernas para aumentar la velocidad de los pequeños saltos que daba. Robert apartó sus manos de mis senos y las cruzó por detrás de mi espalda, acercándome a él para besarme el cuello. Estaba segura que lo que estaba haciendo iba a dejar marcas y mientras él me besaba, volví a mover mi cadera en círculos sintiendo cómo su miembro de frotaba en mi interior. No entendía cómo es que la moto estaba resistiendo lo que estábamos haciendo, después de todo, no están hechas para esas cosas. Pero luego entendí que si lo soportó en el pasado, ¿qué iba a hacerle una vez más? Además, no era cualquier moto, era una original Harley Davison y por extraño que parezca, estar montando esta escena sobre la moto, me excitaba y extasiaba en sobre manera.
Robert se alejó de mi cuello y me besó en los labios, mordiendo mi labio inferior un poco fuerte y provocando que un poco de sangre brotara de este. El sabor metalizado se hizo presente en nuestro beso y mezclado con las sensaciones que estábamos experimentando, no tenía comparación alguna.
-Dime que amas, dime que te irás conmigo, dime que ya jamás nos separaremos y que esteremos juntos a partir de ahora. _____________, dime que te irás conmigo a Malibú. –me dijo al oído en medio de aquel beso mientras yo me seguía moviendo sobre su regazo a una mayor velocidad.
Yo me alejé un poco, separando nuestras bocas para verlo directo a los ojos y sonreí y contesté sin dudarlo. –Me iré contigo. –dije con dificultad, debido a las respiraciones entrecortadas que tenía.
-Te amo tanto. –Robert sonrió y me abrazó haciendo que por un momento detuviera mis movimientos.
Y en un instante, él volvió a tomar el control, con estocadas cada vez más rápidas y profundas. Volví a ver su rostro y sus ojos, pasé mis manos por sus brazos hasta llegar a sus hombros y me sostuve de ellos. Ya no iba a aguantar mucho más y si no lograba apoyarme de algo, iba a terminar en el piso.
-Yo también te amo, siempre te he amado y siempre lo haré. Ya no quiero estar lejos de ti. –le dije acariciando su mejilla con el dorso de mi mano y él me dedicó una sonrisa para después hundir su rostro en mi cuello.
Robert aumentó mucho más la velocidad de sus embestidas, provocando en mí una avalancha de sensaciones irreales y placenteras que no había experimentado en mucho tiempo. Y en un instante, mi cuerpo empezó a temblar al compás del suyo y en perfecta sincronía, disfrutando del inmenso placer que nos recorría enteros. Se corrió dentro de mí y solté un profundo suspiro para después dejarme caer en su pecho, siendo recibida por sus brazos. Tanto su corazón como el mío palpitaban a la par y nuestras respiraciones estaban tratando de regularizarse y calmarse después del éxtasis que habíamos vivido. Una ligera capa de sudor nos envolvía a ambos y mi cabello caía como lluvia sobre su pecho mientras acariciaba su abdomen, acomodé mejor mi oído cerca de su corazón para escuchar con más atención.
Hace tanto tiempo que no escuchaba sus latidos, ni sentía la calma que me producía estar envuelta en sus brazos siendo embriagada por su exquisito aroma a menta. Cerré los ojos y suspiré, dándome cuenta que él hizo lo mismo y nos abrazamos con más fuerza aún estando sentados sobre su moto.
Robert empezó a acariciar mi cabello. –Vámonos de aquí, ___________. Sé que podemos tú y yo contra todo lo que venga, ven conmigo, por favor. –me dijo en un tono suplicante, tomando mi rostro entre sus manos.
-Robert, me voy a ir contigo. Créeme que no me importa nada más, después de todo este tiempo, solo quiero estar a tu lado.
Él sonrió, y junto su frente con la mía, haciendo que nuestras narices se rozaran haciéndonos reír por unas leves cosquillas y ambos dirigimos nuestra vista hacia el océano. En el horizonte se reflejaba ya que el sol estaba a punto de volver a nacer y sus rayos iban apareciendo poco a poco y al ver tan hermosa escena mientras sentía un beso en la mejilla por parte de los labios de Robert, sentí lo que en muchos años no había sentido: libertad.
Nos colocamos nuestra ropa y Rob me acompañó hasta la orilla del mar. Me quité el anillo de compromiso con James de la mano izquierda y luego de darle un beso, lo lancé al océano mientras que Robert entrelazaba su mano con la mía. Lo observé directo a los ojos y me dedicó una sonrisa dulce para luego regresar corriendo hasta su moto y al instante, él se subió junto conmigo y después de colocarnos los cascos, empezó a conducir.
***
Íbamos llegando a Malibú justo a las 6:30 de la mañana y mientras Robert iba manejando su moto por la costa, yo iba observando los rayos de sol que ya eran más potentes reflejándose en el mar. Me sentía tan libre y tan feliz que abracé con más fuerza a Robert por la cintura, entrelazando mis manos frente a él. Le di un beso en su espalda y me recargué mejor en ella. Al darse cuenta de mi acción, él me dedicó una sonrisa y una mirada cálida que me hizo sentir mucho más contenta todavía.
Y es que al final de cuentas cuando el amor de tu vida aparece, no importa que se vaya por un tiempo; siempre termina volviendo a ti y terminarás siendo feliz.
***
Buenas noches, personas hermosas. ¿Sí vieron la foto de Robert en su moto? UFFFFFFFFFFFF, es que al verla me mente me exigió escribir este one shot. Ansiaba hacerlo y la verdad, estoy muy feliz con el resultado.
La inspiración fue Robert modo chico malo sugar daddy con su moto. Ay, es que me puede mucho. Me encantó muchísimo. Ando re enamorada.
¿Les gustó este cortito? Disculpen la demora, es que pensaba hacerlo corto, pero me emocioné y terminó saliendo de 6,000 palabras jajaja. Espero lo hayan disfrutado. Saben lo amo y saben que también nos estamos leyendo pronto. ¡Abrazooooo!
Foto que me inspiró a este one shot coshino x3 :
Desmáyense conmigo. x3
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