Capítulo 8: Miedos
¡Incertidumbre! Eso es lo que Law tuvo en el mismo instante en que Ace se detuvo en seco y dijo que necesitaba una ducha. Eso no le habría molestado y mucho menos antes del sexo sino fuera porque le vio cabizbajo. Algo ocurría y era algo relacionado con el sexo. Hoy ni siquiera habían bebido, quizá era eso, que no podía hacerlo sin beber por algo que atormentaba su cabeza. Law dudó, dudó de absolutamente todo y es que... apenas conocía nada de Ace.
Metido dentro de la ducha, Ace pensaba en lo sucedido. Había estado a punto de volver a acostarse con ese chico. ¡No dijo nada! Claro que no dijo nada, porque Ace sentía que no podía hacer daño a sus seres queridos y haber dicho lo que pensaba habría hecho daño a sus seres cercanos, a Law... a todos a su alrededor y no quería eso. Sentado en el plato de ducha y dejando que el agua cayese sobre él, lloró en silencio ante la impotencia
— ¿Ace? – escuchó la voz de Law al otro lado de la puerta antes de que ésta se abriera. Law no podía ver a Ace tras aquella opaca mampara, pero por el ruido del agua, sabía que seguía allí. Se sentó a un lado del lavabo observando la toalla seca que Ace dejó no muy lejos de la ducha para cuando saliera –. ¿Podemos hablar del tema? Por favor.
— No hay nada que decir – susurró Ace – yo, al menos, no tengo nada más que decirte. Saldré enseguida.
Law no supo qué decirle. Por unos instantes, mantuvo el silencio y pensó en todo lo que Ace cargaba en su interior. Apenas conocía nada de su pasado pero estaba claro que iba a tener que investigarle a fondo porque esas reacciones no eran normales. Cuando le conoció era un chico decidido, optimista y sonriente pero hoy, hoy tenía esa faceta entristecida y evidentemente tenía que estar relacionado con el sexo porque era lo único diferente que había sucedido entre ellos.
‒ Ace por favor, hablemos de esto. ¿Qué es lo que ha pasado por tu cabeza?
‒ ¿De verdad quieres saberlo?
‒ Sí, me gustaría.
Ace dudó. Se le veía pensativo pero cabizbajo como si no supiera qué hacer con toda la información que tenía. Evidentemente tenía que ser algo personal.
‒ ¿Quieres que vaya a por cervezas?
Ace sonrió sutilmente.
‒ Me vendrían bien.
‒ ¿Es que sólo puedes tener sexo cuando te emborrachas o qué?
‒ Algo así – susurró Ace.
‒ ¿Vas enserio?
‒ Es... complicado.
‒ Iré a por cervezas entonces – comentó Law antes de ponerse en pie para ir, sin embargo, fue detenido por la mano de Ace. Había abierto la mampara lo justo para agarrarle.
‒ Todas las personas que se acercan a mí acaban muertas – susurró finalmente – no quiero que te ocurra nada.
‒ No pasará nada.
‒ No lo sabes. No vamos a enfrentarnos a cualquier otro pirata, hablamos de Doflamingo, es un gran pirata, de los mejores y yo tengo esa maldición que...
‒ No creo que tengas ninguna maldición.
‒ ¿Enserio? Mi padre falleció sin que le conociera, mi madre murió al darme a luz, perdí a mi mejor amigo tras haber tenido mi primera relación sexual con él, perdí compañeros en la tripulación, los asesinaron, asesinaron a Tatch alguien bajo mi mando, ¿enserio crees que no estoy maldito? Todo el que se acerca a mí acaba muerto. Haber tenido sexo contigo ya hace que te conviertas en un blanco... pero tenerlo dos veces y sobrio, si empiezas a importarme... no quiero que me importes porque entonces acabarás muerto.
‒ No voy a terminar muerto, Ace, porque confío en ti y en que me protegerás si algo sale mal. Yo también te protegeré si algo va mal.
‒ Bonitas palabras pero no cambian los hechos.
‒ Aunque muriese, prefiero morir sabiendo que pude estar contigo – dijo finalmente Law – aunque sinceramente, con tal de estar contigo, me aferraré a la vida hasta el último aliento.
La mampara terminó de abrirse y en ese instante, sus labios volvieron a unirse. Law pensó que al menos sus palabras, quizá habían podido aliviar ligeramente la carga que ese chico soportaba en su interior y que ocultaba con sonrisas infantiles.
***
Besándose con pasión, habían terminado en la habitación de matrimonio. Law todavía iba vestido, sin embargo, Ace, recién salido de la ducha, ni siquiera había podido vestirse. Completamente desnudo, dejaba que las manos de Law acariciasen su piel mientras le conducía hacia el cuarto en silencio.
— ¿Confías en mí? – sonrió Law tras cerrar la puerta, con sus labios rozando los de su amante. Ace ni siquiera había abierto los ojos todavía.
— Claro que confío en ti.
— Entonces... "juguemos juntos" – sonrió Law.
Law se separó de Ace para abrir el tan ansiado cajón de la mesilla donde guardaba todos sus juguetitos. Esa noche iba a ser muy pero que muy interesante. Había tantas cosas para divertirse juntos...
Lo primero que sacó fue una suave tira de tela oscura para vendarle los ojos. Quería que disfrutase al máximo, pero a la vez, quería tenerle completamente bajo su control y poder hacer lo que quisiera sin que él fuera consciente de lo que haría a cada momento.
— Shhhh – susurró Law de nuevo junto a él, rozando sus labios una vez más con sensualidad antes de volver a besarle – voy a ponerte esto y luego... tendrás que fiarte de mí.
— No sabía que te iban estos juegos.
— Me gustan todos los juegos siempre que sea contigo. Más vale que te prepares, porque esta noche, no vas a dormir – sonrió Law – haré que te corras una y otra vez. Voy a follarte toda la noche como yo quiera.
— ¿Ahora voy a ser tu esclavo toda la noche? – sonrió Ace ante esa idea.
— Algo así. Durante toda la noche, serás mi juguete y vas a complacerme en todas mis fantasías.
Ace sintió la fina y suave tela posarse en sus ojos y cómo Law la anudaba tras su cabeza para evitar que pudiera ver a partir de ese momento. De pie y desnudo, Ace se quedó estático escuchando los pequeños ruidos de la habitación. Él no podía ver pero sabía que Law estaba preparando algún juego para ellos.
De repente, Ace sintió de nuevo el tacto de Law, éste le agarraba la mano para indicarle que le siguiera hacia lo que él consideró el centro de la habitación.
— Siéntate aquí, con cuidado.
Ace apoyó las manos primero notando una silla bajo él, ¡no, no una! Eran dos sillas. Por cómo Law le obligaba a sentarse, estaba convencido de que quería que se sentase entre las dos sillas, así que puso media nalga de su trasero en la mitad del asiento de una y la otra mitad en la otra. ¡Expuesto! Era como se sintió al quedar sentado. Era cómodo, pero en esa situación, sentía sus nalgas más abiertas de lo normal, perfectas para que Law pudiera jugar con él.
— ¿Estás cómodo? – preguntó Law en un sugerente susurro en su oído.
— Sí.
— Perfecto, porque así estás completamente expuesto para mí.
Sus muñecas fueron apresadas en un santiamén entre los dedos de Law antes de que sintiera la fina tela enrollarse en ellas para anudarlas a las sillas. Ace sonrió sutilmente. Desde luego, Law sí se había tomado aquel juego muy en serio.
— Bien... empieza la diversión.
Las manos de Law eran muy suaves, se notaba que apenas las usaba para la pelea, posiblemente por su habilidad y porque las cuidaba mucho para ser cirujano. Law sonrió sutilmente al llevar sus labios hacia la pierna de Ace que sostenía entre su mano derecha.
Acuclillado frente a él, sabiendo que a ese chico le sería imposible ver nada con los ojos vendados, Law deslizaba sus labios por la piel de Ace. Era suave y sensual y podía sentir el frescor en cada centímetro debido a que acababa de salir de la ducha. Su cuerpo tenía un aroma frutal proveniente del gel que había usado. Era demasiado tentador tenerle a su merced, completamente desnudo y atado en esas sillas.
Un suspiro ahogado fue lo que Law escuchó que llegaba desde los labios de Ace mientras sentía ese camino de besos subiendo por su pierna y quedarse en sus muslos. Law mordió con suavidad provocando un gesto gracioso en el rostro de Ace. Le había dado impresión, tanta... que hasta el miembro de Ace había despertado ligeramente ante aquellas sensaciones.
Moviendo su rostro con mucho cuidado, tocó con la punta de la nariz los testículos de Ace provocándole una sensación de hormigueo placentero antes de recorrerlos con la punta de su lengua. Law sonrió al acabar, observando las mejillas sonrojadas de su amante. Seguía siendo tan inocente en algunas cosas que le gustaba demasiado.
Con la yema de sus dedos, Law agarró la gota de líquido preseminal del miembro de Ace y metió el dedo en su boca disfrutando de su sabor salado.
— ¡Joder, tan delicioso como siempre!
Acercando su rostro al de Ace, le besó con pasión, sacando su lengua para jugar con la de Ace y dejarle también probar su propio sabor salado. El sonrojo llegó a ambos, sin embargo, cuando Law rompió el beso, sintió el impulso de Ace por continuarlo pese a que no pudo alcanzar su boca estando atado como estaba.
— No seas impaciente – sonrió Law – ya te he dicho que vas a ser mi juguete toda la noche. Me obedecerás en todo.
— Estás muy seguro de eso.
— Claro que lo estoy, porque voy a hacer que desees tanto algo... que harás lo que sea para conseguirlo.
Entre ambos hubo una separación momentánea. Ace seguía sin poder ver nada, pero escuchaba cómo Law se movía por la habitación y entonces, regresó, pero esta vez había algo diferente en el tacto de su piel, más bien... era la ausencia de ropa lo que Ace sintió.
La mano de Law agarró su miembro. Estaba colocando algo con un poco de lubricante. Ace silenció el ligero gemido que quiso escapar de sus labios con un seductor mordisquillo en su labio inferior, lo cual aún provocó más a Law.
— Esto retrasará tu orgasmo – susurró Law a su oído – así podré jugar mucho más rato contigo y además, tu erección no bajará.
— Eres un poco sádico.
— No... – sonrió Law – sólo me gusta jugar y odio si la diversión acaba demasiado pronto. Estoy deseando follarte de tantas maneras... – imaginó Law todas las posturas y cosas que quería probar con él.
La vibración repentina en su miembro provocó que, finalmente, el dorso de Ace se inclinase ligeramente hacia delante, que sus piernas se tensasen y un pequeño jadeo se escuchase.
— Por fin me dejas escuchar algo – sonrió Law – pero esto sólo acaba de empezar.
¡Inaguantable! Eso era lo que Ace pensaba que era aquello. Ya no sabía cómo acallar sus gemidos pese a que, hasta ahora, lo había podido hacer, sin embargo, con el tapón anal en su interior que le dilataba, ese anillo vibrador en su miembro que le impedía eyacular y sintiendo la punta del miembro de Law jugando entre sus pezones y su boca, lo único que deseaba era que se la metiese de una maldita vez. El placer y las ganas de sentirle dentro y mucho más hondo de lo que llegaba ese pequeño tapón estaba siendo su perdición.
— Te ves un poco desesperado – sonreía Law mientras seguía jugando con la punta de su miembro a recorrerlo por sus pezones dejando su propio líquido preseminal en ellos –. Creo que llegados a ese punto, harás todo lo que te pida, ¿no es así?
— ¿Qué narices quieres que haga? – preguntó Ace retorciéndose en ese placer tan intenso.
— Quiero que seas mi linda mascota, por ejemplo... un hambriento y adorable conejito en celo – sonrió Law como si eso fuera más una burla, aunque Ace sonrió al entender las raras fantasías de su amante.
Viendo que Ace entraría en esa dinámica, Law soltó el agarre de sus manos aunque no quitó la venda de sus ojos. A Law le gustaba esa visión que tenía frente a él. El tapón anal con cola de conejo que le había puesto le quedaba muy bien, aunque Ace no pudiera vérselo ahora mismo y, para colmo, sacó de entre las cosas la diadema con las orejas para ponérselo en la cabeza. Cuando lo compró jamás creyó que lo vería puesto en alguien, pero ahí estaba, por fin podía usarlo.
— Creo que ya estás listo – sonrió Law al verle con esas orejitas y la cola.
— Entonces, amo... – susurró Ace – permítame que cuide de su zanahoria.
Aquello sonrojó a Law quien enseguida, liberó las manos de Ace del agarre de la silla para que pudiera moverse algo. No esperaba que Ace fuera a meterse en el papel y mucho menos que fuera a hablar de zanahorias, pero sonrió al ver cómo Ace se arrodillaba, guiado por su oído, frente a la silla donde Law había tomado asiento y, apoyando una de sus manos en la rodilla y buscando su objetivo con la otra, tomaba su miembro para metérselo en la boca.
Lamía la punta y metía un poco su miembro para sacarlo de nuevo y volver a lamer con seducción. ¡Le volvía loco! Claro que lo hacía, Law no podía dejar de mirar ese sonrojo en las mejillas de Ace mientras se comía su miembro con tal devoción. Impaciente como se encontraba ahora Law ante la imagen, movió la cadera hacia arriba para introducir su miembro un poco más en la boca de Ace. Su movimiento, subiendo y bajando, ayudaba a Ace con su tarea, haciendo más o menos presión con sus labios y jugando con su lengua alrededor del miembro de su amante.
— Sigue así – susurró Law retorciéndose en espasmos de placer –. Eres bueno, me follaría tu boca todos los días, ¡joder!
Sin previo aviso, esta vez fue Ace el que soltó el agarre de Law y se subió a horcajadas encima de él. Sus ojos seguían vendados, su rostro avergonzado y, sin embargo, llevó su mano hasta el tapón anal lleno de lubricante y se lo quitó.
— Tengo hambre – susurró Ace en el oído de Law – mucha hambre, no sea malo y dé de comer a su querida mascota.
Law sonrió antes de llevar su mano hasta la base de su miembro y agarrarla para posicionarla en la entrada de Ace. Entró casi al instante, sobre todo, cuando Ace, al sentir la punta, se impulsó hacia abajo para sentarse sobre él.
— Sí que estabas necesitado – sonrió Law – pero quiero algo a cambio.
— Dime y lo haré.
— Mastúrbate para mí – sonrió Law.
Ace sonrió cuando agarró su miembro con una mano y empezó a darse placer él mismo a la vez que, con sus rodillas, se impulsaba de arriba a abajo para hundirse en el miembro de Law. ¡El placer pronto lo desbordó! Y Law observó aquella escena. Su amante le cabalgaba como nadie, jadeaba sutilmente y sabía que pronto eyacularía. El anillo en la punta de su miembro no dejaba de vibrar.
— ¡Ohhh, Law! Más hondo, necesito más hondo – susurró de golpe Ace lo que provocó que Law se quedase helado. Ni en sus mejores sueños húmedos habría imaginado esa escena.
Como un acto reflejo, ante lo que vivía, Law se levantó de golpe de la silla donde estaba agarrando a Ace para evitar que se cayese. Ante los movimiento bruscos, su miembro salió del interior de Ace pero aprovechó para tirarle en el colchón y obligarle a ponerse a cuatro patas para volver a entrar en él.
Mientras le embestía y escuchaba los leves jadeos de Ace al agarrarse con fuerza a las sábanas, Law aprovechó para, con una de sus manos que tenía en la cadera del menor para poder impulsarse, ponerla en el miembro de Ace y quitarle ese anillo vibrador que le impedía eyacular.
Ace suspiró aliviado. Finalmente podría eyacular ante el dolor que empezaba a sentir por el placer intenso, más ahora que sentía la profundidad absoluta del miembro de Law entrando en él con rapidez. Su ritmo era imposible de seguir, Ace tan sólo dejó que le zarandeara como si de un muñeco se tratase hasta que, sin poder evitarlo, eyaculó esperando a que Law terminase también. Apenas le costó unos minutos más que a él en un ritmo que no detuvo ni por un segundo.
Ambos cayeron en la cama, pero fue Law, con la respiración terriblemente entrecortada, quien apartó la venda de los ojos de Ace.
— Éste... es sólo el primero – sonrió Law – descansemos un momento porque voy a empezar con la segunda ronda en breve.
Ace sonrió terriblemente agotado.
— Tú lo dijiste, hoy soy tu juguete, haz todo lo que quieras conmigo.
— Entonces prepárate, mañana no podrás ni moverte de las agujetas.
Los dos sonrieron pero tirados en la cama descansando, Law abrió la palma de su mano para que Ace pudiera entrelazar sus dedos con los suyos. ¡Quizá se estaba enamorando! Law empezaba a estar cada vez más seguro.
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