Capítulo 2: "Tramposo"

"Sólo dime dónde y cuándo"

Esa frase, por inocente que sonase en los labios de Ace, a Law le pareció demasiado excitante. ¿Dónde y cuándo? A su mente venían recuerdos de anoche. Miraba a los ojos a Ace y lo único que podía ver, era cómo mordía su almohada mientras él lo penetraba con fuerza. Había sido una buena noche, no podía negarlo y de golpe, Law sonrió antes de girar el rostro para mirar hacia otro lado. Mirar a Ace le excitaba y no era el momento para hacer locuras.

‒ ¿Cómo voy a acercarme a Barbablanca exactamente? Dudo que confíe en piratas que no conoce.

‒ Cierto, pero confía en mí. La pregunta no es si mi padre confiará o no en ti, sino, ¿cómo vas a conseguir que yo confíe en ti para llevarte allí?

‒ Tú eres el que me ha pedido ayuda.

‒ Tú eres el que te acercaste a mí para robarme y chantajearme para ayudarte con Doflamingo.

‒ Eso nos deja en tablas. Ambos necesitamos algo el uno del otro. ¿No crees? No gano nada poniendo a toda tu banda en mi contra y tu padre no me ha hecho nada. No tengo motivos para cruzar los límites de nuestra frágil confianza.

‒ ¿Cómo sabes que no avisaré a Doflamingo de tu plan?

‒ No puedo estar seguro de ello, pero los rumores dicen que eres un tipo legal. Y es lo poco que sé de ti. Además, si ayudo a tu padre, supongo que preferirás ayudarme a mí y no a Doflamingo que no te ofrece nada excepto alguna mala pasada en el futuro. Sois enemigos al fin y al cabo. Además, te acostaste conmigo, espero ser mejor opción que ese tipo.

Ace sonrió sin poder creerse que Law hubiera soltado algo semejante. Había sonado arrogante.

‒ Ni que fueras el único con el que puedo acostarme – se quejó Ace.

‒ No he dicho que sea el único, he dicho que espero haberte gustado más de lo que te podría gustar hacerlo con Doflamingo.

‒ La verdad es que nunca me ha interesado de esa forma. Todo él me da escalofríos – se quejó Ace al pensar en dicha persona –. ¿Vas a vestirte? De ser así, quizá me quede al espectáculo.

‒ ¿Enserio?

Los ojos de Law volvieron a mirar a Ace. Estaba relajado sentado en la silla frente a él y entonces, una pregunta vino a su mente.

‒ ¿Estás bien?

Salió sin más, y eso confundió a Ace.

‒ ¿Sí estoy bien de qué?

‒ De lo de anoche – dijo Law algo más preocupado. Por alguna razón, posiblemente por ser médico, no podía quitarse de la cabeza el tema de la salud.

Hacía mucho tiempo que no mantenía relaciones sexuales con nadie, demasiado tiempo quizá, tanto, como para posiblemente, haberse pasado un poco o eso pensaba él. Entre el alcohol de ambos, el tiempo que transcurrió... lo excitado que estuvo en ese instante...

‒ Oh... ¿El sexo? – preguntó Ace – no soy tan débil como te crees. Estoy bien. No me duele nada si es lo que preguntas. Pero gracias por preguntar. Eres muy considerado... ¡Al día siguiente! ¡No preguntaste cuando me empotrabas contra la almohada sin miramiento! – susurró aquello último, lo cual molestó un poco a Law, al principio, al menos hasta que vio la sonrisa de Ace – era broma – dijo al ver sus ojos asesinos sobre él –. Tuviste cuidado o eso creo, sólo recuerdo fragmentos de anoche.

¡Le recordaba a alguien indeseable! Era idéntico a esa persona aunque Ace era más inteligente y más maduro pero... su aspecto físico, aunque más corpulento y trabajado, era prácticamente idéntico a esa persona y su carácter... esa sinceridad y honestidad... esa forma de ser tan infantil a veces...

‒ ¿Conoces a sombrero de paja?

‒ ¿A Luffy? Sí claro, es mi hermano pequeño – dijo Ace con una gran sonrisa - ¿le conoces?

‒ Brevemente. Coincidí con él una vez, golpeó a un noble mundial en una subasta y luego nos tocó pelear contra la marina para salir de allí.

‒ Suena completamente a mi hermano. Siempre se mete en líos – sonrió Ace.

Law se levantó de la silla y fue hasta el mueble de detrás para servir el Sake. No quedaba demasiado, menos de media botella de la que ayer Ace le dio en ese bar y que al no acabarla, se la llevó consigo a su oficina con la intención de acabarla allí. Claro que no esperó que Ace se fuera con él a la habitación, así que allí se había quedado la botella.

La agarró y la dejó encima de la mesa junto a dos vasitos. Fue la primera vez desde que Ace entró en su camerino, que le veía acercarse a la mesa para agarrar la botella. ¡Era increíble! Prefería el sake a su corazón que estaba justo al lado. Law sonrió. Realmente era un bicho raro.

‒ Ya te sirvo yo – le arrebató Law la botella para servirle en el vasito. Ace sonrió.

‒ Gracias.

‒ Tienes buena tolerancia al alcohol.

‒ Eso suele decir mi tripulación, sí. Mis años me ha costado.

‒ Eres muy joven. No deberías beber tanto, es malo para tu salud.

‒ ¡Oh! Que interesante. ¿Es que quieres jugar a los médicos conmigo? – preguntó Ace de forma juguetona viendo cómo Law aún mantenía la sábana enrollada en su cintura - ¿Quieres hacerme un chequeo?

‒ Eres incorregible – sonrió Law. ¡Nunca conoció a nadie como Ace! Un pirata totalmente despreocupado por lo que pudiera pasarle – es como si no te importase tu vida.

‒ Me importa la libertad – dijo Ace – quiero ser libre todos y cada uno de los días que viva. Me conformo con vivir un día más. Siempre... un día más. ¿No es esa la vida del pirata? Al fin y al cabo, todos nos persiguen: otros piratas, la Marina, a veces tus compañeros. Lo mejor que puedes hacer, es reunir a una tripulación en la que confíes ciegamente.

‒ ¿Confías en los tuyos?

‒ Ciegamente – dijo Ace con una gran sonrisa – de la misma forma en que ellos confían en mí. Ellos cuidan mi espalda como yo cuido la suya. Daría mi vida si es necesario por cualquiera de ellos. Nadie tocará a mi familia mientras yo sea comandante – Ace se quedó pensativo un instante, mucho más serio ahora que las otras veces como si hubiera recordado algo – y si les hacen algo, tendrán que atenerse a las consecuencias. No lo dejaré pasar. Nunca.

‒ Suena como si alguien se hubiera ganado tu ira.

‒ Una persona. Le daré caza.

‒ ¿Se puede saber qué te hizo?

‒ Cometió el peor de los crímenes y yo era su comandante. Debí impedirlo pero... supongo que fui demasiado confiado, no sospeché hasta que ya era tarde. No volverá a pasar algo así bajo mi mando.

Por primera vez desde que conocía a ese chico, Law lo vio hablar realmente serio. Ese tema le afectaba de manera personal. No estaba seguro del crimen cometido pero estaba claro que era grave. No quiso preguntar más al respecto y... tampoco podría haberlo hecho porque Ace de repente, se quedó completamente dormido en la silla.

¡Era increíble! Ese chico se dormía en cualquier maldito lado. Eso le hizo recordar sus vivencias de esa noche y sonrió.

¡Tramposo!

Esa fue la palabra más excitante que Law escuchó en toda la noche y recordarla... provocaba que su piel se erizase. El vello se le ponía de punta y la piel de carne de gallina. En los labios de Ace, esa palabra que susurró en su oído fue como tocar el mismo paraíso. Su respuesta fue una simple sonrisa orgullosa.

¿Cómo habían llegado hasta esa palabra? Era una respuesta simple... todo empezó en ese bar, en esa noche sin estrellas, entre la tormenta de relámpagos que se veía caer tras las ventanas, con esa intensa lluvia que a ellos no les afectaba porque festejaban dentro del bar. Todo empezó con una botella de Sake que Ace trajo de la mesa de los piratas de Barbablanca.

Flashback:

¡Media botella! Había pasado hora y media y Law ya había ventilado media botella de Sake pensando en un maldito plan. ¡Sí! Había llegado a ese bar pensando en despejar su mente de Doflamingo, despejarla de la venganza que tenía planeada al menos un rato pero... no podía. Simplemente, no podía. La traición, el asesinato a sangre fría de un compañero era algo que él no soportaba. Ese traidor asesinó a su propio hermano por una fruta demoníaca, por la "ope, ope" que le salvó la vida a él. Ahora, le buscaba, intentaba darle caza de la misma forma en que Law también trataba de darle caza a ese desgraciado. Ambos inmersos en un juego peligroso de quién cazaría primero para salir victorioso.

Sus ojos se desviaron entonces a la mesa de los comandantes. La tripulación de Barbablanca era muy conocida, era fuerte, realmente fuerte y entonces... por un instante, se le cruzó la loca idea de pedirles ayuda.

¡Ellos no aceptarían! Claro que no, no le conocían. No se meterían contra un Shichibukai como Doflamingo sólo por su cara bonita o una triste historia como la que debería narrar. ¿Cómo conseguir que le ayudasen? Y entonces... lo supo. Con la vista fija en el primer comandante, en su espalda tatuada con el emblema de Barbablanca, en ese cabello oscuro y esa sonrisa mientras elevaba otro botellín de cerveza y bromeaba con sus compañeros... ¡Tenía que robarle algo importante, algo preciado para que él fuera a buscarle y le ayudase!

"Un chantaje por su corazón"

Debía esperar el momento oportuno y entonces, llegó. Ace se levantó para ir al aseo. Apartado de los demás, al menos Law tendría una posibilidad de abordarle, así que le siguió llevándose la botella de sake tras él. No quería perderla de vista bajo ninguna circunstancia.

Cuando entró por la puerta del aseo, Ace ya estaba orinando en uno de los urinarios de pared. Ni siquiera se inmutó cuando él entró, así que se puso a su lado, dejó la botella de Sake encima del urinario donde no molestase y se bajó la bragueta para poder orinar también.

Durante unos segundos, lo único que se escuchó fue el líquido saliendo a presión y vaciando la vejiga. Sin embargo, Law no apartaba la mirada de ese chico que parecía iba a caer dormido en cualquier momento. Sus párpados estaban casi cerrados y cabeceaba de vez en cuando.

Sólo un segundo bajó la mirada donde no debería bajarla. Era una norma no escrita entre hombres, "no mirar mientras se orina" pero por alguna razón sin sentido aparente en ese momento, él lo hizo. Un segundo donde apenas pudo ver nada del miembro de ese chico que lo tapaba prácticamente su mano al dirigirlo para orinar pero... que fue el tiempo suficiente como para que el destino jugase su carta más valiosa.

¿Estás mirando? – preguntó Ace algo desconcertado.

¡Rojo como un tomate! No era su intención mirar y no estaba seguro del motivo para haberlo hecho cuando jamás lo hizo.

N-no – dijo rápidamente antes de girar el rostro de nuevo al frente y mirar la botella de sake que reposaba sobre la parte alta del urinario. Por suerte, él ya terminaba y tras limpiarse con rapidez, guardó su miembro y cerró la bragueta para irse.

No es justo – pronunció Ace notablemente ebrio – tú puedes mirar y yo no.

¡Asombrado! Así estaba Law. En esa situación lo único en lo que pensaba es que estaba en un buen lío con el primer comandante de la división de Barbablanca, un enfrentamiento que no le convenía en absoluto, pero no esperó que fuera a ser todo lo contrario: una apertura para su plan.

¿Enserio? ¿Tienes curiosidad? – preguntó Law deteniendo su paso que iba hacia la salida del aseo.

Casi tanta como la que tenías tú – pronunció Ace.

Law dudó unos instantes. ¿Su conversación estaba dando un giro hacia el sexo? Por él no había ningún problema pero... no esperaba que ese chico quisiera sexo con él, no con alguien de su mismo sexo. No había encontrado demasiados piratas con esas tendencias sexuales.

Como si le leyera la mente, Ace también terminó de orinar, se limpió y guardó su miembro tras la bragueta antes de ir a lavarse las manos. Law le siguió entonces poniéndose a su lado.

¿O tú no tienes curiosidad? – preguntó Ace entonces.

Law le observó. ¿Enserio hablaban de sexo? Porque tenía toda la pinta aunque su cerebro se negaba a relacionarlo. No quería meterse en líos con ningún comandante de la afamada tripulación de Barbablanca. Aunque... separar a ese chico del resto para poder robarle su corazón era la mejor idea posible. El sexo facilitaba eso, sin duda alguna.

Volvió a observar al comandante. Buen físico, ojos espectacularmente azules, tanto...que casi rozaban el gris de lo claritos que eran. Esas pecas infantiles en el puente de su nariz, su sonrisa sugerente... ¡Era totalmente su tipo! No podía negar eso, no estaba nada mal para lo jovencito que era.

¡Sin tiempo para pensar! Law simplemente sonrió ante el cuerpo de ese chico que desde luego, era bastante más joven que él y entonces, humedeció sus labios de una forma, que provocó que Ace lanzase sus brazos hacia su nuca y uniera sus labios con los de Law.

¡Alcohol! Sabía a cerveza. Llevaba unos cuantos botellines de cerveza encima pero eso le dio igual a Law. Empujó con su cuerpo el de Ace hasta que la espalda de este chocó contra la pared al lado de los urinarios.

No era un buen lugar para el sexo, Law sabía que podía meterse en un buen lío si entraba cualquier otro comandante y por algún casual... pensasen que se estaba aprovechando de la ebriedad de ese chico para algo semejante. ¡Problemas con toda la tripulación! Eso no le venía nada bien y viendo cómo el chaval llevaba sus manos con rapidez a la hebilla de su cinturón como si le corriera prisa aquel polvo mal echado en un baño, Law sonrió deteniendo sus muñecas.

Creo que deberíamos ir a otro lugar y hacerlo bien – susurró Law – si es que esto es lo que de verdad quieres.

Mi barco está ocupado. Está atracado en la dársena dos del Moby Dick, están las dieciséis divisiones y mi padre. Mal lugar si quieres no ser visto – sonrió Ace.

Yo tengo barco, soy capitán, así que poseo camerino propio y puedo llegar sin que nos vean.

Tú ganas entonces – dijo Ace convencido de ir entonces con Law.

Agarrando la botella de Sake con una mano y rodeando la cintura de Ace con la otra, sonó un "room" y al segundo siguiente, estaban en el camerino de Law. Ace sonrió. Era la primera vez que veía una habilidad así y sin duda alguna, lo único que le salió en ese instante fue un susurro junto al oído de Law.

"Tramposo"

¡Sí! Fue excitante escuchar eso pero ambos se alegraban de esa habilidad para no ser detectados en ningún caso.

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