Capítulo 23: Oculto en el corazón

Road To Ninja: Choque de mundos

Capítulo 23: oculto en el corazón

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¡He vuelto!

Entre todos los escenarios posibles que se idealizó a sus hijos siendo víctimas de la desgracia, este era el menos deseado para Mikoto. El despavorido pesor de los acontecimientos terminó por alterarla a niveles inimaginables. Ya no sabía qué hacer.

—¿¡Dónde está mi hijo!? —entró al hospital atropellando a medio mundo, con la vista fija en la recepcionista.

Al estar de frente, la enfermera la miró con lástima. La apariencia de Mikoto parecía ser de una mujer desesperada, lo que desconcertaba a muchos a su alrededor. Conocían a la gentil y despistada esposa de Uchiha Fugaku, no a la madre desesperada, después de todo, su hijo mayor estaba delirando en una de las habitaciones.

—Lleva dieciocho horas en cirugía... —respondió lentamente esperando su reacción.

Pero no la previno.

—Quiero ver a mi hijo —expresó lo más calmada que pudo, sus nervios le impedían actuar con claridad.

—P-Pero él aún se encuentra en el quirófano en estos momentos...

—¡No me importa! ¡Quiero verlo ya! —debatió Mikoto al borde de la histeria. ¿No le permitían ver a su hijo? ¡absurdo!

La mujer se enfrasco en palabrerías con la enfermera. La docente hacía todo lo posible por hacerla comprender que no podía ver a Itachi por el momento, pase a que la Uchiha insistía, no obtuvo el resultado esperado.

La angustia la carcomía por dentro al saber que Itachi pasaba por un estado crítico lo cual ponía en peligro su vida, al borde de la desaparición, de ya no respirar y cuyos ojos negros resplandecieran de alegría. Palabras motivadoras en las mañanas antes de partir al trabajo, o sus ocurrencias.

Selló los labios. Una cabellera conocida ocupo su campo de visión, de espaldas. Lo conocía tan bien para saber de quien se trataba, era su madre después de todo, nunca podría olvidar a un hijo.

Caminó hasta él a prisas y se agarró de su capa negra con insistencia. Ambos pares de ojos negros se encontraron al instante resistiendo el impulso que los llevó hasta ahí.

—Hijo...

La mirada del aludido se endureció de repente. Hombros tensos. Soltó lo primero que cruzó por su mente perturbada por la visión de la mujer.

—No soy tu hijo.

Aún así, Mikoto no lo soltó. Se aferró más a él, intentando que no escapara por ningún medio.

Conocía los motivos el cual Sasuke repudia de las invitaciones que le extendieron para que regresara a visitarlos. Prácticamente él huía de ellos cuando se encontraban en la aldea y evitaba divagar por el distrito Uchiha. Él seguía insistiendo que no había conexión entre ellos, que no eran de la misma dimensión. La masacre que mencionó Charasuke ocurrido en el mundo del Uchiha Vengador, era una huella en su mente que no se desprendía ni con el perdón.

Permanecería por siempre oculto en su corazón.

—¿Cómo te encuentras? —Mikoto advirtió de su semblante cansino que se transformó en una endurecida ante su cuestión.

—Bien —su respuesta fue parca, incluso estúpida. Pero Sasuke no tenía ganas ni ánimos para ser un poco más blando con ella.

El pasillo nunca le pareció tan estrecho hasta ahorita, donde los dos permanecieron en silencio después del absurdo intercambio de palabras, quizás porque él no daría acceso a su corazón de buenas a primera, es más, no deseaba hacerlo con ella.

Con esa mujer que tenía el rostro de su madre... pero que era totalmente diferente.

¿O no?

Aquella genuina preocupación seguía siendo la misma que reflejaban sus ojos, aquella mujer de hace doce años que lo miraba cuando regresaba mallugado de los entrenamientos arduos del ocaso, o de la misma forma que pillaba un resfriado y tenía que estar en cama contra su voluntad.

—¿Sabes desde que hora trajeron a Itachi?

El azabache juró escuchar algo romperse dentro suyo, un cristal haciéndose añicos en cuestión de segundos y tras simples palabras que encerraban un enorme significado.

Claro, Mikoto no estaba ahí por él, tal vez ni por Charasuke. No. Itachi era la razón por el que le hablaba.

Estaba mal juzgar. Lo sabía, pero no pudo evitarlo.

—Hace unas horas.

—¿Está muy grave?

La mirada con atisbos de incredulidad respondió la pregunta de la mujer, que guardo silencio esperanzada a que él agregara algo más que una mirada.

Sin embargo, al terminar de admirarla, volteó la cabeza y dio indicios de seguir su trayecto por el pasillo.

Pero Mikoto no lo dejaría ir sin más, así que se aferró de nuevo a su capa crispando un poco los nervios de Sasuke.

Una acción imprevista.

Él no quería verla. No deseaba su compañía para recordar que en verdad Mikoto sólo lo buscaba por costumbre, no porque le preocupara realmente.

Y joder, dolía, y mucho.

Maldición. Debe ser una broma muy pesada. Un castigo.

Pero ver sus grandes ojos negros, intentando darle las respuestas a las preguntas implícitas que él se formula en su mente, no pudo evitar sentir una especie de cálido sentimiento en su pecho, en contra de su voluntad.

—Vamos —Sasuke suspiró separándose de ella.

Extrañada, Mikoto refutó ligeramente.

—Itachi...

—Acaban de pasarlo a una de las habitaciones de cuidados intensivos. La operación fue un éxito gracias a Sakura y Tsunade —murmuró recordando la sonrisa de Sakura cuando se lo notifico minutos atrás.

—¿Sakura-hime?

Sasuke frunció ligeramente el entrecejo y la miró por unos segundos cuales Mikoto dudó. ¿Acaso dijo algo malo?

—¿No lo sabe verdad?

—¿Saber qué cosa? —preguntó ella curiosa.

No pudo evitar que una sonrisa desdeñosa adornara su rostro. Al parecer Mikoto solamente pensaba en Itachi y no en Charasuke que ni siquiera sabía del estado de Hime.

—Dónde está su hijo menor.

—Ayudando a Fugaku en la plaza, conteniendo la amenaza.

Él, ahora, no evitó la carcajada seca que salió de sus labios. Dios. Se estaba destrozando solo al idealizarse a Mikoto. No podía culparla. No quería juzgarla. No quería herirla. Pero no deseaba estar cerca de ella; parecía que la familia Uchiha lo buscaba con alivio. Él no lo veía así, no tenía problemas para alejarse, ellos sí.

Debía hacerlo.

¿En qué estaba pensando al traerla con él?

Nada, absolutamente nada.

—¿Y se dice llamar madre cuándo no es consciente de que su hijo menor sufre a causa del estado moribundo de su novia?

El rostro femenino se desfiguró en una mueca de sorpresa combinada con dolor. Cada palabra que brotaba de los labios contarios tenía un significado profundo para ella. Sobre todo, cuando él se detuvo en medio del pasillo, frente a un enorme cristal con las persianas corridas; logró contener su grito de asombro y llevarse las manos a su boca ante la imagen que visualizaron sus ojos negros.

Dos camillas. Dos perdonas en las mismas condiciones, postradas e inconscientes, las mascarillas les ayuda a que no sea el último suspiro de sus vidas. Sus ojos cerrados esconden aquellas pupilas que uno se acostumbra a ver y familiarizarse. Vendas rodeadas sobre especificas partes de su cuerpo, conectados a intravenosas y las máquinas cardiacas pitaban a la par.

—Sakura-hime está herida... —persistió ella al mirar a Sasuke.

Este se mantuvo impasible ante la mirada asustada de la mujer. Incluso cuando una de las enfermeras llegó corriendo a su lado, desesperada, avisándole que Sakura había sufrido una recaída en unos de los pasillos a causa del cansancio de las cirugías y se encontraba descansando en una de las habitaciones normales.

Mikoto advirtió del brillo preocupante de los ojos negros antes de volver a mirarla con seriedad, se preguntó porque se esforzaba tanto en mantenerla alejado de él buscando herirla.

Pero no quería decir que le dolía su indiferencia.

—No voy a repetirlo una vez más: nunca seré su hijo, Mikoto, jamás —una extraña sensación se instaló en su pecho, pero prosiguió—. Soy un extraño con cicatrices que, probablemente, nunca sanarán. Llevó pecados sobre mis hombros irrevocables y un amargo sabor de la vida. Todo lo contrario a tus hijos. Mi ser es un pajar desconocido. Así que, me haría un favor el que desistiera en verme.

Y con ello partió detrás de la enfermera que lo guiaría a la habitación de Sakura, agradeciendo enormemente que ella no comentara nada al respecto. El silencio fue un factor.

Incluso para Mikoto, verlo alejarse cada vez más de ella, las lágrimas bañaron sus mejillas pálidas, y cuyos ojos no dejaron de seguirlo hasta verlo desaparecer entre paredes blanca, preguntándose una vez más, si el dolor que cargaba consigo Sasuke es tan grande y abrumador como para intentar que ellos se alejarán de él.

O más bien, evitar que él les haga daño de alguna forma.

¿Por qué?

Pero no desistiría.

Ahora más que nunca, ese chico, terco y testarudo ante el tema, era su hijo.

Sangre.

Lo único que logró sentir entre sus manos era un líquido resbalar por sus dedos hasta el suelo.

El dolor se intensificó en su pecho. Dolió como fuego, se marcó como tatuaje en su mente, se retorció como una conciencia sucia y despiadada.

No quería... no deseaba lastimarlo.

—Sakura... reacciona por favor. Tú puedes salir de su control mental, eres más fuerte que ese bastardo...

Lo era. Sin duda alguna. Podía matar a ese bastardo que le obligaba a luchar contra la persona que se quedó a su lado después de tantos desplantes, y que luchó por ella. Incluso ahora, en ese momento, con una herida en el hombro, se mantenía de pie, ofreciéndole su apoyo.

Intentando salvarla.

—Lucha Sakura, ¡sé que puedes hacerlo!...

Su cuerpo se movió por si solo.

Y casi lo mata.

—¡SAKURA!

Lo único que advirtió fue que abrió los ojos de golpe y ahogo un grito en la mascarilla pegada a su boca. Asustada, se removió desesperada por no reconocer donde se encontraba, estaba desorientada. Volvió a juntar los parpados. La cabeza le daba vueltas. El cuerpo le pesaba como plomo, dolía su estómago.

—Eh, tranquila. Estás a salvo.

Su voz. Era un bálsamo. Ahora mismo lo era.

—¿Está despertando?

—Al parecer... mamá, espera, no le quites la mascarilla.

Confundida, entreabrió los ojos al sentir un tacto cálido en su mano, una igual se aferraba a ella, más grande y tosca, pero que transmitía un sentimiento de protección. Entrelazó los dedos y logró enfocar un borrón negro a su lado.

—Sasuke... —su nombre quedó amortiguado por la mascarilla.

—Aquí estoy cariño —rectificó él inclinándose para besarle la frente y luego apoyar la suya en donde dejo su marca. Respiro profundo—. Dios, por fin despiertas...

—T-tú hombro... —balbuceo cuando los recuerdos de su lucha golpearon fieramente su conciencia. Era muy abrumador rememorar aquello junto a un escalofrío que duró durante varios segundos.

En un segundo su vista se aclaro y por fin logró visualizar dos posos profundos que la miraban con infinito sentimiento, como si fuera el misterio más hermoso y único en el mundo entero. Sin remordimientos, sin nada negativo. Solo él.

—No te preocupes por mí, estoy mejor que tú.

Charasuke le dedico una sonrisa de oreja a oreja sin alejarse de ella. Tan radiante que podría alumbrar su oscuridad.

Quiso quitarse la mascarilla pero su novio se lo impidió.

—No, espera a que algún doctor venga a quitártela.

Por esta vez Sakura-hime obedeció y dejo caer su mano en la cabeza de Charasuke, con delicadeza, para acariciar su cabello.

—Sasuke... —seguía consternada.

Él se rio por debajo.

—Me vas a gastar el nombre.

Ella sonrió un poco, sus ojos jades brillaron al verlo tan jovial como siempre.

—Tu sonrisa me encanta.

—Creo que no estás bien después de todo —ratificó Charasuke divertido ante las ocurrencias de su novia.

Pero la Haruno frunció el ceño al pensar que él no la tomaba enserio.

—Estoy hablando enserio.

—Yo también —y ensanchó su sonrisa.

No le quedó de otra más que cerrar los ojos ante el repentino mareo que obtuvo. Sereno su mente por unos segundos y respingo al escuchar una tercera voz.

—¿Sakura-hime?

Por Dios.

¿Era un sueño? ¿En verdad Uchiha Mikoto estaba ahí?

La chica abrió los ojos de sopetón y como pudo viró su rostro a la Uchiha para verla.

No la recordaba tan joven y perecida a Charasuke. Tenía tiempo sin verla. Incluso siendo novia de su hijo, se había negado a ir a su casa por miedo a que ellos la rechazaran por los malos tratos que recibió Charasuke previamente.

Empero, Mikoto se encontraba ahí contra todo pronóstico.

—Mikoto-san...

—Oh, no te esfuerces querida —la mujer se acercó sin dudarlo para acariciarle la frente y así impedir que se sentara—. No te encuentras del todo recuperada.

—Usted... ¿Qué hace aquí?

A un costado, Charasuke se rio ante la pregunta de su novia.

—¿Pues que más? Velando por Itachi y mi nuera —respondió despreocupada la Uchiha.

—¿Itachi? —la Haruno olvido la última palabra al escuchar el nombre del hermano mayor de Charasuke.

Este, de pie a un costado, le sonrió con desgano.

—Después de tu operación, Itachi llegó malherido al hospital... aún sigue grave —señaló con una mirada decaída, la camilla continua y fue cuando la de ojos jades cayó en cuenta de que el mayor de los hermanos Uchiha se encontraba en peores condiciones que ella—. No tuvo mucha suerte, sigue en estado crítico.

Se quito la mascarilla sin ser detenida para ver con un poco de lamento a Itachi, su respiración pausada y la dificultad de esta. El sonido de la maquina cardiaca, de ambos, inundaba sus oídos. Una mala pasada, y se imagino a Charasuke en ese estado, con los ojos cerrados, delirando...

A causa de ella.

El sonido de sus pulsaciones aumentó repentinamente provocando que Mikoto y Charasuke se acercaran, alarmados.

—No te alteres cariño, mi hermano saldrá de esta —aseguró el azabache inclinándose para acariciar su mejilla.

Ella atrapo su mano y sus ojos jades decayeron.

—¿Seguro de que no tienes heridas mayores? —ansiosa, le insistió con la mirada.

Y Charasuke no comprendió al principio la preocupación de su novia hasta que recordó los acontecimientos anteriores, donde, con el corazón en la mano, batallaron entre sí. Las heridas infligidas, los gritos, las palabras, la amenaza hacia ese Hotaru. Ese bastardo que tuvo la osadía de ponerle una mano encima y la puso en su contra.

Algo que nunca le perdonaría.

Seguía reteniendo sus impulsos en ir, de una vez por todas, tras ese bastardo sin corazón.

Ganas no le faltaban.

Pero lo retenía aquella presencia silenciosa de ojos jades. Tan grandes y expectantes, cálidos y fríos a la vez.

—No recordemos acontecimientos desagradables —él agitó su mano evadiendo la pregunta y se giró a su madre, que seguía extrañamente en silencio observando a su hermano—. Iré a avisar que Sakura ha despertado...

—Oh, no te preocupes por ello. Mientras hablabas con Sakura-hime salí al pasillo y le pedí a Kiba que le avisara a Tsunade-sama —notificó ella esbozando una sonrisa.

—Genial.

Sakura seguía extrañada por la presencia de Mikoto en la habitación, sobre todo que la mirara y sonriera como si la conociera de toda la vida. Sin penas. Con alegría de verla recuperándose pase a tener alado, a su hijo mayor en peores condiciones.

Sin embargo, agradeció profundamente ese gesto. La hacía sentir querida por la familia Uchiha.

—...Aquí es.

De todo el monologo que soltó la enfermera, solamente escuchó lo último. Tan perdido estuvo en los recuerdos de su vida pasada, donde era un niño ingenuo y curioso. Días en que la tranquilidad lo envolvía como un manto en invierno.

La enfermera simplemente desapareció dejándolo en medio del pasillo. Sus ojos se elevaron a la puerta abierta frente suyo y se deslizó por el umbral buscando con los ojos la dueña de cabellos rosados.

Deteniéndose en secó, se percató que la Hokage estaba al pie de la cama, leyendo la hoja que traía consigo.

No le prestó atención a lo que ella decía, lo que sus ojos negros buscaron fue la figura de Sakura que no tardo en encontrarla, para su alivio, sentada en una de las camillas, escuchando con una mueca nerviosa la riña que le dedicaba Tsunade.

La chica no tardó en darse cuenta de su presencia, esbozando una enorme sonrisa, lo llamó por su nombre, ansiosa.

—Sasuke —Tsunade no se sorprendió por su visita, lo esperaba.

El aludido la saludo con un asentimiento de cabeza y se acercó a la camilla sin despegar su vista de la Haruno.

—Fuiste imprudente —la primero que salió de sus labios tuvo pesor más que las palabras de Tsunade para la Haruno, que cerró los ojos y sonrió un poco.

—Lo siento.

Sasuke soltó un suspiro y se inclinó un poco a ella para acariciar su mejilla con su mano enfundada por el guante, sintió su calor y no pudo evitar mirarla de forma desaprobatoria. Sakura se encogió un poco de hombros y de soslayo notó que Tsunade veía la escena, curiosa.

—No basta con disculparte, Sakura, ¿aspiras a ser una mejor medic-nin?

—¡Claro que sí...!

—Entonces empieza a cuidarte primero para que puedas ayudar a los demás —le cortó enderezándose, siguió con el ceño fruncido y una mueca severa—, ¿cómo pretendes curar a los otros cuando tú no estás en condiciones favorables?

—Yo...

—¿Qué hubiera pasado si en ese momento estuvieras curando a un moribundo que dependiera de ti? Terminaría muerto por tu mal cuidado.

Sakura se sintió culpable al no poder aportar palabras propias para contrarrestar las réplicas de él, regañándola por su imprudencia de no descansar a menudo por preocuparse por los demás antes que ella. Tenía razón en todo lo que dijo, cada gesto expresado calo en su mente haciéndola reaccionar un poco para sentirse más miserable.

Encogió los hombros y rehúyo de su mirada pesada, un nudo se formó en su garganta y fue imposible contener su gesto decaído y cansino. Pase a que sabía que él tenía motivos para regañarla, era imposible sentir una sensación pesada en el pecho a causa de la culpa.

—Hum... —fue lo único que alcanzó a emitir.

Sasuke se dio cuenta de su cambio radical, el peso del remordimiento cayó sobre sus hombros, pero no retrocedería. Sakura tenía que entender que no podía salvar a todo el mundo a todas horas, no cuando ella se arriesgaba de esa forma. Este acto podría desencadenar uno mayor.

—No lo tomes como un regaño —dijo él volviéndose a inclinar para acariciar su mentón y así ella giró los ojos para verlo de cerca, respingó—. Tómalo como un consejo. No deseo verte en un estado deplorable a causa de tus descuidos.

Entonces Sakura comprendió del todo las expresiones arraigadas y un poco cautelosas de Sasuke: se preocupaba por ella que tenía miedo de perderla a base de sus acciones temerarias. La emoción se atascó en su pecho, inflándose como una burbuja de agua para luego explotar de tanta felicidad.

—¡Te quiero mucho Sasuke-kun! —exclamó ella sonriéndole de oreja a oreja, termino por abalanzarse a él para abrazarlo por el cuello—. ¡Gracias por preocuparte por mí!

El Uchiha se azoró por el abrazo tan repentino, solo atinó a quedarse estático mientras un ligero sonrojo cubría sus mejillas. De reojo observo a Tsunade que portaba una expresión de asombro mezclado con picardía, todo detrás de sus lentes negros. ¿Quién lo diría? Esta mujer también era astuta y malévola.

Antes de que pudiera replicar, se escucharon pasos apresurados por el pasillos y gritos de júbilo. Los tres viraron la cabeza cuando Kiba entró a la estancia como un remolino, sonriendo de oreja a oreja.

—¡Sakura-hime ha despertado! ¡Nya! —anunció alegre.

Inmediatamente Sakura se separó de Sasuke regresándole la sonrisa a Kiba, no tardó en levantarse de la cama.

Claramente renuente, Sasuke frunció el entrecejo y la tomó por el hombro, negando con la cabeza.

—Sakura —advirtió.

—Sasuke-kun, necesito ver a Sakura-san, es mi deber, yo la estoy tratando.

—Tsunade puede ir —objetó él dirigiendo su mirada a la susodicha. Para su sorpresa, la Hokage suspiró un tanto resignada.

—Tengo una junta con el consejo sobre el ataque que se dio hace unas horas. Y necesito la participación de todos los involucrados... incluyendo a ustedes.

—¿Nosotros?

—El que actúo fue Hotaru de este mundo. Sin embargo, ¿Quién se encargó de emboscar a Akatsuki mientras tanto? Son muchas las posibilidades de que ya se hayan encontrado. No podemos descartar ninguna —explicó brevemente la rubia cruzándose de brazos, severa.

—Entonces no hay tiempo que perder.

La Haruno tardo lo menos para ponerse de pie y cruzar rápidamente la puerta con Kiba pisándole los talones.

Sasuke no le quedó de otra más que suspirar y frotarse el rostro con su única mano. Diablos, ella no tenía consideración para su alivio. Más no se podía evitar, el lado humanitario y bondadoso de la chica no era contenido por nada del mundo, ni siquiera por él. Era ella misma, única, por eso la amaba. Porque no se ocultaba y daba lo mejor de sí.

Aunque le gustaría que descansara más.

—Cuando Sakura termine de tratarla, notifícale que ordene pasar a Hime a una de las habitaciones normales, así podremos tener la junta incluyéndola.

Sin embargo, Sasuke dejó de lado por un momento su preocupación por Sakura y entró en lleno ante la verdadera amenaza: Hotaru. Aquel hombre que deseaba arrebatarle a la única persona que tenía en el mundo. Su mente maquino rápidamente las órdenes de Tsunade y descubrió, sin mucho esfuerzo, la verdadera preocupación de la mujer.

—Te preocupa algo más.

Una afirmación que a Tsunade no le costó para nada negar.

—Charasuke me habló de lo que sucedió con Hime.

—También me contó de ello —aseguró Sasuke recordando que su contraparte le relató cómo fue que Sakura-hime terminó herida y él con una marca emocional en su mente, alterándolo.

Intercambiaron teorías, los dos eran expertos en Genjutsu y tras una rápida evaluación, llegaron a la conclusión de que podría tratarse de otro Doujutsu que desconocían dado que el Hotaru más joven solamente poseía el Elemento Hielo como arma.

—Y sobre las teorías...

—Antes que nada, debemos ver los recuerdos de Sakura-hime e Itachi. ¿Atraparon a algunos bandidos con vida? Todo aquel que haya tenido contacto será de mucha utilidad.

Tsunade le dedico una mirada larga y llena de seriedad. Conocía esa expresión en su rostro, aquella dura y quijada apretada, esa que decía claramente que la situación no era de su total agrado porque se involucraban personas que apreciaba.

Él quería acabar con todo eso cuanto antes para regresar a su mundo. Tanto así que casi la apresuró con la mirada, lo que le causó una especie de risa, pero no dijo nada. La ansiedad que él experimentaba le era familiar.

—Primero lo primero: la junta. Ahí trataremos todos los temas referentes a este embrollo.

Continuará...

No me odien por favor.

Iare -aparece de nuevo-

¡Las he extrañado chicas! Si les pido disculpas, ¿me perdonan? -n cierto-

En fin, tarde demasiado, lo sé. Pero ¡ya volví! Y más fuerte que nunca cx

Con referente al capítulo, la presencia de Mikoto será importante de ahora en adelante, sobre todo porque Sasuke no quiere relacionarse con Fugaku y ella. Con Itachi le es pasable mientras él no este consciente. Le recuerdan mucho a su pasado y no quiere mortificar su presente por ello. Estará renuente, ya veremos que sucede.

Y con Hotaru, aún hay cosas que hay en incógnita: ¿cómo fue que Akatsuki fue emboscado? ¿Qué sucedió realmente con Itachi y los demás? ¿Y Hotaru? Esto se verá en los próximos capitulo.

Pronto llegaremos al clímax, iare.

Les agradezco su apoyo infinito, su paciencia y todo el amor que me dan cx. Ya les traeré las actualizaciones más seguido -si el trabajo no me consume el tiempo-. Planeo traer dos capítulos antes de que termine el año, crucen dedos.

¡Alela-chan fuera!

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