IV. SIN RUMBO
You wanna make me bad, make me bad
And I like it like that, and I like it like that
Grimes & i_o – Violence
El sonido del motor siempre parecía ensordecedor en un principio, pero con varios cientos de kilómetros en el cuerpo, ya prácticamente no se percibía. Seokjin, por su parte, nunca había andado en un camión y hasta el detalle más desagradable era un descubrimiento maravilloso. A lo más, Namjoon lo había sacado a pasear dentro de una lectica completamente tapada con cortinas, acarreada por cuatro hombres, alrededor del reino.
No era mucho lo que podía ver si Namjoon insistía en que nadie debía mirarlo y afuera siempre había gente curiosa. Apenas asomaba un ojo entre las cortinas, y se daba cuenta que siempre recorría los mismos lugares, el jardín del reino y el mercado. Ya los conocía de memoria. No salía más allá.
Le había preguntado un día a Namjoon si podía acompañarlo en uno de sus viajes diplomáticos, pero el rey se negó rotundamente. Siempre su respuesta era un no absoluto, que luego disfrazaba con palabras lindas. "Tengo que cuidarte, Seokjin", "podrían hacerte daño, y yo jamás querría eso" y le besaba la mano.
Esa era otra cosa que ahora parecía tan fuera de lugar. Seokjin vivía pintándose el cuerpo mañana y noche porque Namjoon tenía esa regla, si alguien llegaba a tocar a Seokjin, la divinidad perdería sus poderes y además, él lo sabría. Sin embargo, Namjoon con todo derecho, transformaba aquellos tatuajes hechos de polvo floral y minerales, en una masa borrosa de colores sobre la piel de la divinidad.
Seokjin había aprendido que era mejor no quejarse ni preguntar nada. La vez en que intentó preguntarlo, él y el rey aún estaban enredados en las sábanas. "¿Por qué usted sí me puede tocar, Namjoon?" cuestionó aquella vez, inocentemente, apoyando su cabeza en el pecho desnudo de su monarca. El rey se apartó, mirándolo con aires de grandeza. "¿Quién crees que soy yo, Seokjin?". La divinidad no supo exactamente qué responder, por su mente cruzaron las frases "un humano", "una persona", "un noble". Iba a responder "un rey", pero el hombre lo miró a los ojos y le dijo fríamente "soy el rey, Kim Namjoon". Seokjin se preguntó si eso significaba algo, pero tuvo la intuición de que poner aquello en palabras, sería una falta de respeto.
Seokjin se preguntaba si tenía derecho a reclamar. Claro que lo tenía, pero el asunto ni siquiera cruzó su mente, estaba tan entregado a esa vida que era difícil ver otras opciones. Ese había sido su destino, y había intentado hacerlo lo mejor posible.
Las cosas se veían tan diferentes desde allí en adelante. Ya ni siquiera tendría un lugar donde vivir, o eso le había dado a entender Jungkook. Se encontrarían viajando un largo tiempo, hasta encontrar algún lugar donde asentarse. Eso no sonaba alentador, Seokjin gozaba de una vida bastante acomodada, pero V tenía razón. No podía llamarse divinidad si tenía la vida de un noble mientras la tierra perecía.
No dejaba de llamarle la atención cómo el paisaje había cambiado radicalmente después de un par de horas fuera del reino. Lo naranjo de la tierra y las montañas ya lo tenían viendo todo con una especie de filtro rojizo.
De repente Jimin salió de la nada, parecía que estaba arriba en el techo del camión, pues bajó por una especie de escotilla con unos binoculares.
—No veo la típica nube de polvo de una caravana— anunció, con un gesto de confusión
—Seguro Namjoon aún no se da cuenta— suplió Jungkook —lo cual es un poco descuidado
—Ah, el rey no solía visitar mis aposentos hasta más tarde, por la noche, si es que no lo llamaba yo mismo
—Tenemos un par de horas a favor, entonces— anunció Jimin, relajándose sobre uno de los asientos en donde comían. Hoseok estaba junto a ellos, imbuyendo de energía unas cápsulas para el viaje. Seokjin quiso aportar también, y encontró unas botellas para llenar con agua.
El tiempo pasaba, y Suga tomó el volante, quedando Jungkook como copiloto y V fue a acompañar al resto de la tripulación y al nuevo integrante, Seokjin. Recién ahora el líder comenzaba a dimensionar lo que estaba pasando. Era una cuenta regresiva para convertirse en el humano más buscado en la faz de la tierra, y ya era un hecho que su grupo constituía a las personas más poderosas en el planeta.
No era el poder lo que buscaba, sino, la libertad, pero el precio por ella era bastante elevado en una sociedad que había vuelto a las tiranías.
—Es importante tener cargada la M2 y las armas portátiles. Dudo que nos encuentren rápido, pero en cualquier momento puede haber un enfrentamiento— advirtió V, y a Jin se le erizaron los pelos. Nunca en su vida había participado de algo violento. Sabía que su estancia en el Reino del Sur era garantía de paz, pero ahora, era básicamente un prófugo.
Imaginaba que el Rey Namjoon pensaría que Seokjin había sido secuestrado, o hasta asesinado, por lo que haría justicia con sus propias manos, pero jamás creería que finalmente la divinidad accedió a irse por voluntad propia. Seokjin jamás había sido del tipo de ciudadano rebelde, al contrario.
Nunca cuestionaba nada, y eso le había costado caro.
Había tantas cosas que no sabía del mundo por pasar la vida allí, encerrado. Le costaba un montón discernir las expresiones de la gente. Namjoon era su único contacto humano y siempre era risas y afecto. Acá, Suga tenía una cara extraña, no parecía contento. V tampoco. Jimin sí se veía algo más liviano, al igual que Jungkook. Hoseok había colapsado emocionalmente hacía unas horas, pero ya se veía más tranquilo. Probablemente era él con quien podría establecer más empatía y comprensión, por compartir una situación de vida con algunos puntos en común.
Se sentó junto a Hoseok y sin darse cuenta, dio un suspiro. El muchacho a su lado lo miró con cierta condescendencia y comenzó a hablarle, no permitiendo al silencio apoderarse de una atmósfera violenta, que podía transformarse en una bienvenida.
—Hicimos bien en venir. En un momento creí que había tomado una decisión impulsiva y estúpida, creí que todo estaba perdido. Pero definitivamente, no podría haber algo peor que quedarme con el rey Jiyong. No tengas miedo, Seokjin, las cosas estarán mejor
—Eso espero... intentaré ayudar en todo lo que pueda, Hoseok. ¿Hay algo que necesiten ahora mismo?
—V no ha dicho nada, así que, por ahora, podemos descansar.
Descansar... sonaba como una actividad soñada desde ahí en adelante. Se preguntaba si es que ese grupo tenía descanso en el reino de Jiyong. Probablemente, no volverían a gozar de algo como eso en mucho tiempo. Se acostó sobre una colchoneta, y sus ojos se cerraron.
Seokjin despertó tras ser sacudido por Hoseok, quien le pedía que despertara, Suga había visto algo en la distancia y debían estar alerta. Al parecer, era una persona tirada en el desierto, haciendo señales con un espejo. Eran las señales que solían hacer los soldados de Jiyong, sin embargo, el mensaje era uno de auxilio. V inmediatamente pensó que era una trampa, sin embargo, al observar detenidamente con los binoculares, notó que era uno de sus cercanos, Seojoon, y decidió emprender la marcha hacia él, pese a la desconfianza de Suga.
Podía ser una cosa o la otra: Seojoon realmente necesitaba ayuda, o bien, era una trampa. Si es que era una trampa, le harían frente con toda violencia, pero definitivamente no podía dejar a su compañero allí e ignorarlo.
Aceleró por la arena roja, hasta llegar a su destino, y bajó del camión, solo, dejando a sus acompañantes arriba y listos para pelear.
Seojoon parecía estar fijo en el suelo con una especie te estaca, atravesado desde la espalda al pecho, y bañado en un charco de sangre. No fue la sangre lo que hizo a V inhalar un aliento agitado, sino, el estado de su compañero. No solamente estaba clavado al suelo, también le faltaban sus piernas. Estiraba sus brazos, desesperado, y su piel lucía descolorida y arrugada.
La frescura y tibieza de la sangre indicaba que esto había pasado hacía poco tiempo, pero no había huellas de vehículos en la arena.
Aquello era una advertencia. Una injusta amenaza que cobraría la vida de alguien que no tuvo nada que ver.
—Fue... un... idiota... al no darme... el tiro de gracia
—¡Seojoon!
—Cree que estoy... m-muerto
—Seojoon, ¿fue Jiyong quien hizo esto?
—...Siempre quiso deshacerse de ti... siempre... te vio como rival... ahora tiene una razón para matarte... huye, V, va tras de ti... tiene un helicóptero... pero se quedará sin combustible
Con sus pocas fuerzas, el muchacho se rió, vomitando sangre en el proceso. V se acercó a su cuerpo, sintiéndose desesperado por poder ayudarlo, sin embargo, ya no había nada qué hacer.
—¿Es todo? — preguntó, fríamente
—Arma tu ejército V, y acaba... acaba con esto... con todo esto
V no lo pensó un segundo más y le dio un disparo que cruzó su cabeza y desparramó sus sesos en la arena. Si querría terminar con todo, lo haría primero con el sufrimiento de su amigo, sin dudarlo.
Se devolvió corriendo al camión, ante la mirada atónita de los demás, y pisó el acelerador a fondo, en dirección a las nubes verdosas del oeste.
~
Por alguna razón, Jiyong siempre quiso deshacerse de él, es lo que Seojoon le dijo en su lecho de muerte. V observaba la hoja de su cuchillo bajo la luz tenue de la luna que se filtraba por las ventanas del camión, pensando en que si Jiyong quiso matarlo antes, ¿por qué no lo hizo directamente? Seguramente, V aún le servía como empleado y estaba aprovechando de sacarle el mayor provecho antes de eliminarlo, era su conclusión.
Estúpido Jiyong, seguro nunca esperó que Hoseok se le escapara y le saliera el tiro por la culata.
Ahora había conseguido un helicóptero y lo había hecho andar. Tenía una reserva de energía bastante grande, pero sin Hoseok, aquella energía no sería renovable. V no planeaba soltar a Hoseok, ni la divinidad consideraba irse tampoco, así que, se encontraban en un acuerdo tácito de lealtad por conveniencia.
—¿Dónde iremos ahora? — preguntó Seokjin a Jungkook. V estaba cerca, escuchando la conversación.
—Al este
Aquello era una respuesta correcta y precisa, pero no respondía la profunda inquietud de la divinidad. ¿Qué había al este? ¿Qué lugar estaba allí? ¿Sería un espacio seguro?
Al parecer, Jungkook notó la duda en su expresión.
—Uhm... el este es un lugar al que creemos no nos seguirán, o si es que lo hacen, tomarán bastantes resguardos — contestó el muchacho
—El este no es precisamente un lugar seguro, — agregó Jimin —pero estaremos bien. V conoce el yermo bastante bien
—¿Qué hay allí? — preguntó Seokjin, algo nervioso
—Por el camino hay campamentos de esclavizadores, y más allá, está el cráter radiactivo. Nadie va allá — contestó Jungkook, con naturalidad, buscando no asustar al recién incorporado al grupo, pero a juzgar por sus gestos, Seokjin estaba aterrado.
—Los esclavizadores son una basura — contestó V, desde el rincón — la M2 se encargará de eso. Y el cráter... no debiéramos acercarnos demasiado. Buscaremos un escondite por ahí
—¿Y qué hay de los supermutantes? — Hoseok preguntó, su mandíbula temblaba como si tuviera frío. Esto volvió a intranquilizar a Seokjin, ¿qué se suponía que era un supermutante? ¿Qué tanto del mundo no sabía? El salir de una burbuja era casi literal.
—Son torpes y lentos. Escuchen, no podemos echar pie atrás ahora. Estamos siendo perseguidos, y en el momento, el lugar más seguro es el este. Es importante estar alerta, y no acercarse a lugares irradiados. Nada más.
V se movía por los pasillos del camión repartiendo armas entre los presentes. De una bolsa de tela sacó una pistola que le entregó a Seokjin. La divinidad la recibió, mirándola por un buen rato, sin saber si podría usarla.
—En unos kilómetros más allá, vamos a bajar del camión a explorar el terreno, y tú, Seokjin, aprenderás a disparar.
~
Desde que V le había hecho saber que tendría que disparar, un nerviosismo hacía pozo en su estómago. Estaba seguro de que ni siquiera sabía sujetar un arma, por lo que con menor razón se imaginaba percutiendo una.
Bajó del camión junto a los demás, en un sector lleno de árboles muertos. La tierra lucía gris y el polvo se fusionaba con el aire. Jungkook y Hoseok salieron a explorar, Jimin y Yoongi contaban municiones haciendo una especie de inventario, mientras Seokjin se dedicaba a sentir el aroma diferente de la brisa en ese lugar, pisar el suelo blando como la ceniza y observar el color verdoso del cielo y sus nubes amarillentas. Escuchó la voz de V, llamándolo, y consiguió ver su sonrisa.
Nadie los seguía, lo cual era sinónimo de momentánea felicidad.
V lo llevó hasta un sitio que tenía varios troncos cortados de manera limpia. Sobre cada tocón, puso latas vacías y viejas de comida. Se acercó a Seokjin, manteniendo la distancia, y le explicó, paso a paso y con paciencia, como tomar la pistola, cómo disparar, cómo recargar y le pidió practicar tres tiros a las latas. No estaban en abundancia de municiones, así que tres serían, y nada más.
Seokjin erró los dos primeros, y V estuvo a punto de acercarse a tomar el arma junto a él, poniendo los dedos encima de los suyos para que la divinidad consiguiera apuntar donde correspondía, y recordó lo más importante: Seokjin no podía ser tocado. A ratos lo olvidaba, porque no acostumbraba a prohibirse tocar a otras personas. Los dibujos en su piel eran el testimonio del cuidado y esmero que la divinidad ponía en cuidar su integridad.
Le ayudó, tocando la pistola con una varilla desde una distancia prudente, dándole firmeza a su pulso y permitiéndole echar a volar el tarro. Seokjin celebró, como un niño, agradeciendo a V por ayudarle y enseñarle algo importante de la vida en el yermo. Prometía, con entusiasmo, darle un buen uso al arma, y no negarse a usar la violencia si era necesario.
V pensaba que Seokjin, pese al poder que tenía, era como un pequeño animalillo saliendo de un duro cascarón.
Y mientras Seokjin se dedicaba a limpiar el arma hasta dejarla reluciente, V se preguntaba hasta dónde podía llegar con su mano si la estiraba hacia él, y qué pasaría si efectivamente hacía contacto.
Quizás, su piel haría ondas como el agua. O V se quemaría como si alcanzara el sol. En el peor escenario, imaginaba que Seokjin se transformaría en un material parecido al de la ceniza volcánica en el suelo. O simplemente no pasaría nada.
No se arriesgaría, no en medio del inicio de una nueva era.
Subieron, uno a uno al camión, y emprendieron marcha a donde los llevara la incierta mezcla entre la intuición y la estrategia.
Hola a todxs, tanto tiempo :3 Extrañaba pasar por aquí. Tenía este capítulo a medio escribir desde antes de irme a hiatus, pero lo tuve abandonado hasta estos días, en que estuvo fluyendo la inspiración.
Por alguna razón, aún no me siento 100% parte de aquí. Pero me alegra dar el paso de escribir aunque sea un poco.
Le dedico el capítulo a @AstridJessabeth ya que adivinó una referencia en un concurso que hice en un fic anterior :3 Besos!
Les agradezco el apoyo, y que en todo este tiempo hayan seguido leyéndome ♥ Son lo más hermoso! Un abrazo a todxs!
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