De pronto, la presencia extraña se apoyó sobre sus labios. Sus oídos empezaron a escuchar cualquier cosa, ruidos extraños, llantos de alguien que ya no estaba allí.

Quizá... la tabla había servido. Era el aniversario de su muerte, entonces...

-¿Neji...?

Todo tenía sentido. La corriente cálida ahora tenía una forma, semi transparente, aún conectada a él. Lee se dejó llevar, siguiendo el beso por unos instantes. Hasta que sus oídos empezaron a doler. Su cabeza dio vueltas, y lo último que escuchó fue la misma estática de las pantallas frente a él.

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Nunca supo bien qué  pasó aquél día. Solo supo que se desmayó, que Tenten tuvo que llamar una ambulancia porque él no contestaba sus llamadas.

Y que la estática nunca desapareció de sus oídos. Sonaba más fuerte cuando estaba solo, una resonancia que intentaba simular una voz ya olvidada; cuando estaba con alguien, el ruido era incomprensible, suave, una compañía más en la soledad que sentía al estar rodeado de todos los demás.