Veintiocho
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La cita fue un desastre.
O así fue como comenzó.
Estaba de los nervios cuando Noah llegó a mi casa y nos fuimos juntos hasta una cafetería. Allí estuvimos charlando, pero era una conversación banal, sin sentido y aburrida. Solo hablábamos de lo mismo y, desgraciadamente, me di cuenta de que, a parte de no gustarle la astronomía, no le gustaba la pintura. Me preguntaba por cortesía, al igual que yo a él le preguntaba sobre su vocación, pero no mostraba interés y eso podía notárselo en la cara, en las muecas disimuladas que ponía, en las falsas sonrisas.
Luego mejoró un poco más la cosa, paseamos, seguimos charlando y estuvimos jugando con unos perros que vimos en el parque. La cita iba a mejor, pero en mi interior sentía que algo no iba tan bien como yo creía. Había algo que faltaba en la cita. Todo era tan sencillo, merendar en una cafetería, pasear por el centro comercial y luego por un parque.
Después de los paseos, nos sentamos en una terraza para tomarnos unos refrescos. En ese momento aproveché para contestar los mensajes de Morgan y miré algo apenada las fotos que había mandado ella y Sam por el grupo y por privado. Se lo estaban pasando genial, incluso la tatuada había ligado. Sonreí y le contesté que estaba a poco de irme para mi casa, pues no había nada más que hacer y estaba empezando a refrescar.
Noah y yo caminamos juntos hasta tomar el autobús de vuelta a nuestro vecindario. El castaño oscuro me acompañó hasta la puerta, soltando un par de bromas sobre el camino. Aunque no eran de las más graciosas, me reí, pues eran estúpidas y sin sentido, lo que causó una sonrisa en su rostro.
—Gracias por acompañarme —contesté, sacando del bolso las llaves.
—A ti por salir conmigo. Me lo he pasado muy bien.
Al menos uno de los dos lo ha hecho.
Fruncí el ceño mentalmente porque sí que me lo había pasado bien. ¿O no? Era cierto que había sido extraño, mi mente no paraba de jugarme malas pasadas, pensando en cosas que no debía pensar mientras estaba en una cita con el chico que me gustaba, pero no podía parar de reproducir fracciones de conversaciones anteriores en mi mente.
«Violet, debes asegurarte, tienes que poner tus sentimientos en orden antes de hacer un movimiento.»
Las palabras de Morgan taladraron mis pensamientos. Pero ya era tarde, había obviado lo que me había dicho y había hecho más de un movimiento, uno tras otro. Pero debía asegurarme de verdad. Era cierto que había comenzado la cita con mal pie, pero me había acabado divirtiendo. Así que di un paso y luego otro más, hasta quedar a una corta distancia de Noah. Quizás me estuviese precipitando. Quizás iba a hacer el ridículo, pero, sentía como el espíritu de Morgan me poseía y me instaba a comportarme de una manera diferente a la mía, a una manera valiente y capaz.
Levanté la mirada y la clavé en los ojos marrones de Noah, los cuales los tenía abiertos por la cercanía. Tragó saliva y bajó la mirada hasta mis labios. Pude sentir el roce de sus dedos contra mi cara. Ni un mísero escalofrío me recorrió el cuerpo.
—¿Puedo? —susurró en voz baja, de manera lenta y pausada. Respondí de la misma manera con un asentimiento.
Entonces sus labios impactaron con los míos.
Y no era nada a como me lo había imaginado.
Desde que descubrí que sentía algo por él había imaginado esto de mil maneras diferentes. En un montón de ocasiones, lugares y por motivos diversos, pero siempre tenía la misma sensación en todas las situaciones imaginadas. Pero no sentía nada de eso.
No había un zoológico entero en mi interior corriendo despavorido de un lado a otro, no había siquiera ni unas simples mariposas. No había descargas eléctricas por todo mi cuerpo ni esa sensación de electricidad.
No había nada.
Me separé de él, incómoda, tanto por mí como por él. ¿Cómo le miraba a la cara después de esto? ¿Después de tantos intentos fallidos y, cuando lo conseguía, no me trasmitía nada? ¿Qué clase de broma era esta?
—Gracias por todo.
Esa fue mi única respuesta y me metí corriendo en la casa, sintiendo mi corazón latir demasiado rápido a causa del nerviosismo de mi estúpida acción. Pude escuchar como se iba. Seguramente no sabía que había pasado y estaba confuso. Aunque, para ser sincera, yo tampoco estaba segura de lo que había ocurrido.
Subí las escaleras hasta mi habitación y me tiré en la cama, con las extremidades relajadas, mirando el techo. Por Einstein, la había pifiado a grandes escalas. ¿Por qué tenía que dejarme tan indiferente el beso? ¿Por qué no podía dejarme el mundo patas arriba? ¿Por qué no podía hacerme temblar de pies a cabeza y dejarme con ganas de más? Gruñí y me puse el cojín en la cara, intentando apaciguar el grito de frustración que proferí.
Por Einstein, se suponía que Noah me gustaba, por ende, sus besos me iban a dejar trastocada. ¿Por qué no era así? ¿Y si lo intentaba de nuevo? No, no podía hacer eso. Debía hacerle caso a Morgan, si le besaba de nuevo podría crear falsas expectativas y esperanzas y no quería jugar con él. Esto era muy complicado.
¿Por qué era tan difícil? Estaba segura de que Noah era perfecto. Era cierto que no teníamos los mismos gustos, pero ¿eso que más daba? Podíamos compaginarnos a pesar eso. Yo sabía que encontrar a alguien con mis mismos gustos era muy complicado, pero darme cuenta de que a Noah, la persona que llevaba admirando desde hacía años, no le interesaban las mismas cosas que a mí me había dejado trastocada.
Grité otra vez y aparté el cojín de mi cara.
Me quedé observando las estrellas en busca de respuestas, como hacía cuando era pequeña. Solo necesitaba encontrar un atisbo de respuesta, una pista... algo. Pero el techo estrellado me devolvía la mirada, pensando que estaba loca por creer que la respuesta a mi problema estaba en unas estrellas de plástico.
¿Qué había pasado para que todo se volviera tan complicado? ¿Qué había cambiado?
La enorme y clásica fachada de la biblioteca me daba la bienvenida.
Atravesé las puertas y me encaminé en búsqueda de mis compañeros de clase y de proyecto. Había llegado unos minutos tarde por culpa de una pelea que había tenido con Jason, mi hermano, la cual había comenzado porque no tenía más de sus cereales y porque, limpiando, había tirado unos calcetines demasiado raídos, pero que para él estaban como nuevos. La pelea había llevado a gritos por su parte y a una furia calmada en mi interior, una furia que tenía guardada en mi interior.
Por Hubble, ¿qué le pasaba al niño? ¿Por qué estaba tan iracundo? ¿Era cosa de la edad? Porque yo no era así con quince años. Con esa edad centré toda mi atención en los estudios para evadirme de la realidad, ¿era esa su manera? ¿Mostrar furia y ser un maleducado?
Divisé una cabellera pelirroja en una de las mesas del fondo y avancé hacia allí. Tragué saliva al ver la cercanía de ambos y como Heather le rozaba el brazo a Oliver mientras le explicaba algo que tenía en las láminas. Deseché el pensamiento de incomodidad de mi cabeza y me senté, soltando un minúsculo suspiro, que llamó la atención del orangután, pero no dijo nada.
Bien, no tenía ganas de aguantarle ni a él ni a sus tonterías.
—Pensábamos que no ibas a venir —comentó la pelirroja, le hice una mueca en respuesta y saqué la carpeta con todas mis láminas.
—Solo he tenido un pequeño contratiempo. ¿Cuántas láminas os quedan a cada uno?
—Dos —Moore no contestaba y no sabía si prefería su silencio o sus comentarios sarcásticos—. He pensado que para la lámina de los problemas, volvamos a quedar y los hagamos todos juntos en lugar de por separado. Ya sabéis, por si nos surgen dudas —habló con voz dulce.
—Bien. Mientras que no me interfiera mucho con el horario de la cafetería, supongo que podemos quedar más veces —me rasqué la nuca, visualizando una imagen mental del horario del trabajo para ver como podía cuadrar las horas extras sin acabar exhausta.
—Genial, aunque si ves que no puedes compaginarlo, podemos quedar Oliver y yo y ya tú nos enseñas lo que hagas otro día —me guiñó el ojo. Tragué saliva, pillando la indirecta y asentí discretamente con un deje de molestia por echarme del grupo de esa manera tan sutil.
—Si no os calláis no puedo concentrarme en hacer las líneas rectas y no creo que señorita perfección quiera un fallo en su trabajo —habló el orangután. Heather rio levemente, como si hubiese dicho la cosa más graciosa del mundo y no la hubiese mandado a callar. Me mordí la lengua para no responderle con un comentario mordaz.
A partir de ese comentario, estuvimos callados la mayor parte del tiempo mientras terminábamos nuestras partes del trabajo. Solo se escuchaban nuestras respiraciones y el sonido del carboncillo del lápiz al hacer contacto con el folio. Tamborileé con el dedo índice la mesa de madera y miré el plano. Sentía que había errado en algo, pero no lograba encontrarlo. ¿Había calculado mal las dimensiones?
Me levanté un poco de la silla y miré por encima los planos de los ojiverdes. Ambos parecían trabajar bien y en armonía. De vez en cuando, la pelirroja preguntaba algo que le chirriaba y volvía a trabajar. Había algo de lo que me había dado cuenta: todas sus dudas se las preguntaba a Oliver, utilizando un tono dulce e inocente, a la par que le rozaba inintencionadamente, o eso creía, el brazo.
—¿Podemos hacer una pausa? —habló la pelirroja—. Ah, necesito un café, ¿queréis algo? —negamos. Ella asintió y se estiró en la silla, estirando sus extremidades y haciéndolas crujir en el proceso. Agarró su monedero y desapareció.
Nos quedamos en silencio. Evité mirarle. Miraba a todos lados menos a él, aunque podía sentir su incesante mirada sobre mí. Tragué saliva ante la presión que ejercía solo con sus ojos verdes. No había hablado con él desde la cena en su casa, desde el día que se abrió un poco más ante mí, mostrándose vulnerable, para luego volver a ser el mismo imbécil que era siempre. No podía creerme todavía cómo había leído por encima de mi hombro los mensajes que me habían llegado y, mucho menos, podía creerme su reacción. Se convirtió en un basilisco, en una bestia sarcástica y mordaz al descubrir sobre mi cita con Noah.
¿Cómo reaccionaría si se enterase que fue un desastre?
—Ah, amo las palmeritas de la máquina expendedora. ¿Queréis? —nos alcanzó el paquete de plástico, pero negué. Oliver cogió una y se la metió de golpe en la boca, dejando caer migajas y cortezas de ella en la mesa. Fruncí el ceño, asqueada por su mala manera al comer, lo que causó una amplia sonrisa en su rostro.
—Qué ricas están. ¿Estás segura de que no quieres una, cervatillo? —habló con la boca llena, escupiendo más migajas en el proceso, me eché para atrás en la silla cuando leí sus intenciones de meterme una a la fuerza en la boca.
—Oye, Violet, ¿qué tal la cita? —la palmerita de hojaldre quedó suspendida en el aire, al igual que el brazo de su portador. Poco a poco lo volvió a colocar en su sitio y, en completo silencio, limpió la mesa. Heather me miraba con una mano colocada sobre la cabeza, el codo apoyado en la madera—. Oh, espero que no te moleste, me lo contaron en la fiesta del sábado. Así que... ¿cómo te fue?
—Eso, cervatillo. ¿Qué tal te fue la cita con don aburrimiento? —se recompuso rápidamente y volvió a sus comentarios mordaces.
—Fue más divertida que cualquiera que tú puedas planear —respondí sintiendo como la ira que había estado guardando desde la pelea con mi hermano salía.
—Oh, cariño, en una cita conmigo no tendrías tiempo a aburrirte. Solo lo tendrías para suspirar y recuperar el aire a base de gemidos —me sonrió ampliamente mientras clavaba su mirada en mis ojos.
—¿Siempre tienes que hablar sobre sexo? Ya entiendo porque no tienes pareja. Una relación va más allá de las relaciones sexuales, bruto.
—Ya cambiarás de opinión cuando te tenga debajo de mí gimiendo mi nombre —aparté la mirada, incómoda por la intensidad de la suya y por la vergüenza que me generaban sus palabras. Por Einstein, estaba completamente roja.
—Entonces, ¿hubo beso? —con un carraspeo Heather interrumpió los comentarios del orangután. Se notaba que ella también estaba algo tensa e incómoda debido a lo que estaba pasando. Asentí, sintiéndome algo insegura de contestar, pero me sentí algo mejor al ver la mueca que hacia el castaño claro—. ¿Besa bien? Espera, ¿te cogió el culo mientras?
Fue un horror de beso, admítelo.
Acallé a la voz de mi consciencia y pensé mi respuesta. Era cierto que no era un buen besador, pero ¿qué se consideraba cómo un buen besador? ¿Qué criterios había que seguir para llamar a alguien así? ¿Cómo se ganaba el puesto? No tenía a muchas personas para comparar, solo me había besado con cuatro personas en mi vida. Mi primer beso fue a los doce años, aunque fue un simple roce de labios con un compañero de clases; el siguiente fue en una fiesta de cumpleaños de una compañera de clase, a los catorce años, antes de que todo ocurriese. Estábamos jugando a la botella y me tocó. Nada del otro mundo. Y ¿los otros dos besos? Uno de ellos había puesto mi mundo patas arriba y me dejaba anonadada con cada roce y suspiro y, el otro, se suponía que debía hacerme sentir como el anterior, pero me dejó con un mal sabor de boca.
Por Einstein, ni siquiera bajó las manos de mi mentón, se mantuvo así, en la misma posición durante el beso, el cual duró muy poco. Pero había sido suficiente para darme cuenta de varias cosas. Vale, no estaba completamente segura todavía sobre que había que tener para considerarse un buen besador, pero estaba claro que Noah no era uno de ellos. Pero ¿desde cuando pensaba yo en estas cosas? ¿Me estaba convirtiendo en una degenerada como el orangután? Me horroricé mucho con el último pensamiento.
—No estamos aquí para hablar de mi vida privada —opté por contestar y centré mi mirada en los folios, haciendo formas y líneas perfectamente rectas. Pude sentir la incesante mirada de Oliver sobre mí, pero no le hice caso.
No quería mirarle a los ojos, no podía. Me sentía sucia, una mala persona, pues, mientras besaba a Noah, me imaginé que eran los labios de Oliver. Y, cuando pude dormir, soñé con la cita. En el sueño iba bien desde el primer momento, no había espacios ni tiempo para el aburrimiento, manteníamos una conversación fluida, donde ambos nos interesábamos por los intereses del otro. El problema del sueño llegaba a la hora de despedirnos, pues la cara de Noah ya no era la de Noah, sino que el rostro tan perfecto, el cual me daban ganas de golpear por ello, era el de Oliver. Eran sus labios contra los míos. Una explosión de sensaciones.
Me desperté agitada, con el corazón latiéndome a una velocidad que parecía inhumana. Sus besos en el sueño parecían tan reales, se sentían tan tangibles y verdaderos que asustaba. No pude volver a dormir esa noche y daba gracias a que fuese domingo, porque lo único que visualizaba al cerrar los ojos, era la cabeza inclinada ligeramente a la izquierda de Oliver mientras se acercaba de manera lenta y pausada a mí y pegaba sus labios contra los míos con extrema delicadeza, para luego besarme con intensidad.
Acabó bajando la mirada él también, ya no sentía esa presión sobre mi coronilla. Continuamos los tres trabajando en silencio y, cuando llegó la hora de irnos, recogimos nuestras cosas y salimos por la amplia y ostentosa puerta de la biblioteca. Heather se despidió de nosotros ya que se dirigía a una dirección opuesta. Miré en mi teléfono móvil la hora y el mensaje de la pelinegra. Pegué un respingo al sentir el cálido aliento de Moore sobre mi oído derecho. Me produjo escalofríos su voz grave y lenta.
—¿Vas a decir ya si el sosainas besa bien? Aunque no importa lo que digas, yo beso mejor que él —podía sentir la sonrisa egocéntrica sin siquiera verle, solo por el tono de voz que había utilizado.
—Un beso suyo me ha causado muchas más sensaciones que dos tuyos —contesté, sintiendo como la mentira me perseguía.
—¿Estás diciendo que un beso mío te ha causado algo? —le vi meterse las manos en los bolsillos de los vaqueros y acercarse a mí, quedando a una lenta distancia—. ¿Qué sentías? ¿pasión, ganas, deseo o excitación? ¿O acaso una amalgama de todas esas cosas? ¿Te dejé con ganas de más, cervatillo? —tragué saliva.
—Asco, repugnancia. ¿Ganas? Sí, pero de que te apartases —contesté, pero sentí mi voz titubear.
—Ya, no te lo crees ni tú —comenzó a reír y apreté la mandíbula. Finalmente le miré. Observé su perfil, desde este lado podía ver su lunar en la mejilla izquierda. Tenía una pequeña barba que cubría su mandíbula y le hacía ver más mayor, más maduro. Se dio cuenta de mi escrutinio, por lo que aparté la mirada cuando me pilló revisándole de arriba abajo—. ¿Qué pasa, cervatillo? ¿Por qué me miras así?
Nunca sabía que era lo que pasaba por la mente de Oliver. Un momento está hecho un basilisco y al otro bromea como si nada, pero sentía que podía hablar con él. Me había visto en mi peor momento y yo le había visto a él en su momento de debilidad. Una parte de mí sentía que le debía la verdad.
Lo único que quería decirle era que estaba en lo cierto. Todo lo que había dicho era verdad. Él había acertado. La cita había sido un desastre y el beso fue peor. Me aburrí en varias partes y, por increíble que pareciese, deseé en algún momento estar en la fiesta, bailando con mis amigas, viendo a Morgan ligar, escuchando los comentarios sarcásticos de Oliver, cuyo único propósito era sacarme de mis casillas. Yo había sido una estúpida por forzar una cita, por querer pasar un buen momento con Noah, con el chico que pensaba que me gustaba, pero no era así. Y Oliver se había dado cuenta, lo había descubierto antes que yo.
Lo único que quería decirle era que tenía razón. Pero, en cambio, lo que dije fue:
—Vuelve a mirarme el móvil o a hacerme una broma fuera de lugar y o sexual y te quedas sin genitales —contesté, manteniendo el rostro neutro.
Agarré mi mochila y caminé hasta donde tenía mi bicicleta. Pude escuchar como dejaba escapar una gran carcajada. Sonreí inconscientemente ante el sonido de su risa.
—¡No prometo nada, cervatillo, y menos después de saber que te ponen tan incómoda!
Le respondí con un gesto soez y sin mirarle. Su carcajada se hizo mayor y mucho más sonora. Por lo que me di la vuelta una vez más para volver a sacarle el dedo del medio. Me quedé sin aire al hacerlo.
Oliver reía a carcajadas, se agachó y agarró su tripa con los brazos, intentando controlar la risa. Cuando se recompuso, levantó el brazo y se despidió con una amplia sonrisa. Me di la vuelta con un único pensamiento en mente.
Necesitaba pintar esa escena.
La voz del profesor era tan aburrida y monótona que me hacía querer levantarme, zarandearle y meterle prisa para que explicase a una velocidad más decente.
Creo que esta clase era una de las pocas en las que he estado tan aburrida en mi vida. Odiaba a este profesor y a su forma de explicar. Era tan aburrida, siempre hablaba con el mismo tono de voz, tan relajado, sin estrés, sin enfatizar nada. Su manera de dar clase convertía a esta asignatura en una forma de tortura. Pero, aun así, no podía saltármela ni hacer pellas, pues, había oído de alumnos de anteriores años, que solía explicar cosas que no estaba en el temario y que entraba en el examen, por lo que debías estar extremadamente atento.
Pero mi atención se desvió en el instante que mi teléfono móvil sonó. Por Einstein, ¿quién me llamaba? Todo el mundo sabía que estaba en clase, ¿quién era? Las alarmas de pánico empezaron a sonar en mi mente al ver el número tan largo en la pantalla de la llamada entrante. Me levanté y recogí todas mis cosas a toda velocidad, sintiendo como el pánico que me recorría. Una llamada de un número largo solo podía significar dos cosas: era el hospital o un centro educativo.
Sentí como la mirada de Oliver me recorría y recorría todos mis movimientos mientras salía apresurada de la clase. Atendí la llamada a medida que corrí hasta el aparcamiento habilitado para las bicicletas. Sentía mis manos temblar al no poder quitar el candado de la bicicleta. Proferí un grito de frustración porque debía irme, no podía perder más el tiempo. No podía respirar bien y sentía un nudo en mi garganta obstaculizando el paso del oxígeno. Unas manos se pusieron sobre las mías. Miré con nerviosismo y ansia a Oliver, quien me miraba preocupado y con la respiración agitada. ¿Me había seguido hasta aquí? ¿Se había salido de clase?
—Cervatillo, respira. ¿Estás bien? —estaba temblando. Agarró mi rostro y me obligó a mirarle a los ojos—. Violet, ¿qué pasa? ¿Necesitas que te lleve a algún sitio? —asentí, no iba a poder llegar con la bicicleta—. Venga.
Agarró mi mano y me arrastró hasta su vehículo. Nos montamos y arrancó. Miré hacia el frente y repetí las mismas palabras que había escuchado minutos atrás a través de altavoz del teléfono.
—A la escuela de Secundaria de Holmgraves —tragué saliva, diciendo con pesar y miedo las siguientes palabras—. Han expulsado a Jason.
¿Qué demonios has hecho, mocoso?
¡Hola!
¡Volvemos a Violet!
Vaya, parece que la cita no fue tan bien como pensaba...
Mal movimiento eso de besarle, Vi, porque alguien te vio y... uff
¿Cómo de duro tiene que ser darte cuenta de que la persona que te gusta, en realidad no lo hace? ¿Qué significará el beso para Noah? ¡Qué tensión!
Heather, deja de mover ficha. Girl, he is not into you...
Oliver, a mí me puedes decir todas las cosas sucias que quieras. Estoy a tus pies.
Venga, Vi, dile que tiene razón, que es un aburrimiento y que con él te lo pasas mil veces mejor :3
Wait, ¿otra vez te ha dado la inspiración para pintar gracias al orangután? Vaya, nena, esto es algo eh...
Jason, Jason, Jason... ¿qué has liado ahora?
Necesito vuestra ayuda para encontrar un sobre nombre por si algún día me decido a escribir +18 jajajaja. Tipo Inma Rubiales, sí. A ella la conocen por varios nombres dependiendo de las escenas que escriba, si es mala y hace sufrir tiene un nombre y si escribe +18 y así tiene otro... ¡Es maravilloso!
Además, yo, Maribel, soy demasiada pura y un angelito. Mi nombre no puede estar vinculado a cochinadas ni nada parecido, por favor, tengo una reputación que mantener. Por Twitter me han dicho Mabel, ¿qué os parece? ¿Tenéis alguna otra idea? jeje
Okey, mención especial a todas las personas que se ha guardado Rivales en la cima tanto en sus bibliotecas privadas como en las listas de lectura, me dan la vida las notificaciones de estas acciones. ¡Muchas gracias a todxs y bienvenidxs nuevxs lectorxs!
Random, pero si por casualidad comentáis la historia por RRSS, podéis utilizar el hashtag #Rivalesenlacima para que pueda verlo😍☺️
¡Muchas gracias! Nos leemos,
Maribel❤️
Os dejo mis redes sociales donde, además de subir tonterías, publico adelantos y memes :)
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