Treinta y tres
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Andrew Griffin era una persona despreciable.
El estúpido de mi progenitor seguía con el mismo porte serio, tranquilo y juzgador de siempre, aunque mostraba algún que otro signo de enfado. No había cambiado ni un ápice desde la última vez que lo había visto, hacía unos meses atrás, cuando apareció de improviso en mi lugar de trabajo y cuando tuve una charla con él que me dejó devastada por la cantidad de cosas que contó. Y ahora estaba en mi casa, plantado en nuestra salita de estar como si nada.
Di un paso al frente y me coloqué junto a mi hermano pequeño, como si yo fuese capaz de protegerle o hacer algo sin ponerme a llorar o a gritar. Mi madre estaba al otro lado de mi hermano, se había levantado y puesto a su costado. Pero había algo que no terminaba de entender, ¿qué estaba haciendo aquí y por qué le había dejado entrar a estas horas de la noche?
Pronto pude saber la respuesta, aunque no quitó el hecho de que ese hombre viniese exigiendo e intentando comportarse como un padre ejemplar y modélico, cuando no había sido más que lo contrario durante los últimos años.
—¿Qué haces aquí? —escupí con furia y desprecio al hombre que estaba en medio de la sala.
—Un poco más de respeto, soy tu padre —contestó frunciendo el ceño.
Odiaba que hiciese ese gesto. Lo odiaba bastante porque era algo que yo solía imitar mucho y de pequeña mi madre decía que lo hacía tal y justo como lo hacía él, decía que éramos dos gotas de agua haciendo los mismos gestos. De pequeña me gustaba que hiciese esa comparación, me gustaba parecerme a mi padre y hacer lo mismo que hacía él, pero ahora me parecía un insulto y odiaba seguir teniendo cosas en común con él.
—La sangre no determina nada. Eres un padre asqueroso, así que no eres mi padre —volví a escupir sintiendo como me recorría una especie de ira por el interior. Entrecerró los ojos y dio un paso para adelante. Me tensé, pero levanté la cabeza y no me dejé aterrorizar.
—¿Has estado fumando? ¿Has llegado tan tarde solo por estar fumando?
—¿De qué demonios estás hablando?
—¡Tienes los ojos inyectados en sangre, por el amor de Dios! —exclamó llevándose las manos a la cabeza. Ya no era solo una pizca de furia lo que mostraba, ahora estaba cabreado de verdad—. Ya está, está todo decidido. Jason se viene conmigo en verano —sentenció.
Yo sentí como el mundo se me venía encima.
Miré hacia mi hermano, quien tenía los puños apretados en los costados y miraba con rabia a nuestro progenitor; tenía la respiración agitada y errática. La mandíbula la tenía tan apretada que temía por su dentadura. Mi madre no decía nada, se quedó mirando el panorama con una mano en la boca y con lágrimas en los ojos, pero sin abrir la boca.
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? —estaba confusa y cabreada—. ¿Has venido a esta hora solo para eso? ¿Apareces cinco años después para soltar la bomba esa? ¿De qué demonios vas?
—Violet, háblame con respeto —su fría calma me ponía de los nervios. Miró la hora en su reloj y soltó un pequeño suspiro—. Tú llegas drogada y en un coche de un desconocido. A tu hermano lo expulsan una semana y acumula varios partes disciplinarios desde hace tiempo. Ya está, Jason se viene el verano a Boston y el curso que viene comenzará a estudiar en un instituto allí —un nudo en mi garganta comenzó a formarse. Miré a mi madre en busca de ayuda, pero apartó la mirada y se volvió a sentar, pálida como la nieve.
—Mamá, ¿vas a dejar que se vaya así como así? —exclamé con la voz rota, sintiendo como el nudo se hacía más y más grande cada vez.
—Ha sido idea de tu madre —sentí esas palabras como si me diesen una bofetada. La miré dolida y con lágrimas en los ojos.
—¿Qué?
—Cariño, yo trabajo mucho y tú vas a irte a Washington todo el verano. Jason no puede estar solo todo el tiempo, no es bueno para él —fue la primera vez que habló en toda la noche. Pero lo único que hizo fue arruinarlo más todavía.
—Puedo declinar la beca, pero, por favor, mamá, no hagas que se vaya con él —le supliqué, sintiendo como las lágrimas se agolpaban en mis ojos y la voz se me quebraba del todo—. O tú puedes reducir tus turnos, pasar más tiempo con él. Podemos hacerlo, mamá. Por favor.
Nunca pensé en decir que iba a desistir y dejar mi sueño de lado, abandonar todo por lo que había luchado y, mucho menos, pensaba que lo iba a hacer por mi hermano pequeño, con quien apenas tenía una relación fraternal y de confianza, pero no podía dejar que se fuese con él, Andrew era un total desconocido para mi hermano. Estaba dispuesta a hacerlo si eso significaba mantener a mi hermano de ese idiota.
—No hay nada que hacer, Violet, está todo decidido. Cuando terminen los exámenes y el curso, Jason se vendrá conmigo —sentenció por última vez. Miré a mi hermano, esperando ver una reacción por su parte, pero solo tenía los puños apretados y miraba con rabia a nuestro progenitor, con lágrimas en sus ojos, pero sin dejar caer ninguna—. Ya es hora que lo eduquen de verdad, no como lo habéis estado haciendo vosotras. Yo lo educaré, no como vuestra madre que está ausente.
Y eso fue la gota que colmó el vaso.
Como si estuviésemos en una película, vi a mi hermano moverse en cámara lenta hacia mi progenitor, con el puño en alto. Mi cuerpo se movió intentando pararle, pero fue demasiado tarde. Mi madre miraba la escena atónita y con un grito ahogado escapándose de su garganta. La cabeza de nuestro progenitor se movió exageradamente una vez que el puño de Jason impactó contra su mandíbula. Jason estaba inquieto y furioso, respiraba agitada y erráticamente mientras miraba a Andrew acariciarse la zona del golpe con pudor en sus ojos.
—Tú también has estado ausente, maldito hipócrita de mierda —escupió con rabia—. No me pienso ir contigo a ninguna parte.
—Eres menor de edad y así que harás lo que tu madre y yo digamos —se acarició la mandíbula y miró el reloj de nuevo—. Fin de la discusión. Te mandaré la fecha para que vayas preparando las maletas y vendré a recogerte —sentenció, luego me miró a mí. Tragué saliva y puse un brazo delante del cuerpo de Jason —. Sigo esperando que aceptes la invitación —dijo y se fue con un simple adiós.
—Violet, Jason... —escuché la voz triste de mi madre. Estaba más cansada de lo normal, su voz era exhausta, cansada y triste, llena de emociones agotadoras.
—¿Cómo has podido? —hablé—. ¿Prefieres que se vaya con alguien que lleva más de cinco años sin tener contacto antes que reducir tus horas de trabajo? —quería llorar más todavía, quería gritar y romperlo todo. Quería ser Jason y desahogarme a base de furia y golpes—. ¿Tanto odias estar con nosotros? ¿Tanto quieres deshacerte de tus hijos? —no hablaba, solo me miraba con tristeza mientras estaba sentada en la butaca del salón, con una pose agotada y acabada—. ¿¡No vas a decir nada, maldita sea!? —solo recibí silencio por su parte—. Bien, tú misma lo has conseguido —las manos me temblaban levemente. Tragué saliva y la miré —. Jason se irá y yo también, ya no vas a tener que aguantarnos más.
—Violet, la cosa no es así... —habló con la voz rota, pero la interrumpí.
—Explícanoslo entonces —inquirí incrédula—. Dime por qué se te ha ocurrido la maravillosa idea de mandar a tu hijo con el hombre que te puso los cuernos y desapareció por cinco años. Explícame por qué prefieres eso a reducir tu horario laboral.
—Por favor, Violet... —tenía los ojos llenos de lágrimas, pero no me dejé callar.
—No, ya estoy harta de todo. Estoy harta de tener todo el peso de la casa sobre mis hombros, de tener que trabajar para llevar la casa adelante, de llevar haciendo cosas desde los quince que no debería haber hecho —enumeré cabreada—. Estoy harta de ti, de que me digas si necesito hablar con alguien, que puedo contar contigo, pero, a la hora de la verdad, es una mentira. No estuviste ahí, no nos hiciste caso a ninguno de los dos a pesar de estar gritando que necesitábamos ayuda y sigues sin estar —estaba llorando. No había día que no llorase, pero ahora no podía parar —. Quizás la que necesita ayuda eres tú —sentencié. Vi como intentaba hablar, pero la callé —. No, no quiero oír ni una excusa barata más por tu parte —acabé mi retahíla y subí las escaleras hasta mi habitación.
Escuché como mi madre intentaba hablar con Jason, pero este no hizo caso, subió como un torbellino a su habitación y se encerró en esta con un portazo. Me dejé caer en la puerta de mi cuarto mientras lloraba. El temblor de mis manos fue a más, no podía respirar tranquilamente y sentía que el techo de la habitación se me venía encima. Comencé a hiperventilar y un sudor frío me recorrió la nuca hasta llegar a mi baja espalda. El corazón me iba a mil por hora.
—No, no, no... un ataque de pánico ahora no —susurré para mí misma.
Me miré las manos, intentando concentrarme en ella y el temblor que me recorría. Intenté recordar los consejos de Oliver, de la vez que me ayudó en el callejón de la cafetería donde trabajaba. Pero no podía hacerlo, no podía recordar que fue lo que me dijo. Comencé a respirar más y más rápido. Abrí los ojos cuando lo recordé. Levanté los brazos por encima de mi cabeza y conté hasta diez intentando calmar mi respiración.
Comencé a llorar de nuevo cuando me calmé. Dejé caer mi cabeza contra la puerta y rodeé mis rodillas con los brazos, controlando mi respiración. Cerré los ojos durante unos minutos y caminé hasta la cama, donde me tiré y tapé con las sábanas.
Era la primera vez que le hablaba así a mi madre. Lo hice una vez, pero no terminé de desahogarme, así que ahora ha sido la primera vez que le había dicho tantas cosas. Tantas cosas dolientes y duras. Tantas cosas que me habían dolido a mí. Solo esperaba que entrase en razón, que pensase en lo que había hecho. Pero ¿por qué lo había hecho? Se había llevado años sin pensar en ello, ¿por qué ahora llamaba a nuestro progenitor para pedirle tal cosa? ¿qué le había llevado a eso?
Escuché como llamaban a mi puerta. No hice caso, pero la puerta se abrió y se asomó la cabeza de mi hermano por el hueco. Caminó hacia mí, tenía ojeras y lágrimas en los ojos, lágrimas que estaba derramando. Se me rompió algo en mí al verle de esa manera.
—¿Puedo dormir contigo? —su voz desgarrada terminó de romperme.
Me eché a un lado en la cama y abrí la colcha para dejarle un hueco. Se metió conmigo y se giró para el otro lado, sin mirarme. Le escuché llorar y sollozar, por lo que acerqué mis brazos a él y lo rodeé con ellos en un abrazo.
—No quiero irme con él —susurró—. Perdón por lo del otro día. No es tu culpa.
—Sí lo es, pero ya no importa —susurré de vuelta—. Duérmete, mañana veremos que hacemos.
Pero no había nada que podía hacer para ayudarle. Por mucho que lo intentase, la sentencia ya estaba dicha y nunca pude hacer cambiar de opinión a Andrew cuando me castigaba por alguna trastería y jugarreta que hacía de pequeña. Por lo que sabía que iba a ser casi imposible conseguir que Jason se quedase con nosotras.
Sentí una vibración en los bolsillos de mi pantalón y supe que había dejado el teléfono ahí gracias a eso. Me quedé mirando el mensaje que me había llegado y sonreí levemente a pesar de las lágrimas.
Maldito Oliver.
OLIVER
Varios minutos atrás. Después de dejar a Violet en su casa.
El camino fue agradable hasta la casa de la tatuada. Hablaba y me daba conversación todo el rato, sacándome un par de sonrisas. Era una de las pocas veces que iba bien, ya que siempre que me tocaba llevarla a casa estaba borracha como una cuba y solo hablaba tonterías, pedía comida y tenía la voz arrastrada debido a todo el alcohol que llevaba en sus venas. Pero ahora era divertido, estaba fumada, sí, pero no tenía el mismo efecto que el alcohol.
Aparqué en doble fila junto a su casa y esperé a que se bajase. Me sonrió y me chocó el puño como forma de despedida.
—No eres tan mal tío como creía —me quedé a cuadros ante sus palabras. Le miré confuso.
—¿Gracias? —no sabía si era un halago o no.
—De nada, hombre —sonrió astutamente—. Algún día Violet se dará cuenta de lo que siente por ti, estoy segura de eso —me tensé y sentí un golpe en mi espalda mientras la pelinegra se descojonaba en mi cara—. No te pongas así, orangután —dijo el mote con el que Violet me había bautizado con sorna—. Aunque deberías confesarte, eh. Sé que dije que tienes que dejar que se dé cuenta sola, pero es más torpe y testaruda de lo que creía —se encogió de hombros y negó con la cabeza.
—Y que lo digas —susurré dándole la razón—. Pero no sé de lo que hablas, Violet y yo solo somos amigos, me gusta picarle y que se cabree, es divertido —tamborileé con mis dedos el volante del coche y esperé que Morgan no me pillase la mentira.
—Ya claro, sois tal para cual —rio. Dejé escapar una pequeña sonrisa y miré para el otro lado de la calle—. Gracias por traerme, orangután. Me encargaré de decirle a Violet que eres un caballero —se bajó del coche y se asomó por la ventanilla—. Ah, y una última cosa. Si vais a liaros y montároslo en una habitación mientras estamos todos nosotros en el salón, decidlo. Que luego escuchamos los gemidos y nos quedamos cortados —tragué saliva y le miré.
—Ajá, como si tú te cortaras con algo así —reí, pero sentía calor en las mejillas—. Anda ya, métete para tu casa antes de que se haga más tarde.
—Entendido, mi capitán —puso su mano en su frente imitando un saludo militar y se fue.
Hasta que no se metió en su casa y me saludó con la mano no me fui. Di una vuelta al final de la calle y tomé el mismo camino que había tomado hasta aquí hacia el apartamento que compartía con Alek.
En el camino de vuelta pensé en todo lo que había ocurrido con la castaña en mi habitación. Supuse que su acto de valentía se debía a la calada del porro que le había dado, pero daba gracias a Morgan y a la cabezonería de Violet de ello. Me sorprendí cuando caminó hasta mi dormitorio para buscarme, para ver de que iba la llamada. Solo se trataba de mi abuela, quien me llamó para darme un par de noticias y para invitarnos a todos a su apartamento. Quería ver a mis amigos y conocer a las dos amigas nuevas que había hecho, pero, sobre todo, estaba deseando conocer a la otra cerebrito de la cual no paraba de hablar con ella. Era todo buenas noticias, pero la castaña entró en mi habitación con cuidado, esperando encontrarme mal como la otra vez. Violet vino a consolarme y eso abrió un pasillo de esperanza en mi interior.
Fue muy divertido ver como hablaba sin parar, contando mil cosas en un minuto, habló de todo, nerviosa e imaginativa, completamente drogada y afectada de esa única calada. No pensaba que lo iba a hacer, pero era una competitiva y cabezota que no aceptaba que se metiesen con ella, tuve que pensarlo mejor antes de impulsarla a eso, pero no lo hice. Me encantaba verla así, hablando sin parar de todas las cosas que le gustaban y recuerdos felices que tenía. Me encantaba ver como sus ojos se iluminaban al recordar sus gustos, como sonreía inconscientemente y como se tapaba la boca al darse cuenta de lo mucho que hablaba. Pero no quería que parase, me gustaba escucharle hablar sin parar, con confianza, soltándose y siendo ella misma. O como ella decía, la versión de ella en otro universo paralelo. No se daba cuenta que ella era así en este.
Pero, lo que me dejó loco, fue su acercamiento a mí. Como se abrió de esa manera ante mí. Como me pidió que le besara. Sabía que no iba a durar para siempre, que iba a volver a ser como si nada, pero no me importaba, quería guardar ese recuerdo en mi mente, quería disfrutar de ella hasta que se arrepintiese, cosa que no tardó en pasar. Pero cuando se subió encima de mí, cuando me dio acceso a los besos, a bajar un poco más, cuando la temperatura comenzó a subir en la habitación me perdí entre sus besos y caricias. Tuve que hacer un gran esfuerzo en contenerme y utilizar todo mi autocontrol para apartarme de ella, para romper el contacto. Porque sabía que, si seguíamos así, no iba a poder parar y no quería eso. Quería que ella estuviese segura, que lo quería, que al día siguiente no iba a decir que era un error.
Porque no podía soportar un rechazo de tal calibre.
Frené un poco y reduje la velocidad al pasar por el vecindario de la cervatillo. Normalmente no tenía que tomar este camino, pero se había convertido en un desvío divertido de tomar y recorrer. Frené en seco cuando vi a una persona que me resultaba conocida salir de su casa. Le miré desde el coche, el cual había aparcado en un hueco libre. Iba hablando por teléfono y pude recordar de que me sonaba.
Camisa blanca, pantalones chinos, los típicos que usabas para trabajar en una oficina, reloj de marca y brillante, simplemente para fardar. El padre de Violet era un soplapollas que lo único que le importaba era mostrar el dinero que tenía y el poder que alcanzaba. Y lo sabía perfectamente porque mi padre era igual. Ambos estaban cortados por la misma puta tijera y por eso le odiaba, por eso y por hacer llorar a Violet en más de una ocasión. Pude discernir como se le formaba un hematoma en la mejilla izquierda y sonreí levemente. Eso había sido obra de Jason y de su irascibilidad.
El gilipollas se fue en su coche de lujo y desapareció por el final de la calle. No debía meterme, pero lo iba a hacer. Caminé hasta el porche de la casa de los Campbell y levanté el brazo, pero pude escuchar las voces dentro y no pude moverme. No podía romper la bronca y conversación que estaban manteniendo. Me quedé quieto y esperé a que todo se acabase. Volví a mi coche y me dejé caer en el capote de este. Pude ver como la luz de la habitación de Violet se encendía. ¿Llamaba a la puerta? ¿Le mandaba algún mensaje? Pero ¿qué le iba a decir? Si le decía que había visto a su padre se iba a cerrar en banda y no iba a decirme nada. No quería que se apartase más de mí. Esperé un ratito más y le envié un mensaje, uno que escribí y borré más de una vez, buscando las palabras adecuadas.
Oliver: la luz de tu habitación está encendida, no estarás pensando en el beso de esta noche, ¿no? ;)
Se puso en línea del tirón. Sonreí porque salía que estaba escribiendo. Duró un rato así hasta que contestó.
Cervatillo: ¿cómo sabes que tengo la luz encendida, acosador?
Oliver: Ah, ¿así que sí estás pensando en el beso?
Cervatillo: no, no lo estoy. ¿Por qué iba a pensar en algo así de horroroso?
Oliver: no dices lo mismo cuando me besas, cervatillo.
Cervatillo: vete al tártaro.
Cervatillo: no cojas el móvil mientras conduces, insensato.
Sonreí ante ese mensaje y le contesté.
Cervatillo: ¿estás abajo? Por Einstein, Oliver. Deberías estar en casa, que mañana hay clases, irresponsable.
Oliver: deja de ser tan puritana, cervatillo. Todo el mundo sabe que es una falsa. Ya me iba, ¿estás bien?
Cervatillo: ¿por qué lo preguntas?
Cervatillo: oye, hablamos mañana, tengo a Jason durmiendo conmigo y no quiero despertarle. Conduce con cuidado.
Se desconectó y me quedé mirando la pantalla con una sonrisa. Estaba durmiendo con su hermano, ¿eso era bueno o malo? Tenía que ser malo, porque no habían podido llevarse tan bien en tan solo unos días. La visita de su padre debía haber sido devastadora y llena de sorpresas nada agradables. La sonrisa se me borró al instante.
Vi una figura moverse y miré hacia la ventana de su habitación. Se asomó en ella y le miré. Desde esta distancia no podía verla muy bien, pero pude ver como se despidió de mí con la mano y con una leve sonrisa. Su larga melena castaña se ondulaba con el viento y los mechones le caían en la cara. Le sonreí de vuelta e imité su gesto.
—Oliver, gracias.
—No es nada, cervatillo. Ahora a dormir, que mañana hay clases —le grité desde la acera divertido.
—Cállate, que vas a despertar al vecindario —susurró. Reí levemente.
—Buenas noches, Violet.
—Buenas noches, Oliver.
Caminé hasta mi coche con una sonrisa tonta en el rostro, con las manos metidas en los bolsillos. Me di la vuelta una última vez para mirar la ventana de su habitación en la planta alta, con la esperanza de verla allí para despedirse de mí.
Y la esperanza fue un acierto.
Violet me miraba desde su ventana con los brazos apoyados en esta y saludándome.
La sonrisa creció en mí y una pregunta surgió en mi interior.
¿Cuánto tiempo más iba a aguantar sin decirle lo que sentía?
¡Hola!
Mamma mía, que tío más pesado. ¿Qué haces queriendo hacer de padre ejemplar ahora, asqueroso?
Jason, pégale más fuerte.
Hola, mami de Violet, Valerie, te odio un poco, ¿sabes? Tía, deja de trabajar :(
Violet está dispuesta a dejar su sueño de lado si eso significa que su hermano se quede con ellas </3
Jason llorando y queriendo dormir con su hermana. ¿Es esto un paso más en su relación fraternal? Aunque se ve que si ellos avanzan, la madre se queda atrás.
¡Sorpresa!
Oliver y su mente hace una aparición estelar jeje
Mi niño no oculta lo que siente :) hasta le habla de ella a la abuela :)
Es que le amo, de verdad, pero mucho, mucho.
Sabe las cosas que decir siempre.
Confiésate ya, por favor, que abra los ojos de una vez😭
***
El otro día, una amiga de Twitter hizo un fan art de la historia que me enamoró. Os lo dejo para que lo veáis.
¿Qué os gustaría ver ilustrado de la historia? ¿Qué escena leéis y decís "guau, quiero un dibujo de esto"? Yo de todo el libro, no nos vamos a engañar jajajaja
Pero se me ha ocurrido una donde Violet y Oliver sostienen un trofeo con una inscripción «Mejor rendimiento académico». Ambos forcejean y se pelean por él, pero Violet sale con el ceño fruncido y cabreada, en cambio, Oliver sale con una sonrisa divertida y guiñando el ojo. No sé, me gusta esa idea jajajja.
***
Random, pero si por casualidad comentáis la historia por RRSS, podéis utilizar el hashtag #Rivalesenlacima para que pueda verlo😍☺️
¡Muchas gracias! Nos leemos,
Maribel❤️
Os dejo mis redes sociales donde, además de subir tonterías, publico adelantos y memes :)
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