4.16 Iletigimo despreciado

Dos días después, 5 p.m., cerca de un bosque lleno de verdes árboles donde, en cada uno al pie de su tronco se encontraban flores de todos los colores posibles, adornando y luciendo tanto como esos bellos y frondosos árboles. Yui caminaba tranquilamente por el lindo lugar mirando a la naturaleza y oliendo a cada una de las flores, un delicioso aroma, pero no como el que ella desprendía claro está. Entonces, de repente, se encontró al chico de cabello negro y estatura similar a Subaru, Kino; ese jovencito que parecía merodear a Yui últimamente.

-Hola, reina...

-Hola -respondió sonriendo-, que lindo de tu parte llamarme reina cuando aún no lo soy y tampoco nos hemos tratado.

-Oh no es nada, es tan sólo que, tú me pareces en verdad hermosa y llamarte reina es lo menos que puedo hacer.

Yui sonrojada, aunque algo incómoda a la vez sonrió y desvío la mirada.

-Dime, ¿tienes planeado hacer algo?

-Am no, la verdad no, sólo salí a dar una vuelta.

-Entonces, dime ¿te gustaría ir conmigo a la ciudad?

-Pero está lejos...

-Ambos sabemos que no somos seres humanos.

-Bueno tienes razón, pero aún así

-Por favor -interrumpió Kino- quiero mostrarte la ciudad, que la veas y analices ya que, podría darte ideas de cómo mejorar el Makai, sabes que, a fin de cuentas la raza vampírica no es tan diferente de la humana, que incluso tienen ciertas cosas de aquí allá, porque les gustan, porque son llamativas aún para esos seres con habilidades sobrehumanas.

-De acuerdo vayamos, pero que sea algo rápido, ¿de acuerdo?

-Sí reina preciosa.

Kino tomando a Yui en brazos y usando su velocidad moderada, es decir como la de un vampiro común, nada exagerado, llegó con la chica en cuestión de minutos directamente a un callejón para que no se viera tan raro que ellos dos aparecieran entre la gente de repente. La bajó y salieron a la calle normal, todo lleno de luces, muy iluminado cada centímetro del lugar, a excepción de los callejones claro.

Caminaban tranquilamente, ella prestaba atención a los locales, a la gente a las parejas, a las familias con y sin niños, intentaba descubrir que hacía feliz a cada quien, para así en un futuro cercano quizá, incluir algunas ideas que beneficiaran la vida en el Makai. Tal vez un juego que allá no existe o modificar algo. Lo que fuera, sería bueno sin duda.

De la nada Kino quiso hacer una pausa de la caminata, deteniéndose en un edificio de los conocidos como "hotel del amor", así afuera de éste se armó de valor, respiró hondo y miro a la rubia a los ojos.

-Oye...

-Dime, Kino.

-Sé mi novia, por favor.

-¿Discúlpame?

-Eres muy bonita, tienes un dulce aroma, un bello rostro, una suave piel, un hermoso cabello... eres perfecta. Ideal para mí.

-Bueno me halagas -dijo Yui sonrojada-, pero ya tengo novios... ya estoy enamorada de ellos y, aunque admito que eres atractivo, no me gustas y menos te quiero. Lo siento.

Kino ante el rechazo de la rubia explotó en ira llevándola a un solitario callejón para tomarla del cuello y ponerla contra la pared mientras hacia presión en ese delicado y suave cuello con una fuerza extraordinaria, parecía que quería ahorcarla, pero se contenía a su vez, bastaba con mirar el rostro aterrado de la chica para que él sonriera de una manera sádica y cruel.

«¿Qué es esto? ¿Por qué no puedo liberarme si estoy usando toda mi fuerza? ,pensaba Yui asustada.

-No te resistas elegida, yo no soy un vampiro al que puedas superar...

-¿Cómo dices?

-Mi padre biológico me dejó a cargo del presidente Joichiro y, para que no mueras de curiosidad, te cuento que mi padre es Karlheinz.

Yui abrió los ojos sorprendida, no esperaba que hubiera otro Sakamaki y menos que la superara en sus habilidades, por lo que su cabeza se llenó de dudas.

-¿Eres un vampiro especial? O algo por el estilo...

-No bebé, yo soy superior a los vampiros, al menos a los Sakamaki y estoy al nivel de los del consejo, y pronto los superaré y a mi padre.

-¡Ya dime que eres!

-Un íncubo, mi padre se acostó con una demonio del infierno y bueno, un vampirl como ya sabes unido a un demonio da en la formación de un íncubo si se es niño como yo, o en una súcubo si el producto resulta una niña, como tú.

-No puede ser...

-Así que grábate esto muy bien, tú vas a ser a mía quieras o no, estén de acuerdo mis hermanos o no, tú vas a ser mi mujer y eso te lo juro.

De repente un hombre volteó hacia el callejón y al ver a Kino se acercó metiéndose en el problema.

-¡Hey tú! ¡Suéltala! ¡¿Qué crees que haces?!

Kino despidió a la rubia con una mirada desafiante y enseguida la soltó yéndose y chocando a propósito con ese hombre. Éste se acercó a Yui que sobaba su cuello aún asustada.

-Oye, ¿estás bien? ¿qué te hizo ese idiota?

-Él... quería que fuera su novia, pero yo no acepté...

-Bueno, creo que comprendo algo de eso -dijo el hombre.

-¿Perdón?

Yui volteó a ver al hombre a los ojos.

-Entiendo que se haya enamorado de ti -continúo el extraño-, eres muy bonita y todo, pero no le da derecho a querer matarte.

-Ah, pues no...

-¿Quieres que te lleve a casa? No deberías andar sola a estas horas...

-No, gracias, en serio te agradezco el apoyo y la buena voluntad, pero prefiero caminar un poco y despejar mi mente.

-Entonces te haré compañía.

-¡No! Es decir, en verdad, muchas muchas gracias, pero no quiero molestarte ni arrastrarte a mis problemas que, créeme estás mejor sin saberlos.

-Si quieres desahogarte te invito a cenar, cuéntame y juro no decir nada. Así estarás tranquila ya que te liberaste de cargar con eso y alguien te habrá escuchado sin peligro de revelarlo.

-¿Juras no decir nada?

-¡Sí! ¡Te lo juro! No diré nada.

Yui sonrió.

-Entonces puedo irme directamente a casa, gracias por tu silencio.

En el momento Yui sacó sus alas y volando lentamente hacia arriba en línea recta, se despedía del hombre con una sonrisa y agitando su mano, para después, emprender su regreso a la mansión Mukami mientras el hombre miraba asombrado la escena, hubiera querido pensar que fue un ángel, pero esas alas no eran de uno de ellos, en cambio, él creyó que era una bella demonio la que había visto y, además esperaba que resolviera sus problemas.

Kino en cambio, seguía caminando en la ciudad, con una mirada triste y enojada no medía su distancia de los demás lo que le hacía chocar con la gente indiferentemente.

Unos minutos después, ya en la mansión Mukami, Yui llegó con una mirada seria, confundiendo a Ayato y a Kou que la esperaban en la entrada para cenar debido a que, los demás ya habían comido y tanto Reiji como Ruki dejaron comida para la rubia cuando fuera que llegara y para esos dos chicos que se negaron a cenar con los demás. Pero ella sin interés alguno simplemente dijo:

No tengo hambre, gracias, iré a descansar.

Confundiendo aún más a los chicos una vez que entró en su cuarto y les cerró la puerta casi en la cara.

Por otro lado, en el Makai, exactamente en la mansión del presidente del Consejo Supremo, Joichiro y los demás esperaban a Kino quien, acababa de llegar diciendo groserías y maldiciendo a los Sakamaki.

-¡Kino! ¡¿Qué te pasa muchacho?! -preguntó Joichiro confundido.

-Pasa que la idiota de la elegida no ve que soy mejor que los Sakamaki, que le convengo y todavía tengo el animo de ir a buscarla... ¡está tan ciega! No la comprendo.

-Ella no tiene porque fijarse en ti muchacho...

-¿Por qué no padre? ¿Qué no valgo la pena? ¿No soy suficiente?

-Tu objetivo es deshacerte de ella, no enamorarla. Ya lo sabías.

-¡Pero yo ya me enamoré!

-¿Cómo? -cuestionó sorprendido el presidente.

-Sí padre, me enamoré cuando la ví en el baile, ella tiene algo especial y la quiero para mí.

De repente Joichiro le dió ub revés al chico en la mejilla derecha.

-¡Tarado! ¡Tu única misión en tu estúpida vida es la de asesinar a la bastarda del diablo!

-O-oye... pero ¿por qué me golpeas?

-Lucifer tuvo una hija no un hijo, ¡ella no sirve! ¡Ni siquiera nació en un matrimonio del diablo! ¡La tiene como una bastarda y tú te enamoras de ella! ¡Te dije hace tiempo que la mataras! ¡Eres un tarado inútil!

-¡Ya cállate hombre! ¡Si no te parece mejor me largo con mi padre! ¡Que ignroe tu tonta petición de adopción que hiciste conmigo!

-¡Karlheinz ni siquiera te quiso para sus experimentos!

En ese instante el alma de Kino se rompió en mil pedazos.

-Joichiro... ¿qué dijiste papá...?

-Lo que oíste niño.

-Explícame, no entiendo nada -dijo confundido.

-Yo no le pedí al rey vampiro que me permitiera adoptarte, él jamás deseó un hijo bastardo y parido de una demonio del infierno, esas no eran condiciones para los hijos nobles que deseaba.

Kino con una mirada triste cayó arrodillaado al piso y Joichiro se agachó para mirarlo a los ojos.

-Escúchame bien, él asesinó a tu madre porque ya lo tenía harto de que debían cuidarte juntos, así que, con ella muerta y contigo solo en el mundo, decidió abandonarte a tu suerte en los territorios de los ghouls para que te eliminaran y se resolviera el problema. Pero yo quise adoptarte con la esperanza de que un día me servirías con los ojos cerrados, sin replicar y fielmente.

-¿Cómo puedes decirme eso de repente? -pregunta el chico con los ojos cristalinos.

-Puedo porque ya me harté de ti, ya me cansé de que no hagas lo que pido, de que en lugar de ir a asesinar a la elegida vas a intentar a conquistar, encima ella te rechaza y tú sigues de imbécil detrás de ella. Ya no puedo fingir más. Si nuestro rey no te quiso ni para sus experimentos como es con tus hermanos legítimos, ¿por qué continuar yo contigo y con esta farsa si no me sirves ya?

Kino tan triste como furioso decidió convertir sus lágrimas en algo más útil, tomando al presidente del consejo del cuello entre sus manos intentaba asfixiarlo sacando así su coraje y frustración, al fin y al cabo era mejor que llorar ante todos los miembros del Consejo. Pero los demás no lo dejarían pasar así como así, por lo que yéndose sobre el chico lo alejaron del presidente.

-¡Esto no se queda así!

Y con esa amenaza, el ilegítimo se marchó de la mansión, dejando en varios miembros del Consejo un temor mientras en Joichiro sólo había frustración y coraje.

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