Rebel Chief
Finalizando el último día de la semana y ansiosos por el comienzo de los días libres, cada uno de los integrantes del grupo de amigos se dirigieron a sus respectivos hogares. Albin, mientras viajaba en el bus, leía algunos artículos sobre el proyecto que debía presentar para aprobar una de las materias más difíciles y complejas de su carrera. Al estar involucrado en ciencias humanísticas, debía preparar un ensayo sobre cualquier tema referente a los comportamientos humanos en la Edad Media y qué estilo de vida existía teniendo en cuenta la conexión tan estrecha que había con la Iglesia. Era un tema que a él le llamaba mucho la atención, ya que sabía lo elitista y dominadora que podría ser la Iglesia con tal de adoctrinar a cualquiera que se le cruzara por el camino. No era un tema menor la conexión que podría existir con el pueblo adoctrinado y la clase de salmos que ellos practicaban.
Quitó un mechón dorado de su visión y tomó su celular utilizando el gps para hallar la manera de conocer algún sector de su país que le permita recrear esas vivencias antiguas.
Encontró muchas fotos sobre una ciudad muy antigua de Suecia y bastante peculiar de hecho. Una zona de casas bajas pero con una arquitectura dichosa de ser admirada. Uno de los integrantes de su grupo, precisamente su mejor amigo llamado Noah, estaba estudiando Arquitectura y rápidamente sacó provecho de la carrera de su amigo para captar su atención y que no quede tan a la deriva con su propia investigación.
Realiza una llamada rápida a la chica por la que sería capaz de dejar su orgullo y confiarle sus sentimientos y una de su mismo grupo, Helena, y ésta contesta en el segundo tono.
—¿Diga?— pregunta desde el otro lado del auricular.
—Hola, Helena. ¿Has llegado bien de la universidad?— al contrario de ellos dos, ella había encontrado su camino en las Letras, algo que también Albin iba a sacar provecho para la redacción de su ensayo.
—Sí, me crucé con tu ex compañero, Max ¿Lo recuerdas?
—Cómo olvidarlo... Ese tipo aún me debe mis 100 kroner— dice en tono despectivo. —¿Lo viste mejor luego del último episodio?
—Me ha saludado, pero no quiso entablar una conversación conmigo. Se ve que perder la beca lo dejó en la miseria— suspira. —¿Precisabas algo, Albin?
—Tengo algo para proponerte— exhala el rubio como si tuviese la decisión y la valentía a flor de piel. —Está relacionado con algo académico.
—¿De qué se trata esta vez?— suspira Helena sin interés.
—Debo preparar un ensayo sobre la relación entre el pueblo y la Iglesia en la Edad Media y su importancia... No será aburrido, lo prometo.
—Suena bastante interesante...— exclama sarcástica. —¿Quieres que nos veamos en la biblioteca?
—No, nuestra biblioteca será las afueras de Örebro— responde decisivo Albin. —No he hablando con Noah aún, pero sé que la aventura lo llamará y nos acompañará.
—Dejame ver si lo entiendo. ¿Quieres investigar en una zona casi fantasma, Albin? ¿Qué te traes en manos?
—Nada malo, lo prometo. Sólo quiero escribir el mejor ensayo para la universidad— sentencia con una excesiva confianza.
—Sabes que estamos a 171 km de distancia ¿Verdad?— cuestiona Helena.
—Tranquila. Llevaremos el auto de Noah. Son sólo dos horas quizás, no desesperes que ya tengo todo controlado— hace una pausa. —Llamaré a Noah para comentarle esto así coordinamos bien la salida.
—Está bien... ¿A qué hora pretendes salir?— exclama algo exhausta.
—Lo más temprano posible. Te veo en un par de horas.
🇸🇪
El grupo de tres ya se encontraba iniciando viaje a Örebro. Desde su ciudad de origen, Upssala, hasta una de las ciudades más antiguas de todo Suecia, inmersos en una aventura que, más allá de la ceguedad por la curiosidad, el peligro no iba a dejar de acecharlos.
Llevaban consigo un equipo completo de supervivencia... Ellos creían que así lo era. Algunas provisiones para el camino y otras para utilizar en caso de que la visita sea prolongada más de lo que ya habían planeado. Albin configuró la cámara de video y espero a que la pequeña luz roja comenzara a titilar en señal de estar grabando.
Noah ya se había dejado contagiar por la sed de aventura de Albin y se encontraba en la misma sintonía con él, en cambio, Helena sólo se hallaba tensa en el asiento del acompañante del auto. ¿Será su intuición la que le estaba advirtiendo de ciertos fenómenos que podrían llegar a presenciar a lo largo de la visita? Ella estaba segura que la locura de Albin y Noah podría a llegar a costarles muy caro. Puso un poco de música a través del estéreo y se dejó llevar por las agradables melodías para calmar sus pensamientos.
No bastó mucho para que aparcaran en un pequeño pueblo en la mismísima nada. Sus miradas llenas de aventura y de miedo a la vez observaban con detenimiento el panorama. Habían elegido una tarde nublada y con la posibilidad de que la noche caiga más temprano para redibujar la atmósfera silenciosa.
Los tres tomaron sus cosas y bajaron del auto con cautela. Estaba totalmente desértico, ni un alma transitaba por las extensas calles. ¿Qué habría pasado con esta gente? Preguntó Helena en su mente, pero quizás Albin no había investigado sobre eso.
—Creo que no debería haber accedido a venir— exclama asustada observando las casas con los interiores hundidos en la peor oscuridad.
—No seas marica, Helena. Tomaremos algunas fotos de alguna capilla aleatoria y nos iremos de aquí. Sólo quiero asegurarme que haya una que sea la más antigua de todas— dice Albin mientras adelantan algunos pasos alejándose del coche.
—¿Por qué no has buscado antes en el GPS? ¿No ves que estamos en la boca del lobo?— dice en voz baja y ambos escuchan como su voz hacia un intenso eco a través de las calles vacías.
—Es parte de la aventura misma no investigar sobre puntos específicos— Noah hace una pausa y Albin le sonríe esperanzado. —Todo saldrá bien. Despreocupate.
Caminaron en silencio durante largos períodos de minutos hasta encontrar una Iglesia abismal, ubicada estratégicamente en el medio del pueblo y con una fachada intimidante. Como si los tres se sintiesen atraídos por la belleza arquitectónica de la misma, ambos avanzaron con paso firme subiendo los pequeños peldaños hasta llegar a la extensa puerta.
Noah, ensimismado en la belleza y la dedicación con la que fue construida, se atinó a abrirla.
—Espera ¿Qué pasa si hay alguien adentro?— susurra Helena.
—¿Quién podría estar aquí dentro en este pueblo, Lena?— exclamó Noah anonadado. —Sé coherente.
—Se encuentra demasiado cuidada para que no haya nadie. Ni siquiera el viento fue capaz de erosionar los peldaños, está todo inmaculado— refuta la pequeña ojiazul.
—Calmate, Lena. He investigado bien ese detalle y no hay nadie, y si lo hay, lo filmamos y listo ¿Cuál es el problema?— pregunta Albin relajado.
—Tal vez nuestra presencia no es bienvenida aquí— exhala observando a ambos lados.
Noah, sin importar sus miedos, tomó la perilla antigua y jaló la puerta enseñandoles el reluciente interior. Todo lo que había sospechado Helena era cierto. Estaba todo bien cuidado como para que el tiempo se encargue de ella.
Los bancos perfectamente negros se hallaban uno al lado del otro y en fila hasta llegar al altar decorado con un inmenso y fino mantel negro con algunos objetos dignos de misa. Los tres decidieron separarse sin comentarlo y caminaron por distintos lados. Noah eligió ir por el centro, atravesando la pasarela creada por la distancia entre los bancos para poder apreciar mejor la arquitectura de la Iglesia; Albin tomó el camino derecho; y Helena el izquierdo. Ambos caminos decorados con cuadros, estatuas, algunos tesoros típicos de la religión que este lugar solía practicar.
Helena se adelantó por los pequeños cubículos de oración y confesión de pecados y observó a través de uno de ellos por si contaban con la presencia del algún pueblerino.
Podía sentir con precisión como una mirada se posaba en ella, sin importar lo incómoda y paranoica que eso la convertiría. Helena sabía que la estaban observando y buscó respuestas en sus amigos, quienes se hallaban inmersos en sus propios caminos. Juró que vió a alguien vestido completamente de negro cuando volvió a posar sus ojos en aquel cubículo negro que estaba frente a ella. Alguien con un extenso traje que cubria desde su cuello hasta seguramente sus pies, pero que, por alguna razón, podía hasta distinguir su cara. Se alejo lentamente de espaldas hasta chocar con un mueble y lograr que una pequeña fotografía enmarcada caiga a su lado.
—¡Hey! Deja de hacer tanto ruido, Lena— exclama Noah en un susurro audible.
Ella tomó aquella fotografía y notó el mensaje oscuro que ella trasmitía. No conocía mucho de religión, ni siquiera era creyente, pero cuidadosamente sabía y entendía la imagen. Era algo así como la caída de Lucifer y, cada vez que la observaba más, más extraña esta se volvía. La dejó en su lugar y procuró que nadie más la estaba observando.
Adelantó el paso mirando cada uno de los cuadros y éstos iban enseñando momentos en la historia de la Iglesia que jamás había conocido antes. Criaturas feroces, destrucción, caos, muerte, devoción, toda esa clase de tópicos se hallaban inmersos en cada una de las obras de arte.
Los tres chicos unieron sus caminos llegando al altar y se observaron preocupados al saber todo lo que habían visto dentro de la iglesia. Ninguno se atrevía a continuar con el camino hacia las habitaciones especiales del otro lado del altar, pero aún así, la curiosidad de Albin lo hacía tentar más y más.
—Tengo que ir— exclama adelantando el paso y dejando a sus amigos atrás.
—No, espera— Helena lo toma del brazo. —¿Ya has visto todo lo que se trae esta iglesia? Es una locura entrar ahí, Albin, por favor.
—Tienen que confiar en mí. Recuerden que la religión es una farsa y nada ni nadie nos hará algo aquí ¿De acuerdo?— Noah y Helena asienten preocupados. —No podemos echarnos para atrás a esta altura. Necesitamos saber más.
Albin se suelta del agarre de Helena y se apresura a ingresar a una de las puertas, que llevaba grabado con letras muy extrañas las palabras "Oficina del Papa Emeritus I". El pelirrubio se adelantó y sin pensarlo abrió la puerta con cautela. Cuando estuvo lo suficientemente abierta como para meter una mano, busco el interruptor de la luz y lo encendió.
Cuando el pequeño foco expandió su energía en la sala, los tres ingresaron más tranquilos.
—Escuchen, sé que va a sonar raro, pero siento que no estamos completamente solos— confesó Noah después de largos minutos mientras Albin buscaba evidencia.
—Yo también siento lo mismo, Noah. Como si realmente hubiese alguien aquí mirándonos desde su escondite— acepta Helena. —Albin, creo que la investigación ya terminó. Debemos irnos.
—¡No!— alzó la voz Albin inmerso aún en los papeles. —Todavía no hemos visto nada.
—¿Esperas ver algo?— exclama Helena.
Ignorando la pregunta, Albin abre uno de los cajones del escritorio lleno de papeles y encuentra un pequeño libro negros escrito con letras rojas como si estuvieran inyectadas en sangre. Todos parecían haberse calmado cuando notaron que era una biblia, hasta que uno de ellos se dio cuenta que no era lo que parecía.
—Unholy Bible...— susurró con pesar Helena. —Hay que largarnos de aquí.
Albin la abrió y se dejó llevar por la clase de imágenes y mensajes que ésta trasmitía. Bestias, más bestias, el fin del mundo, pecados capitales, cosas que jamás él había visto antes, pero que ahora mismo estaba alimentando su curiosidad y no estaba satisfecho aún.
Encontró una imagen muy reconocida de Baphomet y eso logró sacar de quicio a los tres juntos.
—Albin, bota esa mierda. Tenemos que irnos de aquí ya— insistió Helena y los tres salieron de la oficina abrumados.
Cuando estaban atravesando la iglesia , oyeron que la puerta principal se estaba abriendo frente a ellos. Rápidamente, cada uno se escondió en distintos sectores aprovechando las extensiones de la misma. Helena se escondió de aquellos cubículos que había encontrado antes y Albin detrás de una estatua abismal de una bestia. Sin embargo, Noah aún se hallaba en el medio de la sala petrificado y sin saber dónde esconderse.
—Escóndete, imbécil— gesticula Albin con los labios, pero ya era demasiado tarde para él.
Un grupo de hombres se hace presente frente a Noah. Cinco hombres llevaban trajes perfectamente blancos con una máscara que cubrían sus rostros dando un aspecto escalofriante, mientras que el hombre restante era un Papa viejo. Éstos observaron al chico con extrañeza pero que, como si fuese un regalo de su Señor, le sonrieron.
—Bienvenido a nuestra iglesia, joven— exclama el Papa haciendo eco. —Siempre es bueno encontrar gente dispuesta a aceptar nuestras doctrinas.
—Eh... Yo ya me iba, pero gracias— responde con nerviosismo.
Papa observa detrás de él su oficina abierta y con la luz encendida. Había sido amable con un intruso que probablemente lo delate y arruine su iglesia.
—¡No!— sentencia en voz alta sobresaltando a Noah. —Aún no nos hemos presentado, joven. Estamos muy ansiosos por conocerte bien— dice acercándose cada vez más. —Y dime... ¿Estás solo?
—Sí— exclama con temor, pero aparentando ser alguien decisivo y valiente.
—Puedo oler la mentira, niño. No querrás que encuentre a tus amigos si me mientes... Los pecados aquí se pagan muy caro— pronunció con una voz capaz de dar escalofríos a cualquiera.
—No hay nadie, lo juro. Vengo solo— exhaló Noah comenzando a sudar frío y a temblar.
Proteger a sus amigos le hacía entender a ellos la fidelidad que él sentía, pero ¿Realmente estaría dispuesto a dar su vida?
—¿Cuál es tu nombre, joven?— preguntó aquel viejo Papa.
—Noah.
—Bien, Noah... Dile a tus dos amigos que salgan de sus escondites por voluntad propia. Caso contrario, mis Ghouls irán a por ellos y no querrás saber lo que pasará después— lo amenazó.
Noah no abrió la boca, sólo quedó petrificado frente a él. Unos segundos inquietantes después, los dos intrusos se hicieron presentes llamando la atención de todos.
—Allí están— exclamó Noah en voz baja y algo nervioso.
—Oh, que agradable sorpresa. Tenemos más invitados— observa a ambos y dedica todo su interés en Helena. —Hola, señorita ¿Cuál es su nombre?
—Hel... Helena— balbucea con temor al recordar que aquel hombre había sido quién había visto en los cubículos observándola.
—Un gusto conocerte, Helena— toma su mano y la acaricia con la otra sin quitar esa mirada que a ella tanto le perturbaba. —Bueno, no hará falta que me presente porque seguramente ambos ya han escuchado— hace una pausa. —Ghouls... Llevense a los chicos, por favor. Preparen a Noah para la noche de hoy. Le haremos algo especial para su bienvenida— dice con una sonrisa llena de maldad.
🇸🇪
En una habitación muy oscura, se encontraban Papa y Helena. Ella sentada en la cama y él frente a ella en una silla. No sabía cómo había llegado allí, pero estaba segura que no había sido por sus propios medios.
Estaba también muy calmada teniendo en cuenta el paradero de sus amigos.
—Helena, sé la clase de alma que tienes... Puedo sentirla y es especial ¿Sabes?— dice gesticulando como si estuviese olfateandola en el aire. —Por eso, debemos mantenerte aquí para que no te pase nada. Debemos velar por tu alma, incluso si eso implica encerrarte aquí.
—No... No puedes hacer eso— exhaló en un naciente llanto histérico.
—Claro que puedo, ya estás aquí y fuiste tú la que vino por mí... Helena, está escrito nuestro destino... ¿Cómo llegaste aquí si no fue por tu propio propósito?
—Sólo acompañé a mis amigos, no hay nada escrito— dice secando sus lágrimas. —Por favor, déjame ir. No tengo nada que hacer aquí.
—Oh, claro que lo harás, querida. Tienes un destino flamante aquí. Tú no sabes del poder que tienes ni de lo que eres capaz, pero seré amable de enseñartelo esta noche— Papa hace una pausa y acaricia sin pedir permiso la mejilla empapada de Helena. —Te prepararemos.
🇸🇪
Caída la noche, cinco velas negras ardían sobre el altar. La poca iluminación redibujaba el ambiente a tal punto que se podría observar extrañas figuras merodeando por ahí.
Papa se hallaba en el centro de la sala del lado del altar. Helena sólo estaba sentada impasible en el primer banco y, a su lado pero más alejado, se encontraba Albin atado de pies y manos. Pero eso a ella no le afectaba en nada.
Los Ghouls aparecieron con Noah, que también se hallaba atado de manos pero descamisado. Entre los cinco hombres encapuchados lograron recostarlos sobre el altar y Papa lo observo fijamente durante unos largos segundos.
Él comenzó a recitar palabras que sólo sus Ghouls y él podían entender, mientras tanto, Helena se hallaba en un profundo trance al oír esas palabras que su boca pronunciaba con delicadeza.
Un puñal brillante se hace en escena logrando que Albin comenzara a gritar intentando intervenir en el ritual.
—¡Hijos de puta, malditos enfermos! ¡Dejen a mi amigo!— vociferó Albin. —¡Helena! ¡Por favor, haz algo!— exclamó éste con la esperanza de que ella se interponga, pero ni siquiera se inmutó. —¿Qué demonios te hicieron?
Papa continuó con el ritual alzando el puñal mientras continuaba recitando esas inentendibles palabras. De un segundo a otro, lo clavó en la garganta de Noah, esparciendo así su sangre por una vía que la conducía hasta una especie de balde.
Los gritos incesantes de Albin perduraron durante y después del ritual y Papa, con el semblante furioso, ordenó a sus Ghouls que se lo lleven.
Minutos después, se oye un grito ahogado y luego pura calma, sólo el sonido de sus respiraciones profundas eran la melodía del ambiente.
Papa tomó una copa y llenó menos de la mitad con la sangre de Noah. Los Ghouls se colocaron en ronda y se pasaron la copa bebiendo un largo sorbo, incluyendo el mismísimo Papa, hasta llegar a Helena, que aún se hallaba bajo los efectos de la doctrina de él.
—Bebe, mi Ghuleh. Bebe, que nos traerás lo que más hemos estado anhelando— Papa se acerca a ella y acaricia su mejilla posando su mirada en la de ella. —Bebe porque estás cargando al maldito bastardo— ella de un sorbo terminó la copa.
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