Como arrullo de madre, 
viene a mí el viento ondeante.
En cada paso errante, 
descubro un mundo indomable.

Cual sombra, cual luz, de su plenitud,
me gozo, me asombro ante tal excelsitud.

En lo alto el resplandeciente cielo veo ante mí,
como un niño indefenso me logro sentir.

En este camino primaveral,
la voz de lo inmenso yo puedo escuchar.
De este momento me dejo llevar,
el bosque de encanto me llama a su lar.

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Comparto por aquí mi primer poema corto, espero sea de mucho agrado.

¡Saludos!