Capítulo 20
Las detonaciones se siguen escuchando y la lancha sigue avanzando más y más. Miro a Patrick y a Paolo disparar enfurecidos y, a pesar de que sé quienes son y asumo que es lo que hacen, verlos así me deja muy impactada.
Llegamos a una pequeña isla y evitando los disparos logramos bajar de la lancha. A lo lejos logró ver un helicóptero. Con la mirada, los damascos nos indican que es allí a dónde debemos correr y sin pensarlo dos veces iniciamos una carrera unos detrás de los otros, seguido por los guardias.
Es tan extraño que yo esté pasando por todo esto. Jamás imaginé verme envuelta en un episodio como este, ni en mis peores pesadillas me vi pasando por todo lo que he pasado, no sé qué mal estoy pagando, pero es evidente que el universo me odia.
El primero en subir al helicóptero es Patrick quién me ayuda a subir a mí. Valentina se abraza su marido y este la aleja y le indica con una seña que debe subir al helicóptero con nosotros, ella lo obedece de inmediato y se acerca apresuradamente para que Patrick la ayude como lo hizo antes conmigo.
Los disparos habían cesado,pero justo en ese momento se escuchó uno fuerte y claro; todos nos apresuramos a mirar y los guardias de los damascos comenzaron a disparar nuevamente.
Patrick grita el nombre de su hermano y cuando mis ojos dan con Paolo lo observo recostarse del pecho de Olec, este lo sujeta y arrastra hacia las escaleras del helicóptero. Entre tres lo ayudan a subir, y ahora lo que se oye son los gritos de Valentina.
—No me hagas esto, hermano. Aguanta, ¿sí? —dice Patrick apretando el hombro de su hermano.
Paolo recibió un disparo en la espalda y la sangre brota de su cuerpo de forma imparable. Valentina llora inconsolable junto a su esposo y yo no sé qué hacer, ni qué decir. El miedo me quiere ganar batalla.
—Esmeralda —Oigo mi nombre vagamente—. Esmeralda, te necesito aquí.—Vuelvo a escuchar, pero ahora en un tono tosco y con fuerza.
Parpadeo un par de veces y ladeo la cabeza intentando volver a la realidad y me encuentro con la mirada aturdida de Patrick.
—Qué pasa, qué, aquí estoy —digo sonando como una demente.
—Ten, por favor. Necesito que la uses de ser necesario.
—Patrick, pero yo…
—¿Cuento contigo?
—Pero es que…
—Esmeralda, ¿cuento contigo? —dice con seriedad presionando un revólver en mi mano.
Asiento con la cabeza y él me acerca a su pecho y besa mi frente. Lo abrazo con fuerza demostrándole mi apoyo y su mirada vuelve a su hermano que está casi inconsciente sobre las piernas de Valentín.
En una oportunidad mi padre nos entrenó a mí y a Jade para disparar. Nunca pensé hacerlo, nunca pensé que llegaría el momento en que tendría la necesidad de hacerlo, pero ahora y en esta circunstancia no lo pensaría, a pesar de mis nervios, salvar mi vida y recuperarla es para mí lo más importante.
—¿A dónde nos lleva este helicóptero? —pregunto mirando a todas partes.
—A una pista de aterrizaje que tenemos oculta, allí se encuentra el avión que nos llevará a Venezuela —contesta Patrick sin mirarme.
Nunca antes había visto inseguridad de sus ojos, pero es lo que ahora veo; inseguridad, miedo, incertidumbre, eso es lo que en este momento refleja su mirada y he de creer que es por eso que la parte de mí, aunque yo he notado el temor que siente desde que todo esto comenzó.
—¿Qué quieres, amor? No te esfuerces. —Escucho decir a Valentina y miro al frente para observar.
La veo colocar su oído cerca de su esposo y su entrecejo se arruga. Parece que lo que sea que haya balbuceado Paolo la disgustó o no entiendo.
—Acércate —menciona ella, mirándome.
Ahora la cara de sorpresa la llevo yo. Volteó a mi lado derecho, donde se encuentra Patrick y él me hace un gesto con la cabeza, indicándome que me acerque como ella lo pide.
Me ruedo un poco al frente, me coloco el revólver en la parte de atrás y me arrodillo frente a Paolo. Una sonrisa débil se dibuja en su rostro. Comienza a mover su mano y la introduce en el bolsillo de su pantalón con dificultad y una mueca de dolor constante. Saca de el una pequeña cadena con un dije y me la entrega cerrando mi mano. Miro a Valentina y a Patrick y ellos se encogen de hombros. La verdad es que no entiendo nada.
—¿Qué es esto? —le susurro.
—Cof, Cof… Es el relicario de tu hermana.
Mis ojos se abren por el desconcierto. Suelto su mano y vuelvo a mi asiento para detallar y al abrir el dige. En cuanto lo abro, aparece una foto mía y de Jade. ¿Qué rayos? ¿Por qué él lo posee?
Me acerco nuevamente, pero ahora enfurecida.
—Dime por qué tienes esto —gritó desesperada.
Él intenta contestar, pero Valentina coloca una mano sobre su boca.
—¿No ves el estado en el que está? Déjalo, ya tendrán tiempo de hablar. —Vuelve su mirada hacia él, ignorándome.
Me siento nuevamente. Las lágrimas caen por mis mejillas, y la opresión en mi pecho hace que me falte el oxígeno. Jade, mi Jade. Ver su foto me destroza el alma.
—Si tu cabello fuera dorado como el de ella, parecerían gemelas. Su parecido es mucho.
Mi cabello siempre fue más oscuro que el de Jade. Ella Lucía un cabello dorado muy hermoso y yo, en cambio tenía el cabello marrón con pequeños destellos rubios, pero marrón al fin. El verde de nuestros ojos era casi idéntico para todos, pero no, éramos muy diferentes, solo nosotras sabíamos qué tanto.
Los guardias, que hasta ahora permanecían en silencio, le indican a Patrick que nos preparemos para aterrizar.
Bajar a Paolo del helicóptero es una odisea para ellos, él se encuentra muy débil porque ha perdido mucha sangre.
—Necesitamos llevarnos a un médico —exige Valentina entre llantos mientras suben a Paola al avión que nos espera listo para el nuevo despegue.
—No podemos esperar y lo sabes, así que sube, Valentina —responde Patrick con su mano apretada en un puño y en la otra su armamento.
—No me voy a mover de aquí hasta que no traigas a un médico Patrick Damasco —grita fuera descontrolada.
Patrick toma su arma, la carga y apunta directo a su cabeza, específicamente en su frente.
—No me obligues, cuñada —sentencia.
—No eres capaz —lo reta, limpiando el agua salada que se desborda de sus ojos.
Yo, que he estado mirando y oyendo todo desde la puerta del avión, decido que este es el mejor momento para hacer que Patrick confíe en mí. Así que saco el revólver de la parte trasera del pantalón, posiciono mi dedo pulgar en el martillo y el índice en la cola del disparador y me acerco hacia ellos.
—Él no lo hará por su hermano, pero yo no tengo nada que perder, subes ahora o te vuelo los cesos, Valentina —digo intentando sonar fría mientras la apunto a su sien.
—No puedo creer que hagas esto, Esmeralda. Eres una maldita hija de la chingada, ojalá te mueras —responde entre llantos y titubeos.
Patrick me mira fascinado, su mirada se vuelve brillante y sus pupilas parecen dilatadas. Juntos y sin bajar las armas, escoltamos a Valentina hasta su ingreso al avión. Subimos detrás de ellas para emprender el largo camino que nos espera.
—Eres lo mejor que he podido tener, pequeña. —Me toma fuerte del cabello y lo hala un poco, de modo que mi cabeza queda inclinada hacia atrás y me besa intensamente.
Los guardias suben, las puertas se cierran y el avión se eleva con rumbo a Venezuela.
Hola, bellezas. Primero que nada quiero darles las gracias por todo el apoyo que le dan a la novela. Recuerdan que les había dicho que sería una Bilogía, pues ya tenemos portada nueva.
Bilogía: La elegida del mafioso.
Libro 1: Riesgosa seducción.
Espero que la portada les guste tanto como a mí.
No olviden:
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Besitos 😘😘😘
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