Capítulo 18

Su mirada es fría, profunda y más intimidante que nunca. Mi corazón comienza acelerarse, mi pecho comienza a doler, mi cuerpo entero comienza a descontrolarse.

—¿Te hice una pregunta? —interroga una vez más.

—No entiendo tu pregunta, Damasco —contesto intentado ocultar mi nerviosismo.

Decido levantarme de la cama, no sé ni para qué, porque lo cierto es que no logro pensar con claridad, pero cuando estoy por salir de las sábanas él sujeta mi brazo con firmeza.

—No tengo recuerdos claros de lo ocurrido, pero lo poco que recuerdo es una delicia —dice mientras desliza su mano por mi brazo hasta llegar a la punta de mis dedos, me hala suavemente e introduce mi dedo índice en su boca y lo chupa con delicadeza.

Respiro hondo, sintiendo un gran alivio al darme cuenta de que mis nervios me jugaron una mala pasada y no es lo que yo imaginaba. Patrick no sospecha absolutamente nada y eso me devuelve el alma al cuerpo. Mi corazón poco a poco va retomando su ritmo normal de latidos mientras que el dolor en mi pecho va cediendo, dándome calma.

—Cada vez me disgustas más, Damasco —digo sacando mi dedo de su boca.

Su mirada se suaviza y la diversión se hace presente en su rostro.

—¿Y eso debido a qué? —Alza una ceja con chulería.

—Te parece poco que me hayas raptado, me has hecho sufrir, según tú, conquistándome, y cuando por fin te sale el número mayor, no lo recuerdas. ¡Es insólito! —Comienzo a levantarme de la cama para ubicar mi ropa, aprovechando este momento para huir de su habitación.

—Yo no he dicho que no lo recuerde. Dije que mis recuerdos no están claros y así es, ¿deseas que te mienta? Si eso deseas, no hay problema, yo soy un maestro del engaño.

—¿Con qué un maestro del engaño? —Lo miro dudosa, recojo mi vestido del piso y lo subo lentamente por mi cuerpo, bajo su atenta mirada.

—¡Pruébame! —me reta muy seguro de sí.

Me acerco lentamente hacia él, coloco mis brazos alrededor de su cuello y susurro muy cerca de su oído.

—No sé exactamente qué hago aquí. Has hecho de mí lo que tú quieres, lo que has deseado y ahora, soy incapaz de negarme.

—Esmeralda, tenerte entre mis brazos ha sido de las experiencias más extraordinarias de vida. Fue alucinante hacerte mía, fue excitante ver cómo te retorcías de placer solo por mí. Es fácil saber qué haces aquí y porqué te he traído... Quiero pasar el resto de mi vida adherido a ti.

Sonrío irónica y me separo de él, sin decir nada.

—¿Te he dejado muda, pequeña?

—Eres bueno, Damasco, no pienso negarlo —Me encojo de hombros aceptando mi derrota.

—Puedo ser mejor.

—No lo dudo.

Toc, toc...

—Señor, hay que estar en la bodega en veinte minutos —dicen del otro lado de la puerta.

—El deber te llama, y yo merezco un descanso, así que adiós. —Me inclino para tomar mis tacones y camino hacia la puerta de salida.

—Esmeralda. —Escucho apenas giro el picaporte—. Esto no ha terminado.

—Por supuesto que no. —Le guiño un ojo y abandono la habitación.

«Esmeralda Obregón, de la que te has salvado».

Continuo mi camino hacia mi habitación, pero no lo hago sola, por supuesto que los dos gorilas vienen detrás de mí, así que me apresuro lo más que puedo para no sentirlos, ni verlos, porque la verdad es que me asfixian, me agobian, me desesperan y sacan lo peor de mí.

En mi habitación se siente fría, huele a soledad. Tiro los tacones y me acuesto de espaldas sobre mi cama, observando todo a mi alrededor, observando cómo ha cambiado mi vida en tan poco tiempo, es increíble que mi hermana y mi padre ya no estén, que yo no esté en mi tierra, que mis amigas no estén conmigo; todo resulta tan confuso que de tanto pensar, siento que voy a enloquecer. Me quedo inmóvil por un buen tiempo, intentando encontrar las respuestas a todo lo que lo que ha ocurrido, pero no la hay, la verdad es que no la hay.

...

Abro mis ojos a las 4 de la tarde, me ducho y me coloco una ropa cómoda para salir a leer un libro, he estado todo el día encerrada y no me apetece seguir sintiéndome prisionera. Tomo mi libro y camino hacia la puerta.

—Señorita, ¿a dónde cree que va? —Escucho en cuanto abro. Miro de mala manera al estúpido guarura y continúo caminando, ignorándolo por completo—. No avance más, señorita. —Vuelvo a escuchar su pesada voz.

Esta es mi vida, donde no puedo salir ni al jardín a leer un libro es paz. Por suerte, el resto del día había sido tranquilo, Patrick no apareció y yo disfrutaba de mi soledad, pero claro, si me atrevía a poner un pie fuera de la habitación comenzaba el acoso. No sé cuánto tiempo pueda resistir esto, de verdad que no lo sé.

—Voy a leer un libro, ¿no puedo? —digo envuelta en furia.

—Bien puede leer en su habitación —dice dando unos pasos para ponerse frente a mí.

¡Hijo de la chingada!

—No se me pega la gana, cómo la vez.

Intento pasar, por un lado, pero me detiene con fuerza suficiente, me lastima y chillo por lo bajo, mas no dejo de aventar golpes y de moverme como loca.

—¡Suéltala! En mi presencia no lo voy a aceptar.

Volteo y veo a Nohelia acercase con premura hacia nosotros.

—Sabes que solo cumplo ordenes, Nohelia. No te metas —le advierte sin soltarme.

—Yo me arreglo con Patrick y yo me hago responsable de ella, pero por favor suéltala ahora.

El hombre hace lo que ella dice, y me deja de golpes haciéndome tambalear y golpeo con Nohelia, quien me detiene con sutileza.

—Muchas gracias —digo sincera.

—No te preocupes, cielo. Esos hombres de Patrick son unos brutos.

—No digas eso, espera a conocerlo un poco y veras lo maravilloso que es —responde cabizbaja, masajeando mi mano.

—¡Maravilloso! —sonrió incrédula—. Maravilloso seria estar libre, ver a mi madre y a mis amigas. ¡Acaso no te das cuenta que me tienen secuestrada! —chillo entre dientes, intentando controlarme—. Esto es una maldita prisión, aunque Damasco quiera pintarlo como un cuento de hadas.

—Yo lo sé, y no estoy de acuerdo con mucha de sus actitudes, pero ¿Qué puedo hacer? —Se encoje de hombros.

—Nada, nadie puede hacer nada.

«Por ahora, digo mentalmente»

—Mejor iré a leer, eso me hará bien. Permiso.

Ella asiente y yo me alejo a pasos lentos. Con mi libro en las manos, la ira esparciéndose por todo mi ser y unas enormes ganas de gritar, sigo caminando con dirección al jardín, una de las zonas que me más me gusta de mansión. El césped natural, verde y húmeda por el roció, me hace sentir en calma, el clima frío y su olor a rosas, lo hace sumamente especial.

Retiro las zapatillas de mis pies para tener contacto directo, y camino sintiéndome en el paraíso, me acerco hasta los arbustos floreados y dejo que la yema de mis dedos acaricie cada hoja, cada pétalo de flor que hay reposa; decido que este es el mejor lugar para leer y me echo a la grama boca abajo. Abro mi libro romántico en la página 106 y comienzo mi lectura.

Es increíble la manera en la que un libro me hace sentir. Trasladarme a otra realidad y desconectarme de este mundo es algo que solo consigo con la literatura... Enojarme, llorar y reír por personajes literarios, sin duda, es mi pasión. Página tras página, me voy sumergiendo en este mundo tan diferente al mío, donde el único obstáculo para la protagonista es superar la secundaria, es un libro juvenil de romance muy rosa, pero es lo que necesito en este momento.

Cof, cof...

¡Bendita sea mi suerte! Mi paz no podía durar mucho. Subo la mirada, obstinada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Valentina con su cara de niña inocente y tonta.

—Comiendo chile, ¿no me vez? —respondo sarcástica ante su absurda pregunta.

—Muy chistosa, ¿Qué lees? —Toma asiento a mi lado, como si yo quisiera su compañía. Qué tortura.

—Un libro de romance, ¿qué quieres, Valentina? —Cierro mi libro de golpe y me siento con fastidio.

—Esos libros, son tan falsos, nada es real. —dice admirando su perfecta manicura francesa.

—Si quisiera leer algo real, leería una revista. ¡Déjame en paz! —Vuelvo a tumbarme boca abajo y abro nuevamente mi libro, pero ella me lo cierra rápidamente.

—Parece que no estás de humor, pero quiero saber cómo te fue ayer.

—Todo salió como esperaba, gracias por tu ayuda. ¿Feliz?

—Claro —Esboza una gran sonrisa—. Tengo una información que hará que quites tu cara de amargada.

—Ilumíname —contesto apoyando mi mejilla sobre las palmas de mis manos.

—Tengo información de tu madre —suelta en un susurro.

¿Escuché bien? Mi madre. El corazón me comienza a latir con fuerza, mi barbilla comienza a temblar y mis ojos van llenándose poco a poco. No puedo creer lo que he oído.

—¿Estás segura de lo dices? —Miro a todos lados para comprobar que los guaruras están tan lejos como para no oírnos.

—Tan seguro como que me llamo Valentina Damasco.

—Qué ridícula te oyes uniendo ese apellido a tu nombre. Me das pena.

—Ya, Esmeralda. Quiero ayudarte, de verdad, pero si vas a continuar con esa actitud mejor resuelve tu vida sola.

—Ahora resulta que se sintió ofendida su majestad —Me incorporo, y finjo una reverencia.

—No seas pesada y siéntate —Hala de mi mano y caigo de culo sobre el césped.

—Tu madre se encuentra internada cerca de aquí, aún no sé los detalles, pero escuché a Paolo hablando sobre eso, creo que es él que se encarga.

—Ese imbécil, degenerado, bastardo y repugnante.

—Te recuerdo que estás hablando de mi esposo, Esmeralda.

—Y tú más que nadie deberías saber que todo lo que pienso de él es cierto. —Ella hace una mueca de fastidio—. ¿Puedes investigar más?

—Por supuesto, pero shuu... Vienen los dos.

Volteo en dirección a donde apuntan sus ojos y, en efecto, veo a Paolo y Patrick dando pasos hacia nosotras. Valentina se pone de pie con una gran sonrisa y recibe a su marido con un beso y se enrolla a su cuerpo mientras él la envuelve con sus brazos, quien lo viera jamás pensaría que le ha hecho tanto daño.

Yo, por el contrario, no me muevo de mi sitio y Patrick me observa con cierta diversión.

—¿No vas a recibirme, por lo menos con un abrazo? —pregunta, con las manos internas en los bolsillos.

—¿Tengo qué?

—Es lo que me gustaría.

No digo nada y golpeo el césped con mis manos, invitándolo a sentarse a mi lado. No pienso ser una perrita que mueve la cola cuando ve a su amo. Él no duda en hacerlo y se posiciona junto a mí.

—Cuando vas a cambiar ese temperamento tan hostil. —Acaricia mi mejilla y me dejo llevar con una fingida sonrisa—. Saldremos esta noche.

—Me vas a sacar de la mansión —digo sin poder creerlo.

—¿No es lo que deseabas?

—Sí, mas no pensé que ocurriría —me sincero.

—Iremos los cuatro a cenar —interviene Paolo de pronto y Valentina lo mira incrédula.

—¿Por qué esa cara, cuñadita? —pregunta Patrick mirando a Valentina.

—Por nada, solo que nunca habíamos tenido una cita doble.

—Mi amor, sucede que mi hermano jamás se había enamorado.

Se me escapa una carcajada por el comentario de Paolo. Enamorado, por favor Patrick sabe poco menos que un perro sobre amor.

—¿No lo crees? —sujeta mi mejilla y me obliga a mirarlo.

—La verdad es que no.

—Voy a demostrarte que sí —susurra con un tono de voz seductor.

Me intriga saber que tiene planeado, pero lo qué más deseo es saber en qué lugar de España me encuentro exactamente. Patrick no se imagina lo que ronda por mi mente en este momento y cuando menos se lo imagine, la balanza apuntará a mi favor. 



Disculpen el retraso al publicar, bellezas... Les tengo noticias, LA ELEGIDA DEL MAFIOSO SERÁ UNA BILOGÍA. Hay muchas ideas en mi cabeza y un solo libro no será suficiente, no es lo que quiero y creo que dividirlo será lo mejor.  ¿Cuéntenme qué les parece esto? 

Pronto cambiará la portada y el banner. Estoy trabajando en eso... 

Bilogía: La elegida del Mafioso.

Riesgosa seducción. Libro 1


No olviden pinchar la estrellita y comentar... Besos. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top