Capítulo 10


Grace:

La semana pasó más rápido de lo que esperaba, ya era jueves y habíamos salido temprano del liceo, gracias a Dios la profesora de música se compadeció de nosotros; y nos digo que hoy no habría ensayo. Un que no lo crean eso es una de las mejores cosas que te puede pasar siendo músico, estaba tan concentrada fantaseando y bailando mentalmente, que no me di cuenta cuando alguien me toca el hombro.

—Hola —Erick,  sonríe alegremente haciendo que se le marquen notablemente los hoyuelos.

—Hola —saludo.

—¿Hay alguien allí? —señala el banquito de cemento en donde estoy sentada.

Sonrió —Si, tu —me muevo a un lado, para que el se pueda sentar.

El toma asiento, colocando su bolso a un lado del vaquito.

—¿Y que haces, aqui? —me mira con curiosidad.

—Pues, mi hermano mayor se olvidó de venirme a buscar —suspiro cansada.

—Oh, —se queda en silencio, sin saber qué decir.

—¿Y tu?, —dejo de mirar fijamente, hacia al frente para mirarlo a él —cuéntame la mágica y misteriosa razon de porque aun sigues aqui.

Piensa por un momento

—Aunque no lo creas...—hace una pausa —esta vez no hay nada místico —su sonrisa decae un poco.

—¿Ey?¿Que pasa? —me apego un poco mas a el, poniendo mi mano sobre la suya.

Aparta su mano de la mía, en un movimiento torpe

—Y... —dice apenado —¿Cuanto tiempo se tardará tu hermano?.

Enarco una ceja, ante sus palabras.

—¿Ya no me quieres? —pregunto dramáticamente, fingiendo estar herida.

—No quise que pensaras eso, —se pone nervioso — yo solo... Me preguntaba, si en vez de esperar a que tu hermano te venga a buscar, qué tal si te acompaño a tu casa, ya que no sabes cuanto tiempo tardaras —habla tan rápido que apenas puedo entenderlo.

Yo solo saco mi celular del bolsillo de mi bolso para escribirle a Max.

—Listo —anunció, levantándome mientras agarro mi bolso y el estuche de mi instrumento.

Erick tambien se levanta del banquito, colocándose el bolso sobre los hombros.

—¿Te ayudo? —señala mi estuche —se ve un poco pesado.

Yo sin pensarlo dos veces se lo paso.

—No en realidad, no pesa tanto pero como lo tuve casi la mitad del dia —explico.

—Es el tiempo en que lo tienes, que hace que te pese.

—Pues, eso es verdad —dice, empezando a caminar.

Yo voy detrás de él intentando seguirle el paso, nos quedamos en total silencio sin saber qué decir. El silencio no era incomodo al contrario era tranquilo, caminamos por un largo rato en silencio, creo que al estar en silencio total el camina se hacia mucho mas largo de lo que realmente era.

— Y, bueno ¿con quien harás el trabajo de Castellano? —pregunta, volteando la cabeza para mirarme, mientras mueve mi estuche de un lado a otro.

—Pues sinceramente, aun no se —digo francamente, mirándolo.

—Bueno estaba pensando, ¿en que si lo podríamos hacer juntos? —pregunta.

—Claro —sonrió ampliamente —¿cuando nos reunimos?¿y será en tu casa o en la mía?.

—Bueno, no tengo problema de que sea en mi casa. ¿Te parece? —me mira fijamente —el dia ya lo puedes decidir tu.

—Pues podria ser mañana —dije.

—Ok, mañana en mi casa —piensa — ¿qué te parece si a las tres y media?.

—Chevere, ¿la cuestión es dónde vives? se que cerca de los trillizos.

—Pues, a unas casas a la izquierda, la casa es color gris con losas de piedra en las paredes —explica —cualquier cosa tu me mandas un mensaje.

Me limito a asentir con la cabeza, sonriéndole el resto del camino estuvimos hablando de algunas cosas de la orquesta y una que otra anécdota graciosa sobre las ocurrencias de las chicas de violín. También conversamos de las clases que compartíamos —ya que compartíamos como dos o tres no se— sinceramente entre más hablaba con este chico, mas me caía bien. Tenía razón que cuando me dijo que si lo conocia cambiaria la idea que tenia de el.

Sin darme cuenta ya estábamos llegando a la parte de la ciudad en donde yo vivía, me pare en frente de mi casa y me despedi de el.

—Adios, Erick —sacudo mi mano de un lado al otro.

—Adiós —imité mi acción.

—Nos vemos mañana —me pongo de puntillas, para plantarle un beso en la mejilla.

Y me adentro en el pequeño caminito desde la cera hasta el porche de mi casa, el aun seguía en el lugar donde lo había dejado, le doy una sonrisa de labios cerrados y empujo la puerta del porche cerrándola.

Al entrar dentro de la casa, un olor a comida recién hecha inundo mis fosas nasales, dejo mi bolso en el pequeño perchero al lado de la puerta, y me encamino hacia la cocina. Me sorprendí al encontrar a mi madre acompañada de mi cuñada Miranda la cual estaba picando un pimentón sobre la tabla de picar de madera, mientras le respondía algo a mi madre ella estaba removiendo cuidadosamente una olla sobre la cocina. Y Max bueno el estaba sentado en la mesa con su celular en las manos.

La primera en darse cuenta de mi presencia fue Mira, la cual al verme dejo lo que estaba haciendo y se acercó a abrazarme, yo le devolví el abrazo con mucho cariño.

—Me alegro que ya estes aqui Mira, no sabia cuanto tiempo podría aguantar a Max sin tu ayuda—le digo bromeando.

Max levanta su mirada de la pantalla cuando escucho su nombre.

—Si por eso me apresure a llegar, no quería que lidiarás sola con él —ella sonríe, siguiendome el juego.

—Gracias, sinceramente ya te iba a llamar para que trajinera los refuerzos —me rio.

Mi madre nos voltea a ver divertida.

—Chicas que les he dicho, sobre molestar a Maxi —nos dice seria —sin mi.

—Oigan, podrian ir a hablar mal de mi en otra parte —Max dice furioso, recordándonos de su presencia.

Las tres solo nos limitamos a reirnos.

Abrazo nuevamente a Mira.

—De verdad te extrañe.

—Yo tambien Grace.

Nos separamos, ella vuelve a su labor de picar el pimentón, mientras que yo me diriji a donde mi hermano. Sentándome en la silla de al lado.

—Me podrías al menos haber dicho que no podrías ir a buscarme.

—Para que si, igualmente te hubieras enfadado conmigo por dejarte —me mira aburrido.

—Pero un mensaje, no te costaba nada.

—Ya vas a empezar, Alexandra —pone los ojos en blanco.

—Y tu empezarás, a llamarme por mi segundo nombre —me cruzo de brazos —Alejandro.

—Niños, ya dejen de pelearse como niños de doce años —mi madre nos regaña un poco entre irritada y divertida.

—Acomoden la mesa que la comida ya casi estará lista —Mira nos avisa.

Nos levantamos, el busca entre los cajones de la cocina, sacando cuatro platos de vidrio planos mientras yo me limito a arreglar el mantel y el pequeño jarrón de porcelana que está como centro de mesa. Lo ayudo a acomodar los platos y los cubiertos en sus lugares, al terminar me siento sobre una de las sillas.

—Con permiso —mi madre saca la olla de la cocina.

Yo por instinto pongo uno de las platos grandes de vidrio en un lugar en la mesa para evitar que el calor de la olla queme el mantel, Miranda saca unas arepas del horno, y las coloca sobre un plato llevándolo hacia la mesa, sentándose en una silla. Mi madre empieza a rellenar las arepas.

—Um... Eso huele rico.

—Y esta rico —Mira me sonríe.

—Bueno humildemente, esta es la cena del dia de hoy  —mi madre empieza a pasarnos los platos.

—Hay mama, que humildemente si a ti hasta un vaso de agua con azúcar te queda divino.

—Pues eso si hay que admitirlo, Laura, tu cocinas como una chef gourmet.

—Gracias cariño.

—Bueno menos bla, bla, bla y mas ñam, ñam, ñam. Hay hambre en la mesa.

—Calmate, Grace parece que no has comido en todo el dia —Max me regaña.

Pongo los ojos en blanco, Max puede ser muy cálida a veces pero cuando se pone en papel de hermano mayor y gruñón puede llegar a ser muy molesto.

El resto de la cena fue, muy divertida cuando terminamos me dirigí hacia mi habitación a buscar mi pijama, para irme a bañar. Cuando salí del baño me sentí como una Grace nueva, relajada y tranquila, me acosté sobre mi cama, encendiendo las pequeñas luces de navidad amarillas para que iluminaran mi cuarto —ya que, había apagado la luz—. Cuando me lanzo sobre la cama, me llega un mensaje de Erick, agarro mi celular para abrirlo

El:

—Hola.

Yo:

—Hola.


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