Capitulo 05
Max:
Después de como una hora respondo la que yo creo que es la última pregunta que tiene Grace para mi, pero cuando ya estaba apunto de levantarme de la cama para irme me aborda con otra pregunta. Me acomodo, nuevamente en su cama cruzándome de piernas, mientras me acomodaba el cabello; ella estaba sentada al frente de mi con una pierna levantada, y su codo apoyándose de esta mientras que su otra pierna estaba cruzada.
— ¿Y porque no vino Mira?— me pregunta. Miranda es mi novia desde que teníamos dieciséis, a Grace siempre le a caido bien; sinceramente aveces pienso que le cae mejor Miranda que yo.
— Pues porque estaba ocupada, pero en unos días está aquí,— respondo neutro— sabes aveces pienso que la quieres más a ella que a mi— le digo haciendo puchero.
— No seas tonto, ¿como piensas eso?— dice seria— bueno de vez en cuando si, pero ese no es el punto tu eres mi hermano mayo y te quiero, aunque actúes como un tonto te quiero hermanito— habla y puedo notar un poco de diversión en su voz.
— Bueno eso si.
— Ves.
Nos quedamos en silencio por un momento, y intento buscar un tema de conversación diferente.
— Y dime, ¿como te has sentido?—me acomodo mejor en la cama. Y veo que ella se tensa un poco y piensa muy bien sus palabras antes de hablar.
— Bueno, realmente bien— se aclara la garganta— uno que otro ataque de asma pero nada de qué preocuparse.— levanta la mano dándome a entender que me quedase tranquilo.
Oh hermanita no cambias.
— Y crees que me comeré ese cuento.
— No,— se rinde y baja la cabeza.
— Dime, en verdad que pasa— me acerco mas a ella.
Grace:
Después de contarle a Max todo lo que pasó en el transcurso de la semana, noto un poco de preocupación en su voz, y tal vez uno que otro tono triste. Por obvias razones no le cuento lo que pasó el lunes con ese chico de la guitarra que me hizo esa bromita de mal gusto.
— Wow—me dice impresionado,— que loca tu vida.
— Y eso que falta mañana— le digo divertida.
— Tu con tu humor,— muestra un semblante serio.
— ¿Qué?,—le respondo aun riéndome— mis traumas mis chistes, de que sirve tener traumas si no me puedo reir de ellos. Creeme es mejor que ir al psicólogo.
— Tu eres un caso,— se rie conmigo.
Nos reímos hasta que nos doliera el estómago, durante horas nos contamos anécdotas y chistes hasta que ya no podíamos respirar con normalidad, después nos despedimos ya que el tenia que comunicarse con Miranda, y yo tenia que madrugar al siguiente dia para ir infierno al cual se le conoce mejor como liceo. Cuando despido a Max y me acomodo en mi cama para irme a dormir mi celular suena, con una notificación de Facebook un me encanta que puso Angel hacia una publicación en la que lo etiquete, abro la imagen y sonrió a la pantalla con el comentario que colocó el.
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Me despierto con el sonido molesto de la alarma, de mi celular, vaya de verdad tenía que cambiarla. Me siento sobre la cama frotándome los ojos en un intento de terminar de despertarme, me estiró para agarrar una colita la cual se encuentra sobre mi mesita de noche amarando mi cabello en un moño alto, salgo de la cama, para ponerme las pantuflas de conejito que me regaló mi padre en mi cumpleaños del año pasado. Abro la puerta de mi habitación y me sorprendo cuando me consigo con toda la casa en silencio y las luces apagadas, que extraño usualmente siempre que me despierto temprano mi madre siempre de encuentra despierta preparando todo para el dia; a lo mejor se quedo dormida. Pienso mientras me dirijo al baño, cuando ya salgo con mi toalla cubriendo mi cuerpo me sorprende al ver las luces del pasillo encendidas, sin darle mayor importancia me dirijo a mi cuarto para cambiarme y arreglarme.
Cuando salí de mi habitación, me dirigí hacia la cocina bajando las escaleras cuando ya casi estoy a como un metro de la entrada de la misma puedo escuchar un par de risas que provienen del interior . Cuando entro me encuentro con mi madre y mi hermano, ella esta de espaldas a el lavando unos platos en el fregadero con un maltil sobre su vestido ajustado para evitar que se manchara con cualquier cosa; mientras que Max estaba sentado en uno de los banquitos que se encuentran al lado del mesón de granito blanco que está en el medio de la cocina, apoyando los codos, se están riendo de pequeñas anécdotas que Max le contó sobre su trabajo.
— Entonces yo le dije Marie, como vas a ponerle sal al café,— dijo entre risas— pues porque ella estaba hablando conmigo y no se dio cuenta que confundió la sal con la azúcar y accidentalmente le puso sal al café, entonces yo le dije— hace una pausa—: Que bueno que no le diste esto al jefe si no te imaginas como se habrá puesto— y se echó a reír al recordar ese momento.
— Hay hijo,— se ríe mientras voltea las arepas— ustedes si son un caso.
Ella se acomoda recostandose del mesón detrás de ella colocando los brazos sobre su pecho. Yo llego y me siento al lado de Max, pidiéndole la bendición a mi madre.
— Yo tengo una pregunta— le digo a Max girando la cabeza para mirarlo.
— Dime pelusa.
— ¿Cuanto tiempo te quedaras?— lo miró fijamente a los ojos esperando su respuesta, no es que yo quisiera que mi hermano se fuera es más bien todo lo contrario, me alegra que él haya venido a vernos. Es solo que en dos años el no nos a visitado desde que se mudó a España.
— Bueno, hable con mi jefe y me digo que me daba un descanso de tres semanas de la oficina, pero aun asi tengo que seguir mandándole mis informes y presentaciones desde aquí.
— ¿Y por que te hiras tan pronto?— le pregunto intrigada.
— Porque no puedo dejar mi puesto por tanto tiempo Grace.
En eso mi mama, saca las arpas de la cocina y las rellena.
— Bueno, bueno basta de hablar y recojan la mesa que ya vamos a desayunar— mi madre avisa.
Mientras que Max y yo nos ponemos a ordenar la mesa, después del desayuno Max se ofreció a llevarme al liceo en el auto de mi madre, hablamos un poco e el camino hasta que llegamos a la entrada de la institución, me despedí de él. Y entre al edificio, lista para aburrirme en clases.
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El dia paso tan lento como ningún otro en la historia, estaba escuchando al Sr. Ramirez hablar de los Logaritmos, era tan aburrido que juro que me estaba durmiendo, estaba contando los minutos para que terminara su clase para poder dirigirme a la cantina y así poder ver a los chicos y poder socializar con ellos antes de que cayera hacia la locura, literalmente estaba a nada de agarrar mi bolso del suelo e irme a casa. Pero eso no seria lo mas responsable de mi parte.
En el justo momento en que la campana sonó anunciando que esta clase ya había terminado, fui la primera en salir del salón, salí tan rápido que ni se dieron cuenta, a paso calmado me dirijo hacia la cantina paso comprar algo con lo que pueda aguantar las siguientes cuatro horas de clases que me esperan, cuando ya llegue a mi destino. A lo lejos puedo ver la cabellera larga de Angela, ella se encuentra hablando y riendo con un grupo de chicos; me pregunto en dónde estarán sus hermanos, cuando le paso el dinero a la Sra de la cantina para comprarme un pastelito de queso, siento como alguien pone un brazo sobre mis hombros y me sobresalto, al no saber quien es, cuando esa persona habla puedo reconocer esa molesta voz.
— ¿Te asustaste princesa?— escuchó la voz molesta de Angelo, hablarme en el oído.
— Ya te dije que me dejes de asustar así— le digo quitándome su brazo de mis hombros.
— Hay pero no pensé que te molestaras, tanto— se ríe con arrogancia.
— De verdad es que eres idiota— le digo dándole un mordisco a mi pastelito.
El no me dice nada y simplemente me guiña el ojo.
Nos quedamos hablando por unos minutos y asi como llego la hora del descanso así se fue, la campana volvió a sonar anunciando que los quince minutos de receso terminaron. Con pesades agarro mis cosas nuevamente y me dirigo hacia la salida de la cantina, a pasar la siguientes cuatro horas escuchando a los profesores hablar, que divertido; yuuju.
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Las siguientes cuatro horas pasaron tan rápido como un caracol,ya cuando faltaban dos clases para finalizar el dia. Noto por la ventana del salon que están cayendo unas pequeñas gotas de llovía, que rápidamente se convierten más y mas en una tormenta.
Espero y escampé rápido.
Pienso, aun viendo por la ventana. Quien diría que viendo hacia el horizonte las horas pasarían mas rapido en un abrir y cerrar de ojos las dos últimas clases que me faltaban ya habían pasado, ya todos nos encontrábamos afuera del aula esperando que escampara para irnos a nuestras respectivas casas, pero como que la lluvia estaba en contra de eso. Mientras más pasaban los minutos mas y mas se intensificaba la ventisca, estaba buscando a los trillizos para pasar el tiempo, ello me dijeron que los vinieron a buscar mucho antes que empeorara la llovía.
Mientras caminaba por los pasillos,distraída y concentraba en mi propio mundo. Choco contra alguien.
— Oh, perdón enserio no vi— me disculpo.
— No tranquila, no te preocupes.
Cuando escucho esa voz, la reconozco inmediatamente.
Hago una mueca— Eres tu, otra vez— digo con fastidio— el chico de la guitarra.
El me sonríe con agrado.
— El mismo— dice con alegría— la chica de las partituras.
Sin tener mas nada que decir, me devuelvo en mi dirección con intenciones de irme.
— No espera,— me agarra del brazo— no te vayas.
Me giro hacia el— ¿Por?— alzo una ceja.
El suspira— Es que enserio quiero hablar contigo.
Me cruzo de brazos— Creo que tu y yo,— nos señalo— no tenemos nada de que hablar.
— Claro que si, siento que estas molesta conmigo por ese incidente. Y no quisieras que me tomaras como una mala persona.— hace un silencio— Estoy seguro que cuando te explique te reiras.
— Oh tranquilo no necesitas, explicarme nada. Ya tengo muy claro lo que paso.— le digo ya alejándome de el.
— Lo siento— grita en mi dirección.
Me detengo, y una voz en mi cabeza me dice que deje mi orgullo y escuche lo que tenga que decir.
— Esa broma no era para ti,— comienza— era para mi tia.
¿Tía?, como si leyera mi mente me dice:
— La Sr. Sanchez es mi tia, y solo le queria hacer una broma inofensiva. Pero no pensé que tu ibas a cruzar la puerta y ese tobo te caería a ti— puedo notar, arrepentimiento en su voz, verdadero arrepentimiento.
Me volteo y lo miro.
— Se que no estuvo bien, pero como te digo esa broma no era para, ti pero espero que me puedas perdonar.— agacha la cabeza, y se queda mirando el suelo.
Camino hacia el, y le tomo la mano.
— ¿Sabes que?,— le digo haciendo que levante la cabeza y me mire— estas perdonado.— le digo sinceramente, claro aun sigo un poco o muy molesta con el pero, sinceramente ahora que lo veo mas de cerca no parece del todo un mal chico. Tal ves y sea verdad lo que dijo, que esa broma no era para mi.— No pareces un mal chico.
— ¿Que tal si empezamos de nuevo?—dice— Así nos podremos conocer y sabrás que no lo soy— me dice extendiendome su mano, — Erick.
Acepto su propuesta y le tomo la mano— Graziella, pero mis amigos me dicen Grace.
— Okey, Grace no te arrepentirás de esto— dice con firmeza, como que si me lo estuviera prometiendo.
— Eso espero,— le doy una pequeña sonrisa de labios cerrados.
Bueno el chico que esta en frente de mi, aun no me cae del todo bien, pero sinceramente pienso que es de valientes pedir perdón y aceptar sus errores, asi que no veo nada de malo en aceptar sus disculpas. Y quien sabe tal ves nos podamos volver amigos.
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