Capítulo 9

Habían pasado dos días desde que nació Ella.

Lisa había intentado durante esos días ver todo el tiempo que le era posible hacia la casa con tal de encontrarlas por breves segundos y llenarse de tranquilidad.

Ahora se había propuesto llegar más temprano por si cabía posibilidad de verlas, pero curiosamente hoy no había nadie en casa. Lo sospechó porque Jeongyeon estaba en la silla mecedora del portal con un libro y una taza en la mesilla de al lado.

Preguntó a Taehyung por el paradero del patrón y la patrona, incluso hasta preguntó por Minho para verse camuflajeada. Pero ni él mismo, que pasaba todo su tiempo en la finca sabía dónde se encontraban.

La última opción que había requerido las inmensas ganas de saber donde se encontraban y sobre todo, si estaban a salvo, era preguntarle directamente a Jeongyeon.

Pero había estado esperando lo suficiente para hacerlo, casi dos horas perdida en sus pensamientos. Montó a caballo y los cepilló con orden, a todos en el patio del frente. Estuvo tan involucrada en ello que no se había dado cuenta que el auto de Jongin estaba ya parqueado y que de este salía él colocándose el sombrero con enojo.

Subió por los escalones hasta pasar al interior con Minho sosteniendo la puerta para él.

Lisa quedó despistada.

Estaba tan inmersa en su última labor, arreglando las riendas de Richmond, un caballo muy viejo y que requería mucho cuidado, que no se había percatado de la oportunidad.

Las tuvo al alcance, literalmente muy de cerca, y la desperdició.

Aguardó solo unos minutos más y dejó andar al caballo libremente acompañado de Monte. Sus posibilidades de ver a Ella eran escasas, pero lo intentaría.

Ella caminó hasta la casa sin estar alerta. Jeongyeon se había ido lo suficientemente antes para que no le encontraran sentada ahí así que nadie podía verla, o eso pensaba.

Cruzó el camino, pasó frente a la camioneta de Jongin y miró brevemente a la ventana detrás de la silla en la que estaba antes Jeongyeon para cerciorarse de que nadie en la casa la veía o que estuvieran muy cerca de atraparla.

Algunos de los peones estaban almorzando ya, otros probablemente estuvieran terminando sus tareas así que no tenía dudas de estar sola por ese lado.

De pronto en la esquina de la casa, a un lado de los arbustos observó como parte de la pintura blanca se descoloreó. Se entretuvo tocando esa zona, también aprovechando la excusa por si alguien salía o pasaba y la mirara misteriosamente muy cerca, de que examinaba la pared.

Tal vez le comentaría a Minho que luego podrían hacer ciertas remodelaciones a la casa.

—Hey.

Lisa se asustó y se volteó para ver a la chica que le había atrapado en pleno plan.

—Señorita Im. —mencionó apresurada llevándose la mano al pecho.

Numerosas veces se había encontrado hablando muy amigable con Nayeon, y se podría decir que cada vez que lo hacían crecía una amistad. Nayeon le había pedido que dejara de quitarse el sombrero cada vez que se encontraban y por eso no lo hizo.

Nayeon sonreía por el rostro enrojecido de Lisa.— ¿Qué se supone que le haces a la pared?

—Estaba arreglandola. —dijo señalando inútilmente la pared en donde había tenido la mano antes.

Nayeon no se lo creyó.

—Ya veo ¿y lograste hacerlo? —ella se cruzó de brazos mirando a Lisa ponerse en pánico y sabía que de ahora en adelante le jugaría bromas para verla así tan inocente.

¿Pensaba que no la había visto ver hacia el interior de la casa?

—Sí, le he pegado algunos trozos para disimular, pero bueno...

—Ah. —Nayeon rió enseñándole sus dientecitos de conejo a Lisa.

El sol estaba sobre ellas desprendiéndose como antes. Hacía que el cabello de Nayeon, un castaño claro, se iluminara perfectamente hasta las puntas que caían más allá de sus pechos.

Lisa omitió pensar a gusto con la imagen frente a ella.

Estaban en silencio y Nayeon no la dejaba de mirar como si esperara que Lisa continuara hablando, o que le contara, como si no supiera, la razón del por qué estaba escondida en ese lado de la casa.

Lisa no habló. En vez de eso, se quitó de la sombra que parte del techo de la casa le daba y se igualó a un lado de Nayeon, dando a entender que se pusiera ella bajo la sombra para estar cubierta de los fuertes rayos del sol.

Un acto que hizo temblar a Nayeon. ¿Cuándo se cruzaba con Lisa siempre era así?

Lisa le sonrió ya sabiendo que estaba fuera de peligro con Nayeon ahí.

—Señora Im, espero que no haya venido con intenciones de robar a Monte.

Ambas se rieron por la forma en que señaló Lisa el inmenso enamoramiento que sentía Nayeon por el caballo.

—Pues, no, ya quisiera, venía a preguntar si tan solo podía pasar un rato con él... pero me imagino la respuesta.

—Me temo que, no es posible. —Lisa se encogió de brazos y caminó hacia el camino que había cruzado antes para no estar a "escondidas" con aquella mujer.

Se colocaron frente al auto de Jongin parqueado.

Nayeon se relajó un poco, y pensó sus siguientes palabras para dar a torcer el brazo. Pero mientras más estudiaba a Lisa, más se daba cuenta que era imposible hacerlo. Lisa cuidaba del caballo, por lo que tenía su conocimiento y ese "no" que le dio era por algo.

Aún así, el hecho de que cada vez que pedía permiso, Jennie se negaba por todos los medios, y luego Lisa se negaba después de que su patrona le mirara intensamente; sabía que por más que le suplicara, Lisa no desovedecería a la jefa.

—Parece ser que no eres de esas que traicionan a la reina cuando no están... o ¿si?

—Juré lealtad cuando llegué aquí. —dice con sarcasmo haciendo reír Nayeon.

—Que desconcertante. —Nayeon poco a poco se acercaba a Lisa. De verdad que le atraía muchísimo aquella chica desde que la había visto.— ¿Y otro caballo?

—Puede ser. —Lisa le sonrió sin vergüenza a que le señalara que estaba coqueteando, pero luego de hacerlo, y ver el sonrojo aparecer en las mejillas de Nayeon, se había arrepentido.— De todas formas señorita, podemos entrar y pedir permiso, es obligatorio.

—Basta Manoban, no me digas señorita.

Ella le dio un suave empujón en el hombro, y en vez de alejar la mano, la dejó un rato ahí. Por el sol, la camisa de Lisa estaba que ardía, incluso le daba pena que le tocara porque había estado trabajando antes y suponía que tenía la camisa empapada de sudor.

—Disculpa, es que no me acostumbro.

Nayeon rodó los ojos y se volvió a cruzas de brazos.

—¿Cómo es que no te veo muy seguido en la cerca? —preguntó refiriéndose a donde Nayeon podía verla la mayoría del tiempo que era rebasando los límites hacia el oeste.

—No, es que me han cambiado el turno antes señorita y, bueno, las posibilidades de hacer lo que sea durante todo el día, no las tengo.

—Nayeon.

—Ash. Nayeon. —dijo Lisa riendo. Ahora que lo pensaba mejor, no se había terminado de acostumbrar a tratarla de colega.

La otra se colocó un dedo entre los dientes viendo las reacciones de Lisa. Parecía muy tierna como para estar trabajando como mula en una finca, la veía en la universidad, o quizás de cajera en una farmacia. Pero como prácticamente una esclava, no. Tampoco negaba en que tal vez podía contratarla para verla más seguido.

—Que opina si, le doy una vuelta en otro caballo. No creo que la patrona se enoje, podemos ir a preguntarle.

—Estupendo. Vaya preparándolo entonces en lo que voy y le aviso a Jennie.

—Podemos ir las dos, te acompaño. —sugirió Lisa.

Nayeon empezó a caminar hasta los escalones, pero se detuvo ya en el superior de todos.

Sus esperanzas de que al detenerse y mirar hacia atrás donde estaba Lisa, y que ella le estuviera viendo la parte baja eran totalmente altas. Podía decir que sentía la atracción entre ellas, pero al ver que Lisa no le estaba mirando, sino que miraba con muchas ganas hacia la puerta de la casa, se había desanimado.

—¿Y es que nos tienen que tratar siempre así? Digo, solo soy una chica, una vecina más. Puedo ir sola, tranquila.

—Así lo ve el patrón. Tenemos que tratar bien a quien sea.

—Ajá, Jongin es así. En serio, puedo ir sola. Si me dicen algo sobre que nadie tuvo modales para atenderme, te defenderé.

—Entonces, no creo que sea seguro.

—Ay vamos, no seas aguafiestas... iré rápido.

Se fue antes de que Lisa mencionara otra cosa.

Justo Jennie se asomaba por la puerta de su habitación mirando el pasillo para preguntarle a Jeongyeon, que estaba en la estancia si podía ayudarla con la bebé.

Vio a Nayeon pasearse por la entrada, y a Jeongyeon recibirla con un abrazo. Era propio de Nayeon ser demasiado amigable con todos los que se topaba, aún si era Jongin, ella le daría un abrazo a ese hombre esbelto.

Jeongyeon dirigió a Nayeon a la sala de estar más grande, la que estaba al final del pasillo y esa que tenía la puerta trasera.

—¿Nayeon? —fue la forma en que la saludó Jennie.

Ambas se sonrieron y Jennie salió solo un poco a través de la puerta para abrazarla.

—Estaba de paso, iré a montar "otro caballo que no sea el tuyo", solo venía porque Lisa insistió. Sé que tengo permiso ¿no?

—¿Li-Manoban? —preguntó Jennie corrigiendose de inmediato.

—Sí. Es un poco estresante con ese tema.

Jennie asintió dándole el permiso que desde luego no le preocupaba, pero sus ojos iban hacia la puerta al principio del pasillo, y a Nayeon que se le notaba entusiasmada por su salida a montar.

—YonYon... —dejó pasar ese asunto y se volteó hacia la otra.— ¿Me ayudas de nuevo a cambiarla de pañal?

—Sí por supuesto. —contestó emocionada.

—Oh, ¡cierto! Felicidades. —Nayeon aplaudió y con felicidad.— Había escuchado que Jongin estaba como tonto por el bebé.

—Gracias. —Jennie le sonrió.

—¿Puedo verlo?

—Es niña, se llama Ella. —dijo Jennie con orgullo en su voz y ojos brillosos.

—¿En serio? Aw, debe parecerse a ti.

—En eso has acertado. —comentó Jeongyeon encogida entre su delantal blanco al recordar a Ella.— Tiene todos los rasgos de Jendeukie.

—Podría traerla pero tiene el pañal sucio.

—Cierto, voy contigo... Nayeon, si quieres puedes quedarte a cenar. —Jeongyeon le dijo y pasó ahora a un lado de Jennie para entrar con ella en cuanto la otra se marchara a su paseo.

Jennie se cruzó de brazos y se recostó de hombro contra el pilar de la puerta.

De repente le había interesado más que nunca el tiempo disponible que emprendía Nayeon, en especial ahora que iba a estar por los alrededores.

Luego de que Nayeon se negara por compromisos con su hermana para el siguiente cumpleaños del señor Im, salió sonriente de la casa con los ojos de Jennie siguiéndola en todo momento.

Cambió de pañal a Ella, y vio un rato como Jeongyeon intentaba hacerla reír haciendo sonidos extraños.

Poco a poco iba manipulando todo aquello referente a su bebé.

Al final de la semana iba a estar diestra en el asunto, y es porque se lo había propuesto con todo corazón; no iba a permitir que le sucediera lo mismo que con el arroz. Ahora sí que podría demostrarle a Ella lo buena mujer de casa que podía ser.

No le quedaba de otra que acostumbrarse a eso. Después de todo para eso estaba viviendo ahí.

Quiso darle leche a su bebé en el comedor, en una de las sillas con vista al patio delantero donde Lisa había colocado los caballos para que ellos mismos podaran el pasto.

Esperaba verla trabajar un rato, o al menos verla con Nayeon ahí, pero no.

De todas formas se quedó observando a Ella en sus brazos luego de sacarle los gases. Una de sus manitas descansaba en el pecho de Jennie en forma de puño, y la otra estaba encima del babero sobre su mismo pecho.

Se estaba quedando poco a poco dormida con los suaves movimientos que Jennie hacía con su pies.

Era espléndida. Su cabello de un negro oscuro, hecho un remolino por lo largo que era, su respiración tan perfecta, que incluso Jennie quiso sincronizarse con ella.

La estudió un buen rato, encontrando muchas similitudes con Lisa aunque todos afirmaban que era totalmente parecida a ella. Pues claro, era porque no sabían que Lisa era su madre. De saberlo cambiaría mucho sus pensares.

Era una suerte que nadie pudiera leerle los pensamientos ahora.

Fue a dejarla a la cama, puso almohadas a su alrededor para quitarle las posibilidades de moverse y voltearse ella misma. Esperó un rato sentada y observándola por si despertaba, hasta que se levantó con cuidado y salió de la habitación.

Jongin estaba encerrado en el segundo piso, en la que había estado durmiendo un año atrás y que ahora estaban muebles viejos y una estantería llena de libros. Esperaba que se quedara mucho más tiempo allá.

Ahora pasó hacia la sala trasera, encontrándose sus pies con la suave alfombra y sin perderse en esos detalles de admirar el diseño de aquella sala, observó a través de la ventana si había señal de Lisa.

Se acercó mucha más de lo que había hecho antes, semanas y meses atrás.

Nayeon estaba subida en un caballo, reía por algo y se le notaba que disfrutaba de la compañía de Lisa.

Estaban a unos treinta metros como para darse cuenta que Jennie las observaba. Y ella no se inmutó en disimular.

Lisa estaba de pies en la tierra, sujetando una cuerda del caballo y que parecía estar dirigiendo ella misma a Nayeon a otro lugar. Lisa igualmente sonreía.

Sonreía mucho y por más que buscó algo que le dijera que era una sonrisa falsa, no lo encontró.

No quería creerse lo que podía ser una opción. Es que tampoco podía pensarlo. Lisa estaba soltera, eso era seguro, y Nayeon también, así que obviamente alguien como ella se fijaría en Lisa. De no ser así, sería demasiado tonta. Y Lisa... bueno Jennie no sabía que pensar ahora mismo.

Muchas veces tenía la idea de que Lisa algún día la dejaría y estaría con otra mujer pero ver a Nayeon como una de sus posibilidades, le daba miedo. Y ahora cuando no se habían visto, ni se habían hecho el amor en mucho tiempo, las cosas estaban tensas.

¿Lisa había estado con alguien más en ese tiempo? O quizás ahora mismo Lisa estaba considerando estar con Nayeon. Tal vez sea el motivo por el cual la esté llevando donde quiera ahora mismo.

Es que no tenía que preguntárselo, daba por hecho que sí. ¿Qué esperaba? Ambas estaban sin ataduras, o eso pensaba Jennie, y podían hacer lo que fuera.

En el momento que pensaba eso, ya ambas se habían perdido detrás de una pequeña montaña, la que tapaba la casa por completo a una distancia.

Aún así, pensar en esas conclusiones le había hecho sentir de lo peor. Jennie solo podía pensar en ese tiempo atrás en su bebé, y ahora que la tenía consigo, no le quedaba más preocupación ahora que la vida de Lisa.

Tenía todas las de perder, porque estaba casada, y si hablaba de lo físico, mucho peor según ella.

Estaba más rellena, aún tenía su panza inflamada, su rostro no había sabido lo que era un maquillaje desde hace dos días, su cabello estaba sucio, y muchas otras cosas que ella podía enumerar.

Pero en pocas palabras, se sentía fea en comparación con lo que a Lisa le gustaba, o lo que creía ella que le gustaba.

Sus pensamientos sobre que Lisa mirara por primera vez a Ella se cayeron. ¿Para qué? Se encontraría con una desgastada Jennie recién magullada del parto y descuidada.

Le daría muchas más razones para que buscara a alguien más.

Se abrazó a ella misma dándose vuelta y alejándose de la ventana. Vería si Ella necesitaba algo y si no, se quedaría con ella para seguir observándola.

Su corazón se oprimía con fuerza.

Un leve dolor le producía el pensar que no iba a obtener un final feliz junto a la persona que amaba. Nuevamente, esos pensamientos negativos le hacían pensar en una sola cosa.

Esas mismas cosas que pensaba para sentirse mejor cada día, eran las mismas que le devolvían a la realidad.

Así era su vida, y tendría que acostumbrarse a vivir lo que quedaba de ella junto a ese hombre que no reconocía.

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