Capítulo 8
—Pondremos unas cuantas hileras hacia el granero...
—No, hay que ponerlas más lejos. Parte del terreno se quedará en el lado de Im entonces y no se puede permitir. —refutaba Jongin.
Minho dibujó una línea en el boceto de lo que era el terreno, separándolo del de la vecina pero que a simple vista favorecía mucho más a los Kim.
Si seguían así, Lisa sabía que ese problema pararía en un Tribunal si su patrón no daba las tierras que correspondía.
Peleaba un par de metros simplemente.
Lisa no sabía exactamente qué hacían allí con ella. Estaba tranquila paseando a Monte por las montañas vírgenes del terreno y en un momento de descanso habían llegado esos dos a hablarle de tierra.
Aunque no estaba segura de que hablaban con ella, podía escucharlos con claridad como si lo fuera.
—Y si hablamos con ella, puede entenderlo y no agrandar este asunto más.
—No se puede hablar con Im, Minho.
Minho quitó todo intento de ayudar y facilitar las cosas por el bien de su patrón. Miró a Lisa para distraerse. El le daba golpecitos amables en la frente del caballo y deslizó su mano por toda la ternilla hasta posarla ahí.
Jongin dejó caer su peso en una sola pierna y analizaba ahora el boceto de todo el terreno, pensando como podía solucionar ese problema y salir ganando.
Recién el Banco había secuestrado unas hectáreas de un señor vecino, que había pagado toda su vida, pero que olvidó reclamarlas como suyas. El banco se aprovechó de eso y colocó ese terreno en venta como si nadie lo hubiera comprado.
Pero Jongin entusiasmado por un par de hectáreas más, se atrasó en ello y ahora peleaba por mitad y mitad con Im quien solo hacía una obra de caridad en devolverle la tierra al pobre anciano.
—Este asunto me tiene todo sofocado.
Jongin suspiró y sacó su botellita del bolsillo.
Muy extraño era que no hubiera empezado a beber antes.
Estaba sudando. Todo su rostro estaba cubierto de sudor. Cuando se quitó el sombrero para refrescarse con el, su cabello había quedado abultado por el calor y el sudor. No demoró en volvérselo a poner para cubrirse del sol en su máximo esplendor.
Lisa lo había visto entre las doce y una de la tarde rondar por ahí vigilando a la gente de cerca, manteniéndose entretenido e incluso se veía ansioso.
Ella no quería mirarlo tanto. Cada vez que lo hacía, a decir verdad le daba un poco de envidia ahora.
Era un hombre casado con una buena mujer y que le estaba quitando el título de madre ante sus ojos. Sentía enojo consigo misma por esos pensamientos irracionales que jamás en la vida había tenido pero no lo podía controlaba.
Él tenía su vida ganada, una familia, y ella tenía que esperar a cosas del destino a ver si ganaba uno que otro derecho.
Pensaba que aquella ecografía que Jennie le había dado iba a ayudarle en algo, pero solo la había hecho débil, y esa noche se había aferrado a la fotografía en su pecho mientras intentaba dormir. Las horas pasaron y nuevamente no pudo conciliar el sueño repitiendo en su mente el recuerdo de lo que ese día había pasado.
A la mañana siguiente su madre le esperaba en el comedor con sus cuñadas y sobrinos para un desayuno familiar.
El tema sobre su aspecto no se hizo de esperar, pero Jisoo viendo la incomodidad de Lisa, había tomado una que otra broma como escapatoria y hacer reír a las demás, incluso a los niños.
Su sobrino Soobin, el hijo mayor de su hermana Minnie se le había tirado encima para hacerle cosquillas al ver que no se reía, Lisa fingió estar contenta un rato para no preocuparlo, pero al salir del comedor su semblante serio apareció enseguida.
Ver a toda su familia en la mesa, disfrutando de las risas y charlas le había hecho desear que Jennie estuviera ahí también. Que se llevara bien con sus hermanas y su mamá. Que Ella creciera en un lugar rodeada de niños con quien jugar y crecer.
Cuando había parqueado el auto donde siempre, esta vez pasó las horas viendo la ecografía y pensando en algo. Tan solo si Jennie le hiciera caso, harían muchas cosas juntas. Ella podría disfrutar de su compañía y de las patadas de Ella emocionada por salir al mundo.
Despejó sus pensamientos cuando oyó risas de los dos hombres que estaban junto a ella. Por un momento sus pensamientos le hacían desmoronarse delante de ellos al punto de no darse cuenta.
Una cosa llevaba a la otra. Comenzaba pensando en diminutos hasta terminar pensando en Jennie y se daba cuenta del bajón de emociones que se llevaba consigo, porque ahora estaba desanimada a hacer cualquier otra cosa.
Ajustó las correas de Monte decidiendo en dar una vuelta más en trotes para trabajar sus patas y regresar el caballo a la pradera antes de que terminara su turno.
Escuchó movimientos en la hierba por detrás de ella, alguien corriendo hacia ellos. Se giró en una vuelta de ciento ochenta grados y se encontró con Taehyung todo agitado y rojo por el cansancio que llevaba.
Ellos lo miraban esperando a que dijera algo, y él solo trataba de estabilizar su respiración y no fallar en el intento.
—Es la... —esperó un poco golpeando el pecho para toser.— Es la patrona.
Antes de que Lisa pudiera preguntar algo Jongin se adelantó a Taehyung y lo tomó fuerte por el cuello de su camisa.
—Dí de una vez lo que tienes que decir. —le dijo con rudeza muy cerca de su rostro.
En esos instantes Lisa se concentraba en no perder los estribos y salir corriendo hacia allá preocupada. Su corazón iba a mil en respuesta a lo que suponía que era. Pero estaba Jongin ahí.
—Habla de una vez hombre. —dijo Minho, que se montó al caballo que él estaba usando antes de llegar ahí y se preparaba para echar a andar.
—Ha roto fuente. —dijo finalmente siendo soltado rápidamente por Jongin que lo hizo tambalearse.— Los doctores ya la están ayudando.
Lisa iba hacerlo, no soportaba más estar ahí parada y fingir normalidad cuando estaba apunto de nacer su bebé.
Pensaba una y otra vez en ver por fin su carita y de ahí en adelante aferrarse a la idea de soñar con ella teniéndola en brazos.
Justo cuando Lisa se preparaba para montarse a Monte, Jongin estaba a su lado y la empujó con fuerza por su hombro izquierdo, haciéndola caer a la hierba encima de su brazo derecho.
Jongin se subió a Monte y con un fuerte latigazo, el animal empezó a trota con Minho pisándole los talones. Ambos con mucha prisa para llegar a la casa antes que todo.
Taehyung se dejó caer al suelo rendido.
Lisa no sabía que hacer. Se levantó rápidamente y miraba a la montaña que tapaba en dirección a la casa esperando alguna señal, como si hubiese una, de qué podía hacer.
No le puso atención al dolor de su muñeca hasta que de verdad sintió un temblor por todo el brazo.
Miró su mano. Le dolía y no podía moverla pero era aquel dolor que podía resistir.
Con el brazo flexionado, quedando su mano entre el pecho y su abdomen, empezó a caminar hasta la casa. Caminaba porque Taehyung estaba cerca y no podía levantar sospecha de su incontrolable emoción de llegar pronto.
Ya había olvidado cómo su patrón la había tratado antes. Y no le importaba de todas formas.
Caminó ya un poco más rápido para llegar antes y cuando estuvo muy cerca se iba deteniendo poco a poco hasta llegar con normalidad.
Los peones estaban afuera de la casa, y se les veía contentos por la llegada de la hija del patrón.
Lisa miró con disimulo por la ventana buscando a Jennie pero era de suponer que estuvieran en su habitación y no en plena sala a la vista de los peones.
No estaba escuchando nada por los siguientes minutos.
Jennie al principio se había mostrado fuerte y aguantaba el dolor de las contracciones que ya desde hace ocho horas empezó a sentir, pero ya cuando la doctora estaba situada delante suyo y ella acostada en la cama lista para empezar a pujar sin que le dijeran, sus gritos empezaron a escucharse por toda la planta de abajo del dolor.
Jongin no estaba con ella ahí, y Jennie lo agradecía porque lo siguiente que salió de su boca fue inevitable.
Ella mientras se quejaba y una de las enfermeras le tomaba de la mano para sostenerla y darle apoyo, decía entre cada inhalada y en un susurro "Lisa".
Quería que estuviera ahí con ella y le diera ese apoyo que nadie más podía hacerlo.
Sus párpados se apretaban con el dolor y cuando tenía la oportunidad de respirar y ganar nuevas fuerzas, susurró "Idiota".
En que situación la había involucrado y no estaba junto a ella acompañándola. Descarada era si pensaba que se saldría con las suyas embarazandola de nuevo.
Le estaba doliendo peor de lo que pensaba.
Se sostuvo fuerte de las sábanas bajo ella y otra de las enfermeras, la que le repetía "Inhala, Exhala" le colocó otra almohada tras su espalda.
¿Qué más podía hacer? No sabía como dar a luz un bebé y la partera se veía sofocada con la situación. Pensaban que se estaba demorando en parir.
Pero ellas no la entendían.
Iba a expulsar una sandía y cada una de las presentes le interesaba más salir de aquella casa lejos de ese hombre, que guardaba una pistola en la guantera de cuero.
Pero después de todo era culpa de Lisa y que ella estuviera en donde sea menos a su lado velando por el bienestar de su familia.
Claro que en esos momentos Jennie no pensaba muy acorde a la situación en la que estaba Lisa.
Se empezó a relajar, por el bien de todos. Respiraba tranquila siguiendo las indicaciones de la enfermera porque de lo que sabía era que podía desmayarse en cualquier momento.
No podía. Y con todas sus fuerzas se mantuvo despierta y gritándole a su cuerpo que diera a luz pero ya.
Solo duró un segundo el alivio que sintió cuando la cabeza de la bebé hizo aparición entre sus piernas. Se sujetó con más fuerza a las sábanas pensando en la mano de Lisa y haciéndole daño como castigo a su ausencia. Esperó la próxima contracción y empujó con fuerza una vez más, expulsó la mitad del torso de su bebé.
El dolor persistía y se empezó a asustar porque no podía más.
—No puedo, no puedo... —les dijo a las dos enfermeras.
Ellas le alentaron a que sí podía.
—¿Es una contracción? —le preguntó una averiguando la razón del dolor que se visualizó en su rostro.
—No. —contestó con ojos cerrados y soltando un quejido.
—Espera a la siguiente.
Jennie enseguida sintió la contracción luego de esperar unos segundos y empujó con un grito de dolor provenir de su garganta hasta que sintió el alivio en sus caderas.
Se recostó mirando el techo con párpados pesados después de todo el esfuerzo puesto en su última acción.
A su alrededor las dos enfermeras daban vueltas mareandola desde la cama, la doctora le decía lo muy bien que lo había hecho y lo hermosa que estaba su bebé.
Quiso preguntar por qué no escuchaba a su bebé llorar, e iba a levantarse para ver que sucedía, pero en cuestión de segundos escuchó el llanto y el sonido de las tijeras ser depositadas en la bandeja metálica.
—¿Está bien? —preguntó mirando entre sus piernas dobladas tratando de ver algo pero la sabana sobre ella no la dejaba.
—Por supuesto que sí. Es una niña sana y hermosa. —le contestó la doctora y entre un pañuelo azul le pasó la bebé a una de las enfermeras.
Los ojos de Jennie como imanes se dirigieron enseguida a su bebé en los brazos de la otra, que luego se la colocó en su pecho para que la madre le viera y tocara por primera vez.
Sentía como una especie de sorpresa dentro de ella.
Ahí en sus torpes y derretidos brazos cargaba a Ella, tan saludable y hermosa que lo hallaba un milagro.
¿En serio Lisa y ella habían hecho un bebé tan perfecto como el que miraba?
Todavía la enfermera le pasaba un pañuelo a la bebé sobre su cabeza y espalda para limpiarla mientras Jennie observaba cada movimiento.
Cuanto daría para que Lisa estuviera viendo lo que no podía procesar aún.
Por primera vez en toda su vida Jennie veía aquello como muestra de amor. Ella en verdad era un milagro y estaba feliz después de tanto tiempo teniendo miedo de lo que vendría después de dar a luz. Solo pensaba en lo agradecida que estaba con Lisa, sobre todo ella por hacerla feliz de esta forma.
Sentía que con ver ese rostro todos sus problemas se iban a solucionar.
Con Ella a su lado, todo iba a salir bien. Nada de lo que pasara a su alrededor podía afectarla si su hija estaba sana y salva de aquí en adelante.
La bebé dejó de llorar y escuchó la puerta abrirse con fuerza.
Jongin caminó, se colocó enseguida a su lado y miraba con atención la escena.
Por increíble que sea, la reacción de Jongin fue real.
Estaba sonriendo sin dejar de mirar a Ella. Una mano pasó a recostarse por encima de la cabeza de Jennie como sostén, y la otra la posó en la pequeña cabeza de la bebé.
—Es hermosa. —suspiró él.
Obvio que es hermosa, pensaba Jennie.
Ella lo miró curiosa por aquella forma que adaptó. Podía decir que estaba fingiendo delante de las enfermeras pero no, el hombre estaba emocionado en verdad.
Él la atrapó mirándolo y lo único que pudo hacer fue acercarse a besar los labios de Jennie. Esa aproximación hizo que ella apretara los labios para no sentir los de él, y funcionó.
Solo duró medio segundo y como era de esperarse.
Ella no sintió absolutamente nada con ese beso.
.
.
.
Fin del maratón. <3
3/3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top