Capítulo 6

Eran las once de la mañana. Lisa estaba intacta para dedicarse a lo que sea a lo largo del día. Minho le comentó cuando llegó que hoy vendrían los señores Kim a ver si todo estaba en orden y por supuesto, visitar a la señora de la casa que les daría su primera nieta.

Todos estaban escandalizados, hasta Jongin, quien les había ordenado a su gente que toda cosa que se viera mal, lo arreglaran. Lisa conocía a los señores, en varias fiestas había tenido la oportunidad de conocerlos, y ellos la trataban súper bien, siendo hija del gran Manoban. Exclusivamente su conversación con ellos había sido de que ansiaban saber por qué Lisa estaba trabajando para Jongin.

Lisa les aseguró estar tomando experiencia, aunque esa razón se desvaneció ya hace muchos meses desde que había conocido a Jennie.

Minho andaba como loco vigilando que todos aportaban en sus quehaceres.

Justo se había detenido a ver como Lisa ayudaba a Taehyung a cortar una rama de uno de los árboles que daban el camino hacia la entrada de la finca. Lisa era ágil, fuerte, y se había ofrecido luego de sacar a los caballos a echarle una mano a la gente.

Taehyung sostenía las patas de la escalera en la cual Lisa estaba trepada. Sentía unos escalofríos en su nuca cada vez que una de las patas temblaba por la tierra. Continuó con las grandes tijeras cortando una rama en especial que se las daba de difícil con ella.

Suspiraba audiblemente en desacuerdo con dejarse ganar.

Taehyung se rió de ella.

—Debería traer la sierra de podar.

—No, ya lo tengo. —le aseguró Lisa.

Unos minutos después y Lisa seguía apretando las tijeras. Minho que no había dicho nada, solo observándola con brazos cruzados y esperando a que se diera por vencida.

Ahora estaban presenciando un nuevo reto para ella.

Lisa soltó una palabrota, casi un susurro como para que no la escucharan siendo grosera. Pero no fue el caso. Escuchó a Minho decir "buenas días" y sentir también como Taehyung dejaba de sujetarla.

Antes de reclamarle a Taehyung, Lisa miró por las ramas que la cubrían para verlos. Casi suelta las tijeras y el capataz se echó a reír, cuando por poco Lisa resbala en la escalera de dobles patas.

—Deberían hacer uso de los implementos que les ofrecemos.

Esa voz.

Tan dulce e inocente que podía asegurar que su piel se había erizado.

Lisa no la había vuelto a escuchar desde hace un mes atrás, desde que Jennie había discutido con Jongin en la cocina. Una discusión que había sido razón suficiente para que Lisa comprara una pistola, porque aquellas amenazas de su patrón nunca salieron de su cabeza.

Lisa se movió en la escalera para bajarse, tratando de no caer y sus compañeros sólo podían reírse muy bajo.

—Sí, ahora mis-mo... la busco. —bajo rápidamente de la escalera y se sacudió la ropa de algunas diminutas ramas y hojas que tenía encima.

Cuando ya levantó la mirada y se encontró con la de Jennie, juró que su cerebro dejó de procesar información. Primero la miraba a los ojos, unos que brillaban más que el mismo sol, luego fue bajando hasta mirar la panza de siete meses en ella.

Se le fue el aliento.

Desvió la mirada a los dos hombres que preguntaron algo a Jennie sobre cuanto tiempo se quedarían los Kim. Dirigirse a Jennie era más seguro, ella no era grosera y les contestaba con una sonrisa siempre.

Lisa trató de incorporarse en la plática, pero no tenía ningún argumento para hacer. Se quedó esos minutos en que Minho le decía a Jennie todo el esfuerzo que sus hombres hacían para llevar todo en orden y por supuesto, la manera en que él llevaba la organización.

Lisa la observó de reojo y cada vez más afirmaba lo hermosa que se veía.

Y su panza, la observó tanto como pudo y Jennie se lo permitía con una sonrisa sin hacerle ningún comentario, algo le dijo a Lisa que lo hacía por ella.

Sacudió la cabeza simulando alejar su interés en aquella mujer, no podía dejar que Minho o Taehyung se dieran cuenta de cómo miraba a su patrona.

—Iré a buscar la sierra, con permiso. —se quitó el sombrero para despedirse de Jennie y caminó lejos de ellos hacia la bóveda, uno de los cuartos traseros de la casa al que solo tenían acceso por los materiales eléctricos.

Luego de la extensa lluvia en la madrugada, el sol había salido a las ocho de la mañana con su ímpetu.

Todavía la tierra estaba mojada, y se sentía ese rastro de frío que dejó la tormenta. Pero todo indicaba que haría sol en las siguientes horas de la tarde.

¿Una pistola? Sí.

Lisa estaba tan asustada escuchando como discutían mientras ella nuevamente cortaba el césped, que pudo sentir esos impulsos de entrar y darle una buena golpiza a su patrón.

Quería hacerlo.

Iba a entrar, ella juraba que estaba a punto de entrar pero, Jennie.

Solo pensó en todas las cosas que podían salir mal y las consecuencias que tendrían.

Jennie gritaba por algo, incluso escuchó como Jongin tiraba un plato.

Solo discutían porque no había vino en la oficina de Jongin, y este acusaba a Jennie de botarlo, lo cual era falso.

Las manos de Lisa se habían hecho puño, y había apagado la máquina para escuchar si Jennie era agredida. Pero la historia había dado un giro drástico porque sin saberlo, Lisa acababa de salvar a Jennie de una cachetada.

Jongin cuando escuchó que la máquina había sido apagada, se había asomado por la ventana y miró a Lisa a través del vidrio.

Por su cara completamente roja y ojos huecos, se notaba de verdad muy enfurecido.

Él caminó por la cocina, rebasando el comedor con Jennie detrás diciéndole que se calmara y que no hiciera nada.

Jennie sabía que Lisa estaba escuchando y por supuesto que había intentado calmar a Jongin pero le era imposible cuando la acusaba hasta de robarle el vino y venderlo. Jennie no quería provocar a Lisa con sus peleas.

Jongin había salido de la casa con la pistola en mano que justo había sacado en el transcurso de su camino a Lisa.

"Qué escuchas idiota" le preguntó a Lisa cara a cara, tan solo a un centímetro de ella. Ella solo lo miraba sin moverse, sin parpadear, con cejas fruncidas, retándolo y dándole a entender que no tenía miedo de lo que hiciera.

Sabía que la estaba provocando. Tal cual introducción a una lucha libre en el que se vería derrotada por el arma.

"¡Te estoy preguntando!" le había gritado en su rostro, pero Lisa lo seguía mirando con esos ojos de ella que podía matar a cualquiera en ese momento, había estado provocando a Jongin, muy en serio.

Jennie estaba en las escaleras con un rostro preocupado y las lágrimas a punto de salirse. Veía las manos de Jongin temblar en el gatillo de la pistola, que seguía apuntando hacia el suelo escondida en su costado. Ella quería decirle que se detuviera pero simplemente era una palabra que buscaría más problemas, sería acusada enseguida por él al estar defendiendo a Lisa.

Lisa solo escuchó atentamente las palabras de su patrón aquel día: "Juro que si te metes en lo que no te importa o tan siquiera me vuelves a mirar como lo estás haciendo... ni una bala en tu cabeza te va a salvar de la paliza que vas a recibir" le dijo apuntandola con la pistola en todo el medio de su frente.

Jennie había sollozado un "No Jongin" mientras se dejaba invadir por el miedo de lo que podía pasar en esos momentos.

Minho había aparecido a tiempo, pero Jongin bajó el arma por su cuenta dejando la amenaza en Lisa. Jeongyeon había llegado a donde Jennie a tranquilizarla y luego de ese susto tuvo que llevarla a recostarse unas horas para que se estabilizara.

Lisa desde ese día no se lo perdonó.

Sabía que Jennie estaba delicada con todo el embarazo y ella buscando problemas no la iba a ayudar.

Trató de hablar con ella aunque fueran cinco segundos, pedirle disculpas por algo de lo que no se pudo contener.

Su instinto le decía que debía estar pendiente de ese hombre durmiendo con la madre de su bebé.

Pero no obtenía muchas oportunidades para hablarle.

Agradeció enterarse que Jennie estaba bien al día siguiente, Jeongyeon se había encontrado con Lisa en una farmacia en el centro de la ciudad y le había contado que estaba todo bien con Jennie y que solo había sido el susto del momento.

Lisa se disculpó con Jeongyeon y aprovechó de decirle que le dijera a Jennie lo arrepentida que estaba por provocar a Jongin, y que no volvería a pasar.

Cuando ya estaba en aquella bóveda dos por dos en busca del aparato, escuchó como abrieron la puerta con rapidez. Se giró asustada por el ruido que emitió la puerta. Pensaba que algo había pasado y le iban a advertir.

Pasaban los días y Lisa no podía bajar la guardia con cada cosa que pasaba o escuchaba; le recordaba a Jennie y del deber que tenía de cuidarla por sobre todas las cosas.

Pero se quedó sorprendida cuando la persona que había abierto la puerta era ella.

—Jen. —dijo aliviada, más que sonar contenta.

Jennie cerró con el seguro, y se abalanzó a Lisa para abrazarla soltando una risa silenciosa. La presionaba contra ella, no habían tenido un contacto así desde hace tiempo y ahora, se sentía viva y extasiada.

Lisa le entregaba un abrazo tierno, pero no tan fuerte porque estaba sintiendo el embarazo de Jennie sobresaliendo entre ellas. Lisa sonrió colocando sus manos por primera vez en la panza.

Suspiró conteniendo esas ganas interminables de llorar por la increíble familia que tenía ahora. Eran lo más preciado que tenía en el mundo y hasta ahora, después de meses tuvo la oportunidad de poder tocar a su bebé formándose.

Aún así agradeció mentalmente la oportunidad de hacerlo.

Fue conciente durante muchas noches de insomnio, lejos de poder dormir al menos en la misma zona que Jennie, que el tiempo estaba volando entre sus manos, y que estaba la posibilidad de perderse una etapa importante en su vida.

Jennie solo la observaba mirando su panza y colocó sus manos sobre las de Lisa que miró brevemente a Jennie para sonreírle con gratitud.

Lisa luego se inclinó un poco hacia ella para colocar sus labios temblorosos de ansiedad.

Jennie sintió los labios de Lisa secos, y cuando tomaron un tiempo para respirar, se percató de que Lisa respiraba por ellos apresuradamente como si contuviera esas ganas de llorar por lo que acababa de pasarle luego de tantas noches pensando en su familia. Jennie le quitó con el pulgar una lágrima que corría por su mejilla.

—Es una niña... —le dijo besando el rastro de aquella lágrima.

Lisa agachó su cabeza y asintió mirando al suelo. No quería que Jennie la viera llorar así; ella tenía sus razones para hacerlo en solitario pero delante de Jennie no podía porque temía ocasionarle algún mal.

Pero al escuchar que esperaban una niña soltó más lágrimas de lo que esperaba. Estaba encantada porque tendría una princesa que cuidar y la viva imagen de Jennie seguramente.

Se secó las lágrimas rápidamente y le sonrió avergonzada.

Lisa esperó un rato buscando atajar las lágrimas, mientras veía a Jennie mirar fugazmente la puerta, marcando un límite de tiempo.

Volvió a abrazarla.

Jennie le dio caricias en la espalda y sentía ya como Lisa le repartía besos por su hombro hasta llegar a su mejilla. Tomó a Jennie de las mejillas y la miró fijamente dejando atrás toda esa armadura que le impedía no hacer lo que quería.

—Jennie... vámonos de aquí...

—¿Qué?

—Por favor, ven conmigo... —le decía con ojos tristes y presionados.

—Lisa... no —Jennie tenía un nudo en la garganta que no le dejaba terminar de hablar. El rostro de Lisa se desvaneció, quitó las manos de las mejillas de Jennie para tomarla de las manos y besarlas.

Negó. Cerró los párpados con fuerza y volvió a negar.

—Tenemos que irnos, no podemos seguir así...

—Sí puedo Lisa.

—No, no, no...

—No puedo irme y lo sabes. —quitó las manos bruscamente de los labios de Lisa que volvían a besarla.

Lisa se quedó expectante, sorprendida por aquella reacción y el distanciamiento que ponía Jennie.

Se quedó varada, mirando con miedo a los ojos de aquella mujer que se negaba rotundamente a salir de ese hoyo.

—Es peligroso que te sigas quedando aquí.

—Yo creo que no, aquí es mejor que quien sabe en dónde... —lo dijo como si no había posibilidad— Lisa, entiende que no se puede. —suspiró y se volteó para abrir la puerta pero Lisa la detuvo antes.

—Espera no te vayas —la tomó de la mano e hizo que se volteara, Jennie tenía sus labios apretados, quería llorar.— Tengo dinero, y una cabaña en la colina... en las tierras de mi familia, es muy linda y debes respirar... el aire de ahí, podemos vivi...

Jennie se soltó de su agarre. Lisa le estaba hablando como soñando con ese lugar y como si lo hubiera planeado sin preguntar al menos. No quería que le manejaran su vida como lo estaba haciendo ella, decidiendo dónde llevarla solo por tener a su bebé.

—Jen... —le tembló la voz.

Jennie ya estaba llorando y las cejas estaban fruncidas del enojo incapaz de comprender a su amante.

Lisa dejó caer los hombros ante la imagen frente a ella.

Estaba hiriendola, sabía que Jennie se negaría y se pondría mal pero ella lo hizo de todas formas.

Se arrepintió de sus palabras y también de las decisiones poco convencionales que tenía, claro que Lisa se echaba la culpa a ella misma.

—Te amo, Jennie...

—Lisa, ya para.

Tragó pesado por la voz que emitía Jennie. De pronto Lisa se halló en un mar de sensaciones indescriptibles, ¿qué debía hacer en una situación así? Quería a su familia más que a ella misma y solo velaba por la protección y bienestar de Jennie, ¿hacía algo mal?

—Qué... hacemos entonces... —le preguntó miedosa de la respuesta.

—Si todo lo que piensas y decides es por celos, no vas a lograr nada y mucho menos controlarme.

—No te estoy...

—Sí lo haces.

Lisa bajó la cabeza, como si tales posiciones sociales se dieran a relucir. Se sentía reprimida no por Jennie, sino por su patrona.

Nuevamente su pecho se calentaba y ya veía venir la taquicardia por la situación poco comprensiva que sostenía.

No se atrevió a seguir hablándole, solo se miró las manos en ese rato que se acompañaban pero lo suficiente para que Lisa desistiera de todo intento de escape y se armara a la disposición que demandara Jennie.

Pero de nada valió decidir dejarse caer por el bienestar de Jennie y abandonando su promesa de protegerla para que se sintiera a gusto, porque Jennie antes de irse le habló con rudeza.

—No puedes arriesgarte a nada de eso Lisa ¿no entiendes? No sabes las cosas que pones en juego en mi vida por eso... n-no... no quiero seguir así.

—Pero Jen... yo les prometí...

—Eso ya no importa cuando lo primero que quieres hacer es darte a la fuga, arriesgando todo —Lisa solo observaba a otras partes del cuarto para no ver ese rostro ensombrecido llenándola de culpa y omitiendo las ganas de decirle que todo lo que decía eran mentiras.— N-nunca fuimos algo... real, pero de todas formas Lisa, ya no quiero estar así contigo, ya no quiero estar contigo.

—¿Qué?

—Ya me escuchaste. Yo tengo esposo y mi hija al final y de todos modos, llevará su apellido.

Lisa la miró a los ojos y sus ojos se cristalizaron en cuestión de segundos.

Jennie solo hizo que su mirada permaneciera fría mirando como Lisa se veía abatida con lo que escuchaba. Le dolía verla así, quería abrazarla pero Lisa no le entendía.

—No puedes hacer nada para cambiar eso Lisa.

—Jen. —susurró como pudo. Sus ojos se había cerrado y su piel de pronto se volvió fría.

—Te dejo, Lisa.

Jennie se giró, abrió la puerta y salió del cuarto secando esas lágrimas que contuvo con pesar.

Ella no podía seguir viviendo así. Para Jennie se le hacía más fácil dejar todo y adaptarse a la vida que tenía.

Sería más sencillo según ella si Lisa no estaba en el camino.

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Damos comienzo a un mini maratón

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