Capítulo 4
—¡Todo esto es basura!
—Jongin...
—No —señaló a Jennie con un dedo y aporreó los cubiertos en la mesa.
Se limpió la comisura de los labios con la servilleta de tela fina que reposaba en sus muslos y volvió a mirar a Jennie.
Pero, se había tranquilizado en tan solo dos segundos cuando vio que Minho y Jeongyeon aparecían en el comedor curiosos por los gritos que acababan de escuchar.
—¿Pasó algo? —les preguntó tomando los cubiertos y jugando con la comida en su plato.
—No patrón —Minho pareció sospechar. Se colocó su sombrero— Con permiso —él salió del comedor dejando a Jongin a solas con su esposa.
Jeongyeon lo siguió.
—¿Có-cómo es posible que el arroz esté quemado? —preguntaba entre dientes para que Jennie, quien estaba a su lado fuera la única que escuchara.
Él volvió a dejar sus cubiertos en la mesa y miraba a Jennie como si esperaba que ella le contestara.
—No seas así... —Jennie continuó comiendo cabizbaja porque ella había hecho el arroz.
Pero Jongin no sabía eso, y aunque lo supiera posiblemente su reacción sería la misma.
No nos sorprendamos. Jennie cocinaba muy bien, la misma anciana Berta le había enseñado y por supuesto, Jeongyeon también. Solo que cuando se había decidido a cocinar por cuenta propia, a Lisa le había correspondido cortar el césped que rodeaba a la casa.
Había dejado el arroz haciéndose en una paila en la estufa. Tenía suficiente agua como para que le diera tiempo de ver a Lisa un rato por la ventana.
Pero mientras estaba absorta, admirando los músculos de sus brazos tensarse cuando hacía fuerza o en lo que se dejaba hipnotizar por el sudor en su rostro, el olor a paila quemada le llegó a la nariz.
Lisa no era despistada. Se había dado cuenta de la silueta de Jennie en la ventana, pero no podía mirarla porque Jongin estaba muy cerca conversando con un señor para organizar una de sus fiestas.
Escuchó como Jennie se quejaba mientras ponía la tapa de la paila en la repisa. Se había quemado los dedos con el vapor. Lisa miró hacia la ventana brevemente para supervisar que todo estuviera bien adentro, y como si Jennie le leyera sus pensamientos, se había vuelto asomar para verla y asegurarle que estaba bien con una sonrisa apenada por su torpeza, y a Lisa no le importó el olor que provenía de la cocina. Ella le sonrió de vuelta con ternura.
—Iré a darle esto a uno de los inútiles —se levantó bruscamente y se llevó el plato consigo. Sin despedirse, sin volver a poner la silla en su lugar.
Jennie se terminó la ensalada y la carne, luego terminó de beber el agua que ella misma se había servido porque Jongin discutía algo por mensajes de textos justo al empezar a comer.
Jongin últimamente estaba de mal temperamento. Cada día empeoraba más su humor y no había nada que pudiese calmarlo a no ser por el licor en la estantería de su oficina.
Jennie recordaba como Jongin era antes del matrimonio. Atento, caballeroso, pero tan solo días después de su luna de miel, parecía estar inconforme con la vida que le había tocado. Fue separándose de ella poco a poco, aún así, seguía de vez en cuando tratándola con cariño para persuadirla, y sobre todo lo hacía estando frente a sus padres, que le echaban miradas acusatorias cuando Jennie se encontraba sola en una de esas fiestas mientras él le daba la espalda.
No había tenido ningún otro trato sexual con Jennie. Por alguna razón no quería tocarla o insistir en la cama ahora que Jennie tenía tres meses de embarazo. Tampoco nos vamos a quejar de eso, y Jennie estaba agradecida porque no le gustaba el olor que desprendía Jongin; alcohol, cigarrillo y estiércol de caballo.
Aquello último le hacía gracia.
Lisa solo había visto de lejos unas cuantas veces a Jennie. Jongin en cierto modo no la dejaba salir para que no se hiciera daño y era una de las únicas ideas realmente buenas que Jongin había tenido y que Lisa lo apoyaba.
Ella prefería que Jennie se quedara recostada todo el día.
—¡Oye! ¡Manoban! —le gritó Jongin desde la entrada de la casa bajando los escalones para pararse en la hierba que Lisa acababa de cortar.
Lisa apagó la máquina y se quitó los guantes. Caminó rápido hasta donde estaba él con su plato de comida entero.
—Un regalo de la casa —le sonrió con hipocresía extendiendo el plato hasta ella.
Lisa se guardó los guantes en el bolsillo de atrás y lo miró extrañada.
—Mi hora del almuerzo ya pasó patrón.
—Y que importa... solo cómete esto.
Lisa miró la comida con un rostro natural. Jongin sacudió el plato para que se apresurara a tomarlo.
Agarró el plato con desconfianza y Jongin se echó a reír con ganas.
—Provecho —le dijo él con sarcasmo mientras se giraba y entraba a la casa.
Ella se quedó un rato ahí, y recordó que había visto a Jennie en la cocina antes, así que supuso que ella había cocinado.
Se sentó en los escalones siendo un poco atrevida y comió como si no lo hubiera hecho en varios días. Obviamente estaba quemado el arroz, pero no iba a quejarse. Era la primera vez que disfrutaba de una comida hecha por Jennie y eso la hacía feliz.
La ensalada tenía aceitunas y le daba un sabor diferente en la boca. A Lisa no le gustaban, pero se las comió de todas maneras.
Por otra parte, cuando Jongin se retiró a su oficina pidiendo estar a solas para arreglar unos asuntos, Jennie aprovechó ese espacio a solas y se fue a la ventana del comedor para ver en donde estaba Lisa.
La estaba viendo, tal cual, sentada en los escalones comiendo de la comida.
Quería guardar toda esa imagen en su cabeza, de algo que jamás para Jennie iba a ser posible. Poder hacerle de comer a Lisa, o que esta le hiciera de comer a ella y a su vez compartir en una mesa como esposas, quizás. Nada de eso era posible para Jennie.
Ni en sus sueños más alocados.
[•••]
—Manoban, anda. Llévale esto al patrón antes de que se marche. —Taehyung había llegado hasta donde Lisa tendiendole los informes ganaderos que a Jongin se le había quedado en las habitaciones de los demás.
Lisa que se encontraba en los establos del frente cepillando a Monte lo miró frunciendo las cejas.
—Qué dices, anda tú —le dijo ahora sonriendo y sin dejar de cepillar al caballo.— A ti te soporta más que a mí.
—Me lleva... —soltó una palabrota y se dio vuelta para salir.— Al menos él se controla más cuando la patrona está con él.
Lisa detuvo sus actividades y miró hacia la puerta que era abierta por su compañero.
—Espera... es que recordé que tenía que informarle por el estado de Monte, podría aprovechar. —Taehyung se daba vuelta escuchando la recién excusa que Lisa formulaba.
Su compañero asintió después de todo gustoso y le dio los folders. Taehyung se fue hacer otras cosas pendientes.
Iban a ser las cuatro de la tarde y si todo lo hacían rápido, podría ser que cuando llegara su patrón no obtendrían regaños de estar demorando en las actividades.
Jongin en esos meses estaba despidiendo a todo personal de limpieza que se asomara en su finca. Según él ninguno podía hacer labores de verdad, y todo ese mal genio había hecho que a varios de los sobrevivientes les correspondiera hacer doble trabajo.
A Lisa eso le encantaba. Salía ganando en todos los aspectos.
Podía ver a Jennie seguido, aunque fuera de lejos y si se lo permitía la tarea.
Y estaba ganando dinero más de lo que ganaba antes, y eso lo hacía con un solo fin.
Lisa no se había quitado la idea de la cabeza en comprar una tina de baño para bebés y en ella meter todo tipo de implementos para su cuidado, desde pañales hasta una caja de biberones.
Quería darlo todo.
Ese plan estaba en proceso. Cabía la posibilidad de que Jongin no aceptara obsequios por parte de los peones y también conociendo lo orgulloso que era el tipo, no le sería extraño que su patrón se mostrara ofendido.
Diría algo como: "¿Me crees incapaz de hacerme cargo de mi propio hijo?"
Así es, porque su patrón esperaba un niño. No una niña débil, él quería un hijo que llevara su apellido bien puesto y continuara con el linaje.
Lisa se talló la camisa con la mano libre. Quería estar presentable frente a Jennie ahora que la vería tan cerca.
Empezó a correr cuando escuchó el motor del auto encenderse.
Lisa se detuvo justo en las rejas metálicas que ya habían sido cerradas y extendió la mano para que Jongin viera sus folders, frenó justo a medio camino de salir de la orilla en donde dejaba el auto estacionado cuando tenía que cerrar por él mismo el portón.
Vio como Jongin murmuraba algo desde el auto mientras que abría la puerta para bajarse. En lo que se movía, Lisa se permitió registrar rápidamente el auto a unos siete metro del portón, Jennie estaba en los asientos traseros, mirándola fijamente como si se sorprendiera de verla allí parada.
Cargaba el cabello suelto echado a un lado de su cuello. Parecía tener puesto un vestido, pero Lisa no podía afirmarlo cuando desde el pecho hacia abajo estaba tapado con la puerta del auto.
Lisa desvió sus ojos para ver a Jongin aproximarse.
—¿Es que no pudieron avisarme cuando ya estaba en el hospital?¿eh? —comentó con sarcasmo.
Él agarró sus papeles y dio vuelta con prisa sin decir "gracias".
Lisa volvió a mirar a Jennie para sonreírle cuidadosamente. Increíblemente se había puesto nerviosa esos segundos mirándose una a la otra. A Lisa le delataba la mirada dilatada y su boca medio sonriente.
Pero ahora se preguntaba, ¿A dónde se dirigían? ¿Tardarían en llegar? Poco a poco a Lisa se le fue cambiando el rostro a uno preocupado. Es que nunca iba a dejar de preocuparse.
Solo esperaba que a donde quiera que Jongin los llevara, rogaría para que estuvieran a salvo. Y algo que más le afectaba a Lisa, era pensar que Jongin la llevaría a pasar los meses restantes a casa de sus padres. Los señores Kim eran buenas personas, Jennie estaría en buen cuidado, pero Lisa temía que se perdiera el parto, o al menos poder verla con su panza.
Tenía la esperanza de verla embarazada aunque sea una sola vez.
Jennie le siguió sonriendo con tranquilidad desde la ventana hasta que Jongin entró al auto y lo puso en marcha.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top