Capítulo 26
Jongin se quitó el saco y lo tiró con brusquedad en el colchón de su habitación. Ya se había mudado para la que había dejado Jennie vacía, dejando la anterior como un deposito de las cosas que ella había dejado por ahí. Cosas que él le había comprado y no se llevó.
Tan solo pensar lo malagradecida que Jennie actuó respecto a la vida que él le complació, lo estaba enfureciendo. Se deshizo de la corbata de un tirón de manos por el nudo y se la dejó colgada en el cuello.
Lo cierto era que la jueza le había negado cualquier tipo de soborno y él se había opuesto a perder. Su muy mal humor frente al prestigioso abogado que contrató su padre, se hizo visible drásticamente, dejando perplejo e incómodo al señor.
No le importaba armar una escena delante de la jueza para ganar algo de intimidación, pero la conocía por anteriores casos desplegados sobre los hombros de su padre por asuntos territoriales; y sabía que ella no cedería.
Delante del abogado, en realidad le daba igual porque recibía un buen pago por el tiempo y la ayuda.
Se estabilizó, aún de pies, en el centro de su habitación. Con sus manos apoyadas en su cintura. Pensando y analizando lo que debía hacer cómo muchas otras veces había hecho.
Pero estaba decepcionado.
De él, obviamente.
Suspiró ampliamente con ojos cerrados, su cabello levemente despeinado por las rasquiñas que se dio mientras conducía de regreso.
Incluso empezaba a aparecerle caspa; lo que le provocaba más estrés.
Al rato, se decidió en bajar por algo de beber en el refrigerador, tal vez agua, algo que no fuera alcohol por unos segundos de su vida.
Cuando atravesó la cocina, no le importó realmente el moretón que se reflejaba en la mejilla de Jeongyeon, pasó de largo cuando ella justo iba a pasar al otro lado haciendo que ella en el momento se detuviera para permitirle el paso a él.
Aquella vez había actuado sin pensar. Jongin no sabía por qué había reaccionado así. En la noche de aquel trágico día, le pidió disculpas usando como evasiva que estaba siendo perseguido por influencias negativas, que no había sido él y que para nada ella se merecía eso.
Jeongyeon no le prestó atención, porque a fin de cuentas sabía las consecuencias de decirle y estaba claro que Jongin la iba a ver como una cómplice.
Además de que, para ese momento del día, solo había sido una "inútil" cachetada, no iba a ponerle demasiado cuidado. Pero no se esperó ver el color desnaturalizado de su piel a la mañana siguiente y que aún quedaba en su mejilla.
Jongin al final, tomó jugo de naranja recién exprimido, por las pequeñas pulpas rellenas de jugo que habían traspasado el filtro y que se notaban en la superficie.
Se topó nuevamente con Jeongyeon y esta vez no pudo desviar su mirada del rostro de ella.
Intentó decirle algo en el instante que sus ojos se encontraron, pero ella siguió su camino esquivándolo. Jeongyeon pensó que tal vez le diría algo como "¿Qué miras?" O "Apártate", por eso el eludir de su persona para guardarse de otra regañada.
Jongin asintió mientras subía las escaleras.
Sabía que el lastimarla había causado alejar una de las únicas personas que se preocupaban por él. Recordó como muchas veces la joven mujer le ayudó con sus indecisiones y malestares, mientras se enfermaba.
La había regado, y en especial porque si alguien se enterara de su cometido, lo iba a tomar como una motivo importante para no dejarlo prevalecer en su matrimonio.
Aunque de todas maneras lo daba por perdido.
[•••]
Jisoo le había explicado más o menos el proceso a Jennie.
—¿Dijo que no va a firmar?
—Cinco veces —aclaró Jisoo, pero se echó a reír— Lo conozco. Sabe que no puede hacer nada e intenta hacernos la vida un poco más interesante.
—Complicada, diría yo —interrumpió Rosé.
—No debemos preocuparnos —Jisoo caminó hacia la puerta de la cocina y se perdió.
Rosé seguía cruzada de brazos apoyada de la pared, justo a un lado de una fotografía en donde Jisoo aparecía de unos ocho años sin camisa y a orillas de un río.
A Jennie le hizo gracia.
—Cada vez que dice eso, hace que me preocupe más —comentó Rosé desinteresada por la pequeña sonrisa que Jennie tenía colocada en su rostro.
Algo que tuviera que ver con Jongin, mezclado con las sonrisas de Jisoo, le terminaban dando mala espina. Ellos continuaban siendo cercanos, y le ocasionaba un fuerte puñetazo en el pecho, que su esposa estuviera tan feliz por las terribles actitudes de Jongin.
Concretamente le hacía revolcar.
Jennie en cambio, no le respondió. Había pasado ya casi una semana y todavía estaba un poco tímida delante de ellas. Cada vez que su mirada topaba con alguna, le consumía la pena porque tan solo unos meses atrás, era ella la patrona de Lisa. No acabaría de acostumbrarse por completo.
Respecto al asunto del divorcio, ella confiaba en las palabras de Jisoo. Lisa y ella estaban ahora más tranquilas respecto a eso.
—Otra vez. Es un llorón —se quejó Rosé cuando ambas escucharon el llanto del bebé provenir de una de las habitaciones del fondo.
Jennie rió y la vio ahora a ella partir. Le encantaba ver las interacciones entre esa familia, le parecía gracioso cómo por unos segundos demostraban estar cansados o desanimados, pero al final, eran realmente muy unidos.
A Rosé y Jisoo las podías ver después del almuerzo, pelearse o mirarse con enfado por cualquier tontería, incluso se podían escuchar por ahí algunas groserías de repente, pero unos cuantos segundos después, las encontrabas en el sofá con radiantes sonrisas.
Sin duda era el ejemplo más extraño de relación que había visto, porque sus padres mantenían distancia todo el tiempo, y con Jongin nunca se vio la oportunidad de identificar lo que tenían.
Con Lisa... solo había sido una pelea, la cual Jennie provocó siendo verdaderamente tonta. Pero por lo demás, parecía tomar justicia lo bien que se pertenecían y se entendían.
En tal caso, si se presentara alguna situación con Lisa, Jennie deseó poder imitar sabiamente el ejemplo de sus mayores.
Aunque veía extraño pelearse con Lisa porque no podía haber algo que le molestara de ella.
Todo eso lo pensó hasta que Jisoo regresó de la cocina.
—¿Lisa va a demorar? —preguntó directamente.
Desde muy temprano ambas hermanas se habían retirado, y hasta ahora solo había vuelto Jisoo diciéndole que Lisa estaría controlando algunas diligencias.
No quiso preguntarle cuáles, aunque realmente quería saber cuánto tiempo le quedaba para volver a verla. Pero se conformaba con que al menos estuviera enterada.
Ahora le era totalmente necesario estar a su lado; no por si algo resultara mal, no, ahora Jennie deseaba restablecer cada minuto que pasó sin ella; era algo imposible devolver todos esos años, pero tan solo estar todos estos días juntas, viviendo en el mismo techo y compartiendo, no quería perderla de su lado.
Pasar las noches entre sus brazos, era lo mejor que pudo haberle pasado en esta semana.
Cuando estuvo desayunando, no dejó de pensar en cada beso y caricia que se regalaban en la intimidad de la habitación y que le había hecho dormir tranquila.
Había soñado muchas veces con ese momento, pero nunca se lo imaginó tan perfecto como lo había experimentado. La señora Manoban mientras bebía de su café, la había notado en otro planeta pero tampoco quiso despertarla.
—No creo que se tarde —le respondió dándole una ojeada a su reloj de muñeca y se dirigía a la mitad de la estancia—. Estará de regreso con algo de comer.
Jennie tímidamente le agradeció por la respuesta, y Jisoo acostumbrada a la timidez de su nueva cuñada, le dejó sola luego de lanzarle una sonrisa.
Luego de pasar toda la mañana sin ella, y observando a Ella mirar lo que los otros niños hacían, el escuchar cómo el motor característico de su auto se estacionaba en el parqueadero, incontrolable ante las ansias de verla su corazón empezó a latir rápido.
Aún así, se quedó en el sofá sin dejar de mirar a los niños, que ahora se levantaban del piso alfombrado y se asomaban por el pasillo curiosos por la llegada de un automóvil.
Supo que la habían reconocido cuando el niño más pequeño, que si mal no recordaba era el de la otra hermana de Lisa, sonrió ampliamente y salió corriendo en dirección a la puerta a su encuentro.
Todos menos Ella, que se había colado entre las rodillas de Jennie buscando protección al no saber de que trataba.
Jennie estaba en el sofá de espaldas a la entrada, miró brevemente hacia los niños emocionados sin abrir la puerta y se emocionó al notar a Lisa jugando con la manigueta para entrar.
Instintivamente sonrió.
Lisa se veía espectacular, su sonrisa diferente a todas las que había visto antes en ella la hacía entumecer los músculos. Jennie entonces dejó de ver hacia atrás en el momento que Ella le preguntó quién era la persona que había llegado.
Supuso que Ella preguntaba con la esperanza de que se tratara de Lisa, y cuando Jennie le respondió con una caricia en el cabello: "Es mamá", Ella se inclinó para verla con ojos brillantes.
Ella todavía pegada a Jennie, recostó su mejilla en el respaldo de las manos en el sofá.
—Me van a dejar caer —les avisó Lisa a sus emocionados sobrinos cuando uno se le colgó del brazo que cargaba las bolsas de comida.
Le preguntaban de todo, pero ella era incapaz de responderles a la vez.
Cuando entró a la sala, ellos se calmaron y la dejaron acercarse cerca de Jennie.
Rosé les había dado una breve plática cuando en sus habitaciones fue a darles las buenas noches. Ellos aún estaban emocionados por el ingreso de su nueva prima a la familia y con eso entendieron que algunas veces su tía Lisa necesitaba estar con ellas.
Lisa les dio las bolsas a ellos y les dijo que lo llevaran a la cocina mientras que el más pequeño se dirigía hacia las habitaciones para avisarle a todas que había vuelto.
Luego de eso fue a sentarse a un lado de Jennie y la saludó con una sonrisa. Después puso toda su atención en Ella que no hacía más que mirar fijamente a Lisa.
—Has demorado.
—Me reuní con un colega, y fui a investigar una tapicería para la cocina.
Jennie le lanzó una mirada que indicaba querer saber más sobre esa tal reunión. Pero enseguida cayó en cuenta que ni Lisa quería decirle, y menos planeaba hacerlo cuando estaba concentrada en hacer que Ella se le arrimara en sus brazos.
Ella caminó hasta el lado de Lisa y dió sus brazos para que Lisa le levantara.
Las miradas de los otros se concentraron en Lisa, un poco anonadados por el hecho de que su tía Lisa quisiera recibir y mimar a la otra cuando antes, toda la atención de ella estaba en ellos.
—Jisoo me ha dicho que ya le han avisado a Jongin. No quiere firmar.
—Sí —Lisa sostuvo las manos de Ella y las besó delicadamente.
—¿Podemos jugar a fuera?
Uno de los niños que había estado sentado en el sofá se dio cuenta de que se aproximaba Rosé con el pequeño que había ido a buscarla, y aprovechó el preguntarle aquello para sacarlos de ahí.
Jennie en su llegada a la casa había sentido que llamó la atención rápidamente, pero aquella sensación de hace unos días no se comparaba con la mirada que le daban los niños ahora.
Era más bien, como si ellos le dijeran que estaban algo tristes por la repentina ausencia de Lisa y el trato más amoroso hacia Ella.
—¿No van a comer? Pensé que tenían hambre —les dijo Rosé con gracia haciéndolos sonreír y reprochar que por supuesto que tenían hambre.
Ellos cambiaron de opinión enseguida.
—He traído de todo —anunció Lisa.
—No olvidaste el Japchae ¿cierto?
—Fue lo primero que ordené.
—Ya oyeron a tía Lisa. Y no saldrán hasta que acaben su plato.
Los niños hicieron un sonido de reprobación total, lo que hizo reír más a Rosé.
—Te ayudo a servir —Jennie se levantó apoyándose cuidadosamente de Lisa.
Lisa estaba pensando en hacer lo que su yo interior deseaba, y así fue mientras abrazaba con cariño a Ella. Cuando Jennie estuvo de pies lista para seguir a Rosé, Lisa echó una rápida ojeada a los glúteos muy bien formados de Jennie que en el momento lograron provocarle una sonrisita.
Todo hubiera salido bien de no ser porque justo cuando retiró su vista de ahí, Jisoo iba apareciendo en la sala y la había pillado.
Las otras dos se encaminaron a la cocina, Rosé por su parte muy emocionada ya que era un milagro más participación de Jennie hacia ellas y no se refería a tareas en el hogar, sino a ser partícipe de algunas cosas juntas. Eran una familia después de todo. Y Jennie caminaba con la esperanza de disipar esa tensión acumulada a través de los días. Ni siquiera estaba preocupada por el tema del divorcio, probablemente eran sus hormonas llegando a afectarle para bien.
—Te he visto.
Lisa ignoró a Jisoo.
Empezó a darle conversa a Ella sin conseguir respuestas. Le había preguntado qué había hecho mientras no estaba y sencillamente Ella le respondió un "Nada". No le sorprendía lo increíblemente reservada que era la niña, pero de todas maneras luego le preguntaría a Jennie.
No se pudo deshacer de los ojos malhechores de su hermana.
Lisa normalmente hubiera rehuido y negado tal cosa. Hace mucho tiempo que no pasaba nada que le dejara en vergüenza delante de sus hermanas y esta vez era seguro que Jisoo aprovecharía molestarla. Pero sorprendentemente, Lisa quería eso.
Últimamente la necesidad de contarle a alguien sobre su relación era muy grande. Intentó hablarlo con Jennie una noche, pero con el constante masaje que le hacía en su cuero cabelludo, Jennie caía rendida en sus brazos y no despertaba hasta la mañana. Rosé andaba muy ocupada en sus propios asuntos y en el cuidado de los niños que casi nada se veían.
En lo que preparaban la mesa y servían la comida, Lisa permaneció en el sofá. Ella se dió la vuelta para quedar abrazando a Lisa del cuello. Lisa no perdió la oportunidad de pasar más tiempo con ella, acarició su espalda y le contó sobre lo que había hecho hoy.
Había tenido una reunión exclusiva con un colega que anteriormente había trabajado para la familia como seguridad. Pues deseaba contratarlo por si Jongin se volvía loco. Sentía que algo así podía pasar y teniendo en cuenta sus sospechas, prefirió asegurarse de tener a alguien por ahí que supiera cómo manejar a alguien desestabilizado.
Cuando llamaron a todos para empezar la comida. Lisa se asomó por el umbral con Ella actuando de koala en su pecho.
Jennie se encariñó con la imágen que representaban. Sus ojos no se despegaron de Lisa, mirándola con amor, hasta que Rosé le preguntó si Ella podía comer por si misma.
La mesa era grandísima, incluso más de la que Jennie estaba acostumbrada a comer. Solo faltaba una silla y en este caso fue Lisa la que prefirió esperar a que todos comieran y se quedó de pies, apoyada en la encimera observando a Ella usar los palillos para niños que uno de sus primos había abandonado tras rendirse en el intento. Jennie a su lado le separaba alguna de las cosas que Ella no comía y luego lo pasaba a su plato.
—Dios mío Jimin, deja de jugar con la comida —se quejó Rosé. Ella estaba concentrada en darle de comer al más pequeño, el cual estaba en una silla para bebés a su lado, y no se había fijado en los demás niños que hacían de todo menos terminar su plato.
—Pero esto no me gusta —dijo él señalando con su dedo el plato.
Jisoo solo observaba con una sonrisa.
—Déjalos mujer, que no saldrán a jugar —dijo con ojos juguetones y pasó a ver a cada uno de los niños buscando alguna reacción o grosería.
—Ya yo estoy terminando —anunció uno mirando orgullosamente a Jisoo.
—Muy bien, saldrás a jugar sólo —le contestó Jisoo.
Tanto Rosé como Jennie la miraron incrédulas por su respuesta. El niño frunció las cejas no pudiendo imaginarse solito jugando en el patio sin su manada. Él miró al mayor de los niños, siendo el líder.
Lisa soltó una carcajada.
—Oh Jennie, al final nosotras quedamos criándolas a ellas también —Rosé siguió comiendo, pero el tono de su voz delató la indirecta con la que quería atacar a su esposa.
—¿Jugaré sólo?
—Yo jugaré contigo —le tranquilizó Lisa, ganándose una mirada bonita por parte de Jennie.
—¡Ya estoy terminando! —dijeron otros dos con la finalidad de no dejar sólo a su hermano.
Cuando todos estaban dispuestos a acabar con sus platos, Jisoo se levantó para dejar algunos en el fregadero bajo la seria mirada de su esposa. Lisa encontró una coca cola en el refrigerador para beberla y matar tiempo, pero antes de que pudiera tan siquiera sacarla, Rosé le llamó con un "Pss" y le hizo seña de que no lo hiciera. Lisa dejó la lata donde estaba y retrocedió sin llamar la atención.
Ella por poco y terminaba con trampa su comida, cuando el niño a su lado le empezó a decir que él había aprendido demasiado rápido usar los palillos. Obviamente ella no le contestó, pero él le continuó hablando, distrayéndola de todo.
—Sunoo —lo llamó Rosé desde su asiento.
—Ya terminé —le respondió rápidamente el niño con temor a ser reprendido.
—Pero Ella no ha terminado.
Él balanceó sus pies sin tocar el piso, mirando el plato de Ella con disgusto.
—Ha puesto tu cara —le dijo en un susurro Lisa a Jisoo, quien se había quedado secando los recipientes y platos recogidos a un lado de Lisa.
Jisoo miró sobre su hombro y la imágen le sacó una sonrisa de dicha.
—Cuando se trata de comida, Rosé deja de parecer dulce —le siguió el susurro a Lisa.
Al final, Lisa se ofreció a lavar cada traste y los demás decidieron reposar sus estómagos viendo alguna película en la sala.
Lisa terminó con las sobras que dejó Ella en su plato y vió como Jennie le decía que se dirigiera a la sala con los demás. Fue Sunoo el que la acompañó hasta entrar por el pasillo.
Habían quedado asombradas por la confianza que se estaba ejerciendo entre Ella y los niños. Los días anteriores, Ella no se alejaba de Jennie para absolutamente nada, los niños podían intentar hablarle y ella solo con monosílabos comunicarse, pero solo lo hacía estando Jennie o Lisa cerca.
Ahora se notaba una evolución grandiosa en ella y ambas, Lisa y Jennie, sonreían a menudo.
—Yo te ayudo.
Jennie se acercó por detrás de Lisa y colocó su mano al final de su espalda para indicarle que se moviera.
Lisa la observó a un lado.
—No tranquila, yo lo hago —le dijo sin moverse de ahí.
Jennie notaba el esfuerzo que Lisa hacía por hacer que ellas se sintieran cómodas, pero este era otro nivel.
De todas formas de quedó a su lado. Al rato le extendió la mano a Lisa para que le fuera pasando los platos y ella los colocara en las gavetas de arriba.
Muy a gusto con la situación, Lisa reveló una de las cosas que ya llevaba tiempo pensando hacerlas. No podían seguir actuando con tensión solo por estar pasando uno de los momentos más cruciales en su vida. Debían desenvolverse y de no ser porque tenían tiempo para estar a solas, Lisa hubiera esperado hasta estar con Jisoo y pedirle algún tipo de consejo.
La Lisa que Jennie había conocido hace cinco años, desapareció. Y Lisa estaba consciente de eso.
Quería volver a tener esa confianza que había vuelto loca a Jennie en su momento. Quería ser la Lisa sin miedo al mañana y ponerse firme para sostener a su familia.
Mientras restregaba la esponja, Lisa miró a Jennie, con la respiración descontrolada porque estaba considerando el cambiar de actitud drásticamente. Podría ser que se sorprendiera y al final detuviera cualquier movimiento con la excusa de que no era el momento para esos juegos.
Claramente Lisa no sabía que desde un principio, Jennie buscaba eso en ella.
Sin pensarlo más, Lisa se acercó de lado y dejó un sonoro beso en su mejilla.
Jennie sonrió. Aquello le inspiró lo que faltaba para atreverse a todo, porque Lisa volvió a darle un beso más largo, permaneciendo en sus labios en la mejilla de Jennie y provocando más de una cosquilla en su cuerpo.
—Cuidado dejas caer eso —el tono tan suave con el que se me dirigió Jennie, impidió que Lisa entendiera esa advertencia como el "aléjate" del que temía.
Más rápido que ligero, Lisa limpió todo para ella misma colocarlos en la gaveta y dejar a Jennie con una expresión de reproche a su lado.
A pesar de que Lisa le ignoraba sus manos insistentes a que le pasara los platos, Jennie sonreía encantada.
Había pasado ya mucho desde que dejaron de hacer ese tipo de bromas y coqueteos. Sus cuerpos no podían tan siquiera rozarse porque era segurísimo que ambas estarían debilitadas en cualquier momento y por lo menos hoy, Lisa tuvo la iniciativa de acercarse.
Jennie por su parte, solo esperaba el siguiente movimiento.
Lisa manejando en sus manos o uno de los pañuelos, volvió a girarse para besarla en la mejilla pero fue sorprendida cuando Jennie esta vez se giró y terminó dándole un beso en los labios de piquito.
Al separarse, Jennie se rió con ganas y le dio un golpecito en la espalda a Lisa por la sorpresa que mostraban sus ojos. Lisa quedó hipnotizada tres de los cincos segundos que se podía de verdad disfrutar de un beso de Jennie. Los otros dos los utilizó para sonreírle agradecida por la risita que le había regalado y se giró con un entusiasmo —que seguramente había estado guardando todo ese rato— para tomar con ambas manos el rostro de Jennie y besarlo.
Se separó un segundo para ver sus pupilas volverse oscuras, y volvió a besarla empezando a mover sus labios lentamente.
—Has dejado agua en mi cara.
Jennie tenía peligrosamente sus manos en la cintura de Lisa, esperando el momento para decidirse en atraerla hacia sus propias caderas para rematar sus cuerpos.
—No importa.
Lisa hablándome con voz seductora muy cerca de su oído, no era la forma que se buscaba para llevar las cosas con calma.
Le erizó la piel, y en vez de los nervios fríos que se filtraban en su ser cuando algo iba a pasar, fue una ola caliente que llegó hasta su cara y le puso las mejillas rojas.
Lisa se echó a reír silenciosamente, dejando su perfecta dentadura al descubierto y haciendo que Jennie hiciera lo que tanto deseaba.
Acercó las caderas de Lisa a las suyas y se generó el silencio que las llevaría a tomar la siguiente decisión.
—¿Crees que tengamos un rato?
—Tal vez —dijo Lisa y jugó un poco con el cabello de Jennie para después separarse de ella.
—Vamos —Jennie la tomó de la mano y caminaron hasta el pasillo que se dirigía a la sala.
El problema era que Ella estaba ahí y estaban seguras de que se daría cuenta.
Se rindieron en cuestión de segundos al verla girar su carita hacia ellas y sonreírles con ternura inocente. Sin duda no era el momento, Jennie caminó hasta ella y se sentó en el sofá para cargarla encima de sus muslos. Y Lisa hizo lo mismo.
Por dios, que su hija estaba ahí y no podían fácilmente irse y dejarla por quien sabe cuánto tiempo, porque hace unos minutos, lo que menos quería Lisa, era ir rápido con Jennie.
Jisoo estaba en otro sofá explicando algo a los niños mientras todos veían la televisión. Rosé fue la única en ver los rostros sonrojados y desprendidos de las recién llegadas; omitió una sonrisa cuando Lisa pasó el brazo por encima de los hombros de Jennie y con sus dedos le acarició con peculiar sutileza la tela de su blusa.
Por sus expresiones ella diría que se habían dado cuenta de uno de los obstáculos principales por las que estuvieron tan tensas últimamente.
Rosé sabía de lo que observaba, porque era madre de cuatro hijos y digamos que la suerte no era la principal masa en su vida íntima teniendo a esos pequeños por todas partes.
Pero así mismo como les había llegado esa iniciativa, así mismo se esfumó.
Se concentraron en la compañía de cada una y disfrutaban el que Ella riera con seguridad por cosas que se proyectaban en la pantalla y que a los demás les gustaba. Jennie no hacía de su parte al comienzo, miraba a Lisa con intensa locura y excitación que esta se dio cuenta, pero Lisa no realizó ningún pase.
Se propusieron en dejar pasar la calentura.
Por muy pequeño que fuera, a Lisa le quedó gustando la sensación de estar ahí con ellas, porque podían haber estado viviendo resultados más difícil; en cambio, estaban bendecidas, y así lo había dicho muchas veces la señora Manoban buscando hacerles tranquilizar y persistir hasta que llegara el final de esa ardua lucha.
Terminaron de reposar y los niños salieron acompañados de Jisoo y Lisa para jugar en el patio. Jennie se quedó con Ella, pero luego junto a Rosé salieron para verificar la clase de juegos que tenían.
Estaban un poco esperanzadas porque Ella se animara a jugar, pero en cambio no dejó de mirar a Lisa levantar a los niños en sus brazos y darles vueltas con rapidez. Tal vez eso le había asustado, y se quedó tomada de la mano de Jennie.
Ahí, Lisa tuvo la oportunidad de contarle a su hermana la noticia que le escandalizaba el corazón tan solo recordarlo.
Jisoo había volteado a verla sin expresión, porque no se lo había esperado, ni mucho menos que se lo contaran repentinamente un día en el que estuvieron juntas y muchas veces se presentó la ocasión.
Jisoo no dejó de verla, y quedó aún más conmovida cuando Lisa le confesó que era la primera persona en saberlo.
Los sentimientos estaban rebosando en la superficie.
Cuando ella se dirigió a Lisa para estrecharla en un abrazo, le felicitó como siempre se había imaginado hacerlo.
Y es que no podía estar más orgullosa y contenta por el trabajo de Lisa en formar su familia. Lo estaba haciendo maravillosamente bien y se lo había dicho entre el abrazo con la voz seca.
Esto apenas comenzaba para ellas.
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