Capítulo 22
Ya había pasado unos días después de la fiesta.
Jennie estuvo todo el día encerrada en su habitación junto con Ella quien se mostraba totalmente en desacuerdo con eso. Pero Jennie se sentía tan cansada y triste que permaneció en cama más que otros días en los que se sintió mal.
No la habían molestado. Jeongyeon le había pasado la comida amablemente sin preguntar, y escuchó antes como alguien intentaba abrir su puerta sin tocar, luego de que se enteró por los gritos de Jongin borracho al otro lado, que era él, agradeció haberle puesto seguro. Seguramente iba a reclamarle por su comportamiento en la fiesta y a decirle nuevamente que no volviera a dejarlo en vergüenza delante de tanta gente importante.
Jennie tomó de la mesita el teléfono, y al desbloquearlo ya estaba con el contacto de Lisa abierto.
"Estamos bien", escribió. Luego de enviarlo dejó caer el teléfono en el colchón y se arropó con las sábanas aún más.
No la había visto desde la fiesta por cosas externas a ellas. La extrañaba más que nunca y no dejaba de pensar cuando sería el día en que se atrevieran a salir de ahí, sin saber que estaban más cerca de lo que se imaginaba.
Jennie estaba asombrada por como recientemente sentía mucha dependencia de Lisa. Pensó que se debía a lo que estaba pasando justo en este momento, pero recordó que siempre había sido así incluso antes de su encuentro en el bosque aquella semana.
Tal vez la situación la hacía pensar más en ella, y querer inmensamente estar en sus brazos ahora mismo.
No demoraba en anochecer, y la llovizna hacía más oscuro lo que quedaba del día. Miró hacia la ventana y se topó con el cuerpecito de Ella sentada. Había estado en esa posición mucho tiempo, y estaba ya cabeceando hasta que Jennie le colocó la palma de la mano en la espalda y la atrajo hacia su cuerpo.
Ella se dejó caer en el pecho de Jennie y de a poquito se acomodó sobre ella.
Los minutos ya habían pasado volando después de su última ida al baño, estuvo mirando hacia el techo, esperando a saber qué.
El corazón le palpitaba igual como hace cuatro años, pero esta vez tenía la cabeza en alto sabiendo que pronto saldrían de ahí.
Puso cómodo el cuerpo de Ella a un costado, bajándolo de ella para poder movilizarse.
Se levantó brevemente recostando el codo en el colchón para estirar la mano y recoger la prueba de la mesita. Ya en sus manos se volvió a acostar y se llevó el aparato al pecho estrechandolo contra la respiración acelerada.
Inhaló con fuerza y arrancó el aparato de si misma para ver el resultado.
Positivo.
Sus manos en cuestión de segundos se volvieron calientes. Las sabanas que la abrazaban por el frío se volvieron inútiles sobre su cuerpo.
Miró hacia el cuerpecito dormido de Ella, y se volvió a colocar el aparato en el pecho mirando luego hacia el techo con una media sonrisa que se esforzaba por salir completamente.
Su corazón estaba bailando, sí que lo hacía.
Siempre iba a estar feliz con todo lo que se relacionara a Lisa.
Iban a tener otro bebé y ella no era capaz de aguantar la felicidad que eso le provocó.
Solo por esta noche Jennie estaría tranquila al saber que tenía una pequeña creación en su vientre y que este estaría viviendo junto a Lisa muy pronto. Ya no tenía que ocultarlo, y le alegraba no tener que fingir o hacer que pensaran que era de Jongin.
Le alegraba pensar que estaba a salvo dentro de ella.
Jennie empezó a quedarse dormida con los pensamientos al máximo. Recordando un montón de detalles que le hacían ilusión en el futuro como: la reacción de Lisa cuando le dijera, o a quién esta vez se parecería su bebé.
Sonrió mientras se volteaba adormilada para abrazar a Ella y rogaba poder ver a Lisa mañana para contarle lo maravilloso que nuevamente lo habían hecho.
Hasta recordar ese día tan extasiado le erizó los vellos del cuerpo.
[•••]
A la mañana siguiente, iniciando el fin de semana, Lisa se fue de la finca con el pensar constante de que no había podido verlas en todo el día de ayer.
Solo pudo eliminar un rato ese sentimiento cuando recién entró a la casa el olor a madera se impregnó en sus fosas nasales haciéndola respirar profundo para refrescar sus pulmones.
Hacía frío y corría un suave viento por la ventana que hacía mover las cortinas de ese lugar al que ella llamó hogar por mucho tiempo.
Ahora no lo podía ver así por qué su hogar se hallaba cerca de Ella y Jennie.
La época de lluvias perduró hasta el fin de semana aún cuando pensaron que llegaba el otoño. Sus pies aunque estaban protegidos por dos pares de medias y las botas, estaban fríos como el hielo. Cargaba un chaleco impermeable y debajo un suéter gris a juego con sus pantalones de tela.
Había llegado hace unas horas a casa de su familia, antes dio una vuelta por la cabaña para darle una vista completa de lo que faltaba, pero todo indicaba que se encontraba lista para habitarla. Se había quedado un buen rato observando la cuna que ella misma había hecho para Ella, la había colocado a un lado de la gran cama para tenerla junto a ella en todo momento. Le era terrible pensar que no podría ni siquiera usarla.
Sentía que se estaba anticipando a los hechos, pero cuando vio todo lo que su madre había puesto con la idea de que viviría ahí sola, sin saber los verdaderos planes de Lisa, le habían dado ganas de rellenar su nuevo hogar con pertenencias de Jennie y juguetes de Ella por todos lados. Decorar las habitaciones junto a Jennie, que la cabaña reluciera todos y cada uno de sus gustos.
De no ser por la señora Manoban la cabaña de seguro estuviera en un modo minimalista esperando a ser rellenado cada espacio. Pero su madre le había puesto un diseño juvenil y solterona que le hizo hasta reír.
Se preguntó en esos momentos cómo sería su casa en un par de años y cómo serían los gustos de Jennie, por supuesto.
Ahora que estaba de vuelta en la finca, iba a despedirse de su madre para volver a la de los Kim con un poco de apuro. Ahora ansiaba volver y verificar que todo estuviera en orden, más que todo ver si tenía oportunidad hoy para verlas.
Echó ropa limpia en su maletín para tener al menos por otra semana más. Cuando salió de su habitación y se encaminó a la sala empezó a escuchar unas voces que a medida que se acercaba las reconocía.
Jisoo hablaba en susurros con la señora Manoban.
No quería realmente meterse en medio de ellas dos cuando hablaban de "negocios", pero al escuchar como su madre le decía a su hermana algo sobre ella, entró a la sala.
—No le digas así, es tu hermana.
—Es una irresponsable mamá. ¿Cómo puedes apoyar lo que hizo? Es desastroso, papá estaría...
—Lisa... —dijo la señora Manoban viéndola bajo el marco de la puerta.
Jisoo se giró sentada en el sofá para verla unos segundos, luego se volteó bruscamente quitándole la mirada.
Lisa se dio cuenta de la mirada enojada que Jisoo le daba a su madre, incluso vio como rodó los ojos ante lo asustada que veía a su madre al Lisa descubrirlas. Aunque no estaba segura de cómo actuar lo de lo que había interrumpido, Lisa observó a ambas con desconcierto.
—Estaba hablando con Jisoo... —quiso explicar la señora Manoban.
—No hace falta mamá —Lisa hizo un gesto con la mano indicando que detuviera lo que sea que iba decirle. Después de todo solo quería despedirse y hacer como que no escuchó.
Mientras tanto, Jisoo miraba sus uñas con tal de ignorar la incomodidad que estaban presentando. Jisoo aún no podía creerse que en definitiva Jennie y Lisa tenían algo. Y no solo algo, sino que también tenían una hija.
Ella se había buscado horrible dolor de cabeza sin saber, al tener curiosidad por lo que había pasado en la fiesta con Jongin y Jennie ya que fue un acto de atracción principal. Su madre le había contado más de lo que deseaba conocer.
Afirmaba estar totalmente en desacuerdo con aquello.
Lo que habían hecho era fatal, y ella conociendo a Jongin sabía que él haría lo que fuera para ganar esa guerra.
Él no soportaría otra humillación.
Lisa pasó a un lado de los sofás en donde estaban ellas para salir de casa, las tiras del maletín que cargaba en su hombro las apretaba por lo mal que se sentía al ser observada con pena y siendo criticada. Lisa no era tonta, por la mirada de Jisoo y por el gesto en su rostro sabía que podía pasar su cabeza.
Le sorprendía, a la vez que le deprimía saber que su hermana ni siquiera mostrara estar de su lado. No podía justificar los errores que cometió, lo que había hecho estaba mal de muchas formas y no esperaba consolación, pero sí debía admitir que le hubiera gustado que su familia estuviera junto a ella.
Ahora sabía que no podía confiar en casi nadie cuando su propia hermana se mostraba negada a la situación.
Lisa se preguntó en el trayecto de su camino, si pedía consolación al pedir un poco de apoyo por parte de su familia.
Ella creía que no.
—Lisa espera —la señora Manoban se levantó tan pronto Lisa abrió la puerta con apuro en salir de esa pasarela.
Lisa solo le había pedido confianza, le había pedido apoyo de una manera muy discreta y ella la había traicionado. La señora Manoban también estuvo sorprendida cuando Jisoo se había revelado frente a ella, ¿pero qué podía hacer? Ya había soltado todo —casi todo, ya que Lisa no le había contado la historia completa—.
Qué fue lo que las llevaron a realizar tales cosas.
No sabían de la atracción que ambas se tenían, ni los desgraciadas que se sintieron al principio, no sabían lo feliz que eran al tenerse a su lado y sobre todo, no sabían lo enamorada que estaba Lisa para soportar uno de los golpes más grande que la vida le estaba dando.
La señora Manoban alcanzó a tomarla de la mano ya en el camino de asfalto rojo que las conducía hasta el parqueadero.
—No te vayas así.
—Mamá, está bien... —Lisa no quería mirarla, no cuando nuevamente estaba siendo débil.— Tengo que irme.
—Jisoo me ha dicho que Jongin lo sabe. Que ha estado observándolas... sabe que ustedes tienen algo. Lo sabe desde hace mucho. —confesó en un vago intento por ayudar.
A Lisa le era espeluznante enterarse de que siempre lo supo, de que cada vez que sus ojos se topaban, esa mirada casi asesina que él le daba era después de todo, porque ya lo sabía.
Lisa le sonrió débilmente y llevó la mano que estaba sujetando la suya a sus labios para besarla cariñosamente antes de irse.
—Ya no te preocupes.
Le dolía enormemente saber que no tendría ya algún tipo de ayuda por parte de su madre. Jisoo seguramente le prohibiría a su madre ayudarlas, era clarísimo que tendría efectos negativos para la Finca Manoban.
¿Cómo podía esperar algo así? Por Dios, ella era la villana en esta historia y ¿aún así esperaba refuerzos?
Su madre se veía claramente angustiada. Sus ojos asustados como nunca se habían mostrados, ahora se revelaban al ver igual de asustada a Lisa. Había arruinado muchas cosas por contarle a Jisoo, pensando que esta ayudaría en algo quizás, o que permanecería callada.
—No te preocupes... estaremos bien.
—No le hagas caso a tu hermana.
Antes de que Lisa pudiera decirle que trataba con todas sus fuerzas de no creer en que la de aquellas palabras era su hermana, pero Jisoo salió de casa perseguida por Rosé que tenía la mano en el pecho de lo directa que había sido Jisoo al contarle que había pasado, le había tomado por sorpresa la noticia aunque algunos cables le fusionaron la memoria de cuando fue a vacunar a los caballos y notó algo extraño.
—Es una locura Lisa —le dijo caminando hacia ella con expresión demandante.
Rosé se quedó en la puerta, su rostro mostraba ahora más entusiasmo que miedo.
La señora Manoban se colocó en medio de ambas apenas Jisoo estuvo cerca. Lisa estaba empezando a delirar porque no se esperaba absolutamente nada.
Todo se le fue de las manos en un día y ahora su hermana le armaba un escándalo por eso.
Lisa retrocedió, ajustando el maletín de cuero en su hombro.
—Ya cierra la boca Jisoo —dijo su mamá.
—Tengo que irme mamá, nos vemos después —Lisa se despidió nuevamente besando la mano de su madre como si esta se tratara de la última vez que la vería.
Y así lo pensó.
Lo peor de todo era que debía decirle a Jennie lo mal que le había ido, y que incluso su madre había dicho todo a quien más cerca estaba de Jongin. Le había dicho a Jennie que todo estaría bien cuando ahora mismo ella estaba siendo derrumbada.
Cuando Lisa se dio la vuelta, caminó escuchando las palabras de Jisoo.
—En qué te has metido Lisa.
—Deja de hablar Jisoo —volvió a callarla la señora Manoban.
—Estás loca... —Jisoo totalmente exaltada puso las manos en su cintura exhalando todo el aire acumulado. Miró hacia suelo, se balanceaba de un lado a otro revisando sus opciones. Su hermanita, la única de las tres que nunca mostró un mal comportamiento, que siempre estaba pendiente de su familia, la persona menos problemática que había conocido, por primera vez se había metido en un problema.— No me lo puedo creer —susurró por último con una risa nasal.
Siempre había sido Jisoo la que mostraba solución a los problemas familiares. Era ella la que siempre velaba por los bienes familiares, la que estuvo involucrada en una gran demanda y que había salido victoriosa por sus dotes defensores. Además de ser la hermana mayor de Lisa, era sin duda toda la imagen de su padre y Lisa muchas veces se lo había dicho.
Era ella quien había quedado al mando.
Jisoo sonrió. Ella había estado pensando cómo solucionar algo así, pues no lo evitó al escuchar a su madre contarle, pero no vio solución, al menos no una que no involucrara demandas.
Lisa llegó hasta el auto de su padre, buscó la llave en su bolsillo y cuando estuvo adentro cerró la puerta con fuerza e inmediatamente puso la mochila en el asiento del copiloto, luego dejó caer las manos en la parte superior del volante.
Ni siquiera podía arrancar el auto.
Jisoo había mencionado a su padre. Todavía era un tema delicado para ella y su hermana había hecho mención de aquello en el momento menos indicado.
Es que no sabía qué dolía más.
Su mamá delatandola, su hermana dándole la espalda, lo decepcionado que estaría su padre, no poder cumplirle a Jennie que estaría bien todo, recordar a Ella llorando por cuenta de Jongin.
Sentía, que no podía ni con su propia vida.
Apretó con fuerza el volante y dejó salir una lágrima sin querer.
El parabrisas estaba empañado, por lo que su madre y las demás no la veían.
Dejó caer la cabeza entre sus brazos extendidos.
—Papá... —susurró.
Haber escuchado a su hermana le hizo recordarlo y no pudo eludir la necesidad de que él estuviera ahí.
El día en que murió, Lisa no pudo expresar con nadie la forma en que se sentía. Los demás con solo verla sabían que estaba pasándolo mal, que ambos eran muy unidos y que la pérdida de su padre, a Lisa le iba a cambiar la vida.
Ese día, todos voltearon a verla entristecidos, porque había perdido una parte importante de ella. Había perdido al hombre que le enseñó todo, el que demostró ser un amigo y un maestro a la vez.
Recordarlo a él, era lo último que faltaba para derrumbarla.
Pensó que, así como todos la miraban aquel día, con ojos de duelo, de esa misma forma las personas la verían cuando cayera derrotada por Jongin y perdiera a Jennie y a Ella.
Sinceramente no podía soportar otra perdida, aunque las personas dijeran que no se puede comparar aquel dolor. Ella estaba los suficientemente herida como para dejarse morir.
Hoy era un día de esos que le habían tomado del corazón ya débil y la arrastraban hasta un barranco. Había estado minutos antes en lo que iba a ser su hogar, estaba feliz por tener pensamientos positivos sin saber que al cruzar la puerta cambiaría su ánimo.
La señora Manoban miró con enojo a Jisoo.
—¿Ahora estarás contenta?
—No empieces mamá...
—Jisoo —Rosé caminó hasta ellas con un paraguas rojo con flores blancas, solo para cubrirse a ella y a su suegra. Se había plantado frente a Jisoo mirándola incrédula.— Lisa es tu hermana. No puedo creer que estés actuando así con ella.
—¿Cómo esperabas que reaccionara a esto?
—De una forma coherente, por supuesto, no como loca gritando y dándole la espalda a tu familia.
—Rosé tiene razón. —dijo la señora Manoban.— Ya sabes la razón por la que se quedó en esa casa, y no puedo imaginarme lo mal que estuvo viviendo todos estos años... —Jisoo escuchando atentamente la voz quebrada de su madre al hablar, miró a Rosé, que seguía observándola fijamente sin pestañear— En vez de gritarle, deberías conversar con ella y entenderla... es tu hermana.
[•••]
La puerta del copiloto fue abierta sin avisar y Jisoo entró con gotas de lluvia en su chaleco. Cerró la puerta y enseguida se silenció la llovizna de fuera con el interior del auto.
Se colocó el cinturón haciendo un gesto con la boca de poco convencimiento.
Estaba esperando que Lisa le dijera algo, que la echara de su auto, pero cuando volteó a verla solo vio lágrimas en su mejilla y seguido sus manos fuertemente agarradas al volante como si dependiera de este para no caer.
Jisoo giró hacia el frente su cabeza y suspiró.
La imagen de Lisa le había hecho palidecer y no sabía cómo reaccionar.
Estaba dispuesta a esperar que su hermana se estabilizara para hablar con ella. Su reacción no fue la más adecuada cuando su madre le contó, y tampoco, aunque le advirtieran hubiera reaccionado bien. Pero un poco tarde, decidió entablar una conversación.
Miró el auto, y estaba igual a cuando lo conducía su padre. Excepto por algo que sobresalía debajo del radio, pero por todo lo demás estaba igual. El mismo adorno colgante en el espejo retrovisor, el mismo juego de llaves, el mismo radio del cual no dudaba que se hallaba en el mismo canal.
Sacó de la pequeña cajita debajo del radio, el papel blanco y negro que llamó su atención. Ya frente a sus ojos, que empezaban a ponerse rojizos, un nudo apareció en su garganta al identificar de que se trataba.
Era una radiografía y supo perfectamente de quién era.
Eso sí que no se lo esperó.
El dolor repentino que le llegó hasta las costillas, no lo había sentido en mucho tiempo.
Estuvo tan concentrada en el problema que supondría para Jennie y Lisa el que Jongin afirmara la relación de la que tanto estaba traumado, que una de las noticias más importantes para la familia había sido pasado por alto.
Su hermana menor, ya era mamá.
—Por fin eh... Minnie y yo dábamos por perdido ser tías por parte de ti. Mamá nos decía que eras muy joven, aunque ella deseaba nietos pronto.
Jisoo recordó el día en que Rosé le había dado también una foto. Se había puesto tan feliz cuando se enteró de que iba a ser madre, que había ido corriendo donde Lisa y su padre a contarles con emoción, y Lisa hasta se había puesto a llorar y le había abrazado con inmensa alegría.
Su hermana estaba incluso igual de emocionada por ser tía, en cambio, ella ni siquiera se había mostrado entusiasmada con Ella.
Jisoo imaginando, lo feliz que tuvo que haberse puesto Lisa al enterarse de esa noticia, sus ojos se fueron nublando. De seguro su hermana a pesar de la situación estuvo emocionada, apostaba mucho a que Lisa había llorado toda la noche.
¿Había llorado por tristeza o alegría? Seguramente ambas, y ella no pudo estar allí.
Su hermanita se había enterado de que iba a ser madre y ni siquiera pudo estar a su lado, Lisa estuvo con esa felicidad ocultada en su ser mucho tiempo. Ni hablar de los cumpleaños en los que Lisa había pasado desapercibida.
Jisoo se sentía enferma con solo imaginar miles de escenas de su hermana sufriendo, y es que ella sí la había visto una vez... no le preguntó, no la ayudó.
—¿Cómo pudiste vivir así? —le preguntó con un hilo de voz terrible— Yo ni siquiera puedo soportar... pensar estar en tus zapatos.
Lisa pasó sus manos por su cara en una acción desesperada por desaparecer las lágrimas. Lisa miró de reojo las manos de Jisoo sosteniendo la foto. Quiso quitársela, pero el temblor en las manos de su hermana, quizás por un recuerdo, se lo impidió.
—Sabes, en la fiesta... estuve viendo a Ella, y no me lo creerás pero llegué a ver algo tuyo en ella, lo cual es difícil porque tiene toda la cara de Jennie.
Lisa volteó a verla con sus ojos apagados y respirando pesadamente.
Era cierto, Jisoo había estado observando a Ella de lejos ya que había hecho un gesto extraño que pudo reconocer sin siquiera saber de dónde lo había visto.
—Ahora entiendo porque has estado extraña todo este tiempo.
—Tengo que ir a buscarlas. —Lisa encendió el auto y empezó a limpiar el parabrisas empañado con la mano.
—No lo harás.
—Tengo que hacerlo Jisoo, le prometí tantas cosas... —mirando hacia el frente, nuevamente lágrimas salían de sus ojos y ella no las controlaba.
La mirada de Jennie asustada, llorando desconsoladamente en sus brazos y pidiéndole que se fueran de ahí, se cruzó en su cabeza.
Jisoo no quitó la mirada cuando Lisa empezó a secar sus lágrimas, por más que le doliera verla así.
La Lisa que estuvo fingiendo ser fuerte por cuatro años, había dejado caer el telón, y Jisoo se enojó consigo misma por ser ella la causante de todo.
Estaba sufriendo, y todo se debía a ella. Jisoo pensó en que si hubiera tomado todo con calma, su hermana no estaría de esa forma ahora.
—Debería hablar con Jongin, tal vez así pueda entender algo...
—No lo hará Jisoo, cuando está contigo es otra persona pero no sabes cómo es él en realidad.
—Lo conozco, sé que con algo de persuasión se convence.
—Intentó pegarme un tiro antes, no creo que lo haga.
—¿Por qué no me dijiste sobre eso? —preguntó con ojos enormes y mirándola incrédula— No me lo puedo creer. Esa es razón suficiente para no ir y hacer una locura.
—No puedo dejarlas allá con él...
—Lo sé pero Lisa, es más seguro que no vayas —Jisoo le quitó la llaves.— Ya mañana regresarás y pensarás mejor las cosas.
[•••]
Domingo por la noche.
Jongin estaba muy concentrado en su oficina, sentado en su escritorio, de piernas cruzadas, en una franela y en un pantalón de mezclilla.
En su mano derecha tenía un pañuelo celeste de tela fina, y en su mano izquierda tenía un fragmento de su arma.
La había desarmado toda para darle limpieza adecuada.
En una esquina se había quedado un poco de suciedad y no podía llegar muy bien hasta ella con su dedo.
Escuchaba los truenos, y de reojo se daba cuenta de los relámpagos que andaba cerca de su área.
Suspiró con gana.
Dejó la parte principal de la pistola al igual que el pañuelo en el gran escritorio de madera Nogal y se levantó de la silla.
Se colocó su camisa manga corta con desgana, desabrochó su pantalón para poder meterla uniformemente con la franela y luego de eso salió de su habitación.
Fue directo a una de las habitaciones superiores en donde estaba su ropa, cama y otras pertenencias. Ahí buscó de un chaleco para salir y botas de seguridad, además de una linterna.
Estaba demasiado tranquilo.
Hasta él mismo se asombró de la paz que su ser albergaba, incluso pensaba salir ante tremenda tormenta para constatar por el mismo si había traído algún daño para sus cultivos o para los animales el agua que probablemente se estaba filtrando en las áreas.
Por la hora que era, supuso que ninguno de los inútiles a los que les pagaba muy bien, tenía la iniciativa de comprobar las cosas.
Salió sin siquiera inmutarse en cerrar las puertas de las habitaciones en donde había estado. Bajó las escaleras y se tenía planeado ir a la sala posterior de la casa para salir por esta. Pasó al baño, al final del pasillo, y se repasó innecesariamente su aspecto.
Si algo le había inculcado su familia desde pequeño, era estar siempre presentable ante cualquier situación.
Al salir del baño, un ruido poco ruidoso, pero si lo suficientemente fuerte como para él darse cuenta, se escuchó provenir de la habitación de Jennie.
Él sin ninguna restricción de lo que podía o no hacer, se encaminó hasta la puerta, giró la manilla y se encontró con que estaba con llave.
Él ya estaba con sus cinco sentidos puestos, así que esta vez buscó en la cocina un juego de llaves guardados en un cajón que posiblemente nadie revisaba por los objetos pocos importantes que se guardaban ahí. Halló un juego de llaves completo y con eso regresó para averiguar a que se debía ese ruido.
Después de todo su hija y esposa estaban adentro y como nunca lo había hecho, quiso cerciorarse de que estuvieran bien.
Al abrir la puerta, se encontró con la habitación oscura. Observó aún así, el cuerpo de Jennie durmiendo de costado, mirando hacia la ventana. Él entró más a la habitación y pudo localizar a Ella en el otro lado, antes siendo tapada por Jennie.
Ella estaba acostada, pero sus ojitos estaban abiertos desde ya hace mucho y se había entretenido solita con el teléfono en sus manos.
Ella observó a Jongin por unos segundos con seriedad ya que él no entraba a esa habitación, y menos en las noches sin hacer ruido. Pero Jongin, estaba embobado con el aparato que Ella tenía en sus manitas, así que él le sonrió a ella poco a poco acercándose a ese lado de la cama.
Con esa expresión cómica pudo sacarle una sonrisa a Ella totalmente inocente. Era la primera vez que Jongin le sonreía directamente y ella no entendía después de todo que pasaba.
Jennie se removió un poco, asustando a Jongin que ya había colocado un pies en retroceso, y ajustó su mano por encima de la pancita de Ella inconscientemente cuidando de que no se cayera mientras dormía.
Ella observó a ese hombre acercarse con cuidado hasta su lado, él permaneció de pies, y luego le extendió la mano para que ella le diera el teléfono.
Y lo hizo.
Ella le sonrió a él, como si fuera la cosa más estupenda que hayan realizado ambos.
A pesar de estar moviendo sus pies contenta debajo de las sábanas y del abrazo de su madre, Jennie no despertó.
Jongin encendió el teléfono, pero no se esperó más para que volviera a apagarse de lo descargado que estaba.
Supuso que Ella había estado con el gran parte de la desvelada.
Él iba a llevárselo para inspeccionarlo luego. Era totalmente inaceptable para él que Jennie tuviera un celular sin su consentimiento y mucho menos que influenciara a su hija con malos hábitos. Pero cuando iba a dar la vuelta para dejarlas, aquello tan preciado que Jennie estaba guardando para Lisa, llamó su atención.
Dejó el teléfono en la mesita, justo a un lado de la prueba de embarazo y tomó esta para ver de cerca.
Había demorado en entender de qué se trataba esa prueba.
¿Qué hacía eso en la habitación? ¿De quién era? Preguntas tontas que en su momento se hizo.
Miró a Ella, como si esta le pudiera dar respuestas y apenas volvió a verla, la niña le lanzó una sonrisa que más que ocasionarle ternura, empezó a crecerle una ira atroz al recordarle a una persona.
.
.
.
2/3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top