Capítulo 2
En estos momentos se encontraba sujetando la soga que mantenía a Monte a su lado. Lo había sacado recién para que tomara aire y se alimentara de la hierba alta detrás de la casa.
Lisa no tenía idea de cómo, pero la hierba había crecido más de lo normal esta temporada, era un verde realmente puro y encantador de ver; cómo el viento hacía bailarlo, y con el paisaje al fondo de las nubes grisáceas acomodándose por la montaña.
Le recordaba su infancia, siempre su padre le enviaba a sacar los caballos, a darles una vuelta, y eso le encantaba. Sentir la adrenalina, el viento en su rostro, las pisadas firmes de las suelas, todo le hacía sentir viva y no había dudado en aceptar el trabajo.
Pero ese sentimiento por la vida que desde pequeña le había demostrado la felicidad, simplemente se desvaneció.
Nada en este momento podía con la increíble sensación de que Jennie estaba esperando a su bebé.
Tan solo pensarlo, una sonrisa se dibuja en su rostro, mientras que una y otra vez la voz tan asustada pero a la vez dulce de Jennie le decía por primera vez aquello.
Se daba por hecho que no lo iba a olvidar nunca en la vida.
El sonido de un auto escandaloso llamó su atención. Sabía que trataba de su patrón, siempre era tan pretencioso que cada cosa que hacía tenía que recalcar sus dotes sanguíneos o exagerarlo. No es que lo odiara, simplemente le impactaba que una persona como él, existiera en este mundo.
Jamás se había imaginado ser así como Jongin.
Le tenía un poco de respeto, pero solo por su padre, quien era un buen amigo del suyo hace bastantes años. Fuera de ahí se ha convertido en un hombre más del montón. Siempre mantiene su semblante engreído al pasar junto a los demás, y ni hablar de lo hipócrita que podía llegar a ser.
Su esposa...
Sacudió sus pensamientos en cuanto se dio cuenta lo mal que le ponía recordarlo. Cuando estaba con ella, ni siquiera estaba pendiente de su alrededor, ni del lugar, ni de lo tarde que se hacía para Jennie y entonces ella tenía que regresar corriendo con miedo a la casa.
Se le congelaba el mundo con ella.
Miró hacia las montañas, en sus cimas se podía ver la nieve en abundancia, y como las nubes pasan tras ellas sin ninguna intervención. Parecía que se avecinaba una tormenta fuerte a juzgar por los leves relámpagos.
Cuando recién colocó el gancho de la soga en una de las vallas, las que separaban el inmenso campo con la casa, escuchó como la hierba era movida tras suyo, la llamarían loca, pero conocía la sensación de quien exactamente se acercaba.
Se giró sin ocultar las esperanza de que fuera Jennie, y así fue.
Sus hermosas y lujosas sandalias no podían con la hierba, y su vestido blanco parecía querer salir volando por el viento que justo daba paso.
A medida que se acercaba la veía luchar contra el viento que desordenaba su cabello y, sin darse cuenta Lisa del efecto que tenía cada vez que la veía, dio un paso hacia ella para no prolongar su encuentro.
—Espera... —le detuvo Jennie a solo un metro delante suyo— Jeongyeon está en la oficina, puede vernos —Lisa asintió y se quitó el sombrero con torpeza recordando que así era como Jongin les había ordenado saludar a Jennie.— Le dije que quería ver a Monte y de paso decirle Lisa, que debe verificar el inmobiliario en los cobertizos... así que cuando se vaya, debe hacerlo.
Sí, a Jennie se le daba mal ordenarle qué hacer a los trabajadores, en especial a Lisa. No tenía la vocación de ser dura con nadie como lo hacía Jongin.
—Como ordene. —Lisa asintió y se volvió a colocar el sombrero vaquero que había escondido en su espalda mientras su patrona hablaba.
Los ojos de Lisa querían salirse. Deseaba preguntarle a Jennie cómo se encontraba, si había mejorado entre ayer y hoy, y por supuesto acercarse a ella para estrecharla en sus brazos, pero Jeongyeon podía estar mirándolas.
Jennie se abrazó a ella misma por el viento frío que rozaba su piel, se empezó a calentar ella misma sus brazos y Lisa tuvo que eliminar ese pensamiento de arriesgarse y abrazarla con todas sus fuerzas para que no temblara. Aún así, Jennie no se había retirado porque tenía una última cosa que decirle.
La situación estaba tensa. Cuando se hablaban al aire libre y expuestas siempre era así. Un miedo de sufrir las consecuencias por empleados de mal ojo.
Si alguna palabra fuera de lugar llegara a oídos de su patrón, Lisa se lamentaría profundamente. Su instinto le decía que Jennie sufriría más, y ella se mataría de ser así.
—Estuve pensando... —Jennie miró hacia los vaqueros de Lisa luego llegó a parar en sus botas de cuero negro para no tener que verla a los ojos.— ...y he tomado una decisión para salir del embrollo en que nos hemos metido.
Su voz estaba segura, y una parte de Lisa pensaba que tuvo que haber pasado horas en la noche creyéndose las palabras y clavandoselas en la lengua por fuerza.
Jennie sabía que si estaba frente a Lisa no podría pronunciar las palabras. Sus ojos se hincharían de dolor si Lisa reaccionara mal y decidiera alejarse de ella y su bebé. Así que, caminó con desequilibrio hasta la valla, al lado de Lisa y recostó sus codos en la madera sin dejar de abrazarse a si misma.
Lisa la siguió, girándose también para solo poner una mano firme en la madera de la cerca. La miró con toda atención.
Jennie miraba las montañas al fondo, todo menos poder mirar a esos ojos que en noches de pura pasión le gritaban cuanto la deseaba poseer... cuanto la quería.
—Jongin siempre había querido embarazarme... desde que nos casamos. Yo, le decía que creía ser muy joven y que él también lo era... de alguna forma lo entendió y no ha vuelto a insistir desde hace un año.
Lisa negó.
—No hay otra manera. Así que Lisa, voy a tener relaciones sexuales con él.
Lisa negó nuevamente.
—Le diré que, ya es momento... él lo comprenderá.
Lisa miró hacia otro lado. Algo le decía que de hacerlo, se estaría metiendo en algo más peligroso de lo que estaba preparada a soportar.
—Así pensará que es su bebé, y nadie saldrá perjudicado.
¿Por qué tenía que decirle eso? ¿Pensaba que se quedaría más tranquila? Su patrón iba a ponerle nuevamente las manos encima y si perdía el control hasta someter a Jennie a algo que ella no quisiera, no estaría allí para protegerla.
Había jurado con su vida no permitir que nada malo le pasase a los dos, a su familia. Y lo primero que hacía era escuchar como Jennie planeaba ponerse en peligro.
Recordó como Jongin de un tiempo a otro empezó a beber alcohol más seguido. Ya no solo eran las fiestas, sino los fines de semana, cuatro días a la semana, seis, hasta ser todos los días. Y así se convirtió en el monstruo que era capaz de hacerle daño a Jennie si se descuidaba. Pero Lisa desde esa vez había estado pendiente de ella.
Desde que había empezado a beber parecía que había encontrado con que entretenerse y las relaciones con su esposa se habían desvanecido. Solo cuando era visto por una persona, así nada más sea por Minho o Jeongyeon, trataba a Jennie de manera "dulce". Fuera de ahí, todo estaba desbalanceado.
A veces podía estar sobrio un día o dos, en caso de que se realicen citas importantes o se vea con su padre. Pero al día siguiente volvía a sus rutinas.
No, de ninguna manera iba a permitir que Jennie estuviera en manos de él.
—Jen —antes de poder negarse y hacerla entrar en razón, ella la interrumpió.
—Está decidido.
—Pero...
—Entiende Lisa —dijo bajando la mirada a sus manos— ...él es mi esposo.
Su voz fría como nunca la había escuchado, hizo que Lisa retrocediera los centímetros que había arrebasado.
—Y tú simplemente eres su empleado. Esa es mi decisión. Si no estás de acuerdo no es de mi importancia en estos momentos.
Jennie se dio la vuelta con la cabeza baja para que no pudiera ver sus ojos irritados por la fuerza que se había puesto de no llorar frente a ella.
Caminó de regreso sin despedirse y sin escuchar realmente las razones de Lisa.
Lisa se había quedado helada en su sitio. No miró hacia atrás por miedo a que la vieran ver a escondidas a la señora.
Sus pies estaban empezando a hundirse en la tierra cuando se escuchó aproximarse la llovizna por el techo del invernadero. Había quedado muy receptiva luego que Jennie se fuera sin medir sus palabras, sin escuchar realmente porque tenía miedo.
Una parte de ella sentía celos, ¡claro que los sentía! Pero su instinto protector resaltaba más.
Y lo más seguro es que Jennie pensara que iba a reclamarle al respecto. Una escena de celos para este tiempo era indebido. Por ello el origen del comentario que tuvo sobre de que Jongin es su esposo.
De cualquier forma Lisa no iba a decir nada sobre eso porque sabía que su palabra no valía nada en esa casa, como ella había dicho, solo era un sirviente más para Jongin y su familia.
Solo quería decirle que era peligroso.
Al medio día, Taehyung, uno de los ganaderos que se enfatizaba en la cría de terneros le había buscado para ir a comer algo rápido antes de que el patrón llegara de su reunión y los encontrara haciendo nada.
En toda la comida Lisa no había dicho nada, y afortunadamente Taehyung tenía buen estómago porque tuvo que darle lo que había dejado. Su garganta estaba demasiado pesada como para poder comer tranquila.
Las imágenes de Jongin haciéndole daño a Jennie le demacraban la cabeza.
¿Qué podía hacer?
Nada, ese día ya se había desvelado toda una noche rondando por las cuadras de la casa con disimulo y alerta de cualquier grito que le indicara que Jennie estaba en peligro.
Le había comentado al capataz que se estaría dando vueltas por la zona porque estaba esperando una llamada importante y no quería despertar a los otros hombres, y había resultado su plan. Pero no escuchó nada. Solo se había ganado que su camisa y chaqueta se humedecieran por la llovizna que no cesaba y sus botas llenas de lodo.
Iba a tener mucha suerte si no pegaba un resfriado.
Al día siguiente, Jongin había solicitado una rápido reunión con los de ese turno en el cobertizo donde estaban las "habitaciones".
Eran nada más diez habitaciones en un establo muy decente pero que podían estar encerrados tanto como si fueran caballos. El piso de paja seca, una cama sobre una base de madera; paredes, techo, puerta, mesilla, todo de madera vieja y de marrón. Y al menos tenía calefacción.
Las habitaciones sólo eran para los que tenían turno de cinco de la mañana a siete de la noche. Habían hombres y mujeres que llegaban a cierta hora y podían regresarse a sus casas muy bien, pero ese no era el caso de Lisa, por ahora.
Jongin estaba sentado en una de las mesas "inservibles" que usaban para dejar otras cosas fuera de las habitaciones; con un total de quince hombres rodeandolo.
—A ver, criaturas inútiles —dijo con el cigarrillo sostenido entre sus labios. Lisa estaba cruzada de brazos hasta el final del gentío.— Noticias del día. Los inversionistas por alguna razón dejarán su barro en otro sitio, por ahora... y resulta ser que Jackson ¿saben quién es? —todos negaron— Por supuesto que no saben —se quitó el cigarro y se lo pasó a Minho para que lo sostuviera— Es un... viejo amigo, por decirlo así y quiere para él, el ganado treinta y ocho... ya saben ese de los dieciocho kilómetros al norte.
Mientras hablaba había buscado en su correa alrededor de su cintura una cinta de cuero, del que haló para sacar de la bolsa una mini botella de Talisker.
Bebió de ella hasta escurrir el alcohol por la comisura de sus labios y esta vez Lisa tuvo que quitar los ojos de él para no seguir pensando todas las cosas retorcidas que podía hacerle ese tipo a Jennie.
—Pero patrón... esos son los terneros —dijo uno de los muchachos más jóvenes del grupo.
Jongin removió el alcohol de sus labios y escupió en el suelo con ese ruido característico.
—¿Y?
El chico parpadeó unas dos veces.
—Nada patrón, disculpe. —dicho eso bajó la mirada avergonzado.
—No quiero charlatanerías y mucho menos miradas mal intencionadas... eso va para ti Manoban —Jongin la señaló y uno que otro bobo miraba hacia atrás para verla.
Él le había sonreído un poco y volvió a beber de su licor insaciable sin quitarle los ojos de encima.
—Para nada patrón.
—¿Por qué me miraste así entonces?
—No lo estaba mirando patrón.
—Y ¿en qué pensabas entonces que te has visto un poco fastidiada? —Jongin se bajó de la mesita de un salto y caminó hasta donde ella haciéndose camino entre los hombres.
Lisa se movió entre sus pies incómoda.
—En que vender los terneros, dan desventaja a la finca, patrón.
—Mmm —ya estaba parado frente a ella con una mueca en los labios como si tan solo verla le causara asco. En un movimiento feroz le había hecho des cruzar sus manos.— ¿Crees tener rango aquí para estar cruzada de brazos delante de mi?
—No patrón.
Jongin pasó la lengua por sus labios, conteniendo las ganas de insultar a cada uno de los estaba a su alrededor. Para el todos eran inútiles.
—Ya lo sabía. Entonces, Taehyung, hazte cargo de esos animales y bueno, Manoban puede ayudarte.
Jongin se dio vuelta para regresar por su cigarro ya casi deshaciéndose en los dedos de Minho.
Sin decir ninguna otra cosa había salido del establo empujando con fuerza las puertas de maderas.
Todos reanudaron sus labores el resto de la tarde.
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