Capítulo 19
Aquel día tan importante para Lisa, no fue nada genial a lo que había estado imaginando.
Ni siquiera tuvo tiempo de ver cómo estaba vestida Ella, o cómo Jennie sonreía al verla ir a su primer, día lejos de sus brazos.
Lisa pareció confundir las horas de cuando ella iba a la escuela con las de la actualidad. Era completamente diferente teniendo en cuenta que se trataba de una escuela privada, así que por eso estuvo desde temprano esperando que salieran cuando resultaba que todavía dormían. Y cuando ella fue a ayudar a Taehyung en el granero, fue cuando Ella junto a Jennie y Jongin salieron de casa.
Estuvo decepcionada ese día, el siguiente, y el que le seguía a ese. Tampoco sabía nada de ellas hasta ahora, varios días después.
Ahora Jennie salía de la casa y caminaba hacia cualquier lugar para encontrar a Lisa. Había dejado a Ella con Jeongyeon y lo que más le sorprendió fue que con una mirada se entendieron inmediatamente.
Jeongyeon no preguntó. Solo asintió comprendiendo que Jennie le estaba dejando a Ella mientras ella iría a otro lugar, pero conociendo los límites, Jennie para el único lugar que podía ir era el campo y solamente ocurría para ver a Lisa. Por eso Jennie no tuvo que justificarse en qué estaría haciendo cuando quedaba más que claro.
Jennie la atrapó sola en el campo, Lisa cargaba cubetas rellenas de agua para el granero. En cuanto pudo, salió corriendo tras ella sosteniendo su sombrero de paja con una mano para que no se volara con el viento.
El sol estaba a mitad del cielo. Algunos peones estaban en la parte delantera y los demás hacia los extremos tomando un descanso con capas de sudor por todo el cuerpo. Hacía un calor infernal.
Pero segura de las probabilidades de ser observada, corría extremadamente feliz entre las hierbas ya que estaba decidida, por fin, a escaparse con Lisa y se lo haría saber hoy mismo.
Sorprendió a Lisa tomándola del brazo y tiró de ella hacia las praderas dejando caer las cubetas en el transcurso. Lisa demoró en darse cuenta de lo que pasaba, pero escuchando la risa de Jennie todo indicaba que estaba bien.
Es más, por aquella risa contagiosa y discreta, sonrió también, dejándose guiar por el paso acelerado de Jennie.
Jennie solo quería desaparecer del campo con Lisa. Sentía aquella adrenalina recorrerle todo el cuerpo, su corazón al máximo bombardeo lo aclaraba.
El prado le cegaba por el vapor que salía de la tierra, y a medida que avanzaban, el yerbazal les llegaba por abajo de la rodilla lo cual les impedía correr.
Apenas cruzaron esa parte difícil, pudieron ver al final del todo un conjunto de árboles que fácilmente cualquier podría perderse ahí.
Jennie pareció haber visto oro, y con ojos saltarines de la emoción, sujetó con más fuerza la mano de Lisa y la tiró hacia aquel destino improvisado.
Era la primera vez que se alejaban tanto de la casa. Estaban rebasando los límites de la finca, ya que ese pequeño bosque marcaba una cerca con la finca de Im.
Aún así, y con toda la curiosidad, Lisa se dispuso a también querer llegar allá lo más pronto posible.
Cuando entraron a la arboleda, ya se sentía un poco más íntimo, se sentían completamente solas. No estaban expuestas en medio campo, y Lisa supuso que Jennie se detendría en cualquier momento. Iba detrás de ella ahora haciéndose un montón de preguntas en relación, se dedicó a esperar que Jennie le explicara que pasaba después de todo. Mientras tanto, no pudo alejar su vista del cuerpo de Jennie y consiguió hacer una breve inspección: iba en unas botas de campo negras, pantalón de mezclilla, una camisa blanca al ombligo y de mangas largas, muy al estilo veraniego.
En otra ocasión, tal vez hubiera sido diferente la forma en que reaccionó su cuerpo al percatarse de los pensamientos interesantes que tenía respecto a Jennie.
Cualquier cosa que tuviese que ver con Jennie, prácticamente le fascinaba.
Pero en esta época, llena de preocupaciones y desilusiones, las cosas estaban calmadas para ella.
O así lo creía.
No tomaba en cuenta, que aquella mujer era la única en su vida, y que a pesar de las situaciones iba a ser la única en demostrarle ser suficiente para un día pesado... o mejor dicho una semana pesada.
Lisa, como muy pocas veces en las que se ocupaba en admirar el cuerpo de Jennie, incontrolablemente bajó la mirada apenada con ella misma por enfocarse en otras cosas que no eran debido en ese momento.
Jennie empezaba a detener el ritmo cuando se cruzaban en el camino algunas raíces y arbustos que les evitaba el paso.
—¿Qué hacemos? —preguntó Lisa ya cuando se detuvieron y despistandose de toda ola de calor que el tacto de Jennie le brindaba en su mano.
La respuesta que recibió fue un beso totalmente fuera de lugar y que no se esperó al ver como Jennie se giraba para verle de frente una vez que arribaron entre los árboles.
Pudo darse cuenta de la poca atención que su cuerpo había tenido desde la última vez que estuvo con ella. Se sentía todo tan extraño, besando a Jennie de esa forma jugosa y que ella no la soltara o que no mostrara hacerlo tan pronto. Su cuerpo estaba reaccionando muy rápido, pero Lisa quería detener eso.
Es que no había otra manera de interpretar aquello. Esa actuación tan carnal, le había hecho recordar como entre ellas jugaban con sus cuerpos en un principio de la relación tan extraña que tenían; dos mujeres enamoradas en secreto como cualquier otra novela. Mujeres que se deseaban locamente y que no tenían ningún atisbo de llevar las cosas lentas.
Jennie le quitó el sombrero y por ahí mismo lo lanzó con el suyo hacia a un lado de ellas. Se recostó en el tronco de un árbol a sus espaldas, atrayendo a Lisa con ella. Desesperadamente arrancó su camisa dentro de su pantalón y despojó los botones superiores.
Lisa buscó las rápidas manos de Jennie para frenarlas ya cuando bajaban de su camisa para supervisar el cierre de su pantalón. Primero quería deshacerse de esa preocupación con respecto a ellas ya que no las había visto en muchos días. Tenía presente ese malestar en su pecho, y cuando por fin pudo hallar espacio entre esa nube de ansiedad, preguntó:
—¿Cómo está Ella? —pasaron unos segundos en que intentaba frenar el paso.
Mientras tanto, apretó las manos de Jennie, luego las soltó y llevó las suyas a la cintura de esta para dejarla tal cual estaba.
Jennie dejó caer su cabeza en el tronco en busca de los ojos de Lisa, que por supuesto se mostraban preocupados al recordar su más grande prioridad.
Tras unos segundos en los que Jennie se recompuso, una sensación de calor fue a parar en sus mejillas. Que no podía hacer nada a cómo Lisa se empoderaba de su corazón con una simple pregunta. A Jennie todavía le afectaba la grande preocupación que Lisa tenía hacia ellas, se sentía bendecida cada vez que recordaba ese amor en sus ojos al ver a su bebé, y es que, sí Lisa amaba a Ella, Jennie amaría a Lisa aún más.
Luego, Jennie pensó en lo mal que se había visto todo. Estaba muy feliz luego de haber tomado una decisión la noche anterior, y quería disfrutar de ese momento a solas con Lisa antes de contarle. Disfrutar de alguna forma, sin ninguna clase de restricción.
Se había visto a ella misma en los cansados ojos de Lisa como una indecente, sin embargo, pudo responder antes de que le hicieran nuevamente la pregunta.
—Ella está bien. —respondió rendida, y casi sin aliento por lo acelerada que estaba hace segundos en quitarle todo a Lisa. Su rostro se volvió severamente incómodo luego de ese frenaso.
Lisa por nada del mundo trató de hacerla sentir incómoda al detener esa emoción de sus cuerpos calientes, así que se acercó a ella para terminar de besarla con la misma pasión de antes, poco a poco borrando la intensidad y por ahora aplazar esa intimidad que ya ambas habían postergado mucho tiempo.
No podía tan siquiera pensar en estar con Jennie y ya, como muchas veces. Terminaban de estar juntas y ambas con prisa, llenas de miedo se arreglaban sus ropas para salir, hacer como si nada hubiera pasado.
Ni siquiera podido disfrutarla completamente desnuda.
Lisa estaba cansada de eso: No poder hacerle el amor a la mujer que le había dado la vida a su bebé. Una mujer que poseía el más precioso cuerpo, y que ella no tenía el lujo de tocarla sobre una cama, sin miedo, desnuda de pies a cabeza, y mucho menos escucharla gemir a su ímpetu.
Lisa trató de buscar hacer conexión con los ojos de Jennie que no querían ser hallados avergonzados.
Se tuvo que adaptar a la situación. No quería que Jennie se sintiera rechazada ante su falta de presencia, por decirlo en algún modo.
Lisa al final decidió, que por ahora solo debía hacer de ese momento, uno muy bonito para ambas. No podía simplemente dejarlo así.
Volvió a unir sus labios suavemente y sonrió al final del beso cuando se dio cuenta que Jennie ya ni siquiera quería seguir ese juego que ella misma había empezado. Había tomado de ambos hombros a Lisa y la separó de sus labios para mirarla. Lisa no dejó de sonreír ante esa nueva actitud.
Cuando miró atentamente hacia sus ojos, Jennie se veía completamente tímida y Lisa aprovechó el mirarla como acostumbró ella hace tiempo a hacer en esos días que apenas se estaban conociendo.
Con una media sonrisa, ojos entrecerrados, y una distancia que advertía el querer besarla en cualquier momento, Lisa definitivamente estaba a punto de fallecer ante las pupilas dilatadas de Jennie.
Sabía que Jennie también estaba recordando esos días.
Levantó ambas cejas cuando vió que Jennie jugaba en mirarle los labios, luego mirar sus ojos, y luego volver a bajar la vista a sus labios; la única escapatoria que pudo idear en el momento fue presionarse contra ella a tal punto de sacarle un silencioso gemido.
Lisa sin duda estaba consciente de que estaba perdiendo el control.
Bajó, una de sus manos que muy bien estaban descansando en la cintura de Jennie, hacia su glúteo. Ahí dio un breve apretón sabiendo lo crucial que eso significaba para revolver los nervios de la otra y nuevamente la Jennie traviesa que la había secuestrado lejos del campo volvió a salir. Sus manos se enredaron en el cabello de Lisa y volvió a atacarle la boca en solo una fracción de segundos.
Los suspiros iban y venían. De pronto la camisa de Lisa estaba por fin toda desabotonada dejando ver su sostén negro, y su jeans junto a su ropa interior estaba siendo arrastrados hasta sus rodillas.
Muy en su interior se sentía mal por aprovecharse de Lisa. Ella nunca le decía que no, en cualquiera de los aspectos que antes habían vivido. Pero aunque debía detenerse y hablar con ella primero sobre la noticia, las sensaciones estaban flotando en su interior luego de ver uno de los típicos flirteos de Lisa.
También el pensar que podían irse de ese lugar en cualquier momento, y que pronto sería feliz junto a ella y su bebé, le aceleraba el corazón un montón, evitando poder despegarse de ella en aquel beso fogoso.
Con Lisa, presionandola contra el árbol, tampoco le daban ganas de detenerla. Se quitó su jeans y ropa interior, al final teniendo una ayuda de Lisa y lo tiró luego de quitarse sus botas encima de sus sombreros en el suelo.
Lisa esperaba como estatua y sin quitarle los ojos de su cuerpo a que Jennie estuviera lista para ella.
No se había incorporado por completo, cuando Lisa desistiendo de actuar sosegada, llevó su mano derecha hacia la entrepierna de Jennie y empezó a estimular su parte más sensible.
La preparó como a Jennie le gustaba. Sabía cada cosa en el protocolo, y ésta en el fondo estaba agradecida. Tal vez se lo hizo saber con un gemido-suspiro que se escuchó de sus labios.
Música para los oídos de Lisa, que estaba seriamente enfocada en besarle cada centímetro de su cuello mientras Jennie le besaba el lóbulo de la oreja y le daba sensuales mordidas.
Jennie inmediatamente al sentir la presión en los firmes dedos de Lisa, que solo buscaban rendimiento para lo que se avecinaba en su interior, levantó su pierna derecha y así poder darle mejor acceso.
Lisa no se controló y empezó a darle caricias en todos los lados de su feminidad ahora que le había facilitado más el camino a su entrada. Con la mano izquierda sostuvo la pierna alzada para mantener a Jennie en pie y la colocó alrededor de su cintura.
Posó un beso en sus labios con ternura innecesaria, haciendo que Jennie se hallara desequilibrada.
Y ya a toda su merced y desnuda de la cintura para abajo, Lisa la levantó por sus glúteos para que Jennie enrollara ahora ambas piernas alrededor de ella.
Contra el árbol le hizo el amor de una manera casi fantasiosa para Jennie luego de colocarse dentro de ella.
Mientras era embestida, Jennie se aferraba con más fuerza en el cuello de Lisa, de vez en cuando miraba entre los árboles para vigilar que nadie apareciera y en el momento menos esperado salió un gemido estruendoso de su boca, haciendo enloquecer aún más a Lisa que también se hallaba a pocos segundos de llegar.
Los ojos de Jennie se cerraban automáticamente por la descarga de energía que había experimentado. El grito que dio había sido fuerte, e hizo lo posible para ver si alguien percatado de ello se acercaba.
Pero se rindió en cuanto escuchó los gemidos de Lisa en su oreja. Nunca antes los había escuchado con tanto fervor, y fue por eso que específicamente su cuerpo se hizo gelatina. Dejó que Lisa terminara con ella tal cual sabía hacer.
Unos besos después de hacer el amor, suspiros bajos, sonrisas cómplices a la espalda de la otra, y de los minutos que pasaban iban recuperando movilidad y consciencia.
Cuando Lisa decidió dejarla en tierra, Jennie no pudo mantenerse en pie y se dejó caer en el pecho de Lisa, quien estaba riendo por la exageración de su chica.
Cuanto deseaba ella hacerle el amor una vez más, pero Lisa no podía dejar de estar alerta.
Y no era broma lo de que estaba echa una gelatina. A Jennie le temblaban las piernas por el tiempo que estuvieron elevadas por la increíble resistencia de Lisa, que le provocó una mala circulación.
Ella de igual forma rió con Lisa. Jennie pensó en que si no conociera a Lisa, pensaría que era una mujer extremadamente feliz. Que nada podía afligirla, que era fuerte delante de todos. Pero su Lisa, escondía tras esa sonrisa una tristeza de la que no podía escapar a no ser por decisión de la misma Jennie.
Su destino seguía dependiendo de Jennie, y pronto Jennie haría que cambiara eso. Deseaba que Lisa fuera feliz de verdad, no fingiendo estarlo delante de ella.
Lisa se extendió para alcanzar el jeans y se lo pasó, luego se acomodó el suyo para abrochar el botón y subir el cierre sin apartar los ojos de Jennie teniendo una sonrisa en todo instante.
Jennie le sonrió.
Parecían dos adolescentes teniendo relaciones sexuales a escondidas y este era el momento donde se admiraban una a la otra.
Lisa se arrodilló para ayudarle; al parecer Jennie estaba empeñada en hacerle crecer el orgullo a Lisa porque entre risas se balanceaba de un lado a otro sin poder meter el pie.
—Vamos, aquí. —le indicó Lisa agarrando su tobillo para insertarlo por la parte superior del pantalón.
Jennie hizo lo que pudo sosteniéndose de los hombros de Lisa para equilibrarse y esperar que le colocaran bien su jeans.
Sus mejillas sin haber desaparecido el sonrojo, miraban desde arriba como Lisa le miraba toda la piel de sus muslos y al ir subiendo, sus ojos también pasaron y se quedaron un largo rato en su parte.
Tuvo que reírse viendo todavía a Lisa subirle los pantalones, haciendo un breve esfuerzo para subirlo por su parte trasera.
Jennie dejó los brazos en sus hombros, mientras que Lisa terminaba de abrochar la última parte.
—No deberías usarlos tan estrechos. —le dijo Lisa uniendo sus narices con pura delicadeza.
Se encontraban envueltas en su mundo. Más que cualquier otro día Jennie estaba débil bajo la mirada dulce que Lisa le obsequiaba.
Se inclinó muy rápido hacia Lisa para volver a besarla antes de responderle.
—Creí que te gustarían más estrechos.
Lisa sonrió por el tono quisquilloso.
—Debo admitir que estuve observándote un rato.
—Lo sé.
—Pero, igual lo hubiera hecho... —ahora fue Lisa la que empezó el beso.
Jennie intentó contradecir, pero el aliento de Lisa sobre sus labios ya tenían reservación para perderse en sus pensamientos.
—Te amo... —declaró Lisa.— Mucho, Jennie.
Jennie había quedado pasmada con esas palabras que se escuchaban seriamente difíciles de superar por la intensidad en su voz.
Jennie la atrajo más cerca y para evitar algún otro contacto que alterara los nervios de Jennie, Lisa posó una mano sobre tronco para afirmarse.
A medida que se detenían sus labios, Lisa decidió abrazarla por la cintura con la mano libre. Se aferró a ese cuerpecito suyo de la misma manera en que se aferraba al de Ella cuando su momento estaba culminado.
No sabía cuánto tiempo le tomaría superar este día, ni cuánto esperaría para verla de nuevo.
Pero Lisa estaba segura de que así sería. Ella misma evitaba ponerse melancólica con ello, y siempre tenía ojos esperanzados ante todo.
Escuchó la delicada risa de Jennie, e inmediatamente le hizo cosquillas en su cuello.
—¿Por qué ríes tanto? —preguntó tomando distancia para verla fijamente.
Jennie le sonreía enormemente. En su rostro sólo resplandecía una felicidad que Lisa había visto un par de veces con Ella. De pronto se vio a ella misma deseando que le contara la razón de su exaltación.
—Yo también te amo mucho. —le dijo colocando su mano en la mejilla de Lisa, y con el dedo acarició aquella parte en donde se formaba la más bella peculiaridad de Lisa al reír.
Jennie recordó como cada vez que Lisa reía de verdad se le formaba ese gesto entre las mejillas y la nariz.
Algo que sólo Ella podía hacer aparecer.
Lisa asintió.
—Escapemos juntas... —soltó Jennie.
Su voz, la cual se había esforzado por dejarla ir, se escuchó fraccionada por el temblor que le recorrió por todo el cuerpo hasta sus labios.
Ni siquiera lo había ensayado, o siquiera lo pensó antes de decirlo.
Fue algo tan natural, que en el momento le impresionó.
Lisa dejó caer ambas manos a los costados. Realmente estaba alucinando con lo que escuchó de la boca de Jennie.
El pecho de Jennie se notaba con cada inspiración. Jugaba con sus dedos en espera de alguna reacción de Lisa, pero su sonrisa se fue desapareciendo cuando había pasado más de un minuto.
—Ya no quiero estar aquí.
Lisa miró hacia un lado, específicamente hacia sus sombreros en la tierra que repentinamente habían llamado su atención.
Había estado deseando tanto escuchar algo como eso, que por supuesto no se lo creía ahora.
El nudo en su garganta no la dejaba respirar, y se empezó a preocupar cuando la taquicardia se hizo presente.
Jennie por un lado estaba preocupada. Es que se le notaba en el rostro lo desconfiada que estaba y no dejaba de mirar a Lisa expectante.
Ella sí se atrevió a hablar.
—Es que... —se le hizo difícil comenzar, sus labios ya se había secado, al igual que su garganta. Miró a Lisa, parpadeando asustada porque esta no la volteaba a mirar llena de felicidad como se lo había esperado.
—Está bien —Lisa apenas a sus oídos llegó la voz asustada de Jennie, supo que debía asegurarle que lo haría.—. ¿En serio? —le preguntó esta vez subiendo la mirada.
Jennie estaba hecha un mar de lágrimas y Lisa no sabía qué hacer para calmarla, pues le había tomado de sorpresa al verle el rostro.
Jennie asintió poniéndose las manos en el rostro para tapar sus ojos.
Lisa, pensaba que definitivamente era una decisión difícil para Jennie cuando se colocaba a llanto suelto luego de decirle.
—Está bien. —volvió a decirle dándole caricias en los brazos alzados.
No podía asimilarlo tan rápido.
Estaba tan acostumbrada a reuniones sin ninguna pizca de querer resaltar el tema de sus vidas, que ahora escucharlo y ver que estaba sucediendo, era casi alucinante.
Por poco y se dejaba caer de las inmensas ganas que tenía de llorar.
Pero debía mostrarse fuerte, más cuando Jennie no podía con sus palabras.
—Está bien. —nuevamente dijo.
Lisa empezó a recordar cada una de las escenas de escape que había planeado. Las relacionaba con la temporada, la hora, el día.
Claro que tenía miedo. Sabía que Jongin estaba muy cerca, con el ojo puesto en ella como si se tratara de un halcón vigilando a su presa.
Buscaba una manera segura de escapar. Miraba a su alrededor buscando un escape, o una idea que le cayera del cielo, pero nada.
Miró a Jennie dejar de sollozar y la envolvió nuevamente en sus brazos sintiendo los de Jennie corresponderle.
—Todo está bien. —dijo subiendo y bajando su mano en su espalda.
—Pensé que no querías...
Lisa paró de pensar cómo sacarlas sin que alguien las notara, para prestarle atención al frágil hablar de Jennie.
Soltó una risa.
—¿Cómo no iba a querer? Llevo soñando con eso desde siempre.
Jennie notoriamente se relajó en sus brazos ahora que había escuchado eso. Apegó su cabeza con la de Lisa y sus párpados apretados desearon que todo saliera bien luego de tomar esa decisión. No era fácil de realizar. Y sabía muy bien que todo el peso de la tarea estaría sobre Lisa.
—No sé cómo vamos a hacerlo. —confesó acomodando su cara entre el cuello de Lisa, sintiéndose protegida ahí.
Tampoco Lisa lo sabía, eso era lo que intentaba averiguar sumergida en sus pensamientos.
Poco a poco, a Lisa se le fue complicando el mundo. No soportaría que algo saliera mal.
Cuando deseaba poder realizarlo, no contaba con el miedo que tendría de los resultados.
Cada vez más, se adentraban en los días difíciles.
Su alma estaba llena de promesas que debía cumplir. Le había prometido tanto a Ella y a Jennie, que el pensar no poder cumplirlas, le debilitaba.
—No voy a dejarlas nunca. —volvió a hacer una de las promesas que más que nada, Jennie había memorizado para siempre.
Jennie inevitablemente pensó en sus padres.
—Lo más seguro es que me deshereden mis padres. Pero Lisa, quiero ser feliz junto a ti.
Lisa escuchando sus palabras, pudo añadir otro dato que para nada tenía en cuenta.
La familia Kim.
Se formuló la siguiente pregunta: ¿Por eso Jennie no había querido escaparse? ¿Por miedo a que la desheredaran?
Por lo que recordaba de los señores Kim, siempre eran serios a lo que tuviera que ver su hija. Y Jennie casándose con el hombre que ellos eligieron para ella, era típico de una joven que seguía al pie de la letra, las palabras de sus padres.
Que se enteraran los señores Kim de la infidelidad de su hija, por supuesto que lo verían como el fin del mundo.
Entendía, y se ponía en los zapatos de Jennie. Toda su vida viviendo bajo las alas de ellos, no querría de alguna forma decepcionarlos, sentirse avergonzada delante de ellos por su error, y ser juzgada como tal.
Por otro lado estaba en tema de la herencia.
—Eso no importa.
Jennie sintió la pesadez en los brazos de Lisa al entrar en ese tema. Pero no hizo caso alguno y siguió abrazándola con fuerza.
—No viviremos rodeadas de lujos, pero estoy segura de que sí les daré la mejor vida posible, con todo mi amor incluído.
Dichas esas palabras por Lisa, Jennie se aferró a su cuerpo. Exactamente era lo que necesitaba escuchar para derramar lágrimas de júbilo y a la vez de alivio.
Su Lisa seguía ahí con ella a pesar de lo testaruda que se había mostrado al principio, y ya pasados tres años de vivir de esa forma tan cruel para Lisa.
Lisa continuaba pensando. Especificamente el tema del dinero, era lo que le ponía de mal casillas. Estaba segura de que si estaban juntas, llenas de salud y al menos un techo en donde quedarse, serían felices.
Pero quedarse en un lugar indeseado, no podía contarse como vida.
Cualquier motivo por el cual Jennie antes quería quedarse en esa casa, no le importaba ahora.
La decisión estaba tomada, y Lisa haría lo que fuera por cumplir el deseo de Jennie: vivir feliz junto a ella y Ella.
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