Capítulo 14
—Por eso digo.
—Doña Berta, es imposible entenderla si no se explica.
—De todas maneras nadie quiere escuchar mi versión Jeongyeon.
—Solo estamos conversando, y usted ha querido contarme pero la verdad es que no se le entiende... ¿Revisó el invernadero cuando Jongin se lo mandó?
—Por supuesto que no. —la anciana terminó de cortar las legumbres para la sopa, y a Jennie se le derritió el corazón al verla tan triste.
—Ya vió.
Un roedor había escarbado y defecado en el invernadero.
La mayor parte de los vegetales se dieron por perdidos así como la paciencia de Jongin, y quien pagó el muerto fueron los peones.
Pero la anciana había estado preocupada todo el día, y parecía que la culpa le invadía a la pobre cada vez que recordaba las horribles palabras que Jongin les gritó a todos.
Jongin hizo oídos sordos a las súplicas de Jennie por detener el show que llevaba encima a cada paso que daba. También le había rogado con una mirada que no le dijera nada a la anciana. Lo iba a tomar muy mal y quien sabe que dolores le provocaría.
Inesperadamente Jongin le cumplió luego de que se le ocurriera a quienes culpar. Por eso los peones y Lisa acabaron castigados por no estar "pendiente de las cosas".
—Tenía todas las intenciones de ir cuando el joven Jongin me dijo que revisara los tomates, pero no podía descuidar la cocina y he dejado la puerta abierta sin querer.
Siguió lamentándose.
—Ya, ya. Nadie está enojado con usted.
—Pero ahora los demás no tendrán descanso.
—Ya luego le pedirá disculpas a los demás y verá como no se preocupan por eso. Están acostumbrados.
Jeongyeon dejó puesto el arroz y se limpió las manos con el delantal que cargaba al cuello. Se acercó a la silla para bebés en donde estaba Ella con veinticinco meses ya bien puestos comiendo trozos de sandía que Jennie le acababa de colocar en la base de su silla.
—¿Quién es la princesa de la casa? A que sí le ha gustado lo que mamá le dio. —le decía riéndose por como tenía jugo de sandía hasta en la nariz.
Ella le ofreció un trozo extendiendo su manita y Jeongyeon la aceptó colocando cara neutra. Disimuladamente después se la dio a Jennie.
Jennie estaba sentada a su lado en un banquillo alto, también con unos trozos de sandía en un plato. El hambre le había ganado a ambas y no podían esperar hasta que el almuerzo estuviera listo.
—A ver si Ella no deja la puerta del invernadero abierta... —dijo la anciana.
Jennie rió mientras extraía el jugo de la fruta e imaginándose aquello.
Como la bebé se la pasaba la mayor parte del tiempo corriendo, subiendo las escaleras, explorando cada escombro, estaban asombradas de que la pequeña anduviera por su cuenta sin límite.
No había cosa que a Ella no se le escapara hacer.
—Ya, ya pasó. Ahora solo hay que enfocarse en dejar todo esto listo. —Jeongyeon dejó la cocina riéndose de la anciana y fue a poner la mesa para el almuerzo.
Se quedó Jennie, disfrutando de la maravillosa fruta jugosa que la naturaleza le brindaba, y de Ella moviendo sus pies inquietos y recargados para una carrera segura en cuanto le dejaran bajar.
Limpió las mejillas de Ella, y esta le decía que no lo hiciera. Jennie cerró los ojos para no ver como daba rabietas y también al ver como se llevaba las manitas a su cabello.
Tenía unas ganas inmensas de decirle lo típico "Le diré a tu madre cómo te estás comportando" y ver cómo Ella seguía en lo suyo. Tan solo era la satisfacción de decirle algo relacionado con Lisa.
Del jugo que estaba derramado en el posadero de la silla, Ella pasó sus manos por ahí y empezó a golpearlo para que salpicara.
Jennie escondió su rostro en una de sus manos a la vez que escuchaba la risa de la señora Berta y Jeongyeon que entraba a la cocina con unos manteles.
—Y esto apenas comienza. —le dijo Jeongyeon con gracia.
Cuando recién Ella daba sus primeros pasos, todos en casa, hasta los señores Kim afirmaban que iba a ser una niña tranquila porque siempre esperaba a que Jennie la ayudara o llevara de la mano a un lugar. Pero ahora, un año después era todo lo contrario.
Jennie recordó ese día. Una noche antes estaba jugando con Ella en la cama, y la bebé aferrándose a su mano logró colocarse de pies e intentó dar un paso, pero obviamente el colchón se lo impidió. Al día siguiente se armó de valor para organizar un "picnic" en el campo junto a Jeongyeon.
Su objetivo era ayudarla a que se levantara y diera algunos pasos para que Lisa la observara desde donde estuviera.
Había resultado, pero en vista de que Jeongyeon estaba demasiado cerca, no pudo ver desde dónde estaba Lisa. Sabía que la había visto porque justo tres días después lograron encontrarse detrás del invernadero y Lisa le dijo que estaba realmente agradecida por hacer que presenciara sus primeros pasos.
Desde ese entonces en Lisa aumentó la fascinación enorme a cualquier cosa que hiciera o tratara de decir Ella.
Dejando de lado lo encantada que estaba al recordar aquello, Jennie fue al fregadero y limpió el plato que estaba usando. Se volteó hacia la silla de Ella y al verla pensó lamentándose que tendría que bañarla nuevamente antes de que llegaran sus abuelos.
De un segundo a otro la bebé detuvo sus acciones rebeldes y se concentró en la ventana de la cocina, donde la señora Berta estaba de espaldas filtrando fideos. Jennie miró en esa dirección y se encontró con la silueta de Lisa en el otro lado.
Estaba ayudando a los muchachos a cargar unas bases de madera para la fiesta en la noche. Iba a ser el primer año en que Jongin y Jennie celebraban su aniversario a petición de sus padres.
Por el gesto serio de la bebé tratando de identificar a Lisa, Jennie se dio cuenta de las intenciones que tenía Ella en llamarla. Antes de que sucediera, ella se colocó frente a la bebé y le negó con la cabeza.
La bebé observó confundida a su madre. Pero aún así ella dijo "Lisa" y continuó con los movimientos de pies demostrando lo contenta que estaba por haberla visto.
Jeongyeon hizo como que no escuchó nada y le metió conversación a la señora Berta. Según Jennie había sido un golpe de suerte y estuvo agradecida por eso para entretener a Ella antes de que empezara a gritar emocionada.
Jeongyeon seguía guardándose el secreto y tras él, una serie de acontecimientos que no dejaba de darle repaso.
Ya vería ella si lo guardaba hasta la tumba, o por algún milagro que sucediera entre ellas podía estar segura de hablar de ello con confianza.
Jeongyeon se había dado cuenta de lo bien que le hacía Lisa a aquellas dos, especialmente a Jennie.
Por mucho tiempo ella había asegurado ciegamente que la sonrisa y la felicidad de Jennie se debía a Jongin. Ahora se daba cuenta que aquella inmaculada felicidad pertenecía a otra persona completamente distinta por muchos aspectos.
No había conocido romance más complicado y diferente en su vida que aquellas dos. Y eso que ella había visto y pasado por mucho en su vida amorosa.
No debía delatarlas. Ella entendía que no podía hacerle daño a Jennie y a Ella de esa forma tan cruel. No cuando ambas, de una forma poco usual estaban felices con la vida que disponían.
También con el tiempo se daba cuenta del trato de Jongin hacia ellas. Se daba cuenta de que aquel hombre que se hacía pasar por padre y esposo no sentía amor por ellas.
Un padre no ignoraría a su hija cuando ella le tendía los brazos, o cuando Ella lo miraba por mucho tiempo y él se iba a otra sala para evitarlo.
Para Jeongyeon, Jongin es el papá de Ella. No tenía dudas de que era así, y eso le ponía triste ya que muchos darían por poder estar el tiempo suficiente con sus hijos, y él simplemente rechazaba cualquier oportunidad.
Jennie no sabía si era buena o mala señal, pero Jongin entró a la cocina despistando a las demás con un traje semi formal y aire presumido que las hizo enfocarse en el trabajo. Miró a Jennie y con la cabeza le señaló que saliera para hablar con él.
En privado para que nadie escuchara la manera tan ruda en que la trataba, pensaba Jennie.
—No demoran en llegar mis padres. Vístete bien, vienen unos colegas de papá... —él se ajustó la corbata y miró por el hombro de Jennie a Jeongyeon levantando a Ella de su silla.— Y por favor, asea a la niña lo más pronto posible. Me repugna la idea en que la dejes ser tan liberal, a tu madre le daría un infarto.
Se colocó el sombrero, y se despidió de ella con voz seca sin dejarla refutar. Era demasiado consciente de como trataba a su hija, además de que no le importaba la opinión de nadie y él era el que menos quería escuchar referirse a ella como "mala madre".
La tarde estaría cargada de hechos y ya se daba cuenta como empezaba. Una vez más Jennie tenía que guardar postura delante de los invitados para celebrar algo en lo que no había estado de acuerdo.
Primero tendrían un almuerzo leve, luego saldrían para tomar aire y establecer conversaciones. Por último y lo más seguro es que los padres de Jongin se quedarían a dormir y ellos tendrían que fingir ser una pareja enamorada.
Esa noche dormiría con Jongin.
Ella se regresó para tomar a Ella en sus brazos. Olía a dulce y su conjunto de dormir estaba empapado del juego de sandía.
Antes de salir, quiso ver a Lisa una última vez antes de adentrarse en aquel mundo de mentira que estaba viviendo, pero del que no quería salir si de verdad lo quisiera.
Con tan solo volver a ver el cuerpo de Lisa, se le había devuelto el alma al cuerpo. Recordó como precisamente anoche le había hecho el amor de la manera más romántica.
Jongin había estado fuera con sus padres y nuevamente había tenido la oportunidad de estar con Lisa.
Parecía que Lisa no desistía de hacerle entender lo feliz que estaba con que fueran una familia, no de la forma esperada, pero seguía agradecida con cada momento. Lo habían hecho en la pequeña cama de Lisa, y aunque había estado incómoda por un momento, todo se le fue de la cabeza al tenerla encima moviéndose entre sus piernas. Tuvo que sostenerse muy fuerte de sus hombros para no dejarse llevar mientras le susurraban al oído palabras amorosas que eran difíciles de procesar.
Cuando se tuvieron que arreglar con urgencia al escuchar risas cercanas, Lisa la detuvo en la puerta para decirle unas tres veces más cuanto las amaba, y las amaría con locura todos sus días.
Luego de ese breve lapso que se tomó para pensar en eso que la volvía loca cada vez que podía, Jennie bañó a Ella entre juegos y risas. Para cuando se hizo la llegada de sus suegros estaban casi listas.
Jennie estuvo en corredera al no saber que ponerse, al final se colocó uno de sus cómodos vestidos de campo que numerosas veces Lisa deseó arrancar de su cuerpo, pero de buena manera.
Como era de esperarlo, Jongin no estaba contento con la elección de ropa, y había susurrado lo mal que estaba Jennie al vestir a Ella como si fueran a un parque de diversiones. Pero Jennie se dio cuenta que no le importaba en lo más mínimo su opinión y la mirada extraña de su madre ante el enojo de Jongin, la ignoró con razón.
Cuando se hizo las cinco de la tarde, y el sol resplandecía de un color naranja pastel cada madera y tela que se observaba en el exterior, algunas personas empezaron a llegar de sorpresa.
Jongin había invitado a los Im, y fue toda una odisea para Jennie ver a Nayeon hablando con Lisa fuera de la casa. Trató de controlar la poca razón que le quedaba.
Se había puesto terriblemente celosa al verlas nuevamente en ese juego de miradas que a más de uno dejaba con sonrisas pícaras suponiendo que había algo entre ellas.
Debían controlarse y dejar de mirar hacia la ventana a cada rato en busca de Lisa. Confiaba en ella, y si Lisa le había dicho que no pasaba nada y que no pasaría nada entre Nayeon y ella, así era.
Ella estaba con sus abuelos, y se percató de que su madre no dejaba de mirar a Ella con detenimiento. Jennie se imaginó lo que ella tendría que decirle respecto a la apariencia de su hija.
La reunión iba entre muchas tazas de té y conversaciones de negocios que ya ni siquiera le llamaban la atención a Jennie. Jongin se había retirado con su padre y colegas al piso de arriba para hablar detalladamente de algo que ellos aseguraban sería grandioso.
Lo que no contaba Jennie, es que apenas comenzaba la noche que estaba a punto de moverle los cables.
—¿No vas a entrar? —le preguntó Lisa a Nayeon.
—Deja tu impaciencia a un lado, estoy esperando a mi hermana, colega. —ella sonrió de todas manera por la forma tan poco sutil en que Lisa le hablaba.
Habían estado conversando numerosas veces a lo largo de los meses, y Nayeon se había dado cuenta de algo.
Lisa siempre se comportaba de esa forma tan extraña cuando se reencontraban cerca, muy cerca de la hacienda.
Lo dejaba pasar, que era algo que no le importaba. Pero lo constante le traía intriga, y sin duda alguna Lisa era una grande para ella.
Fuera de todo romance, Nayeon se había rendido con Lisa. Esa chica no le prestaba atención a ninguna de sus insinuaciones y ella no estaba para esos trotes, no cuando era una adulta, además de que su nueva amiga Lisa le había confesado tener ya un romance.
Ahora era una simple amistad que albergaba muchas curiosidades a la más pequeña conforme pasaba tiempo.
—Lo que me contaste hace unas semanas... ¿Aún sigue?
—¿Sobre qué? —Lisa se volteó para observarla con detenimiento.
La verdad era que no recordaba casi nada de lo que conversaba con Nayeon.
Después de la noche en que Jennie le preguntó por esa amistad que llevaban, había sentido en su estómago un amargo de los malos con ese tono que utilizó y esos ojos más que celosos.
Le había encantado, y lo admitía porque era la primera vez que Jennie demostraba interés en ella, ese miedo de que estuviera con otra chica o de que la dejara por alguien más.
Lisa había sentido que de verdad Jennie estaba interesada en tener algo con ella. Se entendían y se decían muchas veces te amos, y no olvidemos el hecho de que ya tenían una hija, pero a veces faltaba ese algo para ponerle llama a la relación.
—Tu supuesto romance... —dijo con voz aguda y esperando algún gesto que no la dejara mentir.— Anda, ten confianza conmigo y no me mires así eh.
Lisa sonrió un poco y se recostó en uno de los árboles que estaban en el comienzo del camino.
No iba a contarle la verdad a Nayeon, pero Lisa sentía la necesidad de tener una historia detrás ¿no?
Durante noches, ella se imaginó alguna actuación con una de sus amigas de la secundaria con las que por supuesto podía conseguir sus contactos fácilmente. Podían hacer que eran parejas y que la visitara en la finca Kim para que especialmente Jongin viera eso.
Pero no terminaba de arreglar ese asunto.
¿Por qué llegar a esos extremos?
Pues Jongin cada vez estaba más extraño, y la mirada que recibía Lisa a cada momento, le daba señales peligrosas.
Estaba segura que en los meses que transcurrieron actuaron precavidas y todo seguía con normalidad. Ella no terminaba de entender ese comportamiento, pero sin duda le daba mala espina.
—No es nada. —le contestó a Nayeon.
Uno de los peones pasó con unas leñas al hombro y al ver lo reservadas que estaban ellas en ese lugar, les dio una sonrisa pícara mientras intercambiaba mirada entre las dos.
Como si se tratara de un chiste, Nayeon alcanzó a ver la expresión de Lisa anonadada y empezó a reír.
—Te tomas todo muy en serio Lisa.
—Mis hermanas dicen lo mismo...
Lisa metió sus manos en los bolsillos de su jeans.
Recordó como de pequeña, jugaba con sus hermanas y la mayoría de las veces salían peleadas por cosas sin sentido.
—Por cierto, ¿no vendrán hoy?
—Ellas están realmente ocupadas siendo madres como para salir de fiesta. Hacen negocios desde casa.
—Pero pueden traer a los niños, y así entretienen a Ella ¿no? Es una buena idea. La pobre niña no sabe ni siquiera que existen otros niños en el mundo.
Lisa apenas y sonrió.
Ella recordaba una vez más como en uno de sus sueños las risas de Ella se mezclaban con la de sus sobrinos, en el campo, saltando y jugando; le gustaba aquella idea más que a nadie.
—Sí, sería buena idea.
—Ya sabes, de todas formas Jongin no se negaría. Ella está todo el rato sola en esta casa de mierda, y no me digas que está con su madre porque yo sé lo aburrida que es Jennie ahora.
Rieron por aquel comentario y Lisa solo lo hizo por disimular. Ella sabía que Nayeon y Jennie cargaban disputas al tratarse de lo que era una clara diferencia entre diversión y una vuelta a caballo.
—Lo dices porque no te ha dejado montar a Monte. —le dijo sonriendo.
Nayeon parpadeó como quien no entendía la cosa.
—Hey, aquí entre nosotras... —Nayeon se acercó más al cuerpo relajado de Lisa, quien se cruzó de brazos esperando algo sarcástico provenir de la joven.— Cuando ella no esté, puedes avisarme y yo vendré en un dos por tres... de verdad quiero ser la primera en montarlo.
—Solo es un caballo al que ella aprecia mucho.
—Trata de decirle eso a mi hermana.
—¿Ella también planea secuestrarlo?
Nayeon movió exageradamente las cejas.
—¿Quién no?
Lisa negó con la cabeza y rió suavemente.
Antes de que pudiera decir otra cosa, otro de los autos que llegaban a la casa se parqueó detrás de una fila de cuatro autos.
—Al fin. —dijo Nayeon girándose y caminando hacia el auto.
Las dos puertas delanteras se abrieron y de ellas salieron dos mujeres. Una era demasiado joven, y la otra sin duda debía ser madre de Nayeon.
—¡Dahyun! —Nayeon fue acercándose a la vez que Lisa veía como aquella mujer acomodaba su cartera de cuero al hombro y le sonreía impecable a su hermana.— Que bueno que llegas. Ayúdame a convencer a Lisa de no hacernos más el lío con Monte.
Y mientras Dahyun se acercaba con paso confiado, pasando sus ojos por todo el cuerpo de Lisa hasta perderse en aquellos ojos encantadores y extendiendo la mano para estrecharla y presentarse, desde la ventana Jennie podía ver con lujo de detalles a esas dos mujeres arrinconar a su Lisa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top