Capítulo 11
Un año había pasado ya.
La cuestión era que Lisa nunca se había imaginado que seguiría viva hasta este punto. Y eso lo explicaría más tarde.
Las primeras semanas estaban llenas de dudas.
Por más que se había convencido de que Jeongyeon no había visto absolutamente nada, la preocupación siempre llegaba a ella como corriente sin piedras.
Aún así, el tiempo que pasaba con Jennie y Ella, aunque fuera escaso, lo disfrutaba como siempre. Solamente podía estar con ellas del todo, uno o dos días por semanas conforme se daba la oportunidad, de no ser así, podía observarlas desde lejos, como ahora mismo.
El día había empezado fresco, eran las siete de la mañana y Jennie estaba en la parte trasera de la casa tendiendo la ropa de la cesta, con Ella sentada en un tapete cerca de ella.
Era una de las tácticas que a Jennie se le había ocurrido para que Lisa pudiera ver a su hija, haciendo cosas por ella misma exonerando a Jeongyeon; tendía la ropa, últimamente sembraba plantas en lo potes de las esquinas y les regaba agua, todo con Ella en el coche o en tapetes.
Y ella estaba agradecida.
Ella ya había cumplido un año, uno en el que no pudo estar por completo y arrepentida se sentía por no esforzarse más en conseguir tiempo. En su cumpleaños Jennie había tratado de que pudiera verla de muchas maneras pero Jongin de un tiempo a otro estaba insistente con pasar tiempo con la bebé, y al final, Lisa se había deprimido.
Pero después de dos días, Jennie le había sorprendido en los establos con la bebé y luego de que Lisa le repartiera besos a Ella por todo su rostro haciéndola reír se había recompuesto de inmediato.
Nada podía regresarle su primer cumpleaños, y al menos lo comprendía.
La situación con Jennie no volvió a ser la misma, pero no de una mala forma.
La conexión que ambas tenían estaba más fuerte que antes. Sus almas se consolidaban con tan solo una mirada, y Ella solo podía reforzarlo más. No hacía falta contacto físico para ser una sola, o para saciar la necesidad de estar con alguien. Con el tiempo, Jennie había comprendido de que su meta era poder estar con Lisa el mayor tiempo posible y que esta disfrutara de su hija hasta que el destino viera que hacer con ellas; y sobre todo poder amarse mutuamente.
Porque sí, Jennie seguía con el mismo plan de quedarse en esa casa.
Para ella no existía vida afuera de esas hectáreas.
No hace falta mencionar los deseos de Lisa. Era una mujer que se hacía más débil al mencionarle la palabra familia, y no había solución a ello. Estaba siendo sometida a vivir una vida que por supuesto no había elegido pero que estaría dispuesta hasta la muerte en luchar por esa paz y sobre todo la de Ella.
Quería escapar, y era algo que no podía olvidar, pero se había propuesto a no mencionarlo ya que era un tema delicado para Jennie, y desde que lo había dejado de comentar, o mejor dicho de insistir, las cosas marcharon bien.
Más que bien.
A Lisa por fin le habían colocado su anterior horario y era una de las razones por la que había estado contenta todo el día de ayer y esta mañana. La principal razón era que estaba viendo a Ella hacer sus prácticas para gatear, y la otra eran esos ojos oscuros que estaban devorandola con la mirada desde el otro lado en los tendederos.
No quería hacerse ideas locas, pero llevaba mucho tiempo sin estar con Jennie, y tan solo verla y pensarlo la ponía nerviosa. Jennie llevaba un buen rato tendiendo la ropa con lentitud y mirándola con una sonrisa coqueta.
Que alguien la salvara.
Nunca se había podido resistir a esos ojos.
No habían intimidado desde hace mucho, mucho tiempo. Tampoco era una posibilidad por el tiempo corto que podían verse, además de que estaban siempre con Ella.
Jennie cada día que pasaba, se enamoraba más de Lisa. Desde aquellos días en que admirando a la bebé dormir le agradecía a Lisa por haberle dado algo tan hermoso, hasta todas las veces que le veía a Lisa desde lejos y esta no se enteraba.
Pensaba una y otra vez lo afortunada que era porque Lisa fuera la madre de su hija.
Había escogido bien a la persona.
Por otro lado, los incidentes no se hicieron de esperar. Aunque ninguna de las dos tenía idea, ojos muy curiosos las observaban con intriga buscando señales de las posibles hipótesis que se formaban.
Jeongyeon no había dicho nada. Guardaría el secreto de lo que creía hasta donde pudiese porque entendía que no era su problema.
Pero que ella no dijera absolutamente nada no significaba que otros ojos estuvieran atentos y haciéndose ideas por su cuenta.
Lisa por fin quitó su mirada del cuerpo de Jennie y puso cuidado en lijar la madera sin lastimarse.
Ahora que pasaba todo el tiempo en la finca se encargó de hacerle saber al capataz de sus distintas virtudes en el trabajo con tal de no hacerle cambiar nunca de opinión y que le dejaran el horario definitivo.
Jongin en un principio estaba asombrado, no tendría que gastar dinero en muebles o demás accesorios cuando podía invertir en algunas máquinas eléctricas Melabo y tal vez hasta podía vender algunas cosas que le dijera a Lisa que hiciese.
Era un genio. Obtendría más ingresos que en muchos años no había obtenido.
Pero le sofocaba la insistencia de Lisa en estar en sus tierras, y fue por ello que empezó a verla a menudo y examinaba todos sus gestos y acciones.
Pero solo era cuando estaba sobrio.
El repentino interés que el empezaba a sentir por Ella iba más allá de ser su "padre". Para él se trataba de una niña más, y hasta estaba preocupado por eso.
Inconscientemente no sentía su conexión con la bebé.
Jeongyeon muchas veces le dijo que era porque el había estado esperando un niño y luego le dijo que se dejara de tonterías y empezara a quererla. Él le había obedecido.
Lisa terminó de lijar una pequeña rampa para hacerle un anexo a los caballos a la rampa original, que estaba descompuesta y en cualquier momento se daría a tierra.
Ah, cierto.
Jennie se había esmerado meses por volver a tener su cuerpo a como antes. Y no hace falta mencionar lo atractiva que se veía, aunque Lisa le había seguido viendo hermosa con la panza, pero no se lo diría.
Hacía ejercicios con Ella, se maquillaba frecuentemente y sobre todo se arreglaba para regar las plantas.
Cosas en la que Jeongyeon se hacía la desentendida.
Antes de que Lisa fuera a desconectar la regleta cuyo conector estaba en la cocina y pasaba por la ventana, miró una última vez a Jennie, y a su cuerpo.
Ya ella la miraba.
La canasta estaba vacía desde hace minutos pero Jennie se había quedado en el tapete jugando con Ella quien había estado tocando el césped, haciendo sonidos con sus labios abultados.
Jennie le sonrió y luego bajó su mirada a las travesuras de Ella.
Lisa solo suspiró y se retiró como bala de ahí para ir a la cocina.
No hizo falta entrar ya que la señora le había visto por la ventana de la cocina y con una seña le dijo que ella lo desconectaría y se lo pasaría por ahí mismo.
A medida que pasó la mañana y luego el medio día, había podido pensar todas las cosas que estaban ocurriendo últimamente.
Su cuñada Rosé iba a tener otro bebé.
La noticia le causaba mucha gracia ya que Jisoo había estado cansada últimamente de sus hijos. Le daban mucho trabajo e Rosé solo se podía reír.
En una ocasión Jisoo le había confesado una noche que no podía seguir durmiendo en la misma habitación con su esposa. Además de las risas y quejas que aseguraba haberlo pasado bien, Lisa pensaba lo afortunada que sería de poder dormir en la misma cama con Jennie.
Aquella noche, las palabras de su hermana le daban un sabor amargo. No había manera de que Jisoo sospechara algo y le soltara un comentario tan brusco para hacerla hablar.
Pero la idea que su hermana se quejara de la suerte que poseía le ponía de un mal humor.
Ella alejó esos recuerdos inoportunos y se encaminó con la tabla a el establo.
Y así continuó su tarde. Sin nada interesante que hacer y solo sumergida en recuerdos.
Hacía su labor sin estar pendiente, casi su vida fuera de Ella y Jennie había tomado un rumbo monótono casi como si fuera un robot.
Sus sentidos fueron activados y parecía que su cuerpo había cobrado vida cuando escuchó el auto de Jongin pasar dejando el olor a gasolina en el aire.
Continuó colocando la paja seca en el estante de uno de los caballos que seguían afuera.
El sol de las cinco de la tarde se podía ver enredandose entre los escombros de la madera. El aire se sentía frío a pesar del día tan bello que se había dado.
Colocó más pasto en la habitación, como ella se refería a cada establo. Específicamente ese caballo viejo a pesar de tener más raciones que los demás, cuando Lisa se asomaba en las mañanas, en la esquina donde enganchaba el alimento no había nada.
Escuchó abrirse la puerta haciendo un chirrido de lo oxidada que estaba, y no tenía que suponer quien era porque sabía que Jennie llegaría en cuestión de segundos en cualquier lugar que se encontrara.
Estaba de espaldas al pasillo, y de una magnitud indescriptible se le hizo agua todas las partes del cuerpo cuando las manos de Jennie le rodearon la cintura y le abrazó por detrás.
Se dejó querer de esa forma, su calor la llenaba de cariño.
—¿Y Ella? —preguntó extrañada.
—Se ha quedado dormida.
No respondió a eso.
Admitía que se sentía decepcionada, pero no comentó nada a Jennie.
Se giró con impaciencia por ver los ojos de Jennie de cerca y no a través de unos metros. Jennie había dejado sus brazos en su cintura sin hacer espacio por la acción, y se mandó también en busca de la mirada de Lisa.
Dios mío.
No podía verla con tranquilidad de ahora en adelante.
Un fuego, junto a viento, marea, tormenta y tornados se desataban dentro de ella con tan solo mirar a Lisa.
—Jongin se ha ido con su padre a una de las fincas del Sur, regresa en tres días...
Se quedó anonadada por ello, ni siquiera pudo asentir.
Continuó mirando a Jennie con ojos brillantes llenos de alegría.
Tres días con libertad. Y se refería a Jennie, que podía hacer lo que quisiera en la casa y en cuanto se le antojara. No tenía que esconderse de Jongin para que no le encontrara mirando mucho tiempo por la ventana o que le preguntara muy grosero que tanto podía hacer afuera.
Jennie le sonreía maliciosa, pero en vista de que Lisa no mostraba reacción, tuvo que sonreír más y con las manos en su cintura la movió hacia ella un poco para llamar su atención.
—¿Qué piensas? —le preguntó pasando rápidamente su mirada por sus labios hasta recaer de nuevo en sus ojos.
Los faroles con luz amarilla en las esquinas del establo, le daba un toque privado al momento. Delante de ella Lisa se veía totalmente hermosa; su cabello recogido en la parte de atrás, su flequillo.
Lisa la seguía mirando ahora con una pequeña línea en las comisuras de sus labios y negó, asimilando el "nada" como respuesta.
Pasó sus brazos llenos de vida ahora por la cintura de Jennie y la envolvió. Aquello hizo que la otra en vez de apartar sus brazos, los dirigió de inmediato hacia los hombros de Lisa.
La abrazó con fuerza.
Cuando le llegó el olor a bebé sonrió automáticamente y apretó más a Jennie. Había sentido la fragancia en Jennie muchas veces, podía apostar que esta se llenaba de colonia y polvo para bebés todos los días.
Mientras la abrazaba se daba cuenta de la delgadez de Jennie y lo pequeña que se sentía en sus brazos, cosa que no podía pasar por alto cuando relacionaba el olor a bebé con su cuerpo.
Ya con más tranquilidad, habló.
—Hueles delicioso.
Jennie rió.
—Huelo a vómito y a jarabe de manzana.
—Exquisito —ambas rieron y Lisa aprovechó para enterrar su rostro en el cuello de Jennie e inhalar profundo.
Se mantuvieron así, y de vez en cuando Lisa se alejaba del abrazo que acostumbraban a darse cuando recién estaban conviviendo, para ver el rostro de Jennie hablando sobre las travesuras que Ella había hecho en esos días.
—¿Hay que cepillarle los dientes ya?
—Sí, según la señora Berta.
—Pero solo tiene un diente y medio. —decía entre risas.
—Lisa, no sé sobre eso... —dijo con sus labios rozando su cuello y parte de su mandíbula.
—Bueno está bien, hay que cepillarlos.
Jennie sonrió ocultándose en su piel.
En un rato más lleno de los besos que Lisa le daba, y otras caricias que poco a poco iban significando algo más, Jennie se separó de Lisa y la miró con jugosidad.
Era producto de estar así con Lisa. Sus energías eran recargadas y estaba tan tranquila en sus brazos.
Jennie mientras veía los labios de Lisa, se daba cuenta de la leve necesidad que su cuerpo había eliminado por muchos meses y recién aparecían asomados en una esquina.
La quería ahora.
Pero según ella iba a verse demasiada atrevida si lo preguntaba tal cual necesitada, ya que en la mayoría de sus encuentros, la solicitud no era dada por ninguna de las dos.
Las cosas se daban mutuamente, y con los deseos sobresalir por sus ojos se entendían a la perfección.
En cambio, Lisa le sujetó una mano sin entrelazar sus dedos. Jennie se desequilibró, ya que era propio de aquella mujer presentarle apoyo y ternura cada vez que le veía extraña o indecisa.
Su Lisa siempre era así.
Podía estar pasando por las peores cosas de la vida, pero si alguien cercano a ella estaba mal, o en el caso de Jennie, "confundida", Lisa mostraba sus ganas de ayudar.
De pronto y para liberar la tensión, Jennie empezó a contarle nuevamente la historia de cuando Ella le dijo por primera vez "Mamá" o, algo similar a eso, pero ahora le había reforzado el habla repitiéndoselo a cada rato para que la bebé le viera los labios y aprendiera. Ahora estaba mucho mejor.
A Lisa le encantaba esa historia.
Pasaron los minutos, el sol ya se estaba poniendo y Lisa se recostó de la pared de madera dentro de una de los establos interiores. Estaba cruzada de brazos observando a Jennie contarle un sin número de cosas.
Jennie se colocaba emocionada contando muchas cosas personales que a nadie le había confesado; detalles de la secundaria, sus amistades, sus padres, y pasando un poco a terreno incierto.
Empezó a coquetearle señalando las virtudes de Lisa, preguntándole cómo había sido para ella la escuela, si había tenido épocas de rebeldía y al final, cuántas chicas habían sido las afortunadas.
Lisa inclinó un poco la cabeza dibujando una sonrisa en su rostro.
Jennie delante de ella, tan hermosa como siempre, mostrando un poco lo tímida que estaba por saber más de su vida, simplemente le descolocaba las costillas.
Pero ella respondió a todo tranquilamente, una que otra vez se quedaba mirando intensamente esos ojos, y luego continuaba con la conversación.
Después de todo, se habían saltado esa parte de la relación. No se conocían del todo y ya habían tenido una hija.
—Y... mi hermana será mamá otra vez. Será el tercero.
—La casa debe estar llena de vida todo el tiempo.
Lisa se encogió de hombros.
Fue el último tema consciente que hablaron.
Jennie se adelantó hacia Lisa, quien no se movió ni un pelo por la pared y por lo hipnotizada que estaba.
—¿Por qué estás nerviosa? —le preguntó fijándose en el sonrojo de sus mejillas y de los ojos inquietos.
Jennie suspiró y posó las dos palmas de su mano en el abdomen de Lisa. Se sostuvo fuerte de su camisa de cuadros de contrastes azules.
—Es que... —lo estaba dudando, mientras pensaba sus ojos se iban al cuello de Lisa, y de ahí a los botones de su camisa— pensaba que podíamos...
El escalofrío en su piel le impidió seguir.
¿Cómo iba a ser tan atrevida de lanzarsele así?
Estaba avergonzada.
Y luego de mirar a Lisa directamente a los ojos, se dispuso a olvidarlo y hablar de otra cosa para bajarse los humos.
Quiso retirar las manos calientes del abdomen, podía sentir la piel del otro lado de la tela quemarle y le llamaba pidiendo que se rindiera; sin embargo, Lisa llevó las suyas hacia ahí y la detuvo.
Sería un poco tonto de su parte si no se hubiera dado cuenta de las intenciones de Jennie.
Ella le sonrió para hacerle saber que todo estaba bien, y seguido, Lisa se inclinó hacia ella para besarla en los labios, de una manera dulce en contrario a como sus cuerpos estaban.
Jennie apretó sus manos en las de Lisa sin quedarse atrás en la dedicación que le estaba dando a sus labios. Posteriormente, Lisa alejó sus manos y las llevó a la cintura de Jennie que hasta ahora marcaba un ritmo acelerado.
Trataba de frenarla, no quería hacer el amor como criminales en banco. La iba a disfrutar como siempre lo hacía y sobre todo volvería a cumplir en el objetivo de hacerla sentir amada como se lo merecía.
Pero no funcionó ante las manos de Jennie buscando de su piel.
Jennie comenzó a deshacerse de la ropa que se reía de sus dudosas manos en Lisa. Los últimos botones se los desabrochó Lisa sin dejar de besarla y luego de que lanzara la camisa en el suelo de paja, rápidamente puso sus manos en la cintura de Jennie y la volteó para que mirara la pared.
Jennie se apoyó con ambos antebrazos en la madera mientras sentía las caricias de Lisa por todo su cuerpo mientras le besaba el cuello y el hombro. Tocaba sus senos por encima de aquel vestido rojo, seguido las bajaba hacia su estómago y de ahí, las colocó en sus caderas para atraerla y chocarla contra ella.
Jennie miró por encima de su hombro las acciones de Lisa.
Sus respiraciones era lo único que podía escucharse en esas cuatro paredes dedicadas a guardar el momento.
Lisa le dio otro beso en el cuello, apoyó su cien con la de Jennie, dejándose llevar por sus silenciosos gemidos y las inclinaciones provocadoras que esta hacia hacia atrás para sentir su no excitación.
Empezó a moverse simulando embestidas para que de una vez por todas le funcionara.
Jennie la esperó, estaba dispuesta a entregarse a ella sin chistar. En cambio, Lisa estaba sorprendida ya que al desabrocharse el jeans y sacar su miembro, este no le ponía atención a los atributos que esa mujer le estaba ofreciendo.
Su mano izquierda se quedó en la cintura de Jennie, y con la otra empezó a tocarse para darse prisa. Dejó caer su frente en el hombro de Jennie esperando que hiciera efecto su necesidad.
En estos momentos Jennie esperaba que le subiera el vestido de manera bestial y le hiciera suya enseguida. La amaba y necesitaba ya, pero pasaron varios segundos y todavía seguía esperando con los apretones que Lisa le daba.
Jennie vio nuevamente por su hombro y le dio un beso en su cabeza. Se movió lentamente con una sonrisa pícara en sus labios y se volteó agarrándose de los hombros de Lisa.
—¿Necesitas ayuda? —se acercó para besarla y se sorprendió de lo secos que estaban sus labios.
Lisa le sonrió apenada por la situación, pero no dejó de tocarse mientras miraba a Jennie preocupada.
—No sé. —contestó inocente.
Jennie se rió de ella en lo que llevaba sus manos a su parte para empezar a masturbarla con presión y lentitud. Lisa se sostuvo con una mano en la pared y la otra seguía en la cintura de Jennie.
Ella la iba a matar.
Estaba frente a ella mirándola intensamente mientras la tocaba como nunca lo había hecho. Trato de no dejarse caer ahí mismo, se mantuvo fuerte esperando el impulso que estaba dejándole en vergüenza con su atraso.
Jennie se seguía riendo.
—No es gracioso. —le dijo cerrando los ojos para concentrarse.
—Sí que lo es. —ella rió acercándose para besarla.
Luego de que se separó de Lisa, continuó sonriendo observándola hacer un esfuerzo sobre humano.
Cuando la vio abrir sus ojos, se rió para molestarla un rato.
Era divertido, hace tan solo segundos mostraban un temple normal, charlaban de todo un poco y ahora podía apostar que iban a quemarse de la excitación.
Tras sus risas, Lisa la miró levantando una ceja con molestia. Tal vez iba a obtener algo bueno de ello.
—Ya deja de, reírte Jen. —le advirtió, pero en el tono le transmitía estar disfrutando de sus atenciones cuando se detuvo a media frase para disfrutar de la ola de calor en sus partes.
Jennie tiró una risita y la hizo al menos sonreír un rato. No pudo contenerse y se sujetó del hombro de Lisa para volver a besarla.
Ahora era fogoso.
Jugaba con su lengua esperando provocar algo, y se alegró al sentir entre su mano lo excitada que Lisa empezaba a ponerse.
Sintió que Lisa le mordía el labio con fuerza, poco a poco tomando lugar a la versión del inicio. Se apoderó de la situación rápidamente y con un último toque...
—Ya.
—¿Qué? —Jennie sintió aquellas manos en su cadera y fue volteada de nuevo mirando a la pared.
Por un minuto había pensado que Lisa ya había llegado al clímax.
Lisa le levantó el vestido, incluso más sexy y rudo de lo que había imaginado antes, y en cuestión de segundos le hizo su ropa interior a un lado y la penetró con lentitud.
La sensación de reencontrarse con ella después de mucho tiempo la hizo temblar en su agarre, podía jurar que Lisa sintió bajo sus manos el temblor en sus caderas.
A medida que sentía las embestidas lentas pero fuertes que Lisa le daba, su ritmo cardíaco se aceleraba, y entre esos nervios y la respiración de Lisa en su cuello, curvó más su espalda para buscar un menor ángulo.
Ya era costumbre que guardaran sus gemidos a pesar de no poder contenerse. El miedo las invadía cuando escuchaban pisadas de los caballos, o algún auto que pasaba por la carretera.
En muchas ocasiones habían hecho el amor pero ahora no era con su amante, era con la madre de su hija y eso la volvía todavía más loca por Lisa.
La estaba amando de una manera intensa.
Lisa mientras aceleraba sus caderas le daba besos por detrás de su oreja e hizo un camino hasta su cuello para que sin querer dejara una marca poco visible.
Ella era un caos bajo sus caricias, de no ser porque Lisa le estuviera sujetando se hubiera desmoronado en el lecho sin darse cuenta.
Su fiel amiga la pared le brindaba soporte en cuanto empezó a sentir las contracciones. Puso su frente encima de su brazo apoyado en la pared, y la otra mano fue llevada a su cintura para ponerla sobre la de Lisa.
Cada vez más fuerte y más rápido era invadida.
Y no lo pudo evitar. Jennie empezó a gemir cada vez más alto y constante, pero Lisa no se detuvo ya que al igual que ella estaba a solo un segundo de acabar.
Cuando sintió las paredes de Jennie moverse con brusquedad alrededor de ella, fue el detonante para llegar al clímax casi a la misma vez.
Sin esperarlo ya se hallaba ella gimiendo a la par de Jennie deteniéndose por completo y dejándose caer de frente.
Cuando pasó lo más fuerte del orgasmo y solo quedaban leves sensaciones de lo que había sido realmente hacerle el amor a su mujer, Lisa le besó la mejilla.
Ambas estaban sin energías para moverse, sus cuerpos estaban tensos y los muslos de Jennie mancados por la posición.
Pero a pesar de todo, debían disfrutar los últimos minutos que se restaban en el reloj, porque de algo sospechaba Lisa, y era que Jeongyeon iba a encontrar extraño la desaparición inesperada de Jennie.
Hasta ella empezaba a preocuparse de que Ella estuviera tanto tiempo sola.
La abrazó y le demostró con varios besos dejados en su piel que le había amado con locura mientras el amor les envolvía sus cuerpos y sus almas en los momentos más ocultos de sus vidas.
—Te amo. —le susurró una última vez antes de separarse y dejarla ir.
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