Capítulo 10

Veinte sacos de Brio Clásico tendrían que bajar del camión.

Kim había firmado un contrato para hacer uso de aquella marca de alimento para caballos por dos meses gratis, en lo que él tenía que proponer a otros vecinos que lo compraran también.

Para él fue una de las mejores decisiones que pudo haber tomado en toda su vida.

La empresa prometía éxito para sus caballos y el hecho de que resultara gratis le gustaba mucho más; y solo tenía que convencer a otras fincas de que compraran el producto.

Vaya suerte.

Eso le decía al oído: podía ahorrar dos meses perfectamente y ya tenía pensado que hacer con el dinero sobrante.

No demoraron mucho en bajar los sacos del camión y llevarlos al establo; uno cada uno, y por supuesto entre ellos estaba Lisa, que hacía el conteo y se aseguraba de que llegaran sin ser rotos.

Pero todo tenía un propósito en ese trabajo.

Ella se había ofrecido aún cuando su turno se dio por culminado para poder ver a Jennie.

No la había podido ver en ya casi una semana.

Por más que lo intentó, no pudo.

Y Jongin no ayudaba mucho. No quería que ninguno de los trabajadores se acercara a la casa, no quería que vieran a su "hija" y menos hombres sucios como lo eran ellos.

Al día siguiente de su paseo con Nayeon, Lisa se había ofrecido para cambiar horario con otro compañero, pero recibió un rotundo "no" por parte de Minho. Al amanecer se ofreció también para ayudar a Jeongyeon con el desayuno, y esta vez Jongin se lo negó. Cuando se ofreció nuevamente en ayudar con las bolsas de basura, Jongin ya se estaba enojando y la envió hacia el granero, que se encontraba muy lejos de la casa para alimentar a los pollos.

Mientras se había quedado en el granero, se mordió la lengua por ser demasiado obvia y por casi estar rogándole a esos hombres.

No iba a conseguirlo así por así, ahora que lo pensaba mejor.

Fue rápido el tiempo que se llevaron en dejar los sacos.

Escuchó a Minho reírse caminando hacia ellos que estaban reunidos en medio del camino exhaustos luego de terminar el trabajo.

Bueno, ellos. Ella se hallaba con ánimos de seguir y lo quería hacer notar.

La noche luego de su día en el granero, a pesar de las miles de señales que el destino le avisaba para no cavar su tumba, Lisa ahora estaba inspirada a hacer cualquier cosa para quedarse más tiempo en la finca.

Miró en su teléfono celular vídeos, y buscó manuales en la cocina sobre plomería, y todo lo que tuviera que ver con tareas dentro del hogar, por si acaso se formara un inconveniente y ella sin ningún problema pudiera ofrecerse a trabajar.

—Bien, eso es todo.

Minho ordenó con un gesto en la mano y se alejó discutiendo algo con Taehyung.

Lisa se quedó estatua en el sitio.

Por poco y cuando se devolvía para salir e irse a su auto, escuchó una queja desesperada de Minho, hasta unas maldiciones lanzadas a quien sabe quien.

Ella se detuvo por inercia y se giró.

Ahora Minho llamaba a alguien por teléfono y Taehyung lo miraba con su mano cubriendo su boca preocupado.

—¿Cómo que no?

Lisa miró hacia ellos con atención. Taehyung le devolvió la mirada y al ver la interrogante en su rostro se encogió de hombros al no entender mucho qué pasaba.

El hombre seguía discutiendo al teléfono, llamando la atención a todos los cercanos.

Lisa estaba pensando en ya retirarse, después de todo iría a casa y ayudaría con la cena, pero entonces se quedó distraída por el sol de la tarde que le pegaba en el rostro, y el sonido de las hojas de los árboles golpearse por el viento.

El día era hermoso por una extraña razón.

Ese pequeño lapso admirando las cosas diminutas a su alrededor le frenó la huida y lo siguiente que supo fue como Minho, enojado, estrelló su teléfono en la tierra.

—Es que, cuándo será el día en que alguien pueda cumplir bien una orden. —preguntaba Minho desesperado.

Esta vez, Lisa se acercó hasta ellos arriesgándose de ser reprimida por el capataz.

—¿Sabes de eso? —le preguntó Minho a Taehyung. Él negó.— Hasta cuando... —susurró moviendo los hombros estresados y después se puso los dedos en la cien.— El plomero ha cancelado de último momento, el fregadero no le sirve a Jeongyeon, y el patrón no demora de su reunión.

La emoción empezó a fluir dentro Lisa. Veía esto como una oportunidad pero primero debía tranquilizarse y no responder tan pronto como si fuera un niño que quisiera jugar a las escondidas con los más populares.

Mal ejemplo, pero así se sentía.

—Es un desastre.

—¿No hay alguien más que conozcas?

—Taehyung, si supiera no estaría quejándome ahora mismo. La pobre Jeongyeon lleva dos días haciendo lo que puede, esperando al señor, y ahora este llama cancelando de la nada.

Estuvieron quejándose como uno de los esenciales trabajos para la casa estaba ausente por el presupuesto "bien administrado" de su patrón. No estarían en esa crisis si hace unos meses el plomero no hubiera renunciado.

Lisa como mucha duda se ofreció para ayudar, alegando que había estado aprendiendo de todo un poco.

Para este momento, Minho la observaba con las cejas fruncidas. Lisa sabía se lo estaba pensando y ha decir verdad no tenía muchas opciones.

Ella esperaba realmente que dijera que sí.

Sentía la emoción en la garganta.

Le dio un escalofrío erizando sus vellos de la nuca al verlo pensarse la respuesta. Era obvio que Minho no sabía que hacer; entre que llegue el patrón a casa y la cocina esté hecha un desastre, o en dejar entrar a Lisa para su solución.

No lo tenía que dudar ni un segundo más.

[•••]

No demoraba mucho en anochecer y Jennie estaba de un costado sobre la cama, con uno de sus brazos doblado bajo su cabeza, y la otra palmeando la espaldita de Ella, que se había quedado dormida muy temprano, y eso indicaba que tendría que despertarse a media noche para volver a dormirla... si es que quería dormirse.

Jennie mientras le daba leche, ya había tenido dos siestas. Era de esperarse que los primeros días estuviera tan agotada.

Hasta ahora el trabajo de madre le daba una paliza por la espalda.

Unos días más y se hacía una semana desde que dio a luz, y Jongin ni una sola vez la ayudó a tan siquiera cambiar el pañal.

Pero ya iba a superar esa falta de atención proveniente de él. Por ahora se había embelesado en buscar algo de Lisa en Ella. Debía haber algo por ahí pero tal vez se daría a resaltar cuando creciera; aún así, y por más absurdo que fuera, lo hacía.

No era como que no podía dejar de pensar en Lisa ahora y buscaba una excusa para hacerlo. No. Ella se lo había dicho a si misma varias veces.

Aunque no lo supiera, casi todos sus pensamientos del día iban dirigidos hacia Ella, pero entorno a Lisa.

Había mejorado en varios aspectos. Volvió a maquillarse, peinaba su cabello, y solo a veces lo tenía recogido por la noche.

También había aprendido muchas cosas sobre los bebés gracias a Jeongyeon y se podría decir que era una experta, o eso se decía a ella.

Todo por aquel impulso de salir en busca de Lisa y dejarla entrar en casa por una horas y enseñarle lo que podía hacer como madre. Pero cada vez que pensaba en eso, recordaba a Nayeon.

La noche de ese día se había determinado a ignorar los celos que le provocaron. Pero no ayudó mucho, y solo pudo conciliar el sueño cuando estuvo dándole de comer a Ella acostada en la cama.

Estuvo soñolienta en la visita de sus padres. Ellos quedaron profundamente enamorados de Ella y nuevamente pensaba en el maravilloso trabajo que hizo Lisa.

Su madre, la señora Kim, era una mujer extremadamente estricta. Le había hecho saber a Jennie que estaba haciendo un trabajo mediocre. Que sus ojeras no se veían bien, y que tendría que ponerse en forma en cuanto antes porque harían una fiesta para conmemorar el aniversario número treinta y seis de sus padres.

Pero ella estaba acostumbrada a su madre. Algunas veces no hacía las cosas que le mandaba, para llevarle la contraria.

Y bueno, tenía que ignorar también que cada vez que su madre pisaba las tierras Kim era otra persona, casi podría decirse que su hijo era Jongin, y que iba a verlo a él en vez de ella. Solo le había hecho esos comentarios y de ahí en adelante se olvidó de ella y Ella.

Y en esos momentos, era cuando a Jennie le picaba la lengua por soltar comentarios groseros y de una vez por todas soltar su más grande secreto con respecto a Lisa. Realmente le molestaba como aludían a Jongin por Ella, y tenía que respirar con tranquilidad al escuchar como Jongin aseguraba que su hija era la luz de sus ojos.

Era un mentiroso. Jongin estaba enojado desde que Jennie le pidió que cambiaran el nombre de la bebé. Pensó que se saldría con las suyas, pero se enteró muy tarde de que Jennie había remitido ya los papeles con el nombre de Ella.

Pero, aún así, la debida forma de ser de la señora Kim, era una de las cosas por las que Jennie tenía miedo de cometer alguna estupidez. La simple reacción de su madre.

Sabía que podía contar con su padre pero, era un hombre ya bastante mayor para un escándalo.

Llevó su mano hacia el cabello de su bebé, y sonrió por lo pequeña que se veía su cabecita en su palma. Se inclinó para darle un beso en su cabello y se llenó de energías al oler esa fragancia característica de los bebés recién nacidos, más el jabón de baño.

Se levantó con cuidado de la cama.

Abrió la puerta con lentitud para no hacer el ruido que ya varias veces le había delatado en su fuga.

Llegó a la cocina y se preparó una taza de té verde, y tal vez luego leería un libro en la estancia.

Tenía su cadera recostada en el fregadero, sus labios se posaban en la esquina de la taza, tomando con cuidado para no quemarse mientras pensaba observando por la ventana.

Las opciones para no aburrirse en la casa eran solamente leer, y muy pocas veces utilizaba su teléfono para ver reseñas.

Escuchó risas y la puerta delantera ser cerrada, los pasos se dirigieron por el comedor, y Jennie confundida con las voces, entró Lisa a la cocina junto a Jeongyeon.

Ambas aparecieron sonriendo, pero en cuanto Lisa y Jennie conectaron miradas, a esta se le fue desapareciendo la sonrisa. Jeongyeon como iba delante no se percató de ese cambio.

Lisa estaba tan sorprendida como Jennie.

Siendo honesta, Lisa no se esperaba ver a Jennie tan pronto. Siguió el protocolo de siempre, se quitó el sombrero y saludó a Jennie como se debía.

No sé volvió a poner el sombrero, lo colocó en la extensa repisa del fregadero que llegaba hasta la salida de la cocina, sin dejar de mirar a Jennie, que ya había dejado de mirarla para prestarle atención a Jeongyeon.

Le decía algo sobre que Lisa iba a recomponer el fregadero y que por mientras iría ella a buscar limones al patio.

Eso había sido obra de Lisa. Le había convencido a Jeongyeon de que por favor le hiciera una de esas limonadas exquisitas tras miles de gracias que la joven morena le daba.

Lisa aún estaba como piedra en la entrada de la cocina, y Jennie al otro extremo terminando su té con la lengua ardiente. Muchas había actuado como tonta delante de Lisa pero esto era otro rollo. Se había auto destruido la lengua y quería chillar del dolor.

Miró al suelo, y por los amores langostinos andaba descalza, llevaba un vestido que claramente era una pijama, y su cabello al menos, estaba sujetado con una cola. Aún así, su cara no hacía justicia a como otras veces se le veía presentada.

Lisa seguía mirándola hasta que la incomodidad le dijo que se moviera o hiciera algo. Jennie escuchó la garganta de Lisa ser raspada y la observó caminar hasta donde estaba ella.

Todo el aliento se le fue de los pulmones y se aferró a la taza caliente.

—Voy, a reparar el fregadero —dijo levantando la caja de herramientas que Minho le había buscado antes.

Jennie asintió y se hizo a un lado, en el mismo sitio en donde antes estaba parada Lisa. La miró desde ahí con atención y la taza pegada a sus dedos.

Lisa se colocó los guantes y se agachó para abrir la gaveta que daba vista de unas simples tuberías, solo para examinarlas. El diseño del fregadero era idéntico al de su casa, así que asumió que sería pan comido. De todas maneras ahora que sabía más o menos que debía hacer, haría lo posible para extender el tiempo.

Por otro lado Jennie la veía por la espaldas ver las tuberías muy concentrada sin saber los planes de Lisa.

Por fin dejó la taza en la repisa de madera blanca. Se cruzó de brazos, disfrutando del cuerpo inclinado de Lisa y también como esta se levantaba para abrir el grifo y ver por el desagüe superior.

Jennie dejó viajar por si solos a sus ojos. Recorrían toda la parte trasera del cuerpo de Lisa. Desde sus hombros hasta sus pies con las botas más desgastadas que antes. Claro que en ese camino se detuvo varias veces en la cintura y el trasero de Lisa.

Tenía que admitirlo, le gustaba como le quedaba ese jeans y como el aspecto de estos abultados en sus pantorrillas a medio meter entre sus botas le daba un aire masculino que por supuesto, no encajaba con Lisa.

Estaba sexy.

Y ella se sentía muy pisoteada por las horas.

Lisa se pasó las manos por el cabello, el flequillo quedó hacia un lado, y por ahí mismo se volvió a recoger el cabello en una cola baja y esconder todos esos pelos que se habían escapado al quitarse el sombrero.

A todo eso, miraba de reojo hacia donde estaba Jennie. Sentía su mirada por todo el cuerpo.

—Lisa —le llamó Jennie.

No lo había podido soportar más. Necesitaba con urgencia sentirla con ella, sentir su piel y ese calor que conocía desde hace mucho.

Sabiendo que solo tenía esta oportunidad para actuar, Lisa se volteó enseguida obedeciendo sin pestañear, sin preguntarse qué sucedía y por qué le llamaba. Ella caminó a grandes zancadas hacia Jennie, llegó tan cerca de ella que podía oler su aroma a polvo de bebé.

Eso la hizo sonreír.

Sin quedarse atrás, Jennie la tomó de su nuca y se levantó un poco de puntillas para unir sus labios sin realmente importarle donde estaban y si Jeongyeon podía verlas.

Le daba igual ahora. Besó con fuerza los labios de Lisa, sintiendo sus manos sujetarla por la cintura, apretándola más hacia ella. La distancia para este punto no estaba siendo considerada por ninguna.

Todo se estaba dando naturalmente. Jennie entre cada beso que ahora Lisa controlaba, se sorprendía por sus inseguridades de algunos días.

Lisa sin ninguna duda se había acercado a ella cuando la había llamado, y le sonrió como si estuviera dispuesta a todo.

Le estaba besando ahora como aquellas noches incomparables en las que le hizo el amor.

La emoción y sus sentimientos por Lisa le habían recordado a Ella. Estaba demasiado enamorada de esos dos seres vivos que su corazón guardaba infinitamente, y quería hacérselo saber a Lisa.

En el momento en que Lisa dejó de besarle los labios y pasaba a dejarle un beso en la mejilla, Jennie aprovechó ese pequeño espacio para respirar, obviamente, y para lanzarse en un abrazo a Lisa.

Le rodeó completamente el cuello con sus brazos y le presionó con fuerza.

—Jongin no ha dejado que me acerque. —se justificó Lisa.

Por alguna extraña razón quiso decírselo. No era cuestión de ella que no se haya acercado antes.

—Lo sé.

Jennie la presionó más y besó su cuello.

Había pasado mucho tiempo desde que habían tenido esta clase de trato. Específicamente casi nueve meses de no tener contacto físico.

Aunque Jennie sabía que de no ser por su distanciamiento, Lisa habría podido manejar el tiempo y posiblemente hubieran tenido muchos momentos juntas. Pero era su cabeza dura la que se lo impedía, y hasta ahora podía darse su culpa.

—Tuve que ver tutoriales para aprender a hacer esto.

Jennie no pudo evitar sonreír al escuchar eso. Lisa se dejó enrollar más en aquel abrazo, y se aferró con fuerza a Jennie.

La había extrañado como loca.

Su cuerpo estaba sin vida, pero ahora que podía abrazarla de esa forma, podía sentirse mejor. Jennie siempre era la solución a sus problemas, era de esperarse que con un simple abrazo se sintiera viva y agradecida.

—Me lo he tomado con sorpresa. —dijo sonriendo entre su cuello.

No hablaron en los siguiente segundos. Parecían estar recargandose con las mínimas de las caricias, y Jennie arrepentida de todo el tiempo que estuvo alejada de los brazos de Lisa, de lo mal que tuvo que haberla pasado por cuenta de sus rabietas.

Poco a poco sabían que tenían que alejarse, pero Lisa se había conmovido más cuando ella quiso separarse y Jennie la volvió a presionar en el abrazo. La hizo sonreír como no lo hacía desde hace mucho.

Ella se dejó querer.

Pero como se lo había estimado Jennie, el llanto de la bebé se hizo llegar sin aviso y las hizo sobresaltarse.

Jennie se separó enseguida de Lisa. No se acostumbraba a escuchar llorar a Ella, le asustaba cada vez que lo hacía y si antes Lisa le había hecho retorcer su corazón, ahora Ella se lo hacía del susto.

—Vuelvo en un rato. —se alejó con lentitud de Lisa, como si no quisiera alejarse todavía de los brazos reconfortantes, pero el deber la llamaba.

Lisa sentía las ganas de ir tras ella, pero sabía que no podía rebasar los límites de la cocina. Sus pies hacían ese impulso de moverse pero se quedó quieta en el mismo lugar por unos segundos.

Ella regresó hacia el fregadero y se esmeró por averiguar que era lo que estancaba el agua.

Aflojó algunos tornillos al rededor de la tubería principal. Esperaba que solo se tratara de una bolsa escapada por las tuberías, o restos de comida.

Mientras ella seguía en lo suyo, escuchó a Jennie llamarle desde atrás.

—Lisa.

Tan solo con el tono tan dulce en el que Jennie emitió su nombre la hizo temblar.

Miró por encima de su hombro para verla en la entrada de la cocina con la bebé en sus brazos. Jennie se movía despacio, tratando de que la bebé se tranquilizarla y dejara de llorar.

Jennie sonreía enormemente, y ya se esperaba que la reacción de Lisa fuera de completo shock.

Lisa dejó a un lado las herramientas y sin dejar de ver a la bebé en los brazos de su mamá. Jennie podía ver como los ojos de ella brillaban, y sus mejillas estaban sonrojadas con tan solo ir acercándose.

Jamás habían sentido tanta felicidad.

Lisa, que por primera vez estaba viendo a su bebé, y Jennie por presenciar ese momento que ya muchas veces se había imaginado.

Lisa solo estaba a un paso de poder tocarla, pero mantenía la vista solo en ella, examinandola y detallando cada curva sin poder creerse que aquel ser vivo provenía de ella.

A los pocos segundos empezó a sonreír y había levantado los brazos sin saber qué hacer realmente.

Estaba acostumbrada a cargar los bebés de sus hermanas, pero este caso la hacía mucho más torpe.

Jennie le sonrió cuando Lisa levantó la mirada, y luego envolvió mejor a Ella en las sabana blanca. Ya había detenido el llanto y miraba hacia el techo entretenida.

—Es un milagro —comenta Lisa todavía absorta a lo que estaba viendo.

Jennie asintió, también bajando la mirada para ver a Ella, que poco a poco empezaba a cerrar los ojos con párpados pesados.

Lisa seguía observándola. Desde el cabello liso color negro, sus manitas sobre su pecho buscando calor, su nariz pequeña y un poco sonrojada, su boquita.

Debía decirlo.

—Es un milagro que se parezca a ti.

Jennie estaba en desacuerdo. Aunque era clara la doble intención de lo que afirmaba Lisa, ya había querido ella que fuera lo contrario.

Ella se acercó, eliminando la poca distancia que restaba entre ellas para que Lisa le mirara bien los pocos minutos que poseía.

—Sí, pero ya quisiera yo que se parezca a ti de grande.

—Así que lo admites —rió Lisa y Jennie cerró los ojos con una sonrisa en sus labios. Lisa tenía las manos unidas detrás de su cintura, inclinándose lo suficiente para seguir viendo como la bebé dormía. Su leve respiración era algo que le llamó la atención a Lisa en ese momento.— Es hermosa.

Jennie estaba maravillada por la forma en que Lisa admiraba a su hija.

¿Qué más podía desear?

Era todo lo que hubiese querido de Jongin al menos durante esa semana. Pero ese hombre estaba lo suficientemente enojado por un "nombre" como para prestarle atención.

—¿Quieres sostenerla?

Lisa levantó su mirada para preguntar si había escuchado bien pero la sonrisa de Jennie se lo hizo saber todo.

—No, no puedo tengo las manos sucias.

—No, quítate los guantes —le dijo sonriendo por lo nerviosa que se puso Lisa de repente a la mención de que le tomara en sus brazos.

Se quitó los guantes enseguida y luego de que se limpiara el sudor de las palmas de su mano con el jeans, puso las manos extendidas para recibirla.

Jennie con mucho cuidado se la colocó en sus brazos.

Estaba más que fascinada Lisa, y también pensaba que tenía que repetirlo muchas veces para dejar en claro lo que le emocionaba en esos momentos.

Ella se había removido un poco en sus brazos y volvió a dormir placenteramente.

Sin duda era un Ángel caído de cielo.

Ahora que podía sostenerla en brazos le llenaba el corazón de todo. Seguía mirándola atentamente y aunque no era algo por el que se había ensimismado a delatar, empezó a buscar rastros suyos en la bebé.

Magníficamente Jeongyeon se estaba demorando mucho en el campo, tampoco quedaba muy cerca de la casa pero ya era para que hubiera regresado.

Fue suficiente para que Lisa saliera de esa burbuja que su hija le provocaba.

—Tú mamá hizo un estupendo trabajo... —le dijo a la bebé, como si Jennie no estuviera ahí, quien ahora se disponía frente a ella, a mirarlas con adoración— Es muy bueno que ella haya puesto todos sus genes en ti... —seguía diciendo con voz ensoñadora— Ya cuando crezcas te darás cuenta de lo que hablo —Jennie comenzó a reír por como Lisa empezó a balancearse con sus pies— Verás lo hermosa es que tu mamá.

Jennie escuchando aquello de los labios de Lisa, se le quedó mirando un buen rato, sus ojos, lo hermosa que era sosteniendo a su hija, y así hasta que Lisa sintió su mirada y alzó la cabeza para observarla.

Fue atrapada, y se sonrojó con locura.

La otra le sonrió sin dejar de balancearse para que la bebé continuara durmiendo y después de observar un rato a Jennie, volvió a esmerarse en encontrar su parecido.

Cosa en la que Jennie se dio cuenta.

—Ya deja de buscar un parecido contigo —se burló ella colocando su mano sobre la de Lisa que sostenía la parte inferior de la bebé.

Jennie le empezó a acariciar la piel.

—¿Tu encontraste alguno quizás?

—No, pero apuesto que de mayor será idéntica a ti.

—Ojalá que no.

Jennie no discutió ante eso, solo sonrió y dejó llenarse de la imagen de Lisa con su bebé, sin dejar a un lado su mano dedicándole atención a la piel de Lisa.

Esta vez el sonido de alerta le zumbó en el oído.

Habían tocado el margen de la puerta para llamar la atención de ambas. Se giraron con el temor plasmado en sus rostros.

Era Jeongyeon.

Por más que hubiese suspirado de alivio, Lisa sabía que no del todo estaba a salvo.

—Disculpe si interrumpo... —se dirigió a Jennie, que estaba extendiendo sus brazos para que Lisa le diera a la bebé.

—No, está bien. Manoban se ha enamorado de Ella —se esforzó para decir con normalidad.

Jeongyeon asintió.

—No la culpo, de verdad que es un encanto esta princesa —se acercó ahora a Jennie para sonreírle a la bebé aunque esta siguiera dormida.

Lisa se alejó y volvió a colocarse los guantes "despreocupada" para continuar su labor.

Las otras dos siguieron la conversa con ánimo, y parecía que Jennie hacía un esfuerzo para desviar los pensamientos de Jeongyeon con otras cosas.

¿Desde cuándo había estado observándolas?

Eso era lo que en estos momentos Lisa calculaba.

Había perdido el control completamente del tiempo y del disimulo.

Se sentía tan liberal estar ahí con su hija y Jennie que podía palpar la sencillez con la que se daban las cosas entre ellas.

Entre su familia.

En cuanto se puso en marcha con destrabar el fregadero, Jennie se retiró con la bebé hacia su habitación.

Se quedó a solas con Jeongyeon preparándole la limonada.

Y la tranquilidad de no ser cuestionada por las acciones atrevidas con su patrona se hizo presente con los minutos; podía pensar que todo estaba en orden y que Jeongyeon no había visto ni asumido cosas de más.

Porque es decir. Ella y Jennie estaban muy cerca, la otra con su mano rozando su piel, la sonrisa en sus rostros, y posiblemente su conversación antes de ser interrumpidas.

De cualquier manera y sin tener conocimiento, Jeongyeon había escuchado y presenciado lo suficiente para entender que estaba pasando, o al menos darse una idea.

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