XCIV.

Entre los expertos de la mente humana yacía una teoría, una que retrataba al quirk como un fuerte elemento que influia en la persona. Y aquello no estaba demasiado lejos de la realidad, realmente, el quirk de cada persona influia en la personalidad, hábitos, y gustos de su portador.

Un ejemplo sería Katsuki Bakugou, apenas su poder se manifestó su personalidad comenzó a cambiar poco a poco junto al nivel de sus explosiones. Como una bomba, se volvió explosivo, agresivo ante un insulto o menosprecio. Sus pupilas gustativas dieron un vuelco prefiriendo la comida picante.

Naruto era otro. Su lado animal lo hacía salvaje al principio de todo. Se lanzaba a los problemas sin medir consecuencias, abriendo su boca en momentos que no tenía que hacerlo. La electricidad heredada de su padre lo hacía avispado, rápido mentalmente en la pelea pudiendo improvisar en medio de la misma. El rayo, lo había dotado de aquella hiperactividad que caracterizaba al muchacho, aquella energía que rebosaba de su cuerpo haciéndole capaz de hacer decenas de cosas sin cansarse.

Y por supuesto, Kirishima era otro...

El pelirrojo caminaba a la par de Ashido revisando la zona.

Kirishima, ¿Cómo seguía de pie aún ahí? ¿Cómo?

Su mejor amigo había caído en un pozo depresivo dejando el mundo de los héroes. Su otro mejor amigo, estaba en coma tendido en una cama hace meses. Su otro mejor amigo, resultó ser un traidor que trabajaba para la Liga de Villanos siendo el responsable de decenas de muertes en el ataque a la U.A. Una gran cantidad de sus compañeros de curso habían muerto, y otros, heridos de gravedad.

¿Cómo seguía allí de pie?

La respuesta era su quirk. Su poder había dotado la personalidad del muchacho, volviendo su voluntad, en una voluntad inquebrantable.

- ¿Nada?- preguntó Ashido a su lado, cubriendo el flanco débil del chico.

- Nada de nada. Es como si viera la mitad de las cosas- bromeó el tuerto riendo recibiendo un leve codazo por parte de Ashido.

Para aquella chica, ahora mismo, Kirishima era su pilar.

Seguramente sin el, Ashido hubiera renunciado a ser heroína.

- ¿Alguna novedad sobre Bakugou?- preguntó Kirishima.

- Todo igual. Sus heridas ya se curaron, pero sigue sin despertar- informó con la mirada al suelo.

De Naruto tampoco sabían nada. No solo no le habían hablado para que no se preocupara de su situación, sino que además Japón había bloqueado la comunicación externa. Lo último que sabían de su mejor amigo, era que había aprobado su examen final para entrar a la universidad.

- ¿Están ahí?-

El par se detuvo ante la voz que salía de sus intercomunicadores.

- Nosotros ya hemos hecho contacto con enemigos. Uno de los grupos de la Academia Ketsubetsu también ha entrado en pelea. Nos estaban esperando...-

Kirishima observó hacia el frente, allí dónde residía ahora una fábrica de textiles abandonada.

Ashido le copió observando una sombra grande masculina de pie en la entrada de esta.

- Ya lo veo- mencionó el pelirrojo tuerto-. Nosotros también. Estamos por empezar- musitó cortando la comunicación.

El par camino acortando distancia con la figura misteriosa llegando a estar separados por solo cuatro metros de distancia.

Era alto, y fornido. Llevando una chamarra de aviador con capucha que cubría sus facciones.

- Váyanse de aquí, chicos. No es lugar para jugar- mencionó la figura llevando sus manos hacia la capucha.

No había sido un japonés fluido. ¿Extranjero?

- Mi nombre es Mukhtar Batyr- se presentó.

Una barba frondosa hasta sus clavículas. Aparentaba ser mayor sin pasar los cincuenta años de edad. Un arete colgaba en cada oreja combinando con su cicatriz que yacía en su ojo derecho.

- Se los digo por su bien. Más allá, hay seis tipos aún más siniestros que yo- sentenció Batyr.

Aquel hombre venía de un pequeño pueblo en las costas del lago Kapchagay.

Su hermana menor, dulce y encantadora, se había mudado a Japón en busca de cumplir su sueño, bailar. Ganar el suficiente dinero para poder trasladarse a Rusia, madre de las danzas. Sin embargo, tras meses de casarse con un hombre japonés, la comunicación había cesado.

Batyr viajó a Japón, encontrado a su hermana en un prostíbulo siendo probada por un mafioso de poca monta.

Aquel día, asesinó a todo presente en el lugar. Luego, se encargó del esposo de su hermana y su familia entera. Se había transformado en una bestia sedienta de sangre. Y su hermana, se quitó la vida colgándose tras todo aquello vivido.

- Este nuevo mundo es como un paraíso en tierra para mi- exclamo Batyr-. Y mi voluntad es protegerlo. Aunque tenga que encargarme de unos mocosos-

Un brutal derechazo encajó en el rostro de Batyr reventando sus labios dejando que la sangre fluya.

Con su quirk activado, Kirishima acertó otro golpe devastador a la mandíbula del sujeto mandándole varios pasos hacia atrás.

Kirishima dió un salto llevando su puño derecho hacia atrás. Batyr, desorientado, ni siquiera pudo murmurar unas palabras de protesta.

- ¡Uaaaah!-

El pelirrojo descendió su puño golpeando nuevamente la cabeza de su oponente.

¡Fush!

Por la espalda de Kirishima, la sombra de Ashido surgió dando una patada a la cabeza de Batyr.

El prisionero salió volando hasta destrozar la puerta de entrada cayendo al suelo siendo cubierto por los escombros de la misma.

¡Tap!

¡Tap!

¡Tap!

La figura de Kirishima se detuvo en la puerta observando a Batyr.

- Lo siento, hombre. Pero ya no somos unos mocosos- exclamo el pelirrojo con una mirada sería centrada en el frente.

Batyr sonrió débilmente sintiendo su conciencia irse de viaje.

- Lo... veo...-

Los párpados del prisionero se fueron cerrando, mientras el brillo en sus ojos se esfumaba viajando al mundo inconsciente, siendo los pasos del par adentrándose en la fábrica lo último que escucho.

Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado. El personaje de Batyr proviene del manga Sun-Ken Rock.

Nos leemos en el próximo capítulo. ¡Seguidme si no lo estás!

Bye-bye~

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