Capítulo 8
Hage fue siempre un pueblo olvidado por la gracia de los nobles. Situado en la Región Olvidada, pocos de sus habitantes pudieron lograr su anhelado sueño de convertirse en un Caballero Mágico. Como en el resto de los pueblos de aquella región, las personas nacían con poco o nulo poder mágico, por lo que cada vez que nacía uno con un poder abrumador, era motivo de celebración para ellos. Y en Hage no era la excepción. Dos de sus jóvenes habitantes, con el ambicioso sueño de ser Rey Mago, lograron tomar el manto de una Orden de Caballeros Mágicos y defender el reino de los enemigos que decidieran atacarlo.
Uno de esos chicos no tenía poder mágico, no podía lograr captar el maná de sus compañeros o adversarios. El otro en cambio era un genio, un chico que nació bajo la estrella de la buena fortuna y su vida parecía estar unida al maná, como si dios mismo hubiera unido su vida al poder que corría por la tierra, que daba vida a todo en aquel vasto mundo.
Estos dos jóvenes obtuvieron su grimorio al mismo tiempo. Estos dos jóvenes se unieron a una orden al mismo tiempo. Estos dos jóvenes...eran rivales y hermanos al mismo tiempo. Ninguno de ellos conoció a sus padres y fueron cuidados por el padre de Hage, el encargado de los jóvenes huérfanos del pueblo, algo que él y la hermana hacían con todo el amor del mundo, así como estos chicos les daban dinero para que pudieran mantenerse.
Ambos jóvenes representaban las dos caras de una misma moneda. Uno brillaba con intensidad convirtiendo su sombra en la oscuridad que envolvía al otro, haciéndolo mejor, haciéndolo crecer bajo la vista de aquellos que los estaban juzgando al saber de dónde venían, quienes eran. Ser plebeyo en una orden de caballeros era demasiado complicado y pocos lograban destacar entre todos los nobles al servicio del Rey Mago.
Y, como ambas caras de la misma moneda, los chicos de Hage fueron a las Ordenes de Caballeros Mágicos completamente opuestas. El chico con el poder abrumador fue acogido bajo el ala del Amanecer Dorado, mientras que el joven sin pizca de poder mágico fue recogido por los Toros Negros, la peor orden de caballeros al servicio del reino.
Desprecio, burla, ira. Cuando el joven con poder abrumador terminó dentro del Amanecer Dorado y fue elogiado por su capitán, muchos de sus miembros observaron aquello con desprecio, con rencor y asco al sentir que un plebeyo estaba entre ellos, compartiendo su pan, compartiendo su techo.
Águilas Plateadas, Leones Carmesíes y el Amanecer Dorado. Tres de las ordenes más poderosas contaban en sus filas con un total del noventa por ciento de sus miembros siendo nobles. Las dos primeras eran dirigidas por miembros de la realeza, siendo los Vermillion y los Silva. La tercera obtuvo tanto reconocimiento y prestigio, que en pocas ocasiones su capitán permitía a un plebeyo estar dentro de sus filas. Pero aquel plebeyo de Hage no fue alguien normal. Fue elegido por el Trébol de Cuatro Hojas, por un grimorio que solamente el Primer Rey Mago llevó en su momento hacía quinientos años atrás, cuando aún existían los elfos y los demonios en la tierra.
Un grimorio brilloso, de cuatro hojas. Otro grimorio oscuro, destrozado y sin brillo, envuelto en un color completamente opaco y extraño. Ambos jóvenes volvieron a representar los polos opuestos de una misma línea, las dos caras de la misma moneda. Procedían del mismo pueblo, del mismo estrato social, pero eran completamente distintos, totalmente opuestos el uno del otro.
Yuno y Asta crecieron siguiendo una promesa, un sueño demasiado grande para aquellos que no tuvieran ambición o una fortaleza mental para superar los gruesos y altos muros que los esperaban. Mientras que Asta enfrentaba al Ojo de la Noche Blanca, Yuno hacía lo mismo con el mercenario que tenía delante.
El capitán de los Leones Carmesíes había dados las órdenes apropiadas. Usando su tiempo como vicecapitán, Naruto decidió desplegar a los miembros de Amanecer Dorado de una manera completamente eficiente según su propia mente. Klaus, el usuario de magia de acero, protegería a Mimosa de cualquier ataque por parte de los miembros de Akatsuki, lo que le permitiría a la chica curar al resto de heridos que estaban por el campo de batalla.
Dejando protegida a la única persona que podría curarlos, Naruto tenía menos de lo que preocuparse y podía lanzarse a terminar el trabajo de una vez por todas. Pero aun necesitaban a uno de aquellos tipos completamente vivo para interrogarlo. Y era por eso por lo que Yuno, el chico de Hage, se encargaría del tipo de las explosiones, el chico medio femenino completamente alterado.
Fue educado como un asesino. Sabía perfectamente como pelear cuerpo a cuerpo sin un arma blanca. Naruto iba a aprovechar sus habilidades aprendidas en la niñez para enfrentar al tipo de las marionetas, para pelear sin su preciada katana que aun debía terminar de pagar.
Naruto enfrentaría a Sasori. Yuno enfrentaría a Deidara. Klaus y Mimosa se encargarían de los heridos y de la protección del otro en caso de convertirse en el objetivo de alguno de los dos villanos. El plan ya estaba sobre la mesa, en la mente de los caballeros. Todo estaba a disposición para el enfrentamiento.
Lentamente Naruto alzó la mano hacia el broche con forma de león que sujetaba el manto sobre sus hombros. Con delicadeza lo retiró y dobló el mismo con sumo cuidado, como si se tratara de la más frágil porcelana, como si un solo roce pudiera destrozarla. Con esa delicadeza, el capitán entregó el manto a Mimosa, mostrando la oscura vestimenta que llevaba debajo. Realmente parecía un ninja.
Naruto no se habría desecho el manto si no hubiera visto a sus rivales deshacerse de sus capas. Parecía que querían pelear con sus ideales, con sus propias ideas y fuerza, no usando la fuerza de la organización a la que pertenecían. Y él respetó la decisión de ambos hombres, por lo que hizo lo mismo. Pelear como un caballero no le llevaría a la victoria con aquellos dos tipos, debía usar lo que alguna vez llamó "ninjutsu", el arte marcial de los ninjas.
Observando lo que el capitán hacía, Yuno repitió el procedimiento de Naruto y retiró el manto del Amanecer Dorado de sus hombros, mostrando su ropa que había usado desde que vivía en Hage junto al padre, la hermana y el resto de los huérfanos. El chico no sabía exactamente porque Naruto se había desecho del manto, pero decidió seguir sus pasos. Por extraño que pareciera, sentía una conexión con él, o más bien con la magia de viento que usaba, como si fueran hermanas de alguna manera o provinieran de un mismo punto.
Estos gestos no pasaron desapercibidos para los Akatsuki.
―¿Ha?―una cruel risa escapó de la garganta de Deidara―. ¡¿En serio van a imitarnos?! ¡Ni siquiera parecen tener originalidad!
―¿Ah, es así?―la voz de Naruto sonó calmada. Yuno pensó en el Rey Mago cuando la oyó, como si perteneciera al hombre más poderoso del Reino del Trébol―. Lo siento, lo siento. La próxima vez no copiare su estilo semi desnudo de vestimenta, señor tres bocas.
―¡Serás cabrón! ¡Katsu!
Provocación. Uno de los combatientes en un enfrentamiento siempre intentará provocar al otro. Naruto utilizó este principio para provocar a Deidara. Había estudiado al mercenario durante los primeros compases. Entendió que su arrogancia provenía de su "poder", de haber sido reclutado por Akatsuki siendo más joven que los demás. Y era justamente eso lo que él podía usar en su contra, lo que haría que Yuno usara para vencerlo antes de lidiar con el marionetista.
―¡Magia de Viento: Torre Tornado!
Yuno desplegó el grimorio de cuatro hojas y convocó un tornado entre ellos y los Akatsuki, teniendo siempre su objetivo en los animales de arcilla que estaban corriendo hacia ellos. Estos fueron engullidos por el tronado y lanzados a los cielos justo cuando la orden de Deidara los hizo explotar, creando pequeños fuegos artificiales de humo y fuego naranja.
―Deidara―Sasori captó las intenciones del capitán de los Leones Carmesíes. Intentó que Deidara dejara su mente llena de rabia, que cayera en sus provocaciones. Lo había logrado una vez, pero él debía evitar que lo hiciera una segunda―. ¿No ves lo que hace? Está provocándote para que lances movimientos, para que gastes chakra.
Chakra. Las alertas en Naruto estallaron tras oír aquella palabra que no oía hacia casi diez años, desde que abandonó su antiguo hogar y fue encontrado medio muerto por el Rey Mago.
―¡Ya lo sé! ¡Hm! ¡No haces falta que me lo estes recordando de una manera constante!―el Akatsuki metió la mano en su bolsa. De esta sacó una masa de arcilla―. Voy a hacerlos explotar. ¡El arte es una explosión!
―Yuno-kun―Naruto estaba flexionando los dedos mientras observaba a los Akatsuki―. Ya que vas a encargarte del arcillero, quiero que tengas en cuenta todo lo que veas. Incluso una flor puede ser un explosivo que te envolverá, ¿entiendes?
En un primer momento Naruto consideró a Yuno como un chico arrogante, demasiado metido en un papel de chico sin amigos y completamente despreciable. Esas fueron las vibras iniciales que el muchacho le dio, por como hablaba con el resto. Pero verlo sonreír imperceptiblemente al ver a Asta, hizo que su idea cambiara.
―Si.
―Otra cosa. Noquea al tipo. Es un luchador de explosiones. Podría terminar haciendo una auto explosión o algo así.
Ambos Akatsuki eran shinobi. Durante varios minutos, Naruto había dudado de que esto fuera posible; pero solo los ninjas llamaban chakra al maná y peleaban sin un grimorio usando directamente la energía por sus cuerpos como una varita viviente. Y con eso confirmado, Naruto prefería evitar cualquier suicidio por parte de uno de los dos mercenarios. Necesitaban información saber que estaban buscando en el Reino del Trébol y quien los lideraba.
―Vale.
Yuno no era expresivo. Contrario a su amigo y rival, Asta mostraba muchas más expresiones a lo largo del día que Yuno en un mes entero. Eso traía recuerdos a la mente de Naruto.
―¿Habéis dejado de hablar, idiotas?―un pájaro enorme apareció delante de ambos caballeros―. ¡Arcilla Explosiva: Fénix!
―¿Puedes volar, Yuno?
―Si, aunque no tengo una práctica elevada para seguirle el ritmo.
Yuno odiaba reconocer que le faltaba práctica en algo y que debía mejorar, pero no estaban en una situación en la que debía poner su orgullo por delante de sí mismo, debía hacer lo contrario: echar a un lado su orgullo para poder vencer, aunque nunca se lo diría a Asta.
―¡Ora!―liviana, suave, la magia de viento debía ser tratada con delicadeza y amor, entendiendo que al mismo tiempo que podía acariciarte, podía cortarte en dos partes completamente desiguales―. Eso es suficiente para alguien como tú, Yuno-kun. Al final del día controlaras mejor esa magia, ya verás.
Dando un empujón a Yuno, Naruto tomó directamente la marioneta que lo atacó por la espalda y la lanzó hacia Deidara. El Akatsuki despegó en su pájaro de arcilla, dejando que la herramienta de Sasori fuera hecha pedazos.
―Idiota.
Complicada y extraña, así era la relación entre los dos hombres que amaban el arte de maneras tan distintas como sus propios caracteres, lo que hacía que ambos artistas discutieran en más de una ocasión por ver cual de los dos artes era mejor: el eterno o el explosivo.
―¡No sé dónde miras!―Sasori movió la cabeza, sorprendido―. ¡Pero deberías mirarme a mí!
El marionetista intentó evadir el golpe, pero no reaccionó a tiempo. Sintió como el puño de Naruto se incrustaba directamente en su estómago, como el viento cortaba su piel de madera y, poco después, como era engullido por un mini tornado hasta que se estrelló en el suelo.
―¡Gah!
―No solo peleo con mi espada, idiota.
Taijutsu, ninjutsu y kenjutsu. Las tres principales artes marciales de los ninjas le fueron inculcadas desde que comenzó a caminar a la edad de cuatro años. Naruto siempre prefirió las espadas, sentía atracción por ellas y su mejor amiga quería ser la mejor espadachina del mundo; pero sus instructores fueron claros: como un ninja, su cuerpo debía ser un arma que pudiera utilizar en cualquier circunstancia, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Probablemente Sasori fue educado de la misma manera, aunque lo dudaba. El Quinto siempre fue alguien que veía a los niños como los potenciales miembros de su ejército, como herramientas con las que ganar una guerra.
―M-me has sorprendido―con dificultad, Sasori comenzó a incorporarse. El lado derecho de su torso presentaba fracturas―. He enfrentado a algunos caballeros y renegados magos. Pero tú, precisamente tú, eres muy extraño.
―De pequeño era el chico que sorprendía a todos―añoranza. Sasori sintió los sentimientos ocultos en el tono de voz de Naruto―; así que no es algo que me resulte extraño, ¿sabes? Comprendo lo que es sorprenderse por lo genial que soy.
―Eres igual de idiota que mi compañero.
―Tal vez.
Fragmentos de tierra saltaron alrededor del Uzumaki. Una cortina de polvo, tierra y rocas cubrió su visión como una perfecta nube. De esta emergieron algunas marionetas a modo de distracción, todas ellas conectadas a un único hilo.
Sasori usó las marionetas como una segunda cortina detrás de la primera. Envió chakra hacia sus piernas y procedió a saltar entre los escombros al mismo tiempo que desplegaba las hojas de sus brazos. Tenía una oportunidad clara, un momento que aprovechar. Usando el polvo y los escombros unido a las marionetas, confundiría a su adversario y lo atravesaría en el pecho, algo que ya había usado con anterioridad.
Era un buen plan...para alguien que confiara en la vista.
Los oídos permitían a Naruto saber dónde estaban las marionetas. El tacto le permitía sentir los cambios de aire, por donde se movían. El olfato le permitía distinguir los tipos de veneno, la intensidad. Usando tres de los sentidos, el capitán sabía perfectamente donde estaban las herramientas de Sasori de la Arena Roja y conociendo la distribución de dichas herramientas podía esquivarlas cuando fuera necesario.
[Aunque debo añadir mi sensor]
Sasori no había contado con un elemento clave en el enfrentamiento: la habilidad de sensor de su adversario. Naruto usaba los sentidos como su principal arma, los cuales agudizaba a través del Ki que provenía de todas las cosas; pero a eso le sumaba que podía ver el maná, la fina línea que conectaba las marionetas con la mano de Sasori, algo que escapó del plan del miembro de Akatsuki y que ponía en aprietos cualquier movimiento que hiciera.
Y también percibía el que una persona emitía.
―¡Arena de Hierro: Llovizna!
Cada una de las marionetas que Sasori usaba, anteriormente había sido un famoso shinobi que peleó en algún enfrentamiento importante o que luchó directamente contra él y le interesó su poder. Naruto le había obligado a utilizar a una de sus mejores marionetas.
―¿Técnicas ninja?
Naruto desplazó ambas piernas y saltó hacia atrás dejando que la arena cayera donde había estado con anterioridad. Aquel movimiento no había sido convocado por un grimorio ni había provenido de señales de manos, lo que le indicó al capitán que dicho movimiento venía directamente de la marioneta detrás de Sasori.
―¿Conoces los jutsus?
―Aunque soy joven, he viajado.
El viento se comprimió dentro de la mano de Naruto formando una hoja completamente blanca, casi invisible. Cuando las marionetas estaban a centímetros, movió la hoja generando una onda de corte que las despedazó como a sus hermanas.
―¡Sin duda, eres sorprendente!
Sasori apareció detrás de Naruto. Tenía las hojas de metal completamente desplegadas, como si fueran garras alargadas y completamente filosas. Si fuera de día, probablemente provocaría ceguera a cualquiera que las mirara de forma directa.
―Gracias.
Reaccionando al cambio, Naruto giró y golpeó su espada formada por el viento con las hojas de Sasori, generando ligeras chispas provenientes de un sonido metálico muy semejante a cuando unas enormes uñas rasgan el metal.
―Tienes buenos reflejos para ser un simple mago. ¿Quién eres realmente, chico?
―Te responderé si me dices que es los que estáis buscando.
Ambos saltaron alejándose del otro. Naruto debía reconocer, al menos de forma interna, que pelear con una espada echa de viento se le hacía demasiado complicado. Para mantener la forma de la hoja, debía concentrarse constantemente y comprimir todo el aire que formaba la hoja, algo que lo desgastaba lentamente de forma física y no solamente con el maná.
―¿Un intercambio de información?
Sasori evadió una estocada apartando el cuerpo en el último segundo. El renegado captó que Naruto se iba moviendo mejor según usaba más la espada formada por el viento.
―Eso sería algo de agradecer.
Naruto movió la cabeza hacia la derecha, dejando que las hojas pasaran levemente por este lado de su cabeza. Haciendo un poco de impulso, derrapó hacia atrás.
―Líder-sama no estaría orgulloso si cuento lo que se.
Aquel enfrentamiento debería haber terminado. Esa era la sensación que recorría el cuerpo de Sasori cada vez que chocaba con su adversario. Era como si el capitán estuviera jugando con él, como si escondiera algo más en su interior o simplemente estuviera midiéndolo. Si era lo último, no tenía más marionetas para usar en su contra.
―Una lástima, marionetista―pasando por debajo del brazo extendido de Sasori, Naruto atravesó el estómago de este usando su espada de maná. Pedazos de madera saltaron, pero no hubo sangre o desgarro muscular que indicara que había golpeado un órgano―. ¿Ah?
―¡Soy una marioneta, idiota!
Sasori aprovechó la posición de Naruto, quien no podía moverse. Bajó el brazo y extendió todas las hojas. Pronto estas cortaron la tela, la piel y le músculo de la espalda del capitán, obligando a este a escupir algo de sangre al suelo frente a él.
―M-me confié.
―Todo mi cuerpo está imbuido en veneno. Por tu torrente sanguíneo ahora corre un potente y mortífero veneno que te matará en unos minutos. Ha sido algo interesante, pero el arte es bello cuando es eterno.
Naruto trastabilló. La espada de maná desapareció de su mano y una fuerte tos lo hizo encorvarse hacia adelante vomitando sangre. Sasori dio la espalda a su enemigo, centrando su atención en Mimosa y Klaus.
―Voy a terminar con esto. No es personal...¡¿?!
―¡Oye, oye!―una mano cayó sobre el hombro derecho de Sasori, obligándolo a detenerse y girar el rostro―. ¡No pensaras que un veneno va a detenerme! ¡No me ignores!
Las enseñanzas que se graban a fuego en la infancia, jamás se olvidan por más que uno lo intente. Naruto lo sabía bien. Todo lo que aprendió en su aldea, jamás podría irse de su mente, de su cuerpo, de sus recuerdos constantes. No solo la sangre que manchaba sus manos, sino todo lo que conocía sobre la muerte y el asesinato, aquello que lo había hecho un soldado desde niño, un verdadero asesino.
Sujetando firmemente el hombro de Sasori, Naruto apuñaló directamente la espalda del hombre con su espada de maná de viento. La punta apareció por el otro extremo, sorprendiendo al miembro de Akatsuki.
―¡Deberías estar agonizando!
―Ya ves que no, marionetista―Naruto flexionó las piernas, mostró unos dientes bañados en sangre cuando torció los labios en una siniestra sonrisa―. ¡Ahora, desaparece!
Un tajo hacia abajo que destrozó el torso completo de Sasori, separando la parte superior de su cuerpo de la inferior. Fue un corte limpio, que no hubiera creado imperfecciones en un cuerpo hecho de carne.
―¡Tú...!
―Crear un punto débil―veloz, la mano del caballero atrapó el cilindro con el único órgano que aún permanecía en aquel cuerpo de marioneta, un cuerpo que debía ser completamente inorgánico―; es una idiotez demasiado grande, ¿sabes?
Separada del cuerpo debido a la posterior destrucción del torso, la cabeza de Sasori rodó hasta golpear una roca, quedando con los ojos mirando directamente a Naruto. El capitán sustituto de los Leones Carmesíes mantenía el cilindro con el kanji "corazón" en su mano derecha.
―Nunca esperé morir, pero al menos lo hago como una representación perfecta del arte. ¿Siempre supiste sobre mi punto débil?
―Te estuve estudiando. Solo un punto en todo tu cuerpo brillaba constantemente y até cabos en segundos―el rostro del Uzumaki bajó levemente, como si estuviera mirando el cilindro―. Soy tu enemigo natural, Sasori de la Arena Roja.
La mano se cerró alrededor del cilindro. Reforzada por el maná, esta aplastó el corazón del Akatsuki llevándolo a la muerte directa, sin un juicio de por medio.
Akatsuki estaba detrás de algo importante, eso era lo que le gritaban los sentidos a Naruto, incluso aquellos que no tenía. Pero ¿qué era lo que estaban buscando en la Región Olvidada y por qué? Él había sido el único ninja en pisar las costas de aquel continente y ahora había dos miembros de una organización que pertenecía a un continente de distancia.
[Cómo si no fuera suficiente con Ojo de la Noche Blanca y ahora tenemos que lidiar con estos tipos. Julius se va a interesar demasiado por esto y va a preguntar muchas cosas]
A pesar de conocer a Julius de hacía casi diez años, no le había contado todo sobre su hogar, sobre el lugar del que escapó con las manos completamente manchadas de sangre.
[Tal vez es un castigo por mis pecados]
Giró la mano permitiendo que los restos del corazón cayeran sobre la túnica ondeante de Akatsuki, aquella que era representada por nubes rojas sobre un fondo completamente negro.
[Negro como la desesperación]
Vetto de la Desesperación vino a su mente. Por algún motivo, sintió la necesidad de cortar en dos al hombre bestia, pero al mismo tiempo esas mismas ganas se desvanecieron a los escasos segundos.
―¡Argh! Esto es muy complicado para un idiota como yo. Será mejor que estas cosas las tome Julius. Yo solo soy y valgo como un simple peón...¿no?
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