Capítulo 5

Las ordenes de Caballeros Mágicos del Reino del Trébol eran una organización completamente jerárquica, contando con un capitán y un vicecapitán respectivamente que lideraban dicha orden y otorgaban las misiones al resto de miembros según importancia y rango. Cada capitán de orden estaba conectado únicamente al Rey Mago, siendo este superior a los nueve capitanes y vicecapitanes de orden, siendo la autoridad máxima de los Caballeros Mágicos.

Entre los Caballeros Mágicos, existen rangos que van siendo otorgados según su desempeño en las misiones y como se comportan durante estas. El inferior a todos los rangos, sería Caballero Mágico Inferior de Rango 5, siendo cada rango colocado entre un intervalo del 5 al 1. Este es el otorgado a todos los caballeros que inician en una orden de caballería, aquellos que son escogidos por cada una de las nueve ordenes de caballeros al servicio del reino.

El siguiente rango de caballero es el de Caballero Mágico Intermedio, siendo otorgado a aquellos que llevan un tiempo cumpliendo ordenes dentro de una de las nueve escuadras al servicio del Rey Mago.

El Caballero Mágico Superior sería el siguiente rango. Dentro de este, los caballeros ya cuentan con un poder y experiencia elevados para el campo de batalla, llevando sobre sus hombros una larga lista de misiones y reconocimiento por parte de sus compañeros y el propio Rey Mago.

En el último peldaño hasta Rey Mago está el Gran Caballero Mágico, grado ostentado por los capitanes de cada orden, así como los vicecapitanes cuentan con el de Caballero Mágico Superior de Rango 1, siendo estos títulos los más altos que un caballero puede alcanzar sin llegar al título de Rey Mago.

A lo largo de la historia de las ordenes de Caballeros Mágicos, nunca ha existido un Gran Caballero Mágico que no fuera un capitán de orden. Así mismo, tampoco existió un vicecapitán que no fuera un Caballero Mágico Superior de Rango 1. El capitán y el vicecapitán debían ser los caballeros más fuertes dentro de su orden, ser capaces de liderarla en casos extremos y capaces de salir de cualquier adversidad.

Actualmente, de las nueve ordenes de caballeros, dos se encuentran sin un capitán que las dirija, sin alguien que el Rey Magi pudiera confiar completamente. Las traiciones generan brechas y Julius quería evitar tener más brechas en la confianza por sus subordinados.

La orden de la Orca Púrpura pronto encontraría un capitán que las dirigiera. Marx había estado encargado de ver el historial de cada uno de sus miembros para la elección apropiada del capitán, dejando todas las papeletas sobre el vicecapitán de orden. Sin embargo, Julius no podía pensar en alguien para que dirigiera la orden de León Carmesí. El joven Leopold era demasiado joven para estar al mando de una orden y el vicecapitán no era un hombre carismático como los Vermillion. Y pensar en la hermana de Fuegoleon, no era algo que Julius podía aceptar completamente. Ella era demasiado intensa cuando quería, que era casi todo el tiempo.

Mereoleona Vermillion, una mujer poderosa, fuerte, criada en un completo estado salvaje que se contraponía a lo que su hermano era. Julius podía ver que aquella mujer era realmente poderosa, aceptada desde un punto ligado al poder que ella tenía en su interior. Contrario al carácter calmado, de líder nato de Fuegoleon, Mereoleona contaba con un carácter más explosivo, salvaje y amante de una buena batalla.

Los Vermillion habían liderado León Carmesí desde su fundación, así como los Silva lideraron el Águila Plateada.

Julius no podía ver a Mereoleona como la capitana del León Carmesí en la actualidad. Necesitaba alguien como Fuegoleon: calmado, analítico, alguien que pudiera ser candidato a Rey Mago en los próximos años, alguien que generara confianza. Y había pensado en el Caballero Mágico perfecto para liderar la orden, aunque para ello debería formar un traspaso de una orden a otra.

No era muy común que un mago fuera transferido de su orden de origen a otra, aunque se habían dado casos muy excepcionales. Normalmente el caballero que se unía a una orden terminaba muriendo al servicio de esa orden, pasando así toda su vida al servicio de los Caballeros Mágicos con la túnica de la orden que los escogió al iniciar su recorrido como un mago al servicio del trébol.

Julius esperaba que su decisión no creara un cisma entre la orden de origen del nuevo capitán y el León Carmesí. Tampoco deseaba ver al hermano menor, Leopold, sintiéndose inferior al no ser escogido como el capitán de la orden.

―¿Me llamaba, Rey Mago?

El vicecapitán del León Carmesí se encontraba en el despacho del Rey Mago, portando la túnica de su orden, con el cabello ligeramente desordenado y un rostro que presentaba más arrugas de las que Julius recordaba cuando lo conoció.

―Randall, vicecapitán del León Carmesí. ¿Cómo ha estado la orden del león sin su capitán?

Julius no era un hombre que quisiera herir a sus subordinados o remover aquellos momentos en los que peor han estado; pero como Rey Mago, tenía la obligación de contar con toda la información sobre sus seguidores y aliados para él tomar las mejores decisiones al respecto, justo como estaba por hacer actualmente.

―No muy bien, señor. Leopold está afectado por lo que ha ocurrido con su hermano y, a pesar de que somos Caballeros Mágicos, los ánimos no están por las nubes sin el señor Fuegoleon rondando por la base.

El León Carmesí tenía una herida que le costaba demasiado cicatrizar. Fuegoleon había sido uno de los hombres admirados por todos los caballeros, aunque no pertenecieran a la misma orden que él. Era un hombre que lideraba, al que todos seguían (incluso Nozel Silva y sus hermanos). Suplir a un hombre como el capitán del León Carmesí, era una tarea casi imposible. "Casi", pues Julius conocía perfectamente a todos sus subordinados, llegando a formar estrechos lazos con más de uno de ellos.

―Eso es algo que me lamento de oír, Randall. Fuegoleon ha sido un capitán que ha estado a mi servicio por años. Pronto se recuperará, de eso puedes estar seguro―dar ánimos, elevar la moral de sus hombres. Julius conocía sus funciones como general de campo de batalla. Fue capitán de orden y ahora dirigía a todas las ordenes de caballeros al servicio del reino―. Te he llamado por un tema urgente, Randall.

―¿De qué se trata, señor?

Randall había acompañado a Fuegoleon a diversas reuniones y había estado con él en diversos campos de batalla. Podía ver en los ojos del Rey Mago lo que estaba por proponerle, por ordenarle y él estaba de acuerdo incluso sin haber oído las palabras del hombre frente a él.

Se conocía. Sabía que no podía dirigir el León Carmesí sin Fuegoleon y no tenía sus capacidades para sobreponerse a lo que la orden estaba sufriendo con su ausencia. No tenía su carisma para liderar a sus hombres ni la fuerza de voluntad de su mayor.

―Quiero proponerte a alguien para que dirija la orden en ausencia de Fuegoleon. Es joven, pero ha demostrado ser un Caballero Mágico competente mientras ha sido vicecapitán del Ciervo Aguamarino.

Los ojos de Randall se abrieron ligeramente. Conocía al vicecapitán del Ciervo Aguamarino de la propia boca de Leopold y Fuegoleon.

―¿Se refiere al chico ciego, al que generó problemas con los hermanos Silva?

Ante la mención de Naruto, la actitud de Randall cambió drásticamente, pasando a ser muy cauteloso ante la oferta/orden del Rey Mago.

La rivalidad entre Nozel Silva y Fuegoleon Vermillion era conocida por todos en el Reino del Trébol. Era una rivalidad que había trascendido en el tiempo, impulsada por las dos familias reales. Silva y Vermillion siempre competían, siempre intentaban ver quien era mejor que el otro dejando caer esto sobre sus herederos, sus hijos mayores.

―Naruto Uzumaki. Su último desempeño fue frenar la muerte de Yami Sukehiro y algunos de sus subordinados manteniendo a raya al Tercer Ojo, un grupo de prominentes magos del Ojo de la Noche Blanca.

Una hazaña oculta para el resto de las personas que escaparan de la confianza del Rey Mago. Julius había sido demasiado cauteloso al dar esta información, volviéndose casi reacio a decir algo sobre el evento tras descubrir al traidor, temeroso porque hubiera alguno más entre las distintas ordenes. Sin embargo, el Rey Mago sabía que para convencer a Randall y los miembros del León Carmesí, debía mostrar lo que el chico era capaz de lograr.

―Pero, señor. ¿El capitán del Ciervo Aguamarino estaría de acuerdo en cedernos al chico?―Randall miró el rostro del Rey Mago. Como miembro del León Carmesí, debía evitar que cualquier miembro de otra orden pudiera liderar la suya. Era el vicecapitán del León Carmesí, el hombre en el que Fuegoleon depositó su confianza―. No puedo aceptar a cualquiera dentro de nuestra orden ocupando el puesto de nuestro capitán.

Como los leones reales, los miembros del León Carmesí tenían su orgullo, su propia forma de hacer las cosas. Esta forma y este orgullo fueron puestos por los anteriores capitanes, siendo completamente representado por Fuegoleon Vermillion, el hombre al que todos dentro del Reino del Trébol querían seguir, al que todos los Caballeros Mágicos respetaban.

Fuegoleon había alcanzado su estatus debido a su arduo trabajo como Caballero Mágico. No era un hombre que desaprovechara el tiempo ni un caballero que despreciara a la gente por su estrato social o su cantidad de poder mágico. Cuando alguien mencionaba a Fuegoleon, mencionaba al Rey Mago. De alguna extraña forma, ambos hombres eran similares y, a la vez, distintos.

―Naruto es un buen chico, un gran caballero al servicio del Reino del Trébol. Probablemente tenga problemas debido a su visión; pero incluso eso lo ha suplido.

El braille había ayudado a las personas sin vista a poder comunicarse con el resto, a crecer en la sociedad incluso sin el don de la visión. Naruto había ido un paso más allá, alcanzando cuotas que otros con su misma discapacidad no podían. Y todo se debía al uso del Ki y el maná que lo rodeaba. Usando ambos, el joven vicecapitán creó un radar que le daba exactamente la ubicación de cualquier enemigo, de cualquier persona u objeto que lo estuviera rodeando.

Julius admiraba ese sistema, el desempeño del muchacho por crear algo que otros ni siquiera pensaron. Cuando vio al joven utilizarlo por primera vez, quedó asombrado por su estilo de pelea, por la fluidez con la que se movía por el campo de batalla, entre los obstáculos...

―Señor...

―Puedo obligaros a aceptar al chico en vuestras filas―Julius recostó su espalda en el respaldo de su asiento―. Como Rey Mago, debo velar por la seguridad del reino. Una orden sin un capitán es una orden que no puede movilizarse en una batalla. Actualmente los miembros del Reino del Diamante han estado rondando la frontera con nosotros. Podemos estar a las puertas de una guerra. No puedo permitir que uno de los escuadrones esté sin un líder directo.

Julius no quería despreciar el trabajo de Randall, su desempeño como un vicecapitán. Pero a lo largo de su tiempo como Rey Mago, había visto numerosos hombres como Randall: indecisos, incapaces de tomar las riendas cuando su capitán caía en la batalla, cuando era lesionado en un enfrentamiento. Este tipo de hombres, aunque buenos para seguir ordenes, podrían llevar a sus compañeros a una muerte segura; algo que Julius no estaba dispuesto a permitir que pasara.

―No sé si la hermana del capitán esté orgullosa al ser rechazada como capitana. Menos cuando el escogido es un ciego plebeyo...

El viento en la habitación se agitó ligeramente. Las túnicas de ambos hombres se movieron, revelando la vestimenta bajo la capa de que el Rey Mago llevaba sobre su ropa.

―Debería sentirme ofendido si no me hubieran llamado cosas peores.

Randall se movió alertado, con el rostro desencajado y el sudor escurriendo por su sien derecha.

Sentado en una silla vacía, llevando su túnica de Ciervo Aguamarino, Naruto hizo acto de presencia en la reunión privada entre el vicecapitán del León Carmesí y el Rey Mago, algo que cualquier otro hombre se hubiera tomado como una ofensa. Julius, sin embargo, mostró una escueta sonrisa desapercibida por Randall.

―...

―Señor Randall, le presento al vicecapitán del Ciervo Aguamarino, uno de nuestros mejores caballeros mágicos: Naruto Uzumaki.

La vestimenta del joven caballero no había cambiado desde que se presentó en la ceremonia de premiación: pantalones negros, sandalias negras y una camiseta pegada al cuerpo de color negro, sin adorno alguno. Lo único distintivo, era la túnica que colgaba de los hombros del joven, así como la venda que cubría los ojos del muchacho.

―Es un placer, Randall-san.

Estirando el brazo hacia el miembro del León Carmesí, Naruto intentó enterrar el hacha de guerra que en un principio el vicecapitán bajo las órdenes de Fuegoleon intentó desenterrar.

―...

Randall observó aquella mano callosa, ruda para un joven de casi veinte años. Después de observarla largo y tendido, el vicecapitán miró el rostro del joven. Seis marcas destacaban en aquella cara afilada, de piel ligeramente bronceada, dando una sensación de que eran bigotes de gato o de algún tipo de felino.

―Es un placer―finalmente, Randall aceptó el apretón de manos de su nuevo capitán. No era una decisión fácil; pero el Rey Mago había intentado que fuera él quien aceptaba y no imponer su idea―. Será un gusto trabajar con usted, Uzumaki-sama.

―No es necesario un honorífico tan formal, Randall. Vamos a ser compañeros de batalla, hermanos de armas.

En el caso de Naruto, el hermano de armas era una frase completamente literal. Llevaba en el lado izquierdo de su cintura, su katana envainada completamente negra, casi oculta a la vista de sus adversarios debido a tanta ropa negra.

―Ahora que todo está hablado, tengo asuntos que atender con el nuevo capitán, Randall. Tenga esta carta que explicará las funciones del señor Uzumaki dentro de su orden.

Randall observó aquella misiva. Soltó la mano de su nuevo capitán y aceptó la carta con un nudo en la garganta. No temía la reacción de Leopold o del resto de miembros del escuadrón, lo que temía, así como el resto, era como reaccionaría Mereoleona ante la noticia de que su hermano sería reemplazado por un tiempo y ella no era quien lo sustituía.

―Se la entregaré al joven Leo, Rey Mago.

El vicecapitán torció el torso hacia el frente, dando una completa reverencia al hombre frente a él. Después del saludo hacia el rey, el hombre repitió el mismo hacia su nuevo capitán antes de marcharse de aquella sala.

―Aun ni siquiera he aceptado y ya soy capitán de esa orden.

Naruto mostró una sonrisa completamente descarada dirigida hacia el hombre frente a él. Hasta el momento, no había sido informado de que sería el sustituto de Fuegoleon en su propia orden, con sus propios subordinados.

―Entiendo si rechazas esto; pero solo pude pensar en ti como capitán del León Carmesí. Lo lamento.

―¿Solamente yo?―Naruto sopló sobre su meñique deshaciéndose de la cera que obstaculizaba en su propio oído―. Hay más personas capacitadas, como por ejemplo Nozel Silva. Ese tipo trenzado no dudaría en tomar el mando de dos ordenes bajo su mando.

―Según lo establecido, ningún capitán puede tener a dos ordenes a la vez. Eso crearía un desequilibrio que el resto de los capitanes podría resentir. No puedo darle más poder a un capitán sobre otro. Podría provocar una guerra interna y, actualmente, no podemos lidiar con un enfrentamiento interno.

El Ojo de la Noche Blanca era el objetivo principal del Rey Mago. No podía permitir que una guerra entre ordenes comenzara por haber entregado más poder a uno de los capitanes colocándolo por encima del resto. Y a pesar de que confiaba en las habilidades y mente de Nozel Silva, no podía darle la orden que estaba siendo comandada por su rival, aunque supiera que Nozel apreciaba a Fuegoleon.

Y sobre Mereoleona, Julius tenía otros planes para implementar las habilidades de la mujer. Debido a eso y los pocos caballeros con capacidades y experiencia, el Rey Mago optó por darle una oportunidad a alguien que realmente no le decepcionaría.

―He mirado todas las posibilidades, todas las cartas antes de tomarte a ti, Naruto.

No estaba mintiendo. Había pasado horas observando las distintas posibilidades, las distintas cartas de su baraja antes de utilizar la de Naruto para ocupar el puesto de capitán de una orden; porque a la vez que le traía beneficios, también le daba problemas.

―Diría que me estas mintiendo, pero en pocas ocasiones te he pillado mintiéndome―un clic cerró las palabras del vicecapitán del Ciervo Aguamarino. Con delicadeza, el joven depositó su antigua túnica sobre la mesa, manteniendo el broche en su mano izquierda―. Tendré que sobrecargarme con un poco de trabajo extra. Como si el Tercer Ojo no hubiera sido un dolor en el trasero.

Aun había piedras mágicas que el Ojo de la Noche Blanca necesitaba para completar su plan. Este fue el motivo principal por el que Julius decidió promover a Naruto. Colocarlo como capitán, haría que los enemigos entendieran cuan difícil iba a ser para ellos derrotarlos en una batalla abierta.

―El Tercer Ojo debería estar a cargo del Ojo de la Noche Blanca por un tiempo―el bermellón sustituyó al cian en la túnica. El blasón del ciervo cambió al león―. Podría decir que tengo la situación completamente controlada; sin embargo...

―Vas a enviar a los Toros Negros, ¿no?―la capa ondeó ligeramente al viento, meciéndose detrás de su portador―. Diría que lo veo en tu expresión, en el brillo de tus ojos...pero estaría mintiendo completamente. ¡JAJAJAJAJ!

Naruto comprendía la urgencia de Julius por tener a todas las ordenes de Caballeros Mágicos completamente activas. Había visto las hojas ocultas en la habitación del antiguo capitán de la Orca Púrpura y todo señalaba a una pronta incursión del diamante sobre ellos.

―Naruto...

―He sido criado en la guerra, Rey Mago―aquel tono templado, cálido, se desvaneció―. Mi pueblo me crío como si fuera un arma...como si cada niño fuera un arma. No hubo sentimientos de amor o hermandad reales tras las enseñanzas de mi maestro. ¿Aquella frase que dije al traidor? ¡Carece de un significado real en mi hogar! Puedo sentir lo que se avecina y puedo saber lo que necesita, Rey Mago. Como caballero estoy completamente a su servicio; pero como hombre libre, puedo tomar mis propias decisiones sobre cualquier opción, sobre cualquier situación.

La guerra era algo normal para él. Rodeado de cadáveres, de compañeros heridos. Los niños eran simple carne de cañón, escudos que los adultos usaban cuando les convenía. "Voluntad de Fuego". Aquella frase que marcó la lealtad de las generaciones fue también la que terminó extinguiendo ese fuego que la hoja llevó como antorcha.

―Desde que formé parte del Reino del Trébol, me he impuesto no hacer nada que no quiera hacer―el cabello dorado del rubio se meció cuando este comenzó a rascar su nuca―; sin embargo, no puedo dejar a un camarada a merced de los enemigos.

―¿Naruto?

―Como Randall dijo, puedes obligarnos aseguir esta línea que has trazado Julius y nosotros tendremos que obedecer.Pero no es momento de ser irresponsable―los ojos del Rey Mago se abrieronligeramente. Colocando sobre su pecho el brazo derecho con tres dedos extendidos,Naruto formó el saludo del reino―. Seré el capitán del León Carmesí y evitaréque cualquier enemigo logre su objetivo, dañe a nuestra gente. ¡Es una promesaque pienso cumplir!

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