Octavo capítulo

Octavo capítulo:

—No entiendo porqué no podemos ir.

La noche del festival mientras en el pueblo las cosas se mantenían a fuego vivo, en el palacio parecía que las cosas estaban más sosegadas que de costumbre, los pasillos estaban iluminados tenuemente a causa de la luz de luna y las lámparas de papel que estaban por cada esquina, el canto de los grillos y demás animales nocturnos resonaba por sobre cualquier otro ruido, todos sabían que algo importante faltaba allí, pero ninguno se atrevía a admitirlo.

—El príncipe de las desgracias y su soberbio prometido van a asistir a ese festival, no es de mi interés que nos vean junto a esos dos.

ChangKyun apretó un poco sus labios mientras sentía como su madre pasaba el peine de bambú por las hebras de su castaño cabello, levantándolo hasta quedar en un moño alto sin dejar ni una sola hebra de cabello afuera.

—Ya no es su prometido, ahora es su esposo —corrigió en voz suave, manteniendo su mirada baja.

—Por ahora. Es cuestión de tiempo para que ese matrimonio acabe en tragedia, si sabes a qué me refiero —la mujer soltó el cabello de su hijo una vez estuvo amarrado, ahora tomando las prendas que estaban acomodadas sobre la cama. —Ponte de pie.

El príncipe acató la órden, sin embargo, la expresión de melancolía y disociación en su rostro no pasaba desapercibida, mucho menos por su madre. une lo miró seria, soltando las prendas nuevamente en la cama.

—¿Qué?

—Es solo que... no creo que sea correcto hablar de esa forma sobre el matrimonio del príncipe. —soltó un suspiro. —¿Qué pasa si hubiera sido diferente? ¿Qué hubiera sucedido si el príncipe HoSeok hubiera sido... mi esposo?

—Pero no lo fue. Deja de decir cosas sin sentido. Debes estar agradecido que logré salvarte de un matrimonio tan desastroso como ese, si te hubieras casado con él, serias el hazmerreír de todo el reino.

ChangKyun soltó un suspiro, bajando sus brazos y dejándolos descansar a sus costados. —: Mamá, sabes que en algún momento tendré que casarme también. No es bueno desear lo que no quieres que te suceda.

—¿Qué sucede contigo? Por supuesto que vas a casarte, y espero que sea pronto, pero deberá ser con alguien con un gran estatus. No mereces menos —ella tomó las prendas bruscamente de la cama, dándole indicaciones a su hijo para que se diera la vuelta y extendiera los brazos, le ayudaba a quitarse su hanbok para colocarle esos pantalones cortos y la bata suave y liviana que usaba para dormir. —Sea lo que sea que intentes decirme, dilo de una vez y déjate de tonterías.

—Es solo que... quisiera ir al festival, madre. No salgo del palacio hace mucho tiempo.

—Ya te expliqué por qué no iremos a ese festival. No voy a repetirlo.

—No tienes que ir si no quieres... Puedo ir por mi cuenta.

Eso pareció haber creado una densidad en el ambiente, porque JiYeon soltó sobre los hombros del príncipe la bata que le estaba ayudando a colocar, entonces caminó hasta quedar enfrente de su hijo, quien tenía la mirada abajo, visiblemente se veía nervioso, y su madre solo lo tomó del mentón rudamente, obligándolo a mirarla directamente.

—Escúchame, ChangKyun, todo lo que hago, lo hago por ti. No tengo idea de lo que estés pensando ahora, pero te digo que será mejor que lo vayas olvidando —apretó con mucha más fuerza, haciendo que el joven se quejara. — He logrado mantener una buena imagen tuya ante el rey y la corte, si continuamos de esta forma podrían llegar a considerarte como rey, así que no lo arruines. Si digo que no vas a ir al festival, no vas, si digo que no vas a casarte con cualquiera, no lo harás, y por sobre todo, si te digo que te mantengas alejado del príncipe HyungWon, vas a obedecerme.

Lo soltó bruscamente, haciendo que el menor se quejara de nuevo, esta vez acariciando sus mejillas lastimadas, bajando la mirada ante su madre que continuaba mirándolo de una forma severa y directa. Ella abandonó los aposentos del príncipe unos momentos, cuando hubo terminado de ayudarle a cambiarse, lo dejó recostado sobre su cama y a oscuras, esperando que el príncipe se mantuviera al margen, sin embargo, no considero de más advertir a los guardias sobre él.

Wosun era conocido como uno de los reinos más prósperos de la nación, a pesar de ser uno de los más pequeños, su economía hablaba por sí sola, y una de sus mayores fuentes de ingresos era el vino. Los viñedos de Wosun eran bien conocidos por dar las uvas más gordas y jugosas de la nación, los campesinos eran todos unos expertos en la elaboración y eso les había creado cierta reputación entre los demás reinos. Por ello, fue que HoSeok intentó no mostrarse sorprendido cuando vio que todo lo que se hacía en ese festival era relacionado al vino, había grandes barriles llenos de ese exquisito licor por todas partes, el olor de la uva fermentada que picaba la nariz estaba por todos lados, los campesinos disfrutaban de tomar grandes cantidades de vino mientras veían a los acróbatas del circo pasar sin miedo alguno por la cuerda floja a varios metros del suelo. Era un delgado chico de piernas largas y una chica pequeña e igual de frágil quien cruzaba junto a él por ese camino delgado de fibra. La gente parecía realmente encantada con ese acto, pero no a los dos soberanos que veían desde la altitud tal espectáculo, todo se veía más pequeño y menos impresionante cuando lo veían desde arriba, una botella de vino era la que los acompañaba esa noche, pero ambos apenas y la habían tocado. Tal vez el vino no era el licor predilecto del príncipe de Wosun o simplemente no le gustaba beber, HoSeok no tenía forma de saberlo, así que solo él bebía de vez en cuando esa pequeña copa con licor que le ofrecía uno de sus criados cada tanto.

Aunque la fiesta parecía desarrollarse sin problema, podía ver que no era igual para todos, las fiestas de los campesinos realmente no eran lo suyo, pero las pocas veces que fue a los festivales, el pueblo se veía ciertamente grato de verlos allí, pero en esos precisos momentos parecía que el pueblo tenía una relación... complicada con el reino. No parecían odiarlo, pero tampoco amarlo, era una relación complicada, Y estaba más que claro porqué, no hay necesidad de explicarlo. Y tal vez HoSeok podía comprenderlo, él tampoco tenía la mejor relación del pueblo, en realidad no se sentía en posición de juzgarlo.

Las antorchas alrededor del escenario se encendieron, el resonar de los tambores dieron la bienvenida a dos hombres que vestían de forma desordenada unos hanboks de baja calidad y unas máscaras de yeso cubrían sus rostros. Eran los payasos. Para el príncipe de Wosun no era realmente atrayente dicho acto del circo, siempre los había considerado lo más bajo de la sociedad, eran ordinarios y sin gracia, así que no esperaba mucho y mientras bebía otra copa de vino, escuchó los tambores detenerse y darle voz al narrador de la historia. 

—En un lugar lejano, o tal vez cercano, en una época antigua, o tal vez moderna; un hombre rico, o tal vez pobre...

No parecía una historia excepcional a los hijos del príncipe de Daeng, pero pudo notar que algo sí cambió en el príncipe HyungWon a medida que la historia avanzaba, el feliz o infeliz hombre protagonista se había casado, con una mujer bella e inteligente, pero demasiado ingenua — interpretada por otro payaso vestido con una máscara de yeso y un pobre hanbok color rosa— , y habían tenido un bebé, después de una exagerada representación de un parto que sacó risas de más de un espectador en el público, pero luego del nacimiento del bebé, las cosas empezaron a tornarse extrañas y al príncipe HoSeok esa historia comenzó a sonarle amargamente familiar.

—¡Ingrata mujer! Te he regalado el privilegio de estar con un hombre tan virtuoso como yo, pero a cambio me has dado una paria como hijo ¡Qué haré yo! Nadie nunca va a tomarme en serio con esta desgracia a la que tengo que llamar hijo. Un inútil de poca honra que solo tiene un rostro bello como su mayor atributo, es igual a ti, me da vergüenza de tan solo verlo. —el hombre sostenía entre sus manos un muñeco de trapo con una máscara parecida a la que usaba "su madre", lloraba de manera exagerada mientras sacudía ese pequeño muñeco al aire y lo azotaba contra el suelo.

Entonces los ojos del príncipe se abrieron exageradamente al notar la situación, la historia que ese circo de mala fama estaba contando no era otra que la del rey de Wosun, degradando a todos y cada uno de los integrantes de la familia real, y sentía como clavos en su cabeza las risas de todos esos plebeyos cuando se mencionaba al pobre y desafortunado hijo que no podría amar ni ser amado, que traía desgracia a su familia y a sus tierras también, nunca lograrían un lugar importante en la sociedad porque eran solo un grupo de payasos para todos. HoSeok entonces miró severamente al príncipe de Wosun, no era posible que él no supiera lo que estaba sucediendo, pero HyungWon era completamente consciente de lo que estaba sucediendo, más no lo estaba tomando como HoSeok, en su lugar, solo estaba bebiendo de manera descontrolada esas copa de vino que le daban sus sirvientes, tomaba de un solo trago el amargo líquido sin importar el sabor ni el leve ardor en su garganta.

—¡Oh, miren quien está aquí! —nuevamente había entrado en escena otro payaso, esta vez mucho más descubierto que los demás, con pelo largo y una máscara con una expresión coqueta, pero en su frente tenía escrita la palabra "tonta", tenía varios bultos en su cadera y pecho para simular curvas. Se trataba de la segunda esposa, de eso no había duda. —No importa si su inteligencia es semejante a la de una ardilla, lo que hay debajo de su falda me es suficiente.

—¡Detén esto! —por primera vez HoSeok habló, exaltado, pero el príncipe no le prestó atención. Solo bebió de su copa y bajó la cabeza. —Estos inútiles se están burlando de la familia real, tienes que ponerle un alto a esto.

—No.

La función continuó, las risas se hicieron cada vez más fuertes y el príncipe HoSeok sentía que la vena de su cuello estaba a punto de explotar, aquella situación estaba colocando a flor de pie sus emociones, y ver cómo el príncipe de Wosun se mantenía tan al margen de esa situación, solo bebiendo dolorosamente ese vino oscuro mientras aceptaba silenciosamente su humillación. Se sintió molesto, impotente y sobre todo, dolido, porque ahí en frente de todo el mundo se encontraban humillando a una persona, como si se tratara de algún animal o un insecto. Y no cualquier persona, si no que se trataba de su propio príncipe.

Fue en cuestión de segundos, en un impulso agresivo el príncipe de Daeng tomó de la ropa al príncipe de Wosun, haciendo que la copa de este resbalara de su mano y el líquido rojizo se deslizara por su barbilla, el príncipe lo miró asustado a los ojos cuando sintió la fuerza sobre sí y la respiración cálida de HoSeok sobre su rostro. El silencio giró alrededor de ellos, entonces los guardias reaccionaron también se acercaron para separar a los dos monarcas, sin embargo HoSeok era alguien con bastante fuerza y no fue tan sencillo quitarlo de encima y contando con que HyungWon no hacía mucho por quitarlo de encima, todo estaba en manos de los guardias.

—No eres nada de lo que esos payasos dicen ahí. Eres mucho peor. Eres un cobarde sin carisma que espera que todos sintamos la lástima que tú te tienes. Por un momento deberías pensar en lo que estás haciendo- Tal vez los payasos tengan razón, y no seas el monarca que ellos necesitan.

Fue el general Son y uno de sus guardias quienes lograron separar a los dos príncipes, viendo como uno de ellos tenía su expresión colérica, con los ojos saltones y las mejillas enrojecidas, mientras que el otro se veía tan pálido como un espectro y sus ojos solo se movían de un lado para otro.

—¿Está bien, su majestad? —preguntó HyunWoo.

—Sí —él asintió, pero no viéndose del todo convencido.

—Su majestad voy a tener que pedirle que se calme —habló el otro guardia, que sostenía al príncipe de Daeng por los antebrazos, el cual continuaba mirando furiosamente como HyungWon seguía recibiendo la atención de esos guardias, y como especialmente ese tan "general Son" era quien parecía más preocupado por su expresión asustada. Al girar su rostro pudo ver como todos tenían sus ojos sobre ellos, la música se había detenido abruptamente y ahora parecía que la función la estaban dando ellos. Incluso vio a esos desgraciados payasos quitarse sus máscaras para poder verlos mejor. Eso lo enfureció más, ahora no solo había un bufón para el pueblo, eran dos.

Las literas viajaban de nuevo rumbo al palacio, en medio de la oscuridad, con antorchas iluminando el camino, el ruido de los animales nocturnos, de la brisa helada y las pisadas de las pesadas botas de los sirvientes y los guardias que llevaban a ambos monarcas, HoSeok asomó su cabeza por una de las ventanas, sintiéndose el viento en el rostro, miró los árboles que pasaban conforme avanzaba. Miró a uno de los guardias que lo iban cuidando, el mismo con el que había hablado horas antes, este lo miró también, pero por unos cortos milisegundos, y de nuevo bajó la mirada. HoSeok soltó un bufido y negó con la cabeza.

—No entiendo el comportamiento de todos ustedes. No fue para tanto.

—Su majestad, será mejor que se resguarde allá dentro, el sereno podría hacerle daño.

—De hecho este lío se causó porque ustedes no hicieron un buen trabajo, esos malditos payasos se estaban burlando de los soberanos de este reino, es un acto de suma ofensa, debieron haber intervenido tan pronto empezaron con esa ridícula presentación. ¡Es su responsabilidad, es su obligación!

—Mi señor no habíamos recibido órdenes, no podíamos irrumpir la festividad de esa manera.

—¿Qué clase de guardias son ustedes? ¿Necesitan una orden para todo? Proteger a la familia real es su obligación, no hay necesidad de que se los recuerden. Esto jamás hubiera ocurrido en mi reino.

—El hecho de que nunca lo haya visto en su reino, majestad, no quiere decir que nunca haya pasado.

Y la conversación entre los dos terminó, HoSeok dio una mirada molesta al guardia y nuevamente se resguardo en su litera, el silencio nuevamente reinando en ese trayecto, hasta que las antorchas en la entrada del palacio los iluminaron. Los sirvientes ayudaron a ambos príncipes a bajar, pero HoSeok quedó impresionado cuando vio bajar de la litera al príncipe HyungWon en los brazos de uno de sus soldados, ese alto y moreno, el general Son.

—¿Qué sucede con él?

—El príncipe bebió mucho vino, está profundamente dormido. Me encargaré de llevarlo a su habitación, no se preocupe majestad.

—Por supuesto que me preocupo, no es correcto que cualquier hombre entre al cuarto del príncipe sin su consentimiento —caminó hasta el guardia, notando como la cabeza del príncipe descolgaba descuidadamente mientras sus ojos completamente cerrados exhibían sus pestañas largas y tupidas. Lo miró por unos segundos, hasta que levantó la mirada y se encontró con los ojos oscuros del general, le sonrió insolentemente, acercándose al más alto, y sutilmente deslizando sus manos por debajo del delgado cuerpo laxo. —Pero no tendría que pasar nada si soy yo quien entro. Después de todo, es mi esposo.

Un silencio incómodo quedó entre ambos, ambos mirándose sin descaro al rostro, los brazos fuertes de HyunWoo se negaban a soltar el cuerpo del príncipe, sin embargo HoSeok mantenía los suyos estirados en espera. HoSeok sabía muy bien lo que estaba sucediendo, ese guardia no era como los demás, parecía siempre tomarse muchas responsabilidades de las que le atribuían y no con cualquiera, si no con el príncipe heredero, su bienestar parecía ser un tema más personal que ocupacional.

—¿Me permite? —habló de nuevo el príncipe, con ese tono soberbio que tanto lo caracterizaba. HyunWoo soltó una respiración pesada, mirando alrededor, notando como todas las miradas de esos guardias y sirvientes estaban sobre ellos, expectantes. No le quedó de otra que ceder.

Así fue como HoSeok inició su camino a los aposentos de HyungWon con un par de guardias a sus espaldas, siendo vigilados desde lejos por el general que intentaba parecer al margen de la situación, pero cuando se sintió sobrante en ese plano, solo se irguió y dio media vuelta tomando otro rumbo. En la entrada de los aposentos del príncipe HyungWon lo esperaban un par de criadas, que al ver al príncipe inconsciente en los brazos ajenos, corrieron de inmediato.

—¡Majestad!

—El príncipe está bien, solo bebió demasiado vino, necesita reposo. Preparen su futón.

Dada la órden, dos de las criadas corrieron dentro de los aposentos, quedando las otras dos junto a los príncipes. Con sus rostros preocupados, mirando a HyungWon que descansaba cómodamente en los brazos de su esposo, con las mejillas rojas por la ebriedad y sus respiración suave siendo el mayor indicio de que estaba bien, inconsciente, pero bien.

—Su majestad, permítame, nos encargaremos del príncipe de ahora en adelante. Debió ser un día muy ajetreado para ambos. Lo mejor es que vaya a descansar.

—No estaré tranquilo hasta ver al príncipe sobre su cama descansando correctamente —y HoSeok entonces tomó rumbo dentro de los aposentos, siendo seguido de nuevo por los sirvientes.

Durante su trayecto, le fue imposible no fijarse en las finas facciones del príncipe de Wosun, de verdad que eran tan etéreas que daba incluso un sentimiento de envidia. Los payasos no mentían cuando dijeron que su rostro era algo que dominaba, la piel pálida hacía resaltar sus otras facciones como sus labios gruesos y rojos, que entreabiertos se veían tan apetecibles, un trozo de manzana que se veía tan frescos y dulces, eran ridículamente hipnotizantes. ¿Acaso era esta la fruta prohibida? Sí era así, el príncipe HoSeok podía considerar el porqué habían caído ante ella.

—Majestad, puede dejar al príncipe sobre su futón, nos encargaremos del resto. —las mujeres tenían en sus manos varias prendas de ropa, esas debían ser sus prendas para dormir, Personalmente no le disgustaría tener que ser él quien se encargara de despojar de sus prendas, pero ya había hecho demasiado por esa noche, así que solo se colocó de rodillas frente al futón en el que descansaría su esposo, se encargó de descargarlo sin perder de vista su rostro tan angelical que estaba ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor.

Se retiró de la habitación, cerrando la puerta corrediza una vez las criadas comenzaron a encargarse de HyungWon. Él quedó solo, en el pasillo y con sus pensamientos haciéndole compañía, tratando de procesar lo que había pasado hoy y cómo afectaría el día de mañana.

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