Cuarto capítulo

Cuarto capítulo: El averno del príncipe.

Las cosas en el reino de Daeng estaban ciertamente extrañas desde que hace unos días, y eso no le agradaba al príncipe HoSeok, que se sentía como princesa atrapada en la torre más alta del castillo en espera de que algún príncipe viniera rescatarla. Tenía prohibido las salidas, su padre le había prohibido el acceso a su caballo desde que intentó escapar en él, así que no podía salir sin autorización previa y sin la falta de guardias que lo vigilen.

—Esto es desesperante —mencionó entre dientes mientras caminaba de un lado a otro en su habitación, el encierro comenzaba a enloquecerlo, y no conforme con eso, parecía que todo el reino sabía algo que él no.

Miró entonces a la criada que entró a su habitación con una bandeja en sus manos, caminó lentamente hasta la mesa baja en la que él solía comer, dejando todos los platos allí.

—Llévatelo, no quiero —murmuro él, aún molesto, no podía siquiera preguntarles a las criadas, ellas que adoraban revelar secretos del palacio, ni siquiera ellas le decían, a la que les preguntaba le darían las excusa de que no conocían nada del caso o que simplemente no podían decirlo.

—El rey ordenó que se alimente bien, príncipe HoSeok —una vez dejó todos los platillos en la mesa pequeña se levantó y quedó de pie frente al príncipe. —Dice que tienen un viaje importante qué hacer.

—¿Un viaje dices? ¿De qué estás hablando?

—Solo sigo órdenes, príncipe —nuevamente no pudo obtener nada de información, porque la mujer entonces había dado una reverencia y había salido de su habitación.

Ahora sí que estaba más ansioso que antes, eran semanas en las que estaba viviendo una incertidumbre y de la nada viene su padre a decirle que van a salir de viaje, eso no le estaba agradando para nada.

Mientras, el rey se encontraba en reunión con toda la corte, estaban analizando en conjunto el pliego que llevarían con ellos al reino de Wosun, el secretario se había encargado de leerlo en voz alta a todos los ministros y luego el rey volvió a releerlo, seguido de eso, él pidió que trajeran la cera y el sello real.

Eran las escrituras de esas tierras que había prometido al reino de Wosun si aceptaban la propuesta de matrimonio. Había pasado mes y medio desde que los preparativos de la boda se habían puesto en marcha, y como era de esperarse, fue el reino de Wosun quien tuvo que encargarse de todo, ya que el reino de Daeng no se encontraba en capacidad de sustentar una boda, y fue cuestión de tiempo para que la fecha indicada para la boda llegara y entonces el rey tuvo que prepararse para el matrimonio.

Una vez puesto el sello en el pergamino, la entrega de dichas tierras estaba más que hecha, el rey no intentó pensar demasiado en ello, porque entregar sus tierras aún no le convencía, pero nuevamente recordaba que no era momento de ser orgulloso cuando la gente estaba muriendo allá afuera, así que guardó muy enrolló muy bien el pergamino y lo dio al secretario real, a quién le encargó que lo cuidara muy bien.

Iban a partir al día siguiente al reino de Wosun, así que todo el palacio estaba en un revuelo mientras empacaban las cosas que los reyes y el príncipe necesitarían en su viaje, además de los caballos y el carruaje.

—Aún me siento mal por no decirle —el rey estaba paseando junto a la reina por los jardines, dentro de un par de horas se pondrían en marcha y no tendrían mucho tiempo para hablar.

—También yo, el príncipe no es ningún tonto y sabe que algo está pasando, me imagino que no debe ser agradable vivir con la incertidumbre —entonces ambos suspiraron, no era grato mentirle así a su único hijo, pero conociendo a HoSeok y su temperamento, seguramente hubiera destruido el palacio con tal de no casarse con el príncipe heredero de Wosun.

—Se lo diré una vez lleguemos, estando allá, será tarde para él negarse o escapar.

Esa tarde las puertas del palacio cerraron más temprano y también se apagaron las lámparas, debido a que la familia real debía emprender viaje desde muy temprano era mejor tener un buen descanso, pero eso no pasó para el príncipe, quien solo daba giros sobre su cama sin poder conciliar el sueño, estaba ciertamente asustado, no iba a mentir, ese viaje repentino no le daba buena espina y no creía que algo bueno fuera a salir de allí.

A la mañana siguiente sus criadas entraron muy temprano a sus aposentos para despertarlo, el príncipe sin duda estaba de mal humor, empezando porque no había podido dormir bien y en segunda porque aún estaba prevenido de todos y de todo. Cómo pudieron alistaron al príncipe y también cargaron sus cosas hasta el carruaje, una vez allí, tanto los reyes como el príncipe se miraron al rostro antes de subirse al carruaje, ninguno de los tres tenía seguridad de cómo saldría todo aquellos, solo vivían a la incertidumbre.

Mientras en el reino de Wosun todo se estaba formando, HyungWon veía desde sus aposentos como los criados corrían de un lado a otro con adornos, había lámparas de papel decorando todo el palacio, flores y demás, se veía hermoso, no iba a mentir, pero él no podía sentirse alegre al ver todo eso, en cambio, durante todas esas semanas no había hecho otra cosa que resguardarse en sus aposentos, sus criadas le decían que no era bueno para su salud estar tanto tiempo dentro, pero él no les obedecía, se sentía bastante desdichado.

Había escuchado que el príncipe de Daeng llegaría en unos días al reino y entonces no habría escapatoria, tendría que casarse. Sentía un nudo constante en el estómago, apenas y si podía comer, no sabría cómo podría manejar todo eso, ni siquiera tenía alguien en quién apoyarse aparte de su madre, aunque ella también estaba realmente alterada con todo el asunto y no parecía poder darle mucha estabilidad a él cuando ella misma no la tenía.

Nadie parecía estar relajado, en realidad, incluso el rey parecía un poco tenso con todo eso, pero la segunda esposa parecía la excepción, dormía todo el día como un bebé y se la pasaba paseando por los jardines del palacio cantando alegre, ni siquiera su hijo parecía tener esa calma, porque estaba un poco ansioso con todo eso, no podía dejar de sentir culpa por el príncipe HyungWon, él no tenía nada que ver en esa propuesta de matrimonio y aun así encontraron la forma de involucrarlo, y de la peor manera.

Fueron tres días exactos de espera cuando entonces en el reino apareció un gran carruaje, se veía tan fino que la gente no dudo en acercarse a ver a la familia de nobles que andaban allí, pero entonces el escudo del reino se levantaba en alto en ese carruaje y la gente supo que no era cualquier familia noble, era una familia real. Dentro iban los reyes junto al príncipe, quien estaba más a enojado por el largo viaje, sin embargo se sintió curioso al escuchar la algarabía de personas allí afuera, así que corrió la cortina que cubría la ventana del carruaje y dio un leve vistazo, se encontró entonces con calles bastante bellas del pueblo, las casa eran altas con techos de teja y la gente que lo vio asomarse lo saludó gratamente, dando una reverencia, era un lugar en el que nunca había estado, ni siquiera el reino de Daeng tenía tan buena infraestructura como ese reino, así que se sintió más que intrigado.

—¿Dónde estamos? —contrario a sentirse sorprendido, se sintió realmente molesto, porque no le gustaba estar en un lugar que no conocía sin saber cuál era el propósito de estar allí. Miró entonces a sus padres, a los reyes, quienes desviaron su mirada ante su pregunta. —¿Dónde estamos? —preguntó de nuevo, esta vez más molesto.

—En Wosun —entonces respondió finalmente la reina, con voz dura y autoritaria. De nada servía seguirlo ocultando, si de por sí faltaban pocos metros para llegar al palacio y entonces allí no podrían seguirlo ocultando.

No había que ser un genio para entender qué estaba pasando allí, al escuchar el nombre del reino, su razón rápidamente conectó hilos y entonces miró incrédulo a sus padres. Ninguno de ellos había dicho nada después de eso, seguían en silencio como lo habían hecho durante todo el viaje.

—¿Por qué estamos aquí? No tenemos que hacer nada aquí.

—Claro que tenemos, hemos hecho un trato con el reino de Wosun, debemos cumplirlo.

—¿Cumplirlo dices? ¿A qué te refieres? —miró fijamente al rey, que también lo miraba directamente sin siquiera parpadear, estaba demostrando su autoridad, porque sinceramente estaba cansado de la rebeldía del príncipe, que siempre hiciera lo que se le viniera en gana y no hubiera consecuencias. El príncipe ya tenía diecinueve años, no era un niño, era un hombre, y debía aprender que en ocasiones tenía hacer lo que le tocara y no lo que quisiera.

—El príncipe de Wosun está esperando por ti en el altar.

Entonces el príncipe se sintió como un verdadero tonto, porque debió suponerlo, la gente se estaba portando tan extraña a su alrededor y toda esa aura misteriosa debió decirle algo. Sus puños se apretaron, queriendo realmente golpear al hombre que tenía enfrente, porque sin miramientos lo había regalado como una vaca al reino de Wosun, ni siquiera había tomado en cuenta su opinión, solo lo casó y tenía el descaro de sentarse allí como si nada.

El rey entonces vio la expresión colérica del príncipe, iba a empezar un escándalo pronto, pero él no necesitaba de eso ahora, así que rápidamente lo frenó diciendo —: Y más te vale ser respetuoso con el príncipe, con el rey y la reina, porque ellos están ayudando a nuestro reino, están ayudando al pueblo que muere de hambre, así que deberías mostrar un poco de respeto.

—Son unos monstros, los detesto ¿Cómo pueden hacerme esto? ¡Yo soy su hijo!

Entonces el rey pareció no querer tolerar eso más, porque había pedido que el carruaje se detuviera, y entonces cuando el viaje se hubo detenido, él se encargó de darle un gran golpe en la mejilla al príncipe.

—Un hijo que no ha hecho nada más que burlarse de nosotros, evadir sus responsabilidades y cometer estupideces, estamos cansados, HoSeok, no más ¿Crees que al reino le sirve un príncipe caprichoso y mal agradecido? Estoy casi seguro que los pueblerinos no dudarían en venderte con tal de comer un pedazo de pan.

Entonces todo se tornó en silencio, mientras el príncipe sostenía entre su mano su mejilla golpeada la reina miraba todo en silencio, pensó que el rey estaba siendo un poco duro ahora, si bien era cierto que el príncipe necesitaba una dosis de disciplina creía que era un poco excesivo tener que tratarlo de esa manera, así que simplemente suspiró y pidió nuevamente que el carruaje se pusiera en marcha.

El viaje hasta el palacio fue de nuevo muy silencioso, solo el galope de los caballos por el camino rocoso se escuchaba y sus relinchos, así hasta que llegaron al palacio y entonces tuvieron una gran bienvenida, varios criados y criadas les ayudaron a bajar del carruaje y llevaron sus maletas hasta las habitaciones asignadas.

—Este palacio es muy hermoso —la reina entonces estaba sorprendida con todo eso, porque era un palacio ciertamente más grande que el suyo, la habitación que le habían asignado a ella y al rey era dos veces más grande que la suya propia, además de que veía decoraciones de oro y gemas preciosas por todos lados.

—Sí todo sale bien, podremos visitar este palacio más seguido —el rey hablaba mientras estaba sentado en el filo de la cama y miraba asombrado todo eso también. —Espero HoSeok no lo arruine.

Al príncipe le habían dado una habitación diferente, igual de grande que la de los reyes, pero nada de eso lo tenía impresionado, en realidad estaba bastante ansioso porque ahora sí que tenía las manos atadas, no podía si quiera pensar en la idea de escapar porque el lugar estaba lleno de guardias, y además de eso, no conocía para nada las tierras de Wosun y sería un suicidio aventurarse en ellas por impulso.

Y aun ignorando todo eso, no tenía dónde esconderse, no era amigo de nadie porque bien decía él que no se debía confiar en las personas, si iba a su reino de nuevo, estaba seguro que su padre lo encontraría y lo mandaría a degollar. Se sentó en el filo de su cama mientras tomaba su cabeza entre sus manos, no le quedaba otra opción más que aceptar ese matrimonio, ser el cordero del reino de Daeng que se sacrificaría por todo.

La ceremonia se celebraría en tres días, y el palacio se había encargado de esparcir la noticia por todo el reino, había faroles y flores decorando todo el reino, sin embargo, nadie parecía estar realmente sorprendido por ello.

—El pueblo no debería hacerse ilusiones, aún el príncipe heredero no está casado, no pienso celebrar nada hasta que vea al príncipe casado —habló una mujer que pasaba por allí

—¿Hacerse ilusiones? No seas tonta, nadie se está haciendo ilusiones con ese matrimonio, ya verás que pronto habrá una desgracia aquí, será mejor que andemos preparados —le respondió la mujer que suba caminando a su lado, ambas con sus canastos llenos de víveres y carnes.

Miles y miles de cotilleos se escuchaban por todo el reino, quién fue testigo de la gran mayoría de estos era el príncipe ChangKyun, quien bajo una gran capa oscuro se escondía del resto de los habitantes del pueblo, se paseaba por las calles menos concurridas del pueblo mientras se escondía lo mejor que podía, sin embargo no era imposible poder escuchar a la gente y siendo sincero no creía muy bueno por parte del rey que rumoreen y hablen de la vida de sus monarcas como si se tratara de la noticia del día, era tan descortés en tantos sentidos.

—Príncipe —una voz se escuchó a sus espaldas, haciendo que el menor se exaltara y girara rápidamente, pero al ver la persona dueña de aquella voz su semblante se relajó y se permitió acercarse.

El otro hombre a sus espaldas recibió dichoso el acercamiento del príncipe y seguido de eso el beso que este le dio, fue un beso corto y algo inocente, pero ninguno se quejó, en realidad, no era buena idea llamar mucho la atención en la calle o la identidad del príncipe podría ser descubierta.

—Fue tan difícil salir del palacio, mi madre está algo alterada con la llegada del príncipe de Daeng y me tiene vigilado todo el tiempo.

—Lo sé, no es la única, las familias nobles están bastante expectantes a lo que pueda pasar —el hombre pasó su mano por la mejilla del contrario, acariciando esta. —Me alegra que hayas podido venir.

Ambos se sonrieron entonces, tomándose seguidamente de las manos y caminando de nuevo por las calles vacías del pueblo, dando un paseo por todo el lugar.

El día del matrimonio estaba cada vez más cerca, y todos se veían afectados por ello, incluyendo eso claramente a HyungWon, quien era un directo involucrado. No habían tenido mucho tiempo de confeccionarle un traje muy extravagante debido a la prisa del matrimonio, sin embargo el que lograron confeccionarle era bastante bonito, era de un rojo vinotinto y se veía de una tela bastante buena, esa clase de vestido emocionaría a cualquiera, menos al príncipe, que aún seguía sumergido en su ansiedad.

—Creo que necesito un poco de aire —mencionó él, las criadas que estaban a su lado lo miraron, porque ellas le estaban ayudando a probarse su traje de boda y de repente el príncipe pareció ponerse muy mal, se veía pálido y sus labios estaban muy resecos, entonces las mujeres asintieron rápidamente, ayudándolo a salir de ese traje y colocándole uno de sus trajes comunes.

—¿Quiere que lo acompañemos, majestad?

—No, no, solo... Quiero estar solo, voy a estar cerca del estanque.

Dicho eso el príncipe tomó sus faldas entre sus manos y salió de sus aposentos rápidamente, el malestar en ocasiones era simplemente incontrolable, por más que intentara asimilar las cosas no podía hacerlo, porque simplemente nunca imaginó estar en esa posición, se suponía que él era un heredero directo a la corona, que él debía escoger con quién se casaba y con quién no, no debían escogerlo a él, nada de eso era justo.

Una vez llegó hasta el estanque se quedó un rato allí, mirando en silencio las plantas y las piedras debajo del agua cristalina, cuando sentía que no podía más siempre le ayudaba concentrarse en eso, en escuchar el viento golpear las hojas de los árboles y en observar a las plantas moverse tan tranquilamente en aquella agua.

Por su lado, el príncipe HoSeok también había salido a tomar un paseo, bueno, en realidad, solo estaba caminando furioso por todo el lugar mientras uno de los criados que habían traído consigo desde el reino lo seguía, no podía andar sin vigilancia, su padre aún no confiaba del todo en él, así que lo mantenía vigilado y eso también lo tenía tenso. Tenían el descaro de pedirle que se midiera su traje de boda, eso lo enfureció, porque todo eso era una real estupidez, su padre podía obligarlo a casarse hasta con el mismo demonio, pero jamás podría obligarlo a querer ese matrimonio.

No iba a fingir ser bueno solo porque ese reino estaba ayudando al suyo, tal vez su padre podría creer que les debía mucho, pero él no les debía nada, estaba realmente cansado de todo eso, de que le dijeran de que le debía algo al reino cuando él no sentía que le estuvieran haciendo un favor, bien lo había dicho su padre, el reino no lo veía a él como su próximo rey, lo odiaban y casi podía decir que el sentimiento era mutuo.

Estaba paseando cerca de lo que parecía ser un estanque, tenía un puente pequeño de madera que lo atravesaba y un par de árboles alrededor, él estaba acostumbrado a visitar el río que cruzaba su reino cuando estaba de mal humor, el sonido del agua corriendo lo tranquilizaba y lanzar piedras por el agua era su manera de canalizar su estrés, pensó entonces que no pasaría nada si hacía lo mismo aquí, así que empezó a buscar piedras pequeñas por el suelo, al menos hasta que su mirada se encontró a lo lejos con una silueta cerca del puente también.

Lo detalló mejor entonces, se trataba de un hombre, un hombre alto según lo que podía ver, su cabello estaba recogido en un moño alto lo que le daba a saber que era probablemente de la nobleza, además de que lo acompañaba un rostro delgado y fino, con piel blanca inmaculada y, debido a que estaba de perfil, podía ver su nariz alta y respingada, podría ser perfectamente un príncipe, sin embargo estaba vistiendo un hanbok demasiado sencillo para un príncipe, entonces tal vez solo se trataría del hijo de un noble.

—Majestad, le ruego no se aleje tanto —el criado que iba en su compañía lo alcanzó unos segundos después de que lo vio correr hacia el estanque, pero su presencia había alterado al hombre que estaba en el estanque, porque entonces se había girado a mirarlos.

Tal y como lo había pensado, su rostro también estaba acompañado de facciones hermosas, tenía ojos grandes y redondos con una capa de pestañas espesa y gachas, además de tener unos labios regordetes, sobre todo el de arriba, lo cual era algo bastante característico en su rostro, cuando lo mirabas, era lo primero en lo que te fijabas.

—Yo... Yo quería lanzar piedras al estanque —murmuró sin quitar la mirada del hombre al otro lado del puente, ambos se miraron por un largo rato, hasta que el contrario pareció romper el contacto, lo vio parpadear un par de veces antes de dar unos pasos hacia atrás e irse de allí sin decir más.

—Permítame buscarlas —su criado empezó a hacer lo que él estuvo haciendo hace un rato, empezó a buscar en el suelo piedras pequeñas y recogió las que se veían más limpias.

El príncipe, en cambio, no parecía interesado en eso más, su mirada se había quedado en el hombre que se había ido de allí, podía aún verlo desde lejos, no podía negar que había quedado ciertamente prendado de aquel rostro tan bello, nunca había visto uno así, había visto a las mujeres y a los donceles más bellos de su reino, pero ninguno de ellos se asemejaba a la belleza que se cargaba el noble que había visto recién.

—¿Serán estás suficientes, majestad? —preguntó su criado una vez recogió varias en su mano, extendiéndolas hacia él.

Cuando perdió de vista al extraño hombre entonces se dignó a mirar a su criado, quien tenía la mano extendida, así que solo las tomó y se dirigió al estanque, lanzando estás una por una. Estaba curioso, no iba a negarlo, ese hombre se veía fuera de lo normal, cómo había mencionado antes, había visto y estado antes con donceles muy hermosos, pero ninguno de ellos se le asemejaba a la belleza de ese hombre. Hubiera querido detallarlo mejor, pero él había corrido lejos apenas los vio cerca, y no era tan extraño como para ir detrás de él, así que todo eso lo dejó para sí mismo, ni siquiera se molestó en preguntarle a su criado si conocía al noble que había salido corriendo de allí, probablemente no lo sabría, así que mejor se ahorraba molestias.

Con el pasar de los días, el reino finalmente pudo escuchar el día en el que se celebraría la boda, aunque aún algunos se mantenían escépticos al respecto, muchas personas del pueblo estaban sorprendidas de que llegara el día de la boda, es decir, no estaban hablando de cualquier matrimonio, estaban hablando del príncipe HyungWon, el príncipe maldito de belleza encantadora que estaba condenado a vivir solo por toda su vida.

—Siempre dicen que el tercer matrimonio es el bueno, los hombres siempre son felices con sus terceras esposas —nuevamente los rumores estaban siendo esparcidos por el pueblo, y que más podía esperarse, si el príncipe HyungWon era la comidilla de todos ellos.

—No estamos hablando de un hombre que se haya casado tres veces, esto no es lo mismo, estamos hablando de un hombre que mata a sus prometidos antes de siquiera desposarlos —habló un hombre. El tema con los hombres era realmente extraño, porque la mitad de ellos pensaban que el príncipe era una paria que no debía pertenecer a la familia real, pero la otra mitad no podía dejar de negar que la belleza del príncipe dejaba hechizado a cualquiera, que era sencillo ver que quien o lo que lo hubiera maldecido, lo hizo por pura envidia. —Seguramente ese prometido suyo va a morir hoy.

Y en el palacio concurría algo parecido, porque los criados estaban yendo de un lado a otro, pero aun así parecían tener tiempo de detenerse y hablar a escondidas de todos.

—Hoy fui la encargada de llevarle su té en la mañana, ese príncipe estaba tan saludable como una verdura —mencionó una de las criadas que se encontraban en la parte trasera de la cocina, en la cual había un gran revuelo, porque se estaba preparando un gran banquete por el matrimonio.

—¿Creen que la maldición del príncipe haya terminado? —cuestionó otra.

—¿Las maldiciones acaso tienen caducidad? No seas estúpida, algo malo va a suceder hoy, y les aseguro que será mejor que todas estemos listas para cualquier cosa que pueda pasar —mencionó otra más, y así continuaron murmurando entre ellas, bueno, al menos hasta que fueron interrumpidas.

—¿Se puede saber qué es lo que están haciendo? —un hombre había llegado a sus espaldas, haciendo que las tres mujeres se exaltaran.

—Estamos... estamos...

—Perdiendo el tiempo —completó él. —No sé si lo recuerdan, pero hoy estamos celebrando un matrimonio, lo único que hay en este palacio son ocupaciones, así que no quiero verlas murmurando en las esquinas como pequeñas ratas, quiero verlas trabajando.

Las mujeres rápidamente agacharon su cabeza y dieron una corta reverencia, respondiendo todas tres en unísono un —: Sí, general Son.

El general entonces vio como las tres mujeres salían en fila, entrando de nuevo a la cocina donde el vapor se veía a lo lejos y se podía olfatear a la sazonada comida. Hecho eso, el general salió de allí camino a los aposentos de uno de los prometidos, los del príncipe HyungWon, para ser específico, a quien no se le había visto en todo el día.

—Dígale que ya es hora de salir, el maestro de ceremonia los está esperando en el salón —dijo a una de las criadas del príncipe, quien rápidamente asintió y corrió hacia adentro.

El príncipe estaba sin duda ansioso, sus manos se apretaban constantemente sobre el hanbok que estaba utilizando ese día, su cabeza estaba cubierta por su sombrero ceremonial, las criadas intentaban subir los ánimos diciendo que se veía realmente bello, que no cualquier príncipe sabía llevar con tanta elegancia ese traje. Pero nada de eso estaba funcionando, sentía un dolor en el pecho fuerte, creía que podría morir en cualquier momento.

—Majestad —entonces otra de ellas había entrado a su habitación, no sin dar una reverencia antes. —Ya es hora de partir, el maestro de ceremonias nos está esperando, señor.

Ya no había vuelta atrás. No hubo de otra que salir de allí, no podría esconderse en sus aposentos por siempre, sabía que eso solo causaría más problemas, así que solo salió de allí en silencio, con la cabeza gacha mientras una hilera de criadas lo seguían también, a la entrada de sus aposentos, pudo ver al general Son, quien mantenía su usual uniforme oscuro y su gat, que lo protegía del sol.

El príncipe recibió entonces una mirada por parte del general que no supo descifrar, porque él se había quedado más del tiempo permitido con la mirada sostenida, observaba su rostro, luego su vestimenta y nuevamente su rostro, todo con ojos bailarines y pupilas dilatadas.

—¿Sucede algo, general Son? —se atrevió a preguntar.

—Es hora de partir, príncipe —le dijo, viendo como él rápidamente se había compuesto, con la cabeza gacha y sin mirarlo a la cara, hablando con voz fuerte y clara. —Lo escoltaré hasta el salón.

HyungWon estuvo de acuerdo, él confiaba en el general Son, era una persona que lo trataba con respeto porque realmente creía que él lo merecía, no lo hacía por miedo a que le bajaran la cabeza por ser irrespetuoso con alguien de la realeza, porque él sabía que muchos criados pensaban así, no sentían ninguna clase de respeto por él, sin embargo fingían tenerlo, porque no querían perder la vida a causa del príncipe maldecido.

Fue escoltado por el general y sus criadas hasta que llegaron al salón de ceremonias, allí adentro solo estarían el maestro de ceremonias, su prometido y los dos reyes, eran pocas personas, pero aun así estaba asustado, estaba más que aterrado, quería salir corriendo lejos de allí y nunca volver.

Avanzó entonces hasta las puertas del gran salón, donde dos guardias se encargaron de anunciarlo y entonces le abrieron la puerta, quedando él a la vista de todos los presentes en la sala, podía sentir la mirada de los presentes a medida que caminaba hasta donde se encontraba su futuro esposo, se suponía que su padre debería acompañarlo al entrar, pero él no había querido hacerlo, así que estaba entrando como un tonto a aquel salón solo. Fue entonces cuando se detuvo frente a la mesa donde estaba su prometido y el maestro de ceremonias, dio una gran inclinación y tomó su debida posición.

Entonces se atrevió a levantar la mirada, a ver por fin el rostro de quién sería su marido, y fue tan sorprendente para él encontrar un rostro conocido, porque allí estaba el hombre que había visto cerca al estanque, él lo miraba sin vergüenza alguna al rostro, lo miraba anonadado y a la vez parecía algo... decepcionado.

Porque por la mente del príncipe HoSeok pasaban mil y un pensamientos por segundo, en primer lugar, estaba el que había sido vilmente engañado por su padre, este no solo lo había engañado para casarlo, si no también lo había engañado para casarlo con el príncipe HyungWon, ese maldito príncipe que era el hazmerreír de toda la nación. Y en segundo lugar no podía creer que haya sido tan tonto como para no reconocerlo en aquel estanque, debió suponerlo, bien decían que la maldición del príncipe se debía a la gran belleza que portaba, y cuando lo vio allí en ese estanque, tan etéreo como solo un ángel podría verse, cayó tan redondo como todos esos hombres que habían caído en las garras de la maldición del príncipe de Wosun.

No creía que pudiera salir nada bueno de eso.

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Dios, encontrar información para ambientarme es difícil, espero no estar muy errada y que sea mínimamente cercano a como era en aquellos tiempos.

Ya estamos en boda, amigas, traigan arroz para lanzarle a la feliz pareja.

¿Qué tal de la primera impresión de HoSeok con HyungWon? ¿Quedó flechado o creen que se preste para drama?

¿Por qué la gente del pueblo es tan chismosa?

¿Por qué el principe ChangKyun tiene un amante a escondidas?

¿Qué hay de este general coquetón?

Nos vemos en el próximo capítulo, cuídense, les mando besitos.

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