Capítulo 9

Las semanas posteriores a la reunión que habían mantenido con el consejo transcurrieron con completa tranquilidad y rapidez, si bien el rumor que narraba el cómo la Princesa Genoveva había entregado su pureza a un hombre a pocos días de conocerlo y sin matrimonio de por medio se había llegado a escuchar algunas veces en el castillo; tal parecía que no había abandonado los muros de palacio, además de ser considerado una tontería por la mayoría que lo escuchó; es decir, ¿Cómo la Reina estaría tan tranquila de ser verdad aquello?, sin mencionar que aquellos chismes se habían opacado por la supuesta intensa historia de amor entre los futuros marido y mujer.

Algunos se detenían a observar detenidamente a la Reina Vivianna, esperando notar algo en ella que delatara que no era tan fría e inexpresiva como siempre habían creído, algo que indicara que realmente estaba enamorada del futuro Rey de Mystbelle.

Ella había empezado a pasar más tiempo con su prometido, compartiendo actividades teniendo testigos; en un inicio para aparentar ser los enamorados que todos creían que eran, pero con el paso de los días se habían vuelto buenos amigos y disfrutaban de la compañía del otro.

En ese momento se encontraban sentados frente al piano, ella tocaba alguna melodía clásica mientras él la escuchaba atentamente, de pronto llevó una de sus manos hasta una de las teclas, presionándola con uno de sus dedos haciendo que la interpretación musical fuese arruinada.

—¿Qué haces? — Rió ella, Anders presionó teclas al azar fingiendo que no sabía tocar aquel instrumento — Basta, te creerán un loco — Le advirtió ella, sonriéndole.

—Pienso que quizá me agradezcan secretamente por haber detenido tu lamentable interpretación — Bromeó el Príncipe, la Reina por su parte separó sus labios sorprendida ante aquel comentario.

—¿Acaso ya se ha olvidado de su caballerosidad, Príncipe Anders? — Cuestionó con un toque de diversión en su voz.

—Eso nunca, tan sólo... — Habló conservando su amplia sonrisa.

—Tan sólo disfrutas molestarme. — Lo interrumpió. — Me ha quedado bastante claro estos días, —Hizo aquella observación.

—En eso se equivoca usted, Majestad — Ambos se miraron a los ojos. La música se había detenido por completo y ninguno pronunció palabra alguna por algunos segundos que parecieron eternos para quienes estaban en la misma habitación que ellos —. Eres muy inteligente, sin embargo no has logrado deducir que lo que realmente disfruto es hacerte reír.

—No esperarás que crea eso — Comentó ella. — ¿Por qué disfrutarías de algo así? — Le preguntó.

—No la he escuchado reír antes, me hace pensar que pocos han logrado robarle alguna risa y por lo tanto me siento afortunado, creo que es una señal de que confías aunque sea un poco más en mí y te sientes cómoda. — Le contestó el.

Vivianna desvió la mirada, pero aun así Anders pudo notar que ella sonreía mientras volvía a presionar algunas teclas del piano.

—No te mentiré, en ocasiones me sorprende lo increíblemente cursi que puedes llegar a ser, Anders — Mencionó ella. — Me haces sentir como si estuviésemos dentro de una nóvela romántica; aun intento decidirme si eso me gusta o me preocupa. — El Príncipe permaneció perplejo.

—¿Por qué le preocuparía eso? — Se atrevió a preguntarle. — ¿Por qué no sería algo bueno sentirse parte de una bella, apasionada e increíble historia de amor?, ¿Acaso no te sientes digna de vivir algo así? porque de ser ese el caso me veré en la tarea de hacerte notar que es lo mínimo que una persona tan maravillosa como tú se merece.

—No me conoces, Anders — Habló ella. — Hemos estado conviviendo mucho desde que llegaste y sí, nos hemos estado conociendo un poco, pero se necesita de mucho más tiempo para conocer completamente a una persona, incluso puede que jamás logremos conocernos del todo el uno al otro. — Hubo una pequeña pausa, Vivianna suspiró antes de reanudar su discurso — Es lindo escucharte decir todas esas cosas, me ayudan a convencerme de haber tomado la decisión correcta al elegirte como mi esposo; suelo tener dudas al respecto en ocasiones, pero también se sienten ensayadas y por lo tanto irreales, en caso de que sea así, debo decirte que no es necesario que lo hagas, tienes mi mano en matrimonio asegurada.

—Antes de venir, cuando intercambiábamos correspondencia sí pase largas horas en la biblioteca, hojeando cada novela romántica que encontraba en los estantes para así elegir las frases y palabras indicadas para cada ocasión y puede que poco antes de embarcarme desde Fredeborg hacia Mystbelle hubiera practicado algunos cuantos versos, pero jamás fue con intenciones de mentirte o hacerte creer algo que no es verdad — Confesó. — Mis intenciones siempre han sido las mejores, pero debo ser honesto y decirte que me aterraba cortejarte y no debido a los ridículos rumores que he escuchado.

—¿Por qué entonces? — Cuestionó la mujer.

—Temía quedar en ridículo, decir algo que te resultara patético — Vivianna quedó sorprendida de escuchar aquello. — Deseo ser un hombre del cual te sientas orgullosa de llamar tu esposo, así como también hacer de nuestro matrimonio algo real o por lo menos agradable para ambos, no soy ningún tonto Vivianna, sé que no deseabas casarte conmigo en un inicio, yo tampoco estaba muy feliz con la idea de comprometerme, dejar de lado planes y sueños por un matrimonio con una mujer a la cual no conocía.

—Lamento que hayas tenido que renunciar a tus sueños por mí. — Se disculpó como si ella fuese la única culpable de aquello.

—Ambos renunciamos a muchas cosas, creo yo — Comentó Anders. — Sin embargo, no me arrepiento y pienso que no he renunciado a soñar, simplemente iré en busca de sueños y planes nuevos que aunque nunca antes consideré, ahora son lo que más deseo.

—Jamás pensé que alguien me haría esa clase de comentarios; no de forma sincera por lo menos — Le sonrió con dulzura. — Tal parece que aparento tan bien el no tener sentimientos y todos dan por hecho que no vale la pena hacerlo; quienes lo han hecho se han enfocado simplemente en mi belleza, sé que no saben nada de mí, pero ni siquiera parecían intentarlo.

—Sólo quiero aclarar que sé que no hay necesidad de fingir contigo, es una de las razones por las cuales disfruto pasar tiempo contigo, no es común encontrar a alguien con quien se pueda ser uno mismo — Dijo el pelirrojo. — por lo menos no en nuestro círculo social o quizá yo no había tenido tanta suerte hasta ahora.

—Es bastante inusual, tampoco había tenido el placer de conocer a alguien con quien fuese tan agradable charlar o simplemente no hacer nada — Estuvo de acuerdo con su prometido.

—¿Ni siquiera Dorian? — El sonido de una tecla del piano siendo presionada con brusquedad lo preocupó, temiendo haber tocado un tema sensible para ella; a pesar de no recordarla verla afectada al hablar sobre su primer esposo, un temor de haberla herido de alguna manera lo invadió. — No tienes que responder si no quieres — Se apresuró a decir como última alternativa para solucionar el posible problema que había causado.

—Él era una buena persona, buen Rey, amado por todos lo que lo conocían — Empezó a mencionar como si estuviese narrando una lista previamente realizada y aprendida. — creo que lo llegué a considerar un amigo, pero no convivíamos demasiado y después de su muerte me di cuenta de que a penas y le conocía, pienso que él tampoco llegó a saber mucho sobre mí, no fue horrible ser su esposa, simplemente... jamás me llegué a sentir tan cómoda ni le tuve la suficiente confianza para dejar de aparentar ser alguien que no soy frente a él.

—¿Jamás fueron un equipo del todo? — Ella soltó una pequeña carcajada.

—Nunca le di la oportunidad de ser mi cómplice, por así decirlo — Contestó. — Siempre me dije que ya habría tiempo para conocernos después, pero el tiempo se agotó inesperadamente, cometí muchos errores con él y no quería repetir lo mismo contigo — Admitió.

—La historia no tiene por qué repetirse, Vivianna — Tomó una de las manos de la mujer, la Reina bajo la mirada; atenta a la acción del Príncipe. — además, no te desharás de mi tan fácilmente, cariño. —Depositó un beso en la mejilla de su prometida, consiguiendo que ella se ruborizara. 

— ¿No hay correspondencia para mí? — Cuestionó la Princesa al ver pasar al mensajero real, el hombre le dio una respuesta negativa. — Gracias, tenga un día agradable — Comentó apenas logrando conservarse serena y no demostrar lo desilusionada que se hallaba en ese momento.

—Alteza, no es correcto tener esa clase de reacciones en medio de un evento social — Recibió una reprimenda por parte de la Señorita Manières; la institutriz que su hermana había contratado poco después de "el incidente"¸ como Vivianna solía referirse a lo ocurrido con el Príncipe Thomas —. No entiendo cuántas veces tendré que repetírselo, Princesa Genoveva, usted se encuentra en edad casadera, debería tomarse enserio lo que le enseño, de otra manera difícilmente se convertirá en una buena esposa de la cual un hombre se sienta orgullosa. — La rubia se contuvo de rodar los ojos y arremedar a aquella mujer, desde que ella había aparecido casi no había dispuesto de tiempo libre.

La señorita Manières era una mujer de aproximadamente 40 años, de estatura mediana y cabello rubio cenizo; el cual ya había sido invadido por algunas canas grisáceas, su semblante era severo y sus cejas pobladas no hacían más que reafirmar eso último.

Genoveva desconocía de dónde había obtenido su hermana referencias de aquella institutriz, pero maldecía a quien quiera que le hubiese sugerido a la Reina contratar a la Señorita Manières, sin embargo tenía las manos atadas no teniendo más opción que comportarse; Vivianna había sido muy clara al respecto.

—Tú eliges, puedes comportarte y obedecer a la institutriz o me encargaré de inscribirte en un internado en el extranjero —Esa había sido la advertencia de su hermana, la Princesa estaba consciente de que esta vez las amenazas de Vivianna eran muy enserio y no se quedarían en simples palabras, su hermana mayor seguía molesta con ella y todo lo que sus acciones le provocaron.

Quizá detestaba el tener que soportar a aquella nueva institutriz, pero no podía ser peor que un internado; donde la mantendrían incomunicada del mundo exterior, vigilada en todo momento, en resumen, se trataba de un calabozo elegante al cual no deseaba ingresar por nada del mundo.

En cualquier otro momento hubiese estado segura de que su hermana no sería capaz de enviarla lejos de casa, siendo ella la única familia cercana que tenía, mas no estaba dispuesta a correr el riesgo, tomando en cuenta que recientemente su hermana parecía ser una persona distinta, ¿Desde cuándo se reía a carcajadas sin temer el perder la compostura?, ¿Por qué ahora intercambiaba miradas de complicidad con su prometido? Esa no era la Vivianna con la que había vivido toda su vida, no era la mujer que prácticamente la había criado, ¿O acaso ella solamente podría recibir rostros inexpresivos y miradas indiferentes de parte de ella?

Soltó un suspiro y bajo la mirada ligeramente.

— ¡Princesa Genoveva! — Exclamó la señorita Manières con furia. — Esa no es la postura digna de una dama, levante la mirada y no arquee la espalda, ¡Dios! ¿Acaso su antigua institutriz no le enseñó nada? — Preguntó la mujer cayendo en la desesperación.

—Pido disculpas, señorita Manières — Corrigió su postura inmediatamente, su mirada se desvió hacía un rincón de la habitación en dónde su nueva dama de compañía observaba; más que una dama de compañía parecía un guardia personal, simplemente estaba allí, pero no convivía con ella, apenas hablaba con ella; limitándose a lo estrictamente necesario, se había vuelto su sombra, la rubia estaba segura de que esas habían sido las órdenes de su hermana, probablemente temiendo que si se forjaba una relación de amistad entre ambas sucedería algo similar a cuando Solberg era su dama de compañía.

Su mente se trasladó a otro lado al recordar a su anterior dama de compañía, preguntándose si ella estaba molesta o le guardaba rencor, no había tenido oportunidad de acercarse a ella y charlar, quizá ofrecerle una disculpa por haberla involucrado.

—Alteza, debería prestar atención cuando alguien le habla — La voz de la mujer la sacó de sus pensamientos. — ¿Qué pensará su futuro marido cuándo usted no se interese en lo que él dice?, además, como miembro de la realeza deberá acudir a eventos sociales, si de alguna manera ofende a algún dignatario importante, a un Príncipe o peor aún; a un Rey, podrías provocar que le declaren la guerra a Mystbelle — Le advirtió.

— ¿No le parece eso un poco extremista? — Soltó una pequeña risa para aligerar el ambiente, más lo único que obtuvo fue un ceño fruncido por parte de su institutriz.

—Grandes guerras han surgido por menos que eso, no debe restarle importancia a los modales y etiqueta o podría pagar un alto costo, jamás lo olvide — La joven asintió con la cabeza, sin ánimos de recibir más sermones por el momento. —. Ahora, repasemos la última lección.

—Ninguna correspondencia proveniente de Südseen hasta ahora — Comentó la Reina. Horas habían pasado, encontrándose ahora tras una torre de documentos y cartas sobre su escritorio, echó hacía atrás la cabeza; recargándola en el respaldo de la silla.

—Eso es bueno, ¿No? — Comentó Anders un poco perplejo ante la manera en que su prometida dijo aquello, habían pasado casi dos semanas desde la última carta que el Príncipe Thomas le había enviado a la Princesa de Mystbelle, tampoco habían tenido noticias que involucraran al reino de Südseen.

—Demasiado para ser verdad — Respondió la mujer —. No estoy tranquila con la repentina falta de cartas por parte de ese hombre para mi hermana, si tan decidido estaba, ¿Por qué simplemente desaparecer de pronto?, antes de marcharse él me dio a entender que no renunciaría tan fácilmente a Genoveva, disculpa si esto simplemente me hace pensar que está planeando algo y eso no es bueno, no hay manera alguna en la cual eso podría ser algo bueno para nadie en este reino.

—Tú hermana estaría feliz — Dejo escapar aquella oración de su boca.

—Mi hermana no sabe que es lo que quiere y puedo asegurarte que una vez que ese hombre consiga lo que desea dejará de importarle Genoveva, incluso dudo que sea posible que a él le agrade mi hermana — No era que pensara que nadie sería capaz de interesarse por Genoveva ni de pensar que ella era agradable, pero estaba completamente convencida de que el Príncipe Thomas de Südseen no era una persona que cumpliera con ello —. Peor elección no pudo hacer Genoveva, de todos los hombres que asistieron al baile justo tuvo que poner sus ojos en Thomas de Südseen.

—Tampoco podemos negar que te ha puesto entre la espada y la pared tras el incidente — Temía mencionar lo ocurrido y revivir el rumor por accidente. —, te será difícil llevar el secreto a la tumba, si piensas comprometer a Genoveva con un hombre al que apruebes todo podría salir a la luz. — El estrés no hacía más que aumentar y una parte de ella quería responderle a Anders con un comentario lleno de ironía y sarcasmo, pero se contuvo de hacerlo, su prometido era una de las pocas personas que parecía estar de su lado y no podía darse el lujo de ponerlo en contra suya.

—He escuchado cosas que podrían ser de utilidad — El volumen de su voz se redujo y sus palabras pasaron a ser un murmullo —, consejos o pasos a seguir para mantener esa clase de secretos, si se hacen con discreción no tendríamos de qué preocuparnos y todo quedaría solucionado.

— No sé qué tengas en mente, pero ¿Crees que Genoveva accederá? — La Reina tomó un momento antes de dar respuesta a la pregunta.

— No haré nada inmediatamente, respetaré el periodo de tiempo acordado con el consejo y espero que llegado el momento Genoveva haya entrado en razón — Tenía que conseguir que su hermana se fijara en alguien más en pocos meses, el plazo de un año ya se había reducido, Genoveva no se había tomado el tiempo de considerar otros pretendientes, sabía que si ella elegía sin considerar la opinión de su hermana ella jamás se lo perdonaría, pero debían elegir a un hombre confiable, que de descubrir la verdad (Que esperaba que ese no fuese el caso) estuviese dispuesto a guardar el secreto y no utilizarlo en su contra para chantajearla.

— A veces detesto ser parte de la realeza — Aquella declaración pareció salirle del corazón, como si hubiese guardado aquellas palabras en el fondo de su ser por años y finalmente se sentía a salvo con alguien para compartirlo, siendo invadido por un gran alivio al decirlo en voz alta. —, no me mal entiendas, sé que tiene muchas ventajas y agradezco los privilegios que mi título me otorga.

— Lo entiendo, estamos en la misma situación — Habló ella. — y lamento informarte que eso no cambiará para bien después de la boda, ya te tienen en la mira y deberás cuidarte más de lo que ya lo haces.

—Lo sé, pero afortunadamente estaremos juntos, ¿No? — Vivianna alzó una de sus cejas. — Nos cuidaremos el uno al otro, pienso que ya somos todo un equipo o un par de cómplices.

— Lo haces sonar como si estuviésemos haciendo algo ilegal y no es así — Protestó ella. —, pero de cierta manera tienes razón y es lindo — Una dulce y discreta sonrisa acabó con la tensión del momento, convirtiendo aquello en algo agradable en cuestión de segundos — Hoy tendré la primer prueba del vestido. — Informó de pronto.

—Mentiría si te dijera que no estoy ansioso de verlo, no puedo esperar a verte entrar a la iglesia — Comentó Anders, el futuro Rey de Mystbelle rodeó el escritorio para acercarse a la silla dónde ella se encontraba.

Vivianna se puso alerta, su respiración se volvió pausada y sus ojos verdes miraban atentos cada movimiento del pelirrojo, el par de pupilas marrones parecieron recorrerla de arriba hacia abajo.

— No es correcto observar a alguien de esa manera — Titubeó un poco al decirlo —. Por cierto, mañana tendremos que elegir los platillos que se servirán en la fiesta, el sabor del pastel... — Sus nervios quedaron en evidencia conforme él acortaba la distancia entre ellos — enserio, más te vale que dejes de ver como si yo fuese el pastel. — Dejo de tartamudear, recuperando su aparentada seguridad —. Es raro. — Finalizó.

Anders tomó las manos de la Reina — ¿Qué hará su Majestad al respecto?, ¿Enviarme al calabozo? — Bromeó el hombre.

—Le advierto que provocarme no sería una decisión del todo inteligente, Alteza — Optó por seguirle el juego —. No sabe de lo que puedo ser capaz, tengo unos cuantos trucos bajo la manga y no querrá averiguar en qué consisten, querido — Él pareció sorprendido al ser llamado de aquella manera —. Ahora si me disculpas, tengo mucho trabajo que atender antes de ponerme un vestido de novia, así que a menos que desees ayudarme con esa pila de documentos, tendré que pedirte que te retires.

— ¿Deseosa de terminar con los deberes para poder usar un bello vestido? — Mencionó sugiriendo que ella estaba manteniendo algunos pensamientos ocultos.

—Genoveva estará allí y será tiempo en el cual podremos conversar y quizá logre algún avance con ella — Contestó rápidamente, para así invalidar cualquier conclusión a la que él hubiera llegado —, entonces ¿Qué decides?

—Quiero besarte. — Le dijo.

—Esa ni siquiera era una opción...— Los labios del hombre posándose sobre los suyos la interrumpieron abruptamente, sus ojos se abrieron a más no poder y se tensó; detestaba cuando él lograba provocar ese tipo de reacciones en ella.

Una de las manos del Príncipe se aferró al cabello de Vivianna, así profundizando el beso, la Reina cerró los ojos, relajándose poco a poco mientras llevaba sus manos a las mejillas de quien se convertiría en su marido dentro de poco, diciéndose a sí misma que no podía ser tan malo ceder ante sus sentimientos después en cuando. 

Südseen se sentía como un lugar monótono el cual ya había memorizado, nada allí había conseguido sorprenderlo desde hacía años, además de sentir que ya no podría llegar más lejos en su tierra natal.

No podía esperar el momento en que pudiese volver a salir de allí, esta vez para jamás volver.

No diría que sus hermanos fuesen desagradables, sin embargo le enfermaba ser reconocido como el hijo número 15 de sus padres; Reyes de Südseen o el hermano menor de algunos de sus hermanos que habían hecho historia, liderando batallas, ganando guerras enteras, muchos de sus hermanos compartían su sentir y habían optado por comprometerse en el extranjero, dónde no estarían a la sombra de nadie o por lo menos tendrían oportunidad de sobresalir, hacerse un nombre por ellos mismos y ser algo más que uno de los 25 milagros de unos Reyes que aparentemente habían tenido mucho tiempo libre.

Al momento de asistir a la fiesta de cumpleaños de la Princesa de Mystbelle había visto la oportunidad de obtener algo que sus hermanos no habían podido; la corona de aquel reino. Deseaba convertirse en Rey; sí, pero el haber crecido con tantos hermanos lo convirtieron en alguien competitivo y hambriento por vencer a sus parientes.

Todos los que lo habían intentado comentaron que era imposible que algún Príncipe de Südseen conseguir ser coronado Rey en Mystbelle, él no podía esperar a ver la cara de todos ellos cuando lo nombrasen: Rey Thomas de Mystbelle.

Genoveva lo ayudaría a lograr su cometido, incluso la engreída Vivianna sería una pieza importante de su plan, aun cuando ella no lo quisiera. Sonrió al pensar en la Princesita, seguramente estaba perdiendo la cabeza intentando pensar en que pudo haber hecho mal, ¿Qué cosa pudo haber provocado que él no hubiese respondido a su última carta aún? Y en cuanto él apareciera, la dulce Genoveva no dudaría en arrojarse directamente a sus brazos.

La pobre ingenua estaba dispuesta a todo por lo que ella creía era amor y él sería un tonto si dejaba pasar tal oportunidad.

Mientras tanto contaba los días faltantes para la boda de su Majestad, sería un placer mirar el rostro de la Reina Vivianna cuando lo viese volver a poner un pie sobre su adorado reino.

Si, en definitiva estaba impaciente. 

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