Capítulo 7

Vivianna sabía que controlar y detener un chisme era algo prácticamente imposible, que si se mostraba demasiado desesperada por parar aquellas habladurías podría confirmar que aquellas palabras eran ciertas; siendo que era exactamente lo contrario lo que deseaba hacer.

—    ¿Por qué siempre te las arreglas para causarme esta clase de problemas, Genoveva? — Pensó la Reina visiblemente estresada, ella capaz de notar que su prometido se había percatado de ello.  — Alteza, le pido que no me mire así, no me ayuda en lo absoluto.

—    ¿Mantendremos las formalidades aún ahora? — Cuestionó el Príncipe.

—    Por favor, Anders no es el momento. — Lo detuvo ella. —, tengo que solucionar lo que mi hermana ha provocado y tengo que pensar en algo rápido.

—    Ante todo hay que conservar la calma, hasta donde sabemos el rumor no ha salido de los muros de palacio. — Intentó tranquilizarla.

—    O quizá ya lo ha hecho mientras los dos estamos aquí perdiendo el tiempo. — El Príncipe empezaba a notar que su futura esposa caminaba en círculos por su oficina cuando estaba nerviosa o preocupada, debería detestar el que los problemas no parecían parar de aparecer desde su llegada a Mystbelle, pero agradecía el hecho de que todas esas problemáticas le ayudaban a conocer un poco más a la Reina. — No puedo creer que esto esté pasando justo ahora.

—    Tan sólo le pido que no juzgue tan duramente a la Princesa. — Ella lo miró con los ojos abiertos a más no poder como si estuviera reclamándole algo. — Estoy bastante seguro de que su hermana no tenía intenciones de provocarle un problema de tan grande magnitud.

—    No la conoce. — Suspiró. —, es una joven determinada, sin embargo demasiado ingenua y testaruda, se ha encaprichado con el Príncipe Thomas y ya ni siquiera soy capaz de saber que tan lejos estaría dispuesta a llegar para conseguir lo que desea. — Comentó. — además, usted fue testigo de la escena que decidió montar en el balcón, tal parece que poco le importaría esparcir un rumor  como ese.

—    ¿Y perjudicar su reputación de tal forma?, sin importar si se casa o no con el Príncipe Thomas el daño provocado por las habladurías sería irreversible. — Mencionó algo que en su opinión sería algo muy evidente y salvaría a la Princesa de la furia de su Majestad. —, la Princesa Genoveva podrá ser ingenua, pero no ignora el riesgo que enfrenta al exponerse de esa forma, no creo que ella haya iniciado el rumor y puede que incluso siga sin saber que su nombre esta de boca en boca.

—    ¡Esa sucia rata! — Exclamó la Reina de pronto apretando sus manos en dos puños, sorprendiendo al Príncipe y en otras circunstancias quizá se hubiese atrevido a reír al presenciar tal escena. — Seguramente el Príncipe de Südseen planeó todo esto, debí saber que no se iría de aquí sin asegurar su regreso.

—    ¿Y qué hará?, ¿Permitirá que su hermana se case con él?

—    Eso quizá lograría evitar un escándalo, pero es justo lo que ese hombre quiere. — Respondió ella.

—    ¿Tan poco le agrada el Príncipe de Südseen?

—    Podría asegurarle que no es una buena persona, es evidente que le interesa muy poco el bienestar de mi hermana y simplemente desea utilizarla. — Contestó ella. —, también ha dejado muy en claro que no está dispuesto a aceptar un no como respuesta y eso lo convierte en un riesgo para mi reino, mi hermana y mi propia persona.

—    Entiendo que como Reina no puede darse el lujo de arriesgarse de tal manera, pero...

—    Si piensa sugerirme que les otorgue mi bendición para su boda, no hay manera en la que usted ni nadie podría convencerme de ello. — Lo interrumpió. — conozco a los de su tipo, con una ambición tan grande que difícilmente podría satisfacer, nada jamás será suficiente para él. — Aseguró, después de unos segundos de silencio, soltó un suspiro antes de continuar hablando. — Estoy consciente de que mi hermana no es la única culpable, ella es joven y cree que se debe estar dispuesta a todo por amor, pero el mundo entero la culpará solamente a ella si se llega a saber lo que ocurrió.

—    Y por esa misma razón usted no debería hacerlo, aun podemos controlar la situación. — Ella lo miró con curiosidad, aguardando por cualquier sugerencia que el hombre tuviera. —, las personas se olvidan de un  chisme cuando uno más grande aparece.

—    ¿Su solución es esperar a que otro rumor aparezca y sea aún más escandaloso? — Cuestionó la Reina. — Le recuerdo que no tenemos tanto tiempo.

—    Realmente me refería a que nosotros podríamos iniciar uno. — Ella no parecía muy convencida. —, no tiene que ser algo malo, creo que lo que menos queremos es vernos perjudicados, pero si debe ser algo que sorprenda a todos.

—    Si algo he aprendido, Príncipe Anders, es que las personas poco se interesan por las buenas nuevas y que las desgracias ajenas suelen ser quienes captan la mayor atención, dudo mucho que su plan funciones. — Aseguró ella.

—    Podemos hacer el intento. — Ella respiró hondo antes de soltar el aire, aun creyendo que aquello poco lograría, sin embargo accedió puesto que era de suma importancia actuar cuanto antes.

La Princesa Genoveva caminaba por los jardines de palacio, sintiéndose decaída debido a la partida de su amado, lágrimas de enojo escapaban de sus ojos y su nariz; al igual que el resto de su rostro se encontraba enrojecido, sin embargo sus sentimientos no le impedían percatarse de las miradas que recibía por parte de algunos sirvientes que se cruzaban en su camino.

Se sentía observada y no en un buen sentido, en realidad le resultaba demasiado incomodo, sin embargo intentaba convencerse a sí misma que todo estaba en su cabeza y no estaba siendo el centro de las miradas de los presentes, simplemente era su paranoia haciéndole una mala jugada, pero el ver a su hermana acompañada de su prometido acercándose a ella le dio una mala corazonada, pensó en huir del lugar.

—    Caminemos hermana. — Dijo la Reina con aparente tranquilidad.

—    No deseo hacerlo, Majestad. — Pronunció con dificultad.

—    Pienso que si desea hacerlo, Alteza. — Insistió Vivianna. — Me gustaría que tuviéramos una conversación.

—    Yo pienso que ya hemos conversado lo suficiente. — Desvió la mirada. —, me tendrá que disculpar Majestad, pero tendré que rechazar...

—    Estoy segura de que esta conversación le interesa. — Dejo en claro que no estaba dispuesta a aceptar una negativa por parte de la menor. — Caminemos. — Resignada la Princesa se les unió. — Intenta no verte tan deprimida, es sólo empeora las cosas. — Comentó la Reina.

—    ¿Disculpa?, ¿Qué intente no...? — Empezó a creer que perdería la cordura al escuchar las palabras de su hermana mayor. — ¿Quién te crees que eres?, ¡Dios! — Abrió la boca en una expresión de incredulidad. — Eres una completa pesadilla. — Enfoco su mirada en el prometido de su hermana. — Déjame darte mi más grande pésame, enserio lamento que tendrás que pasar el resto de tu vida al lado de alguien tan horrible como ella.

—    Genoveva, por favor. — Murmuró la Reina. — No provoques otro escándalo.

—    ¿Sabes? Cuando Dorian falleció me entristecí y sentí mal por él, por ti, sin embargo ahora pienso que él fue afortunado de enfermar y morir, porque sin duda eso es mejor que vivir atado a ti. — Aunque las palabras de la Princesa de Mystbelle hirieron a Vivianna, ella se mantuvo inexpresiva y con la mirada en alto, mientras que Anders se aferró a la mano de su prometida para brindarle algún tipo de apoyo.

—    También estoy segura de que mi difunto esposo se encuentra ahora en un lugar mejor, le agradezco sus buenos deseos para con él. — Se limitó a decir la Reina. —, sin embargo el tema que nos es de interés ahora es otro muy diferente.

El Príncipe Anders optaba por mantenerse al margen mientras las hermanas discutían entre ellas. — ¿Qué ocurre? — Preguntó Genoveva empezando a preocuparse.

—    Caminemos. — Insistió Vivianna, aferrándose al plan de mantener la calma y no levantar sospechas. Los tres reanudaron su caminata pretendiendo que no había nada fuera de lo normal o por lo menos nada de lo que preocuparse. —, Genoveva te preguntaré algo y espero que sea capaz de responderme con la mayor sinceridad posible.

—    No entiendo... — Habló con nervios.

—    Hay un fuerte rumor sobre ti que ha empezado a correr por palacio. — Comentó la Reina. —, me veo en la penosa necesidad de preguntarte si tu iniciaste dicho rumor.

—    ¿De qué rumor estás hablando? — Empezaba a comprender el motivo de las miradas que había estado recibiendo hacía unos minutos. — No sé de qué me estás hablando, Vivianna se clara por favor y dime que está pasando.

—    Ha llegado a mis oídos el rumor de que compartiste el lecho con cierto hombre sin estar casada. — Comentó ella. — si bien ya me dejaste en claro que es cierto, pensé que tendrías la sensatez de mantenerlo lo más secreto posible.

—    Y-yo no he... ¿Acaso crees que soy tan idiota?

—    Antes de la fiesta hubiese respondido no a esa pregunta, pero ciertamente ya no sé qué tan lejos puedes llegar. — Dijo ella. — No sé si lo iniciaste de manera intencional o si alguno de tus desplantes provocó que eso se esparciera.

—    También tenemos la teoría de que fue el Príncipe de Südseen quien se aseguró de iniciar el rumor antes de marcharse. — Intervino Anders, la Princesa puso los ojos en blanco.

—    ¿Jamás te cansas, cierto? — Miró a su hermana. — Enserio que te has empeñado en hacer quedar mal a Thomas...

—    Hablo enserio, Genoveva. — Dijo la Reina. — Esto es grave, el Príncipe Anders y yo intentaremos desviar la atención, hacerlos olvidar el rumor sobre ti o convencerlos de que son simples tonterías sin fundamento, sólo te suplico que te comportes mientras tanto.

—    Permite que me case con Thomas y todo acabará. — Propuso con la esperanza de que su hermana finalmente cediera.

—    ¿Bromeas?, ¿Acaso crees que eso haría que tan escandalosos chismes desaparecieran? — Cuestionó ella. — Aunque yo accediera a aceptar tan mala idea, créeme que si me apresurara a comprometerte con alguien; aún más si se trata del Príncipe de Südseen, sería una forma de confirmar que todo lo que dicen es cierto; incluso los datos que no lo son.

—    ¿Y qué pretendes que haga entonces?

—    No me provoques más problemas. — Respondió la Reina. —, actúa con completa normalidad, no les des ni una sola oportunidad de sospechar y te suplico que no toquemos el tema hasta asegurarnos de que la situación este controlada.

Era cuestión de tiempo para que los miembros del consejo convocaran a una reunión para discutir lo referente al ya conocido rumor, si no eran cuidadosos empeorarían la situación que los aquejaba, Vivianna bien sabía que la mayoría de las veces; la mejor manera de desmentir un rumor era comportarse como si nada ocurriera, el que nada debe nada teme, ¿No era así?

La Reina tan sólo podía imaginar el odioso rostro del Príncipe Thomas sonriéndole de una forma casi maquiavélica; sintiéndose victorioso de aquella batalla, mientras que una presión en su pecho la invadía acompañada de la sensación de falta de aire.

Quería maldecir el nombre de Thomas de Südseen, a su hermana y a la sociedad hambrienta de chisme, siempre aguardando el más mínimo error para satisfacer aquel oscuro deseo; poco importándoles a quién y que tanto afectarían con sus palabras ya fueran reales o no.

—    No creo que esto funcione. — Dijo ella mirando a su prometido a los ojos.

La Princesa Genoveva había partido rumbo a la biblioteca; siendo acompañada por una de las sirvientas de mayor confianza que funcionaba como dama de compañía provisional mientras la Reina le encontraba una nueva.

En tanto, la Reina y el Príncipe extranjero habían continuado con su caminata por los jardines, habían disminuido la velocidad de sus pasos e incluso detenido en ocasiones provocando que la distancia que los separaba de sus chaperones disminuyera.

—    ¿A qué se refiere, Majestad? — Cuestionó Anders actuando como si se preocupara por las palabras recién pronunciadas por su futura esposa.

Vivianna se giró, quedando de perfil a él. — Esta boda, nosotros. — Respondió ella. —, creo que no puedo hacerlo... ¡No puedo hacerlo! — Exclamó elevando medianamente la voz. Intentó apartarse; según lo habían planeado, entonces él la detuvo de la mano y ella lo miró nuevamente.

—    Es normal tener miedo y dudas antes de una boda. — Comentó él. — Reina Vivianna, sé que usted tiene una gran responsabilidad sobre sus hombros al gobernar sola todo un reino y nuestro compromiso no ha hecho más que añadir una carga, pero le prometo que todo mejorará pronto.

—    Lo dice tan sólo para tranquilizarme, pero bien sabe que no es verdad. — Dijo la mujer. —, conforme pasan los días más problemas aparecen y siento que algo malo sucederá.

—    No puedo asegurarte que nada malo pasará en los días próximos, en realidad; problemas seguirán llegando, algunos más graves que otros y jamás se detendrán, pero yo prometo que estaré a su lado en cada momento y juntos superaremos cada obstáculo que se nos presente. — Se acercó a ella, mientras que Vivianna no realizó ningún movimiento para apartarse, permitiéndole disminuir la distancia que los separaba. —, después de la boda reinaremos juntos, pero deseo ser más que un Rey para Mystbelle, aspiro y deseo convertirme en su esposo, compañero, confidente, amigo, incluso en su enamorado.  Con o sin trono de por medio, la he elegido a usted como esposa y he sido afortunado al ser elegido por usted.

—    No puede prometerme eso, Príncipe Anders. — Bajó la mirada levemente. — No puede prometerme un por siempre, ¿Acaso no ha terminado de comprenderlo? Arruino todo siempre, pierdo a las personas que amo...

—    ¿Está usted admitiendo que me ama?

—    Yo no he asegurado tal cosa. — Titubeó un poco, aun sin mirarlo a los ojos.

—    Reina Vivianna. — Tuvo el atrevimiento de tomarla por el rostro con delicadeza y obligarla a mirarlo. —, entiendo que el formar parte de la realeza le ha enseñado que mostrar sus sentimientos es símbolo de debilidad, pero no debe temer mostrarse vulnerable ante mí, porque yo estoy dispuesto a serlo frente a usted.

—    Nuestro compromiso se anula. — Declaró ella tras unos segundos de silencio, apartó al Príncipe de Fredeborg y caminó apresurando el paso para salir de allí, sin embargo fue alcanzada por él.

—    ¡Yo la amo, Vivianna! — Exclamó, ella detuvo sus intentos de huir, más permaneció dándole la espalda. — No me da miedo admitirlo, usted es la mujer más increíble que he tenido la dicha de conocer, durante los meses de correspondencia tan sólo pensaba en usted, en conocerla en persona finalmente, pasé días imaginando el cómo sería usted, escuchando toda clase de rumores acerca de su belleza; los cuáles déjeme decir que no le hacen justicia, sin embargo su inteligencia, gran corazón, cuando le envié la primer carta dejando en claro mis intenciones de cortejarla no esperaba sentir algo tan intenso como un enamoramiento por usted, yo sé usted corresponde mis sentimientos. — Aseguró. — Le suplico que no ocultemos ni neguemos la realidad.

—    Se equivoca, Alteza. — Lo encaró. — Actuar como si un matrimonio entre nosotros llegaría a funcionar es tan sólo mentirnos a nosotros mismos, lo mejor para ambos es que terminemos con esta locura, todo lo malo que ha estado sucediendo hasta ahora debe ser alguna especie de señal diciéndonos que esta boda no es lo correcto.

—    Puede intentar mentirse y engañarse usted misma todo lo que desee, pero yo sé que sin importar lo mucho que lo niegue, usted me ama, decir que no lo hace no hará que sus sentimientos se esfumen ni lo harán más real. — Ella tembló un poco.

—    ¡Y justo por eso debemos acabar con esto! — Exclamó con la voz quebradiza; sorprendiendo al hombre. — ¡Mi esposo falleció, ¿De acuerdo?! — Hubo un gran silencio. — Y no creo poder soportar el perder a otra persona que realmente me importa y quiera, le suplico que terminemos con nuestro compromiso.

—    Pídame cualquier otra cosa, Majestad, pero no pienso aceptar la anulación de nuestro compromiso. — Dijo él. — nos amamos y un romance es algo difícil de encontrar en el entorno en el que ambos crecimos, es algo raro y no pienso renunciar a él ahora que lo he encontrado, comprendo sus temores, pero la historia no tiene por qué repetirse, no puedo asegurarte que estaré a tu lado por siempre, pero Vivianna, no pienso renunciar a un futuro a tu lado aún si me aseguraran que solo duraría unos cuantos segundos, mucho menos deseo dejarte ir por una posibilidad, te amo y ninguna palabra que puedas decirme me hará dudar o cambiar de opinión.

—    Anders, yo...

—    No hay ninguna otra mujer en el mundo a quien desee llamar mi esposa. — La tomó de las manos. —, si insistes en terminar con nuestro compromiso tan sólo me condenarás a la desdicha eterna.

—    Tengo miedo. — Confesó en un murmuro.

Llegados a este punto, los chaperones estaban más que interesados en la conversación que la pareja mantenía, siendo testigos de tal escena no podían esperar a que el paseo de la Reina y el Príncipe extranjero terminase para poder ir a contarles a sus allegados la historia de cómo una Reina que hasta ese momento habían creído poseía un corazón de hielo había admitido estar enamorada de su prometido.

Que finalmente había aparecido un hombre capaz de derribar las murallas de la Reina de Mystbelle y eso le atormentaba a la mujer, rompiéndose ante los ojos de su amado en una escena digna de una intensa y dramática nóvela romántica.

—    No temas. — Vivianna pensó que esa respuesta carecía de sentido alguno y que debió alertar a sus acompañantes de que algo andaba mal, pero tal parecía que nadie se había percatado de lo pésima que había sido la elección de palabras por parte del hombre. Quizá Anders también pensaba lo mismo y se reclamaba a si mismo tal contestación, eso explicaría el cómo desesperadamente recurrió a besarla de una forma pecaminosamente intensa, aferrándose a su cintura para acabar con la distancia que existía entre ellos, eso escandalizaría a cada uno de los testigos y poco les importaría repasar las palabras dichas por Anders.

—    Te amo, Anders. — Susurró ella una vez que el beso había terminado mirándolo a los ojos, colocó ambas manos sobre los hombros de su prometido y volvió a unir sus labios con los de él para que así los testigos no tuviesen ninguna duda de lo que habían presenciado.

—    ¿Crees que haya funcionado? — Cuestionó Anders, ella frunció sus labios.

—    Honestamente no tengo idea de que tan efectivo haya sido nuestra actuación, sin embargo nos dará tiempo y con algo de suerte algo ocurrirá dejando en el olvido el problemita. — Respondió ella. —, pero acabo de utilizar la muerte de mi esposo por conveniencia, no mentiré; me siento algo sucia por ello.

—    ¿Sucia? — Soltó una pequeña risa obteniendo una mirada de reproche por parte de la mujer.

—    Dudo mucho que sea algo correcto. — Opinó ella. — Sin importar lo que digan las personas, no soy del todo partidaria del pensamiento que asegura que el fin justifica los medios.

—    Estoy seguro de que a su difunto esposo no le molestaría, donde quiera que este; creo que él está de acuerdo y la comprende. — Intentó reconfortarla.

—     Gracias, pero por si acaso intente no repetir esas palabras. — Sonrió. — Muchos podrían tergiversar sus declaraciones y acusarlo de blasfemar, incluso de herejía.

—    ¿Qué?, ¿Acaso la Reina de Mystbelle esta insinuando que las personas adoran manipular palabras y sucesos por simple diversión? — Bromeó el Príncipe. —, fuertes declaraciones y enserio creo que se equivoca. — Ella rodó los ojos, comprendiendo que simplemente se trataba de un chiste y que quizá buscaba provocar alguna reacción en ella. — Tan sólo espero que nuestra puesta en escena si sea lo suficientemente atractiva para las personas.

—    Lo será, podría asegurarte que justo ahora está pasándose de boca en boca. — Suspiró antes de continuar. —, en medio de tu brillante actuación mencionaste que el amor es algo difícil de encontrar y tienes razón, sólo que no solamente en nuestro círculo social. — Sonrió levemente. —, es como una especie de mito, todos hemos escuchado y leído toda clase de cosas con respecto a lo que es encontrar el amor, pero ¿Acaso usted conoce a alguien que lo ha experimentado o siquiera haya tenido derecho a hacerlo? — Le hizo pensar, repasando cada una de las amistades que había tenido a lo largo de su vida, cada interés romántico, sentimientos que ahora se encontraban borrosos en su memoria. —, sin embargo a las personas les gusta aferrarse a la posibilidad de que el amor existe y que es posible encontrarlo a pesar de las adversidades, es esperanzador creer ciegamente que existe y está más cerca de lo que uno imagina, porque aceptar y resignarse a una vida dónde el amor no existe es doloroso y carece de sentido para muchos.

—    ¡Oh, Majestad! Finalmente la encuentro. — Escuchó la voz masculina a sus espaldas, se giró y observó como el regordete hombre caminaba hacia ella con un sobre en la mano; extendiéndolo hacia ella. —, lamento importunarla, sin embargo se me encomendó entregarle esta carta con urgencia. — Le comunicó el mensajero.

—    Se lo agradezco. — Tomó el sobre, abriéndolo con sus manos con algo de dificultad debido a la falta de un abre cartas, extrajo el papel que se hallaba dentro y leyó presurosamente el contenido, mientras tanto el mensajero hizo una reverencia y se marchó, pero ella no estaba atenta a lo que estaba ocurriendo alrededor suyo. — Quizá no nos dio el tiempo necesario. — Le dijo a su prometido.

—    ¿Hay algún problema? — Cuestionó honestamente preocupado.

—    El consejo ha convocado a una reunión, esta misma noche. — Le informó ella. — Esto es malo.

—    No necesariamente.

—    Dudo que los miembros del consejo real convoquen a una reunión con urgencia para darnos sus buenos deseos y felicitaciones por nuestra boda. — Se escuchó un poco más molesta de lo que había pretendido. — Disculpa, es sólo que... cuando esto pasa suelen ser pésimas noticias.

—    ¿Deseas que te acompañe?

—    En realidad tienes que hacerlo, lo dejaron muy claro en su carta. — Dobló el papel. —, prepárate para pasar los momentos más desagradables de tu existencia y debo advertirte que una vez casados esto pasará bastante seguido.

—    No todo puede ser perfecto en Mystbelle, ¿O sí?

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