Capítulo 36

Al contrario de como ocurrió tras las muertes de la Princesa Genoveva y el Rey Anders, cuando se dio a conocer que la Reina Vivianna había sido sentenciada por crímenes relacionados a la brujería y la muerte tanto de su hermana como la de su marido, todo el pueblo se regocijó de alegría, así como también de alivio, puesto que ellos genuinamente creían que la mujer era un peligro y una asesina, en su razonamiento era más que evidente que ella estaba detrás de las tragedias que habían ocurrido dentro de la familia Real.

Su muerte no había sido llorada por nadie; por lo menos no en público, si acaso existía alguna persona que le echase en falta no se atrevería a manifestarlo ya que sería considerada cómplice o simpatizante de las supuestas maldades cometidas por Vivianna en vida.

Sin embargo en la corte Real las cosas estaban lejos de encontrarse tranquilas, ahora Mystbelle carecía tanto de Rey como de Reina y el siguiente en la línea de sucesión al trono aún no cumplía el primer año de edad; por lo cual habría que esperar varios años para que fuese capaz de asumir tal responsabilidad (años durante los cuales su vida estaría en peligro). Mientras que el joven heredero a la corona no pudiese subir al trono y ser coronado como el nuevo Rey de Mystbelle, alguien tendría que tomar el cargo de regente y todos aspiraban a ese puesto; incluido Thomas.

El Príncipe de Südseen jamás había formado parte de la línea de sucesión al trono de Mystbelle debido a una astuta jugada de la en ese entonces Reina de Mystbelle, por lo cual estaba un tanto en desventaja ya que en medio de cualquier descuido podrían simplemente deshacerse de él, sabía que ahora que la Reina Vivianna estaba fuera del juego ahora era él quien representaba una amenaza al ser el padre del Príncipe de Mystbelle, no dudarían en olvidarse de toda la ayuda que les había brindado (ya fuese de forma directa o indirecta) y no demorarían en darle un destino similar al que había tenido Vivianna.

No estaba dispuesto a correr con la misma suerte, él era mucho mejor de lo que alguna vez fue esa engreída, él no sería tan idiota como para dejarse inculpar de algo ni se resignaría a recibir una condena por ello. Aún le costaba entender a Vivianna, durante todo el tiempo desde su llegada a Mystbelle (e incluso antes) la había percibido como una persona inteligente, astuta e ingeniosa, tenía que admitir que ella lo había decepcionado al rendirse, aun después de que Vivianna admitió su derrota, en el fondo, Thomas esperaba que la Reina tuviese un as bajo la manga; esperanza que había muerto junto a ella.

— ¿Acaso el hecho de que una parte de mí desea que todas esas estupideces de que la Reina era una bruja resultasen ser ciertas? — Se preguntaba internamente, la mujer había sido una digna adversaria, así como también su ego era herido cada que se admitía a sí mismo que ella hubiese sido una gran aliada, era poderosa y tan hermosa; una lástima que haya tenido que encargarse de que la asesinasen, pero era peligroso dejarla con vida, aun cuando parecía que estaba completamente sola y que nadie la apoyaría en lo absoluto, subestimarla habría sido una estupidez de su parte, pero empezaba a extrañar el enfrentarla de manera verbal. Sacudió ligeramente la cabeza para forzarse a dejar de pensar en ella y concentrarse en la realidad.

Los pensamientos dentro de su cabeza eran un eterno dilema en los cuales se negaba a perderse, requería estar enfocado en lo que era verdaderamente importante en aquel momento: conseguir ocupar el trono.

Solveig cargaba al pequeño Príncipe de Mystbelle mientras tarareaba alguna clásica canción de cuna, desde que la sentencia de la Reina Vivianna se llevó a cabo, ella había sido la encargada del cuidado del pequeño; por órdenes del Príncipe de Südseen. La sirvienta agradecía el hecho de que el bebé la mantuviese ocupada, el llanto del pequeño y las muchas atenciones que requerían le impedían pensar en algo que no fuese el niño; lo cual representaba un consuelo para Solveig, ya que la culpa no hacía más que aumentar en ella.

Ella misma había decidido envenenar a la Reina, estaba furiosa con ella y realmente creía que era una mala persona, estaba convencida de que sin ella las cosas mejorarían notablemente en el reino, sin embargo jamás había considerado el arrebatarle la vida al Rey Anders, había sido un gran descuido de su parte no haberse asegurado de que la Reina bebiese el té cada tarde.

—Fue culpa de ella — Intentó convencerse de que ella era inocente — Ella le dio el té a su esposo, ella lo mató; no fui yo — Pensaba, aunque el sentimiento de culpa jamás la abandonaba, tenía constantes pesadillas al respecto que le robaban el sueño cada noche.

Así como el temor constante de que la Reina volviese de la muerte para vengarse de ella por la muerte del Rey, después de todo aún existía la posibilidad de que la mujer realmente hubiese tenido relación con la magia negra y muchos aseguraban que el Rey Anders había sido la única persona que esa mujer había amado en su vida, si de alguna manera la Reina se hubiese enterado en vida de que ella era la responsable de la muerte de su esposo se habría vengado, probablemente le habría dado un destino peor que la muerte. La idea de que el espíritu de la mujer volvería un día para torturarla o arrastrarla personalmente hasta el mismísimo infierno la perseguía, incluso alguna vez le había comentado ese temor al Príncipe de Südseen, quien tan sólo la acusó de estar perdiendo la cordura.

Se aferró a un rosario que llevaba colgado en su cuello desde la muerte de la Reina; portándolo como un amuleto de protección contra cualquier peligro que pudiese enfrentar, confiaba en que su fe en Dios sería suficiente para salvarla ¿Acaso no decían que no había nada más fuerte que la fe o Dios mismo? Necesitaba creer que eso era verdad.

Necesitaba creer que Dios era piadoso y la perdonaría por todo el mal que había causado, puesto a que ella era buena persona, había tenido buenas intenciones en su actuar, ella tan sólo había sido demasiado precipitada y descuidada, pero era una buena persona; enserio lo era o eso quería pensar.

—No soy una mala persona — Murmuró mientras el bebé la miraba atentamente.

Tal y cómo había sucedido las otras noches, Solveig despertó sobresaltada tras haber tenido una terrible pesadilla, se levantó de la cama y acercó a la cuna dónde el pequeño Príncipe descansaba, le miró por unos segundos para asegurarse de que el bebé respiraba con normalidad.

—Él está bien, todo está bien — Dijo con dificultad. Decirlo en voz alta lo volvía algo más real.

El Príncipe Thomas tenía razón en que estaba perdiendo la cordura lentamente, la falta de sueño debido a constantes pesadillas que la habían vuelto paranoica, su lógica le decía que eran tonterías, que no tenía nada de qué preocuparse, pero no podía evitar sentirse constantemente observada, había creído ver a la Reina Vivianna de reojo en más de una ocasión y sospechaba que tenía intenciones de llevarse consigo al heredero a la corona, por ello se encontraba comprometida a permanecer atenta al niño día y noche, no permitiría que ella se lo llevase.

Ni ella ni nadie. 

La sirvienta no era la única que sufría de falta de sueño y paranoias a mitad de la noche, sin embargo Thomas no temía a la ya muerta Vivianna, sino de todos los que habitaban el castillo, mantenía siempre una daga debajo de sus almohadas en caso de que alguien quisiese aprovechar que él dormía para atacarlo, sería una forma cobarde, pero efectiva para sacarlo del camino.

El ambiente era hostil y todos se mantenían alertas, mientras competían entre ellos por la corona de forma aparentemente política, justa y civilizada, simplemente para proteger sus respectivas reputaciones e imágenes públicas, sin embargo en el fondo todos buscaban eliminar a cualquier rival.

Por fortuna, él contaba con el cariño y apoyo del pueblo de Mystbelle, era al menos algo que le garantizaba que sacarlo de la competencia no sería tan sencillo para los demás miembros de la corte.

—Soy el padre del Príncipe heredero — Había repetido en más de una ocasión —. Cuando tenga la edad suficiente él se convertirá en Rey de Mystbelle, como padre es mi deber cuidarlo, criarlo y educarlo, así como ustedes también tienen que velar por el bienestar del heredero para preservar la sangre real.

—Alteza, entiendo que el Príncipe Thomas de Mystbelle es su hijo e incluso lleva su nombre, que usted amó a la Princesa Genoveva, sin embargo no hay que olvidar que los rumores de practicantes de la brujería en la familia Real de Mystbelle no es algo que inició con la Reina Vivianna; ni que terminó con ella, puede que algunos súbditos o Reyes extranjeros tengan cierto temor de que el pequeño herede esa clase de...maldad — Mencionó un miembro del consejo Real.

—Bajo esa lógica jamás confiarán en nadie que se encuentre ligado a la familia Real por lazos de sangre — Comentó Thomas —, puesto a que de igual manera asumirían que practican magia negra o han realizado pactos con el maligno.

—Es cierto que por el momento las cosas podrían estar tensas para quienes poseen al menos una gota de sangre Real en su cuerpo — Opinó otro hombre — Otros reinos se aprovecharían de ello para declarar una guerra para apoderarse del territorio y riquezas de Mystbelle, aún más ahora que carecemos de un Rey.

—Mystbelle necesita que alguien lo represente cuanto antes — Intervino el Duque — ¡No podemos seguir así mucho más! El reino se percibirá como vulnerable y débil.

—El Príncipe de Mystbelle es apenas un bebé, eso también nos pone en desventaja — Añadió otro.

—Y si seguimos sin elegir a un regente que tomé el trono mientras el Príncipe de Mystbelle cumpla la edad suficiente para asumir su responsabilidad como heredero a la corona — Comentó uno de los hombres —. Así como también hay que apresurar el bautizo de su Alteza para dejar en claro que se le criará conforme a las enseñanzas de nuestro Dios.

—Volviendo al tema del regente — Comentó el Marques — El Príncipe Thomas ha señalado algo muy importante, todos los parientes lejanos de la Reina Vivianna no tardarán en ser vinculados con la magia negra, si alguien perteneciente a la familia Real asume el cargo el caos no demoraría demasiado en reaparecer.

— ¿Qué sugiere entonces? ¿Qué le entreguemos la corona en charola de plata a un completo extraño? — Cuestionó incrédulo el Duque — ¡Eso sólo aceleraría las cosas y todos perderíamos nuestros títulos, propiedades, riquezas! ¡Incluso la vida si esa persona nos condena por brujería! — Exclamó escandalizado.

—Debe ser alguien de absoluta confianza, a quien al pueblo le agrade para evitar conflictos internos — Comentó alguien —, debe imponer respeto para convertirse en el Rey...

— ¿Están hablando de coronar a alguien como Rey? ¡Es la mayor locura y estupidez que han mencionado! ¡Se suponía que simplemente sería un regente! — Se enfureció el Duque — ¿Coronar a alguien que no ha sido elegido por Dios como Rey de Mystbelle? ¿Han perdido la cabeza?

—Sólo será en apariencia, necesitamos que alguien represente al reino mientras las cosas se calman, se olvidan los rumores sobre brujería en la familia Real, tan sólo por un par de años máximo — Dijo el Marques —, después esa persona deberá abdicar al trono para que alguien de la familia funja como regente mientras...

— ¡El Príncipe cumple la edad suficiente, ya lo sé! — Interrumpió el Duque.

—Creo que por el momento la persona indicada es el Príncipe de Südseen — Propuso el Marques —. Es el padre del heredero, dudo que exista alguien que protegería mejor al niño durante su niñez y no tendría problema en entregar la corona cuando llegue el momento indicado, sin mencionar que durante su estadía ha logrado obtener la simpatía, confianza y el apoyo de los súbditos — Se apresuró a presentar sus razones del porqué lo había propuesto como Rey provisional antes de que el resto de hombres emitiera queja alguna.

Hubo un completo silencio por varios minutos antes de que uno de los miembros del consejo Real tomase la palabra.

—Príncipe Thomas ¿Estaría usted dispuesto a realizar tal tarea? — Cuestionó un hombre regordete.

—Mystbelle me recibió con brazos abiertos, se ha convertido en un hogar para mí, sin mencionar que me ha otorgado tantas maravillas — Habló el extranjero —, para mí sería todo un honor servir a Mystbelle. 

Thomas se paseó sonriente por el palacio, observó de reojo como uno de los cuadros restantes de la Reina Vivianna era retirado y rio internamente, había ganado.

Dentro de poco sería coronado como Rey, debido a que era la solución más rápida y efectiva para salvaguardar el bienestar del reino, aunque había dado su palabra de abdicar a la corona una vez que todos hubiesen olvidado los rumores respecto a la familia Real, una vez que se hiciera con la corona haría cuanto fuese necesario por mantenerla, había hecho tanto para poder obtener el poder que no permitiría que nadie ni nada se lo arrebatase.

—He ganado el juego, querida — Pensó mientras observaba el cuadro de la antes Reina.

Creyó ver algo moverse rápidamente a su lado y se giró en dirección a ello para ver que había sido, de pronto observó una figura ingresar en una de las habitaciones, dándole la sensación de que le había observado por varios segundos antes de entrar por completo en aquella recamara.

— ¿Vivianna? — Pensó confundido. Sacudió la cabeza y se repitió que la mujer estaba muerta, que tan sólo era el cansancio jugándole una mala broma. 

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