Capítulo 35

El día tan esperado por muchos no se hizo esperar, el día en que los nobles y miembros del consejo Real pusieron sus propios intereses por encima de su lealtad a la corona de Mystbelle; algo que Thomas había visto venir, la Reina Vivianna jamás había sido de su agrado, puesto que no hay cosa que un hombre odie más que una mujer con más poder que el suyo, someterse a la joven monarca siempre les había hervido la sangre y cada vez que hubo un hombre en la vida de la mujer se regocijaron ante la idea de que finalmente Vivianna estaría por debajo de un hombre y tendría que ser una esposa sumisa y complaciente para ese hombre.

Algo que Thomas jamás había creído posible desde que había conocido a la Reina, a pesar de la educación y creencias de la sociedad actual que dictaminaban el cómo debía ser una buena mujer, Vivianna de Mystbelle era un ser que desafiaba con gracia e inteligencia aquellas normas, era astuta, ligeramente manipuladora, lo que le había permitido sobrevivir en la corte, permaneciendo firme y no doblegándose ante nada ni nadie; mucho menos lo haría ante un hombre sólo porque este tuviese un título superior al suyo.

Era una mujer única y quizá si no estuviese empeñada en estar en su contra, sería una excelente aliada. Aun cuando la odiase profundamente tenía que admitir que era una de las mujeres más hermosas que alguna vez había visto, el cabello del color similar al trigo que Genoveva había tenido no se comparaba con aquellas ondas oscuras que vivían aprisionadas en elegantes peinados, los vestidos que la monarca acostumbraba a vestir; aunque eran discretos, sobrios y elegantes, dejaban entrever la figura de su cuerpo, sin duda comprendía como era la tentación de varios hombres de la corte y porque a pesar de haber enviudado y no ser pura ni virginal, había tenido pretendientes para convertirse en su segundo esposo, no pondría en duda que una vez que el odio hacia ella cesase no tardaría en aparecer el primero de muchos imbéciles con intenciones de cortejarla, afortunadamente, no habría tiempo para ello.

Observó a través de la rejilla de la celda en dónde Vivianna había sido recluida. La oscuridad del calabozo combinada con la humedad, lo convertían en un lugar lúgubre, la joven mujer se encontraba sentada sobre la dura madera que pretendía funcionar como cama, la escasa luz que lograba entrar por la pequeña ventana le permitía ver lo desordenado de sus cabellos, ella tenía la mirada baja y sus manos entrelazadas sobre su falda.

Introdujo la llave en el cerrojo y el ruido que provocó el girarla alertó a la prisionera, la mujer al reconocerlo recobró su postura recta y sus ojos verdes le miraron desafiantemente, incluso cuando ella sabía que se encontraba en desventaja se esforzaba por no reflejar debilidad.

—Majestad — Thomas terminó con el silencio del lugar al pronunciar aquella palabra. La mujer alzó la mirada, observándole con seriedad y recelo, haciendo el mayor esfuerzo por prestar atención a cada uno de los gestos y movimientos de aquel hombre —. Espero que no hayan sido demasiado rudos con usted.

—Sé que usted está detrás de todo esto — Dijo Vivianna con franqueza, poco importándole el encontrarse en desventaja —. Sé que es un mentiroso y un oportunista, no sé cómo es que nadie más lo puede ver, pero es cuestión de tiempo para que todo salga a la luz. No puedes fingir por siempre.

—No necesito que confíen ciegamente en mí por siempre — Soltó una breve carcajada —. Solamente tengo que asegurarme de que para cuando todos descubran lo que para nosotros ya es bastante evidente, sea demasiado tarde para hacer algo al respecto.

—Tarde o temprano perderá ¿Acaso piensa que todos no reaccionarán negativamente al descubrirse engañados? — Cuestionó la Reina de Mystbelle — Ha llegado demasiado lejos, tomado riesgos enormes que le costarán muy caro, creo que no entiende a lo que se está enfrentando.

A Thomas le irritaba terriblemente que aquella mujer se creyera tan inteligente o pretendiera tener la razón todo el tiempo, ella estaba en desventaja, ya había perdido y él resultado vencedor ¿Qué le hacía pensar que era alguien con derecho a opinar sobre sus acciones? Sus consejos no la habían salvado ni a ella misma.

—No sé a qué riesgos se refiere específicamente, sin embargo dudo que exista algo que no valga la pena sacrificar a cambio de gobernar todo un reino — Comentó el Príncipe de Südseen.

Instantáneamente la risa de la Reina retumbó por todo el calabozo.

— ¿Gobernar un reino? ¿Mystbelle? ¿Usted? — Cuestionó incrédula — Usted ni siquiera forma parte de la línea de sucesión al trono — Le recordó —. Suerte con ello.

—Quizá yo no forme parte de la dichosa línea de sucesión al trono de Mystbelle, pero mi hijo sí y en caso de que lo haya olvidado, él es aún un bebé y por lo tanto no puede asumir el trono — Dijo el castaño —. Un regente tendrá que asumir el cargo mientras él es lo suficiente mayor y se encuentre debidamente preparado para ser Rey, yo como su padre, creo que tengo el derecho a desempeñar tal labor.

—No es el único interesado en el trono, no lo creo tan estúpido como no haber pensado en ello — Mencionó como si de lo más obvio del mundo se tratase —. Usted al igual que yo creció en la corte real, dudo que pueda decirle algo que usted desconozca, como el hecho de que yo no soy precisamente la mujer más amada en la corte de Mystbelle...o en alguna otra — Agregó —, ambos sabemos que no es porque yo sea una mala gobernante, sé que no soy perfecta y a lo largo de mi reinado he cometido errores, pero también reconozco que he hecho un buen trabajo, Mystbelle se ha mantenido como un reino pacífico, la economía estable, las cosechas, producción de textiles y otros productos que exportamos a reinos aliados no se ha reducido al grado de fallar a algún acuerdo comercial ni de despojar a los habitantes de Mystbelle de ellos, sé que soy una buena Reina.

—Una buena Reina no alardearía sobre ello — Opinó el hombre mirándole con desprecio que no se molestó en ocultar, algo que tenía que admitir le agradaba de la Reina era que no había necesidad de fingir ser un hombre bondadoso frente a ella, Vivianna de Mystbelle le conocía lo suficiente para saber que era todo menos un hombre con buenas intenciones.

—Sólo he mencionado hechos que fácilmente podrán ser comprobados al revisar los registros correspondientes — Su voz no denotó molestia alguna ni aparentó sentirse ofendida de alguna forma —. Sin embargo que ambos sabemos que si un hombre de hecho alardeara sobre sus logros; aun cuando estos fuesen completamente falsos o una realidad adornada, nadie se sentiría...amenazado.

— ¿Amenazado? — Pronunció con burla — ¿Usted cree que le temo?

—Si no lo hiciera no se habría encargado de hacer que me encerrasen aquí — Respondió con calma —. Supongo que es cuestión de tiempo para que consiga que todos exijan mi muerte, si es que aún no se ha dictado la sentencia pertinente.

Ella habló con tranquilidad, manteniendo su cabeza en alto, sin perder la compostura o modales característicos de una Reina, no dispuesta a doblegarse ni renunciar a su orgullo; que era lo único que aún no había perdido.

— ¿No intentará escapar de tan cruel destino? — Frunció el ceño confundido y un tanto decepcionado al no poder gozar de escuchar suplicas o sollozos de parte de la mujer

— ¿Cree que morir es el más cruel de los destinos? — Soltó una pequeña carcajada y negó despacio con la cabeza — Es difícil mantener felices a todos, sin mencionar que es imposible agradarles, siempre habrá alguien que esté dispuesto a asesinarte por cualquier motivo; incluso sin tener alguno más allá del simple deseo de hacerlo, soy una mujer y las posibilidades de que esto pasase tarde o temprano eran muy altas, soy consciente de mi realidad, una mujer con poder no es algo que muchos toleren, era cuestión de tiempo.

Nada para él tenía sentido ¿Cómo alguien podía hallarse tan tranquilo en una situación como esa?

—Seguramente conoce alguna manera de escapar — Pensó, pero inmediatamente se dijo que estaba siendo paranoico, quizá es lo que ella intentaba; hacerlo perder la cordura, no se lo permitiría.

Ella se imaginó lo que estaría pasando por la mente de su enemigo en ese preciso momento.

—Personas cercanas a mi han muerto en circunstancias un tanto cuestionables y convenientes ante la mirada de algunos — Retomó la palabra —. Ya había quienes me culpaban de la muerte de mi primer esposo, ahora que Genoveva y Anders también han fallecido, sé que todo apunta a que yo soy la responsable.

— ¿Lo es? — Ella le miró de reojo sin decir nada, mas algo le decía que la Reina sospechaba que él tenía algo que ver en aquellas lamentables muertes (si es que no estaba segura de ello aún).

—Poco importa lo que yo diga ahora, las personas preferirán creer lo que piensen conveniente o beneficioso para ellos — Thomas seguía sin comprender como es que se hallaba tan tranquila, sabía que de encontrarse en su lugar, él no se resignaría ni aceptaría su derrota —. Desde la muerte de Dorian viví con el temor de que alguien tomaría venganza por algo que no hice, yo sé que jamás he asesinado a alguien y tengo la conciencia tranquila, pero desde la muerte de mi hermana temí por mi vida, después de que Anders también falleció...era cuestión de tiempo ¿No lo cree?

—Usted planea algo — Concluyó el Príncipe.

—Aun cuando lo intentase, dudo que exista alguien en Mystbelle dispuesto a serme de ayuda — Mencionó ella —; no sin obtener algo a cambio al menos y contrario a usted, sé que hay cosas que no valen la pena.

— ¿Su vida no vale la pena?

— ¿A qué clase de vida podría aspirar? — Devolvió la pregunta — Aunque me gustaría asegurarme de que mi sobrino se encuentre a salvo, no soy bienvenida en Mystbelle, estaría huyendo y escondiéndome de por vida, tarde o temprano volvería a encontrarme en esta situación o incluso una peor.

— ¿No escapará? — Le costaba confiar en que ella era honesta en sus palabras.

—Por ahora puede estar tranquilo, puesto a que le aseguro que yo soy el menor de sus problemas ahora — Dijo —. Usted ganó esta batalla, enhorabuena, disfrute la victoria mientras le sea posible.

Thomas soltó una carcajada.

—No estoy amenazándole, en caso de que eso sea lo que piense — Agregó la mujer —. Es obvio que no estoy en condiciones de hacerlo, pero se lo dije; no es el único con la mirada puesta sobre la corona y así como usted logró sacarme del juego, habrá muchos que intentarán hacer lo mismo con usted.

Ella tenía razón.

El pueblo de Mystbelle confiaba en él, sin embargo muchos miembros de la corte podrían considerarle demasiado bueno e ingenuo, sus hermanos incluso podrían buscar tomar ventaja de la situación, la reputación de hombre recto, sensible y humilde podría resultarle contraproducente con el tiempo.

En cambio a ella le temían, sólo se habían atrevido a exponer su molestia debido a que se habían reunido demasiadas personas y que eran respaldados por miembros de la nobleza que estaban hambrientos por conseguir algo más de poder y riquezas, ninguno de esos idiotas era lo suficientemente valiente ni poseía la inteligencia necesaria para actuar por sí mismo. Podría encontrar la manera de manipular a todos una vez más, convencerles de que la Reina no era tan mala como se creía o al menos comprobar que ella no era la culpable de la muerte del Rey Anders; no sería demasiado complicado demostrar que había sido la insignificante de Solveig quien había envenenado al Rey (y posteriormente haber provocado su muerte prematura), si la salvaba de ser ejecutada, podría hacerse de una importante aliada.

Tras un minuto de silencio, sin decir nada todavía caminó lentamente hacia ella; algo que consiguió ponerla alerta, sentimiento que se incrementó en el momento en que él colocó la palma de su mano sobre una de sus mejillas y la acarició con suavidad y falsa dulzura, Vivianna intentó alejarse, sin embargo por obvias razones le fue imposible lograrlo.

—Es usted una de las mujeres más preciosas que existe ¿Se lo han dicho? — Mencionó de pronto — Es una lástima que alguien tan bella muera injustamente — Dijo esto acercándose peligrosamente al rostro de la joven mujer —. Si le soy sincero, Vivianna, siempre he pensado que eres mucho más hermosa de lo que tu hermana fue, si no fueses tan...imposible y desconfiada quizá te hubiese cortejado, físicamente eres la fantasía y perdición de tantos hombres.

—No entiendo que pretende al decir tales tonterías, Príncipe Thomas, pero no conseguirá nada de mi al... ¿Coquetearme? — Dijo con firmeza entremezclada con desconcierto.

— ¿Yo? ¿Buscar algo de ti? — Rió — Yo podría serle de mucha ayuda ¿No lo ve?

Esta vez fue Vivianna quien liberó una risa.

— ¿Me puso en esta situación para que me viese obligada a acudir a usted? ¿Aceptar su ayuda? — No era tonta, sabía que él había de alguna manera provocado que ella se encontrase encadenada en un calabozo y próxima a ser sentenciada a muerte, él no era alguien digno de su confianza y aliarse con él sería similar a realizar un pacto con el diablo — Necesita poner en orden sus planes y prioridades, Alteza.

—Como dije, sería una lástima que alguien tan hermosa como tú tuviese que morir, además de que podríamos ser un buen equipo, tan sólo imagina de lo que seríamos capaces de lograr si dejásemos de tonterías peleando entre nosotros.

Antes de que ella tuviese oportunidad de decir algo, Thomas estampó sus labios contra los de ella de forma agresiva, Vivianna opuso resistencia encontrando aquel beso algo repulsivo, sin embargo el Príncipe se aferró al cabello de la Reina, presionando su rostro contra el suyo, impidiéndole el terminar con el beso.

Sus labios abandonaron los de ella, Vivianna intentó recuperar el aliento, mientras que Thomas no demoró en llevar sus labios al cuello de la mujer, aferrándose con fuerza a su cintura con una de sus manos mientras que con la otra aun la sujetaba por la parte posterior de su cabeza.

Vivianna se resistió a pesar de ser inútil, los besos del Príncipe siendo depositados en varios puntos de su piel le ocasionaban asco; presintiendo incluso que vomitaría en cualquier momento, lamentablemente no había sido la primera vez que su mala suerte le hizo saber el cómo era ser besada por aquel desagradable sujeto, pero a diferencia de aquella desafortunada noche previa a su boda; esta vez no podía escapar.

Así como tampoco aparecería alguien dispuesto a ayudarla.

De pronto se quedó quieta, rindiéndose. Thomas sonrió victorioso al percatarse de aquel cambio repentino en la actitud de la que alguna vez fue su cuñada, sintiéndose confiado en que él estaba a cargo de la situación por completo y no ella.

Por fin era superior a ella en un ámbito, Vivianna estaba por debajo de él, careciendo de poder alguno y eso lo deleitaba. Los besos bruscos y las caricias sin un ápice de cariño fueron acompañadas por burlas, comentarios obscenos e insultos tan sólo para reafirmar el poder que ejercía sobre ella en ese momento.

— ¿No lo ves Vivianna? — Cuestionó Thomas — Estoy dispuesto a darte la oportunidad de salvar tu vida, permanecer en Mystbelle como la Reina, si es que eres una buena chica conmigo y me obedeces en todo, serias una aliada muy fuerte e importante, así como seguramente una excelente compañera en la alcoba — Sin que ella se opusiera la hizo recostarse (algo que supuso le sería incómodo a ella al encontrarse encadenada, pero ignoró por completo cualquier sentimiento o sensación que ella pudiese sentir)

La deseaba, lo había hecho desde hacía tanto; aunque probablemente jamás lo admitiría si no era en medio de alguna burla o insulto con el fin de derrumbarla. Cerró los ojos mientras se abandonaba al placer que aquello le proporcionaba.

No pudo evitar pensar que posiblemente algo más de resistencia por parte de la Reina o llanto y suplicas lo volverían más satisfactorio, sin embargo ella permanecía quieta, inexpresiva y con la mirada perdida en algún punto invisible.

Se regocijó al comprobar una vez más que ella no le daría problemas, que había aceptado que era la perdedora.

Justo en ese momento cometió un error que mucho tiempo se dijo a sí mismo una y otra vez no cometer; bajar la guardia y subestimar a cualquiera de sus adversarios.

Al momento de mirarla a los ojos y estar a punto de reclamar sus labios nuevamente, la mujer lo sorprendió escupiéndole en el rostro, seguido de darle un golpe con su rodilla en su entrepierna, haciéndolo agonizar de dolor.

—Prefiero morir a permitir que me toque — Aseguró mirándole con odio.

—Cómo guste — Ni bien terminó de decir aquello, se abalanzó contra ella y colocó sus manos sobre el cuello de la joven, dificultándole el respirar. Su cuerpo en una búsqueda por obtener oxigeno la impulsó a retorcerse para liberarse de las manos del Príncipe.

Thomas pensó en lo fácil que sería acabar con su vida justo en ese momento, lo mucho que le gustaría ser el mismo quien le arrebatase la vida, mirando como poco a poco dejaba de respirar.

—A una Reina debe complacérsele — Dijo, miró la expresión de terror en el rostro de la mujer y estalló en carcajadas, en ese momento la soltó.

Vivianna comenzó a toser y respirar con dificultad, intentando recuperar el aire del cual había sido privada por un momento.

—Será un placer dictar personalmente su sentencia, Majestad — Dijo Thomas antes de abandonar el calabozo, dejando a la Reina sola.

Era verdad que hubiese gozado asesinar a la Reina en ese momento, sin embargo no podía arriesgarse a cometer una estupidez que lo condenase a él también, tenía que usar las leyes de Mystbelle a su conveniencia, no dejar cabos sueltos que lo delataran como el verdadero villano de la historia.

Si iba a asesinarla, sería conforme a la ley para evitar que aun muerta, la Reina representase un problema.

Estaba tan cerca de ganar que no bajaría la guardia; no de nuevo. Todos en Mystbelle querían a la Reina fuera del trono que ni siquiera se molestarían en buscar inconsistencias en las acusaciones, estaban ansiosos por su muerte, sedientos de sangre y de lo que ellos creían justicia divina.

Mientras tanto, dentro del calabozo Vivianna comenzó a sollozar en silencio, temerosa de ser escuchada por Thomas o cualquier guardia que pudiese encontrarse en las cercanías, le aterraba la idea de morir, a pesar de que una parte de ella ya estaba resignada a salir con la frente en alto el día de su sentencia, no otorgarles la satisfacción de mirarla doblegada.

De igual forma sus seres amados le habían sido arrebatados, si bien le hubiese gustado cuidar y criar a su sobrino, asegurarse de protegerlo y hacerlo una persona de bien, un Rey justo, sabía que no podría hacerlo, pero también estaba segura de que aunque Thomas jamás sería el mejor padre del mundo, lo mantendría con vida puesto a que el bebé era lo único que le garantizaba un lugar en Mystbelle.

Cerró los ojos y pensó que quizá, una vez que el último de sus alientos escapase de su cuerpo volvería a ver a su amado Anders, abrazaría a Genoveva y jamás volvería a soltarla; era una bonita posibilidad a la cuál aferrarse ahora que lo había perdido todo.

Se quedó dormida, fue la última vez que le fue permitido hacerlo.

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