Capítulo 33
Aquella noche fue helada, ni siquiera las dos mantas en las que había buscado refugio eran capaces de salvarla de la sensación de que estaba a punto de congelarse, la silla junto a la cama de Anders tampoco era el sitio más acogedor para pasar la noche. Extrañaba la comodidad de su cama y aunque su urgente necesidad de obtener descanso le suplicaba que fuera a su habitación, no quería estar lejos en caso de que su esposo necesitase ayuda.
—Puedes irte a dormir a tu recámara — Se sobresaltó al escuchar la voz del pelirrojo, puesto que ella pensaba que dormía profundamente —. No te delataré con nadie, será nuestro secreto — Propuso Anders.
Vivianna permaneció callada por un momento.
— ¿Por qué piensas que eso me haría irme a mi habitación? — Cuestionó la Reina.
—Estás incómoda, te conozco lo suficiente como para saber que preferirías pasar la noche en cualquier otro lugar y que parte del motivo del porqué estás aquí es por deber — Respondió el Rey —. Nuestro matrimonio fue algo pactado, aunque ambos tuvimos la fortuna de poder elegir, no fue por amor...
—Eso no significa que me seas indiferente — Lo interrumpió —. Sé que quizá no soy la persona más expresiva ni tiendo a decir o demostrarlo muy seguido, pero... eres el mejor esposo que pude haber deseado, tanto que en ocasiones me recrimino el no ser precisamente la esposa más dulce o...
—Eres perfecta — Esta vez fue el Rey quien interrumpió a la mujer.
—Lamento informarle, esposo mío, que usted se encuentra delirando — Afirmó Vivianna con seriedad aparente —, puesto a que su juicio le está traicionando, si fuese posible ser perfecta; yo estaría lejos de serlo — Aseguró la mujer.
—Deberías valorarte más.
—Tan sólo estoy siendo realista — Aclaró antes de cambiar el tema — ¿Cómo te sientes? — Preguntó pesé a que el tono débil de a voz de su esposo podía responder por si sola aquel cuestionamiento, sin embargo esperaba que una palabra lo bastante convincente de parte de Anders podría engañarla, hacerla creer que se sentía aunque sea un poco mejor.
—No te preocupes por mí, quizá muchos no opinen lo mismo, pero ya has hecho mucho por mí — Contestó —. Necesitas preocuparte por ti misma de vez en cuando, no te descuides ni te obligues a hacer más de lo que puedes.
—No hago eso...
—Sabes que eso es mentira — Repuso Anders —. Ten piedad de mí, sabes que no poseo exactamente las mayores energías para ganarte en una discusión.
—Es dulce que creas que incluso gozando de la mejor salud tendrías oportunidad de vencerme — Bromeó ella.
—Vivianna, no puedo evitar recordar lo que me contaste sobre Dorian y el cómo el murió... — Mencionó el Rey.
—Fue una situación distinta ¿De acuerdo? — Dijo Vivianna — Yo quiero estar aquí, me importas más de lo que podrías imaginar.
—Tú también me importas y me preocupa que pases frio allí sentada.
—No lograrás convencerme de que me retire a mis aposentos y te deje aquí sólo, me temo que no te librarás de mí tan fácilmente — Comentó —, de hecho, tengo en mente varias ideas del cómo haré tu vida imposible y son demasiadas, así que más te vale que te recuperes y no arruines mis planes.
—Desearía no atentar contra los planes de mi Reina — Anders quería decirle que intentaría resistir o poderle asegurar que tendrían mucho tiempo juntos por delante, pero sabía que ambos tan sólo fingían tener esperanza, cuando en realidad en el fondo, los dos habían aceptado lo que vendría —. Si no puedo hacerte cambiar de opinión, al menos ven a la cama, estarás más cómoda y te resguardarás del frio.
Ella se puso de pie, aferrándose a las mantas que hasta entonces le habían resultado inútiles, caminó hasta la cama dónde fue recibida por su esposo. Había transcurrido un largo tiempo desde la última vez que se habían abrazado debajo de las sábanas y en el momento en que fue recibida por los brazos de su esposo cayó en cuenta de lo mucho que había extrañado aquello...y lo mucho que le haría falta.
Su respiración se volvió entrecortada y las lágrimas amenazaban por aparecer en cualquier momento.
—Soy afortunado de haberte conocido, haber tenido el honor de ser elegido como tu esposo — Habló el hombre —. Te convertiste en mi mejor amiga. Te amo.
Ella no supo que decir, sentía que aquello se estaba tornando en una despedida y no estaba lista para ello.
—Al menos miénteme por lástima — Dijo entre pequeñas risas.
—No necesito mentirte, en realidad... también eres mi mejor amigo, mi esposo, no sé si esto haya sido un romance, pero me gusta pensar que así es — Comentó ella —. Te quiero mucho, en poco tiempo te volviste alguien muy importante en mi vida, también te amo — Dijo —. Y me asusta, todo eso me aterra, porque ahora que tuve eso en mi vida, no sé si pueda dejarte ir fácilmente, además, ya perdí a mi hermana, no quiero que tú también te marches.
Intercambiaron algunas palabras más antes de que ambos fueron vencidos por el sueño.
Esa fue la última vez que tuvieron oportunidad de dormir juntos.
El cruel pero inevitable deceso del Rey Anders de Mystbelle llegó poco antes de que se cumpliera una semana desde aquella noche en que compartieron el lecho. Otra vez el reino se sumergía en un luto.
La Reina; nuevamente viuda se encontraba vistiendo un vestido negro, encontrándose en la necesidad de dar unas palabras de despedida a Anders, recordando sus cualidades como gobernante, reservándose aspectos íntimos, siendo así un discurso bastante formal sin caer en sentimentalismos, pese a que abstenerse de expresar todo aquello que Anders había significado para ella ni lo mucho que lo extrañaba.
—Se suponía que estaríamos juntos más tiempo, eso me habría gustado — Pensaba Vivianna.
.Sabía que la muerte era algo que tarde o temprano alcanzaba a todos, pero se sentía tan malvada e injusta, arrebatándole a su hermana y a su esposo en tan poco tiempo. Estaba enojada, triste, se sentía impotente, sola y tan pequeña.
Sostenía en brazos a su sobrino, mientras tarareaba una canción de cuna, intentando recordarse continuamente de que aquel pequeño dependía de ella, al igual de que aún seguía estando a cargo de Mystbelle, se tenía que mantener fuerte, sobreponerse y evitar que alguna otra tragedia ocurriese.
—Tu mamá y tu tío te adoraban — Dijo la mujer al Príncipe —. Ellos hubiesen dado cualquier cosa por verte crecer y estar contigo, tu mamá estaba muy feliz cuando supo que tú venías en camino y bueno, tu tío Anders estaba más que dispuesto a jugar contigo, consentirte y cuando crecieras, él se encargaría de ser tu cómplice y defenderte de mis regaños, ambos nos harán mucha falta Thomas, pero te prometo intentar ser la tía que mereces, voy a cuidar de ti, amarte y siempre podrás contar conmigo.
La puerta se abrió.
Vivianna levantó la mirada y se encontró con el padre de su sobrino, la persona que menos deseaba ver.
—Lamento su perdida, Majestad — Habló el castaño —. Entiendo por lo que está pasando y si hay algo en que pueda ayudarla...
—Usted no entiende por lo que estoy pasando — Lo interrumpió —. Tampoco me conoce ni mucho menos somos amigos, si necesitase apoyo de algún tipo, usted sería la última persona a la que recurriría.
Thomas no pareció molestarse por aquella respuesta a su ofrecimiento.
—Comprendo que este furiosa, la vida puede ser tan horrible en ocasiones y es difícil de comprender o aceptar — Mantuvo la calma en todo momento —. Es un proceso difícil, pero le aseguro que cuando menos lo espere, dejará de sentirse de esa manera.
La Reina permaneció en silencio.
—No impediré que conviva con mi hijo, Genoveva y Anders nos han dejado, este pequeño lo que menos necesita es que su tía y su padre se detesten o discutan, nos agrade o no, somos una familia, estamos juntos en esto.
Aquellas palabras aparentemente inocentes le provocaron un mal presentimiento; del cual no pudo adivinar el motivo.
Solveig no tenía el valor de acercarse al sitio en dónde el cuerpo del Rey Anders yacía, en su cabeza recitaba múltiples discursos de disculpa, implorando al espíritu del fallecido Rey y a Dios mismo, justificándose ante ellos y también ante ella misma.
En el fondo sabía que había cometido un delito, algo que era un pecado según sus creencias, atentaba contra su propia moral y su juicio. La culpa no la abandonaba, al contrario parecía ir en aumento, carcomiéndola por dentro.
Necesitaba confesar sus acciones, puesto a que aquello evidentemente perjudicaba su desempeño laboral, así como también empezaba a manifestarse mediante malestares en el estómago, la sensación de querer vomitar a pesar de no haber ingerido alimento alguno durante el transcurso del día la torturaba.
—Merezco morir — Se repetía una y otra vez en su cabeza —. Soy un asco de persona, no soy merecedora de otra cosa más que de desprecio y la muerte.
Mientras que la sirvienta combatía contra el desprecio que se tenía hacia su persona y la Reina lidiaba con llevar su luto en secreto, el Príncipe de Südseen estaba satisfecho, la muerte del segundo esposo de Vivianna marcaría un antes y un después en Mystbelle y en la vida de todos los involucrados.
Sabía que a pesar de los intentos de la Reina de aparentar serenidad y fortaleza, ella se sentía destrozada, quizá ella jamás hubiese admitido amar a su esposo de manera pública o no al menos frente a él, pero siendo observador; sumado a algunos comentarios al respecto que recordaba haber escuchado de parte de Genoveva, sabía que el Rey Anders había sido alguien importante y querido por la Reina, sin mencionar que aquella partida se había sumado a la de la rubia Princesa, Vivianna seguramente estaría al borde de romperse por completo.
Al igual que Solveig.
No era estúpido, sabía que aquella chiquilla a pesar de haber planeado cometer un homicidio no era una mujer calculadora sin sentimientos, había considerado enamorarla, ser detallista y ganarse el corazón de aquella insignificante sirvienta para asegurar su lealtad, puesto a que temía que el miedo a ser sentenciada a muerte no resultase suficiente para mantenerla callada.
Mas descartó aquella idea al considerar que sería sospechoso.
Lo que tenía claro era que tenía que apresurarse, aprovechar que por el momento pocas personas pensarían con claridad ante el repentino deceso del Rey, era el momento perfecto para manipular sus mentes y hacerlos creer (si es que no lo hacían ya) que la Reina era la culpable del fallecimiento de su marido.
Dos esposos muertos era algo bastante sospechoso.
Ella necesitaba un heredero y su hermana había muerto al momento de dar a luz, probablemente Vivianna la había asesinado para quedarse con el niño y ahora que lo tenía, no necesitaba de su esposo para darle un heredero a Mystbelle.
Haría que las piezas encajaran y pronto, la vida de Vivianna no sólo cambiaría; terminaría de una vez por todas.
Tal y cómo lo había predicho, no tardó demasiado en escuchar una conversación acusando a la Reina Vivianna de brujería. Thomas había salido a pasear al pueblo, mostrando un falso interés en el bienestar del reino y los habitantes del pueblo, pretendiendo tener intenciones de ayudar a la Reina durante aquel difícil momento.
—Alguna vez escuché el rumor de que la Reina impide al Príncipe Thomas convivir con su hijo — Escuchó decir a uno —. Creo que es evidente el hecho de que no sirve como mujer, no puede tener un hijo propio y por ello se lo arrebató a su propia hermana.
— ¿Lo creen posible? — Cuestionó una mujer — Es decir, cuando decían que ella estaba tras la muerte del Rey Dorian yo jamás la pensé capaz de algo así, sin embargo ahora muere el Rey Anders bajo una enfermedad extraña; mismas circunstancias — Explicó —, pero no entiendo la necesidad de deshacerse de él, era tan buena persona y parecía amarla.
—Poco importa si el Rey Anders la amaba, es obvio que esa mujer no tiene corazón — Aseguró otro.
—Es una bruja, siempre supimos que había algo mal en ella — Intervino otro.
Uno de los hombres se percató de la presencia del Príncipe; quien los observaba atentamente.
— ¡Príncipe Thomas! — Exclamó, alertando a todos los presentes; quienes de inmediato se girasen hacia la dirección en donde se encontraba el castaño.
Algunos comenzaron a balbucear, sin saber que decir o como sentirse respecto a la presencia del hombre.
—Comprendo que es un momento desafortunado para todos, incluso para la Reina — Habló acercándose a aquel grupo de personas.
—Alteza, con todo respeto, usted no lleva demasiado tiempo en Mystbelle, pero la Reina ha estado relacionada con más de una muerte bajo circunstancias misteriosas — Mencionó otro —. Hay evidencia suficiente que podría ser utilizada para juzgarla por brujería.
—Sin mencionar de lo que se rumora sobre la familia Real — Se refirió a la que podía ser considerada leyenda de como el fundador de Mystbelle había tenido pactos con el maligno.
—Eso sería bastante...descabellado — Fingió no interesarle aquel rumor —. De ser verdad, eso significaría que no sólo la Reina estaría involucrada con la brujería, sino...todo aquel que lleve la sangre Real de Mystbelle — Sembró aquel temor en esas personas, confiando que ellos se encargarían de esparcir la teoría.
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